Max Weber: En la perspectiva de Max Weber, la política es lucha, la
violencia es su medio específico y la guerra su expresión más sublime. Así y todo, no es posible reducir la perspectiva weberiana a la de un nacionalismo belicista, debido a que su concepción de lo político como lucha queda contaminada por la inoculación de un sentido de culpa, que da lugar a una concepción trágica de lo político. Este artículo se dedica a comprender el concepto de lo político weberiano, identificando la tensión inherente entre lucha y culpa. Para esto se interroga -de la mano de Leo Strauss- cómo opera la culpa en la concepción weberiana de lo político. Luego se rastrea -en una lectura evolutiva- la aparición de la culpa política en la obra de Weber. Esto permite identificar que el concepto weberiano de lo político adquiere su carácter trágico en virtud de la adopción de elementos característicos de la esfera religiosa. De allí se extraen una serie de conclusiones relativas a la obra política de Weber y a la teoría política en general. Hannah Arendt:
La propuesta de Arendt para nuestro futuro inmediato,
es la de repensar la condición política en función del poder de la igualdad humana, cuya exigencia es integrar el respeto a la radical singularidad que nos diferencia a los seres humanos, unos de otros, radicalizando la única libertad posible, la libertad subjetiva: es decir, una democracia para “solitarios solidarios”, en donde el verdadero poder es siempre consecuencia de una acción conjunta y compartida dentro del espacio y el tiempo determinados por todos los hombres que se sienten a la vez distintos, pero iguales. Jean Jacques Rousseau Rousseau plantea la necesidad de regresar a las pequeñas agrupaciones sociales, es decir, reivindica el regreso a la Ciudad- Estado. Consideraba que el pueblo soberano no puede estar representado, que no puede delegar su autoridad ni sus derechos a gobernarse. El pueblo debe gobernar por sí mismo y directamente y, como supone que tal cosa sólo puede lograrse en una sociedad lo bastante pequeña para que todo el pueblo pueda concurrir a la Asamblea, vuelve otra vez a la Ciudad-Estado como la única forma en que los términos del contrato social pueden ser cumplidos cabalmente. Y agrega Rousseau que "no basta con tener ciudadanos y con protegerlos; es preciso además cuidar de su subsistencia. Satisfacer las necesidades públicas es una consecuencia evidente de la voluntad general y el tercer debate esencial del gobierno" (Rousseau 1985, 34). Rousseau estableció que la voluntad popular es el único fundamento de la organización política. Es defensor de la soberanía popular que considera debe ser expresada en Asambleas y niega la representación popular a la que considera ha de llevar fatalmente al dominio de la mayoría por los representantes populares. Según el autor las distintas formas de gobierno tienen su origen en las diferencias que se presentan entre los particulares en el momento de constituir el gobierno. "Si existía un hombre eminente en poder, en virtud, en riqueza o en crédito, en ese caso fue elegido él solo magistrado y el Estado se convirtió en monárquico. Si muchos, más o menos iguales entre sí, destacaban sobre los demás, entonces fueron elegidos de modo conjunto y surgió una aristocracia. Aquellos cuya fortuna o talentos eran menos desproporcionados y habían alejado menos del estado de naturaleza, conservaron en común la administración suprema y formaron una democracia. El tiempo verificará cuál de estas formas era la más ventajosa para los hombres" (Rousseau 1989, 193). El concepto de sociedad civil en Rousseau indica además de la condición política de los hombres asociados, el carácter progresivo y civilizado del vivir social moderno, contrapuesto a la sencillez del modo de vida natural de los salvajes. Para Rousseau la historia de la civilización precede y pone a la cabeza la institución de los estados. La sociedad civil de Rousseau resume primero lo económico y lo técnico y finalmente político. Por eso el tercer momento del esquema del autor es la república.
John Locke” Padre del Liberalismo Clásico”.
Para John Locke, la relación entre el gobierno
y los ciudadanos queda definida como mandato, es decir, como el encargo de una tarea. Mediante el pacto se constituye la sociedad civil y, posteriormente, el pueblo se constituye en asamblea y elige un gobierno al que confía una tarea.
Según el filósofo, el poder del Estado no
puede estar concentrado en los mismos y simples representantes, más bien al contrario: la garantía de que no se produzca abuso de poder parte de una estricta división del mismo en tres ámbitos diferenciados que deben ser detentados por personas distintas.
La división de poderes se estructura, según Locke, de la siguiente manera:
El poder legislativo constituye el poder supremo en sentido estricto, pero
no es un poder absoluto: tiene que responder de la confianza puesta en él y respetar la ley moral natural. El poder ejecutivo es el encargado de realizar los mandatos del legislativo. El poder federativo es encargado de la seguridad del Estado y de las relaciones con el exterior.
Para John Locke, el poder judicial no es un poder independiente, siendo sólo un
aspecto del ejecutivo.
Mi concepto de política.
Desde mi punto de vista la política es el conocimiento de los asuntos que le
corresponde a un país, y el deber de los ciudadanos de conocer sus derechos contemplados en sus leyes. La persona que aspire a ser un líder para la colectividad debe de saber expresarse, ser claro en trasmitir sus planteamientos para obtener el respeto.