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Historia natural de una enfermedad

Autor de la entrada

Por Dr. Giordano Pérez Gaxiola

Fecha de la entrada

junio 30, 2009

1 comentarioen Historia natural de una enfermedad

Se le llama historia natural de una enfermedad al curso de acontecimientos que ocurren en el organismo
humano desde que se produce la acción secuencial de las causas componentes (etiología) hasta que se
desarrolla la enfermedad y posteriormente ocurre su desenlace (curación, estado crónico o muerte).

La historia natural se refiere, en pocas palabras, a lo que le pasaría a un ser humano enfermo si no
recibiera tratamiento. Cuando se da tratamiento, se le llama curso clínico.

Entender la historia natural de las enfermedades, permite al médico confirmar diagnósticos, conocer
medios de prevención, dar pronósticos, y tener una estimación del resultado que tendrá con algún
tratamiento específico.

Por ejemplo, el pediatra conoce la historia natural del resfriado común. Al entender esto, sabe que
existe una probabilidad extremadamente alta de que la enfermedad se autolimite y que los
tratamientos que él pueda dar muy probablemente no modificarán la duración de los síntomas.
Entonces, el médico pone en la balanza si es necesario tratar de aliviar los síntomas con medicamentos
que pudieran tener algún efecto secundario o mejor esperar a que el cuadro se cure solo.

Ahí es cuando se pone en juego la paciencia y la confianza del enfermo, o de los papás del enfermo.
Recuerda que las enfermedades pueden tener periodos sin síntomas, periodos con signos claros de
algún diagnóstico, y cambios en su evolución posterior. Así que antes de cambiar de médico, o peor aún
de estar rebotando de médico en médico, trata de mantener una excelente comunicación con tu
pediatra, para que entiendas las razones del porqué les está dando o dejando de dar algún tratamiento,
pidiendo o evitando pedir exámenes, o sólo vigilando la evolución.

Una firme relación médico paciente va más allá que cualquier medicamento moderno.
La naturaleza de la enfermedad: sumisos y enfermos
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Como colonizadores de nuevos espacios, nos hemos ubicado en el mapa que otros elaboraron con
esfuerzo interdisciplinar, y hemos explorado el territorio, y una vez más la experiencia nos confirma que
son múltiples las razones, diversas las causas, que explican un fenómeno tan complejo y multifacético
como es la enfermedad.

Salud y enfermedad forman parte de una dialéctica que tiene su origen en la vida misma y en las fuerzas
que la generan y expanden.

La enfermedad generalmente tiene un abordaje unilateral dependiendo del profesional que la trata:

Conjunto de síntomas que hay que combatir con fármacos, cirugía, manipulaciones, punturas, etc…

Origen emocional, mental y/o espiritual de las patologías a tratar con métodos introspectivos y
psicoterapéuticos.

Déficit bioquímico derivados de la alimentación y los hábitos a tratar naturopáticamente.

Etc…

De este modo podemos encontrar diversos puntos de vista unidireccionales que son incapaces de
mostrarnos el puzzle completo de la realidad, incapaz de darnos una visión integradora.

La enfermedad, en ese mapa del territorio, podríamos ubicarla en la confluencia de cuatro flujos
generales:

El individuo y su mundo interno: el ego subjetivo, objeto de estudio de la psicología y la espiritualidad.

La cultura como manifestación interna de una colectividad: idiosincrasia y modelos psicoafectivos


colectivos, objeto de estudio de la antropología y la sociología.

La naturaleza como marco externo objetivo de la realidad manifiesta: las leyes de la naturaleza en todos
sus aspectos, objeto de estudio de la ciencia.
La sociedad como manifestación externa de una colectividad: clases sociales, modelos de gobierno,
legislación, formas de ocupación territorial y arquitectura, medios de producción, religiones
institucionales, etc.., objeto de estudio de la política y la economía.

En el centro, recibiendo la impronta de esos flujos, aparecen la enfermedad y la salud, pares de


opuestos y complementarios en constante proceso dialéctico .

Estos flujos, dada su imbricación, difícilmente podemos desgajarlos unos de otros, siendo cualquier
abordaje parcial solo paliativo, nunca resolutivo.

Los individuos, por lo general, son estructuras perfectas en su diseño, que nacen para la vida y su
proceso de constante superación de obstáculos y retos. Nacemos con la capacidad de autorregularnos y
sobrevivir en las más diversas circunstancias, pudiendo superar las adversidades y las condiciones
externas del medio y mantener el equilibrio. Nuestros sistemas orgánicos, en esta relación dinámica con
el medio, se perfilan y mejoran , sutilizando cada vez mas sus respuestas e incrementando sus recursos.

Como individuos estamos constituidos por diversas capas: físicas, emocionales y mentales, que, como
tratan de demostrar las últimas investigaciones interdisciplinares, tienen mucho que ver en su
desarrollo, con nuestro substrato biológico, y en concreto con el hecho de que somos organismo
animales, mamíferos. Este detalle es crucial para entender el funcionamiento de nuestros cuerpos,
nuestras emociones y nuestra forma de pensar.

En la profundidad de toda esta panorámica subyace, abrazando todas las capas y aspectos, nuestra
naturaleza trascendente o espiritual que recurre a todos estos flujos con el fin de motivarnos a avanzar
hacia el encuentro de nuestro Ser Esencial. De este modo, el Espíritu, se va a manifestar, desde esa
profundidad, a través de pulsiones, generalmente inconscientes, que nos empujan, misteriosamente y
aunque nos pese, a caminar en alguna dirección.

Diferentes autores hablan de estas pulsiones tratándolas desde diferentes ópticas, no relacionadas con
nuestra naturaleza trascendente. Nosotros hemos elegido por gráficas y sencillas las postuladas por la
psicología humanista: Libertad, Amor y Poder, entendiendo este último como la voluntad.

Estas tres pulsiones innatas se complementan e intercalan en cada individuo, aunque el peso de una de
ellas sea mas determinante dependiendo del caso. Libertad, amor y poder forman un triangulo que
podríamos relacionar con pensamiento, sentimiento e instinto, con espíritu, alma y cuerpo, con aire,
fuego y agua, o con muchas otras triadas enunciadas por las diferentes tradiciones espirituales del
planeta. Realmente podríamos representarla gráficamente como pulsiones anidadas:

La libertad englobando al amor y al poder, el amor a su vez englobando al poder, y el poder


configurando el núcleo de este gráfico. La ausencia de una de estas capas haría perder coherencia al
conjunto y finalmente toda la construcción se derrumbaría, dejando de tener sentido su existencia.

Resumiendo:

Somos mamíferos humanos con estructuras orgánicas que también engloban capas instintivas,
emocionales e intelectuales.

Tenemos una naturaleza espiritual que emerge aparentemente sin una estructura clara, a modo de
intensas pulsiones motivacionales.

Como especie social, nacemos en entornos culturales que condicionan conductas y formas de relación
interpersonal, producto, sin duda, de una estrategia evolutiva para la supervivencia, viables en su
momento pero que hoy pueden representar un lastre del pasado que frena nuestro desarrollo y
evolución como humanidad.

A su vez, individuo, naturaleza y cultura se ubican en sociedades concretas con formas de manifestación
muy diferente ( tecnocráticas, industriales, agrarias, primitivas, etc..), que terminan por definir un
estrecho corsé para el individuo nacido, verdaderamente, para la libertad, el amor y el ejercicio de su
voluntad (poder personal).

En esa línea de razonamientos, grandes científicos e investigadores de la talla de H. Laborit y M. Odent,


ambos europeo, concluyen que el origen de toda patología es la inhibición de la acción (H. Laborit, La
Paloma asesinada) o , lo que es lo mismo, la sumisión (M. Odent. El bebe es un mamifero).

El animal humano, en vías de ser humano, ha nacido para desarrollar su bien personal *, y se apoya en
esas tres pulsiones citadas para conseguirlo, aunque en el camino nos podemos quedar estancados,
colapsados, paralizados, sometidos por agentes externos que sobrepasan nuestras posibilidades de
autorregulación y agotan nuestros recursos, abocándonos a una vida precaria más próxima a la
enfermedad que a la salud. Nacidos para desarrollarnos libres y crecer en conciencia, en amplitud y
profundidad , la sumisión nos enferma .

*concepto haptonómico (haptomomía: ciencia de la afectividad) que define muy bien que hemos venido
a hacer aquí.

Otro europeo, el Dr. Hamer, relaciona las patologías con conflictos biológicos derivados de nuestra
herencia evolutiva como seres vivos y propone resolver la enfermedad descodificándola, tomando
conciencia del origen de estos conflictos y vivenciando las situaciones conflictivas desde una capa más
humana. Muy interesante, aunque duro de aplicar y de hacer entender al resto de la comunidad
científica y especialmente a los pacientes que quieren una solución, casi mágica, ¡ya¡.

Tanto Laborit como Odent, en sus investigaciones, ven claro que el poder patológico de la sumisión y el
colapso se drena a través de la agresividad, la sexualidad y el ejercicio físico, permitiendo al organismo
aliviar la carga tóxica del sometimiento y mantener el equilibrio, aunque de forma precaria, con relativo
éxito. Esto explicaría la explosión de violencia en la que vive la sociedad humana. Las aportaciones de
estos tres autores, citados anteriormente, nos parecen fundamentales para entender, en toda su
extensión, el concepto de enfermedad o patología:

Dr. H. Laborit: Expone su concepto de síndrome de inhibición de la acción (SIA), describiendo los
circuitos neuroendocrinos responsables del síndrome y las implicaciones autonómicas del mismo.
Concluye que la inhibición de la acción es el origen de toda patología y como la agresividad y otros
factores aminoran el efecto negativo del SIA.

Dr. M. Odent: Acuña el concepto de Salud Primal o Primaría, en relación al periodo que transcurre desde
la gestación hasta la primera infancia y sus implicaciones en la salud del individuo a largo plazo. Es el Dr.
Odent quien dice que la sumisión es el origen de toda enfermedad, dando mucha importancia a nuestro
legado biológico mamífero para entender nuestras reacciones organísmicas en el proceso de la vida.
Para él es crucial el periodo de gestación, el parto y toda la etapa perinatal, pues condiciona al adulto de
mañana.

Dr. Hamer y escuelas afines: Su aportaciones se centran en la importancia del conflicto biológico,
relacionado con nuestros ancestros evolutivos, en la génesis de la enfermedad y con la necesidad de
descodificar las patologías para resolverlas definitivamente.

Un individuo saludable, con mayúsculas, debe ser capaz de relacionarse con sus pulsiones profundas y
permitirse desarrollar su bien personal, sometiéndose tan solo a esas realidades metafísicas que
llamamos el poder del absoluto, la fuerza del cielo, la fuerza de lo innombrable, el Tao, Dios, Allah, etc…,
que es como decir regirse por los ritmos y leyes de la naturaleza o de la creación.

Para ello solo nos cabe armonizar nuestro medio interno con el medio externo:

Manifestando el poder de la firmeza que nos da nuestra voluntad, trazando el rumbo del viaje.

Haciendo uso de la flexibilidad, comprensiva y tolerante, que nos concede el amor, permitiéndonos
navegar entre los obstáculos y bajo la tempestad, y disfrutar del apasionante proceso de la vida.

Consiguiendo de este modo la total adaptabilidad, que es sinónimo de libertad, sin perder nuestra
autentica naturaleza que no tiene forma.

Bibliografía recomendada:

La paloma asesinada, Henri Laborit, Edit. Laia, Barna 1986

El bebe es un mamífero, Michel Odent, Edit. Ob Stare

Una teoría del todo, Ken Wilber, Edit. Kairos

El cuerpo como herramienta de curación, descodificación psicobiológica de las enfermedades, Christian


Fleche, Edic. Obelisco

El origen emocional de las enfermedades, guía práctica para identificar la causa psicológica de los
trastornos de salud, Christian Fleche, Edic. Integral.

La pandemia expone la naturaleza humana

Un grupo de destacados científicos con experiencia desde la medicina evolutiva hasta la evolución
cultural, proporciona información sobre la pandemia y sus secuelas

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Autor/a: Edited by Michael S. Gazzaniga Fuente: PNAS https://doi.org/10.1073/pnas.2009787117 The


pandemic exposes human nature: 10 evolutionary insights
INDICE: 1. Primera parte | 2. Segunda parte

Primera parte

Resumen

Los seres humanos y los virus han evolucionado conjuntamente durante milenios. El síndrome
respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19) ha tenido un éxito
particular en eludir nuestras defensas evolucionadas.

El resultado ha sido trágico: en todo el mundo, millones se han enfermado y cientos de miles han
muerto. Además, la cuarentena ha cambiado radicalmente la estructura de nuestras vidas, con
devastadoras consecuencias sociales y económicas que probablemente se prolonguen durante años.

Una perspectiva evolutiva puede ayudarnos a comprender la progresión y las consecuencias de la


pandemia. Aquí, un grupo diverso de científicos, con experiencia desde la medicina evolutiva hasta la
evolución cultural, proporciona información sobre la pandemia y sus secuelas.

En el nivel más granular, consideramos cómo los virus pueden afectar el comportamiento social y cómo
la cuarentena, irónicamente, podría hacernos susceptibles a otras enfermedades, debido a la falta de
exposición microbiana.

A nivel psicológico, describimos las formas en que la pandemia puede afectar el comportamiento de
apareamiento, la cooperación (o la falta de ella) y las normas de género, y cómo podemos usar el
disgusto para activar mejor la “inmunidad conductual” nativa para combatir la propagación de
enfermedades.

A nivel cultural, describimos las normas culturales cambiantes y cómo podemos aprovecharlas para
combatir mejor las enfermedades y las consecuencias sociales negativas de la pandemia.

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