Está en la página 1de 13

https://news.un.

org/es/story/2020/07/1477181
Noticias ONU

El teletrabajo no es una opción para los pobres, los


jóvenes y las mujeres

Banco Mundial/Charlotte Kesl


Una mujer en su casa y tienda en Buga, Colombia, donde trabaja por
temporadas para la alianza de productores de maracuyá.
9 Julio 2020
Asuntos económicos
Una nueva investigación del Fondo Monetario Internacional revela las dificultades
a las que se enfrentan millones de trabajadores por el coronavirus. El estudio
revela amplias diferencias entre países, incluso si se tienen las mismas ocupaciones.
El trabajo a distancia en Noruega y Singapur es más fácil que en Turquía, Chile,
México, Ecuador y Perú, ya que en más de la mitad de los hogares de los países
emergentes y en desarrollo no hay una computadora en casa.

Ante la masiva pérdida de empleos causada por la pandemia de la COVID-19 tres


expertas del Fondo Monetario Internacional, Mariya Brussevich, Era Dabla-
Norris y Salma Khalid analizan este artículo* cómo la crisis sanitaria afecta a los
mercados laborales de los países más pobres y a los trabajos de los jóvenes y las
mujeres:
La pandemia de COVID-19 está devastando los mercados laborales de todo el mundo.
Decenas de miles de trabajadores han perdido sus empleos, millones de personas se han
quedado fuera de la fuerza laboral y muchas ocupaciones enfrentan un futuro
incierto. Las medidas de distanciamiento social ponen en peligro los empleos que
exigen presencia física en el lugar de trabajo o interacciones personales. Quienes no
pueden trabajar a distancia, a menos que se consideren esenciales, se enfrentan a un
riego significativamente más alto de sufrir reducciones en las horas trabajadas o en las
remuneraciones, suspensiones temporales de personal o despidos permanentes. ¿Qué
tipos de empleos y trabajadores presentan un mayor riesgo? No sorprende que los costos
hayan recaído fundamentalmente sobre quienes tienen menos capacidad para
soportarlos: los pobres y los jóvenes en los empleos menos remunerados.
En un nuevo trabajo, hemos investigado la viabilidad de trabajar desde casa en una
amplia muestra de economías avanzadas y de mercados emergentes. Estimamos que
cerca de 100 millones de trabajadores de 35 países avanzados y emergentes (de los 189
países miembros del FMI) podrían presentar un riesgo alto debido a que no pueden
realizar sus trabajos a distancia. Esto equivale, en promedio, al 15% de su fuerza
laboral. Aunque existen importantes diferencias entre países y trabajadores.
ONU Mexico/Alexis Aubin
Vendedores ambulantes en México, en medio de la pandemia de coronavirus.

La naturaleza de los empleos en cada país


La mayoría de los estudios que miden la viabilidad del trabajo desde casa adoptan
definiciones sobre empleo utilizadas en Estados Unidos. Sin embargo, las mismas
ocupaciones en otros países pueden diferir en las interacciones personales necesarias, la
intensidad tecnológica del proceso de producción e, incluso, el acceso a las
infraestructuras digitales. Para incorporar este hecho, el índice de viabilidad del trabajo
desde casa que hemos construido utiliza las tareas que realmente se realizan dentro de
cada país, de acuerdo con las encuestas recopiladas por la OCDE sobre 35 países.
Observamos importantes diferencias entre países, incluso dentro de las mismas
ocupaciones. Resulta mucho más fácil el trabajo a distancia en Noruega y Singapur que
en Turquía, Chile, México, Ecuador y Perú, sencillamente porque más de la mitad de
los hogares de los países emergentes y en desarrollo ni siquiera tienen una computadora
en casa.
Resulta mucho más fácil el trabajo a distancia en Noruega y Singapur que en
Turquía, Chile, México, Ecuador y Perú, sencillamente porque más de la mitad de
los hogares de los países emergentes y en desarrollo ni siquiera tienen una
computadora en casa.

¿Quiénes son los más vulnerables?


En general, los trabajadores del sector de alimentos y hostelería, así como del comercio
minorista y mayorista, son los más afectados debido a que sus trabajos son los que
menos posibilidad de trabajo a distancia tienen. Esto significa que más de 20 millones
de personas de nuestra muestra que trabajan en estos sectores presentan el riesgo más
alto de perder sus empleos. Aunque algunos son todavía más vulnerables que otros:

• La posibilidad de trabajar a distancia de los trabajadores jóvenes y de quienes no


tienen educación universitaria es significativamente menor. Este riesgo más alto
se corresponde con los perfiles de edad de los trabajadores en los sectores más
afectados por el confinamiento y las políticas de distanciamiento social. Es
preocupante observar que la crisis podría ampliar la desigualdad
intergeneracional .
• Las mujeres podrían verse especialmente afectadas, amenazando con revertir
algunos de los avances en materia de igualdad de género realizados en las
últimas décadas. Esto se debe a que las mujeres se concentran de manera
desproporcionada en los sectores más afectados, como son los servicios de
alimentos y hostelería. Además, las mujeres realizan más tareas relacionadas con
el cuidado de los hijos y las labores domésticas , mientras que la provisión por
parte del mercado de estos servicios se ha interrumpido.
• Los trabajadores a tiempo parcial y los empleados de pequeñas y medianas
empresas se enfrentan a un riesgo mayor de pérdida de empleo. Los trabajadores
en empleos a tiempo parcial suelen ser los primeros en perder sus trabajos
cuando se deterioran las condiciones económicas y los últimos en ser
contratados cuando estas mejoran. También tienen menos probabilidades de
tener acceso a asistencia sanitaria y a canales formales de seguros que puedan
ayudarlos a capear la crisis. En las economías en desarrollo, en particular, los
trabajadores a tiempo parcial y los que tienen empleos informales afrontan un
riesgo mucho mayor de caer en la pobreza.

El impacto sobre los trabajadores con bajos ingresos y empleos precarios podría ser
especialmente grave, ampliando las desigualdades ya existentes en las sociedades.
Nuestros resultados, que indican que los trabajadores en la parte más baja de la
distribución de ingresos tienen menos capacidad para trabajar a distancia, están
corroborados por los recientes datos de desempleo de Estados Unidos y otros países. La
crisis de la COVID-19 aumentará la desigualdad de ingresos.
Este efecto se ve agravado por el hecho de que los trabajadores que se encuentran en la
parte más baja de la distribución de ingresos se concentran de manera desproporcionada
en los sectores más afectados, como los servicios de alimentos y hostelería, que son los
menos susceptibles al trabajo a distancia. Los trabajadores con bajos ingresos también
tienen una mayor probabilidad de vivir al día y tener pocas reservas financieras, como
son los ahorros y el acceso al crédito.

PMA / Miller Choles


En Colombia se entregan raciones para llevar para los niños que se han
quedado sin comedor escolar por el coronavirus
¿Cómo proteger a los más vulnerables?
La pandemia cambiará con toda probabilidad la manera en que se realiza el trabajo en
muchos sectores. Los consumidores pueden recurrir más al comercio electrónico, en
detrimento de los empleos del comercio minorista, y pueden pedir más comida para
llevar, reduciendo el mercado laboral para los trabajadores de restaurantes.
¿Qué pueden hacer los gobiernos? Pueden centrarse en ayudar a los trabajadores más
afectados y a sus familias mediante la ampliación de las redes de protección social y
seguros sociales para amortiguar la pérdida de empleo y de ingresos. Los subsidios
salariales y los programas de obras públicas pueden contribuir a que recuperen sus
medios de vida durante la recuperación.
Para reducir la desigualdad y ofrecer a las personas mejores perspectivas, los gobiernos
deben fortalecer la educación y la capacitación y preparar mejor a los trabajadores para
los empleos del futuro. El aprendizaje permanente también implica reforzar el acceso a
la escolarización y a la capacitación profesional para ayudar a los trabajadores
desplazados por shocks económicos como la COVID-19.
Esta crisis ha demostrado con claridad que tener acceso a Internet es un elemento
fundamental de la capacidad de las personas para continuar su participación en el lugar
de trabajo. Invertir en infraestructuras digitales y cerrar la brecha digital también
permitirá que los grupos desfavorecidos participen de manera importante en la
economía del futuro.
*Este artículo se publicó originalmente en el blog Diálogo a Fondo del Fondo
Monetario Internacional.
________________________________________________________________

https://economis.com.ar/el-trabajo-a-distancia-no-es-una-opcion-para-los-pobres-los-
jovenes-y-las-mujeres/

miércoles 07 de octubre del 2020 13:26:23

El trabajo a distancia no es una opción


para los pobres, los jóvenes y las mujeres
9 julio, 2020 6:56 pm

Por Mariya Brussevich, Era Dabla-Norris y Salma Khalid. La pandemia de COVID-19


está devastando los mercados laborales de todo el mundo. Decenas de miles de
trabajadores han perdido sus empleos, millones de personas se han quedado fuera de la
fuerza laboral y muchas ocupaciones enfrentan un futuro incierto. Las medidas de
distanciamiento social ponen en peligro los empleos que exigen presencia física en el
lugar de trabajo o interacciones personales. Quienes no pueden trabajar a distancia, a
menos que se consideren esenciales, se enfrentan a un riego significativamente más alto
de sufrir reducciones en las horas trabajadas o en las remuneraciones, suspensiones
temporales de personal o despidos permanentes. ¿Qué tipos de empleos y trabajadores
presentan un mayor riesgo? No sorprende que los costos hayan recaído
fundamentalmente sobre quienes tienen menos capacidad para soportarlos: los pobres y
los jóvenes en los empleos menos remunerados.

En un nuevo trabajo, hemos investigado la viabilidad de trabajar desde casa en una


amplia muestra de economías avanzadas y de mercados emergentes. Estimamos que
cerca de 100 millones de trabajadores de 35 países avanzados y emergentes (de los 189
países miembros del FMI) podrían presentar un riesgo alto debido a que no pueden
realizar sus trabajos a distancia. Esto equivale, en promedio, al 15% de su fuerza
laboral. Aunque existen importantes diferencias entre países y trabajadores.

La naturaleza de los empleos en cada país

La mayoría de los estudios que miden la viabilidad del trabajo desde casa adoptan
definiciones sobre empleo utilizadas en Estados Unidos. Sin embargo, las mismas
ocupaciones en otros países pueden diferir en las interacciones personales necesarias, la
intensidad tecnológica del proceso de producción e, incluso, el acceso a las
infraestructuras digitales. Para incorporar este hecho, el índice de viabilidad del trabajo
desde casa que hemos construido utiliza las tareas que realmente se realizan dentro de
cada país, de acuerdo con las encuestas recopiladas por la OCDE sobre 35 países.
Observamos importantes diferencias entre países, incluso dentro de las mismas
ocupaciones. Resulta mucho más fácil el trabajo a distancia en Noruega y Singapur que
en Turquía, Chile, México, Ecuador y Perú, sencillamente porque más de la mitad de
los hogares de los países emergentes y en desarrollo ni siquiera tienen una computadora
en casa.

¿Quiénes son los más vulnerables?

En general, los trabajadores del sector de alimentos y hostelería, así como del comercio
minorista y mayorista, son los más afectados debido a que sus trabajos son los que
menos posibilidad de trabajo a distancia tienen. Esto significa que más de 20 millones
de personas de nuestra muestra que trabajan en estos sectores presentan el riesgo más
alto de perder sus empleos. Aunque algunos son todavía más vulnerables que otros:
▪ La posibilidad de trabajar a distancia de los trabajadores jóvenes y de quienes no
tienen educación universitaria es significativamente menor. Este riesgo más
alto se corresponde con los perfiles de edad de los trabajadores en los sectores
más afectados por el confinamiento y las políticas de distanciamiento social.
Es preocupante observar que la crisis podría ampliar la desigualdad
intergeneracional .
▪ Las mujeres podrían verse especialmente afectadas, amenazando con revertir
algunos de los avances en materia de igualdad de género realizados en las
últimas décadas. Esto se debe a que las mujeres se concentran de manera
desproporcionada en los sectores más afectados, como son los servicios de
alimentos y hostelería. Además, las mujeres realizan más tareas relacionadas
con el cuidado de los hijos y las labores domésticas , mientras que la
provisión por parte del mercado de estos servicios se ha interrumpido.
▪ Los trabajadores a tiempo parcial y los empleados de pequeñas y medianas
empresas se enfrentan a un riesgo mayor de pérdida de empleo. Los
trabajadores en empleos a tiempo parcial suelen ser los primeros en perder sus
trabajos cuando se deterioran las condiciones económicas y los últimos en ser
contratados cuando estas mejoran. También tienen menos probabilidades de
tener acceso a asistencia sanitaria y a canales formales de seguros que puedan
ayudarlos a capear la crisis. En las economías en desarrollo, en particular, los
trabajadores a tiempo parcial y los que tienen empleos informales afrontan un
riesgo mucho mayor de caer en la pobreza.

El impacto sobre los trabajadores con bajos ingresos y empleos precarios podría ser
especialmente grave, ampliando las desigualdades ya existentes en las sociedades.
Nuestros resultados, que indican que los trabajadores en la parte más baja de la
distribución de ingresos tienen menos capacidad para trabajar a distancia, están
corroborados por los recientes datos de desempleo de Estados Unidos y otros países. La
crisis de la COVID-19 aumentará la desigualdad de ingresos.
Este efecto se ve agravado por el hecho de que los trabajadores que se encuentran en la
parte más baja de la distribución de ingresos se concentran de manera desproporcionada
en los sectores más afectados, como los servicios de alimentos y hostelería, que son los
menos susceptibles al trabajo a distancia. Los trabajadores con bajos ingresos también
tienen una mayor probabilidad de vivir al día y tener pocas reservas financieras, como
son los ahorros y el acceso al crédito.

¿Cómo proteger a los más vulnerables?

La pandemia cambiará con toda probabilidad la manera en que se realiza el trabajo en


muchos sectores. Los consumidores pueden recurrir más al comercio electrónico, en
detrimento de los empleos del comercio minorista, y pueden pedir más comida para
llevar, reduciendo el mercado laboral para los trabajadores de restaurantes.

¿Qué pueden hacer los gobiernos? Pueden centrarse en ayudar a los trabajadores más
afectados y a sus familias mediante la ampliación de las redes de protección social y
seguros sociales para amortiguar la pérdida de empleo y de ingresos. Los subsidios
salariales y los programas de obras públicas pueden contribuir a que recuperen sus
medios de vida durante la recuperación.

Para reducir la desigualdad y ofrecer a las personas mejores perspectivas, los gobiernos
deben fortalecer la educación y la capacitación y preparar mejor a los trabajadores para
los empleos del futuro. El aprendizaje permanente también implica reforzar el acceso a
la escolarización y a la capacitación profesional para ayudar a los trabajadores
desplazados por shocks económicos como la COVID-19.

Esta crisis ha demostrado con claridad que tener acceso a Internet es un elemento
fundamental de la capacidad de las personas para continuar su participación en el lugar
de trabajo. Invertir en infraestructuras digitales y cerrar la brecha digital también
permitirá que los grupos desfavorecidos participen de manera importante en la
economía del futuro.

https://economis.com.ar/la-brecha-de-genero-de-la-covid-19/
La brecha de género de la COVID-19

21 julio, 2020 12:13 pm

La pandemia de COVID-19 amenaza con revertir las mejoras registradas en las


oportunidades económicas de las mujeres y en ampliar las brechas de género que aún
persisten, pese a 30 años de progresos.

Un diseño adecuado de las políticas para impulsar la recuperación puede mitigar los
efectos negativos de la crisis sobre las mujeres y evitar nuevos retrocesos en la igualdad
de género. Lo que es bueno para las mujeres es, a la larga, bueno para abordar la
desigualdad de ingresos, el crecimiento económico y la resiliencia.

¿Por qué ha tenido la COVID-19 efectos desproporcionados sobre las mujeres y su


situación económica? Son varias las razones.
En primer lugar, las mujeres tienden a trabajar más que los hombres en los sectores
sociales, como son las industrias de servicios, comercio minorista, turismo y
hospitalidad, que requieren interacciones personales. Estos sectores son los más
afectados por las medidas de mitigación y distanciamiento social. En Estados Unidos, el
desempleo entre las mujeres fue dos puntos porcentuales superior al de los hombres
entre abril y junio de 2020. Debido a la naturaleza de sus empleos, el teletrabajo no es
una opción para muchas mujeres. En Estados Unidos, aproximadamente el 54% de las
mujeres que trabajan en sectores sociales no pueden hacerlo a distancia. En Brasil, es el
67%. En países de bajo ingreso, como mucho solo aproximadamente el 12% de la
población puede trabajar a distancia.
En segundo lugar, las mujeres tienden a trabajar en el sector informal más que los
hombres en los países de bajo ingreso. El empleo informal —que suele remunerarse en
efectivo sin ninguna supervisión oficial— deja a las mujeres con un salario menor, sin
protección de la legislación laboral y sin prestaciones como pensiones o un seguro
médico. Los medios de vida de los trabajadores informales se han visto muy afectados
por la crisis de la COVID-19. En Colombia, la pobreza entre las mujeres ha aumentado
un 3,3% debido a la paralización de las actividades económicas. La Organización de las
Naciones Unidas estima que la pandemia aumentará en 15,9 millones el número de
personas que vive en condiciones de pobreza en América Latina y el Caribe, hasta
situarlo en 214 millones de personas, muchas de ellas mujeres y niñas.
En tercer lugar, las mujeres tienden a realizar más labores domésticas no remuneradas
que los hombres, unas 2,7 horas al día más para ser exactos. Ellas soportan la carga de
las responsabilidades del cuidado familiar derivadas de las medidas de paralización,
como los cierres de escuelas y las precauciones para los padres mayores y vulnerables.
Tras el levantamiento de las medidas de paralización, la vuelta al trabajo de las mujeres
está siendo más lenta. En Canadá, el informe sobre empleo de mayo muestra que el
empleo de las mujeres aumentó en 1,1%, en comparación con el 2,4% de los hombres,
debido a que persisten cuestiones relacionadas con el cuidado de los hijos. Además, en
las familias con al menos un hijo menor de 6 años, es aproximadamente tres veces más
probable que el padre vuelva al trabajo a que lo haga la madre.

En cuarto lugar, las pandemias suponen para las mujeres un mayor riesgo de pérdida de
capital humano. En muchos países en desarrollo, las chicas jóvenes se ven forzadas a
abandonar la escuela y trabajar para complementar el ingreso del hogar. De acuerdo con
el informe del Fondo Malala, el porcentaje de niñas que no asisten a la escuela
prácticamente se ha triplicado en Liberia tras la crisis de ébola y, en Guinea, las niñas
tienen una probabilidad un 25% menor que los niños de volver a matricularse. En India,
desde que entró en vigor el confinamiento de la COVID-19, en los principales sitios
web de matrimonios las nuevas inscripciones han registrado aumentos del 30% ,
debido a que las familias quieren concertar matrimonios que aseguren el futuro de sus
hijas. Sin educación, estas niñas sufren una pérdida permanente de capital humano, lo
que interrumpe el crecimiento de la productividad y perpetúa el ciclo de pobreza entre
las mujeres.

Es fundamental que las autoridades económicas adopten medidas que limiten los efectos
prolongados de la pandemia en las mujeres. Algunas de esas medidas podrían consistir
en ampliar el apoyo a los ingresos de la población vulnerable, preservar los vínculos
laborales, ofrecer incentivos para compaginar el trabajo con las responsabilidades del
cuidado familiar, mejorar el acceso a la atención sanitaria y la planificación familiar y
ampliar el apoyo a las pequeñas empresas y trabajadores independientes. También es
una prioritario eliminar los obstáculos legales que impiden el empoderamiento
económico de las mujeres. Algunos países no han tardado en adoptar algunas de estas
políticas.

▪ Austria, Italia, Portugal y Eslovenia han introducido el derecho legal a la


licencia (parcialmente) remunerada para padres con niños menores de cierta
edad, y Francia ha ampliado las licencias por enfermedad para padres
afectados por los cierres de escuelas que no dispongan de formas alternativas
de trabajo o de cuidado de los niños.
▪ Las mujeres líderes latinoamericanas han creado la «Coalición para el
empoderamiento económico de las mujeres», como parte de un esfuerzo más
amplio a nivel de todo el gobierno para aumentar la participación de la mujer
en la recuperación económica tras la pandemia.
▪ En Togo, el 65% de los participantes en un nuevo programa de transferencias
monetarias móviles son mujeres. El programa permite que los trabajadores
informales reciban donaciones equivalentes al 30% del salario mínimo.

A más largo plazo, pueden formularse políticas que aborden la desigualdad de género
mediante el establecimiento de condiciones e incentivos para que las mujeres trabajen.
Tal como ya se analizó en un blog reciente, son especialmente eficaces las políticas
fiscales con perspectiva de género, como la inversión en educación e infraestructura, los
subsidios para el cuidado de los hijos y los permisos de parentales. Estas políticas no
solo son cruciales para eliminar factores que impiden el empoderamiento económico de
las mujeres, sino que también son necesarias para fomentar una recuperación inclusiva
tras la COVID-19.

También podría gustarte