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Respiración,

motricidad,
equilibrio en el/la
niño/a. La calma
en situaciones de
crisis

UNIDAD 3:
LAS EMOCIONES
EN LOS NIÑOS Y
NIÑAS
Respiración, motricidad, equilibrio en el/la niño/a. La calma en situaciones de crisis

Respiración, motricidad, equilibrio en el/la


niño/a. La calma en situaciones de crisis

Profesoras:
Esperanza Marchena Consejero
Inmaculada Menacho Jiménez

UNIDAD 3
EL MANEJO DE LAS SITUACIONES EMOCIONALES.
COMPONENTES Y ESTRATEGIAS

Objetivos
Comprender la importancia de que el alumnado perciba las emociones propias
y de los demás.
Describir los componentes y estrategias básicas para promover la Inteligencia
Emocional y analizar su influencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Aplicar los contenidos teóricos al proceso de enseñanza-aprendizaje.

CONTENIDOS DE LA UNIDAD 3
1. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. ..................................................2
1.1. Modelo de Habilidad o Ejecución .........................................................................2
1.2. Modelo de Rasgo .................................................................................................3
2. INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN. .......................................................................4
2.1. Características generales de la Educación Emocional. Componentes. ....................4
2.1.1. Objetivos de la Educación Emocional. ......................................................4
2.1.2. Contenidos de la Educación Emocional.....................................................5
2.1.3. Las Competencias Emocionales. ...............................................................6
2.1.4. Metodología ...........................................................................................8
3. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. ........................................................................................9

UNIDAD 3: El manejo de las situaciones emocionales.


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1. CONCEPTUALIZACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

Tal y como se describe en los trabajos de Martínez, Piqueras e Inglés (2011), la


Inteligencia Emocional (IE en adelante) se ha concebido como "una habilidad para
percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y la de los demás
promoviendo un crecimiento emocional e intelectual" (Mayer y Salovey, 1997, p.10).

En la actualidad pueden distinguirse dos posturas a la hora de conceptualizar la


IE: el modelo de habilidad o ejecución y el modelo de rasgo.

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1.1. Modelo de Habilidad o Ejecución

Se concibe la IE como una habilidad similar a la inteligencia cognitiva en cuanto a


su concepción y evaluación. Así, Mayer, Salovey y Caruso (2000) plantean que la IE
puede ser entendida como una forma de inteligencia social, separada de la inteligencia
general y que tiene relación con la emoción y la cognición. El modelo de IE de Mayer,
Salovey y Caruso (2004) propone 4 habilidades básicas: 1) la habilidad para percibir las
emociones propias y de los demás; 2) para utilizar las emociones con el fin de facilitar
la toma de decisiones; 3) para conocer las emociones; y 4) para regular las emociones
propias y de los demás.

De acuerdo con esta conceptualización se han desarrollado diversas escalas,


tales como la Multifactor Emotional Intelligence Scale (MEIS; Mayer, Caruso y Salovey,
1999) y el Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test (MSCEIT; Mayer, Salovey,
Caruso y Sitarenios, 2003; adaptada al castellano por Extremera, Fernández-Berrocal y
Salovey, 2006).

El MSCEIT es el más empleado y consta de cuatro componentes: “Percepción de


las emociones”, que se evalúa mediante la presentación de fotografías de una persona
y pidiendo que se estime el nivel de tristeza, felicidad, miedo, etc.; ”Gestión de las
emociones” (asimilación emocional), que se evalúa solicitando al sujeto que indique en
qué grado considera que determinados estados de humor como el aburrimiento o la
felicidad pueden ser útiles para realizar ciertas actividades; “Comprensión de las
emociones”, donde se deben completar frases que evalúan el conocimiento sobre
vocabulario relacionado con las emociones y sobre la evolución y cambio de éstas; y
“Control de las emociones”, que mide la habilidad para manejar emociones.

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1.2. Modelo de Rasgo

Respecto a la segunda forma de concebir la IE, ésta mide la IE como un rasgo


similar a las características de personalidad (Neubauer y Freudenthaler, 2005; Petrides
y Furnham, 2001). Esta propuesta ha supuesto la creación de escalas como el Trait
Meta-Mood Scale (TMMS; Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995) o el
Emotional Quotient Inventory, que han sido adaptadas al castellano (TMMS-24;
Extremera y Fernández-Berrocal, 2005; Fernández-Berrocal, Extremera y Ramos,
2004). La TMMS es una de las escalas más empleadas para evaluar la IE como rasgo de
meta-conocimiento de los estados emocionales. Evalúa las diferencias individuales en
el grado de conciencia de los individuos de sus propias emociones, así como su
capacidad para regularlas. Presenta tres dimensiones: “Atención a los sentimientos”,
que mide el grado en el que las personas creen prestar atención a sus emociones y
sentimientos; “Claridad emocional”, que se refiere a cómo las personas creen percibir
sus emociones; y “Reparación de las emociones”, entendida como la capacidad para
interrumpir y regular los estados emocionales negativos y prolongar los positivos. Sin
embargo, esta prueba solamente hace referencia a las percepciones que tienen las
personas sobre sus propias habilidades emocionales más que a los niveles reales de IE.

Por lo que sería más adecuado denominar su medida como Inteligencia


Emocional Percibida (IEP en adelante) para diferenciarlo de las pruebas de ejecución o
habilidad (Salovey, Stroud, Woolery y Epel, 2002).

Así pues, esta capacidad para identificar y gestionar las propias emociones, así
como de empatizar hacia los demás, juega un papel importante a la hora de razonar o
reflexionar sobre una situación problemática. La IE es una habilidad que unifica las
emociones y el razonamiento, facilitando un razonamiento efectivo y un modo de
pensar más inteligente ante las situaciones problemáticas.

En los últimos años el estudio de la IE ha cobrado un gran interés entre la


comunidad científica por sus potenciales implicaciones beneficiosas en la salud física y
mental (Martínez, Piqueras y Ramos, 2010) y cómo no a la hora de afrontar demandas
internas (p.ej.: problemas emocionales, de salud física, etc.) o externas (p.ej.:
problemas de relaciones sociales, etc.).

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2. INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN.

Conocer la relación y dependencia mutua entre las dimensiones racional y


emocional en la vida de la persona tiene una gran importancia para la educación y
formación de los/as niños/as y de los/as jóvenes. La sociedad adquiere conciencia de
esta relación entre la razón y las emociones a causa de conflictos, de comportamientos
desadaptativos, de transgresión de una determinada racionalidad establecida. Esta
relación también se ha vivido en la escuela. Alumnado que se anima con facilidad ante
las propuestas de trabajo o a quienes se les ve desmotivados; alumnado que se
relaciona espontáneamente con el resto del grupo, o que se mantienen aislados o
solitarios; los que responden con agresividad, o que son conciliadores; aquellos que se
conocen y saben sus límites, o que lo consideran todo asequible: alumnos/as que en
situaciones concretas o de forma habitual no rinden porque pasan de todo, son a
menudo objeto de preocupación del profesorado.

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2.1. Características generales de la Educación Emocional. Componentes.

La educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente que


pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento
esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la
finalidad de aumentar el bienestar personal y social (Bisquerra, 2000).

2.1.1. Objetivos de la Educación Emocional.

Por tanto, algunos objetivos de la educación emocional serían:


 Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones.
 Identificar las emociones de los demás.
 Denominar las emociones correctamente.
 Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones.
 Subir el umbral de tolerancia a la frustración.
 Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas.
 Desarrollar la habilidad de generar emociones positivas.
 Desarrollar la habilidad de automotivarse.
 Adoptar una actitud positiva ante la vida.
 Etc.
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2.1.2. Contenidos de la Educación Emocional.

Previamente a la selección de los contenidos, tenemos que tener en cuenta los


siguientes criterios:

 Los contenidos deben adecuarse al nivel educativo.


 Los contenidos deben ser aplicables a todo el grupo clase.
 Los contenidos y las actividades deben favorecer procesos de
reflexión sobre las propias emociones y las emociones de los demás.
 Deben enfocarse al desarrollo de competencias emocionales.

En definitiva, los contenidos se derivan del marco conceptual de las emociones y


de las competencias. Por tanto, los bloques temáticos que deben tratarse en la
educación emocional estarían formados por los siguientes contenidos:

a) Conocimiento del marco conceptual de las emociones, que incluiría: el


concepto de emoción y de los fenómenos afectivos (emoción, sentimiento,
afecto, estado de ánimo, perturbaciones emocionales, etc.), y los tipos de
emociones (emociones positivas y emociones negativas, emociones básicas,
emociones ambiguas, emociones estéticas, etc.), así como conocer las
características (causas, predisposición a la acción, estrategias de regulación,
competencias de afrontamiento, etc.) de las emociones principales: miedo, ira,
ansiedad, tristeza, vergüenza, aversión, alegría, amor, humor, felicidad, etc.

b) Conocimiento de la naturaleza de la inteligencia emocional. Así como de las


competencias emocionales: conciencia emocional, regulación emocional,
autonomía emocional, competencia social, habilidades para la vida y el
bienestar. En este bloque temático se incluiría la práctica sistemática de
situaciones que aborden las cinco categorías de las competencias emocionales
para aplicarlas a las diversas emociones. Es recomendable comenzar por las
emociones básicas (ira, miedo y tristeza), y pasar después a las sociales
(vergüenza, timidez, culpabilidad, envidia, amor, etc.).

c) Por último, dedicar un bloque temático a las aplicaciones de la educación


emocional a situaciones de la vida: comunicación efectiva y afectiva, resolución
de conflictos, toma de decisiones, prevención de consumo de drogas, violencia,
anorexia, intentos de suicidio, delincuencia, etc.

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2.1.3. Las Competencias Emocionales.

Dado que el objetivo principal de la educación emocional es el desarrollo de las


competencias emocionales, los contenidos giran en torno a ellas.

Se entiende por competencias emocionales el conjunto de conocimientos,


capacidades, habilidades y actitudes necesarias para tomar conciencia, comprender,
expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales.

En el siguiente gráfico (figura 1.1.) se muestra el modelo revisado de cinco


competencias según Bisquerra y Pérez, 2007; y, Bisquerra, 2008:

Figura 1.1. El modelo pentagonal de competencias emocionales.

La conciencia emocional

Es la capacidad para tomar conciencia de las propias emociones y de las


emociones de los demás, incluyendo la habilidad para captar el clima emocional de un
contexto determinado. Formando parte de la conciencia emocional, se identificarían
los siguientes aspectos: toma de conciencia de las propias emociones; dar nombre a
las emociones; comprensión de las emociones de los demás; tomar conciencia de la
interacción entre emoción, cognición y comportamiento.

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La regulación emocional

Es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar


conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento; tener buenas
estrategias de afrontamiento; capacidad para autogenerarse emociones positivas, etc.
Dentro de esta competencia podrían incluirse otras como: la expresión
emocional apropiada; regulación de emociones y sentimientos como la impulsividad;
tolerar la frustración para prevenir estados emocionales negativos; perseverar en el
logro de los objetivos a pesar de las dificultades; capacidad de diferir recompensas
inmediatas a favor de otras a mayor largo plazo, pero de orden superior, etc.
Habilidades de afrontamiento y para autogenerar emociones positivas.

La autonomía emocional

Se entiende de forma amplia que incluye la autoestima, la actitud positiva ante la


vida, la responsabilidad, la capacidad para analizar críticamente las normas sociales, la
capacidad para buscar ayuda y recursos, así como la autoeficacia emocional y la
resiliencia (capacidad que tiene una persona para enfrentarse con éxito a unas
condiciones de vida sumamente adversas como la pobreza, guerras, orfandad).

La competencia social

Es la capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas. Los


aspectos que incluimos en esta macro-competencia serían: dominar las relaciones
sociales básicas; respetar a los demás; practicar la comunicación receptiva; practicar la
comunicación expresiva; compartir emociones; comportamiento prosocial y de
cooperación; asertividad; prevención y solución de conflictos y la capacidad para
gestionar situaciones emocionales.

Las competencias para la vida y el bienestar

Capacidad para adoptar comportamientos apropiados y responsables para


afrontar satisfactoriamente los desafíos diarios de la vida, ya sean personales,
profesionales, familiares, sociales, de tiempo libre, etc.
Los aspectos que tenemos que considerar en la enseñanza de estas
competencias serían: fijar objetivos adaptativos; entrenar en la toma de decisiones;
buscar ayuda y recursos; comprometerse con la ciudadanía activa participativa, crítica,
responsable y comprometida; gozar de forma consciente del bienestar emocional y el
fluir (capacidad para generar experiencias óptimas en la vida profesional, personal y
social).

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2.1.4. Metodología

La metodología de la educación emocional será principalmente práctica, y la


exposición teórica se reduciría al mínimo sobre todo teniendo en cuenta los niveles
educativos inferiores. Aunque la principal característica de la metodología a utilizar es
la participación del alumnado, no debemos olvidar que se respetará en todo momento
la intimidad de la persona. La exposición de las emociones en público será voluntaria y
en principio, se tratará sobre situaciones emocionales de terceras personas o bien si el
profesor/a lo considera adecuado, puede exponer su propia experiencia. Una vez que
se haya creado un clima de confianza, de forma voluntaria, el alumnado podría
compartir su experiencia personal de carácter emocional.

En base a la teoría del aprendizaje social de Bandura, se utilizará la observación


como metodología para el aprendizaje de estrategias emocionales.

Teniendo en cuenta estas líneas generales, los programas de educación


emocional que resultan más efectivos, son los que incluyen en su metodología las
siguientes características:

 Fundamentación teórica coherente.


 Aplicación sistemática.
 Ser altamente interactivos y participativos.
 Ofrecer variedad de métodos y técnicas didácticas.
 Estimular los intereses y que mantengan la atención de los/as participantes.
 Trabajar con pequeños grupos.
 Tener una duración e intensidad considerables. Cada sesión podría durar entre
45-60 minutos. Se puede impartir una sesión por semana o bien 3 ó 4 sesiones.
El mínimo de sesiones para conseguir resultados sería de diez sesiones,
aproximadamente a impartir en tres meses si tenemos en cuenta una
intensidad de 1 sesión por semana. En cualquier caso, para conseguir la
interiorización de las competencias emocionales, la educación emocional debe
ser una constante a lo largo de diferentes cursos académicos.
 Estar integrados en la comunidad.
 Implicar a las familias.
 Formación específica en educación emocional por parte del profesorado.

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3. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

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 Fernandez-Berrocal, P., Alcaide, R., Extremera, N., y Pizzarro, D. (2006). The role
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