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Los positivistas lógicos estaban ansiosos por precisar exactamente qué tipo de
cosa era una teoría científica. Su respuesta fue que se trataba de una especie de
estructura lógica formal, vinculada al mundo por lo que llamaron "reglas de
correspondencia", que asocian entidades teóricas (como genes y átomos) con
entidades observables (como marcas en la pantalla de una computadora). Al
igual que con otros aspectos de la posición lógica positivista, esta visión que
alguna vez fue popular fue fuertemente criticada y ahora se cree ampliamente
que es insostenible por una variedad de razones, entre ellas la dificultad de dar
sentido a la división entre teórico y observable.
Una respuesta alternativa a la pregunta de qué es una teoría científica es la
"visión semántica", que se centra no en la estructura lógica, sino en la entidad
abstracta representada por tales estructuras: los modelos.
La cuestión de qué es una teoría científica está relacionada con la cuestión de
cómo se mapea en el mundo. La cuestión de si nuestras teorías son verdaderas o
no y lo que esto significa (también conocido como "el debate del realismo
científico") se vuelve central, con dos clases amplias que emergen: los realistas
que creen que los objetos descritos por las teorías científicas realmente existen y
los que no lo hacen (antirrealistas), o no creen que importe (empiristas
constructivos).
Gran parte del debate moderno gira en torno a si consideramos o no el éxito de
la ciencia como garantía suficiente para creer en las entidades que postula (el
argumento de que no hay milagros). Los argumentos opuestos apuntan a cosas
como las muchas revisiones en la ciencia que parecen anular por completo la
creencia en tales entidades (el argumento pesimista de la metainducción) o la
capacidad de construir teorías igualmente exitosas que postulan diferentes
entidades (el problema de la subdeterminación).