Hablando del estatus moral de los animales, pensar en ello brinda la posibilidad de hacer inteligible la conexión entre los derechos de los animales y su estatus moral, aun si los animales no pueden expresar que tienen un estatus moral. Justin Sytsma y Edouard Machery plantean dos fuentes de la entidad moral: la complejidad en las capacidades cognitivas y la sensibilidad. Los animales buscan cumplir un ciclo de vida y tienen interés propios dictados por su composición biológica, además, son seres sintientes, son capaces de sentir dolor (estados físico) y sufrimiento (estado mental); su instinto los hace capaces de generar estrategias, prestan atención a su entorno, aprenden de otros, se relacionan con otras especies, y son capaces de resolver problemas, por lo tanto, son inteligentes y conscientes. Es por todo esto que los animales cumplen con las características suficientes para ser considerados moralmente. Los abolicionistas nos dicen que debemos limitar por completo nuestra utilización de los animales como instrumentos, deshacernos de todas las prácticas humanas en las que sólo se considera el valor instrumental de los animales, mientras que en el reformismo podría considerarse como un punto medio, en el que se asume que los límites no son tan extensos como para justificar abolir todo uso de los animales, pero que sí es necesario mejorar las maneras en las que se utilizan en la práctica. Por otra parte, según las teorías de gestión sí existe un deber directo hacia los animales, el mundo natural es bueno por sí mismo, más allá de nuestros intereses propios, y por lo tanto merece respeto. En el caso de las teorías contractualistas, la moralidad se presenta como un conjunto acordado libre y racionalmente de límites a la libertad humana. Siendo así que la protección que les proveamos a los animales depende de nuestros intereses sobre ellos, por lo tanto, son teorías contractualistas de deber indirecto. Para Kant, la racionalidad es la característica que separa al ser humano del resto. Los animales, no son fines en sí mismo y su valor es puramente instrumental, sin embargo, consideraba que el maltrato hacia ellos sería negativo para los humanos, porque perdería los sentimientos humanitarios hacia ellos mismos. Se puede hacer una división entre los agentes y los pacientes morales. Los agentes son aquellos que pueden responder por sus actos, decididos libre y racionalmente, son autónomos. Los pacientes morales pueden reclamar que los agentes cumplan su deber moral de respetarlos, pero no responden por sus actos. En este sentido, todos los agentes morales también pueden ser pacientes morales, pero no todos los pacientes morales pueden ser agentes morales. También tenemos el utilitarismos, donde la moralidad consiste en un balance de costos y beneficios, se busca maximizar suma total de felicidad de las personas, aumentando la utilidad. Las posturas utilitarias pueden seguir ideas reformistas o abolicionistas, dependiendo del tipo de sufrimiento animal que se esté considerando; el reformismo nos dice que sería correcto alimentarse si se cambian las prácticas de ganadería industrializada, por otro lado, el abolicionista estará en desacuerdo tanto con el consumo de productos de origen animal como el del uso experimental. Los utilitarios muchas veces son criticados porque pasan por alto los intereses y derechos de los individuos. Tom Regan, en su teoría toma algunas características del utilitarismo y el valor moral de los animales según Kant, defiende que los animales cumplen con los criterios necesarios para ser sujetos de una vida, además deduce que su bienestar no depende solamente de que tengan cubiertas las necesidades básicas. Por último, según la ecología profunda, los humanos no están por encima de la naturaleza, sino que son parte de ella. Por otro lado, el ecofeminismo critica la necesidad de principios morales abstractos, universales e imparciales, que ignorar la realidad relacional del ser humano con su entorno; encuentra paralelos entre la opresión de las mujeres y del mundo natural por parte de un sistema patriarcal.
Caso Derechos de personas no humanas
Este caso trata sobre lo que se debería hacer con una simia de nombre Sandra, quien nació en cautiverio en un zoológico alemán en 1986 y fue trasladada a un zoológico en Buenos Aires. Este caso ha sido histórico puesto que fue la primera vez que un animal se declara como sujeto de derechos, esto debido a que se buscaba un cambio para Sandra puesto que las condiciones en las que vivía dentro del zoológico no eran las indicadas. Yo pienso, que la resolución que se le dio al caso fue muy acertada, sobre todo el haber pensado previo a la liberación que no era la mejor opción incluso pese a que en ese momento todavía no se encontraban bien establecidos “los derechos” de los animales, creo que sin este antecedente no se podría haber llegado a tener un acercamiento a los derechos. A pesar de que se han dado buenas resoluciones a algunos casos, pienso que aún hay mucho trabajo por hacer por los derechos de los animales en todas las áreas.
Referencia Medina, M., Manrique, A. (2019) Ética de investigación en animales. Instituto de Investigaciones Jurídicas. México.