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Texto adaptado: Carlos Alberto Montoya C

El Siguiente texto ha sido elaborado a partir de la reflexión realizada por Mauricio Santa
María el 5 de septiembre de 2021, Retos y reflexiones sobre el comercio exterior en
Colombia. Este ha sido modificado en algunos apartes, actualizado y complementado, con
el propósito de adaptarlo a las necesidades del curso.

Los estudiantes deberán leerlo, y realizar una pequeña reflexión, de aproximadamente


400-500 palabras, en las que den cuenta del papel de las empresas en el objetivo de
internacionalización del país a través de la estrategia exportadora

Las exportaciones colombianas: Un asunto todavía pendiente 

No hay duda de que el país enfrenta importantes retos en materia de comercio


internacional. Las cifras oficiales muestran que en los últimos años no hemos avanzado
sustancialmente en esta materia. Y aunque las causas son múltiples, se pueden
evidenciar algunas que definen el carácter estructural que registra esta problemática

Colombia es un país que tiene niveles bajos de apertura comercial, especialmente


comparado con el resto del mundo. Incluso después de la tímida apertura comercial de
principios de los años noventa, las importaciones (como porcentaje del PIB) no han
cambiado sustancialmente. En 1994 alcanzaban el 21%, mientras que en 2019 el
indicador fue de 22%. Es decir, casi treinta años después, prácticamente no hubo
cambios en ese importante indicador. Adicionalmente, otra variable que complementa
este análisis y que también se utiliza para evaluar el grado de vocación comercial de un
país son las Exportaciones + Importaciones como porcentaje del PIB. Los resultados
muestran que ese indicador se ha mantenido en un promedio de 35% en los últimos 28
años, muy por debajo del promedio de América Latina (45%). Los países de la Alianza del
Pacífico presentan mayor apertura exportadora que Colombia, medida con esta variable:
México (80%), Chile (57%) y Perú (47%). Ni hablar de los países realmente abiertos,
como los del Sudeste Asiático, que muestran porcentajes de comercio internacional
incluso superiores al PIB en algunos casos. Esto explica, en gran medida, nuestro sesgo
antiexportador. En efecto, un país que no enfrenta niveles de competencia externa está
condenado a exportar poco, como lo indican la teoría económica y la evidencia empírica
alrededor del mundo.

Un segundo elemento es que las exportaciones no tradicionales presentan dificultades


para reactivarse, a pesar de la devaluación del peso, la cual ha sido superior al 70% en el
período 2014-2019, desde la caída de los precios internacionales del petróleo. Desde
décadas anteriores es evidente el peso que adquieren productos como: café, carbón,
petróleo y sus derivados, ferroníquel; hasta el punto que los momentos de “éxito
exportador” suelen coincidir con resultados destacables en alguno o algunos de estos
mercados; tal como ocurría entre los años 201-2014, en medio de un gran boom
petrolero. Estos bienes tradicionales, commodities, concentran gran parte del total de las
exportaciones, alcanzando en muchos de los años recientes cerca del 70% de la canasta
exportadora; no obstante, el compromiso desde finales de los años sesenta de la política
comercial por diversificar las exportaciones . Esta participación se ha mantenido
prácticamente inalterada desde el fin del auge minero-energético de 2008-2013 (cuando
las exportaciones alcanzaron niveles pico de US$60.000 millones).

Otro elemento, que además ha influido mucho en la concentración de nuestra canasta


exportadora, es que el mercado de Venezuela, que fue uno de nuestros principales socios
comerciales y el principal destino de ls exportaciones no tradicionales, no se ha podido
reemplazar. Las ventas externas hacia ese país, que rondaban los US$7.000 millones una
década atrás, se volvieron prácticamente nulas como consecuencia de las condiciones
económicas y políticas que son de amplio conocimiento. Ese hueco en las exportaciones
no se ha podido recuperar. De manera importante, la mayoría de esos US$7.000 millones
eran productos no tradicionales de exportación.

El último factor que complica el panorama de las exportaciones colombianas es que la


demanda externa está débil, particularmente aquella relacionada con los commodities de
nuestra canasta tradicional. Estados Unidos redujo su dependencia energética, tras la
revolución shale gas-oil, mientras que Europa ha venido implementando una estricta
regulación ambiental que ha golpeado las exportaciones de carbón provenientes de
Colombia. A esto se suma la crisis de la pandemia que habría contraído la economía
mundial y generado efectos negativos en las exportaciones minero-energéticas hacia
países europeos y hacia China.
Todo lo anterior muestra que estamos ante un problema serio. El comercio internacional
de Colombia tiene rezagos, en algunos casos retrocesos, y hay dificultades estructurales
que el país debe enfrentar decididamente para tener una verdadera vocación hacia la
apertura comercial que nos permita exportar más y, adicionalmente, aumentar el bienestar
de los consumidores colombianos. La efectividad de los TLCs se reduce si el país no tiene
las herramientas para aprovecharlos.

Adicionalmente, el mal desempeño en las cuentas externas del país ha puesto de


presente el desafío exportador que tiene Colombia y que implica que se deben superar
varios obstáculos.

Balance comercial de Colombia en 2019

Las exportaciones colombianas alcanzaron US$39.000 millones (dólares FOB) en 2019,


lo que representó una contracción de 5.7% anual frente los resultados de 2018. Al
descomponer entre tradicionales y no tradicionales, se observa que las primeras
disminuyeron un 9.8% durante 2019, mientras que las segundas se expandieron un 1.7%.
En el grupo de las tradicionales se registraron caídas en petróleo (-23.9%), carbón (-5.2%)
y ferroníquel (-2.4%), mientras que el café tuvo un leve incremento (0.2%). Respecto al
grupo de no tradicionales, hubo algunos aumentos en las exportaciones de sectores como
alimentos-bebidas (8.1%) y maquinaria-equipo (7.8%), pero caídas en vehículos (-2.9%) y
sustancias químicas (-1.7%).

En cuanto a las importaciones, crecieron un 2.9% en dólares-CIF durante 2019 y se


ubicaron en US$52.702 millones. Por rubros, en los bienes de consumo se destaca el
crecimiento del 6.1% en los vehículos de transporte. En los bienes intermedios, los
combustibles mostraron el mayor crecimiento (28.3%), mientras que en los bienes de
capital el equipo de transporte (para dotar los sistemas Bus-Rapid-Transit de las
ciudades) tuvo un crecimiento del 10.4%.

Con esos resultados, el déficit comercial fue de -3.3% del PIB en 2019, deteriorándose
frente al -2.1% de 2018. En esa misma línea, el déficit de cuenta corriente reportado por el
Banco de la República llegó al -4.3% del PIB en 2019, por encima del -3.9% de 2018.

Aprovechamiento de los TLCs de Colombia


Actualmente, los TLCs vigentes representan apenas el 64.5% de las exportaciones
totales, destacándose Estados Unidos (US$11.300 millones), la Unión Europea
(US$4.600 millones) y la CAN (US$3.400 millones). Paralelamente, esos mismos TLCs
representan el 65.4% de las importaciones totales, sobresaliendo Estados Unidos
(US$13.200 millones), la Unión Europea (US$8.100 millones) y el Mercosur (US$4.300
millones).

Desde hace un tiempo, Anif ha venido haciendo un balance del grado de penetración
exportadora a nivel de TLCs y sectores productivos en Colombia. Concretamente, en
2019 se observó que esa penetración mejoró en sectores clave como minería, metalurgia,
agro y vehículos, pero empeoró en refinados del petróleo y químicos. Además, Colombia
registró ganancias comerciales en seis de los trece TLCs firmados (Triángulo Norte,
EFTA, UE, G3, Panamá e Israel) y presentó deterioro en cinco (CAN, Chile, Estados
Unidos, Canadá y Mercosur).

El TLC con Estados Unidos presentó pérdidas de potencial exportador, como


consecuencia del peor desempeño relativo del sector de refinados del petróleo. El TLC
con el EFTA se benefició de una mayor penetración exportadora de nuestros productos
mineros. El balance del TLC con la Unión Europea mejoró a raíz de la mayor
competitividad exportadora en el sector metalúrgico, en particular, del hierro.

El TLC con el G3 mejoró su potencial exportador, en línea con las mayores ventas de
cacao, pero sigue teniendo un balance negativo total. El TLC con Canadá presentó
desmejoras en su potencial exportador, debido al desempeño de los sectores de refinados
del petróleo y metalúrgicos (similar a Estados Unidos), aunque compensados
parcialmente por ganancias en el sector textil (favorecido por el tipo de cambio).

El balance indica que el potencial exportador de Colombia se basa en: (i) la dinámica del
comercio bilateral entre los firmantes de cada TLC; (ii) la canasta importadora de los
países y su complementariedad con nuestra canasta exportadora; y (iii) el tamaño del
mercado de los competidores que enfrentamos; lo que ofrece pocas posibilidades de
ofrecer una rápida respuesta a los objetivos de penetración en esos mercados; todavía
más si se considera que el crecimiento de la productividad es bajo y ha sido un obstáculo
para el crecimiento económico. Una gran brecha de infraestructura, baja productividad
laboral e integración comercial, y barreras a la competencia doméstica son algunos de los
factores que limitan el crecimiento de la productividad total de los factores.

Crisis de la pandemia y comercio exterior

El balance del comercio exterior no resultó para nada favorable no parece muy alentador
en 2020. Esto dado el crecimiento negativo de la economía mundial, y la caída de los
flujos de intercambio. En 2020 las exportaciones colombianas disminuyeron un 21,4% al
pasar de US$39.000 millones en 2019 a US$31.055 millones. En el contexto mundial, se
evidenció una caída de solo 8%. Esta baja, por encima del promedio del mundo, refleja
una alta dependencia de la oferta exportable de bienes como petróleo y carbón que son
los que explican esa disminución en más de US$8.000 millones. Con este resultado, el
valor de las exportaciones del país en 2020 es comparable, aunque inferior al resultado
del 2016 (US$31.768 millones). En lo que se refiere al volumen de importaciones, estas
disminuyeron un 17,4%, pasando de US$52.702 millones a US$43.488 millones. Este
mayor valor de las importaciones versus las exportaciones significa para el país un déficit
de la balanza comercial (exportaciones - importaciones) de no menos de -US$12.432
millones.

Este descalabro se explica en gran parte por su pérdida de protagonismo frente a sus
socios comerciales. Las exportaciones hacia Estados Unidos cayeron un 23%, con China
un 41,5% y Panamá un 36% (siendo estos tres los principales socios comerciales del
país). No obstante, de otro lado se observa un incremento en las mismas hacia India del
129,7%, explicadas especialmente por el sector minero energético, lo que reafirma su
gran dependencia frente a esta actividad.

En la actualidad surgen grandes interrogantes sobre el futuro del sector externo del país.
La incapacidad para adaptarse a los mercados internacionales, su fuerte dependencia
frente al mercado de los commodities, el incierto camino hacia la recuperación de las
economías socias, no sólo le otorgan muy pocas posibilidades a las exportaciones,
también dejan poco margen de maniobrabilidad a la política pública, en especial a la
devaluación, dado lo incierto que resulta su efecto elasticidad precio de la demanda;
igualmente incierto resulta el avance en el contexto de la integración.
En consideración a lo anterior, el futuro de las exportaciones, y la posibilidad de un
comercio internacional favorable para el país parece estar en manos del sector privado,
quien esta en mora de ofrecer efectivas respuestas que, basadas en las mejoras en
productividad, la mejor organización productiva y el énfasis en los desarrollos basados en
el uso del conocimiento, la ciencia, la tecnología y la innovación, hagan del comercio un
escenario clave para el mayor crecimiento y bienestar del país.

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