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La firma

Elvira sólo sabía que tenía prisa. Además, estaba molesta. Alguien le había estado
dando la lata. Corría a contrarreloj hacia la feria del libro en El Retiro. Tenía que llegar
a tiempo para que María Dueñas le firmara... ¿el teléfono?… Bueno...

En el metro observó que todos miraban el móvil. Sacó el suyo y vio incontables
llamadas. «¿Y quién es Sonia?», se preguntaba. De pronto le restaba importancia y
seguía pensando en la feria del libro. Tenía que llegar a tiempo para la firma de “El
tiempo entre costuras”, eso sí.

Llegó al paseo del Duque Fernán Núñez y no había nada. Se preguntaba ¿dónde
estaba la feria? ¿Se había acabado? ¿Acaso no había corrido lo suficiente? Claro, todo
lo que puede correr una sexagenaria.

De pie, en la inmensidad del parque, sin saber qué hacer... Tras varios minutos
apareció Sonia detrás de ella con el libro de Dueñas en la mano y, con un gesto muy
cariñoso, le dijo: «Mamá, hace una semana que terminó la feria y estuvimos aquí en la
firma. ¿Te acuerdas?». Elvira reconoció la voz de su hija y el cálido tacto de su mano
sobre su hombro, y pensó: «¡Puto alzhéimer!».

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