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Cultura y Educación

Culture and Education

ISSN: 1135-6405 (Print) 1578-4118 (Online) Journal homepage: https://www.tandfonline.com/loi/rcye20

La psicología del arte y los fundamentos de la


teoría histórico-cultural del desarrollo humano

Marcelo G. Lima

To cite this article: Marcelo G. Lima (2004) La psicología del arte y los fundamentos de la
teoría histórico-cultural del desarrollo humano, Cultura y Educación, 16:1-2, 107-112, DOI:
10.1174/1135640041752731

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Published online: 23 Jan 2014.

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La psicología del arte y los fundamentos
de la teoría histórico-cultural del
desarrollo humano
MARCELO G. LIMA
Cepaos

Resumen
En este trabajo se repasan las nociones centrales a las que Vygotski llegó tras sus investigaciones sobre la fun-
ción psicológica del signo, que tuvieron su origen en sus primeros trabajos sobre literatura y arte dramático y que
le llevaron a la concepción de la mediación semiótica del desarrollo humano. La mediación semiótica abarca
tanto las funciones cognitivas como la dimensión afectiva, los sistemas de relación y acción; y el despertar de la
función simbólica, que modifica el campo de acción posible del niño, sus intereses y hasta su comportamiento.
El autor propone que el objeto de la psicología del arte es para Vygotski el estudio del comportamiento estéti-
co, desde la producción a la recepción, pero centrado en la estructura psicológica de la obra de arte y su objetiva-
ción, de manera que le fuera posible examinar la obra de arte como un “sistema de estímulos” específico. Para
Vygotski, la principal función del signo artístico es la de socializar la emoción. El signo artístico sería un signo
virtual de la emoción. El papel de la imaginación creadora, estaría, por tanto, relacionada con las estructuras
internas del sujeto y con la plasticidad de su mundo interior.
Palabras clave: Mediación semiótica, socialización de las emociones, Vygotski, arte.

Psychology of art and bases of cultural-


historical theory in human development
Abstract
The paper reviews Vygotsky’s central tenets, which he reached as a result of his research work on the psycho-
logical function of the sign. These were based on his initial work on literature and dramatic art and lead him
to conceiving the semiotic mediation of human development. Semiotic mediation encompasses both cognitive func-
tions and the affective dimension, together with relation and action systems, and the awakening of the symbolic
function that modifies children’s possible field of action their interests, and even their behaviour.
For Vygotsky the aim of Psychology of Art is the study of aesthetic behaviour, from production to reception,
but centred on the psychological structure of the work and its objectification, so that it is possible to examine it as
a specific “system of stimuli”. The main function of the artistic sign for Vygotsky is to socialise emotion. Artistic
sign would be a virtual sign of emotion. The role of creative imagination would therefore be related to the sub-
jects’ internal structures and to the plasticity of their internal world.
Keywords: Semiotic mediation, socialization of emotions, Vygotsky, art.

*Traducción del portugués: Zoe López.


Correspondencia con el autor: Cepaos. Rua Benito Juarez 107. 04018-060 São Paulo (Brasil). E-mail:
marceloguimaraeslima@yahoo.com.br

© 2004 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 1135-6405 Cultura y Educación, 2004, 16 (1-2), 107-112
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La noción de mediación semiótica del desarrollo humano es una de las nocio-


nes centrales de la teoría histórico cultural inaugurada y desarrollada por
Vygotski. El despertar de la función simbólica, analizada principalmente a tra-
vés de las modificaciones que el surgimiento del lenguaje provoca en el compor-
tamiento y las capacidades mentales, intelectuales y emocionales del niño, modi-
fica cualitativamente la relación del niño con el mundo que le rodea y consigo
mismo, al modificar de modo sistemático su campo de acción posible, sus intere-
ses y su comportamiento, y sustituye las estructuras sensorio-motrices e intelec-
tuales del período pre-lingüístico por nuevas combinaciones entre capacidades
presentes y posibilidades futuras, y de este modo, modifica radicalmente la natu-
raleza y dirección del proceso de desarrollo humano.
El surgimiento de la función simbólica, de la producción y la manipulación
de signos, introduce en la relación entre el sujeto y la realidad que lo rodea un
tercer elemento. El signo tiene en este proceso la función de distanciar al ser
humano de su contexto natural inmediato, a nivel externo y a nivel interno. Es
decir, la mediación del signo se contrapone al automatismo de la percepción y de
la relación inmediata estímulo-respuesta, a la dependencia del universo empírico
inmediatamente presente, a las restricciones que el contexto inmediato impone
en las formas de comportamiento y de resolución de las tareas de organización de
las acciones necesarias y a la supervivencia a nivel individual y a nivel colectivo, y
de este modo, posibilita una radical modificación interna de estructuras y proce-
sos, suponiendo la creación de un contexto operacional nuevo para el ser huma-
no. La manipulación de signos es una manipulación indirecta de la realidad
externa e interna. El proceso simbólico sustituye la acción en lo real y contribuye
así a extender en el tiempo y a re-orientar los procesos perceptivos y cognitivos,
modificando las posibilidades de intervención en la realidad, y por tanto, la efi-
cacia de la acción.
El signo tiene como característica lo que podríamos denominar una alteridad
dialéctica: es vehículo del significado, sustituto, tercer elemento, vaso comuni-
cante. El signo es un mediador de una relación que su propia función define y
que reproduce en último término, de un lado la función del sujeto (“dador” de
sentido) y de otro la función del objeto (“poseedor” de una identidad o significa-
ción propia), entre la cosa significada y el intérprete, relativizando y dialectizan-
do los términos de la relación.
Vehículo de la comunicación, la estructura dual del signo existe en el mundo
objetivo de la percepción como objeto “interno” del significado, y se caracteriza
como una especie de, por así decir, puente entre “dos realidades”. El signo es en
sí mismo elemento de un diálogo de la conciencia consigo misma, como apuntó
Vygotski, un diálogo con sus materiales y sus procesos.
La mediación es, inicialmente, una relación instrumental: el niño actúa en la
realidad por intermediación del adulto. Dialécticamente, la eficacia de la acción
estructura lo real posible, que es constituido a través de la respuesta del adulto.
Este define la realidad del niño por su acción-reacción en el proceso educativo.
En este sentido el primer diálogo sería el de la acción. El lenguaje se constituye
en el universo del niño en un primer momento como instrumento auxiliar inme-
diato en el contexto de la acción mediada. La eficacia del instrumento lingüístico
se impone primeramente en este contexto contribuyendo, más adelante, a modi-
ficarlo. La utilización de los signos modifica el universo perceptivo del niño,
modifica la relación entre las funciones mentales, modifica incluso la naturaleza
de los procesos mentales. El uso de signos efectúa el tránsito de las funciones psi-
cológicas inferiores a las superiores, caracterizadas éstas por su naturaleza social,
cultural e histórica. Las funciones psicológicas superiores se forman a través del
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diálogo y de los intercambios sociales y se definen, en la brillante formulación de
Vygotski, en un proceso de interiorización de estas relaciones.
La investigación de la función psicológica del signo en Vygotski tiene como
origen, y en cierto modo, como matriz conceptual inicial, sus investigaciones
sobre literatura y arte dramático, que ocuparon el primer período de su desarro-
llo intelectual y condujeron al joven investigador del dominio estético a un inte-
rés creciente hacia la psicología científica como llave para la comprensión de
algunos aspectos centrales de la creación artística y del comportamiento estético.
En este sentido, examinar la psicología del arte de Vygotski nos ayuda a com-
prender el alcance de la teoría histórico-cultural del desarrollo humano que,
como teoría global, tiene como meta el conocimiento del hombre concreto, con
vistas, a través del análisis científico, a restituir en una síntesis dialéctica su obje-
to en la complejidad de sus determinaciones específicas y universales.
La teoría de Vygotski ha sido denominada metapsicológica, y lo es efectiva-
mente, en el sentido en que su exigencia fundamental es que el conocimiento
debe restituir la totalidad del objeto, es decir, el objeto en la totalidad concreta
de sus determinaciones. Exigencia que se traduce en el embate constante de la
psicología contra sus propios límites. La psicología se convierte así en ciencia crí-
tica, en conocimiento de su objeto específico y conocimiento de la psicología,
donde la cientificidad de una disciplina dedicada al conocimiento de lo real
humano implica la conciencia –que sobrepasa en todo momento–, de la relación
mutua y constante entre “cuestiones de hecho” y “cuestiones de método”. En la
perspectiva dialéctica de Vygotski (lo que hoy llamamos de “interdisciplinarie-
dad”, a menudo entendida como un simple conjunto de conocimientos de fuen-
tes diversas), significa el propio movimiento incesante del conocimiento en
dirección a lo real, modificándolo cualitativamente y no sólo cuantitativamente.
Las llamadas disciplinas científicas, sus relaciones, sus fronteras, sus estructuras
internas, sus “identidades”, se ven modificadas en la medida en que la historici-
dad de lo real, la realidad en proceso, implica la historicidad de la ciencia (o sea,
dialécticamente la “fusión” de identidad y no identidad del conocimiento, conti-
nuidad y discontinuidad del desarrollo científico).
La investigación psicológica del arte de Vygotski es ejemplar en este sentido.
Con todas las limitaciones de una obra inicial, de un “primer esbozo” en cierto
sentido, de una problemática que se ampliará en el dominio de la psicología del
desarrollo, asume claramente la exigencia dialéctica de dar cuenta de su objeto
en la totalidad de sus múltiples determinaciones. La psicología del arte de
Vygotski se niega a reducir su objeto, lo enmarca en la perspectiva disciplinar
(establecida en un contexto histórico particular de desarrollo de la psicología)
que el análisis reveló claramente insuficiente. Al contrario, su psicología del arte
pretende ampliar la perspectiva psicológica teniendo en cuenta las dificultades,
insuficiencias y contradicciones que su propio objeto le revela y las articulaciones
que se hacen, por tanto, necesarias, entre la psicología y los demás dominios de
conocimiento que pretenden, igualmente, bajo perspectivas diversas y múlti-
ples, analizar la obra de arte. Uno de los aspectos de la teoría de arte es la crítica
del arte, en concreto, la teoría y crítica de arte del formalismo ruso. La crítica de
Vygotski al formalismo extrae de éste, desde una perspectiva conformada por el
marxismo, su “contenido de verdad”. Éste sirve para fertilizar, para ampliar la
perspectiva psicológica. En este proceso se delimitan igualmente, y de modo
más riguroso, las competencias, perspectivas, las problemáticas específicas de las
diferentes disciplinas y campos de conocimiento, sin que esta delimitación
implique la fragmentación del objeto y del conocimiento objetivo.
Desde el punto de vista del marxismo, la psicología se define, para Vygotski,
en contraposición al estudio de la ideología. El objeto de la psicología no es el
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producto ideológico como tal, ni tampoco el proceso ideológico (en la medida en


que ambos, producto y proceso, requieren de una perspectiva sociológica general
para su comprensión), sino la realidad psicológica individual, socialmente constitui-
da, su estructura y sus procesos. Procesos que se constituyen como elemento media-
dor entre las formas de vida, las formas de acción objetivamente estructuradas a
partir de la “base” económica, dominio del inconsciente social; y la superestruc-
tura, reguladora “auxiliar” de la conducta, productora de conciencia, de las iden-
tidades vividas, esfera de la ideología como realidad objetiva en primera instan-
cia. Para Vygotski, la psicología, así entendida, tiene su lugar constituido en el
sistema marxista del conocimiento y se articula con la perspectiva sociológica,
sin con todo, llegar a disolverse en ella.
Para Vygotski, si la psicología del arte estudia el comportamiento estético,
englobando tanto la producción como la recepción de la obra de arte, su objeto se
destaca del fondo de las experiencias vividas, de la complejidad de los procesos y
funciones psicológicas diversas (cognitivas, perceptivas, emocionales), y de sus
múltiples aspectos contextuales, materiales diversos, condiciones y condiciona-
mientos objetivos (sociales, culturales, ideológicos) dentro de la multiplicidad y
heterogeneidad envueltas en la experiencia artística “real”. El objeto de la psico-
logía del arte es la estructura psicológica de la obra, que se distingue de la de los
sujetos –productor y consumidor de arte–, en la medida en que a través de ella es
posible aislar los elementos y procesos psicológicos “puros” del comportamiento
estético. No se trata de subjetivizar la obra de arte (que obviamente no es portado-
ra de una psique propia), sino de objetivar la experiencia estética por medio de
un constructo que va a permitir el examen de la obra de arte como “sistema de estí-
mulos” específico.
Aquí, la dimensión semiótica del análisis vygotskiano del arte se articula y se
redimensiona en aquello que constituye la originalidad de la psicología históri-
co-cultural: la consideración de la génesis, fundamentación y desarrollo social e
histórico de la función semiótica. A través de esta dimensión semiótica, la psico-
logía se descubre a sí misma como ciencia de la realidad socio-histórica del hom-
bre, abarcando desde su punto de vista específico productos y procesos objetivos
en la consideración de los sistemas semióticos diversos del lenguaje, de las artes,
de las técnicas; en suma, de la cultura como proceso histórico de auto-formación
de la especie. La realidad significada es el medio de desarrollo psicológico del
sujeto.
En el análisis de la obra de arte, la función del signo artístico se revela, para
Vygotski, como la de socializar la emoción, de traer al círculo de la vida social los
aspectos más íntimos de la experiencia humana. El arte es, en la definición de
Vygotski, la “técnica social de la emoción”. Esta noción de arte como técnica nos
remite al formalismo ruso, en el que la definición de arte como técnica o procedi-
miento se relaciona con la noción fundamental de extrañamiento como efecto
esencial de la obra de arte. El extrañamiento es igualmente medio y objetivo del
procedimiento artístico.
La obra de arte tiene como función restituir en cuanto actividad la relación del
sujeto sensible con lo real, relación cuya tendencia en la vida cotidiana a consti-
tuirse como pasiva es constante, en gran parte debido al hábito, a la rutina y a la
pobreza sensible de la vida contemporánea. Contra la reificación de la sensibili-
dad, el arte es para los formalistas rusos una experiencia incomún, que pretende
desfamiliarizar lo real, para, de este modo, forzar la reestructuración de la expe-
riencia del sujeto. La pertinencia del cuestionamiento por los formalistas rusos
de los errores categoriales de las concepciones tradicionales del arte es reconocida
por Vygotski. Al revelarse efectivamente contra, entre otros, la sociología vulgar
o sociologismo, y la psicología vulgar o psicologismo (que es incluso sentimentalismo),
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en la interpretación de la obra de arte, el formalismo se emplea a fondo en el
combate. Y a pesar de su eficacia polémica, las limitaciones del pensamiento for-
malista, su concepción demasiado restringida de las relaciones entre el arte y su
“otro”, terminan por aislar el arte de su raíz cultural. Para los formalistas, la
forma (en tanto estructura o proceso de estructuración) de la obra de arte es el
elemento que define, que diferencia el dominio del arte y de sus efectos. La mate-
ria o contenido de la obra de arte (el elemento de la experiencia vivido como tal,
o sus contenidos culturales, incluyendo los contenidos cognitivos) es elemento
subordinado, auxiliar, pasivo y, en cierto sentido, indiferente para la determina-
ción esencial de la obra y su efecto artístico esencial: el extrañamiento. Podemos
decir que la noción formalista de extrañamiento es redimensionada en Vygotski
y se sitúa en la génesis de su explicación de los efectos y de la contribución de la
experiencia estética en la vida emocional del sujeto.
Así como el signo lingüístico sería el pensamiento convertido en virtual, esto
es, dispuesto y por tanto, redimensionado en su fundamento temporal y su efica-
cia, el signo artístico sería un signo virtual de la emoción. La emoción formaliza-
da es, no simplemente la emoción vivida, sino la emoción objetivizada (identifi-
cada e igualmente transformada, vivida “nuevamente”, siendo al mismo tiempo,
una emoción inédita). Se trata de emoción dispuesta (virtualizada), objeto posi-
ble de un conocimiento sui generis que se integra en el proceso social de auto-
conocimiento del sujeto. En este sentido, el arte es para Vygotski la “organiza-
ción del comportamiento futuro”. Su efecto en la vida emocional no será nunca
un efecto instrumental inmediato, sino indirecto (proceso en el tiempo): el efecto
de mediación de lo subjetivo por la forma en cuanto materia formalizada. En este
sentido el arte es igualmente mediación de la naturaleza en la cultura, y de la
cultura en la naturaleza.
El choque sensible de la obra de arte en la concepción formalista es reelabora-
do en la psicología del arte de Vygotski en cuanto conflicto emocional entre la
forma (estructura) y el contenido (materia). La emoción en la obra está relaciona-
da no sólo con el contenido (“significado”) sino también con la forma (“signifi-
cante”), en la medida en que la “integración” entre ambos aspectos de la obra, la
adecuación de la forma al contenido y viceversa –lugar en el que la estética clási-
ca descubrió el principio de “armonía” de la obra–, se revela en realidad como un
proceso conflictivo (es decir, “dialéctico”), en la medida en que la dimensión
emocional de la obra no es simplemente una propiedad exclusiva del contenido
(por ejemplo, los hechos en la narrativa), si no que la forma trae en sí su propio
significado emocional, “independiente” del contenido (por ejemplo, en el modo
de presentación de los hechos en la narrativa).
El choque emocional de la obra de arte (que Vygotski identifica con la expe-
riencia de catarsis) contribuye a redimensionar la experiencia emocional del suje-
to. Es necesario destacar que al hablar de “choque”, no nos referimos a la intensi-
dad de la emoción por sí misma, si no a una cualidad específica de ésta en el proce-
so de apreciación estética. La catarsis artística es igualmente la superación del
conflicto; la síntesis emocional que tiene por objetivo liberar energías emociona-
les suplementarias (de origen tanto biológico como social) que, según Vygotski,
no encuentran salida en la vida cotidiana. A través del arte se estructura y se
manifiesta la supervivencia individual, es decir, aquella dimensión de posibilida-
des del ser humano individual en contraste y, al mismo tiempo, ligada a la vida
actual.
Así, la noción de mediación semiótica del desarrollo psicológico en Vygotski,
engloba no sólo las funciones cognitivas, sino también la dimensión afectiva, los
sistemas de relación y de acción. El papel de la imaginación creadora es evidente
en los productos de la ciencia, de las técnicas y de las artes. La vida imaginativa
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del arte está relacionada con la plasticidad del mundo interior, de las estructuras
internas del sujeto. Dialécticamente, el ser humano es capaz de transformar el
medio, de humanizar la naturaleza, porque es capaz de transformarse a sí mismo.
Y esta transformación no se daría sin la participación del arte.

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