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LECTIO

Primera lectura: Sabiduría 18,14-15b; 19,6-9

 Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a


18,14

la mitad de su veloz carrera,

 tu omnipotente palabra se lanzó desde el cielo, desde el trono


15

real, cual implacable guerrero, sobre aquella tierra destinada al


exterminio.

 porque toda la creación, obediente a tus mandatos, tomaba


19,6

nuevas formas en su misma naturaleza, para guardar de todo mal a


tus hijos:

7 se vio a la nube dar sombra al campamento y de lo que antes era


agua emerger la tierra seca. El mar Rojo se convirtió en un camino
transitable y el oleaje impetuoso en una llanura verdeante,

8 por donde pasó un pueblo entero, protegido por tu mano,


contemplando prodigios admirables.

9 Parecían caballos pastando en la pradera, y retozaban como


corderillos mientras te alababan a ti, Seńor, su libertador.

       *•• El autor del libro de la Sabiduría, recorriendo en sus


etapas principales la historia del pueblo de Israel, lee en ella la
obra de la Sabiduría, que obra de acuerdo con la voluntad de Dios.
En los pasajes que hemos leído hoy, se detiene a considerar los
acontecimientos del éxodo. En los w. 14-16 del capítulo 18 relata, en
una escena de sabor apocalíptico, la muerte de los primogénitos
egipcios, atribuida a Dios por mano del ángel exterminador: signo
decisivo que abre el camino a la salida del pueblo de Israel de
Egipto (cf.  Ex 11-12). Se hace una mención particular del
tiempo (Ťla noche llegaba a la mitadť:  v. 14; cf.  Ex 11,4.12.29) en el
que se dio ese signo.

       La Sabiduría es identificada con la Palabra eficaz de


Dios {cf.  Is 11,4; 55,11): como el guerrero que produce
un Ťexterminioť  con su espada afilada (v. 15), la Palabra de la
Sabiduría que llena el universo actúa en favor del pueblo de Dios, en
una noche de tragedia y libertad.

       En los w. 6-9 del capítulo 19 se pone la atención en la travesía


del mar Rojo. Y aparece casi una nueva creación donde
al Ťespírituť  que Ťaleteaba sobre las aguasť  del caos primordial
(Gn 1,2) le corresponde la Ťnubeť  que acompańa en su camino al
pueblo (Nm 9,15-23) y fecunda como Ťsombrať (cf.  Le 1,35) sus
etapas: aparecen entonces la Ťtierra secať,  la Ťllanura
verdeanteť  y el Ťcamino libreť  para el paso de los hombres
protegidos por la mano de Dios (Ex 14,21ss como en Gn 1,9-12).  En
definitiva, no sólo la naturaleza lleva en sí misma las huellas de Dios,
que la ha creado, sino que toda la historia está surcada por su
presencia, como se dirá, con mirada sintética, al final de este
libro: ŤPor todos los medios, Seńor, engrandeciste y cubriste de
gloria a tu pueblo y no dejaste de asistirlo en todo tiempo y
lugarť  (19,22).

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