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Estado y ciudadanía en el Perú |

En cualquier forma, las mayorías indígenas quedaron marginadas, y para justificar su exclusión, el
racismo fue decisivo. Las doctrinas racistas fueron la ideología implícita del Estado oligárquico.
Decimos implícita porque en el Perú no se institucionalizó un apartheid, una exclusión basada en el
color de la piel. El racismo no llegó a ser una ideología oficial. Pero de todas maneras las ideas racistas
justificaron el no tomar en cuenta la opinión de los indios y los cholos, puesto que “siendo brutos
e ignorantes”, acaso irredimibles, no podían saber lo que era bueno para ellos, menos aún, para el
país. El trasfondo social del régimen oligárquico es la dominación étnica, el colonialismo. Un sistema
corroído por las doctrinas liberales y democráticas durante gran parte del siglo XIX, pero reforzado
luego por las doctrinas racistas.21


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En los discursos públicos, las ideas racistas estaban fuera de lugar, proscritas. Pero en los
comportamientos, tanto en el hogar como en la calle, el desconocimiento de los derechos y la
discriminación apenas se encubren, son muy abiertos. No obstante, tampoco se los exhibe con
orgullo. Todos lo saben pero nadie lo dice. Expresar la realidad, hacer público lo privado, sería el
primer paso hacia la desmitificación y la toma de conciencia. Pero son muy pocos los interesados
en desarrollar un pensamiento crítico. Se trata de una época en la que se supone que todos somos
iguales pero donde se sabe, desde luego, que unos valen más que otros. El discurso racista más
radical circula en voz baja, en pocas ocasiones llega a la imprenta. A pesar de todo ello, el discurso
es fundamental para legitimar la exclusión política de facto de mestizos e indígenas. En efecto, ¿qué
puede valer la opinión de gente bruta e ignorante? Tómese en cuenta que con estos argumentos se
justifica no tanto la exclusión legal, la restricción de la franquicia electoral, sino sobre todo el engaño
y el fraude, o el abierto cuartelazo.22



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El Estado en debate: múltiples miradas

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