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Estudiante: Héctor Fabio Marín Ortiz

Maestría en Filosofía
Cali, Universidad del Valle
Departamento de Filosofía
Facultad de ciencias humanas
Grupo de investigación en Etología y Filosofía
Profesor: William M. GONZÁLEZ VELASCO y Luis H. HERNANDEZ MORA

EL ORIGEN ANTROBIOLÓGICO DE LA ESCUELA, UN ACERCAMIENTO DESDE


LA RETARDACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL PODER Y LA VIOLENCIA

Este texto tiene como objetivo un acercamiento conceptual acerca de los orígenes
antropobiológicos de la escuela como institución social, entendiéndola como un factor importante
en el ejercicio y reproducción del poder que dinamiza, posibilita y reproduce los diferentes tipos
de violencia y las prácticas inequitativas en los centros educativos.

Para empezar, es importante abordar conceptualmente el origen antropobiológico de la escuela,


por lo que es pertinente preguntarse ¿cómo una institución social podría tener un origen biológico?
Y si es así, ¿qué función antropobiológica desarrolla la escuela a partir de ese hecho? Para dar
respuesta es necesario primeramente indagar en los estudios del anatomista holandés Louis Bolk,
quien, a través de una exhaustiva investigación sobre antropogénesis, llegó a algunas conclusiones
que permiten vislumbrar y entender el origen biológico de las instituciones sociales y en especial
la escuela.

LOS ESTUDIOS DE L. BOLK Y FOUCAULT

L. Bolk presentó a principios del siglo XX una teoría evolutiva alternativa la cual llevaría a
comprender entre otras cosas, la evolución humana y sus comportamientos sociales, siendo la
creación de las instituciones sociales un claro ejemplo, pues permiten a través de roles específicos
y un orden de jerarquías la supervivencia de la especie; la familia, la cárcel o la escuela surgieron

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dentro de ese orden social, transformándose poco a poco en formas permanentes y necesarias de
la cultura y los procesos de socialización humana.

Los avances en la compresión de la estructura antropobiológica de las instituciones sociales


permite indagar y analizar especialmente la escuela; un lugar donde convergen los imaginarios
colectivos, las representaciones, los sistemas de pensamiento y también las carencias biológicas
evolutivas, donde adultos, jóvenes, niños y niñas desarrollan y sufren las estructuras jerárquicas
de poder que permiten el control social. Estas estructuras sociales están ligadas a la obediencia y
al disciplinamiento del individuo.

La razón del nacimiento de las instituciones sociales se debe en gran medida a las carencias y
vacíos estructurales de la biología humana, pues dadas las condiciones físicas desventajosas con
respecto a otras especies que dominaban los nichos naturales, su alternativa de supervivencia
evoluciono de los procesos de desarrollo cognitivo y de organización social que permitirían al
homo sapiens suplir sus carencias orgánicas de forma extraorgánica. En otras palabras, las
instituciones sociales cumplen una función similar a la de una prótesis en el cuerpo social, que
claramente busca la organización y supervivencia de la especie por medio del control de los
individuos, mentes y corporalidades.

En el caso de la escuela se puede evidenciar dos formas de mantener dicho dominio. (I) El control
del cuerpo del estudiante en espacio y temporalidad, pues ocupa un lugar determinado por edad y
nivel cognitivo, un horario para atender clase, descansar y alimentarse, uniforme escolar, el timbre
para iniciar o terminar la jornada escolar. (II) Constante evaluación de sus aptitudes y actitudes,
registro de notas, faltas de asistencia, observadores de conducta o comportamiento, normas
internas, entre otras.

Para Foucault (1994) lo anterior se enmarca en lo que él mismo llama mecanismos de poder. El
poder se va dando en cada relación social como ejercicio de la gobernabilidad y control de los
individuos; no es el poder explicado desde la teoría marxista clásica del control binario del
dominador y el dominado, de las clases sociales altas sometiendo a las bajas, sino desde las

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relaciones de poder entre individuos, desde la base de la pirámide social que siguiendo discursos
determinados alimentan las estrategias de poder y dominación.

La idea principal de M. Foucault (1994) 2019 engrana elementos importantes para explicar el
poder en y bajo las relaciones entre individuos escribiendo lo siguiente:

“[…] el poder se superpone con el cuerpo social; no hay, entre las mallas de su red, sectores de libertades elementales;
• que las relaciones de poder están imbricadas con otros tipos de relación (de producción, de alianza, de familia, de
sexualidad) en las que cumplen un papel a la vez condicionante y condicionado; • que no obedecen a la forma única
de la prohibición y el castigo, sino que sus formas son múltiples; • que su entrecruzamiento bosqueja hechos generales
de dominación y esta dominación se organiza como; estrategia más o menos coherente y unitaria; que los
procedimientos dispersos, heteromorfos y locales de poder son reajustados, reforzados, transformados por esas
estrategias globales, y todo ello acompañado de numerosos fenómenos de inercia, desplazamientos, resistencias;
[…]”(pp. 58)

Para agregar, la escuela tiene dentro de sus objetivos, aplicar saberes y generar comportamientos
aceptados por la estructura moral y cultural preexistente (discursos hegemónicos), que obedece
también, como se manifestó anteriormente, a razones antropológicas y biológicas de
supervivencia. Los comportamientos derivados de la escuela sirven a unos intereses políticos,
económicos, sociales y religiosos, dentro de un contexto de control de los individuos y sus cuerpos,
instituyendo exclusión sobre aquellos estudiantes que se desmarquen de los estándares de la
normalidad.

Es por esta razón que para aquellos que se apartan de los comportamientos aceptados, han existido
y existen mecanismos de violencia que le ha permitido a las instituciones sociales el control de los
individuos. Dichas violencias (físicas, psicológicas o simbólicas) tienen contextos evolutivos e
históricos característicos, pero más allá de sus diferencias, conservan rasgos similares en todas las
culturas humanas.

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UNA MIRADA A LOS SABERES Y DISCURSOS EUROCENTRISTAS DE LA
EVOLUCIÓN HUMANA

Por otra parte y volviendo al enfoque antropobiológico, las tesis de L. Bolk se enfocan en explicar
el estado constante de fetalización o condición neoténica de los humanos, haciendo hincapié en
estudios comparativos inter-especies, lo cual lo llevó a demostrar el lento desarrollo del homo
sapiens con respecto, por ejemplo, a los chimpancés; esto explicaría que mientras un primate
necesita (12) doce años para su desarrollo pleno, el ser humano necesita por lo menos (20) veinte
años para alcanzar dicha condición. Bolk, (2007).

Esta teoría es conocida como retardación y pone en entredicho muchas ideas filosóficas y
antropológicas clásicas, que por su orientación eurocentrista en sus investigaciones generaron
racismo, violencia y xenofobia en muchos países. Los discursos eurocentristas de la evolución
biológica del ser humano se mantuvieron a flote, justificando el carácter secundario de las demás
especies y de algunos humanos por medio de la escolarización, es decir, utilizando la escuela como
reproductor de discursos evolucionistas hegemónicos.

Esos discursos pretendieron y pretenden escribir una historia única sobre la evolución en general,
pero especialmente la humana. Mucho se ha hablado y escrito acerca de este tema, dentro de lo
que se debate existen enfoques académicos e incluso filosóficos que se derivaron de
interpretaciones evolucionistas amañadas que sitúan al hombre y en especial a la raza blanca en
el escalón más alto del largo trayecto de la evolución.

El posicionar a la raza blanca en lo más alto induce al error pues considera la evolución como un
proceso lineal y escalonado donde los antiguos homínidos gradualmente desaparecieron a medida
que un nuevo cambio genético se efectuaba simultáneamente en toda la especie (por razones de
selección natural) transformando paulatinamente sus cuerpos, mentes y sociedades; dicho de otra
manera, el homo neanderthalensis, por ejemplo, y según este punto de vista, desapareció mientras
evolucionaba hacia el homo sapiens como consecuencia de las interacciones sociales internas de
poder y dominación, que llevaron a cambios biológicos profundos en la especie. De esta forma,

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eventualmente la evolución biológica derivada de los procesos, interacciones y dinámicas
culturales llevaría a la especie homo sapiens a convertirse en el último escalón evolutivo.

En ese mismo orden de ideas, el enfoque evolucionista anterior resulta ambiguo y peligroso, pues,
incitó y sigue incitando a una idea de superioridad y perfeccionamiento progresivo de una especie
sobre otra o de un grupo de personas sobre otro diferente, es decir, considerar al resto de los
animales y a homos sapiens diferentes a los blancos como inferiores, puede llevar a la imposición
de prácticas culturales, sociales, educativas y económicas nocivas para especies no humanas o
grupos humanos diferentes como ya ha sucedido en la historia1.

El antropólogo Marvin Harris (1990) argumenta que los darwinistas sociales del siglo XIX
contribuyeron a esa mala y amañada interpretación de la selección natural entre homínidos,
afirmando lo siguiente:

“[…] la selección natural se describió incorrectamente como la lucha directa entre individuos por recursos escasos y
compañeros sexuales, incluso con la depredación y destrucción de unos organismos por otros de la misma especie.
Aunque la muerte y la competencia dentro de la propia especie influyen a veces en la evolución biológica, los factores
que fomentan el éxito reproductor diferencial no están relacionados, en general, con la capacidad de un organismo
para destruir a otros miembros de su propia población o impedirles que obtengan nutrientes, espacio o compañeros
sexuales. […]” (pp. 44-45)

Diversas teorías de la evolución se han construido utilizando discursos de superioridad evolutiva


y cultural entendidas a partir de la selección natural. El ser humano adquirió un sentido de
supremacía fruto de la apropiación de ideas científicas, filosóficas, sociológicas o antropológicas
que justificaban su accionar dominador sobre el otro, tal y como lo manifestaba Harris en la cita
anterior.

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Muchos de los enfrentamientos o guerras de la primera mitad del siglo XX se dieron por cuenta, entre otras cosas,
de ideologías enmarcadas en el racismo o la xenofobia, el historiador Eric Hobsbawm (1994) en su libro Historia del
Siglo XX deja clara esta relación, incluso tomando como base el neodarwinismo. El nacimiento del fascismo italiano,
el nazismo alemán y el advenimiento de la segunda guerra mundial son prueba del alcance trágico y del arraigo
cultural negativo que puede traer cualquier sistema de pensamiento y más cuando se apela a la superioridad
biológica de un grupo de humanos sobre otros.

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Gran cantidad de culturas o imperios se cimentaron recurriendo a ideas de desigualdad social
(Hobsbawm, 1994) y natural, comprendiendo los rasgos corporales o anatómicos, por ejemplo, el
color de piel, cabello y ojos, también la cantidad de vello púbico, tamaño de la nariz, mentón,
orejas, etc., como factores de superioridad evolutiva, pues dependiendo de ciertas características
estas se asociaban o no a inferioridad biológica, cultural y social.

Las comparaciones antropométricas entre homo sapiens blancos y otras especies homínidas como
los neandertales son un claro ejemplo de la penetración en los ámbitos académicos y en especial
en los saberes enseñados por los maestros en las escuelas2. Las ideas eurocentristas de la evolución
reproducidas constantemente, no solo por la educación escolar, sino también por los diferentes
medios de comunicación (radio, cine, televisión, prensa etc.) en las sociedades, alentaron la
creencia popular e incluso en esferas científicas de una cierta y evidente superioridad de la especie,
en especial el homo sapiens blanco sobre todas las demás. El paleoantropólogo Stringer y el
arqueólogo Gambles (1993), explican cómo sucedió en parte esta situación, describiendo el
constructo negativo que se desarrolló en torno al homo neandertal y el afán de la humanidad por
desligar su parentesco con él o, mejor dicho, de relacionarlo con un tipo específico de humano,
escribiendo lo siguiente:

“[…] Los neandertales llegan con su propio bagaje cultural. Ningún otro grupo de gentes prehistóricas arrastra tal
cantidad de prejuicios científicos y populares, o ve su nombre asociado con tanta frecuencia a un profundo arcaicismo
y una persistente presunción de ferocidad, estupidez o fuerza bruta. Al parecer, tras las cortinas de encaje de la
civilización se oculta una caverna profunda y oscura que el mundo civilizado emplea para asustarse a sí mismo cuando
se asoma al abismo de su propia construcción. Los neandertales, según algunos, están al acecho tras esta frágil cortina,
sus sombras ominosas proyectándose sobre la pared del cuarto de los niños. Una de las razones por las que los
neandertales han sido objeto de tanta atención reside en la fuerza de las imágenes visuales a las que ven asociados.
Como veremos, estos retratos no constituyen imágenes fortuitas, sino que son expresiones significativas de teorías
rivales sobre la ascendencia humana. Sin embargo, esta tradición no es nueva: se remonta a los tiempos medievales e
incluso clásico, cuando hallamos ya imágenes de hombres salvajes que viven al margen de los códigos de la
civilización y del honor […]” (pp. 31-32)

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Al respecto Beltrán Castillo (2019) explica la relación entre los textos escolares de divulgación científica, que
pueden ser considerados racistas o de racismo científico con las prácticas docentes, pues, a modo de ver de la autora
el proceso de escolaridad es una fuente evidente de reproducción de dichos discursos.

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Claramente el propósito de la exaltación de una especie sobre otra es mantener el dominio de
ciertos discursos, saberes y prácticas hegemónicas que justifiquen el ejercicio poder y la violencia
por medio de la divulgación y aceptación de ideas científicas y filosóficas, que ven en ciertas
características morfológicas humanas, la cúspide de la evolución natural. Así pues, el prototipo
biológico y cultural del ser humano superior se ha enmarcado dentro de características similares
a las siguientes; tez blanca, contextura alta, cabello rubio, ojos claros, con poco vello corporal,
perteneciente a una casta o élite social, refinada y con alto nivel intelectual y cultural. Es por ello
por lo que Foucault (1996), describe este proceso aseverando el cambio de visión:

[…] No habrá más batallas en sentido guerrero, sino lucha en sentido biológico: diferenciación de las especies,
selección del más fuerte, conservación de las razas mejores. Del mismo modo, el tema de la sociedad binaria dividida
en dos grupos extraños por lengua o derechos será sustituido por el de una sociedad biológicamente monista. Vale
decir: amenazada por algunos elementos heterogéneos, que no son empero esenciales, puesto que no dividen el cuerpo
social o el cuerpo viviente de la sociedad en dos partes hostiles, sino que son - Casi se podría decir- accidentales. He
aquí, entonces, cómo emergerá la idea de los extraños que están infiltrados o el tema de los desviados como
subproducto de esta sociedad. Finalmente, el tema del Estado necesariamente injusto se transformará en su contrario:
el Estado no es el instrumento de una raza contra otra, sino que es, y debe ser, el protector de la integridad, de la
superioridad y de la pureza de la raza. Así, la idea de raza, con todo lo que comporta al mismo tiempo de monista, de
estatal y de biológico, sustituirá a la idea de lucha de razas. […]” (pp. 72)

Se puede presuponer que la poca penetración de investigaciones alternativas y de sistemas de


pensamientos filosóficos diferentes a la corriente evolucionista reinante, se debe precisamente a
mantener el statu quo o hegemonía conceptual, cultural, social, económica del homo sapiens
blanco, dejando por fuera los debates y las reflexiones necesarias de las propias personas.

La forma de excluir las ideas alternativas sobre la evolución del debate es creando sistemas
educativos basados en discursos excluyentes como el racismo y la xenofobia, provocando una
alineación de los jóvenes, niñas y niños con estas prácticas. A su vez, los y las estudiantes
reproducen hechos similares entre ellos mismos, utilizando diferentes formas de violencia para
mantener la dominación a través de los discursos, los saberes y el ejercicio del poder.

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Precisamente algunas de las teorías antropológicas sobre la evolución del ser humano a las que la
teoría de la retardación hizo frente, fue la idea de la recapitulación, ampliamente aceptada y
difundida entre académicos y científicos. Esta teoría argumentaba que los rasgos biológicos y de
comportamiento superados en la niñez y juventud del homo sapiens blanco habrían pertenecido a
etapas adultas de sus antepasados biológicos, es decir, si un homínido o un adulto de raza negra
tuvo comportamientos atrasados, que en este caso y para sustentar el argumento sería el bajo
intelecto, la falta de organización social, el nulo desarrollo cultural (comparación con la sociedad
occidental) y altos estados de violencia y depravación sexual; en los individuos de raza blanca,
estos estadios se darían solo en un proceso de desarrollo inicial y pasadas unas cuatas generaciones
superados. El paleontólogo S.J. Gould (1981) explica el enfoque de la teoría de la recapitulación
cuando cita a Ernst Haeckel (principal exponente) escribiendo lo siguiente:

“[…] Haeckel declaró que "la ontogenia era una recapitulación de la filogenia" o, para explicar este melifluo
trabalenguas, que, a lo largo de su crecimiento, cada individuo atraviesa una serie de estadios que corresponden, en el
orden correcto, a las diferentes formas adultas de sus antepasados; en pocas palabras: cada individuo escala su propio
árbol de familia. […]” (pp.108)

El mismo S.J. Gould para explicar de una manera clara el argumento de la recapitulación evolutiva
agrega diciendo:

“[…] La idea de la recapitulación figura entre los conceptos más influyentes que produjo la ciencia de finales del siglo
XIX. Fue decisiva en diferentes campos científicos, como la embriología, la morfología comparada y la paleontología.
En todas esas disciplinas la idea de reconstruir los linajes evolutivos llegó a ser una obsesión, y se consideró que el
concepto de recapitulación era el instrumento idóneo para dicha tarea. Las hendiduras branquiales que se observan en
el embrión humano al comienzo de su desarrollo representaban el estadio adulto de un pez filogenéticamente previo;
en un estadio posterior, la aparición de una cola revelaba la existencia de un antepasado reptil o mamífero. […]”
(pp.108)

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En contraste la teoría de la retardación de L. Bolk argumenta que las características que en el homo
sapiens son permanentes en los primates son superadas rápidamente esto se debe en gran medida
a la fetalización constante del ser humano, es decir, se mantienen rasgos larvales durante todo el
desarrollo humano; el mismo L. Bolk lo analiza escribiendo lo siguiente:

“[…] los atributos y las relaciones estructurales que son transitorias en los primates se estabilizaron en el hombre.
Reconociendo este hecho, la forma del cuerpo humano se nos presenta bajo un nuevo día, puesto que las características
que lo distinguen del cuerpo del simio no son caracteres propios que el hombre habría adquirido en el curso del tiempo.
Están presentes en el desarrollo del feto de todos los otros primates, que los pierden en el curso de una diferenciación
ulterior. Un estadio que es transitorio en el simio se volvió definitivo en el hombre. […]” (pp.07)

La fetalización humana es pieza fundamental para la comprensión de las causas de los diferentes
tipos de comportamiento humano y de la creación de instituciones sociales encargadas de suplir
las necesidades biológicas no desarrolladas. El poder y la aplicación de la violencia dentro de este
contexto es evidente, la razón de su ejercicio se basa en la supervivencia de la especie y la
dominación de una facción (homo sapiens blanco) sobre los diferentes humanos y animales no
humanos. Los discursos de superioridad evolutiva por razón de las dinámicas exteriores se pueden
contraargumentar a partir de la siguiente cita de L. Bolk.

“[…] La fetalización de la forma no es consecutiva a los caracteres externos o a una influencia que obraría desde el
exterior sobre el organismo. No es la consecuencia de una adaptación a las circunstancias exteriores cambiantes; no
ha sido condicionada por una lucha por la vida. La fetalización de la forma no es el resultado de una selección natural
o sexual; puesto que estos factores evolutivos, cuya efectividad en la naturaleza no pongo en duda, actúan de una
manera significativa y son por este hecho insuficientes para explicar la forma del cuerpo humano. La causa propia de
la formación de estos caracteres está contenida en el organismo; es un carácter interno y funcional. Dicho brevemente,
la antropogénesis se hizo en función de un principio de desarrollo único y orgánico. Sobre este punto estamos de
acuerdo con este principio biológico fundamental de Nägeli: “la estructura y la función del organismo son la
consecuencia de fuerzas interiores y por este hecho son independientes de todas las circunstancias exteriores y
fortuitas. […]”(pp.07)

Así el potencial del discurso hegemónico basado en las capacidades mentales, niveles de
organización, el ejercicio del poder, la dominación y la violencia son perfectamente comprensibles
a través de la retardación y no obedecen a elementos de superioridad biológica derivados de la

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selección natural, pues como lo deja claro L. Bolk subyacen en el interior independientemente de
todas las condiciones exteriores accidentales.

Es importante indagar y profundizar aún más sobre los elementos específicos que alimentan en la
escuela los discursos y saberes enfocados a la dominación de un sector de la especie sobre otros,
a través del ejercicio, las relaciones, los mecanismos e instrumentos de poder y perpetuación de
las prácticas discriminantes, desiguales e inequitativas entre seres humanos, pero en especial, en
lo que concierne a los y las estudiantes.

De lo investigado surgen preguntas que se resolverán a medida que avance la investigación, por
ejemplo, ¿qué relación existe entre la escuela, los discursos hegemónicos y el poder en la
prolongación de las diferentes formas de la violencia y prácticas inequitativas? ¿Podemos entender
mejor la violencia en la escuela a partir del análisis antropobiológico de la misma y desde los
discursos escolares y del poder? ¿Existen personas o estudiantes que logren hacerle frente a los
discursos y prácticas violentas derivados de escenarios como escuela y la familia? Si existen ¿Qué
estrategias o factores intervienen en la superación de la violencia y demás practicas inequitativas?
Estas son algunas preguntas que quedan por resolver y a medida que avance las reflexiones se
lograra despejar y contribuir de manera significativa al entendimiento de la violencia y porque no,
a la superación de las prácticas que son nocivas para el desarrollo integral de los seres humanos y
en especial el de las y los estudiantes en el seno de la escuela.

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BIBLIOGRAFÍA

BOLK, L. (2007). El hombre-problema. Retardación y neotenia. Santiago de Cali: Universidad


del Valle.

BELTRAN CASTILLO, M. (2019). Racismo científico en los textos escolares de ciencias


naturales en Colombia, Tesis Doctoral, Bogotá: Universidad Distrital Francisco de Paula
Santander.

FOUCAULT, M. (1994). Microfísica del poder. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores
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FOUCAULT, M. (1996). Genealogía del racismo. La Plata (Argentina): Editorial Altamira

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Hyspamerica Ediciones Argentina, S.A.

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Editorial Crítica.

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