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Estado a cambio de la realización u omisión de cualquier acto en el ejercicio de sus funciones

públicas siempre que esté relacionado con una transacción de naturaleza económica o
comercial, según dispone el artículo VIII. La razón de ser de esta pretendida incriminación no
es otra que la transnacionalización de la corrupción a la que ya aludía el Preámbulo de la
Convención. Si bien es cierto que, en este caso y por cuanto al ámbito de aplicación se refiere,
tiene una eficacia más limitada al quedar circunscrito, no ya a cualquier acto realizado en el
ejercicio de funciones públicas, sino únicamente aquellos que tengan que ver con una
operación económica o comercial11

Estado que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo que las leyes
determinen para ocupar cargos o empleos públicos. 27 De conformidad con los mismos, se
disponía que incurrirán en el delito de enriquecimiento ilícito y serán sancionados con prisión
de seis meses a seis años, los servidores públicos que en el ejercicio de su cargo público, o
dentro del año siguiente a la cesación de su relación de servicio: a) adquieran bienes de
cualquier índole o naturaleza, sin poder probar el origen lícito de los recursos de que han
dispuesto para tal efecto, excepción hecha de su salario o de las sumas que legalmente puedan
devengar. b) … c) se enriquezcan de cualquier modo como consecuencia exclusiva del cargo sin
acreditar la licitud de su aumento de fortuna y la verosimilitud de las fuentes de recursos
invocadas. Caty Vidales Rodríguez ––––––––––––––––––––––––––––––––– 30 origen del
aumento en su patrimonio, que exceda el monto de su salario o las sumas que legalmente
pueda devengar, invirtiendo el tipo penal de manera evidente la carga de la prueba en contra
del encausado violando con ello de modo flagrante, el principio de inocencia en los términos
prescritos por el artículo 39 constitucional, concerniéndole al órgano acusador la demostración
de la procedencia ilícita del patrimonio del servidor público. De este modo, no es siquiera
posible pensar en alguna interpretación de la norma que permita al juez penal su aplicación sin
la lesión de los derechos fundamentales del imputado y consecuencia de ello es, pues, la
declaración de inconstitucionalidad‖. Como queda perfectamente plasmado en el párrafo que
se ha reproducido, la sanción penal de un incremento patrimonial no justificado por parte del
funcionario público parece partir de la presunción de la ilícita procedencia del incremento
patrimonial correspondiéndole al acusado desvirtuar tal sospecha. Pero ni siquiera, como ha
advertido SANCINETTI, dicha inversión sirve para probar el delito cuya comisión se sospecha,
sino que, yendo más lejos, se prescinde de determinar cuál es el hecho concreto que se le
atribuye al servidor público y que, lógicamente, no puede estar constituido por el mero
enriquecimiento28 . No es este, sin embargo, el entendimiento mantenido por la Cámara
Nacional de Casación Penal argentina que, en su sentencia de 8 de mayo de 2000 (Causa
―Pico‖), afirma que el precepto cuestionado no supone una inversión de la carga de la prueba
por cuanto que ―es el Estado el que tiene que acreditar el aumento apreciable y no justificado
del patrimonio del funcionario o empleado, ya que para provocar la apertura de la instrucción
formal, y con mayor razón, para intimar debidamente el hecho al imputado en declaración
indagatoria, el representante del Ministerio Fiscal y el juez instructor deberán contar con
elementos de convicción objetivos e independientes de la intervención subjetiva del
encausado que demuestren, con el grado de probabilidad propio de esa etapa del proceso, un
apreciable incremento patrimonial sin justa causa aparente, que exceda crecidamente las
posibilidades emergentes de los ingresos normales del funcionario

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