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El Arq. Sordo Madaleno ha sido aclamado y reconocido con innumerables honores a nivel
nacional e internacional entre los que destacan: En 2019 fue nombrado Academico Emérico
de la Academia Nacional de Arquitectura. En 2018 recibió el premio de “mejor edificio” en
la categoría de futuros proyectos residenciales dentro del marco del WAF (World
Architecture Festival) por el proyecto Amelia Tulum. El nombramiento como Miembro
Honorario del AIA (American Institute of Architects) en 2017 por su significativa
contribución a la arquitectura y a la sociedad. También en 2017 fue nombrado Profesor del
IAA (International Academy of Architecture) y recibió la “Medalla al Mérito en Ciencias y
Artes 2016” en la categoría de Arquitectura que otorga la Asamblea Legislativa de la Ciudad
de México. En 2016 la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) le otorgó el
reconocimiento por su inigualable trayectoria en Arquitectura. En 2015 recibió el premio
“Best of the Year” de la revista Interior Design por el SPA de Grand Hyatt Playa del Carmen
como el mejor proyecto del año en la categoría. En 2013 recibe el premio “Trayectorias”
otorgado por el Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México (CAM-SAM).
En 2010 recibió el premio “Judges Special Award” por la Design and Health International
Academy por el proyecto CRIT en Tampico, el mismo proyecto fue reconocido en 2009
como “mejor edificio” en la categoría de Salud dentro del marco del World Architecture
Festival (WAF) celebrado en Barcelona. También 2009 recibió el premio “Gold Award for
Development and Design Excellence” otorgado por el ICSC reconociendo la innovación del
proyecto Andares.
Como otras actividades relevantes en el medio Javier Sordo Madaleno Bringas es miembro
del Colegio de Arquitectos de México, socio de la Sociedad Mexicana de Arquitectos,
miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectos (AIA), miembro de la Academia
Nacional de Arquitectura, miembro de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios,
integrante del Patronato del Teletón, consejero del Club de Industriales, consejero de Hoteles
Intercontinental, consejero de Grupo Inditex, consejero de la Universidad Centro y consejero
de importantes centros comerciales como: ARTZ Pedregal, Plaza Satélite, Plaza Universidad,
Antara Fashion Hall, Centro Comercial Angelópolis, Antea Lifestyle Center y Andamar
Lifestyle Center.
La península de Baja California con su paisaje semidesértico, en tonos ocre y rojizo contrasta
con el azul intenso del mar de Cortez logrando una combinación natural exótica y única en
el mundo. Su topografía accidentada logra formaciones naturales y solemnes frente al mar,
dentro de este maravilloso sitio se encuentra el “Cerro Colorado” lugar que alberga este
maravilloso proyecto que ha sido parte-aguas para la industria hotelera internacional y de los
proyectos mas importantes y representativos de México.
El concepto del proyecto nace a partir de la idea de crear un “oasis” en el desierto donde se
produzcan sensaciones únicas y acogedoras aprovechando la inmejorable localización y
entorno natural que este sitio ofrece.
El “oasis” se logra a partir del emplazamiento del volumen prominente del proyecto que es
un gran muro en forma curva que nace de la integración y fusión con la topografía existente.
Este gran elemento logra contener en su interior el oasis con un micro-clima de agua y
vegetación exuberante que permite áreas confortables en cualquier época del año. El muro
curvo es el cuerpo que alberga 238 habitaciones y que por su forma curva aprovecha las
vistas al mar hacia el exterior y las vistas hacia el “oasis” desde las circulaciones interiores.
Se puede decir que el sello más representativo del hotel Westin Regina en Los Cabos es “la
ventana al mar” que se trató de manera formal como un gran vano en la porción central del
edificio de habitaciones. Tiene unas dimensiones espectaculares de seis niveles de alto por
diez metros de ancho. Este gran gesto enmarca una extraordinaria vista al mar y un
impresionante contraste visual desde todo el desarrollo interior hasta la recepción del hotel.
También es un umbral que comunica el espacio interior con el exterior. Pasando a través de
este vano se desarrolla la zona de albercas y espejos de agua diseñados de forma orgánica a
distintos niveles hasta llegar al nivel del mar. Este diseño orgánico de agua da la impresión
de que el horizonte de la alberca se expande y funde con el horizonte del mar.
Palacio de hierro Polanco
Las condiciones originales del sitio no permitían construir un edificio que sobrepasara la
capacidad de esta transitada zona. Trabajamos las regulaciones y restricciones de la zona para
crear un edificio, no solo funcional, sino arquitectónicamente atractivo.
El resultado final fue un edificio de 11 niveles en forma de triángulo, con una un ángulo de
45º iniciando en la calle de Moliere, adaptándose de manera sutil y natural al contexto y a las
restricciones del predio. Esta solución urbana ayudó a crear una gran plaza pública, donde el
peatón puede disfrutar de la sombra de la vegetación y caminar entre fuentes, inyectándole
vida a la zona. La plaza se localiza en frente de la Iglesia de San Ignacio de Loyola, proyecto
realizado por Juan Sordo Madaleno, fundador de la firma.
El nombre original del proyecto era Moliere Dos22. La ampliación y rediseño se finalizaron
en 2015 con el nombre de El Palacio de Hierro Polanco. Después de analizar varios
esquemas, el diseño elegido contempla la adaptación a las nuevas necesidades y al nuevo
contexto. Sordo Madaleno Arquitectos consideró fundamental conservar el concepto y la
forma original del proyecto.
Plaza Satélite es proyecto original de Juan Sordo Madaleno y tiene más de 40 años de
existencia, desde sus inicios se convirtió en uno de los hitos más importantes de Ciudad
Satélite. Tal ha sido su transcendencia que es una de las plazas más grandes y renombradas
de Latinoamérica, no sólo por su oferta comercial sino por ser un centro de encuentro e
interacción social.
La ubicación de Plaza Satélite, al costado del Boulevard Manuel Ávila Camacho (Anillo
Periférico Norponiente) al norte de la Ciudad de México, también ha sido factor para el éxito
del proyecto; permitiendo, ser un detonador positivo para sus alrededores.
Gracias a varios factores, Plaza Satélite se renueva completamente y crece con el motivo de
seguir satisfaciendo a sus usuarios en sus necesidades y expectativas actuales.
Arquitectónicamente, el edificio del centro comercial está resuelto como un circuito interno
que parte de una plaza central de 50m x 50m con dos ejes longitudinales paralelos de
circulación hacia las tiendas anclas ubicadas en los extremos del volumen central. Por otro
lado, los cuerpos destinados a los estacionamientos se posicionan perimetralmente al terreno.
A través de una nueva estética, Plaza Satélite renueva su presencia para continuar siendo
referente social y arquitectónico en la zona. Tanto al interior como al exterior, el diseño
expresa tintes contemporáneos y atemporales al usar madera, acero y piedra como principales
materiales.
2. Extensión de los sentidos
Para mejorar la vivencia de los espacios se decide dotar de nuevas áreas arboladas y al aire
libre que también otorgan iluminación y ventilación natural, dichas áreas permiten un
ambiente armonioso y agradable para el usuario que hacen balance con la presencia
comercial.
Desde su concepción hasta esta nueva etapa, los usuarios se han apropiado de este proyecto
comercial y vuelven todos sus espacios en una gran área de convivencia y encuentro social.
Para seguir con este móvil, se abren nuevos espacios públicos en su interior, como la zona
central que se volverá en una plaza que albergará diferentes tipos de eventos.
En su trabajo figuran influencias del periodo colonial de México y del mundo islámico -los
patios-. También fue influenciado por la arquitectura monumental de Louis Kahn.
Uno de sus primeros edificios -el Hotel Camino Real de la Ciudad de México (1968)- fue
uno de sus favoritos porque él decía que le ayudó a descubrir sus raíces mexicanas. Había
estado muy enfermo y durante su recuperación creó un edificio que es ahora una de sus obras
más famosas.
Legorreta continuó su obra con el diseño de la Casa Montalbán en Los Ángeles (1985), el
Museo de Arte Contemporáneo en Monterrey (1991), la Catedral Metropolitana en Managua
(1993), Pershing Square en Los Ángeles (1993), la Biblioteca Centras de San Antonio Texas
(1995), el Museo Tecnológico de Innovación en San José California (1998), el Centro de
Artes Visuales de la Universidad Santa Fe, Nuevo México (1999), el Complejo Juárez en la
Ciudad de México (2003-2005), la Universidad de Negocios y Ciencias de la Computación
Carnegie Mellon en Qatar (2011), y muchos otros edificios y espacios urbanos públicos y
privados. Legorreta fue un artista y un diseñador en sintonía con el medio ambiente y nunca
olvidó diseñar edificios para la gente que los utiliza.
En 1968 México es la sede de los XIX Juegos Olímpicos, un evento que exige una mejora de
la imagen de la capital. El Hotel Camino Real se concibe como parte del nuevo equipamiento
y para incrementar la oferta de alojamiento por la cita olímpica.
El Hotel Camino Real se levanta en una parcela de 85.500 m² en la colonia Anzures, con
acceso por la avenida Mariano Escobedo. El proyecto es una colaboración entre Ricardo
Legorreta y Luis Barragán, que diseña los jardines y espacios públicos. La obra concluye en
1968 y sufre remodelaciones en los años 1985 y 2005.
La idea original del cliente, la cadena Western Hotel, consiste en torres de habitaciones.
Legorreta la rechaza por múltiples razones: la frialdad e impersonalidad de los rascacielos y,
desde el punto de vista estructural, porque la actividad sísmica en México desaconseja
edificios residenciales de gran altura.
Características del Hotel Camino Real de Polanco
El conjunto hotelero destaca por su belleza y colorido. Tres lados protegen al hotel del ajetreo
de las calles capitalinas, y el cuarto se conecta con la ciudad mediante un pequeño bulevar
comercial, enmarcado por una gran arcada amarilla flanqueada por árboles.
La fachada principal del hotel destaca por su impactante celosía rosada. El impacto de esta
primera descarga de color se mitiga cuando el huésped se encamina hacia el vestíbulo
exterior. Sin solución de continuidad, el visitante se encuentra dentro de un espacio que
inspira calma con una gran fuente central.
Este guiño del arquitecto al visitante anticipa la inspiración del resto del Camino Real:
Ricardo Legorreta denomina el edificio como un hotel-museo. Se trata de un conjunto de
33.000 m² con bloques de habitaciones, jardines, piscinas y patios, con obras de arte dispersas
en lugares estratégicos.
Los bloques de alojamientos y el resto de instalaciones del hotel cuentan con grandes
espacios abiertos. Todas las habitaciones ofrecen vistas a las zonas verdes privadas, que
invitan a pasear y descubrir los jardines, pérgolas y obras de arte que integran el conjunto.
El huésped, literalmente, se sumerge en un edificio que constituye por sí mismo una obra de
arte. Este edificio-obra de arte no se puede apreciar en su totalidad de un vistazo e invita al
visitante a explorar y descubrir rincones. Juegos de luces, mobiliario, escaleras y otros
espacios sorprendentes se alternan con jardines y patios interiores, cada uno con diferente
paisajismo y estilo decorativo.
En conclusión, la importancia del Hotel Camino Real de Polanco radica en que ofrece los
rasgos principales del estilo de Ricardo Legorreta y marca el camino de su posterior
evolución creativa.
Casa Legorreta Sotogrande
El Hotel Camino Real Ixtapa, ahora Las Brisas, fue una experiencia única. Empezó
con la selección del terreno, misma que se hizo desde el mar. Posteriormente,
Ricardo Legorreta lo recorrió y su comentario fue: “Es un terreno maravilloso,
requiere de un hotel excepcional”. Cuando un hotel tiene una personalidad tan fuerte,
la filosofía del proyecto es consecuencia de esa personalidad. En este caso, el
imponente mar, la extraordinaria playa y la montaña, fueron la base del concepto. El
hotel debía adaptarse a la topografía, a la vegetación, obtener las ventajas del clima
y de la brisa y por último, aprovechar las diferencias de nivel para crear su forma.
En resumen el hotel debía ser un proyecto para ese terreno en particular y para una
forma de vida que sólo se diera en esas condiciones topográficas y climáticas.
Las habitaciones se adaptaron al terreno con orientación, niveles y pendientes
óptimos para su construcción, utilizando el techo de las habitaciones como terraza
de las superiores. La vida natural, los grandes espacios, la brisa y el mar, siguen
siendo el tema en los espacios públicos. La vida en las costas del Pacífico es de
exteriores; así pues, se dio a ello especial atención. A medio nivel entre el acceso y
la playa se localizó el solárium, un conjunto de muros, acueductos, techos, fuentes
y árboles que ofrecen la oportunidad de tomar el sol, beber, comer y nadar en medio
de esculturas y juegos de agua, experiencia totalmente diferente a la tradicional
alberca del hotel de playa. La playa se dejó virgen. Sin muebles, muros y
construcciones que la deformaran, aquí la vida es plenamente natural. Techos de
palapa y arena logran la integración total de la naturaleza. El terreno y la filosofía
de vida ofrecen la oportunidad ya olvidada del placer de caminar, deambular y
meditar en un ambiente mágico. Los diferentes lugares están comunicados entre sí
por escaleras, veredas y andadores y para quien desea caminar menos, carros
eléctricos y elevador a la playa, mismos que permiten una comunicación rápida y
cómoda. Por último, cabe mencionar que el Hotel Las Brisas es concebido como
Ricardo Legorreta imaginó el México contemporáneo debía ser: fuerte, amable,
romántico y lleno de espacio, color, luz y calidad de espíritu.
Pedro Ramirez Vázquez
Pedro Ramírez Vázquez nació en 1919 en la Ciudad de
México. Hijo de un vendedor de libros, tuvo uno de sus
primeros encuentros con la arquitectura en un viaje que
hizo en la adolescencia, cuando quedó fascinado por la
Acrópolis de Grecia. Estudió arquitectura en
la Universidad Nacional Autónoma de México, de la que
egresó en 1943.
“Nunca he pretendido hacer arquitectura de autor. Esta disciplina tiene que cumplir con una
función de servicio para quien ocupará esos espacios”, le dijo al diario Excélsior en 2011.
Pedro Ramírez Vázquez falleció en 2013 a los 94 años de edad.
Este recinto, diseño de Pedro Ramírez Vázquez, cuenta con una impresionante
infraestructura, por lo que se considera unos de los más importantes a nivel mundial.
En el año de 1966, el Estadio Azteca, importante ícono de la arquitectura mexicana, abrió
sus puertas por primera vez, posicionándose como uno de los mejores y más importantes a
nivel mundial.
La historia de este emblemático recinto surge cuando a principios de los 60’s, cuando se
decide llevar a cabo la construcción de uno de los estadios de fútbol más representativos a
nivel mundial, que contara con una impresionante infraestructura, capacidad y tamaño, y que
además ayudara a impulsar el fútbol Mexicano.
Fue así como tras un concurso para definir a quién se encargaría el diseño de esta majestuosa
obra; el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez resultó ganador y trabajó en colaboración con el
arquitecto Rafael Mijares Alcérreca para llevar a cabo el proyecto.
En el año de 1962 se colocó la primera piedra en el antiguo ejido de Santa Úrsula, para lo
cual fue necesario desalojar 180 millones de kilos de roca de una superficie de 63 mil 590
metros cuadrado,s hasta llegar a una superficie firme sobre la cual construir.
Finalmente, el 29 de mayo de 1966 se inauguró este recinto con una asistencia de miles de
espectadores que se reunieron para presenciar el partido entre el Club América y el Club
Italiano Torino.
El Azteca cuenta actualmente con una capacidad para 105 mil espectadores cómodamente
sentados, además de una zona especial para personas con discapacidad y un restaurante, así
como estacionamiento general. Su sistema de iluminación es uno de los más modernos en el
mundo, ya que es el mismo que con gran éxito se está empleando actualmente en Europa y
garantiza juegos nocturnos de perfecta visibilidad.
En el año de 1986, este estadio fue remodelado en su totalidad, integrando un palco y lugares
para prensa nacional, internacional y televisión, mayor número de butacas, medidas de
seguridad para el ingreso y desalojo de aficionados, área de estacionamiento, muralla
protectora alrededor del estadio, así como puertas de seguridad para ingresar a la cancha,
revalidando el título de ser uno de los mejores del mundo.
Actualmente, el Estadio Azteca, también conocido como El Coloso de Santa Úrsula, cuenta
con gran valor histórico dados los eventos deportivos, conciertos y acontecimientos masivos
que se han realizado en sus instalaciones.
Gracias a su gran magnitud y capacidad es considerado como uno de los más importantes a
nivel mundial ya que su infraestructura y capacidad han trascendido los límites del país,
convirtiéndose en anfitrión de eventos nacionales e internacionales.En él, se han llevado a
cabo importantes eventos masivos tanto artísticos como culturales, además que es el único
estadio del mundo en ser sede de la gran final de tres distintos torneos oficiales de la FIFA:
Copa Mundial 1970 y Copa Mundial 1986, Copa Mundial Juvenil 1983, Copa FIFA
Confederaciones 1999.
Museo Nacional de Antropología e Historia
Vestíbulo
El Vestíbulo fue diseñado para orientar y distribuir a los visitantes. Al centro se ubica un
promontorio que representa la pirámide de Cuicuilco, pensado originalmente para exhibir la
“Pieza del mes”. Hoy se utiliza para exposiciones periódicas de objetos del museo o de
instituciones foráneas.
En el ala izquierda de la planta alta se dio espacio a la biblioteca, mientras que el ala derecha
se reservó como área académica. Fue la sede de la antigua Escuela Nacional de Antropología
e Historia (ENAH) que al crecer se trasladó al sur de la ciudad.
Patio central
Apostando por un juego entre extensas áreas abiertas al interior y exterior, que otorgan al
visitante un movimiento libre y fluido, se retomó el concepto arquitectónico maya del patio
delimitado por edificios, como el Cuadrángulo de las Monjas, en Uxmal.
Las salas fueron distribuidas alrededor del núcleo central, de modo que es posible recorrerlas
siguiendo un circuito continuo o de manera aislada, según el propio tiempo e interés. De la
misma forma que en el conjunto maya, las estructuras alrededor del patio llevan un piso bajo
plano y libre, mientras que el piso superior fue decorado con una celosía en forma de
serpiente geometrizada, concebida por el escultor Manuel Felguérez en alusión al simbolismo
de dicho animal entre los pueblos prehispánicos.
El patio se dividió en dos zonas contrastantes según la luz que reciban: El paraguas y el área
dominada por un estanque ligado a la Sala Mexica, que permite rememorar el origen lacustre
de esta cultura. Además, se colocó un caracol de bronce esculpido por Iker Larrauri llamado
“El sol del viento”, cuya función es emitir sonidos, emulando la musicalidad de los
instrumentos prehispánicos.
El paraguas
Además de resguardar a los visitantes, este emblemático elemento arquitectónico enfatiza el
respeto por el entorno natural mediante una caída libre de agua. Su monumental estructura
superior, que cubre una superficie de 82.06 m. por 54.42 m., es soportada por cables
conectados a los edificios aledaños; se sitúa entre las “cubiertas colgantes” más grandes del
mundo (cubre un área total de 4,467.5 m2).
Su columna fue revestida en bronce con un relieve escultórico hecho por los hermanos
Chávez Morado. A su vez, el diseño se basó en el concepto y guión de Jaime Torres Bodet.
La composición escultórica se titula “Imagen de México” y lleva como eje los cuatro puntos
cardinales, cada uno interpretado por el pensador del siguiente modo:
Vista al este. Integración de México. Por la costa oriental de México llegaron las naves
españolas de la conquista. En la base se presenta el pasado prehispánico de México por medio
del águila y el jaguar, símbolos del día y la noche, respectivamente. Entre ellos aparecen la
espada de la conquista y el sol naciente. En el fuste, la espada penetra en las raíces de una
ceiba (símbolo maya de la fundación de los pueblos) que se abre en la sección superior en
dos rostros, uno indio y otro español, base principal de nuestro mestizaje. Sobre ese símbolo,
y a manera de capitel, se apoya el águila, emblema nacional del México de hoy.
Vista al oeste. Proyección de México. Esta proyección hacia el mundo se inicia desde
nuestras costas occidentales, con la expedición a las Islas Filipinas. Sobre los símbolos
prehispánicos de la base, y partiendo de la acostumbrada representación del agua en los
códices, se ve un sol poniente, símbolo del rumbo hacia donde se inició la proyección de
México. En el fuste la ceiba está cruzada por una vigueta de acero y una rosa de los vientos,
representación de la firmeza y la amplitud de esa proyección.
Sobre la misma ceiba, que se abre con un símbolo de la fisión nuclear, se apoya como capitel
un hombre con los brazos extendidos y las entrañas descubiertas, enmarcado por dos ramas
de olivo y una paloma para significar que se entrega totalmente a la paz.
Vista al norte y al sur. Lucha del pueblo mexicano por su libertad. En los lados norte y sur se
observan tres armas que hieren el cuerpo de la columna (México) y que corresponden a
nuestras tres etapas formativas: Independencia, Reforma y Revolución Agraria. El capitel
está coronado por formas prehispánicas que simbolizan el cielo. La composición, basada en
los cuatro puntos cardinales, se liga con las viguetas de acero en forma radial que sostienen
la cubierta monumental y contribuyen a dar la impresión final de universalidad de la cultura
mexicana.
Debajo del patio y las estructuras mencionadas subyace otro mundo: 15,000 m2
acondicionados para servicios educativos, talleres, oficinas, laboratorios, espacios de
investigación, almacenes y anexos que día con día, durante décadas, han puesto en marcha
la vida del recinto.
Pabellón de México Expo 92
Diseñado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, además en su construcción participaron
Andrés y Jaime Giovannini García, además del profesor Gamboa, experto en museos y
diseñador de la mayor parte de las exposiciones mexicanas en los últimos tiempos. Consiste
en una pirámide plana que imita a los templos aztecas precolombinos, y consta de dos
espacios; un edificio de dos plantas a que se accede por una rampa y una X de 18 metros de
altura que simboliza el cruce e integración de las culturas. El visitante atravesaba una cortina
de agua para entrar a la exposición interior. En la azotea se instalaron reproducciones de los
templos representativos de México, hoy en proceso de restauración y que esperamos ver en
breve expuestas, gracias a la contribución de Cartuja Producciones. En uno de los extremos
podemos ver plantas autóctonas, entre ellos el cactus gigante, que se conserva perfectamente
y se ha convertido en un símbolo de Cartuja 93. La X de 18 metros de altura, es el simbolo
del pabellón.
El nuevo edificio fue diseñado por los arquitectos: Pedro Ramírez Vázquez, José Luis
Benlliure, Alejandro Schoenhofer, fray Gabriel Chávez de la Mora y Javier García
Lascuráin. Para su inauguración, el 12 de octubre de 1976 se consagró como la casa más
moderna de Santa María de Guadalupe.
La forma que sigue la arquitectura responde a su principal función: la de acoger a los miles
y miles de peregrinos que vienen desde todas partes del mundo a visitarla. El proyecto
comprendía una nave central con un claro de 63 metros que elimina columnas intermedias,
dos capillas grandes, nueve pequeñas, un sótano y varios niveles para oficinas y dormitorios.
La basílica se hizo de base circular y libre de apoyos, con 100 metros de diámetro, para que
el mayor número de visitantes pudiera participar de las celebraciones litúrgicas y, por otro
lado, hacer posible que la imagen de la Virgen de Guadalupe se pueda apreciar desde todos
los puntos interiores de la basílica. Dicha imagen se encuentra detrás del altar, bajo una cruz
de importantes dimensiones, en un muro con acabado similar al plafón.
Para una mejor visibilidad de la imagen, se ha construido una pasarela por debajo del altar
con bandas transportadoras, que permite que los visitantes la puedan apreciar de la mejor
forma posible. El altar tiene un acabado diferente, realizado en mármol y está a varios niveles
sobre la asamblea, con el objetivo de resaltar ese sector de la planta.
La cubierta, por su parte, al ser como una gran carpa, recuerda la tienda que usaban los judíos
en su peregrinar por el desierto y es, al mismo tiempo, símbolo del manto de la Virgen, que
protege a quien la visita. La gran columna que le sirve de eje tiene 42 metros de altura, y en
su interior se encuentran las oficinas administrativas de la Basílica.
En el interior de este templo caben 10,000 personas, ubicadas en la parte central y en las
nueve capillas del piso superior, que en caso necesario, pueden prestarse para ceremonias
distintas a la del altar mayor. Desde la capilla abierta del segundo piso, que se dirige hacia el
atrio recordando a las que utilizaban los primeros frailes durante el siglo XVI, el número de
asistentes se aumenta a un total de 50, 000. En el sótano de la Basílica están las criptas, con
más de 15,000 nichos y 10 capillas para recordar a los difuntos que ahí descansan.
En 2009, la basílica fue señalada como el principal destino religioso a nivel mundial, de
acuerdo con la Oficina Española de Turismo. Debido al crecimiento exponencial de los fieles,
el 12 de octubre de 2011 se inauguró la plaza Mariana, diseñada para atender a las casi 3,000
peregrinaciones organizadas que se realizan anualmente.
Teodoro González de León
El arquitecto y pintor Teodoro González De León, nació
en la Ciudad de México en 1962; estudió arquitectura en
la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM;
obtuvo una beca por parte del Gobierno Francés y
trabajó por más de un año en el taller de Le Corbusier,
en donde participó en la Unidad de Habitación de
Marsella y L’Usine Duval de St. Dié, Francia.
Cabe mencionar que Teodoro, a principios de su carrera,
estuvo en el campo del urbanismo y de la vivienda
popular, posteriormente se inclinó en los grandes
edificios públicos y privados. González trabajó de la
mano de su colega Abraham Zabludovsky, para realizar el edificio del Infonavit, El Colegio
de México, el Museo Rufino Tamayo, la Universidad Pedagógica Nacional, sólo por
mencionar algunos.
Los principales materiales empleados en la construcción del museo fueron hormigón blanco
y gris, acero, cristal y aluminio, siendo la parte central el gran pórtico vidriado con
inclinación de 45°, que anuncia la modernidad del proyecto y contrasta con los demás
edificios de la década de 1970 del Centro Cultural.
Los grandes cubos de hormigón blanco iluminados cenitalmente son la columna vertebral de
todo el proyecto, en conjunto con la plaza que articula el acceso al museo y a la Sala de
Conciertos.
En cuanto al interior del museo, este se conforma de amplios espacios, que permiten el
recorrido libre y fluido en las salas de exposiciones que se encuentran en el mismo nivel,
articuladas mediante grandes pasillos y divididas por pequeños patios minimalistas.
Otro elemento esencial del museo es la iluminación natural que reciben las salas, filtrada por
un plafón que la transforma en una luz envolvente y sin sombras, y dispone de cortinas
operables que permiten oscurecer el espacio si así se requiere.
Torres Arcos 1 y 2
La historia de este proyecto comienza el 28 de agosto de 1980 cuando el Gobierno de la
Ciudad de México otorga el permiso de uso de suelo para construir edificios de oficinas en
los terrenos de la Sección XVIII de Bosques de la Lomas, fraccionamiento residencial cuyo
desarrollo había iniciado en los años setenta.
La idea de Dine es dar a esa zona de oficinas una solución integral: en lugar de que 40
propietarios hagan cada uno su edificio, generando desórdenes viales y problemas de
estacionamiento, como había sucedido en otras zonas, promueve un desarrollo integral; un
concepto que ofreciera las cualidades de armonía visual y funcionalidad nunca antes vistas
en el país.
Arcos Bosques Corporativo nace como un concepto totalmente nuevo en edificios de oficinas
y ha logrando situarse como el símbolo de modernidad de la Ciudad de México, donde
empresas de prestigio mundial han establecido sus centros de operación.
El proyecto ganador fue el de los arquitectos Francisco Serrano, Teodoro González de León
y Carlos Tejeda, quienes crearon una imagen arquitectónica con la base de construir un patio
urbano de gran impacto visual y con un entorno arquitectónicamente armónico.
Arcos Bosques se muestra como el desarrollo más grande que se ha hecho en este país y
como un conjunto único en la ciudad de México, que resalta y da la bienvenida al poniente
de la capital. El corporativo es un edificio único por varias condiciones: es la primera vez en
la historia de la capital que se utiliza un mismo material para toda la estructura, el concreto
blanco, caracterizando al conjunto como genuinamente mexicano.
Su patio urbano provoca los visitantes transéuntes se sientan en un entorno visual controlado
y a diferencia de todos los edificios de mundo, las circulaciones son verticales y abiertas. El
leit-motiv del conjunto está presente en todo el edificios, comenzando por las ventanas
cuadradas, las cuales conservan una armonía visual y permiten que la luz del sol entre durante
todo el día.
CONSTRUCCION
El conjunto Arcos Bosques es un proyecto interactivo y multidisciplinario. Para su
construcción se requirió formar un equipo de trabajo que reuniera personas especializadas en
la materia de ingeniería y construcción, como arquitectos, ingenieros, estructuralistas y
calculistas con el fin de realizar un edificio de gran belleza y funcionalidad. Eficientar los
recursos y el diseño sin perder la calidad original del edificio, cuidar el medio ambiente y
evitar problemas de vialidad eran los principales objetivos de la construcción del conjunto.
Por su magnitud, para la construcción de Arcos Bosques Corporativo fue necesario seguir un
Plan Maestro que se dividió en varias etapas, en cada una influyó un conjunto de decisiones.
La construcción inició con el Edificio Oriente, con un total de 27,000 m2 de oficinas, el cual
fue terminado en Agosto de 1993.
Tras la remodelación que fue realizada por Teodoro González de León y Abraham
Zabludovsky, el 'Coloso de Reforma' recientemente fue reconocido como el teatro que vende
más boletos a nivel mundial, según un comunicado de prensa.
El foro cumple 22 años de reabrir sus puertas tras la remodelación de 1991, con la cual se
convirtió en un edificio de primer nivel que alberga un aforo total de 9,520 personas y que
es considerado como el centro de arte y cultura más importante, no sólo de México, sino de
Latinoamérica.
El auditorio puede albergar a 9,366 asistentes. Para controlar su flujo, el recinto cuenta con
14 puertas verdes que dan acceso al vestíbulo, y de ahí se distribuyen por 29 puertas
localizadas en tres pisos que llevan a la sala.
También posee una rampa en el exterior para personas con discapacidad, y un elevador. No
menos importante es el sistema de ventilación de aire, impulsado por medio de motores de
bajo costo y de fácil mantenimiento, que refrescan la sala sin afectar a los artistas en el
escenario. La idea de que el show debe continuar vive entre sus paredes. Infinitamente, abre
y cierra sus telones, que pesan desde 200 kilos (piernas o bambalinas) hasta una tonelada
(telón de las Sandías).
Su tramoya fue diseñada por la afamada compañía Jules Fischer, conjuntamente con los
arquitectos González de León y Zabludovsky, bajo la supervisión de Mark Giancola, director
de Producción del auditorio, lo mismo que su foso de orquesta.
Para iluminar este titán del entretenimiento se utilizan 101 lámparas, colocadas tanto en el
interior como en el exterior, la luz de la sala requiere 360 pares. El paso de gato (puente
frontal de iluminación) para el escenario tiene 100 reflectores lekos (50 de 5 grados y 50 de
10 grados).
En cuanto al equipo de sonido, las cifras son asombrosas: 100 bocinas para el sonido de la
sala, el equipo de audio (marca Meyer Sound) más grande instalado en un teatro de su tipo
en el mundo, es decir, fijo, excluyendo a los que se utilizan para giras de artistas.
Los arquitectos realizaron un intenso proceso de investigación que incluyó, entre otros
aspectos, la visita de un gran número de museos alrededor del mundo. El diseño comenzó en
1972, mientras que la construcción arrancó hasta 1979 y concluyó dos años después, en 1981.
El resultado: un edificio que, tanto por las particularidades de su diseño como por las
soluciones plásticas y funcionales que integra, hizo merecedores a González de León y a
Zabludovsky al Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el rubro “Bellas Artes”, en 1982.
El edificio no es un cuerpo que invade el bosque, sino que se integra al terreno que lo rodea
en virtud de su estructura de varios niveles que se concentra sobre sí misma en volúmenes
ciegos de concreto escalonado hacia el centro, que al estar disimulados dan la sensación de
que el edificio brota del suelo. Para lograr esta integración, los arquitectos incorporaron
taludes con vegetación. Estos últimos son parte fundamental de la composición del edificio
y establecen la relación primordial con el Bosque de Chapultepec, creando la impresión de
que el museo emerge del suelo.