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Recomendaciones:

• Lo que está en itálica y en negritas NO se dice.

• Las formulas que no son oraciones, como pueden sentarse, de pie por favor,
etc. pueden variarse a criterio del celebrante.

• Léase todo de una forma tranquila, sin prisas y naturalmente.

• No duden en preguntar.

• Prepararse lo más posible, eso incluye leer toda la celebración para tener una
mejor idea de lo que se hará.

• Los cantos tienen una mayor relevancia en estas celebraciones, por lo que se
deben de poner de acuerdo con el responsable de los cantos que se canta y
que NO se canta, según esta guía.

• Tener preparados a los lectores antes de empezar la celebración, recordarle


al último que va a leer tanto la segunda lectura o salmo, como la aclamación
antes del evangelio.

• Los evangelios que a juicio del celebrante y de los encargados se puedan


escenificar, lo pueden hacer con libertad. Si no lo creen conveniente, se
puede leer a tres voces las Lecturas de la Pasión, el celebrante dice lo de
Jesús, un misionero el narrador y otro el resto de las personas o finalmente se
puede leer todo por el celebrante.

• Las lecturas bíblicas no pueden variar.

• La paz no tiene un sentido de reconciliación o de perdón de los pecados, y


solo se debe dar a las personas cercanas a uno, el celebrante no debe de
bajar del presbiterio.

• El celebrante no debe usar ropa de representaciones durante la celebración o


ropa que pueda confundirse con las vestiduras sacerdotales.

• Hacer hincapié en que no son misas lo que se celebra, sino celebraciones de


la palabra.

• Confesarse y encomendarse al Espíritu Santo antes de la celebración.


Rojo

Domingo 28 de Marzo

Preparación: La celebración empieza en la puerta del lugar donde se hacen


las celebraciones, no enfrente, con el pueblo también afuera si es posible, debe
de ayudar una persona con un recipiente con el agua bendita y algo con que
rociar el agua. Tener listos a los colectores para la Pasión.

Celebrante: Queridos hermanos, Después de habernos preparado desde el principio


de la Cuaresma con nuestra penitencia y nuestras obras de caridad, hoy nos
reunimos para iniciar, unidos con toda la Iglesia, la celebración anual de los
misterios de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que
empezaron con la entrada de Jesús en Jerusalén. Acompañemos con fe y devoción a
nuestro salvador en su entrada triunfal a la ciudad santa, para que, participando
ahora de su cruz, podamos participar un día, de su gloriosa resurrección y de su
vida.

El celebrante rocía con el agua bendita las palmas y la feligresía, y continúa en la


puerta de donde se hacen las celebraciones:

Celebrante: Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21, 1-11)
En aquel tiempo, Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al
monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que
está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría.
Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los
necesita y los va a devolver en seguida».
Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Digan a la
hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre
la cría de un animal de carga".
Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el
asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor
parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban
ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la
que lo seguía gritaba: «¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor! ¡Hosana en las alturas!
Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban:
«¿Quién es este?». Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret en
Galilea». Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Queridos hermanos: Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús,


acompañemos también nosotros, con júbilo, al Señor.

Coro: Los niños hebreos y/o Que viva mi Cristo (ver apéndice). Si no pueden/saben
tocar la canción se recita el coro de cualquiera de esas canciones.

Celebrante: Al entrar el Señor en la ciudad santa, los hijos de Israel anticipándose a


la resurrección del Señor de la vida, con palmas en las manos, clamaban: Hosanna
en el cielo.

Pueblo: Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su encuentro


con palmas en las manos, clamando: Hosanna en el cielo.
No se dice el “Gloria”, no se canta ni se recita.

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que has querido entregarnos
como ejemplo de humildad a Cristo, nuestro salvador, hecho hombre y clavado en
una cruz, concédenos vivir según las enseñanzas de su pasión, para participar con
Él, un día, de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Yo realizaré algo nuevo y daré de beber a mi pueblo.
Lector: Del libro del profeta Isaías: (50, 4-7)
En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para
que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como
discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia
ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la
barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi
rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado”. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del


salmo 21
Lector R/.:Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?.
Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: “Confiaba
en el Señor; pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre”. R/ Todos.
Los malvados me cercan por doquiera como perros rabiosos. Mis manos y mis
pies han taladrado y se pueden contar con todos mis huesos. R/Todos.
Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor,
auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R/Todos.
A mis hermanos contaré tu alegría y en la asamblea alabaré tu nombre. Que
alaben al Señor los que lo temen. Que el pueblo de Israel siempre lo adore.
R/Todos.

Invitan a pasar al tercer lector.

SEGUNDA LECTURA
Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.
Lector: De la carta a los filipenses (2, 6-11)
Cristo Jesús, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas
de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando
la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así hecho uno de ellos,
se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de
cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está
sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo,
en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Honor y gloria a ti”
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una
muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre.
Coro: “Honor y gloria a ti”

EVANGELIO
Celebrante: Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (27, 11-54)

+ Celebrante, N. Narrador, S. Demás

N. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:


S. ¿Eres tú el rey de los judíos?

N. Jesús respondió:
+ Tú lo dices

N. Y mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los senadores no contestaba


nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. ¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?

N. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado.


Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Tenía
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, dijo Pilato:
S. ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?

N. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y mientras estaba sentado en
el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.

N. Pero los sumos sacerdotes y los senadores convencieron a la gente que pidieran
el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. ¿A cuál de los dos queréis que os suelte?

N. Ellos dijeron:
S. A Barrabás.

N. Pilato les preguntó:


S. ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?

N. Contestaron todos:
S. Que lo crucifiquen.

N. Pilato insistió:
S. Pues, ¿qué mal ha hecho?

N. Pero ellos gritaban más fuerte:


S. ¡Que lo crucifiquen!

N. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un
tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia del pueblo, diciendo:
S. Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!

N. Y el pueblo entero contestó:


S. ¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

N. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para


que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y
reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto
de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le
pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban
de él diciendo:
S. ¡Salve, rey de los judíos!

N. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y


terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a
crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron
a que llevara la cruz.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: ), le dieron a beber
vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo,
se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo.
Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: ESTE ES JESUS, EL REY
DE LOS JUDIOS.
Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los
que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza:
S. Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si
eres Hijo de Dios, baja de la cruz.

N. Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también
diciendo:
S. A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje
ahora de la cruz y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios,
que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?

N. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el


mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media
tarde, Jesús gritó:
+ Elí, Elí, lamá sabaktaní.

N. (Es decir:
+ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado ?).

N. Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron:


S. A Elías llama éste.

N. Uno de ellos fue corriendo; en seguida cogió una esponja empapada en vinagre
y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían:
S. Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
N. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las
rocas se rajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían
muerto resucitaron. Después que él resucitó salieron de las tumbas, entraron en la
Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.
El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo
que pasaba dijeron aterrorizados:
S. Realmente éste era Hijo de Dios.

Celebrante: Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Todos: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó
de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Celebrante: Confiando en la fuerza salvadora del amor de Dios, oremos por todos
los hombres, diciendo: “Escúchanos, padre.”

Se hacen las peticiones

Celebrante: Señor y Padre nuestro, que escuchando a tu Hijo en la cruz, le recibiste


en tu regazo, mira nuestras miserias y enséñanos a entender que para llegar a la
gloria necesitamos pasar por la Cruz. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.


Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que NO comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la
muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete,
concédenos Señor, llegar, por medio de su resurrección a la meta de nuestras
esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante (santiguandose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.
Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

Coro, canto de salida.


Morado
Lunes 18 de Abril

Celebrante: De pie por favor

Coro, canto de entrada

Celebrante, de pie en el lugar donde celebra, se santigua y dice: En el nombre del


Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, esté


con nosotros.

Pueblo: Amén.

Celebrante, da unas brevísimas palabras de bienvenida a la celebración.

Celebrante: Hermanos, para celebrar dignamente la palabra de Dios, reconozcamos


nuestros pecados.

Se guardan unos segundos de silencio.

Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, (Golpeándose el pecho)
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí
ante Dios nuestro Señor.

Celebrante: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna.

Pueblo: Amén.

Coro: “Señor ten piedad”

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Concédenos, Señor, nueva fuerza para no sucumbir a nuestras
humanas debilidades, por los méritos de la pasión de tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro del profeta Isaías: (42, 1-7)
Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis
complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre
las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la
caña resquebrajada ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia
con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre
la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.
Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a
la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra
y la respiración a cuanto se mueve en ella:
«Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano; te
he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que
abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a
los que habitan en tinieblas». Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del


salmo 26
LectorR/.: El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quien temeré? El Señor es la defensa de
mi vida, ¿Quién me hará temblar? R/. Todos
Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y
adversarios, tropiezan y caen. R/. Todos
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la
guerra, me siento tranquilo. R/. Todos.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor,
sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/. Todos.

Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”

EVANGELIO
Celebrante: Del santo Evangelio según san Juan (12, 1-11)
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien
había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y
Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de
perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con
su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de
sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
- «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para
dárselos a los pobres? »
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y
como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres
los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por
Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos,
por su causa, se les iban y creían en Jesús. Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.


Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Quédate, Señor, con nosotros y protege con tu amor
infatigable nuestros corazones santificados por esta Eucaristía, para
que podamos conservar siempre las gracias que hemos recibido de tu
misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor .

Todos: Amén.

Celebrante (santiguandose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

Coro, canto de salida.


Morado
Martes 19 de Abril

Celebrante: De pie por favor

Coro, canto de entrada

Celebrante, de pie en el lugar donde celebra, se santigua y dice: En el nombre del


Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, esté


con nosotros.

Pueblo: Amén.

Celebrante, da unas brevísimas palabras de bienvenida a la celebración.

Celebrante: Hermanos, para celebrar dignamente la palabra de Dios, reconozcamos


nuestros pecados.

Se guardan unos segundos de silencio.

Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, (Golpeándose el pecho)
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí
ante Dios nuestro Señor.

Celebrante: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna.

Pueblo: Amén.

Coro: “Señor ten piedad”

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios
de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento, que podamos merecer tu
perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro del profeta Isaías (49, 1-6)
Escúchenme, islas; atiéndanme, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el
Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca
una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida,
me guardó en su aljaba y me dijo:
«Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.»
Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he
gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía
mi Dios.
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que
le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios
fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y
conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi
salvación alcance hasta el confín de la tierra.». Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del salmo


70
Lector R/.: En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Señor, tu eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres
justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo. R/. Todos
Sé para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi
auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados. R/. Todos
Señor, tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que
estaba en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R/. Todos
Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R/.Todos

Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como
manso cordero al sacrificio.
Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús

EVANGELIO
Celebrante: Del santo Evangelio según san Juan (13, 21-33.36-38)
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se
conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a
entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de
quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su
derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?” Entonces
él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó “Señor, ¿Quién es?” Le contestó
Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se
lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote, y tras el bocado, entró en él Satanás.
Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero
ninguno de los comensales entendió a qué se refería, algunos supusieron que, como
Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario
para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar un bocado, salió
inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del
hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también
Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a
los judíos, así se los digo ahora: A donde yo voy, ustedes no pueden ir”. Simón
Pedro le dijo: “Señor, ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.
Jesús le contestó: “¿Con que darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el
gallo, antes de que tú me hayas negado tres veces”. Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.
Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Por medio de este sacramento, que ya desde ahora nos comunica tu
fuerza, concédenos, Padre misericordioso, participar de la vida eterna. Por
Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante (santiguandose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

Coro, canto de salida.


Morado
Miércoles 20 de Abril

Celebrante: De pie por favor

Coro, canto de entrada

Celebrante, de pie en el lugar donde celebra, se santigua y dice: En el nombre del


Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, esté


con nosotros.

Pueblo: Amén.

Celebrante, da unas brevísimas palabras de bienvenida a la celebración.

Celebrante: Hermanos, para celebrar dignamente la palabra de Dios, reconozcamos


nuestros pecados.

Se guardan unos segundos de silencio.

Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, (Golpeándose el pecho)
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí
ante Dios nuestro Señor.

Celebrante: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna.

Pueblo: Amén.

Coro: “Señor ten piedad”

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Padre Misericordioso, que para librarnos del poder del
enemigo, quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz,
concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro del profeta Isaías (50, 4-9)
En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua experta, para
que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el
Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha
hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado atrás. Ofrecí
la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban la barba. No
sustraje mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no
quedaré confundido, por eso, endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré
avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿Quién luchará contra mí? ¿Quién
es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda.
¿Quién se atreverá a condenarme?”. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del salmo


68
Lector R/.: Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti he sufrido injurias, y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y
advenedizo, aún para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu
casa, el odio del que te odia, en mí recae. R/. Todos
La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la
hallo; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed
me dieron vinagre. R/. Todos
En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se
alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque
el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.
Todos
Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”
Señor Jesús, rey nuestro, solo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús

EVANGELIO
Celebrante: Del santo Evangelio según san Mateo (26, 14-25)
En aquel tiempo, uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los
sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos
quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba
buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes ázimos, los discípulos se acercaron a
Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él
respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle, ‘El Maestro dice: Mi hora
está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’” Ellos hicieron
lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban les dijo: “Yo
les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y
comenzaron a preguntarse uno por no: “¿Acaso soy yo, Señor?”. Él respondió: “El
que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del
hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡Ay de aquel por quien el Hijo del
hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido” Entonces
preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?”. Jesús le
respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.


Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la
muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos
has dado vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante (santiguándose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

Coro, canto de salida.


Blanco
Jueves 21 de Abril

Preparación: Con anterioridad a la celebración se pide a 12 personas de la


comunidad que le hagan de apóstoles, dando preferencia a los hombres. Estas
personas se sentarán en la primera fila para una mejor organización y tener listas
suficientes palanganas y jarras con agua, jabones y toallas para realizar el
lavatorio, también un pan (de preferencia no dulce) y una moneda por cada
apóstol. Si se puede, prepara una persona para que toque las campanas durante el
“Gloria” o que haga algún ruido que haga notar la importancia del cántico. A juicio
de los coordinadores, se puede hacer una procesión con el Santísimo, del lugar
donde se hacen las celebraciones a la casa misionera, la preparación está al final
de la celebración de este día.

Si se considera adecuado, se recomienda hacer una hora santa después de la


celebración de hoy.

Celebrante: De pie por favor

Coro, canto de entrada

Celebrante, de pie en el lugar donde celebra, se santigua y dice: En el nombre del


Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, esté


con nosotros.

Pueblo: Amén.

Celebrante, da unas brevísimas palabras de bienvenida a la celebración.

Celebrante: Hermanos, para celebrar dignamente la palabra de Dios, reconozcamos


nuestros pecados.

Se guardan unos segundos de silencio.

Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, (Golpeándose el pecho)
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí
ante Dios nuestro Señor.

Celebrante: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna.

Pueblo: Amén.

Coro: “Señor ten piedad”

Coro: “Gloria”, y se tocan campanas o algún otro instrumento, si no saben/pueden


cantar o tocar, se recita: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del
Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el
pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del
Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena
en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el
sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la
participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro
Señor Jesucristo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro del Éxodo (12, 1-8.11-14)
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este
mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle
a toda la comunidad de Israel: “El día diez de este mes, tomará cada uno un
cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para
comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de
personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto,
macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los
hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas
y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche
comerán la carne asada a fuego; comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias
en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el
paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los hombres hasta
los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les
servirá de señal en las casas donde habiten ustedes. Cuando yo vea la sangre,
pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la
tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor
del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución
perpetua”. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del salmo


115
Lector R/.: Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de
salvación e invocaré el nombre del Señor. R/. Todos
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte,
Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/. Todos
Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis
promesas al Señor ante todo su pueblo. R/. Todos

Invitan a pasar al tercer lector.

SEGUNDA LECTURA
Lector: De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11, 23-26)
Hermanos: yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor
Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó el pan en sus manos y
pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se
entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva
alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban
de él”.
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz,
proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros,
como yo los he amado.
Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús

EVANGELIO
Celebrante: Del santo Evangelio según san Juan (13, 1-15)
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de
pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de
Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el
Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de
Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla,
se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los
discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿Me vas a lavar los pies tu a
mí?” Jesús le replicó; “Lo que estoy haciendo tu no lo entiendes ahora, pero lo
comprenderás mas tarde” Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le
contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro:
“En este caso, Señor, no sólo los pies sino también las manos y la cabeza”. Jesús le
dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo el está
limpio. Y ustedes están limpios aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a
entregar por eso dijo: “No todos están limpios”.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa
y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo que soy el maestro y Señor,
les he lavado los pies, también ustedes deben de lavarse los pies los unos a los
otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también
ustedes lo hagan”. Palabra del Señor.
Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

NO se dice credo.

En este momento se organizan a juicio del coordinador para que los misioneros que
crea necesarios laven los pies a los apóstoles, y conforme les vayan lavando les
entregan un pan y una moneda. A juicio de los encargados y celebrante pueden
hacer una representación del evangelio y juntar el lavatorio con este o hacerlos
sucesivos y después el rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.
Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida
por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.

Celebrante (santiguándose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

Coro, canto de salida.

Después de la celebración de hoy no se usan instrumentos musicales


hasta que se canta el “Gloria” el Sábado Santo.

Preparación para la procesión después de la celebración de la palabra


(opcional): Se tiene preparada afuera de la casa misionera una mesa con mantel
blanco, rojo o morado. Al terminar la Oración después de la Comunión, se les invita
para que acompañen al Santísimo al lugar donde se guardará, entonces salen del
lugar donde se realiza la celebración primero un misionero con una cruz en alto (si
es posible), el Santísimo con las antorchas y el resto de las personas. Pueden ir
entonando cantos de adoración al Santísimo en el camino, pero SIN instrumentos.
Al llegar a la casa misionera se acomoda el Santísimo con las antorchas, se
arrodillan todos y se Le adora un par de minutos en silencio. El encargado del
Santísimo lo levanta y junto con las antorchas lo guarda en la casa misionera. Se
levantan todos y se despide al pueblo.

Si es posible, desde el día de hoy se quitan todas las imágenes, cruces,


etc. que se pueda o se tapan las que no. El altar debe estar desnudo, sin
manteles ni velas.
Rojo
Viernes 22 de Abril

Preparación: De ser posible desde el jueves se quitan todas las imágenes, cruces,
etc. que se pueda o se tapan. El altar debe estar desnudo, sin manteles ni velas y
se tiene preparada una cruz lo suficientemente grande para la adoración, un mantel
de preferencia morado con que taparla y velas. La cruz debe estar en la entrada o a
la mano para que después del choro sea llevada a la entrada del lugar de la
celebración, y tapada de manera que se puedan destapar primero la parte superior,
después un brazo y después el otro, sin problema. El Santísimo estará en la casa
misionera hasta el “Padre nuestro”.

Celebrante: De pie por favor

NO hay canto de entrada.

Celebrante, de pie en el lugar donde celebra: Padre nuestro misericordioso,


santifica y protege siempre a esta familia tuya, por cuya salvación derramó su
sangre y resucitó glorioso Jesucristo, tu Hijo. El cual vive y reina por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro del profeta Isaías (52, 13-53, 12)
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Muchos se espantaron
de él, porque estaba tan desfigurado que no parecía hombre, ni tenía aspecto
humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver
algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a
quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en
tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y
evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.
El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo
estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras
rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre
él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su
camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado,
voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo
arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le
dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no
había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por
su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de
conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de
ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tornó el
pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del salmo


30
Lector R/.: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos
encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. R/. Todos
Se burlan de mí mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los
que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, como un objeto
tirado a la basura. R/. Todos
Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios, y en tus manos esta mi destino.
Líbrame de los enemigos que me persiguen. R/. Todos
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame por tu misericordia. Sean fuertes
y valientes de corazón, ustedes, los que esperan en el Señor. R/. Todos

Invitan a pasar al tercer lector.

SEGUNDA LECTURA
Lector: De la primera carta del apóstol san Pablo a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9)
Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado
en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un
sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos,
puesto que él ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.
Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir
misericordia, halar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal ofreció oraciones y
súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue
escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer
padeciendo, y llegando a su perfección, se convirtió en la causa de salvación eterna
para todos los que lo obedecen. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor

Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”
sin instrum entos
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una
muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre
que está sobre todo nombre.
Coro: “Honor y gloria a ti, Señor Jesús
” sin instrum entos
EVANGELIO
Celebrante: Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18, 1-19, 42)

N. narrador, + celebrante, S. demás personas

N. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente
Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor,
conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.
Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de
los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que
venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ - «¿A quién buscáis?»

N. Le contestaron:

S. - «A Jesús, el Nazareno.»

N. Les dijo Jesús:

+ - «Yo soy.»

N. Estaba también con ellos judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy»,


retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ - «¿A quién buscáis?»

N. Ellos dijeron:

S. - «A Jesús, el Nazareno.»

N. Jesús contestó:

+ -«Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»

N. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que
me diste.»

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del
sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo
entonces Jesús a Pedro:

+ - «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy


a beber?»

Llevaron a Jesús primero a Anás

N. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a jesús, lo


ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote
aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que
muera un solo hombre por el pueblo.»

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del
sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro
se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote,
habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo
entonces a Pedro:

S. - «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»

N. Él dijo:

S. - «No lo soy.»

N. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío,
y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina.

Jesús le contestó:

+ - «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente


en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada
a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? 1nterroga a los que me han oído, de
qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»

N. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a
Jesús, diciendo:

S. - «¿Así contestas al sumo sacerdote?»

N. Jesús respondió:

+ - «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado


como se debe, ¿por qué me pegas?»

N. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

N. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. - «¿No eres tú también de sus discípulos?»

N. Él lo negó, diciendo:

S. - «No lo soy.»

N. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le
cortó la oreja, le dijo:

S. - «¿No te he visto yo con él en el huerto?»

N. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

Mi reino no es de este mundo


N. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no
entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua.
Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. - «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»

N. Le contestaron:

S. - «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»

N. Pilato les dijo:

S. - «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»

N. Los judíos le dijeron:

S. - «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»

N. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a
morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. - «¿Eres tú el rey de los judíos?»

N. Jesús le contestó:

+ - «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»

N. Pilato replicó:

S. - «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado


a mí; ¿qué has hecho?»

N. Jesús le contestó:

+ - «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi


guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no
es de aquí.»

N. Pilato le dijo:

S. - «Conque, ¿tú eres rey?»

N. Jesús le contestó:

+ - «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»

N. Pilato le dijo:

S. - «Y, ¿qué es la verdad?»

N. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. - «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que
por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»

N. Volvieron a gritar:

S. - «A ése no, a Barrabás.»

N. El tal Barrabás era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos!

N. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron


una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un
manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. - «¡Salve, rey de los judíos!»

N. Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. - «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna


culpa.»

N. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color


purpúra.. Pilato les dijo:

S. - «Aquí lo tenéis.»

N. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. - «¡Crucifícalo, crucifícalo!»

N. Pilato les dijo:

S - «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»

N. Los judíos le contestaron:

S - «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha
declarado Hijo de Dios.»

N. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez
en el pretorio, dijo a Jesús:

S. - «¿De dónde eres tú?»

N. Pero Jesús no le dio respuesta.

Y Pilato le dijo:

S. - «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y


autoridad para crucificarte?»
N. Jesús le contestó:

+ -«No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo


alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

N. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. - «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey
está contra el César.»

N. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el


tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la
Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.

Y dijo Pilato a los judíos:

S. - «Aquí tenéis a vuestro rey.»

N. Ellos gritaron:

S. - «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»

N. Pilato les dijo:

S. - «¿A vuestro rey voy a crucificar?»

N. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. - «No tenemos más rey que al César.»

N. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

N. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la
Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros
dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima
de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.»

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde


crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. -«No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los
judíos." »

N. Pilato les contestó:

S. - «Lo escrito, escrito está.»


Se repartieron mis ropas

N. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo


cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin
costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. - «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»

N. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi


túnica».

Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. - Ahí tienes a tu madre

N. junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de María, la


Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su
madre:

+ - «Mujer, ahí tienes a tu hijo.

N. Luego, dijo al discípulo:

+ - «Ahí tienes a tu madre.»

N. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

N. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para
que se cumpliera la Escritura dijo:

+ -«Tengo sed.»

N. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en


vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el
vinagre, dijo:

+- «Está cumplido.»

N. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Celebrante: De rodillas por favor. Después de un momento de silencio, De pie por


favor.

Y al punto salió sangre y agua

N. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se


quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día
solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron
los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían
crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le
quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el
costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio
es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto
ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro
lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron»

Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas

N. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús


por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y
Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el
que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien fibras de una mixtura de mirra y
áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se


acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo
crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado
todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba
cerca, pusieron allí a Jesús.

Celebrante: Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Celebrante: Oremos, hermanos, por la santa iglesia de Dios, para que el Señor le
conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda una vida
serena, para alabar a Dios Padre todopoderoso. Se ora un momento en silencio.
Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones,
conserva la obra de tu amor, para que tu iglesia, extendida por todo el mundo,
persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo,
nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante: Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados
por el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación. Se ora un
momento en silencio. Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en
Cristo buscar sinceramente agradarte, para que encuentren la verdad; y a nosotros
tus fieles, concédenos progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte
más, para dar al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo, nuestro
Señor.

Todos: Amén.

Celebrante: Oremos hermanos, a Dios padre todopoderoso, para que libre al mundo
de todas sus miserias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen hambre,
libere a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los
que viajan, un pronto retorno a los que se encuentran lejos del hogar y la vida
eterna a los moribundos. Se ora un momento en silencio. Dios todopoderoso y
eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza de los que sufren, escucha a los que te
invocan en su tribulación para que experimenten todos la alegría de tu misericordia.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

El celebrante y una persona de ayuda, si cree necesitarla, van a la entrada, el


celebrante sostiene en alto la cruz tapada y le descubre el extremo superior y dice
el celebrante en voz alta: MIRAD EL ÁRBOL DE LA CRUZ, DONDE ESTUVO CLAVADO
CRISTO, EL SALVADOR DEL MUNDO.

Todos: Venid adoremos.

Avanza el celebrante hasta mitad de la capilla, descubre un brazo de la cruz y


vuelve a decir: Mirad el árbol de la cruz…

Todos: Venid adoremos.

Avanza el celebrante frente al altar y viendo al pueblo termina de descubrir la cruz


y vuelve a decir: Mirad el árbol de la cruz…

Todos: Venid adoremos.

A continuación el celebrante con la cruz y dos veladoras a los lados, se invita al


pueblo a que pase a hacer un acto de adoración, como un beso, una caricia o
simplemente arrodillarse, a la cruz. Mientras tanto, se puede cantar algún canto de
adoración, si se puede de acuerdo al tema, mejor. Terminada la adoración se
guarda la cruz, se pone un mantel rojo o blanco en el altar y se introduce el
Santísimo para ponerlo en el mismo.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos
hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del
mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

No se da la paz

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.
Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión sin instrumentos.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa
muerte y resurrección de Jesucristo, por medio de nuestra participación en este
sacramento prosigue en nosotros la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados
siempre a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante (santiguándose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado.

Pueblo: Demos gracias a Dios.

NO hay canto de salida, terminada la celebración se desnuda el altar de nuevo.


Blanco
Sábado 23 de Abril

Preparación: Esta celebración se trata de hacer lo más tarde posible, se reparten


velas entre los feligreses y los misioneros, si no alcanzan, que unos cuantos
misioneros tengan velas y el resto la comunidad. Tener preparado un lugar a la
vista de todos para poner el cirio encendido durante la celebración. Se prepara la
fogata para que esté prendida y al punto al comienzo de la celebración afuera de la
capilla. Tener preparadas a las personas que encenderán las luces en el “Gloria”
también los globos, serpentinas, etc. necesarias para que se muestre la fiesta, la
alegría. Tener preparadas las imágenes para descubrirlas en ese momento. El altar
se viste antes de la celebración con un mantel blanco. Si es posible, adornar la
capilla con motivo de la Pascua, y que mantenga ocultos los adornos hasta el canto.
Si el músico no se sabe el “Gloria”, practicarlo para que salga a capella. Tener
preparados 4 lectores que sepan leer BIEN, aunque nada mas sean misioneros.
Tener preparado un misionero para leer el Pregón Pascual. La capilla deberá de
estar lo más a oscuras posible. Junto a la fogata se tiene agua bendita, con que
rociarla, el cirio, el incienso, con lo que se marcará el cirio, lámpara y un ayudante
para el celebrante. El agua se volverá a usar después por lo que se deja a la mano
en el lugar de la celebración. Toda la gente está afuera alrededor de la fogata.

Celebrante, da unas brevísimas palabras de bienvenida a la celebración.

Celebrante: Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó
de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo,
a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del
Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza
cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con Él para
siempre en Dios.

Celebrante: Oremos: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el
fuego de tu vida divina, bendice este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales
enciendan en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu
renovado a la fiesta gloriosa de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.

El celebrante echa un poco de agua bendita en el fuego. Enseguida, con el cirio a la


vista de todos dirá el celebrante lo siguiente, y trazará lo que se indica, no importa
que sea sobre el mismo dibujo que ya tenga o en otro lugar.

Celebrante: Cristo ayer y hoy.


Traza la línea vertical de la cruz.

Celebrante: Principio y fin.


Traza la línea horizontal de la cruz.

Celebrante: Alfa.
Traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical.

Celebrante: Omega.
Traza la letra Omega, debajo de la línea vertical.

Celebrante: Suyo es el tiempo.


Traza un 2 en el ángulo superior izquierdo de la cruz.
Celebrante: Y la eternidad.
Traza un 0 en el ángulo superior derecho de la cruz.

Celebrante: A Él la gloria y el poder.


Traza un 1 en el ángulo inferior izquierdo de la cruz.

Celebrante: Por los siglos de los siglos. Amén.


Traza un 1 en el ángulo inferior derecho de la cruz.

A continuación si hay incienso en trozos el celebrante clavará pedazos de incienso


en el cirio, diciendo en cada pedazo:

Celebrante: Por tus santas llagas


Clava un pedazo en la punta superior de la cruz.

Celebrante: Gloriosas,
Clava un pedazo en la parte media de la cruz.

Celebrante: nos proteja


Clava un pedazo en la punta inferior de la cruz.

Celebrante: y nos guarde


Clava un pedazo en la punta izquierda de la cruz.

Celebrante: Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Clava un pedazo en la punta derecha de la cruz.

A continuación, se invita a la comunidad a entrar a la capilla y tomar sus lugares en


ella, NO se enciende ninguna vela todavía, por lo menos dos misioneros
acompañen al celebrante, que se queda en la entrada, sosteniendo el cirio, y
cuando todos estén en sus lugares, el celebrante eleva el cirio y dice: CRISTO, LUZ
DEL MUNDO. Todos: DEMOS GRACIAS A DIOS.

Avanza el celebrante con su comitiva al centro de la capilla, vuelve a elevar el cirio


y a decir: CRISTO, LUZ DEL MUNDO. Todos: DEMOS GRACIAS A DIOS. El celebrante
da a encender del cirio las velas SOLO a los misioneros que lo acompañan.

Avanza el celebrante con su comitiva al frente de la comunidad, vuelve a elevar el


cirio y a decir: CRISTO, LUZ DEL MUNDO. Todos: DEMOS GRACIAS A DIOS. El
celebrante y los misioneros con velita encendida dan a encender las velas al resto
de las personas congregadas.

El celebrante pone el cirio en el lugar reservado para el mismo.

Lector del Pregón: Alégrense, por fin, los coros de los ángeles, alégrense las
jerarquías del cielo, y por la victoria del rey tan poderoso, que las trompetas
anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad y que, radiante con el fulgor del
rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene
este templo con las aclamaciones del pueblo.
En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del
corazón, a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor
Jesucristo.

Porque Él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y ha borrado


con su sangre inmaculada, la condena del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los
hiciste pasar a pie el mar Rojo. Esta es la noche en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Esta es la noche que a todos los que creen en Cristo, por toda la tierra, los arranca
de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, los restituye a la gracia y los
agrega a los santos.

Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso
del abismo.

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!


¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz
la culpa que mereció tal Redentor!

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia
a los caídos, la alegría a los tristes.

¡Qué noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano con lo
divino!

En esta noche de gracia, acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de alabanza


que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las
abejas.

Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre para destruir la


oscuridad de esta noche, arda sin apagarse y, aceptado como perfume, se asocie a
las lumbreras del cielo.

Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso,
Jesucristo, tu Hijo, que volviendo del abismo, brilla sereno para el linaje humano y
vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Celebrante: Pueden apagar sus velas y sentarse. Hermanos, con el pregón solemne
de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor.
Escuchemos con recogimiento la Palabra de Dios. Meditemos cómo, en la Antigua
Alianza, Dios salvó a su pueblo y, en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su
Hijo para que nos redimiera.
Oremos para que Dios, nuestro Padre, conduzca a su plenitud esta obra de
salvación, iniciada con la muerte y resurrección de Jesucristo.

Invitan a pasar al primer lector

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro del Génesis. (Gn 1,1. 26-31a)
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la
faz del Abismo, la tiniebla. Y el Aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine
los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la
tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y
mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Crezcan y multiplíquense, llenen la
tierra y sométanla; dominen los peces de mar, las aves del cielo, los vivientes que
se mueven sobre la tierra.
Y dijo Dios: Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre
la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de
alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los
reptiles de la tierra. A todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.
Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno. Palabra de Dios

Todos: Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL Del


salmo 103
Lector R/.:Bendice al Señor, alma mía.
Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza
y majestad, la luz te envuelve como un manto R/. Todos
Asentaste la tierra sobre tus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el
manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas. R/. Todos
De los manantiales sacas los ríos para que fluyan entre los montes, junto a
ellos habitan las aves del cielo y entre frondas se oye su canto. R/. Todos.
Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados y forrajes para los que sirven al hombre. R/.
Todos.
¡Cuántas son tus obras Señor!, y todas las hiciste con sabidurías, la tierra está
llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor! R/. Todos.

Celebrante: De pie, por favor.

Celebrante: Oremos. Dios nuestro, que de un modo admirable nos creaste a tu


imagen y semejanza y de un modo más admirable todavía nos redimiste,
concédenos sabiduría de espíritu, para resistir los atractivos del pecado y poder
llegar así a los gozos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al segundo lector.

SEGUNDA LECTURA
Lector: Lectura del libro del Éxodo (Ex 14,15-15,1.)
En aquellos días dijo el Señor a Moisés: -¿Por qué sigues clamando a mí? Di a
los israelitas que se pongan en marcha. Y tú alza tu cayado, extiende tu mano sobre
el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que
yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré
de gloria a costa del faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros.
Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa
del faraón, de sus carros y de los guerreros.
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel,
y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y
se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el
campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin
que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y
el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este que secó el mar
y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto,
mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se
lanzaron en su persecución, entrando tras ellos en medio del mar, todos los caballos
del faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio desde la
columna de fuego y nube y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las
ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto: -Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra
Egipto.
Dijo el Señor a Moisés: -Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas
sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.
Y extendió Moisés su mano sobre el mar: y al amanecer volvía el mar a su
curso de siempre. Los egipcios huyendo iban a su encuentro y el Señor derribó a los
egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y
todo el ejército del faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les
hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las
manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la
mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor y
creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un cántico al Señor. Palabra de
Dios.

Todos: Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL De
Éxodo 15
Lector R/.:Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballo y jinete ha arrojado en el
mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. El es mi Dios: yo lo
alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R/. Todos
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Los carros del faraón los
lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R/. Todos
Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor,
es fuerte y terrible; tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R/. Todos.
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste
tu trono, Señor; el santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por
siempre jamás. R/. Todos.

Celebrante: De pie, por favor.


Celebrante: Oremos. Tus antiguos prodigios se renuevan, Señor, también en
nuestros tiempos, pues lo que tu poder hizo con las aguas para librar a un solo
pueblo de la esclavitud del faraón, lo repites ahora, por medio del agua del
bautismo, para salvar a todas las naciones. Concede a todos los hombres del
mundo entero contarse entre los hijos de Abraham y participar de la dignidad del
pueblo elegido. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al tercer lector.

TERCERA LECTURA
Lector: Del profeta Ezequiel. (Ez 36, 16-28)
Me vino esta palabra del Señor: Cuando la casa de Israel habitaba en su
tierra, la profanó con su conducta con sus acciones, como sangre inmunda fue su
proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían
derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre
las naciones, anduvieron dispersos por los países; según su proceder, según sus
acciones los sentencié. Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron
mi santo nombre; decían de ellos: «Estos son el pueblo del Señor, de su tierra han
salido». Sentí lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las
naciones a las que se fue.
Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: No lo hago por vosotros,
casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros en las naciones a
las que habéis ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los
gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles
que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando les haga ver mi santidad al
castigaros.
Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países y os llevaré
a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas
vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y
os infundiré un espíritu nuevo, arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y
os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según
mis preceptos y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra
que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Palabra
de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Del salmo


41 y 42
Lector R/.:Estoy sediento del Dios que da la vida.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada mi alma, te busca a Ti,
Dios mío. R/. Todos
Del Señor que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de
nuevo su templo? R/. Todos
Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a
Dios. R/. Todos.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y me
conduzcan hasta tu monte santo, allí donde tú habitas. R/. Todos.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el
Señor, le daré gracias al compás de la cítara. R/. Todos.

Celebrante: De pie, por favor.


Celebrante: Oremos. Señor Dios nuestro, poder inmutable y luz sin ocaso, prosigue
bondadoso a través de tu Iglesia, sacramento de salvación, la obra que tu amor
dispuso desde la eternidad; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se
levantarán, que se renueva lo que había envejecido y que todo se integra en aquel
que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo por
los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Se canta “Gloria”, se encienden las luces, se descubren las imágenes, se usa todo
lo de fiesta que se tenga y se repican las campanas. Si no se sabe/puede cantar, se
recita: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te
damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo
único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el
pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con
el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la
gloria del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados
en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor
Jesucristo.

Todos: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al cuarto lector.

EPÍSTOLA
Lector: De la carta del apóstol San Pablo a los Romanos. (Rom 6,3-11.)
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos
incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte,
para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra
existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una
resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido
crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y
nosotros libres de la esclavitud del pecado; porque el que muere ha quedado
absuelto del pecado.
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con el;
pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere
más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al
pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús, Señor nuestro. Palabra de Dios.

Todos: Te alabamos señor.


Celebrante: De pie, por favor.

SALMO RESPONSORIAL Del


salmo 117
Coro, “Aleluya, Aleluya, Aleluya.”
Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: Eterna es su misericordia. R/. Todos
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de
morir, viviré para contar las hazañas del Señor R/. Todos
La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el
Señor quien lo ha hecho, es un milagro patente. R/. Todos.

NO hay aclamación antes del Evangelio

EVANGELIO
Celebrante: Del santo Evangelio según san Mateo (28, 1-10)
Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena
y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de
tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó
sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas
como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como
muertos. El Angel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús,
el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a
ver el lugar donde estaba, y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha
resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán».
Esto es lo que tenía que decirles».
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del
sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su
encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los
pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos
que vayan a Galilea, y allí me verán».. Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie por favor. Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido
participes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo hemos
sido sepultados con él a una vida nueva. Por eso, ahora, es muy conveniente que
renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a
Satanás y a sus obras y nos comprometemos a servir a Dios, en la santa Iglesia
católica.

¿Renuncian ustedes al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?


Todos: Sí, renuncio.

Celebrante: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal para que el pecado no los
esclavice?
Todos: Sí, renuncio.

Celebrante: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?


Todos: Sí, renuncio.
Celebrante: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la
tierra?
Todos: Sí, creo.

Celebrante: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la


virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del
Padre?
Todos: Sí, creo.

Celebrante: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión


de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la
vida eterna?
Todos: Sí, creo.

Celebrante: Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos
liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos
conserve en su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor, hasta la vida eterna.

A continuación el celebrante rocía al pueblo con el agua bendita.

NO se dice credo.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.

Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Infúndenos, Señor, tu espíritu de caridad para que vivamos siempre
unidos en tu amor los que hemos participado en este sacramento de la muerte y
resurrección de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.

Celebrante (santiguándose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

Celebrante: Podemos irnos en paz, aleluya, aleluya.

Pueblo: Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.

Coro, canto de salida.


Blanco

Domingo 24 de Abril

Preparación: La celebración de este día no es obligatoria que se lleve a cabo, solo


se agrega en caso que les sobre tiempo y vean que pueden holgadamente
realizarla. Se tiene preparada agua bendita y con que rociarla. El cirio pascual debe
estar prendido durante toda la celebración y las velas que acompañan al Santísimo
se apagan al llegar al altar.

Celebrante: De pie por favor

Coro, canto de entrada

Celebrante, de pie en el lugar donde celebra, se santigua y dice: En el nombre del


Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Pueblo: Amén.

Celebrante: El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las


ataduras de la muerte, esté con nosotros.

Pueblo: Amén.

Celebrante, da unas brevísimas palabras de bienvenida a la celebración.

Celebrante con el agua a la mano: Invoquemos, hermanos, a Dios Padre


todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros
en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente, para
que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido. (Guardan un momento
de silencio.) Dios todopoderoso y eterno, que por medio del agua, fuente de la vida
y medio de purificación, quisiste limpiarnos del pecado y darnos el don de la vida
eterna, dígnate bendecir esta agua, para que sea signo de tu protección en este día
consagrado a ti, Señor. Por medio de esta agua renueva también en nosotros la
fuente viva de tu gracia, y líbranos de todo mal de alma y cuerpo, para que nos
acerquemos a ti con el corazón limpio y recibamos dignamente tu salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

El celebrante rocía al pueblo con el agua. Mientras se puede cantar algún canto
relativo a la Pascua, el bautizo, etc., por ejemplo “Bautízame Señor”.

Coro: “Gloria”
Si no se sabe/puede cantar, se recita: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas
el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del
Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

ORACIÓN COLECTA
Celebrante: Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y
nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos hoy la
Pascua de Resurrección, resucitar también a una nueva vida, renovados por la
gracia del Espíritu Santo. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Pueden sentarse.

Invitan a pasar al primer lector.

PRIMERA LECTURA
Lector: Del libro de los hechos de los apóstoles (10, 34.37-43)
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Hermanos, ya saben ustedes
lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo
predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de
Nazaret y cómo este pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo
mataron colgándolo de la cruz, pero al tercer día y concedió verlo, no a todo el
pueblo, sino únicamente a los testigos que de él de antemano, ya había escogido: a
nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los
muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y a dar testimonio de que Dios lo ha
constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que
cuantos creen en Él reciben por su medio, el perdón de los pecados”. Palabra de
Dios.

Todos: Te alabamos señor

Invitan a pasar al segundo lector.

SALMO RESPONSORIAL Del


salmo 117
Lector R/.:Este es el día del triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es
eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”. R/ Todos.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No
moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R/Todos.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto
es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R/Todos.

SEGUNDA LECTURA
Lector: De la carta a los corintios (5, 6-8)
Hermanos: ¿No saben ustedes que un poco de levadura hace fermentar toda
la masa? Tiren la antigua levadura, para que sean ustedes una masa nueva, ya que
son pan sin levadura, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado.
Celebremos, pues, la fiesta de la Pascua, no con la antigua levadura, que es el
vicio y maldad, sino con el pan sin levadura, que es de sinceridad y verdad. Palabra
de Dios.

Todos: Te alabamos señor


Celebrante: Ahora leeremos la secuencia de la Pascua de Resurrección.

Ofrezcan los cristianos


Ofrendas de alabanza
A gloria de la víctima
Propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado,


Que a las ovejas salva,
A Dios y a los culpables
Unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte


En singular batalla,
Y, muerto el que es la vida,
Triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,


María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
La tumba abandonada.

Los ángeles testigos


Sudarios y mortaja
¡Resucitó de veras
Mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
Allí el Señor aguarda;
Allí verán los suyos
La gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,


Sabemos por tu gracia
Que estás resucitado
La muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate


De la miseria humana
Y da a tus fieles parte
En tu victoria santa.

Celebrante: De pie, por favor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


Coro: “Aleluya”
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado, celebremos pues la Pascua.
Coro: “Aleluya”

EVANGELIO
Celebrante: Del santo Evangelio según san Juan (20, 1-9)
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba
oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les
dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos,
pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose
al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las
vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no
estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro
discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no
habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los
muertos. Palabra del Señor.

Todos: Gloria a ti Señor Jesús.

Celebrante: Pueden sentarse.

Celebrante, da un rollo, choro, speech, etc.

Celebrante: De pie, por favor.

Todos: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó
de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Celebrante: Oremos juntos hermanos por las intenciones particulares de cada uno
de nosotros, y las que hacemos públicas diremos: “Te lo pedimos, óyenos”

Se hacen las peticiones

Celebrante: Que Cristo, que nos dio nueva vida con su cruz y resurrección, nos oiga
y nos conceda los favores que le pedimos en su nombre y sea su voluntad
concedernos.

Todos: Amén.

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina


enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos (puede ser cantado o recitado): Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros


días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro
Salvador Jesucristo.
Pueblo: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a
tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tu que vives y reinas por los siglos de los
siglos.

Pueblo: Amén.

Celebrante: Démonos fraternalmente la paz.

Después de un tiempo apropiado para que se de la paz el pueblo, el encargado del


Santísimo se acerca al altar y se prepara para tomarlo.

Coro, “Cordero de Dios”


(Si el coro no se la sabe se recita por el celebrante:
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.)

El encargado del Santísimo eleva una forma consagrada y el celebrante señalando


con la palma extendida hacia el Santísimo, dice: Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados al banquete del Señor.

Todos: Señor, no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

Celebrante, invita a pasar a comulgar los que estén preparados, y a los que no,
se pueden sentar.

Coro, canto de comunión.

Terminada la comunión sacramental, a criterio del celebrante puede invitar a los


que no comulgaron sacramentalmente a hacerlo espiritualmente con ésta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma, pero como ahora
no puedo recibirte sacramentalmente, ven por lo menos espiritualmente a mi
corazón. (Unos segundos de silencio) Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y
me uno todo a ti, no permitas que jamás me separe de ti. Amén.

Celebrante: De pie, por favor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Celebrante: Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paternal, para que,
renovada ya por los sacramentos de Pascua, pueda llegar a la gloria de la
resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos: Amén.

Celebrante (santiguándose): El Señor nos bendiga, nos guarde, nos libre de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.
Celebrante: Podemos irnos en paz, nuestra celebración de la palabra ha terminado,
Aleluya, Aleluya.

Pueblo: Demos gracias a Dios, Aleluya, Aleluya.

Coro, canto de salida.

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