CUESTIONES DE SOCIOLOGÍA, ECONOMÍA Y POLÍTICA

UNIDAD 2: CONCEPTOS Y CATEGORÍAS BÁSICAS ACERCA DE LOS SOCIAL.

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s Clase 9: El conflicto de clase: La sociedad según
s Marx.
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Tiempo de dedicación sugerido: 3 horas: 2 de lectura

comprensiva / 1 material multimedia.

Material de Estudio:
1. Marx, K. y Engels, F (2019) Manifiesto Comunista
(Alianza).
2. Marx, K. (2006) Prólogo a Contribución de la Economía Política
(del Cardo). Dentro de la presente clase.

Dónde encontrarlo:
1. Contenidos – Unidad 2 – Texto 8.
2. En la presente clase.

Algunas ideas para ordenar la lectura del texto:

En la presente clase avanzaremos sobre conceptos muy complejos. Los

cuales requieren lectura y paciencia de su parte. Iremos avanzando muy
lentamente tratando de consolidar los rasgos centrales de lo que se conoce
como materialismo histórico1.

Introducción
Las líneas que siguen lejos están de ser una reseña biografía de Carlos
Marx y Federico Engels. Simplemente buscan ser una presentación de los
hombres cuyos nombres se encuentran asociados y comparten la
paternidad, desde el siglo XIX, de lo que se conoce como el socialismo
científico2. Categoría que trabajaremos luego, en el texto de Engels que la
materia propone como lectura obligatoria.

Carlos Marx nace el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, ciudad de la Prusia

Renana, en el seno de una familia de origen judío. El padre de Marx había
adjurado de la religión familiar con el objeto de obtener empleo en el
Estado3. Dos años después en Barmen, el 20 de noviembre de 1820, nace
Federico Engels en el seno de una familia protestante. Su padre era un
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importante hombre de negocios con fábricas textiles en la ciudad de

Manchester. La fecha y la zona geográfica en el cual ambos vienen a este
mundo no es para nada menor. Napoleón había sido recientemente
derrotado al momento de su nacimiento de ambos, sin embargo esa región
recibió como pocas los influjos de las Revolución Francesa, cuando a partir
de 1804 las campañas de conquista napoleónicas la incorporan al Primer
Imperio francés.

Será recién en 1842 siendo ya dos jóvenes radicales, pertenecientes a los

hegelianos de izquierda como se autodenominaban, que estos hombres se
cruzarán en las oficinas de la Rheinische Zeitung (Gaceta Renana) de la que
Marx era su editor4. En octubre de 1843 la situación política, persecuciones
y la censura alemana obligarán a Marx y Jenny (su compañera) a
trasladarse a Paris. En el exilio se encontrarán nuevamente y entrarán en
contacto con los grandes revolucionarios del proletariado internacional. De
allí en más, trabarán una amistad que durará hasta el momento de su muerte
y desarrollarán una división del trabajo en lo que a crítica del capitalismo y
organización de los movimientos revolucionarios respecta. A partir de
entonces la crítica teórica, la organización del movimiento obrero
internacional y la crítica de la armas son todas caras de una misma moneda.

Ningún campo escapaba en esos años de vertiginosos trabajo a la actividad

de ambos, la economía política, la filosofía, la historia, pero también los
avances en las disciplinas científicas del momento, matemática, física,
química, Biología todo era acometido por ellos como si en cada uno de sus
empresas se jugara el destino del mundo.

En 1848 Marx y Engels redactan para una pequeña organización de la cual

eran parte, La Liga de los Comunista5, un breve escrito que busca exponer
al mundo las ideas de la organización política, El Manifiesto Comunista6.

En 1864 se funda en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores,

Marx asiste como delegado por Alemania, elegido miembro del Comité
Provisional, redacta sus estatutos y el discurso inaugural. Marx y Engels,
tendrán allí una intensa actividad atendiendo las vicisitudes de los diversos
movimientos obreros.

Tres años después, en 1867 Marx pública la que era según sus expectativas
el punto culmine de sus investigaciones, y “un balazo a la cabeza de los
explotadores” como solía llamarlo, El Capital. Sin embargo, esta obra
queda incompleta, será Engels quien
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publicará los borradores7 tras la muerte de Marx el 14 de marzo 1883. Tres

días después Engels, ante un reducido grupo de amigos y familiares, dará el
discurso de despedida en el Cementerio de Highgate, “el más grande
pensador de nuestros días dejo de pensar. (…).Para Marx, la ciencia era una
fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria. (…).Por eso, Marx era el
hombre más odiado y más calumniado de su tiempo.”

De un intento de biografía realizado por sus hijas, nos quedan algunas

preguntas hechas por ellas y las respuestas de Marx:

Su ideal de felicidad --- Luchar

Su idea de desdicha--- La sumisión

El vicio que más detesta --- El servilismo Héroe Espartaco

Color---------------------------------------Rojo
Su máxima favorita------------------------------------Nihil humanum a me alienum
puto (nada humano me es ajeno)

Tras la muerte de Marx, Engels queda como único heredero autorizado para
organizar y publicar la fragmentaria obra que Marx dejara tras sí. Tarea a la
cual dedica los últimos años de su vida, conjuntamente con la atención a los
crecientes movimientos revolucionarios del mundo, lo cual demanda la
energía de sus últimos años. El 5 de agosto de 1895, Federico Engels muy
enfermo deja de existir, sus restos son cremados y arrojados al mar. A sus
funerales asisten amigos, las hijas de Marx, dirigentes y delegados del
movimiento obrero internacional, lo que da cuenta del crecimiento hacia fines
del siglo XIX del proletariado como fuerza política organizada.

Los diferentes marxismos.

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Si existe algo sobre lo cual caben pocas discusiones hoy día es que no es
posible hablar de un marxismo. Incluso ya en épocas de Marx, diferentes
corrientes reclamaban para sí ser los intérpretes canónicos de los escritos de
Marx, lo cual llevó al propio Marx a declarar "Todo lo que sé es que yo no soy
marxista"8, agregando también, en más de una oportunidad lo que Heine decía
de sus imitadores: "Sembré dragones y coseché pulgas."

El siglo XIX y XX, conoció marxismos de tipo Hegeliano, Kantianos,

Spinozianos, de la Opción Racional, Estructuralistas, Existencialistas; pero
también en el plano político de la I, la II, la III y la IV internacional, en medio
de ellas las diversas versiones que apelan a un dirigente como el interprete que
mejor penetra en la obra de Marx. Así visto el Marxismo, termina por ser
muchas veces un catecismo para catedrales o un praxis viva que busca
transformar radicalmente la sociedad. Ahora bien, existen por lo menos dos
formas de acercarse a los textos de Marx. Una de ellas que busca la exégesis
indubitativa de los textos sagrados, ello contiene cierta visión antropológica de
los mismos, trabaja con los fragmentos, con sus citas, y todo termina por
convertirse en una especie de fusta entre doctos, quienes buscan reproducir de
la forma más exacta los textos consagrados. Aquí el marxismo se convierte en
teoría muerta. La otra forma se enfrenta a los textos desde la realidad social, la
interroga, lo textos cobran sentido en tanto permiten comprender, penetrar y
transformar la realidad social imperante. Aquí el marxismo, es una teoría viva,
es radical porque busca ir hasta la raíz del problema y transformarlo.

Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política

El Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, es

precisamente ello un prólogo y como tal simple obliga a su autor a entregar de
forma condensada el conjunto de su pensamiento cuestión muchas veces que
va contra el propio autor. Decimos esto porque no siempre las interpretaciones
sobre este texto han sido felices y en parte se debe a ello. Tal vez nuevamente
aquí tenga razón el viejo Hegel cuando sostenía que un prólogo a una obra le
parecía en sí mismo un despropósito. Ahora bien, el prólogo mismo ha
cobrado a lo largo de la historia una vida propia, autonomizándose de cierta
forma del texto que prologa, ello también se debe en parte a que muchas de las
cuestiones prologadas nunca llegaron a ser desarrolladas por Marx en el texto
debido a que era parte de un plan mucho más amplio que luego fue
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modificándose. De esta forma las problemáticas enunciadas en el prólogo

abren el camino a un fructífero debate al interior del marxismo, un marxismo
que en el siglo XX encontrará en dicho texto un elemento de controversia.

Prólogo a Contribución a la Crítica de la Economía Política 1859

K.Marx

Mis estudios profesionales eran los de jurisprudencia, de la que, sin embargo, sólo
me preocupé como disciplina secundaria, junto a la filosofía y la historia. En
1842-1843, siendo redactor de “Gaceta Renana”[1] me vi por primera vez en el
trance difícil de tener que opinar sobre los llamados intereses materiales. Los debates
de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la parcelación de la propiedad de la tierra, la
polémica oficial mantenida entre el señor von Schaper, por entonces gobernador de la
provincia renana, y Gaceta Renana acerca de la situación de los campesinos de
Mosela y, finalmente, los debates sobre el librecambio y el proteccionismo, fue lo
que me movió a ocuparme por primera vez de cuestiones económicas. Por otra parte,
en aquellos tiempos en que el buen deseo de “ir adelante” superaba en mucho el
conocimiento de la materia, “Gaceta Renana” dejaba traslucir un eco del socialismo y
del comunismo francés, tañido de un tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra
de ese trabajo de aficionados, pero confesando al mismo tiempo sinceramente, en una
controversia con la “Gaceta General” de Ausburgo[2] que mis estudios hasta ese
entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente
dicho de las tendencias francesas. Con tanto mayor deseo aproveché la ilusión de los
gerentes de “Gaceta REnana”, quienes creían que suavizando la posición del
periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya decretada contra
él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio.

Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una
revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho[3], trabajo cuya introducción
apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”[4], que se publicaban en París. Mi
investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las
formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución
general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones
materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los
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ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la
anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas a
donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor
Guizot proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado
general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios
puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen
determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas
productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la
estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de
conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso
de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la
que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción
existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo
de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre
así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más
o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se
estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios
materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden
apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas,
políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en un a palabra las formas ideológicas en
que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del
mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no
podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino
que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la
vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las
relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se
desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen
nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones
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materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua.

Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede
alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo
surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones
materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas
épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción
asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de
producción son la última forma antagónica del proceso social de producción;
antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo
que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas
productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las
condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación
social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.

Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas

desde la publicación de su genial bosquejo sobre la crítica de las categorías
económicas (en los Deutsch-Französische Jahrbücher)[5], había llegado por distinto
camino (véase su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo
resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en
Bruselas, acordamos elaborar en común la contraposición de nuestro punto de vista
con el punto de vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar cuentas
con nuestra conciencia filosófica anterior. El propósito fue realizado bajo la forma de
una crítica de la filosofía poshegeliana[6]. El manuscrito -dos gruesos volúmenes en
octavo- ya hacía mucho tiempo que había llegado a su sitio de publicación en
Westfalia, cuando no enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían
su publicación. En vista de eso, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los
ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras
propias ideas, ya había sido logrado. Entre los trabajos dispersos en que por aquel
entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré
el Manifiesto del Partido Comunista escrito conjuntamente por Engels y por mí, y un
Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos decisivos de nuestra
concepción fueron expuestos por primera vez científicamente, aunque sólo en forma
polémica, en la obra Miseria de la filosofía, etc., publicada por mí en 1847 y dirigida
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contra Proudhon. La publicación de un estudio escrito en alemán sobre el Trabajo

asalariado[7], en el que recogía las conferencias que había dado acerca de este tema
en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas[8], que interrumpida por la revolución
de febrero, que trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.

La publicación de la “Nueva Gaceta Renana” (1848-1849) y los acontecimientos

posteriores interrumpieron mis estudio económicos, que no pude reanudar hasta
1850, en Londres. El enorme material sobre la historia de la economía política
acumulado en el British Museum, la posición tan favorable que brinda Londres para
la observación de la sociedad burguesa y, finalmente, la nueva etapa de desarrollo en
que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro en California y en Australia, me
impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome paso, de un modo
crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios a veces me llevaban por sí
mismos a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme durante
más o menos tiempo. Pero lo que sobre todo reducía el tiempo de que disponía era la
necesidad imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho años
en el primer periódico anglo-americano, el New York Daily Tribune, me obligaba a
desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me
dedico a escribir para la prensa correspondencias propiamente dichas. Sin embargo,
los artículos sobre los acontecimientos económicos más salientes de Inglaterra y del
continente formaba una parte tan importante de mi colaboración, que esto me
obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter práctico situados fuera
de la órbita de la verdadera ciencia de la economía política.

Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la economía política

tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que
merezcan, y por mucho que choquen con los prejuicios interesados de las clases
dominantes, son el fruto de largos años de concienzuda investigación. Pero en la
puerta de la ciencia, como en la del infierno, debiera estamparse esta consigna:

Qui si convien lasciare ogni sospetto;

Ogni viltá convien che qui sia morta[9]

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Londres, enero de 1859.

Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl

Marx, Erstes Heft, Berlín 1859.

Material multimedia:
Una invitación especial
Por último, aquí abajo les dejamos el enlace de la obra de teatro Marx en el
Soho (tiene subtítulos en español). La obra fue escrita por el pensador de
izquierda radical Haward Zinn. El actor de la misma es Brian Jones, actor
afroestadounidense, docente y activo militante de izquierda en ese país (existe
una versión de la obra realizada en la Argentina por el actor Carlos Weber la
cual no hemos conseguido de forma íntegra, pero cada tanto la reponen en
cartelera, aconsejamos a quienes puedan y cuando se pueda verla).
Consideramos que en ella se propone presentar algunos de los tópicos que
hemos visto en esta parte de la materia.

https://www.youtube.com/watch?v=uRhDt_mrM50
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Actividad a realizar: Foro Debate 9 que subiremos a continuación.

1
Encontraran a lo largo de los textos que muchas veces se habla de materialismo histórico, materialismo
dialéctico o marxismo para referirse al cuerpo teórico surgido de la praxis teórica de Carlos Marx y Federico
Engels. Aunque tales concepto no son lo mismo, de momento los utilizaremos como sinónimos.
2
Cabe señalar también que expresiones como materialismo histórico y materialismo dialéctico serán
tomadas por nosotros como sinónimos, para referirnos al socialismo científico, aunque por cierto no lo son y
existe un extensísimo debate dentro del propio marxismo en torno a tales categorías.
3
Comentario para los inquietos: por aquellos años, ningún judío podía desempeñarse en cargos público en
Alemania. No podemos extendernos aquí sobre la temática, pero recomendamos a quienes así lo deseen,
indagar sobre los diversos momentos que atravesaron en Europa las comunidades judías desde la edad
media.
4
Muchos años después estos dos hombres recordarán con simpatía ese primer encuentro que al parecer no
fue muy amable, debido al osco temperamento de Marx.
5
La Historia de la Liga de los Comunistas es un tanto confusa, su historia nos llega a nosotros a través de la
reconstrucción hecha por Engels muchos años después de lo sucesos que se relatan.
6
Es la obra, junto con la Biblia, más traducida y editada en la historia.
7
Debemos tener en cuenta que incluso con los borradores publicados por Engels, El Capital tal cual lo
conocemos hoy representa una muy pequeña porción de la obra proyectada por Marx para ser publicada
según consta en borradores.
8
Engels F., Carta a Konrad Schmidt, Londres, 5 de agosto de 1890, en https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e5-8-90.htm