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Serie
Para siempre
Libro 2

Sólo por él

Shawn Lane
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Este libro fue traducido por el blog BRAD PACK para libre
lectura solo te pedimos que no cambies nada de él. Nuestro
staff realizo mucho esfuerzo para que puedas leerlo.
Este libro es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas
de sexo explicito hombre / hombre, si te molesta el tema no lo
leas, y si eres débil de corazón no sería recomendable.
Esperamos lo disfrutes.

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Reseña
Barnaby Lassiter ha estado obsesionado con el abogado, Nathan Llewellyn,
desde que comenzó a trabajar en el bufete de abogados como asistente de
administración. Lástima que el conservador Nathan no parezca saber que el
extravagante Barnaby está vivo.
Sin embargo, la oportunidad de cuidar de Nathan cuando está enfermo, le
lleva a una cita y luego a mucho más. Nathan sigue teniendo dudas.
Barnaby es el hombre más caliente que haya conocido, pero sus diferencias
le preocupan. Ha visto demasiadas relaciones que no funcionan.
Todos sus temores han visto hacerse realidad cuando ve al popular,
demasiado atractivo Barnaby en acción en un club y Nathan piensa que sus
diferencias tal vez sean demasiadas para superarlas después de todo.

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―... Eres lindo cuando estás nervioso —dijo Barnaby, dando un paso hacia
adelante hasta que estaban a una o dos pulgadas de distancia.
Podía sentir el calor que irradiaba del otro hombre.
―No lo soy.
Los labios de Barnaby se acercaron aún más, su aliento acariciando la boca
de Nathan. La polla de Nathan se llenó y se levantó para presionar en
contra de sus calzoncillos. Los frunció para tocar los labios sensuales de
Barnaby con los suyos, cuando Barnaby se alejó con un brillo malicioso en
sus ojos y salió corriendo de la cocina.
Nathan sacudió la cabeza y lo siguió. Barnaby ya estaba deslizándose a
través de la puerta de su dormitorio. Esperaba con la gracia de Dios tuviera
preservativos y lubricante. Si no... bueno, se tomarían un breve descanso
para ir a lo largo de la noche, a la farmacia calle abajo.
Incluso mientras se acercaba a su habitación, las dudas se pusieron de
manifiesto Quería joder a Barnaby como un loco, pero en realidad no era
una especie de cita de una noche con el chico y sabía que cualquier tipo de
relación con Barnaby no iría exactamente a ninguna parte. El joven era
demasiado joven, demasiado impetuoso, demasiado malditamente hermoso,
y sólo... demasiado.
—Voy a empezar sin ti —dijo Barnaby.
Tragando un gemido, entró en su habitación. Fiel a su palabra, Barnaby ya
había retirado la colcha de la cama de Nathan para revelar las prístinas
sábanas blancas y se había quitado el suéter. Su mandíbula cayó, con la
mirada fija en los perfectos y esculpidos abdominales de Barnaby.
—¿Haces ejercicio?
Barnaby sonrió. —Por supuesto, amigo, ¿con un hermano doctor? Su
regalo para mi cumpleaños el año pasado fue apuntarme a un gimnasio.
Nathan asintió...

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CAPÍTULO UNO

Barnaby Lassiter pensó que tal vez si mirara con su ojo izquierdo e
inclinara la cabeza un poco hacia la derecha, el hombre que le miraba con
lasciva desde el otro extremo de la barra podría pasar por él. El hombre en
el otro extremo tenía el pelo oscuro y gafas como él. Tal vez si tuviera otra
copa o dos o tres, podría fingir.
El hombre, al parecer se sentía alentado porque Barnaby estaba mirándolo,
se levantó y se dirigió hacia él. Barnaby negó con la cabeza y tomó un
sorbo de su martini de chocolate. No, ni siquiera de cerca se parecía a
Nathan.
—Hola, precioso, —dijo el hombre al llegar a Barnaby. Su mano se pasaba
sobre la rodilla cubierta con el vaquero de Barnaby. — ¿Puedo invitarte a
otra?
Barnaby sonrió disculpándose. —Lo siento. Me voy a reunir con alguien
aquí. —Lo que no era una mentira, en realidad. Y se alegró de eso.
La sonrisa del chico se volvió frágil. —Claro, lo que sea. —Se alejó, pero
no antes de excavar los dedos dolorosamente en la pierna de Barnaby.
Idiota.
Suspiró y miró su reloj digital. Calvin ya llegaba con treinta minutos de
retraso. Se puso de pie por su hermano mayor, tenía que ser la cumbre del
patetismo. Um... eso probablemente ni siquiera era una maldita palabra.
La campana encima de la puerta sonó y Barnaby, una vez más se volvió
para mirar con esperanza.
Por fin.
Calvin Lassiter, su hermano siete años mayor, era un médico de la sala de
emergencias. Barnaby se había teñido el pelo de rubio decolorado mientras
que Calvin era todavía rubio arenoso. Su hermano, llevaba pantalones de
vestir, camisa y corbata, era la imagen del conservador. Ningún cabello
fuera de lugar, nada de pendientes, ni aros en la nariz.
Todo más de lo que podría decir, por supuesto. Se había ido a casa desde
su trabajo como asistente de administración en las Oficinas de abogados
Anderson, Llewellyn, y Stevens, y se había cambiado a los pantalones

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vaqueros, a una camiseta azul, y una chaqueta de cuero. Tenía tres
pendientes de diamantes en la oreja izquierda y otra en el orificio nasal
izquierdo. También se había aplicado delineador de ojos, rubor color
malva, y un brillo de labios de color malva.
Calvin se dio cuenta de que estaba en el bar y se acercó. Ya estaba
frunciendo el ceño. No era una buena señal. Su hermano se deslizó en el
taburete junto a él.
—Hey, estaba empezando a pensar que no ibas a venir.
—Estoy ocupado, Barnaby. Tuve una reunión en el hospital esta tarde y
salí muy tarde. —Calvin ordenó un vino tinto al camarero y luego se volvió
a Barnaby. — ¿Tenemos que encontrarnos en un bar gay?
—Tú eres gay, también.
—No paso el tiempo libre en los bares —dijo Calvin, con una nota de
superioridad que por lo general tenía cuando hablaba con Barnaby. — Y
tampoco tú deberías hacerlo.
—Me siento cómodo aquí.
Calvin echó un vistazo alrededor de la barra. —No veo por qué. Todos
estos tipos quieren irse a la cama. Ninguno de ellos está buscando nada
serio. Y no tienes ni idea si tienen enfermedades o si son asesinos en serie.
Barnaby sintió el tic del músculo de su mandíbula, pero no dijo nada, y
tomó otro sorbo de su bebida.
—Si estás buscando a alguien, ¿por qué no pruebas uno de los servicios de
citas online?
—Oh, sí, claro.
—Tienen algo para hombres gay, ya sabes. —Calvin le miró con ojo
crítico. — Puedo ver cómo algunos de ellos podrían encontrarte atractivo.
—Caramba, gracias.
Calvin suspiró. —Simplemente no me gusta que vengas a lugares como
este. No tienes cuidado, Barnaby.
Hizo tamborilear los dedos sobre la barra. —Mira, yo no te pedí que te
reunieras conmigo para echarme un sermón sobre cómo voy a ser asesinado
por un asesino en serie.

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Su hermano se sonrojó. — ¿Por qué quieres reunirte?
—Bueno, yo realmente necesito un consejo. —Barnaby no podía mirar a su
hermano. Había empezado a darse cuenta de que todo esto fue
probablemente un gran error. Frunció el ceño. — Quiero saber cómo
conseguir que alguien que es como tú, se interese por mí.
—¿Como yo? ¿Qué quieres decir?
—Como tú, pero no estirado y pomposo. Quiero decir, él es mojigato como
tú. —Terminó su bebida. — Y no sabe que existo.
La mirada que Calvin le dio le dijo que su hermano podría entender por qué
alguien consideraría a Barnaby como invisible. Lo que, por supuesto, le
deprimió aún más.
—¿Sabes qué? Olvídalo —murmuró.
La mano de Calvin en su brazo le impidió levantarse. —No te vayas todo
dramático por mí. Yo no he dicho que no te ayudaría. Pero empecemos por
salir de aquí. Tengo hambre y puedo ver que podrías quedarte a comer una
o dos comidas, así que vamos a buscar un restaurante para cenar.
***
—En primer lugar, no esperes que empiece a vestir como tú —dijo
Barnaby a su hermano un poco más tarde.
Su hermano había elegido un engreído restaurante especializado en carnes
para la cena. Dado que Barnaby había sido vegetariano durante años y
estaba bastante seguro de que su hermano sabía eso, a él no le hizo gracia.
Miró el menú. Barnaby estaba muy cerca de decir a Calvin que era un
imbécil. No sería la primera vez. A pesar de que habían sido cercanos
cuando eran niños, ahora apenas eran más cercanos de lo que están los
hermanos. Calvin estaba siempre ocupado y la última vez que había visto a
su hermano fue hace meses. Calvin había venido por el bufete de abogados
bajo la pretensión de llevarlo a almorzar, pero Barnaby sospechaba que
había estado para ver si Calvin consideraba digno de él trabajar allí. Como
si necesitara la aprobación de su hermano.
—Voy a tomar el filete, ¿y tú? —preguntó Calvin.
—Creo que tomaré una ensalada.
—¿Eso es todo?

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Suspiró. —No como carne.
Calvin bajó su menú y lo colocó sobre la mesa. — ¿Sigues haciendo eso?
—Sí.
—Hay pollo y un plato de pescado —ofreció Calvin.
—Uh…huh. ¿Cuál de ellos sería un vegetal?
Calvin se encogió de hombros. —Lo siento, no pensé en ello. Supongo que
pensé que se trataba de una fase por la que estabas pasando.
—No lo es. —Barnaby estudió a su hermano, frunciendo el ceño.
—Al parecer.
—¿No eres un médico?
—¿Y?
—Bueno, ¿qué pasa con eso de que “toda la carne roja que es mala para
ti”?
—Moderación, B. Todo con moderación —Calvin sonrió— En cuanto a
vestirte como yo, la mayoría de las veces me pongo pantalones de médico.
Pero no estaría de más para ti que llevaras un buen traje de vez en cuando.
Trabajas en un bufete de abogados.
—No soy un abogado y la mayoría del vestuario del personal es casual, a
menos que haya un juicio o algo así.
Su hermano lo miró sin hablar durante bastante tiempo.
Justo cuando Barnaby se preguntaba si caería bajo la mirada fulminante de
su hermano, la camarera vino a tomar sus pedidos. Como había indicado,
Calvin pidió un filete, raro, y él ordenó una ensalada verde.
—¿Por qué no me hablas acerca del hombre que te interesa? —dijo Calvin
poco después de que la camarera se alejara.
Barnaby se encogió de hombros. —No hay mucho que decir. Trabaja en el
bufete.
—Espera. ¿Es uno de los abogados?
Barnaby sintió ruborizarse, lo cual odiaba, su maldita piel blanca.

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—Sí.
Calvin rodó los ojos. —Por favor, dime que no estás enamorado de tu jefe.
—¿Travis? No. No me malinterpretes, es bastante agradable a la vista, pero
yo no hago esas cosas jefe-secretario. —Barnaby atrapó la pajita de la
Coca-Cola Light en su boca y bebió un sorbo. — Además, tiene una
relación con otra persona del trabajo.
Su hermano hizo una mueca. —No puedo imaginar lo inapropiado que el
lugar debe ser. Y trabajan en el ámbito jurídico. —Negó con la cabeza. —
Déjame que te cuente, que ni en un millón de años me involucraría con otra
persona del hospital.
Barnaby quería decir que dudaba que su hermano se involucrara con
cualquier persona considerando que Calvin probablemente tenía un hueco
en el pecho, pero sí quería una especie de ayuda de su hermano, y
definitivamente no quería que Calvin se cabreara y lo dejara con la cuenta
del restaurante. Insultar a Calvin, no importa lo mucho que el idiota se lo
mereciera, no era lo apropiado para hacer.
—Bueno, así que ¿Quién es el hombre del que estás enamorado? —
preguntó Calvin después de terminar su diatriba.
—No estoy enamorado de él. Lo encuentro atractivo y quería, tal vez, ver a
dónde podría ir, si es que pudiera estar interesado en mí. — ¿Mierda, qué
patéticamente pobre había sonado eso?
—¿Quién?
—Nathan Llewellyn.
—Así que es uno de los otros socios, ¿eh? ¿Es ese chico afroamericano o el
nerd?
Barnaby se encolerizó. —No es un nerd.
Calvin hizo una mueca. — ¿Acaso no lleva gruesas y grandes gafas tipo
Buddy Holly 1?
—¿Y qué? ¿Vas a ayudarme o insultarme a mí y a mi elección de hombre?

1
Buddy Holly fue un compositor y ca ntante estadounidense, considerado hoy en día como uno de los
más destacados pioneros y creadores del rock and roll a mediados de la década de 1950. Para quien no
conozca su imagen, usaba gafas de pasta y grandes, un poco anticuadas hoy en día.

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—Está bien, no dramatices tanto. Creo que es lindo.
—Te juro, jodido...
Calvin levantó las manos. —Cálmate, B.
La camarera vino con sus cenas, y las colocó. Les preguntó acerca de
repetir y luego una vez más, desapareció de la mesa.
Su hermano cortó un gran trozo de carne roja con sangre y se la metió en la
boca. Barnaby luchó contra el mareo en el estómago. Y el impulso de
golpear a su estúpido hermano en su cara de suficiencia.
—No vas a querer escuchar esto, pero creo que si quieres conseguir a ese
tipo, vas a tener que recurrir a parecerte más a él —dijo Calvin. — El
maquillaje es... interesante, pero tu nerd me parece como el tipo al que no
le parecería especialmente atractivo.
Incluso podría resultarle embarazoso.
—¿Qué? ¿Qué vergonzoso es un poco de delineador de ojos, colorete, y
brillo de labios?
—Nada si se trata de una mujer. Pero a muchos de los hombres gays no les
gusta. —Por supuesto, Calvin no lo dijo, pero Barnaby oyó el incluido yo
en el tono de su hermano.
—De todos modos, sospecho que tu nerd es uno de los que no lo hacen.
—No es un nerd —dijo con los dientes apretados.
—Come tu comida de conejo —dijo Calvin, agitando el tenedor. — Estoy
diciéndote que necesitas deshacerte del maquillaje. Aplástate tu pelo,
también. El pelo de punta es del carácter tan vídeo-juego. Yo me lo teñiría
de nuevo a su color original también.
La mandíbula de Barnaby se quedó boquiabierta. —Si cambio mi pelo,
dejo de usar maquillaje y uso pantalones de vestir y corbata, no pareceré
yo. De hecho, voy a parecer como tú.
Calvin sonrió. —Exactamente —Se encogió de hombros. — ¿Qué tienes
que perder? Si no funciona para conseguir la atención de tu nerd, puedes
volver a la forma que usualmente vas. Si tienes que hacerlo.
—Bien.
—Mira, tú me pediste consejo. Si no lo quieres tomar, no lo hagas.

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Pero si realmente deseas conseguir que este tipo se fije en ti, ¿no vale la
pena?
Barnaby dejó a un lado la depresión que amenazaba con la idea de tener
que cambiar tanto de sí mismo. Pero tal vez Calvin tuviera razón. Desde
luego, no le había interesado a Nathan tal como era ahora. —De acuerdo, lo
haré. Pero sólo por él.

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CAPÍTULO DOS

Nathan Llewellyn se estaba muriendo. Sólo sabía que lo estaba.


Su cabeza palpitaba, su piel quemaba, y su estómago estaba irritado.
Había sido envenenado. Alguien había tratado de asesinarlo. Alguien que
había perdido una demanda contra él o algo así. El sudor goteaba de su
frente mientras luchaba contra las náuseas.
Le parecía recordar una película de Dennis Quaid 2, de hace años donde la
primicia de la película era que su personaje había sido fatalmente
envenenado y antes de que Dennis tomara su último aliento estaba decidido
a conocer la identidad de su asesino.
Nathan dudaba de que él pudiera ser tan heroico. ¿Cómo Dennis había
conseguido pasar las puertas estando tan cerca de morir como estaba?
Nathan no podía entenderlo, porque incluso levantar la mano para marcar
el teléfono había sido una tortura.
—Travis Anderson.
Abrió la boca para hablar, pero todo lo que salió fue algo parecido a un
gemido.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Nathan gimió y volvió a intentarlo. —Soy yo —,dijo con voz ronca.
—¿Nathan? Vaya, suenas mal.
Asintió con la cabeza, esperando que su socio y amigo, Travis, pudiera ver
su acuerdo silencioso para no perder el último aliento.
—¿Nathan?
Maldita sea.
—Estoy enfermo.

2
Se refiere a la película D.O.A., en original, o Muerto al llegar, en castellano. Película de 1988,
protagonizada por Dennis Quaid y Meg Ryan.

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Travis se echó a reír. —Sí, deduje lo mismo. No tienes la gripe porcina,
¿verdad? O como se supone que lo llamen.
—Estoy seguro de que es mucho peor. Malaria. O ébola.
—¿Ébola? —Su amigo sonaba demasiado divertido por la grave situación.
— ¿Tienes hemorragias por diferentes orificios?
Estaba seguro de que debía ser. Se sentía como que así era. Nathan miró
abajo de la cama a su cuerpo azotado por el dolor. —Bueno, no.
—¿Llamaste al médico?
—Casi llamé al 9-1-1 —admitió. — No quería ser acusado de falsificación
en una emergencia. —Cerró los ojos. —Yo creo que es la gripe común o
intoxicación por alimentos.
—Siento que estés enfermo. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
—Necesito el archivo Sorenson. Tengo algo de preparación que hacer en el
juicio y no puede esperar.
Hubo una breve pausa y un revolver de papeles.
—Um, Sorenson. No puedo salir de la oficina. ¿Es contagioso?
—Probablemente, tal vez. No sé. Tal vez sea envenenamiento por cianuro.
—Travis se echó a reír otra vez.
—Creo que estarías demasiado moribundo para llamarme.
Otra ola de mareo tambaleó su estómago. —Supongo.
—Está bien, voy a enviar a Barnaby —dijo Travis, refiriéndose a su
asistente de administración.
Oh, no. Barnaby sería la última persona que querría que lo viera con este
aspecto. Como si su apariencia normal no fuera lo suficientemente mala.
Se aclaró su carraspera en la garganta. —¿No puedes simplemente
enviármelo por mensajero?
—Enviar a Barnaby será más rápido. Me tengo que ir. Espero que mejores.
Llámame si hay cualquier cosa más.
El tono sonaba lo suficientemente fuerte como para romper su tímpano.
Frunciendo el ceño, Nathan lanzó su teléfono móvil en la mesita de noche.

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Mierda, no se había sentido tan mal desde que era un niño. Se pasó los
dedos por su pelo oscuro, sudoroso, y luego alcanzó sus gafas de la mesa.
Estaba prácticamente ciego sin ellas.
Nathan había considerado brevemente la cirugía correctiva del ojo que todo
el mundo parecía tratar de vender en estos días, pero no tenía fuerzas para
hacérselo. Si la cagaran, por supuesto, podía demandar, pero se quedaría
sin vista.
En cuanto a los lentes de contacto... bueno, los había probado un par de
veces, pero nunca se sintió cómodo. Así que, se pegó a las gafas.
Mirando alrededor de la habitación, estaba menos borrosa que antes, pero
todavía parecía balancearse un poco. Sin embargo, no había esperanza para
eso.
Tendría que levantarse a abrir la puerta. No había pensado en decirle a
Travis que Barnaby simplemente lo dejara en la puerta. Y algo le decía que
Travis lo habría ignorado de todos modos.
Bajó las piernas lentamente por debajo de la sábana y la manta y se obligó
a sentarse. Su cabeza le daba vueltas con el esfuerzo y dejó escapar un
suspiro tranquilizador. Tenía que tener fiebre. Al tocar su frente con la
palma de la mano confirmó sus sospechas. Ardiendo.
Durante un buen rato, se quedó sentado en el borde de la cama, dispuesto a
que las náuseas desaparecieran o se disiparan por lo menos. Nathan no
rezaba, no podía recordar, incluso la última vez que aún pensaba en rezar,
pero lo hizo ahora. Rezó por tener la fuerza el tiempo suficiente para tomar
el archivo Sorenson de Barnaby.
Tal vez, si sacara el brazo por la puerta y lo alcanzara, Barnaby no lo vería.
En cualquier otro momento estaría encantado de ver al hombre. Bueno... de
acuerdo, más bien nervioso como un gato, pero eso era sólo porque
Barnaby era seriamente caliente y Nathan tenía un pequeñísimo
enamoramiento con él. Uno podría pensar que era demasiado mayor para
esos enamoramientos, pero ¿qué otra cosa podría ser?
Cada vez que veía al bello rubio con el pelo de punta, pendientes y brillo de
labios, su estómago revoloteaba, sus huevos se apretaban, su pulso se
aceleraba, y apenas podía recobrar el aliento. Se sentía como el
enamoramiento que tuvo en la secundaria con su nuevo profesor de
ciencias.

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Lentamente, se levantó de la cama, abriendo los brazos un poco para
mantener el equilibrio. Muy bien, hasta ahora, todo bien. Su siguiente paso
era llegar hasta el baño. Uno, tenía que hacer pis, y dos su bata de baño
colgaba en la parte posterior de la puerta.
Nathan llegó hasta el cuarto de baño, donde hizo sus necesidades, se lavó
las manos, y luego agarró su bata. Echó un vistazo a la ducha con nostalgia,
pero no imaginaba que tuviera la fuerza para lograr tomar una ducha. Se
encogió de hombros en su bata y se ató el cinturón.
Cuando llegó a la cocina, Nathan se preparó una taza de té, la cual no
podría manejar para beber, entró en el salón para descansar en el sofá, y
esperó a que el timbre sonara.
***
El zumbido de su timbre sobresaltó a Nathan despertándolo. Parpadeando
rápidamente, se esforzó por recordar dónde demonios estaba.
Barnaby.
Pasándose la mano por la cara, se levantó y fue cojeando a la puerta de
entrada, pero no antes de que el timbre sonara varias veces más.
Se asomó por la mirilla esperando ver a su pequeña obsesión teñida de
rubio. En su lugar, vio a alguien con el cabello rubio arenoso
cuidadosamente peinado.
Bueno, no es Barnaby. Así que, Travis había enviado a otra persona
después de todo.
Empujó a un lado su extraño sentido de la decepción y abrió la puerta.
El joven que estaba allí estaba sin duda sosteniendo una gran carpeta roja
estilo acordeón con el nombre de Sorenson en ella. El chico de pelo
arenoso llevaba pantalones azul marino a rayas de vestir, una recién
planchada camisa blanca, y una corbata marina. Y aunque su rostro estaba
desprovisto de cualquier maquillaje u otros adornos, tenía la misma belleza
delicada y los labios completamente llenos como Barnaby.
Frunciendo el ceño, Nathan tomó el archivo de la mano del estirado
hombre.
—Por fin. Iba a llamar a una ambulancia quizá o algo. —Eso era
definitivamente lo más sexy de Barnaby, su voz casi ronca.

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—¿Barnaby? —, preguntó, vacilante.
Esos labios tentadores se curvaron en la más sexy maldita sonrisa familiar
que Nathan había visto nunca. Pero muy pronto la sonrisa se desvaneció.
—Te ves infernal, Sr. Llewellyn.
—Nathan —dijo con aire ausente.
Barnaby... o el doble de Barnaby... se acercó. Los aromas de canela y clavo
asaltaron su nariz y en cualquier otra ocasión habría enterrado encantado el
rostro en el cuello del hombre para inhalar el olor, pero ahora las náuseas se
levantaron en su estómago, amenazando con llenar su garganta. Se
tambaleó hacia atrás.
Barnaby colocó una mano tranquilizadora en su brazo. —Será mejor que
vuelvas a la cama. Te ves realmente mal.
No podía decidir qué era peor. Parecer realmente mal o infernal. Dios,
ahora estaba delirando.
El brazo de Barnaby se deslizó a su alrededor. La única vez que había
estado tan cerca de su obsesión y quería vomitar. Como si su día no hubiera
sido ya disparado al infierno, se puso peor. Permitió que Barnaby le
ayudara a volver al pasillo conduciéndole a los dormitorios. Se sentía tan
débil como un hombre de cien años de edad.
—¿Qué habitación es la tuya? —preguntó Barnaby.
Nathan sólo pudo señalar. Fue llevado dentro de la habitación y luego
señaló el cuarto de baño. Afortunadamente, Barnaby supo lo que quería
decir y lo llevó allí. Cayó de rodillas, bastante ingratamente, y apenas se
había inclinado sobre la taza del baño cuando su estómago estalló.
***
—Está bien sabes —aseguró Barnaby a Nathan mientras se inclinaba sobre
él, secándole la frente con un paño húmedo y frío.
Era fácil para él decirlo, pensó Nathan. No sólo se limitó a vomitar delante
del hombre que le gustaba. Se preguntó, un tanto febrilmente, mientras
yacía en la cama, quién podría ser para Barnaby ese hombre.
De alguna manera, después que había superado la total humillación de
tener a Barnaby limpiando detrás de él, se las había arreglado para llevarlo

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de regreso a su cama. Ahora, su enfermera privada estaba dirigiéndolo. Tal
vez el día había mejorado después de todo.
Miró a los ojos de color azul grisáceo de Barnaby, hipnotizado por las
motas pequeñas de oro que los salpicaban. De repente, sus gafas fueron
arrancadas de la cara y el hombre se volvió borroso.
—Lo siento, debería haber pensado que no querrías éstas en la cama. Están
manchadas de... um... cosas de todos modos —dijo Barnaby. —Las
limpiaré para ti y te las devolveré más tarde.
Nathan asintió con la cabeza. O pensó que lo hizo.
—¿Has sido capaz de retener algo?
—No. He intentado un poco de té antes de que vinieras, pero realmente no
pude beberlo.
—Creo que tenemos que mantenerte hidratado. Voy a conseguir un poco de
agua en un rato. —Barnaby se sentó en el borde de la cama a su lado. —
No creo que estés bien para hacer el trabajo sin embargo.
Suspiró. —Tienes razón. Voy a tener que conseguir que uno de los otros
abogados lo haga. Tal vez Mary.
—Se lo diré a Travis cuando regrese a la oficina.
—No vas a dejarme ya, ¿verdad? —Ahora que estaba allí, Nathan no
quería que se fuera. Estúpido, pensó.
—No. Me quedaré un poco más.
—Espero que no enfermes tú.
—Me puse la vacuna contra la gripe, así que probablemente estoy bien.
Nathan frunció el ceño. —Mira, me doy cuenta que estoy delirando, pero,
¿cambiaste de aspecto?
—Te has dado cuenta ¿eh? —Por alguna razón Barnaby sonaba feliz.
—Es un poco difícil no hacerlo —Nathan sacudió la cabeza. — Es
bastante... diferente.
—¿No te gusta?

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Oyó una extraña nota de consternación en la voz de Barnaby, pero pensó
que tal vez se lo había imaginado. Sacudió la cabeza para tratar de
aclararla.
—Hey, ¿quién soy yo para juzgar si deseas cambiar de aspecto?
Barnaby se movió en la cama. —Oh. Sí, supongo que sí. Estaré de vuelta
enseguida.
Oyó a Barnaby ir al baño por un momento y luego salir de la habitación.
Era obviamente un gran tonto cuando estaba enfermo, porque echó de
menos la presencia del hombre en los pocos minutos que se había ido de su
lado.
Barnaby entró y colocó algo en la mesilla de noche. —He limpiado tus
gafas y te traje un poco de agua. Probablemente deberías tratar de tomar
unos pocos sorbos de vez en cuando. ¿Crees que si te sientes enfermo
puedes llegar al baño, o debería traer un bote de basura antes de que me
vaya?
Nathan sintió el flechazo de la decepción, probablemente lejos de contexto,
también. —Así que, ¿te vas ahora, después de todo?
—Probablemente debería devolver tu archivo de nuevo al bufete para que
la Sra. Biggs pueda empezar a hacer el trabajo que necesitas en él.
—De-de acuerdo —Cerró los ojos, poco dispuesto a ceder demasiado
sintiendo lástima de sí mismo. Ya había tenido lo suficiente de eso.
Un pequeño jadeo ahogado de Barnaby tuvo a sus ojos abriéndose otra vez.
Había estado tan débil que estaba seguro que debía haberlo imaginado.
—Tal vez podría conseguir un mensajero para recoger el archivo y
quedarme aquí. Para asegurarme de que vas a estar bien. Pareces muy
enfermo.
Nathan tragó. —Estoy muy enfermo. Te agradecería la compañía por un
tiempo, si a Travis no le importa que no estés en el trabajo, por supuesto.
—Querría romper la cara de Travis si le importara.
—Está bien, dame un minuto para hacer unas llamadas y estaré de regreso.
Nathan levantó la cabeza para ver a Barnaby desaparecer a través de la
puerta de su habitación una vez más. Incluso en su estado lamentable, había
visto ese tentador trasero. Dios sabía que había estado mirando el culo de

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Barnaby en el bufete a cada oportunidad que tenía. Mientras el animado
rubio no se daba cuenta.
El ex rubio descarado. Tuvo que admitir que le gustaba Barnaby rubio con
todos sus pendientes y el anillo en la nariz y el brillo de labios. Se preguntó
qué provocó el cambio. Decidió que tendría que preguntar.
Nathan bostezó. Hombre, estaba muy cansado. Escuchando a Barnaby
regresar, sus ojos se cerraron.

20
CAPÍTULO TRES

Barnaby volvió a la habitación de Nathan, listo para decirle que consiguió


el visto bueno para quedarse con él el resto del día, cuando escuchó el
suave ronquido procedente de la cama. Tratando de ser silencioso, fue de
puntillas a la cama y miró al hombre extremadamente pálido.
Mordiéndose el labio, se preguntó si debería llamar a su hermano por
consejo médico. ¿Debería estar preocupado, o sólo era la gripe, como
Travis insistió? Se había sorprendido de lo alegre que su jefe sonaba
cuando le había pedido quedarse. Ningún indicio de discusión.
Sonrió un poco. Si bien es cierto que Nathan había visto mejores días,
seguía siendo tan guapo como siempre. Su pelo casi negro era un lío de
rizos enmarcando su cara como un ángel caído. Los pómulos altos, la nariz
aguileña perfecta. Haría suspirar a cualquier chica en un cuento de hadas y
a cada hombre gay debilitarse en sus rodillas.
Su mirada se desplazó a las gafas de pasta negras en su mesita de noche.
Las gafas eran un poco de nerd, reconoció para sí mismo, pero nunca a
Calvin. Pero en Nathan, eran simplemente adorables.
Barnaby pensó que una vez que Nathan se sintiera mejor, volvería a su
antiguo yo. Rechazando mirar incluso a Barnaby, como si no fuera nada. A
pesar del consejo de Calvin, no había estado particularmente impresionado
con la nueva apariencia de Barnaby tampoco.
Sería egoísta por su parte, supuso, si esperaba que la enfermedad de Nathan
persistiera durante varios días para que pudiera quedarse allí y fingir ser su
enfermera. Barnaby rodó los ojos en su propia necedad.
Salió de la habitación y se fue a la cocina. Había notado que necesitaba un
poco de limpieza y ya que tenía que esperar a que el mensajero viniera a
recoger el archivo de Sorenson, bien podría estar ocupado. Esperaba que
Nathan tuviera una lata de sopa o algo así.

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Fue unas horas más tarde, cuando finalmente apagó la televisión después
de ver a Oprah3. Se estiró y levantó. Había comprobado un par de veces a
Nathan y todavía seguía dormido. El mensajero había recogido el
expediente judicial hacía rato.
Barnaby odiaba admitirlo, pero se estaba aburriendo. Él no era una especie
particularmente sedentaria. Se había hecho a sí mismo tostadas de canela
antes, pero le estaba dando hambre de nuevo.
Anteriormente, se había sacado la corbata y la tiró a un lado y ahora
decidió hacer lo mismo con su camisa de vestir. La desabrochó sacándola
por los hombros y las mangas, descartándola con su corbata. Estaba
definitivamente más cómodo con la camiseta azul verdoso que se había
puesto bajo la camisa.
Barnaby se fue por el pasillo hasta la habitación de Nathan, decidido esta
vez a despertarlo si aún dormía. Sí, sabía que las personas enfermas
necesitaban su descanso y todo, pero maldita sea, no quería malgastar estar
en la casa de Nathan. Además, Nathan necesitaba tomar líquidos y esas
cosas.
Para su alivio, Nathan se movía en la cama, lo cual quería decir que no
tendría que ser mezquino y despertarlo. Se acercó a la cama, y miró a su
paciente. Los ojos oscuros de Nathan volvían a mirar con una confusión
inequívoca.
—Hey, ¿te sientes mejor?
—¿Barnaby?
—Sí. Te traje tu archivo y vomitaste, ¿recuerdas?
Nathan gimió y cerró los ojos brevemente. Los volvió a abrir.
—Sí. Ahora lo hago. ¿Qué hora es?
—Alrededor de las cuatro.
—Oh, Dios, Barnaby, lo siento, has estado aquí todo el día, ¿no es así? —
Sonrió.

3
Oprah Gail Winfrey es una presentadora de televisión, actri z, empresaria , productora y críti ca de libros
es tadounidense. La revis ta Li fe la ha clasificado como la mujer más influyente de su genera ción y la revista Time la
ha nombra do una de las cua tro personas que han dado forma al siglo XX y al ini cio del siglo XXI

22
—Más o menos.
Nathan tenía dificultad para sentarse. Se veía un poco verde por toda la
boca, pero en cierta manera mejor que antes de la larga siesta. —Me siento
seco.
—¿Qué tal tu estómago? ¿Mejor?
Nathan se quedó pensativo. —Sí. Se siente un poco menos molesto.
—Bueno. He encontrado una lata de fideos con pollo en tu despensa, por lo
que tal vez puedas comer un poco de eso.
—Gracias. No puedo creer que te quedaras aquí todo este tiempo conmigo.
Barnaby se encogió de hombros. —Era mejor que tener que escribir un
alegato para Travis. ¿Necesitas ayuda para llegar al cuarto de baño?
Nathan sacudió la cabeza. —No, creo que estoy bien.
—Muy bien, iré a calentar tu sopa. ¿Debería ayudarte a llegar al comedor o
qué?
—No, creo que voy a tratar de salir por mi cuenta. Me siento mucho mejor.
Emocionado de escuchar que Nathan estaba en vías de recuperación,
Barnaby fue a la cocina para calentar la sopa. Al parecer, dejar dormir al
hombre había sido lo correcto. Mientras que hacía la sopa de pollo para
Nathan, hizo una quesadilla de queso para él mismo, habiendo encontrado
las tortillas y el queso en la nevera de Nathan.
Tenía la mesa toda lista con su comida, cuando Nathan salió vestido con
una bata sobre el pijama. Parecía como si hubiera hecho algún tipo de
intento de peinar sus rizos salvajes, pero se había dado por vencido, dando
a su pelo oscuro una especie de mirada sexy, con aspecto de profesor loco.
Estaba especialmente bien con las gafas de pasta negras.
Sonrió y se sentó a la mesa con la sopa y un vaso de agua. —Wow, gracias.
No puedo recordar la última vez que alguien cuidó de mí.
Barnaby se sentó también. Sintiéndose un poco avergonzado, bajó la
barbilla. —Bueno, yo estaba aquí.
Nathan miró su quesadilla. —Eso se ve mejor que mi sopa, pero ¿no eres
vegetariano?

23
Abrió la boca para responder, pero luego la cerró. Espera, Nathan ¿sabía
que era vegetariano?
—¿Barnaby?
Se aclaró la garganta. —Um. Sí, soy vegetariano de verduras y hortalizas.
No soy vegetariano que no coma productos lácteos. Así que, aunque no
como carne, sí consumo alimentos animales como los productos lácteos.
—Oh. Por supuesto. —Nathan tomó una tentativa cucharada de sopa. —
¿Puedo hacerte una pregunta?
Barnaby se quedó inmóvil, con un nudo en el estómago. —Sí. Adelante.
—¿Qué te motivó a cambiar tu apariencia?
—Bueno... —¿Cómo iba a responder? No podía decirle a Nathan lo que le
llevó a cambiar. Exhalando lentamente, se decidió por una verdad a
medias. — Hay un chico en el que estoy interesado
—Está bien.
—Y, es diferente de cómo yo soy. Más... pulido. Así que pensé que tal vez
a él podría gustarle más si tuviera un aspecto más aceptable.
Nathan tomó otra cucharada de sopa y se encogió de hombros. —Está lejos
de mí juzgar, pero en mi opinión, a él debería gustarle la forma en que tú
eres. Normalmente, quiero decir.
—¿A pesar de que es más conservador?
—¿Y qué? Personalmente, pensé que eras lindo antes. Me gustaban los
aretes y el maquillaje, también—. Nathan de repente bajó su cuchara y se
volvió de una sombra oscura de color rojo, que parecía adicionalmente
extraña teniendo en cuenta que había estado de blanco fantasmal antes.
Barnaby miró, su pulso latiendo a toda velocidad. —A ti te gustaba la
forma en que me veía ¿no?
Nathan bajó su mirada a la sopa. —Te veías, ya sabes, bien para ese tipo de
aspecto, sí.
Apenas una rotunda aprobación de su aspecto anterior, Barnaby pensó,
pero era tan patético, que decidió que era mejor que nada. —Tal vez vuelva
a la otra manera, entonces.
—Claro, si quieres.

24
Barnaby se obligó a contener un suspiro y buscó algo más que decir. —
¿Cómo está la sopa?
—Está bien —.Sonrió Nathan.
—Supongo que no puedes hacer mucho por dañar a la sopa enlatada.
—A menos que olvides que está en la cocina y la dejes seca —Nathan, dijo
tímidamente. — ¿Puedo hacerte otra pregunta?
Tensándose, Barnaby asintió.
—¿De dónde viene el nombre de Barnaby?
Se echó a reír. Eso era fácil. —Mi abuela. Amaba la televisión de los
setenta. Una de sus favoritas era Barnaby Jones con Buddy Ebsen. De ahí,
el nombre.
—¿Estás bromeando?
—Nop. Yo sólo soy afortunado de que no me llamara Maude o Rhoda.
Nathan se echó a reír. —Oh, Señor.
Sonrió. —Sí, mi abuela es otra cosa —.Se dio cuenta de que Nathan había
alejado su tazón. — ¿Tuviste suficiente?
—Sí, creo que sí. Gracias de nuevo.
—Toma un poco de agua, también. ¿Sientes ganas de devolver?
—Sorprendentemente no. Todavía me siento débil, pero no creo que tenga
fiebre ya.
Barnaby asintió, dándose cuenta de que esto más o menos quería decir que
debería irse a casa. Terminó su quesadilla y se levantó, agarrando el plato
de sopa de Nathan también. — ¿Quieres que guarde la sopa en un
recipiente para que puedas calentarla si te da hambre más tarde?
—Eso sería muy amable de tu parte. Hay algunos en el armario de allí. —
Señaló Nathan. Se apartó y se levantó de la mesa. — Gracias por todo,
Barnaby.
—Cuando quieras.

25
Nathan se aclaró la garganta. —Estoy seguro de que quieres ir a casa y todo
eso. Pero, tal vez, cuando me sienta un poco mejor, podría llevarte a cenar.
—Barnaby parpadeó.
—¿Cenar?
—Como muestra de agradecimiento —dijo Nathan rápidamente.
—Me gustaría eso.
—Bueno. Um. Genial. Quizá debería ir a descansar.
Tragó saliva, asintiendo. —Sí. Me permitiré salir cuando haya terminado.
Con tal de que pienses que vas a estar bien.
Nathan sonrió. —Por supuesto. Buenas noches, Barnaby.
—¿Cuándo? —Espetó antes de que pudiera detenerse.
—¿Cuándo qué?
Sintió sus mejillas acalorarse. —¿Cuándo crees que podríamos ir a cenar?
—Oh. Pronto.
Barnaby se mordió el labio. Sonaba demasiado vago para él, tal vez como
si en realidad no fuera a pasar, pero no podía exigir una respuesta más
definida. —Buenas noches, entonces.

26
CAPÍTULO CUATRO

Nathan lanzó su pluma sobre la mesa y se frotó los ojos. Si tenía que mirar
una moción más esa semana, gritaría. Bueno... no. Pero estaba
malditamente enfermo de ellas.
Había vuelto a trabajar hacia una semana y no había reunido el valor para
programar la cena con Barnaby. No sabía siquiera qué le poseyó para
sugerir la cena. Los dos no tenían absolutamente nada en común. Y Nathan
estaba seguro de que Barnaby sería demasiado bueno para no fingir que se
lo estaba pasando bien.
Nathan había divisado al hombre un par de veces desde que había
regresado. Barnaby no había vuelto al pelo de punta teñido de rubio, pero
llevaba una vez más, maquillaje y aretes. Se había alegrado. Barnaby era
una preciosidad, no importa cómo vistiera o cómo se arreglaba su pelo,
pero Nathan tuvo que admitir que prefería más el aspecto extravagante.
Por otro lado, le recordaba lo diferente que eran en realidad. Alguien como
Barnaby nunca se sentiría atraído por alguien como él. Aguafiestas,
aburrido y conservador frente a guapo, caliente, y divertido.
Nathan sacudió la cabeza y cerró su ordenador. Incluso aunque era un poco
después de las seis y a menudo se quedaba mucho más allá de eso, sabía
que había terminado por el día. Empujó la silla hacia atrás, se levantó, y se
estiró.
Mientras agarraba su chaqueta, ya estaba decidiendo por qué sitio de
comida rápida iría con el coche esta noche. El bufete estaba en su mayoría
desierto. Sabía por la puerta cerrada en el pasillo con la luz que transmitía
desde abajo que uno de sus compañeros, Mark Stevens, todavía estaba allí.
Mark se mantenía allí durante más horas que ninguno de ellos.
Era la personificación de un adicto al trabajo.
Su otro socio, Travis, había estado en un juicio todo el día, así que no había
entrado, y la mayoría de los abogados asociados lo dejaban a las seis cada
día. Nunca habían requerido que los abogados se mantuvieran largas horas
mucho más que otras firmas lo hacían, a menos que hubiera un caso en
curso que lo requiriera.

27
Los tres se habían conocido en la Facultad de Derecho y se habían unido
sobre todo por ser gays. A pesar de que nunca habían salido entre sí, habían
desarrollado una amistad fácil, y más tarde, cuando todos ellos estaban
cansados de los bufetes en los que trabajaban, habían formado su propio
bufete de abogados. Lo hicieron bastante bien y fueron capaces de limitar
el bufete sobre todo tomando casos que creyeron serían victoriosos.
Mantener pequeñas cosas había funcionado para ellos.
Volviéndose hacia las puertas que conducían fuera de la oficina, Nathan se
sorprendió al ver el cuerpo esbelto de Barnaby, justo por delante de él.
—¿Todavía aquí? —habló antes de que pudiera detenerse.
Barnaby saltó una fracción y se dio la vuelta. Sonrió, pero estaba tenso. —
Oh, hola.
—No quise asustarte.
—No lo hiciste —negó Barnaby. — Bueno, buenas noches.
Nathan frunció el ceño. Había una tristeza en Barnaby que no
acostumbraba y que definitivamente no le gustaba. — ¿Estás bien?
—Sí, claro, yo sólo... no importa. —Barnaby se volvió para agarrar la
manija de la puerta.
—Espera, ¿qué?
Barnaby se enfrentó a él de nuevo y se pegó a sí mismo contra la puerta
cerrada. El joven vestía vaqueros ajustados, una camiseta con las palabras
El ejercicio mata, y una camisa de cuadros de manga larga sobre esa.
Sus ojos azul grisáceo hipnotizaron a Nathan y sabía que estaba mirando,
tal vez incluso babeando.
—Bueno, es sólo que me pediste ir a cenar y luego no lo has hecho. Así
que ahora no sé qué pensar.
—Oh.
Un poco más de tristeza se mostró en los ojos y casi una profunda
decepción. —Sí, lo entiendo. Que tengas un buen fin de semana.
Nathan se obligó a sí mismo a hablar antes de que Barnaby pasara por las
puertas del bufete. — ¿Qué hay esta noche?
—¿En serio?

28
Pensó que alguien como Barnaby probablemente tendría una cita diferente
cada noche o cerca de ello. Barnaby era el tipo de persona que tendría una
docena de tipos interesados al segundo que entrara por la puerta de un bar
gay.
—Un aviso demasiado corto, ¿eh? —Una parte de él esperaba que lo fuera,
estaba muy nervioso. Cuando Barnaby había terminado cuidándolo
mientras estaba enfermo se sentía demasiado mal como para que le
importara mucho, pero ahora estando sólo en una forma más o menos
romántica le causaba revoloteo en el estómago.
—No, creo que suena muy bien —dijo Barnaby. — Pero, ¿puedo pedir que
elijamos un lugar que tenga opciones vegetarianas?
—Oh, definitivamente no es un problema. De hecho, ¿por qué no eliges
donde quieres ir?
Barnaby asintió y pasó por las puertas del bufete al exterior. Vaciló un
segundo para admirar el culo redondo del hombre y luego lo siguió.
—¿Quieres que te siga o que te lleve? —Barnaby levantó una ceja.
Sintiéndose sonrojar, Nathan se apresuró a decir, —Iré contigo. Es más
fácil de esa manera.
***
Nathan pensaba que era un pequeño milagro que hubiera sido capaz de
calmar su acelerado pulso y conducir a la cadena de restaurantes casuales
que Barnaby había elegido. Sentado junto a él en el asiento delantero,
Barnaby olía a canela, clavo y naranja. Le recordó a su té favorito.
El restaurante estaba abierto y era alegre con una claraboya en el techo y
una barra rectangular grande en el centro. Estaba lleno de gente, pero no lo
suficiente para causar un tiempo de espera y fueron sentados rápidamente
por una burbujeante anfitriona que dejó literalmente boquiabierto a Nathan.
Estaba realmente contento por el bien poblado restaurante. No sabía si
estaba listo para un oscuro, ambiente acogedor, a la luz de las velas.
—Una buena elección.
Barnaby mostró su sonrisa blanca y cegadora. —Me di cuenta que ambos
necesitábamos un lugar como este para estar a gusto.

29
Nunca se le hubiera ocurrido que Barnaby podría estar nervioso. Había
pensado que el hombre alegre era imperturbable.
—No volviste a teñirte el pelo —espetó.
El otro hombre asintió. —Me gustaría, pero mi estilista sugirió esperar un
poco para evitar demasiados daños. ¿Estás seguro de que te gusta mejor
así? —Tragó saliva.
—Sí. Bueno, quiero decir, que sin duda tienes físico de donde sacarlo.
Barnaby frunció el ceño, mirando un poco confundido, y Nathan no podía
culparlo. No sabía qué diablos quería decir tampoco. Alzó su menú para
cubrir su rostro.
El camarero se acercó y Nathan ordenó un sándwich de pollo y Barnaby
espagueti a la marinara. Ambos pidieron un té helado.
Nathan se dio cuenta de que el camarero se alejó justo por lo mal que
estaban en la pequeña conversación. No tenía ni idea de qué decir.
Claramente soy socialmente un inepto, pensó con autodisgusto. Echó un
vistazo a la mesa junto a la suya. Estaba ocupada por una mujer y dos niños
que estaban charlando. Genial, los niños eran mejores en la conversación
que él.
—Así que, ¿tu abuela te puso el nombre? ¿Tu madre estuvo de acuerdo con
eso?—Barnaby asintió.
—Mi abuela nos crió a mi hermano, Calvin, y a mí.
Nathan recordaba vagamente al hermano de Barnaby llegar a su bufete una
vez hace unos meses a visitar a Barnaby, pero en realidad no se acordaba
mucho de Calvin. Sonrió un poco. — ¿Calvin? Ella no le puso el nombre,
también, ¿verdad?
El otro hombre se echó a reír. —Nah. Pero al crecer, Calvin odiaba el
nombre. Acostumbra a tratar de utilizar otros nombres más cortos. Durante
un tiempo fue Cal y luego Vin. Al final, acabó volviendo de nuevo a
Calvin. Creo que pensó que era mejor que Barnaby.
—Es mayor, ¿no?
—Sí, siete años. Es médico. De alguna manera más inteligente que yo.
Somos opuestos más o menos.
—¿Heterosexual?

30
—No, eso es una cosa que tenemos en común.
Eso le sorprendió. — ¿Ambos son gays?
—Ya sé, ¿cuáles son las probabilidades, eh? No sé, es sólo la forma que
somos.
—¿Cómo es que fueron criados por tu abuela? —Sonrió cuando el
camarero colocó sus cenas en frente de ellos.
—Bueno... mi mamá murió justo después de darme a luz.
—Oh. Wow.
Barnaby se encogió de hombros, como si tal vez no fuera gran cosa. —Sí.
Yo ni siquiera la conocí. Calvin tenía siete años por lo que lo hizo algo,
pero no creo que la recuerde mucho.
Dejó el lapso de silencio por un momento, pero luego se escuchó a sí
mismo preguntar — ¿Y tu padre?
El otro hombre se puso rígido y miró hacia otro lado. Uh-oh. Al parecer la
curiosidad mató al gato.
—Lo siento. No sé cuándo callar, obviamente.
Barnaby volvió a mirarle, su expresión suave e ilegible. —Todo está bien.
Sólo esperaba conseguir algunas citas más antes de encontrar el momento
para esto.
¿Más citas? Bueno, eso era una especie de promesa. Si él quería más citas,
por supuesto. Nathan se sentía atraído definitivamente por el hombre más
joven, pero no tenían nada en común, sólo que ambos trabajaban para el
bufete y aun así, no tenían puestos de trabajo similares. ¿No era importante
que fueran compatibles? Sus padres no tenían nada en común, excepto la
inicial atracción física, según su madre, y terminaron en un amargo
divorcio.
Barnaby había dejado de comer sus espaguetis y cruzó las manos delante
de él. —Está en la cárcel. Por matar a mi mamá.
—Mierda —susurró Nathan.
Barnaby asintió. —Nunca lo he conocido bien y no quiero hacerlo.
Consiguió la cadena perpetua sin libertad condicional por lo que dudo que
alguna vez tenga que preocuparme sobre ello, porque ninguno de nosotros
tiene ningún deseo de hacerle una visita.

31
—Dios, lo siento.
Ahora el joven negó con la cabeza. —No lo sientas. Yo sé que suena mal,
es malo, pero tuve una infancia muy buena. Mi abuela era la mejor. Nunca
nos ha decepcionado para nada, ella cubría todas nuestras necesidades, nos
apoyaba. No podíamos haber tenido una vida mejor que con ella
criándonos.
Nathan sonrió y se encontró a sí mismo llegando a través del asiento para
cubrir las manos entrelazadas de Barnaby con una de los suyas. —Suena
como que era estupenda. ¿Sigue todavía ahí?
—Oh, sí. Tú la querrías.
—Apuesto por ello. Anda, come. Lo siento, te he sacado cosas dolorosas.
—Volvió a comer su propia comida y se sintió aliviado cuando Barnaby
metió la mano en los espaguetis con gusto renovado.
Después de eso, dirigieron la conversación a las más mundanas de las cosas
tales como películas y eventos actuales. Nathan estaba bastante contento de
que Barnaby no le preguntara acerca de su propia familia. No era que no
tuviera nada cercano tan malo como lo que le pasó a Barnaby, pero pensó
que ya habían tenido temas lo sufic ientemente serios para la noche.
Más tarde, condujo de nuevo a Barnaby al estacionamiento de la firma,
donde su Beetle Volkswagen se había quedado. Cuando se detuvo junto a
él, Barnaby levantó la manija de la puerta del auto de Nathan.
—Pasé un rato agradable. Gracias por la cena.
—No hay de qué. Gracias por venir a mi rescate cuando estuve enfermo. —
No sabía si debía invitarlo de nuevo o darle un beso... o qué. Señor, era un
gran pedazo de éxito. No era como si nunca hubiera salido antes. Lo había
hecho, aunque nunca con alguien como Barnaby. Siempre con chicos como
él. Aburridos.
—¿A qué hora vas a recogerme mañana?
La pregunta de Barnaby cortó la bruma de auto-odio descendiendo sobre él.
—¿Qué?
La sonrisa del otro hombre era brillante y alegre en el apenas iluminado
coche.

32
—Vamos al cine mañana por la noche. —Se retorció un poco hacia
adelante, metió la mano en su bolsillo trasero y sacó su cartera. — ¿Tienes
un lápiz?
Nathan señaló la guantera y vio que Barnaby extraía una pluma y escribió
algo en un pedazo de papel que había sacado de su cartera.
Barnaby devolvió el bolígrafo y luego le entregó el papel. —Esta es mi
dirección. Recógeme a las siete.
Aturdido, miró hacia abajo a la dirección. Tenía la vista fija en ella cuando
el otro hombre salió disparado hacia adelante y pegó su boca en la de
Nathan en un beso demasiado breve. Se estremeció todo el camino hasta
los pies.
—Buenas noches. —Barnaby rebotó fuera del coche y cerró la puerta.
Nathan esperó, como cualquier persona debería, para que Barnaby entrara y
arrancara su coche, entonces salió del estacionamiento y a casa, a su casa
vacía, deseando que llegara mañana de una manera en que no lo había
hecho en mucho tiempo.

33
CAPÍTULO CINCO

—¡Espera un segundo! —gritó Barnaby cuando el timbre de la puerta de su


apartamento sonó por segunda vez. Hizo una recapitulación de su brillo de
labios y spray pulverizado por el pelo y luego se apresuró desde su
habitación a la puerta.
Había estado mucho tiempo tratando de decidir qué ponerse para su cita
con Nathan durante todo el día. Quería verse bien, pero estar cómodo. Por
último, Barnaby se había puesto sus vaqueros ajustados, un suéter de jersey
verde y botas. Tal vez no GQ4, pero no pensó que fuera un candidato para
Qué no llevar tampoco.
Barnaby abrió la puerta con una sonrisa preparada. —Hey, ¿qué va mal? —
Nathan frunció el ceño y no dejaba de mirar por encima de su hombro.
Empujó a Barnaby ligeramente fuera del camino y entró en el apartamento.
La mirada de Nathan apenas revoloteó a través de Barnaby, que tuvo que
admitir que parecía molesto. Todo el tiempo que se había tomado con su
pelo y la cara ¿y apenas lo registró?
—¿Sabes que hay una persona sin hogar que yacía junto a las escaleras?
—Sí, claro. Él está allí mucho.
Nathan se le quedó mirando. — ¿Y no llamate a alguien?
—¿Cómo a quién?
—La policía.
Barnaby se echó a reír. — ¿Por qué iba a llamar a la policía? No está
haciendo otra cosa que dormir.
Nathan cruzó los brazos sobre su pecho. Iba vestido con pantalones
vaqueros y una camisa de botones azules. —Podría intentar algo en
cualquier momento. Tienes que ser cuidadoso, Barnaby. Este es un barrio
terrible.

4
GQ es una revista sobre tendencias de moda masculina, de estilo, actualidad, etc para hombres.

34
Barnaby no rodó los ojos, pero le llevó un gran esfuerzo. Bueno, es cierto,
no era el mejor de los barrios, pero no estaba poblado de asesinos
enloquecidos tampoco. Nathan sonaba igual que Calvin.
—No es tan malo —dijo a la defensiva.
—Lo es. ¿Travis no te paga lo suficiente como para pagar algo mejor que
esto? Infiernos, voy a tener que hablar con él.
Barnaby exhaló y contó hasta diez. —Me paga bien. Aunque ahora que lo
pienso, me merezco un aumento de sueldo. La verdad es que estoy
pensando conseguir un nuevo lugar pronto, pero estoy ahorrando para el
pago inicial.
Nathan asintió. —Bueno, bueno. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?
—Alrededor de cinco años. Cuando primero nos mudamos aquí, era mejor.
Sólo se ha vuelto así de mal en el último año.
Nathan frunció el ceño otra vez. — ¿Nos?
—Originalmente tenía un compañero de piso, pero me abandonó.
—¿Un compañero de piso...?
—Sí, nada de sexo, si eso es lo que estás preguntando. Decidió volver a
vivir con sus padres y llevo viviendo aquí solo desde entonces. Me metí un
poco en una deuda de tarjetas de crédito, que es por eso por lo que me ha
llevado un poco encontrar un nuevo lugar. Pero lo haré. —Sentía un poco
como si estuviera explicándose a su hermano mayor.
—Está bien —.Nathan se relajó visiblemente. — Lo siento. Supongo que
vine un poco arrogante. Me sorprendí un poco cuando llegué aquí.
—No hay problema. Pero no te preocupes. Puedo manejar mis propios
asuntos, ¿de acuerdo? —Barnaby definitivamente no era una hermosa
doncella que necesitara de un caballero que viniera al rescate. Y muy bien
que no necesitaba otro dolor en el culo de hermano.
Nathan enrojeció un poco, pero asintió. —Sí.
Barnaby sonrió. —Te ves muy bien. ¿Y yo qué? —Se dio la vuelta
alrededor, deteniéndose un momento para dar a Nathan una mirada
adicional a su culo.
—Está bien. Te ves bien.

35
Acallando su decepción, Barnaby no permitió que su sonrisa se
desvaneciera. —Muy bien, estoy listo. — ¿Cuál era esa frase? ¿No le
gustas tanto? Barnaby se preguntó cuánto tiempo le llevaría antes de que
finalmente se diera cuenta de eso Nathan y se rindiera.
***
—Esa película era tan impresionante —Barnaby estaba entusiasmado
cuando salieron del cine cerca de las diez.
Nathan sonrió. —Era bastante buena.
Barnaby se dio cuenta de que lo último que quería era que la noche
finalizara. Buscó en su cerebro algo que podrían hacer por la noche. Nathan
realmente no parecía ser del tipo de ir de bares, sin embargo, sugeriría eso
como último recurso. Se había comido un gran recipiente de palomitas de
maíz así que no estaba seguro si sugerir ir a cenar a la noche sería lo mejor
tampoco.
Y entonces se dio cuenta. Perfecto.
—Vamos a jugar a los bolos —dijo justo cuando llegó al coche de Nathan.
El otro hombre se congeló. — ¿Perdón?
—Cosmic Bowling 5. Hay una bolera en Ventura Boulevard. Vamos, será
divertido.
—No sé.
Barnaby no podía mantener el mohín de su boca. — ¿Por favor?
Los labios de Nathan se curvaron en una sonrisa. —Está bien. Pero yo no
soy realmente muy bueno.
—¡Yo tampoco! Podemos reírnos el uno del otro. Vamos a alquilar los
zapatos y todo.
—Está bien, está bien, puedo ver que estás determinado. —Se rió Nathan.
— Vamos a jugar a los bolos.

5
Los cosmic bowling son centros recreativos de enormes dimensiones pistas para boleras, billar, etc y
diferentes entretenimientos.

36
Barnaby apenas podía mantenerse conduciendo. No había estado en una
bolera hace siglos. No le gustaba mucho, pero lo único que le importaba era
que significaba que podía pasar más tiempo con Nathan.
Cuando llegaron a la bolera, Barnaby prácticamente corrió hacia el interior.
Sabía que probablemente debería calmarse, pero bueno... no podía.
Poco tiempo después, con los zapatos alquilados y habiendo conseguido las
bolas, encontraron un carril para utilizar. Estaba bastante lleno, pero había
un par todavía disponible. Se habían detenido también en el bar por unas
patatas mal fritas y algunos nachos.
Había sido una especie de diversión, en verdad. Barnaby había preguntado
si utilizaban aceite animal como base para freír y el adolescente masticando
chicle que trabajaba en el bar se le quedó mirando como si las patatas que
había pedido, hubieran sido hechas por extraterrestres. Finalmente, había
decidido que sólo comería los nachos y dejar las patatas fritas a Nathan.
—Así que, pensé que no eras muy bueno en los bolos —dijo Barnaby
cuando Nathan se preparó para rodar su siguiente serie. Había empezado el
juego con una tirada y luego cogió una de reserva en la serie siguiente.
—De regreso a la escuela secundaria me ofrecieron los bolos como una de
las oportunidades para la PE 6. —Nathan se encogió de hombros. — Parecía
ligeramente más factible para mí que el baloncesto. En realidad no he
lanzado los bolos mucho desde entonces, pero creo que todavía recuerdo
algunas cosas de la clase.
—Uh-huh. Si hubiéramos hecho una apuesta, me habría dado cuenta de que
había sido estafado. —Se metió una patata frita cubierta de viruta de queso
en la boca.
—Háblame sobre tu familia.
Nathan sonrió. —Tú no estás tratando de distraerme ¿lo estás, Lassiter? —
Se echó a reír. —No, si lo estuviera, lo haría con mi delicioso cuerpo no
con preguntas.
El otro hombre se volvió para lanzar la bola. Justo debajo de la mitad,
maldita sea. Barnaby suspiró y lo anotó en la hoja de puntuación.

6
PE, se refiere a la educación física en las escuelas.

37
Nathan se sentó mientras Barnaby se levantaba. —En cuanto a mi familia,
no mucho que decir. Mis padres se divorciaron cuando yo era un
adolescente. Me quedé con mi mamá. Yo era su único hijo, pero ambos se
volvieron a casar. Mamá no tuvo ningún otro niño, pero mi papá y su
esposa tuvieron tres juntos y su esposa tenía un hijo de un matrimonio
anterior, también.
—¿Los ves mucho?
—Bueno, mi mamá y su esposo se retiraron a Hawai.
—Que suerte.
Nathan sonrió y escribió la puntuación de Barnaby después de comer una
patata frita. Había perdido su reserva. Sin lugar a dudas, Nathan le estaba
pateando el culo.
—He ido a visitarlos un par de veces y definitivamente tienen suerte. Mi
padre y su familia viven en Irvine, así que los veo un par de veces al año.
Los veo en las vacaciones en su mayoría, a pesar de que hablo con ellos por
teléfono y por ordenador. En cuanto a mi hermanastro, Matt, yo no lo he
visto en algún tiempo, pero creo que mi madrastra me dijo que había estado
tratando de conseguir un trabajo en el Centro Médico UCLA.
—Hey, ese es el hospital de mi hermano. ¿Doctor?
—Enfermero.
—Así que ¿no te llevas bien con él o qué? —preguntó Barnaby, metiendo
las últimas patatas en la boca.
Nathan se encogió de hombros. —Él está bien. Solíamos hablar más. Es
gay, también. En realidad así es como mi padre conoció a su madre.
Nosotros dos salimos en la adolescencia y su mamá y mi papá se fueron a
una reunión de grupo de apoyo para padres de gays y lesbianas. De todos
modos, realmente no tenemos mucho en común aparte de nuestra
sexualidad y nuestros padres por lo que nunca fuimos amigos cercanos.
Barnaby asintió y logró mantener una sonrisa en su rostro, pero la verdad
era que estaba realmente muy interesado. Si Nathan no era incluso amigo
de su hermanastro debido a las diferencias ¿qué posibilidades tenía?
—Así que, um, ¿tuviste un montón de novios? —preguntó Nathan.
Barnaby se encogió de hombros. —Supongo que eso depende de tu
definición de novio. Si te refieres como a una relación a largo plazo, así,

38
tuve dos. Uno que tenía en la escuela secundaria y no rompimos hasta
mucho después de eso. El otro lo conocí un par de años atrás, y rompimos
el año pasado. ¿Y tú?
—Tendré treinta y cinco este año así que han sido cuatro. Ninguno de ellos
realmente funcionó. El más serio fue cuando tenía cerca de tu edad. Fuimos
muy calientes y excesivos durante un tiempo.
Barnaby tragó. No le gustaba exactamente oír sobre Nathan siendo caliente
y excesivo con nadie. — ¿Qué pasaba?
—Realmente éramos muy diferentes. Demasiado. Lo último que creo que
nos separó, fue que nos aburríamos mutuamente hasta morir. —Nathan se
rió un poco.
Se echó a reír también, aunque él pensó que sonaba vagamente histérico.
Miró a la hoja de puntuación. —Has ganado, por supuesto. ¿Quieres otro
juego?
Nathan sonrió y negó con la cabeza. —No, Ya he terminado.
Después de recuperar sus zapatos, hicieron su camino de regreso al coche.
Barnaby una vez más, estaba tratando de pensar en una manera de estirar la
noche. Bueno, nunca había sido acusado de ser tímido.
—Sabes, estoy un poco nervioso por regresar a mi apartamento.
Nathan se detuvo en el coche y levantó una ceja detrás de los gruesos
cristales de sus gafas. — ¿Es así?
Barnaby sonrió. —Sí, así que estaba pensando que en su lugar tal vez
debería ir a casa contigo.
Los labios de Nathan se torcieron. —Bueno, entonces, vamos a seguir
adelante.

39
CAPÍTULO SEIS

Ahora que tenía al demasiado sexy-para-su-propio-bien Barnaby en su


casa, el estómago de Nathan revoloteaba nerviosamente. Se sentía como un
maldito virgen. Si bien es cierto que nunca se había sentido atraído por
alguien tanto como lo estaba por Barnaby, eso no significaba que tuviera
que recurrir al comportamiento adolescente desgarbado.
Nathan lanzó su chaqueta en el respaldo del sofá. — ¿Puedo hacer un poco
de café?
Barnaby se había vuelto a aplicar su brillo de labios color violeta en el
coche y ahora el brillo en sus sensuales labios realmente lo encendió.
Demonios, era patético. Tenía diez años más que Barnaby y era Buddy
Holly con Barnaby de Elvis. O ni siquiera. Más bien como Buddy con
George Michael.
—¿Nathan? —Barnaby hizo un gesto con la mano delante de él.
Se aclaró la garganta. — ¿Perdón?
—Te dije nada de café, pero ¿quizás una cerveza? Vi que tenías alguna en
el frigorífico, el otro día. —Barnaby le dedicó una hermosa sonrisa.
Asintió y se dirigió a la cocina con Barnaby pisándole de cerca los talones.
Tan cerca que podía oler su aroma de canela y clavo de nuevo.
Le gustaba ese olor. ¿Era por el champú o el gel de ducha que Barnaby
utilizaba? Metió la mano en el refrigerador por dos cervezas Coronas de
cuello largo, las abrió y entregó una a Barnaby.
Cuando Barnaby tomó un largo trago, Nathan lo vio deslizarse hacia abajo
en su garganta. Por alguna razón el movimiento de la garganta de Barnaby
y esos labios violetas brillantes envueltos alrededor de la botella le hizo
pensar en...
—¿Nathan?
Parpadeó y miró a los ojos de Barnaby. Oh, joder. —Maldita sea.
—¿Cómo dices?

40
—Yo... eh... olvidé el programa DVR que quería ver —Nathan exclamó sin
convicción.
Barnaby le lanzó una mirada burlona y luego tomó otro trago de cerveza.
La colocó en la encimera de granito y luego regaló a Nathan una sonrisa
devastadora. — ¿Por qué no me muestras tu dormitorio?
Frunció el ceño. —Lo viste el otro día. —Oh.
—Eres lindo cuando estás nervioso —dijo Barnaby, tomando un paso
adelante hasta que estaban a una o dos pulgadas de distancia.
Podía sentir el calor que irradiaba desde el otro hombre.
—No lo soy.
Los labios de Barnaby se acercaron aún más, su aliento acariciando la boca
de Nathan. La polla de Nathan se llenó y levantó para presionar contra sus
calzoncillos. Frunció los labios al tacto con los labios sensuales de
Barnaby, cuando Barnaby se alejó con un malicioso brillo en sus ojos y
salió corriendo de la cocina.
Nathan sacudió la cabeza y le siguió. Barnaby ya estaba deslizándose a
través de la puerta de su dormitorio. Esperaba con la gracia de Dios tuviera
condones y lubricante. Si no... bueno, tomarían un breve descanso para ir a
la farmacia abierta toda la noche calle abajo.
Incluso mientras se acercaba a su habitación, las dudas empezaban a
notarse. Quería joder a Barnaby como un loco, pero no era realmente una
aventura de una noche con el tipo de persona y sabía que cualquier tipo de
relación con Barnaby no iría exactamente a ninguna parte. El joven era
demasiado joven, demasiado impetuoso, demasiado malditamente hermoso,
y sólo... demasiado.
—Voy a empezar sin ti —dijo Barnaby.
Tragando un gemido, entró en su habitación. Fiel a su palabra, Barnaby
había retirado ya la colcha de la cama de Nathan para revelar las
inmaculadas sábanas blancas, y se había quitado el jersey. Su boca abierta,
con la mirada fija en los esculpidos perfectos abdominales de Barnaby.
—¿Haces ejercicio?
Barnaby sonrió. —Claro. Amigo, ¿con un hermano doctor? Su regalo por
mi cumpleaños el año pasado fue una afiliación a un gimnasio.

41
Nathan se limitó a asentir. Vio cómo los dedos de Barnaby trabajaban el
botón de la bragueta de sus pantalones. Pensó que tal vez Barnaby debería
haber sido bailarín de striptease, a causa de que sus largos dedos
deslizándose a través de los botones eran sexys como el jodido infierno.
Los pantalones vaqueros avanzaron hasta las caderas de Barnaby con tan
lento movimiento, que empezó a preguntarse si había empezado a babear
ya. Nathan desabrochó a ciegas los pantalones. En la parte posterior de su
cerebro todavía trataba de decirle a su polla que era una mala idea. Barnaby
era un empleado de la firma y totalmente equivocado para él y…
Los pantalones vaqueros de Barnaby bajaron por las rodillas. Había ido de
comando.
—Joder —susurró Nathan cuando la polla del otro hombre apuntó hacia
arriba.
El joven hombre le guiñó un ojo y luego dio la espalda a Nathan mientras
se quitaba los zapatos y la última de sus ropas, dándole una gran vista del
apretado y redondo culo de Barnaby.
Nathan tropezó tratando de sacar los pies de sus propios zapatos.
Barnaby volvió su cabeza para mirar. — ¿Estás bien?
—Um, sí. —Sintió su rostro arder. Sacó los zapatos y a continuación los
pantalones. Ahora estaba en ropa interior y camisa sintiéndose tímido y
avergonzado. No era tan caliente como Barnaby.
Barnaby se enfrentó a él de nuevo. — ¿Debería ayudar?
Nathan vio cómo Barnaby se acercó a él. Aquellos deliciosos dedos
acariciaron la garganta, cuando se curvaron alrededor del cuello de su
camisa y desabrocharon el primer botón. Un simple roce de las yemas de
los dedos en el cuello, nunca se había sentido tan erótico. Se estremeció.
—¿Tienes frío? —susurró Barnaby contra sus labios, presionándolos
ligeramente a través de su boca.
—No, te quiero.
Se sentía lleno de Barnaby, de la curva de los gruesos labios justo antes de
que su lengua entrara en la boca de Nathan, buscando y encontrando la
suya. Gimió y levantó la mano para agarrar la parte de atrás de la cabeza de
Barnaby, aplastando sus bocas juntas con fuerza.

42
Los dedos de Barnaby se aceleraron en su camisa, desgarrando los botones
cuando gimió bajo en su garganta. Sin romper el contacto de sus bocas,
Barnaby sacó los brazos de las mangas de la camisa de Nathan y tiró la
camiseta al suelo. Su mano se deslizó en los calzoncillos de Nathan y las
cerró sobre su dolorida erección.
Nathan empujó contra la mano de Barnaby, cerrando los ojos, un lamento
desgarrado de su garganta salió cuando los largos dedos empujaron
violentamente los calzoncillos, liberando su polla y acariciando su longitud.
—Oh, Dios mío, Barnaby.
El otro hombre pasó la lengua por el labio inferior de Nathan, y a
continuación, lo mordisqueó. —Hmm, te gusta eso, ¿eh?
—¿Gustarme? —se rió. —Vas a darme un ataque al corazón.
—Espero que no. No he terminado contigo todavía.
Barnaby soltó la polla de Nathan que se quejó como protesta. Hasta que se
dio cuenta de que Barnaby iba a ponerse de rodillas delante de él. Nathan
respiró hondo.
La sabrosa lengua rosada oscura de Barnaby apuntó como una flecha, y
recogió una gota de líquido pre-seminal de la hendidura de su polla. Luego,
la magnífica lengua se lanzó a la cabeza esponjosa, enviando poderosos
dedos de intenso deseo desde la base de su polla todo el camino hasta la
columna vertebral y a las raíces de su pelo.
—Yum. —Barnaby le sonrió y luego los muy sensuales labios, se abrieron
y se cerraron sobre la cabeza. Aunque sus ojos querían cerrarse, se obligó a
abrirlos. No se perdería la vista de la boca de Barnaby envuelta alrededor
de su polla por nada. Era como ver a un ángel depravado chuparle.
La mano del ángel subió a ahuecarle su saco, apretando suavemente, y las
rodillas casi dejaron de funcionar. Oyó fuertes jadeos y se dio cuenta de
que era él. Nathan estaba bastante seguro de que felizmente jodería esa
deliciosa boca toda la noche dada la oportunidad y la capacidad, pero
también tenía una vista perfecta del culo redondo de Barnaby, que se movía
un poco, cuando tragó más de la polla de Nathan. Esta podría ser su
primera y única oportunidad de entrar dentro de ese culo.
Con una cantidad extrema de resistencia, Nathan dio un pequeño empujón
a la cabeza de Barnaby. Barnaby no le prestó atención y siguió moviendo el
eje de Nathan dentro y fuera de su boca. Ahora sus ojos llegaron a cerrarse.
Maldita sea, Barnaby sabía cómo chupar la polla.

43
Esos largos dedos se movían de sus bolas para amasar sus mejillas. Nathan
sabía entonces que si no detenía a Barnaby iba a estallar.
Abrió los ojos y apretó un poco más firme. Cuando Barnaby todavía lo
ignoró, tiró de un trozo del sedoso pelo de punta.
Barnaby liberó su polla con un pop y un ceño fruncido. —Hey.
—Hey a ti también. Tú... en la cama.
Los ojos de Barnaby se iluminaron de emoción y se subió por encima del
suelo. Antes de que pudiera tomar los pasos hacia la cama, Nathan le
agarró la muñeca y le hizo retroceder, volviéndole rudamente hacia él, para
que sus pechos estuvieran apretados. Los ojos de Barnaby se abrieron como
platos justo antes de que Nathan aplastara sus labios.
El comportamiento rudo, enérgico no era totalmente de él, pero se dio
cuenta que le gustaba y definitivamente le gustaba el pequeño gemido
procedente de Barnaby. Rompió el beso y entonces prácticamente empujó a
Barnaby en la cama.
Nathan abrió la boca para disculparse por el comportamiento Neanderthal,
pero las palabras se congelaron en su boca cuando Barnaby se tumbó en la
cama boca abajo, dos cremosos globos perfectos de carne provocándole.
Estuvo a punto de tragarse la lengua. En su lugar, tropezó con la mesita de
noche que esperaba que contuviera un suministro de lubricante y condones.
No podía decidir si tenía la paciencia de preparar ese culo él mismo o si
quería ver a Barnaby prepararse.
Lo que quiera que fuera, tiró del lubricante y lo vio aterrizar en la mejilla
izquierda.
—¿Por qué no me dejas poner eso sobre ti? —preguntó Barnaby, mirando
por encima del hombro a Nathan.
—Nop —Nathan abrió el envoltorio con los dientes y rodó el condón en su
polla.
Barnaby suspiró y hundió sus dientes en el labio regordete. —Tal vez la
próxima vez.
Su corazón tartamudeó por un momento, pensando que no habría próxima
vez, probablemente. Fue a quitarse las gafas, pero Barnaby sacudió la
cabeza. —Déjatelas puestas, son atractivas.

44
Nathan se echó a reír. —Estás loco, pero está bien.
Barnaby levantó su culo un poco en una invitación descarada.
Nathan se arrodilló sobre la cama e ignorando el lubricante por un
momento, arrastró su lengua a lo largo del pliegue del culo de Barnaby. El
hombre más joven abrió la boca y Nathan no estaba seguro de quién se
sorprendió más, si Barnaby o él mismo.
Encogiéndose de hombros un poco en su propio comportamiento
inusualmente audaz, Nathan rozó el tubo de lubricante al lado de Barnaby.
Los dedos de Nathan separaron las mejillas y pasó la lengua a lo largo de la
línea una vez más. Esto era algo que no había hecho con ninguna otra
pareja sexual antes.
Incluso con sus pocas relaciones más serias. Su lengua dudó sobre la
abertura del culo de Barnaby y luego decidió que no estaba bastante
preparado para esa intimidad.
Nathan se enderezó y cogió el lubricante, con la mirada fija en ese agujero
de color rosa perfecto. Derramó una cantidad generosa de lubricante y
apretó un dedo dentro.
—Oh, vaya —Barnaby respiró y empujó hacia atrás. Extendió sus piernas
más ampliamente, dando un mejor acceso a Nathan.
Añadiendo más dedos y más lubricante, preparó a Barnaby para su polla,
que estaba a punto de caerse ahora con la necesidad de correrse.
Se inclinó para hablar al oído de Barnaby.
—¿Crees que estás listo? —Descansó la punta de su polla entre las mejillas
de Barnaby.
—Sí, jódeme.
Esas palabras de la dulce voz ronca de Barnaby, le hicieron ligeramente
enloquecer. Sus dedos se hundieron en las delgadas caderas pálidas de
Barnaby, cuando se introdujo en su interior. Respiró, tratando de no
empujar demasiado duro, demasiado pronto.
—Por favor —rogó Barnaby.
Nathan no pudo resistirse a esa súplica, y empujó de nuevo una vez más,
bombeando el dulce culo de Barnaby duro y rápido. Barnaby volvió a
empujar contra él, montándolo rudo, hundiendo sus dedos en las sábanas.

45
Si alguien le hubiera dicho a Nathan que estaría jodiendo a Barnaby
Lassiter hasta el colchón, incluso ayer, se habría reído en su cara. Pero
ahora, aquí estaba, sus bolas abofeteando, atacando el más dulce culo que
jamás había tomado.
—Oh Dios, oh Dios, oh Dios —gemía Barnaby, con la mano debajo de él
trabajando en su propia polla con movimientos frenéticos.
Con una mano sin soltar la cadera de Barnaby, Nathan se abrió paso con su
dedo a través de los suaves cabellos del otro hombre y tiró. Barnaby gimió
y empujó con más fuerza contra él.
—¿Así?
—Sí, por favor.
Tiraba de un trozo de pelo de nuevo y Barnaby prácticamente se volvió
salvaje. Se empujó contra Nathan, áspero y frenético.
Nathan se estrelló en su orgasmo, sacando un grito ronco de su garganta.
Sólo unos pocos latidos del corazón más tarde, Barnaby se vino, también.
Después de retirar y desechar el condón y colocando su gafas en la mesilla
de noche, Nathan envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Barnaby
por un momento para ponerse en cuchara juntos, sin querer terminar la
conexión todavía. Su pecho subía y bajaba con el esfuerzo para respirar y la
intensidad del sexo le dio un poco de miedo, pero aún no podía obligarse a
sí mismo a alejarse.
En el momento que Nathan comprendió que había contenido el aliento
suficiente para moverse y hablar, notó un cambio en el cuerpo de Barnaby.
Se había ido todo cálido y débil. El ronquido leve que había oído vino de
aquellos perfectos labios arqueados. Cerrando los ojos, sonrió. Dormir sin
duda sonaba bien.

46
CAPÍTULO SIETE

Barnaby se despertó con la luz que brillaba en sus ojos. Maldita sea,
¿cuando consiguió una ventana en su dormitorio? Parpadeó y trató de darse
la vuelta. El peso de un brazo alrededor de su cintura se lo impidió.
Oh.
Ahora era por la mañana y no estaba caliente para tener sexo con Nathan...
bien, estaba, pero no era tan urgente, era capaz de captar sus alrededores.
Cuando había estado allí por la enfermedad de Nathan no había prestado
mucha atención a la habitación, pero ahora se dio cuenta de que tenía
puertas francesas que daban a una terraza. Agradable.
Suspiró con satisfacción. La noche había sido increíble. Mejor de lo que
jamás imaginó. Nathan era tan caliente en la cama. Barnaby sonrió,
entusiasmado por volver a hacerlo.
En este momento, sin embargo, en realidad tenía que hacer pis. Luchó
desde debajo del brazo de Nathan. Bajó la mirada hacia el hombre
dormido. Nathan tenía un aspecto tan inocente mientras dormía. Un
mechón de su cabello oscuro descansaba en su frente y había un ligero
rubor en sus mejillas. Casi se inclinó para besar la punta de la nariz de
Nathan, pero decidió que no quería correr el riesgo de despertarlo si
necesitaba su sueño.
Barnaby caminó más allá de la cama tan silenciosamente como fue posible
y hasta el baño. Después de hacer sus necesidades, se lavó las manos y
luego frunció el ceño ante la imagen mirándolo desde el espejo del
botiquín. El delineador de ojos estaba todo por sus ojos.
Con una rápida mirada alrededor del cuarto de baño, no encontró la ropa de
lavado, por lo que se agachó y miró debajo del lavabo. Encontró una toalla
de mano correspondiente de color marrón chocolate, utilizando el jabón en
el lavabo del baño, se frotó la cara para limpiarse.
En el momento en que salió del cuarto de baño, la cama estaba vacía, al
igual que el dormitorio. Barnaby se dio cuenta de que la ropa que llevaba la
noche anterior había sido colocada en la cama hecha. No le gustaba usar
ropa sucia, pero dado que estaba en la casa de Nathan tenía poca opción,
por lo que se vistió y se fue en busca de Nathan.

47
Podía oír los ruidos de la cocina, por lo que Barnaby se dirigió allí. Nathan
le daba la espalda, sirviendo el café de una cafetera. —Buenos días.
La espalda de Nathan estaba rígida, pero no se dio la vuelta. —Buenos
días.
Barnaby trató de ignorar el incómodo revoloteo en el estómago. —Ese café
huele de maravilla.
Nathan finalmente se dio la vuelta. Se veía precioso con su pelo enredado y
sus gafas no muy derechas, pero su expresión era sombría. —Sírvete tú
mismo.
Se mordió el labio, pero no se movió para servirse café. El terror se instaló
en su estómago como una bola de acero. Barnaby tragó, sin saber qué decir
a este frío Nathan. Se abrazó a sí mismo.
Nathan se apoyó en el mostrador de la cocina y tomó un sorbo de su café,
estudiando a Barnaby en silencio. Después de un momento, se enderezó. —
Barnaby, la pasada noche fue un error.
Oh, Dios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Toma una respiración.
Asintió con la cabeza y abrió la boca, pero un chillido salió en lugar de
palabras. Vagamente oyó las palabras de Nathan hablando como de una
aventura de una noche y que nunca volvería a suceder. Arrastrando el
cuello de su suéter, que ahora parecía ahogarlo, Barnaby retrocedió.
Levantó las manos para detener lo que sea que Nathan estaba diciendo.
—Está bien. Yo sólo voy a salir de aquí. —Se volvió y salió de la cocina y
se dirigió a la puerta principal. Su mano se cerró sobre el pomo cuando se
acordó de que había llegado con Nathan y no tenía su maldito coche. Sacó
su teléfono móvil del bolsillo delantero de sus pantalones.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Nathan, acercándose a él.
—Llamar a un taxi o algo así.
—No —Nathan sacudió la cabeza y sacó el teléfono de Barnaby de sus
manos. Respiró hondo. — Yo soy-soy un idiota.
—Olvídalo. No estás loco por mí. Lo entiendo. ¿Puedo tener mi teléfono de
nuevo?

48
Estaba al borde de volverse seriamente loco y no quería hacer eso delante
de Nathan. Su descarado rechazo le estaba matando, pero no había forma
de que Barnaby tuviera la intención de que Nathan supiera eso.
Nathan deslizó el teléfono de Barnaby en el bolsillo de sus propios
pantalones.
—Barnaby, lo siento. Sólo me di cuenta del absoluto asno que soy. Al
principio me puse nervioso, me asusté un poco. Quiero decir, tú trabajas
para la firma y eres el asistente de Travis, y somos tan diferentes y tuve un
poco de ataque de pánico.
Barnaby asintió, pero realmente no quería escuchar por qué era un error
para Nathan. Desde que era niño, había tenido la capacidad de desconectar
de las cosas que no quería oír, y ahora era el momento perfecto para utilizar
esa habilidad.
—Está bien, si no quieres que llame a un taxi, vas a tener que llevarme a
casa. Está demasiado lejos para ir andando.
Los ojos de Nathan se abrieron como platos detrás de sus gruesas gafas. —
No, por favor. Yo quiero que te quedes.
—¿Por qué?
—Estoy tratando de explicar. Siento lo que te dije en la cocina, acerca de
no querer que volviera a ocurrir y que fuera un error. Yo diría que es
porque no soy una persona mañanera, pero eso es una lamentable excusa —
Nathan inhaló y tomó sus manos, agarrándolas en un apretado control. —
Por favor, quédate. Quiero que pases el día conmigo.
La bola de terror situada en su estómago se fue, pero todavía tenía dudas.
—¿Y luego?
Nathan frunció el ceño. — ¿Entonces?
—Mañana es lunes. ¿Vas a fingir que no existo? ¿O vamos a seguir
viéndonos?
Nathan sacudió la cabeza.
Barnaby tiró de las manos aún en poder de Nathan.
Le acercó y rodeó la cintura de Barnaby. —No. Yo no fingiré que no
existes. Nunca podría hacer eso.

49
Barnaby se estremeció. —Está bien. Dame un beso.
El pulgar de Nathan rozó su labio inferior, forzando los labios a abrirse
justo antes de que la boca de Nathan se aplastara sobre la suya. Una
caliente lengua con sabor a café, empujó dentro.
¡Ah, hombre!
El puño de Nathan en su suéter, tirando de él más cerca. La polla de
Barnaby clamaba atención. Apenas podía creer que sólo hacía unos pocos
momentos estuvo a punto de salir con el corazón roto.
Por último tomando aire, Barnaby suspiró. —Wow.
Nathan se echó a reír. —Sí. ¿Estás hambriento?
Un poco sorprendido por el cambio de tema, Barnaby parpadeó, pero
entonces se dio cuenta de que lo estaba. —Lo estoy. ¿Me vas a hacer el
desayuno?
Nathan le llevó a la cocina. —Tengo una lata de rollos de canela en el
frigorífico. ¿Funcionará eso? —Se echó a reír.
—Yum. Funciona para mí.
Nathan asintió. —Vuelvo enseguida.
—¿Qué? —pero Nathan se había lanzado ya fuera de la cocina.
Encogiéndose de hombros, abrió la nevera y encontró los rollos de canela.
Encontró una bandeja en uno de los armarios y luego la metió en el horno.
Nathan volvió y sonrió. —Veo que conseguiste empezar las cosas.
—¿A dónde fuiste corriendo?
—Ven aquí.
Barnaby alzó su cabeza de manera inquisitiva, pero fue hacia Nathan.
—¿Qué?
Nathan deslizó sus manos bajo el suéter de Barnaby, extendiéndolas sobre
su piel desnuda. —Tenemos algo de tiempo.
Su respiración quedó atrapada. — ¿Qué tienes en mente?

50
Salió de la cocina al salón. Nathan miró el sofá y pensó que tal vez tenía la
intención de joderlo allí. Fue a moverse alrededor para acostarse, pero
Nathan le detuvo.
Nathan, le había colocado detrás del sofá y reforzó sus manos en la parte de
atrás del sofá. —Inclínate hacia adelante—, dijo con una autoritaria voz.
Con el entusiasmo y la anticipación haciéndole temblar, Barnaby hizo lo
que Nathan le dijo.
Nathan quedó atrás y llegó a alrededor para desabrochar sus pantalones
vaqueros.
Barnaby fue a ayudar y Nathan golpeó sus manos de inmediato. —Déjame.
Nathan empujó las suyas sobre sus rodillas y luego apretó las mejillas de
Barnaby. Cerró los ojos cuando oyó el chapoteo de lubricante
exprimiéndose y luego un dedo manchado entró en él.
—Dios.
—Eres tan malditamente caliente —respiró Nathan y luego frotó su ahora
enfundada polla a lo largo del pliegue de Barnaby.
Se mordió el labio. —Jódeme. Nathan, por favor.
—Maldita sea, me encanta cuando lo ruegas —gruñó Nathan justo antes de
entrar en él. Su mano se cerró en torno a la erección de Barnaby y comenzó
a acariciarlo.
Cada empuje golpeaba su próstata, enviándolo cerca del borde. Era un
polvo rápido, duro y a Barnaby no le importaba ni lo más mínimo.
Planeaba tomarse su tiempo en Nathan más tarde. Estaba tan cerca de
correrse cuando la mano de Nathan le tiró rápido, Barnaby empujó hacia
atrás, apretando su poder sobre la polla del otro hombre.
Nathan se puso tenso y embistió con tanta fuerza que casi se tropezó sobre
el sofá. La polla de Barnaby lanzaba pegotes de líquido cremoso y
fugazmente esperaba que estuviera llegando a toda la parte trasera del
sillón de Nathan.
Se incorporó cuando Nathan la sacó de él, jadeando pesadamente. Barnaby
cayó de rodillas y miró al sofá. Hizo una mueca en la mancha de humedad.
—Um, lo siento.

51
—¿Hmm? —Nathan se había quitado el condón y estaba reabrochándose
los pantalones.
Barnaby movió la cabeza en dirección a la mancha. — ¿Tienes algún
producto de limpieza?
Nathan se echó a reír y se agachó para subir a Barnaby arriba.
—En algún lugar. Lo conseguiré más tarde.
Rodeó el cuello de Nathan con sus brazos. —Ahora este es un mejor
buenos días.
—Sí, lamento lo de antes. Puedo ser a veces un idiota. Te diré que da
resultado en un juicio.
—Lo sé. —Suspiró. — Siempre eres tan frío conmigo en el trabajo que
imaginé que no te gustaba en absoluto.
Nathan levantó las cejas. — ¿Frío contigo? Barnaby, creo, que no estaba
tratando de ser frío.
Se mordió el labio. — ¿No? Entonces, ¿por qué nunca siquiera me
mirabas? Cada vez que estábamos en la misma habitación mirabas a
cualquier lugar, excepto a mí.
Nathan sonrió. —Siempre estaba mirándote. Sólo que no quería que te
dieras cuenta de ello. O cualquiera para el caso.
—¿Cómo es eso?
—Es difícil de explicar, pero eres joven y caliente y definitivamente no mi
tipo. A pesar de que lo hago bastante bien en los casos judiciales, soy
bastante vergonzoso en su mayor parte. Y, además soso. Pensé que si
alguien se daba cuenta que estaba mirándote con la boca abierta se habrían
dado cuenta de lo patético y lo babeante que estaba por alguien tan fuera de
mi alcance.
Eso definitivamente ganó a Nathan un gran beso. —No estás fuera de mi
liga y no eres un soso tampoco.
Nathan profundizó el beso y Barnaby empezó a gatear arriba a su cuerpo.
Se apartó cuando el olor a rollos de canela al horno vagaba por la sala de
estar. Su estómago gruñó y rompió el beso.
—Huele como el desayuno.

52
—Sí, supongo que será mejor que los saque antes de que se quemen. ¿Qué
quieres hacer para el resto del día? —preguntó Nathan cuando fue a la
cocina, seguido de cerca por Barnaby.
—Quiero pasarlo en la cama contigo.
Nathan atrapó una agarradera y sacó la bandeja de los rollos. — ¿No será
eso aburrido?
Se echó a reír. — ¿En serio?
El otro hombre se volvió ligeramente de sombra de color rosa. —Bueno, tal
vez no sería tan aburrido.
Barnaby le guiñó un ojo. —Puedo garantizar que no lo será.

53
CAPÍTULO OCHO

Justo antes del almuerzo de la mañana del lunes, Barnaby asomó la cabeza
en el cubículo del gerente financiero de la empresa, Darrell Lincoln. El
guapo hombre, el afroamericano tenía sus gafas de lectura posadas en la
punta de la nariz mientras estudiaba el ordenador con atención.
—Hey, D.
Darrell miró su camino. — ¿Qué pasa?
—Me preguntaba si quieres ir a almorzar conmigo.
Darrell se quitó las gafas y se recostó en la silla. —Está bien. ¿Dónde?
—No me importa, tú escoges. Solo que a ningún lugar que sólo tenga
carne.
—Pagaré. —Sonrió Barnaby.
—¿Tú?
—Pareces escéptico. En realidad, Travis va a pagar. Tengo su tarjeta de
crédito corporativa. —Se rió.
Su amigo rodó sus ojos. —Tengo que pagar esas facturas cuando vienen,
ya sabes.
—Claro, y ya sabrá acerca del recargo, así no se sorprenderá. Vamos,
Travis está en un juicio, así que no nos echará de menos.
Darrell se puso de pie. —Está bien. Pero yo conduzco. Todavía tengo las
canas desde la última vez que nos llevaste a comer.
***
Darrell terminó llevándolos a un restaurante buffet de ensalada a un par de
millas de la oficina. Después que habían llenado sus platos, Barnaby eligió
un sitio en la esquina trasera del restaurante.
—Entonces, ¿cuál es la verdadera razón para el almuerzo? —preguntó
después de que Darrell se había acomodado para comer.
—¿No pueden los amigos simplemente almorzar, sin un motivo oculto?

54
—Sí. Pero, tengo la sensación de que este momento es más que eso. —
Darrell rebuscó en su sopa de almejas.
—¿Estás teniendo problemas en el trabajo?
Barnaby había tomado un bocado demasiado grande de su ensalada, por lo
que hizo una pausa para masticar antes de contestar. Su abuela le mataría si
hablaba con la boca llena de comida.
—Porque, tengo que decir que hablarme acerca de cualquier problema que
tengas, trabajando para Travis me pone en una situación incómoda.
Asintió y lo masticó.
—Entiendo la necesidad de desahogarse, pero…
Tragó saliva. —No lo tengo, amigo. No se trata de trabajo. Travis es un
jefe maravilloso.
Darrell pareció aliviado. —De acuerdo, bueno.
Barnaby se echó a reír. —D, nunca me quejaría a ti sobre tu novio, aunque
tuviera un problema con él. No soy idiota.
—Lo sé, pero, bueno, somos amigos y los amigos hablan la mierda de los
jefes y los novios —Darrell se encogió de hombros.
—En realidad, eso es más o menos de lo que quiero hablar. La última parte,
me refiero. No es que tenga un novio... um, no todavía.
—¿Tú vienes a mí por problemas de hombres?
Sonrió en la incrédula mirada del otro hombre. —No es un problema
exactamente. Y, vaya, ¿por qué no te lo preguntaría? Tienes un novio
caliente, que es más de lo que puedo decir.
—Bueno, está bien. Entonces, ¿qué pasa?
Juntó las manos y se quedó mirando por un momento. Por último, miró a
Darrell. —Sé de chicos, pero no tanto sobre, sabes, las relaciones. Como
de adultos. La cosa es esta. Me gusta mucho este tipo. Quiero decir que
realmente me gusta. No estoy seguro de que él sienta lo mismo.
—¿Y él no es un novio?
—No, todavía no, de todos modos. Sin embargo, hemos tenido relaciones
sexuales. Un par de veces.

55
Darrell hizo una mueca. — ¿Como sexo en el estacionamiento del bar?
—No. Caray, D, no es así. Incluso hemos tenido un par de citas.
—¿Qué tipo de citas?
Barnaby hurgó en su ensalada con el tenedor. —La primera vez fuimos a
cenar. Y la cita siguiente fuimos al cine y luego a un Cosmic bowling.
—¿Eso es una cosa de bolera por la noche?
—Sí. Y esa noche, sábado por la noche, fuimos a su casa y tuvimos sexo.
—Muy bien—, dijo Darrell. —Eso suena prometedor. Entonces, ¿Cuál es
el problema?
Suspiró y puso su tenedor en la mesa, apartando su plato. —Básicamente
he sido el perseguidor. Lo cual está bien supongo, no es como que sea
tímido, pero sabes, en el pasado, los chicos han venido a mí. La primera
cena a la que fuimos ni siquiera era en realidad una cita. Fue para
agradecerme por cuidar de él cuando no se sentía bien, y aún así en realidad
no quería ir. Y cuando terminó, le di un beso. En realidad no tenía la
intención de darme un beso.
—Ya veo.
—Ni siquiera iba a preguntarme de nuevo, creo. Yo le pedí ir al cine, y
luego a jugar a los bolos.
—¿Qué tal ir a su casa?
Suspiró y apoyó la barbilla en las manos. —Me invité yo mismo a su casa.
Darrell hizo una mueca, pero no dijo nada.
Barnaby estaba empezando a ponerse más y más deprimido. —Y aquí está
la cosa. Tuvimos sexo y todo y parecía realmente en ello, pero a la mañana
siguiente empezó a hablar sobre que era un error y todo sobre que jamás
podría estar en lo que fuera una aventura de una noche.
—Ay.
—Pero espera, entonces, cuando estaba tratando de salir, me detuvo y me
dijo que era un idiota y terminamos teniendo sexo otra vez. —Se mordió el
labio. — Y otra. Y…
—Lo entiendo —interrumpió Darrell rápidamente. — ¿Y esto fue ayer?

56
—Uh-huh.
—¿Cómo terminó?
—Él me llevó a casa.
—¿No hay planes para otra cita o para verse otra vez? —preguntó Darrell.
Él negó con la cabeza. —Sólo dijo, nos vemos mañana.
Darrell frunció el ceño. —¿Nos vemos mañana? Bueno, eso suena como
que tuviste una cita.
Barnaby rodó los ojos. —No. Quiso decir en el trabajo.
—¿Qué? Espera. ¿Quién es este tipo?
—Nathan Llewellyn, como te dije.
Darrell arrojó su servilleta. —No me lo dijiste.
Miró. —Bueno, tenías que saber que era él. Joder, lo he estado ansiando
durante meses.
—Barnaby, deseas a todo el mundo. Cómo se supone que voy a saber qué
tipo era de los muchos que has deseado.
—Lo sabes ahora —señaló.
—Oh, Dios mío. —Darrell negó con la cabeza y dio un mordisco a una
galleta de harina de avena. — No puedo creer que pasaras el fin de semana
dándole emoción a Nathan.
—Yo no le estaba dando emoción. Bueno, lo estaba, pero había algo más
que eso. Tú más que nadie deberías estar compadeciéndome.
—¿Yo? —la boca de Darrell cayó abierta.
—Obvio, ¿has olvidado que estás durmiendo con nuestro jefe?
Darrell se retorcía. —No es como que lo planeara.
Barnaby no podía decir que no había planeado estar con Nathan, porque, en
realidad, no había pensado en otra cosa desde que comenzó a trabajar allí, y
pensó que si Darrell estaba siendo honesto admitiría lo mismo de Travis.
Pero nada de eso importaba.

57
—Esto no es acerca de ti, de todos modos —dijo Barnaby. — Se trata de
mí y de Nathan.
—Correcto, y por el sonido de ello, no hay un tú y Nathan.
Eso dolía. Agachó la cabeza.
—Lo siento, Barnaby. No estoy tratando de ser cruel. Es sólo que a partir
de lo que has dicho, suena como que no está interesado en cualquier cosa a
largo plazo contigo.
—Sí, supongo que tienes razón. ¿Y por qué iba a estarlo de todos modos?
—Hey. —Darrell le tocó la mano. — ¿Qué quieres decir?
—Ha dicho varias veces que no soy su tipo. ¿Recuerdas ese día que entré
con un aspecto todo diferente? Más como tú.
—Claro.
—Estaba tratando de llamar la atención de Nathan.
—Oh, me lo preguntaba.
Sacudió la cabeza. —Pero no funcionó. No, le gustaba más el Barnaby
nerd.
—Sé que es una mierda que cuando alguien está interesado no sienta lo
mismo, pero pon esto en perspectiva. Hay una gran cantidad de hombres
gay por ahí suspirando por ti. Muchos de nosotros te envidiamos.
Barnaby asintió, pero no le importaba nada de esos hombres. Sólo se
preocupaba por Nathan.
***
Fue después de las cinco del miércoles por la noche cuando se quedó fuera
de la puerta de la oficina de Nathan. Durante los últimos dos días, Barnaby
no lo había presionado. Lo había visto a través de la oficina o en el pasillo
y habían intercambiado cortesías que casi lo matan. Ni una sola vez que lo
había visto en privado lo llamó. Tenía la esperanza de que Nathan hiciera el
siguiente movimiento. Si hubiera un próximo movimiento.
Ahora, cuando Barnaby se quedó fuera de la puerta cerrada, su corazón
estaba pesado. Supuso que Nathan estaba enviando un mensaje fuerte y
claro que sólo necesitaba comprender.

58
Sería muy lamentable si fuera a llamar a la puerta y exigiera otra cita de
Nathan. Barnaby no era patético.
Bueno, bueno, si lo era. Pero no esta vez. Se metió las manos en sus
bolsillos para no caer en la tentación y echó a andar alejándose.
La puerta se abrió, y un sorprendido grito salió de él.
Los ojos oscuros de Nathan parpadearon detrás de sus grandes gafas. —
Barnaby, todavía estás aquí.
¿Qué había esperado? ¿Vaya, me alegro de verte?
—Ya salía. Buenas noches.
—Buenas noches.
Honestamente, rezó para que tal vez Nathan le impidiera alejarse, pero no
lo hizo. Caminó por el pasillo abajo y las puertas de la oficina del frente y
no miró atrás.
Tragando con angustia y decepción, decidió mandar al diablo a Nathan.
Saldría esta noche y pasaría un buen rato, y olvidaría que el idiota alguna
vez hubiera existido.
Metió la llave en la cerradura de su coche y una mano se cerró sobre su
muñeca. Dio un salto.
—Shhh, soy yo —lo tranquilizó Nathan, sin soltar su muñeca.
—Me has dado un susto de muerte. —Su corazón latía con fuerza en su
pecho.
—Lo siento. Pensé que me escuchaste.
—Bueno, no lo hice. —Tiró de su muñeca, pero Nathan no lo soltó.
Nathan miró a su alrededor al estacionamiento en su mayoría desierto y,
luego tiró de él aún más cerca. —Te he echado de menos.
—Tú... ¿me estás tomando el pelo?
El otro hombre frunció el ceño. — ¿Qué?
—¿Me has echado de menos? He estado aquí debajo de tu nariz.
El ceño fruncido de Nathan se fundió en una sonrisa. —Créeme, me he
dado cuenta. Estás muy molesto.

59
Barnaby parpadeó cuando Nathan le rozó el pulgar a través de la parte
inferior del labio.
—Este labio me vuelve loco —murmuró Nathan, inclinándose hacia
adelante para pellizcarlo. — Lo siento, he estado muy ocupado en los
últimos días. El juicio Sorenson continuó, pero los demandantes se están
poniendo realmente desagradables. Ven conmigo a casa.
Su pulso se aceleró. — ¿En serio?
—Mmm —La mano de Nathan se ahuecó en su culo. — Quiero esto.
—Uh —tartamudeó, sintiendo el calor en un rubor, por gritar en voz alta.
Nathan se echó a reír. —Creo que te he sorprendido.
—Un poco.
La lengua del hombre se lanzó a través de los labios de Barnaby,
deslizándose sólo brevemente. —Vamos. Voy a hacer la cena. Puedes pasar
la noche.
—No tengo nada de ropa para trabajar mañana. —Se estremeció cuando
Nathan chupaba el lóbulo de su oreja.
—Vamos a pasar por tu casa de camino para que puedas conseguir algo. —
Nathan arrastró a Barnaby lejos de su coche y hacia el suyo. Cuando
llegaron al sedán de Nathan, miró inquisitivamente a Barnaby, su expresión
vagamente vulnerable por primera vez desde su acercamiento en el
estacionamiento. — Lo quieres, ¿no?
La pesadez en el pecho se fue, Barnaby asintió. —Oh, sí.
—Bueno, vayamos.

60
CAPÍTULO NUEVE

—Así que, tengo que decirte, que pensaba que habías terminado conmigo
―dijo Barnaby, de pie con la licuadora en la cocina de Nathan. Arrojó
hielo picado en ella con el ron y mezcla del daiquiri de fresa que había
agregado anteriormente.
Nathan frunció el ceño. — ¿Acabado contigo? ¿Por qué piensas eso? —
Abrió la nevera y sacó la carne picada. Maldita sea, casi había olvidado que
Barnaby no comía carne. La devolvió y cerró la nevera.
El joven se encogió de hombros. —Um, no me habías hablado desde el
domingo.
—Te dije que estaba ocupado con un caso.
—Sí, lo sé ahora. —Apretó un botón en la licuadora y su ruido impidió
cualquier conversación. Cuando terminó, vertió la bebida en dos vasos. —
Pero hasta que tú me dijiste esta noche, bueno, pensé que tal vez no pasaste
un buen rato, cuando estuvimos juntos.
Nathan ligó su mano con la de Barnaby. —Lo siento. No sabía que te
estaba dando esa impresión. Imagino que sólo es que no estoy
acostumbrado a ver a alguien en el trabajo. ¿Sabes?
Barnaby sonrió. —Ni yo tampoco. Está bien si estás ocupado, pero podrías
haberme llamado después del trabajo o algo así. Aunque sólo sea para
hablar.
—Yo no soy de hablar —admitió Nathan. — Voy a tratar de hacerlo
mejor.
—Está bien. —Empujó un daiquiri de fresa en la mano de Nathan. — ¿Qué
estás haciendo?
—Buena pregunta. Yo había pensado en chile, pero luego me acordé que
no comes carne.
—Puedes hacer el chile sin la carne, ¿no? —Hizo un gesto a los tomates y
los frijoles enlatados que había puesto sobre el mostrador.
—Sí, supongo que puedo. —Asintió. — Genial, eso funciona.

61
Barnaby le echó los brazos alrededor de su cuello y lo besó. —Estoy
contento de que me invitaras.
Gimió y le devolvió el beso, profundizándole y chupando el labio de
Barnaby. —Si seguimos así, la cena será muy tarde.
—¿Es eso tan malo? —Barnaby se apoyó en él, frotando su erección contra
la de Nathan.
Nathan puso su copa abajo y agarró el culo de Barnaby, presionando sus
cuerpos más juntos todavía. —En este momento, no parece importar la
cena en absoluto.
—Oh, Dios, Nathan, jódeme —jadeó Barnaby en contra de su garganta.
Con los ingredientes de su cena descartados, al menos temporalmente,
agarró la mano de Barnaby y tiró de él por el pasillo hacia su dormitorio.
Empujó a Barnaby hacia la cama, tal vez un poco demasiado rudo, aunque
Barnaby no protestó, y con Barnaby boca abajo en el colchón, Nathan trató
de tirar abajo sus pantalones negros ajustados. No estaba funcionando y dio
un bufido de frustración.
—Mi cinturón está en el camino —dijo Barnaby con una sonrisa. Osciló
sobre sus rodillas y se desabrochó el cinturón. Afortunadamente, la primera
vez que había llegado a la casa de Nathan, Barnaby se había quitado sus
zapatos, así que tenía ya una pieza de ropa fuera de su camino.
***
Tan pronto como el c inturón de Barnaby estaba deshecho y abrió la
cremallera de sus pantalones vaqueros, Nathan, una vez más tiró de ellos,
esta vez con éxito, y los lanzó al otro lado de la habitación. Su polla saltó
en contra de sus pantalones a la vista del desnudo culo redondo sólo
rogando a gritos ser follado.
Barnaby sólo llevaba sus calcetines y su desteñida camiseta oliva. Nathan
pensaba arrancar la camisa, rasgarla en dos, pero decidió no desperdiciar el
tiempo. Se desvistió rápidamente y agarró un condón y lubricante del cajón
de la mesita de noche.
Nunca había estado tan hambriento de nadie antes. Era un poco
sorprendente y no estaba muy seguro de qué pensar sobre ello. Pero, quién
infierno quería pensar en este momento de todos modos. Esta vez puso las
gafas sobre la mesa y se metió en la cama.

62
Nathan se acostó al lado de Barnaby, colocando varios besos en la parte
posterior de su cuello. Barnaby se estremeció. Nathan quería esos labios.
Barnaby se dio la vuelta sobre su espalda y se quedó mirando sus
magníficos ojos.
—Hola. —Los labios de Barnaby se curvaron en la maldita sonrisa más
sexy.
—Hola, a ti también. —Bajó su boca a la de Barnaby, con una mano
deslizándose entre sus cuerpos para envolverla alrededor de la larga polla
gruesa de su amante. Barnaby gimió y cerró los ojos.
Nathan finalmente rompió el beso, a regañadientes, succionando ese pleno
labio inferior, una vez más, antes de sentarse para llegar el envoltorio de los
condones.
Barnaby se lo arrancó de los dedos y lo abrió. —Yo.
Asintió, apretando la mandíbula cuando Barnaby provocó la punta de su
pene con el pulgar. Apretó los dientes cuando Barnaby rodó el condón.
Nathan estaba jadeando una vez que hubo terminado. Alcanzó el
lubricante.
El hombre más joven enlazó los brazos debajo de sus piernas, elevando su
culo para que Nathan le lubricara. Nathan apretó el tubo y utilizó los dedos
para manchar la entrada de su amante.
—¿Listo?
Barnaby asintió, su mirada bloqueándose con la de Nathan. La lujuria y la
adoración que vio lo hicieron temblar de necesidad. Alineó su polla en el
agujero de Barnaby y empujó dentro.
—Nathan —se quejó Barnaby, envolviendo sus piernas alrededor de las
caderas de Nathan, preparándose para el viaje.
Se impulsó dentro, con las bolas profundas, dejando que Barnaby se
adaptara a la invasión. Luego, con un guiño de Barnaby, se movió,
retirándose y empujando una y otra vez. Levantó las piernas de Barnaby,
empujando más profundo y aún más duro.
Barnaby trabajó su mano sobre su propia polla, frenéticamente acariciando
la longitud. Sus ojos vidriosos sobre su polla sacudida, globos de semen
casi claro se disparaban. Envió a Nathan sobre el borde y bombeaba el culo
de su amante a través de su propia liberación.

63
Se desplomó sobre la cama, llegando a tocarse entre sí.
Barnaby bostezó. —Ahora realmente tengo hambre.
Se echó a reír. —Sí, está bien. Lo admito, mi estómago está gruñendo un
poco. Déjame tomar una ducha rápida y luego haré el chile mientras tú te
das una ducha.
Sonriendo, los ojos de Barnaby se cerraron y se acurrucó en la cama.
***
—Bueno, todo se derritió, pero aún así tiene buen sabor —anunció Barnaby
tomando un sorbo de su daiquiri.
—Lo siento —Sonrió Nathan. — Alguien me distrajo.
—Yo no lo siento. —Barnaby miró sobre su hombro a la olla de chili
hirviendo a fuego lento en la cocina. — Eso huele muy bien.
—Así es. No estoy seguro si es porque hago un extraordinario chile o si
estamos ambos muriendo de hambre justo a la vez.
Barnaby se acercó a la isla en su cocina y saltó para sentarse en ella.
Nathan abrió la boca para decirle que no se sentara allí, pero decidió qué
diablos.
—Tienes una gran casa.
—Gracias, creo que sí. Tardé una eternidad en encontrar una casa que me
gustara que tuviera un patio trasero de buen tamaño.
—¿Hmm? ¿Por qué quieres un patio trasero?
—Al crecer, mi mamá tenía un jardín. No sé, siempre me gustó.
Barnaby se balanceó un poco en la isla. — ¿Tienes un jardín?
Nathan se echó a reír. —No. Sin embargo, lo planeo algún día. Odiaba la
idea de comprar una casa sin un patio para cuando tenga tiempo para uno.
Estoy tan ocupado todo el tiempo ahora que no tengo la oportunidad.
—Trabajas muy duro.
Se encogió de hombros. —A veces. Pero me tomo tiempo libre, también.
Deja de dar patadas.
Barnaby se ruborizó y dejó de mover las piernas. —Lo siento.

64
Nathan agitó el chile y lo probó entonces. —Sólo unos pocos minutos más.
Los dientes de Barnaby se hundieron en el labio lleno y a pesar de que
acababa de tener sexo con él, Nathan no podía dejar de quererlo todo de
nuevo. Su polla ya estaba medio dura. En primer lugar, necesitaban
conseguir cenar.
—He estado pensando —dijo Barnaby lentamente.
Se movió para quedarse entre las piernas de Barnaby y puso sus manos
sobre ellas para mantenerlas quietas cuando había comenzado, una vez más
a dar patadas.
—¿Debería preocuparme?
Barnaby le dirigió una mirada irritada. —No. Bueno, tal vez. Quiero decir,
¿Qué eres ahora?
—¿Qué soy yo?
—¿Te llamo mi novio, o sigues siendo sólo el chico al que estoy viendo?
Frunció el ceño. — ¿Hay alguna diferencia?
—Uh, sí.
Sonrió y se inclinó para besar a Barnaby. —Me gusta esto.
—¿Esto?
—Tú y yo juntos de esta manera. Y el sexo es fantástico.
—¿Sí?
Mordió el labio de Barnaby. —Oh, sí. No sé qué decirte acerca de los
términos o lo que sea, pero sé que quiero seguir viéndote y pasar el tiempo
contigo y tener sexo contigo. ¿Es una respuesta lo suficientemente buena?
Barnaby le dio un beso con un suave, demasiado breve roce de sus labios.
—Sí, esa es una respuesta bastante buena. Por ahora.
Nathan lo sacó fuera de la isla. —Vamos, hora de cenar. Y luego, después
de eso, volver a la cama.

65
CAPÍTULO DIEZ

Nathan sacó el sedán de uno de los últimos espacios disponibles en el


estacionamiento del club.
—No están Darrell y Travis.
—Ya estaban aquí antes que nosotros, —Barnaby señaló hacia donde sus
amigos estaban a unos pocos espacios de distancia.
Nathan no quería estar aquí. No le gustaban los clubs. Nunca lo habían
hecho. Había estado antes con otras personas con las que estaba saliendo y
no le gustó. Cada hombre con el que había estado alguna vez en un club
terminó prestando más atención a la carne que había allí que a él.
Salieron del coche y Nathan cerró las puertas con sólo pulsar un botón y se
arrastró detrás de su amante que estaba saltando por el camino hacia los
otros.
Había tenido una semana bastante mala. El caso Sorenson le había agriado
un poco y estaba bastante seguro de que iba a perder. Había estado
enterrado en informes legales. Por lo menos su relación con Barnaby iba
muy bien. Habían estado juntos, si contaba su primera cena, durante casi
cuatro semanas ya. Incluso había empezado a pensar en Barnaby como su
novio. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido uno, y nunca
ninguno tan caliente como Barnaby, y no quería ir al club.
Por desgracia, Barnaby sí y Travis y Darrell también. Ellos fueron la única
razón por la que había accedido a esto después de todo. Pensó que con ellos
en el asunto, no sería el desastre que por lo general era.
Nathan tenía que averiguar qué ropa ponerse, también. Se había puesto de
pie en su armario dándose cuenta de que no tenía ropa para un club.
Finalmente se decidió por un par de vaqueros lisos azules, botas de vaquero
y una camisa azul abotonada hasta abajo. Aburrido.
Por supuesto, Barnaby había declarado que parecía caliente. Ridículo, en
realidad.
Barnaby, por el contrario, se había vestido de negro en unos muy ceñidos
pantalones de cuero, una camisa de seda de color rojo abierta en el cuello, y
botas.

66
Ahora eso era caliente.
Incluso Darrell y Travis estaban vestidos mejor que él. Travis llevaba unos
vaqueros y una chaqueta vaquera, mientras que Darrell llevaba pantalones
marrones y una bonita camisa a rayas.
Travis sonrió, mirándose indiferente. — ¿Listo?
Barnaby le devolvió la sonrisa y buscó la mano de Nathan.
Nathan deseaba poder reunir el entusiasmo que Barnaby tenía para salir.
Cuando se acercaron a las puertas del club, Barnaby estaba casi rebosante
de energía. Si no hubiera estado en un mal estado de ánimo podría haber
sido contagioso.
Entraron y se encontraron con un asiento en una esquina oscura. La pista de
baile estaba llena de hombres tropezándose y moliéndose y la música de
baile en voz alta amenazó con romper sus tímpanos. No le había gustado
este escenario incluso cuando tenía veinte años.
Esperó a que Travis y Darrell se sentaran y luego se deslizó en el asiento .
Antes de que Barnaby pudiera seguir, un hombre vestido todo de cuero
llegó corriendo hasta él y lo atrajo en un apretado abrazo.
—Oh, Dios mío, Barnaby, ¡ha sido una eternidad! —exclamó el hombre,
justo antes de besar a Barnaby de lleno en la boca.
Para fastidio de Nathan, Barnaby sólo se rió. —Hey, Jimmy. Ha pasado un
tiempo.
—Todo el mundo de la vieja pandilla está aquí, esto es genial —dijo el
hombre. Apenas miró en su dirección, y luego se volvió hacia Barnaby. Su
mano se posó en el brazo de Barnaby. — Espero que vengas aquí a bailar.
—Definitivamente sí. Pero acabamos de llegar, así que tal vez más tarde,
¿de acuerdo?
Jimmy asintió. —Voy a volver dentro de poco. Nos vemos más tarde,
cariño.
Nathan miró con el ceño fruncido cuando el hombre se alejó bailando hacia
la pista de baile. ¿Jimmy había sido amante de Barnaby una vez?
Barnaby se acomodó junto a él y le agarró la mano. —Wow, esto está lleno
esta noche. Ha pasado un tiempo desde que estuve aquí. Estoy realmente
echando chispas.

67
—¿Quién era ese?
—Oh, ese era Jimmy. —Barnaby hizo un gesto con la mano. — Viejo
amigo.
Nathan se mordió la lengua para no preguntar a Barnaby cuántos viejos
amigos tenía. No quería convertirse en una arpía celosa.
Un camarero se acercó y tomó sus pedidos de bebidas. Nathan dio un
hondo respiro y se dijo a sí mismo que se enfriara. No quería arruinar la
noche de nadie, porque estaba de mal humor y no quería estar aquí.
Barnaby sonrió. — ¿Quieres bailar?
Lo último que quería hacer era llegar hasta allí y hacer un idiota de sí
mismo frente a Barnaby. Siempre había tenido dos pies izquierdos.
—No me gusta bailar —murmuró.
—Oh. —Odiaba ver la decepción en los ojos de su novio. Abrió la boca
para decir que bailaría después de todo, cuando otro joven muy delgado
corrió hacia su mesa.
—Barnaby, ven a bailar conmigo —dijo el hombre con un ceceo.
—Um. —Barnaby miró a Nathan.
—Adelante.
—¡Gracias! —Barnaby se deslizó fuera del asiento y el delgado twink
agarró la muñeca del amante de Nathan y lo arrastró fuera a la pista de
baile.
Travis se volvió a Darrell. — ¿Y tú? ¿Quieres bailar?
—Claro.
Nathan vio desapasionadamente, cómo sus amigos siguieron a Barnaby a la
pista de baile. El camarero se acercó con las bebidas y de inmediato pidió
otro whisky.
Se sentía como un tonto de primera clase. Se tomó su bebida, ignorando la
quemadura del alcohol.
En la pista de baile, Barnaby y su pareja giraban juntos con una canción
lenta, sexy. Era sólo un baile, pero lo puso más y más furioso. El camarero
volvió y le dio otro y ordenó su tercero.

68
Nathan miró a los otros clientes y sacudió la cabeza. No entendía este
lugar. Pistas de baile atestadas como si esto lo pusiera nervioso. ¿Y si
hubiera un terremoto? Sólo podía imaginar el pánico.
La canción cambió y ahora Barnaby estaba bailando con Jimmy, quien
tenía las manos sobre él. Las manos de Jimmy cubrían el culo de Barnaby y
apretaban al hombre contra él, cuando se movían con la canción.
Nathan se frotó las sienes. Joder, esto era sólo justo lo que no quería. Sabía
que tenía el potencial para convertirse en celoso y posesivo, especialmente
con Barnaby, y no había sabido que Barnaby fuera un gran éxito en el
coqueteo.
Cuando la tercera bebida llegó, la devoró. Sabía que debía enfriarlo, pero
dio unos golpecitos con los dedos sobre la mesa, mirando fijamente a
Barnaby con otro hombre. Era su culpa que Barnaby estuviera en la pista
de baile con algún idiota con las manos sobre él. Pero no podía dejar de
pensar que esto era lo que podía esperar en su relación. Otros chicos
siempre estarían por todo Barnaby.
En este momento, Barnaby probablemente pensaba que era genial que
Nathan fuera un soso. Era nuevo y emocionante. Pero tarde o temprano uno
de sus amigos señalaría algo acerca de Nathan que haría a Barnaby
reconsiderar o, peor aún, pensar menos en él. Nathan es un lastre. Es un
nerd, ¿qué ves en él?
¿Cuánto tiempo llevaría que sus diferencias destruyeran cualquier
sentimiento que tuvieran el uno por el otro?
Jimmy rozó suavemente la garganta de Barnaby y Nathan vio rojo. Salió
del asiento y se dirigió furioso a la pista de baile. Empujó a otros que
bailaban de su camino e ignoró a Travis cuando lo llamó.
Su mano se cerró sobre el brazo de Barnaby y le dio un tirón lejos de
Jimmy. —Deja de tocarlo —dijo en voz baja.
—Amigo, ¿es que eres un hombre de las cavernas? —Exclamó Jimmy,
retrocediendo.
Barnaby frunció el ceño. — ¿Qué pasa?
—Nos vamos. —Sacó a su novio fuera de la pista de baile y lejos de su
grupo de amigos que miraban boquiabiertos. Nathan se alegró de que
hubieran llegado en un coche separado de Travis y Darrell. Tiró dinero
sobre su asiento y continuó caminando con Barnaby hacia la entrada.

69
—Nathan, ¿qué diablos te pasa?
Le ignoró hasta que estuvieron fuera del club y encabezando hasta su
coche. Luego soltó el brazo de Barnaby. —Como he dicho, nos vamos.
—¿Pero por qué? ¿No estabas pasando un buen rato?
—No, no estaba pasando un buen rato viendo a mi novio dejar que los
chicos le metieran mano, le besaran y prácticamente le jodieran en la pista
de baile.
Barnaby se le quedó mirando. —Yo-yo no estaba haciendo eso. Son sólo
amigos, Nathan.
—De acuerdo. Es curioso, ninguno de mis amigos trata de darme
chupetones. —Su teléfono móvil sonó y le echó un vistazo para ver que era
Travis. Respondió. — Te llamaré más tarde. Lo siento, pero nos vamos. Sí,
lo sé. Se lo diré.
—Decirme qué —preguntó Barnaby cuando terminó la llamada.
—He tomado demasiado para beber. Tienes que conducir.
Barnaby asintió. —Está bien. Vamos.
Nathan se alegró de que Barnaby no dijera nada en el paseo a su casa.
Estaba como loco echando humo y el alcohol estaba nublando su cerebro
un poco. Estaba bastante seguro de que cualquier conversación que tuviera
en este momento, no tendría mucho sentido.
En el momento en que llegó de nuevo a su casa, Nathan se sentía como un
asno gigante y no estaba orgulloso de su comportamiento de Neanderthal.
No se gustaba así en absoluto.
Cuando llegaron a su casa, Nathan se volvió a Barnaby.
—Tenemos que hablar.
—Estoy de acuerdo.
Guió a Barnaby al salón y se sentó en el sofá, bajando a Barnaby con él. —
En primer lugar, quiero disculparme por mi comportamiento. Fui un asno.
Lo siento. ¿Te herí?
—No.

70
El alivio le invadió. Nunca jamás le haría daño a Barnaby y se habría
odiado a sí mismo más de lo que ya lo hacía si lo hiriese incluso
accidentalmente. Dejó escapar un suspiro.
—Esos tipos no eran nada. Solo amigos, Nathan.
Asintió. Por un momento miró a Barnaby. Era tan malditamente hermoso,
con su camisa de seda roja y pantalones de cuero. Sus labios carnosos
pintados con un delicado brillo color malva. Barnaby era tan hermoso que
podría haber tenido a cualquier tipo en el club. Diablos, había visto a todos
jadeando detrás de él.
¿Qué demonios iba a hacer Barnaby con él?
—Ni siquiera he tenido sexo con cualquiera de ellos. Jamás. —Los ojos de
Barnaby le suplicaban que le creyera.
Nathan tragó. —Barnaby, no creo que esto vaya a funcionar.
—¿Qué?
—Tú y yo.
Barnaby negó con la cabeza. —Eso es una locura. Acabamos de tener una
mala noche. Un malentendido.
—Esta noche fue mala. No me gusta lo celoso que me puse. Dices que esos
chicos eran amigos, pero estaban sobre ti y no los detuviste. Sé que es parte
de tu personalidad, pero no me gusta.
—Bueno, está bien, no dejaré que suceda otra vez.
—Pero así es como eres. Eres coqueto y eres cariñoso y adorable y todo el
mundo te ama. ¿Por qué deberías tener que cambiar?
—Porque a ti te molesta.
Nathan lanzó un suspiro. —Tal vez si fuera esta noche todo el problema, yo
estaría de acuerdo. Es más que eso.
—No entiendo. —Barnaby tiró con fuerza de su labio inferior con sus
dientes.
—Nosotros no somos compatibles. Sé que realmente no crees eso, pero es
verdad. Somos muy diferentes. A ti te gusta salir de fiesta con tus amigos y
a mí me gustan las noches tranquilas en casa. Te aburrirás conmigo en seis
meses. Vi a mis padres pasar por un matrimonio terrible y después un

71
divorcio, porque eran muy diferentes. No quiero que eso nos suceda a
nosotros.
Barnaby negó con la cabeza. —Pero no lo hará. Crees que no somos
compatibles. Eso no es cierto. Nos hemos llevado bien. Genial, de hecho.
—Sí —estuvo de acuerdo. — En este momento ambos estamos muy
atraídos el uno por el otro sí y el sexo es fantástico.
—Es más que sólo buen sexo.
Forzó las palabras a salir —Yo no creo que lo sea.
El dolor insoportable que vio en aquellos ojos azul-grisáceos le cortó.
Nathan quería retirar las palabras, pero ¿no sería mejor ponerle fin ahora
que dentro de unos meses, cuando Barnaby se diera cuenta de que
realmente no amaba al aburrido Nathan?
—Puedo cambiar —susurró Barnaby. — Lo hice antes. Ya sabes, con la
ropa y me quité el maquillaje. Puedo hacer todo eso de nuevo y ser más
como tú.
Su corazón se retorció, adivinando ahora que el cambio de apariencia de
Barnaby había sido por él. Se sintió como un gran imbécil por lo que estaba
haciendo. Era un maldito cobarde y lo sabía. Sin embargo, cuanto más
tiempo pasaba alrededor de Barnaby, más difícil sería después, cuando su
corazón estuviera roto.
—Sería falso, Barnaby. Harías todo eso y no habría ninguna diferencia en
lo que realmente eres. Todavía sería…
—Todavía sería ¿qué?
—Demasiado.
Barnaby se quedó sin aliento, con tal pequeño y callado quejido en su
garganta que casi no lo oyó. Nathan se detestaba.
Su amante se levantó bruscamente y se alejó de él. —Simplemente me voy
a ir.
Nathan abrió la boca para decir algo, pero no pudo encontrar las palabras
para retirarlo y Barnaby prácticamente había corrido ya a la puerta
principal. Se levantó del sofá y fue a la puerta. El hombre más joven ya
había llegado a su coche y quería volverlo a llamar.

72
Esto es lo que quieres, ¿verdad?
Era un idiota. Lo sabía en el momento en que vio a Barnaby alejarse en el
coche sin detenerlo. Estaba enamorado de Barnaby y lo había despedido.

73
CAPÍTULO ONCE

El último lugar al que Barnaby quería ir era a su abandonado apartamento.


No podía hacerle frente. No podía enfrentar cualquier cosa, en realidad.
Sólo quería desaparecer.
Seguía conduciendo, consiguiendo alejarse de Nathan tanto como pudo. No
podía creer que hubiera estado tan equivocado. Tan estúpido. Había
pensado... bueno no importaba lo que él pensaba. Nathan no lo amaba y no
quería estar con él.
Barnaby se dio cuenta que había conducido hasta la casa de Calvin.
Sabiendo las horas que su hermano se mantenía en el hospital, podría ser
que ni siquiera estuviera en casa, pero se estacionó, se bajó y corrió a la
puerta principal de su hermano. Si lograba atrapar a Calvin en casa,
esperaba que su hermano no hubiera invitado a casa a un chico.
Llamó a la puerta, esperando, su corazón latía con fuerza. No sabía lo que
haría si Calvin no respondía.
La puerta se abrió una grieta y luego más ampliamente. — ¿Barnaby?
Asintió, sintiendo que las lágrimas que había intentado desesperadamente
mantener en la bahía, brotaran de sus ojos.
—¿Qué pasa? —Calvin lo tomó en sus brazos y cerró la puerta.
Barnaby negó con la cabeza, enterrando la cara en el hombro de su
hermano. Su respiración se agitó mientras trataba de sacar las palabras.
—Nathan me despidió.
Calvin apretó los brazos alrededor de él. —Ah, B. Lo siento.
—¿Puedo quedarme aquí esta noche?
—Por supuesto que puedes. La habitación de invitados ya está arreglada.
Haré un poco de té y podemos hablar, ¿Está bien?
Barnaby se alejó de su hermano con un movimiento de cabeza, y su
hermano tomó su mano y le llevó a su sofá de cuero grande en la sala de
estar y lo empujó hacia abajo.

74
—Ya vuelvo. ¿Vas a estar bien durante un minuto?
Tenía la garganta obstruida, se limitó a asentir.
Calvin se agachó delante de él y le tomó sus manos en las suyas. —Él es un
idiota, B.
—Tal vez.
—Yo sé que lo es. Te traeré el té. —Calvin se puso de pie y se fue a la
cocina.
Barnaby cerró los ojos y apoyó la cabeza en la parte posterior del sofá.
Quizá se hubiera distanciado de Calvin, pero había sabido que podía contar
con su hermano. Por lo menos alguien se preocupaba por él.
Calvin regresó con dos tazas de té que colocó en la mesa de café y luego se
sentó en el sofá junto a Barnaby y esperó.
—Dijo que éramos muy diferentes.
—Ya veo.
—Creo que fui un estúpido. Fuimos a un club nocturno. Yo sabía que él en
realidad no quería ir, pero había tenido una mala semana en el trabajo y
pensé que tal vez salir lo relajaría, y Travis y Darrell estuvieron de acuerdo
en ir, también, así que sabes, pensé que iba a estar bien.
—¿Y no lo estaba?
—No. Estaba de mal humor y no quería bailar. Bailé con otros chicos y
enloqueció y nos fuimos. Dijo que sus padres obtuvieron el divorcio debido
a sus diferencias y no quería pasar por eso.
—¿Y seguiste las cosas que te sugerí?
Barnaby resopló. —Sí, no le importó nada de eso. Dijo que yo era...
demasiado.
—¿Qué sabe él?
—Tú mismo has dicho eso.
Calvin asintió y tocó su mejilla. —Yo soy tu hermano. Puedo decir lo que
quiera. El no puede. Eres lo mejor que le ha pasado y simplemente es un
asno.

75
—Pero lo amo.
Su hermano le apretó la mano. —Lo sé.
Barnaby cerró los ojos. —Voy a terminar como una solterona.
—No creo que los chicos puedan ser solteronas.
Miró a Calvin. —Bueno, pero ya sabes lo que quiero decir. Voy a estar solo
para siempre.
—No creo eso. Tal vez Nathan no fuera el hombre para ti, pero sé que está
ahí fuera y lo vas a encontrar.
Volvió a parpadear sus lágrimas. —Gracias, Calvin. Eso significa mucho.
—Tómate el té. ¿Tienes hambre? Podría hacerte algo. Tengo coliflor.
—No, pero estoy cansado. No creo que pueda enfrentarme al trabajo el
lunes.
Calvin asintió con la cabeza. —Pues no lo hagas. Pasa unos días aquí. Voy
a estar trabajando la mayor parte del tiempo de todos modos.
***
Nathan presionó el marcado automático del móvil de Barnaby una vez más.
Había estado llamando todo el día. En realidad, desde la noche anterior,
cuando lo había echado.
Barnaby no contestaba a su teléfono de casa tampoco y hacía rato había ido
al apartamento del hombre. No había ninguna señal de que Barnaby
hubiera ido nunca a casa.
Estaba enfermo del estómago. ¿Y qué pasaba si nunca pudiera llegar a
Barnaby? Pero eso era una estupidez. Su amante estaba allí, probablemente
sólo ignorándolo.
Marcó el número de Travis. —Todavía no sé dónde está —contestó Travis.
Suspiró de frustración. — ¿Qué hay con Darrell?
—No lo sabe tampoco. Dale un poco de tiempo, Nathan.
—Soy un idiota.
Travis suspiró. —Sí.

76
—Gracias, amigo.
—Sabes que metiste la pata. ¿Esperabas que te lo dijera de otra manera?
Mira, necesitas averiguar esto. ¿Quieres estar con Barnaby o no?
Nathan se acostó en su cama y se quedó mirando el techo. Había pensado
un poco más desde que despidió a Barnaby. Algunas cosas no habían
cambiado. Eran diferentes. ¿Pero era eso tan terrible?
—¿Nathan? ¿Te perdiste?
Tragó saliva. —No. Estoy aquí. Sólo espero que no haya perdido a
Barnaby.
—Así que ¿has cambiado de opinión?
—Creo que no sabía lo que quería antes. No sé lo que estaba pensando.
—¿Lo amas?
—Sí. Sólo espero que eso sea suficiente.
—La vida está llena de riesgos, Nathan. Sí, tienen diferencias. Tienes que
decidir si los riesgos que hay pesan en la posibilidad de angustia. Me te ngo
que ir. Hablamos más tarde.
Nathan lanzó el móvil en la mesita de noche. La había jodido de mala
manera.
Barnaby.
A Nathan no le gustaba correr riesgos en las relaciones, pero por Barnaby...
sólo por él.
***
El lunes por la mañana Barnaby dejó a Travis un mensaje diciendo que no
se había sentido bien todo el fin de semana y se encontraba con su
hermano.
Había pasado la mayor parte de su tiempo en cama, mientras que Calvin
estaba en el hospital. Había llorado muchas lágrimas por Nathan y esperaba
que se hubieran secado por lo menos temporalmente.
Barnaby tenía que tomar una decisión acerca de su trabajo. No sabía si
podía seguir trabajando en la firma ahora. No quería ver al hombre que le
rompió el corazón, cada día.

77
Por la tarde, finalmente se dio una ducha. No había vuelto a su apartamento
por lo que había estado usando algunas de las cosas de Calvin. Usaban la
misma talla aunque no siempre utilizaban el mismo estilo.
Puesto que no tenía intención de ir a ninguna parte, sólo se puso unos
pantalones de pijama de franela con alguna etiqueta cara, se dio cuenta, y
una camiseta blanca de diseñador. ¿Quién sino Calvin iba a comprar eso?
Estaba en la cocina haciéndose su quinta taza de té verde cuando sonó el
timbre.
Qué fastidio.
Barnaby dejó la tetera y se fue al hall de la entrada frontal. Probablemente
algún misionero religioso o algo así. Miró por la mirilla, pero no podía ver
nada. Se puso de puntillas y miró de nuevo, pero todo lo que podía ver era
la parte de atrás del pelo oscuro de alguien.
Frunció el ceño y abrió la puerta y dijo, —Yo no soy…
El hombre se dio la vuelta y era Nathan que sostenía una carpeta de color
rojo. Sus labios se curvaron justo en la más pequeñísima parte.
Déjà vu.
Barnaby no podía creer que Nathan estuviera aquí, sosteniendo un archivo,
simplemente como lo había hecho todas esas semanas atrás, cuando Nathan
estaba enfermo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Sólo la visión de Nathan tenía a su pecho
herido. Dio un paso atrás.
—Oí que estabas enfermo y necesitabas este archivo —Nathan levantó la
carpeta. — Más o menos poco convincente, lo sé. Sólo pensé... ¿puedo
pasar? ¿Por favor?
—No. —Fue a cerrar la puerta y el pie de Nathan le detuvo.
—Barnaby, por favor.
Se mordió el labio, liberando la puerta y se alejó. —Está bien. Pero ¿qué
quieres? Yo no creo que haya nada más que decir.
Nathan entró y cerró la puerta. Puso el archivo abajo sobre una mesa en el
hall de entrada. —Te amo.
Barnaby quedó sin aliento y se enfrentó a él. — ¿Qué?

78
—Tenía que decir eso antes que nada. En los últimos días me he dado
cuenta de que estoy enamorado de ti. Sólo soy un gran idiota y lo siento. Te
he hecho daño y lo siento, fui un cretino —Nathan dio un paso hacia él. —
He estado tratando de encontrarte desde que te fuiste.
—No fui a casa.
—Lo sé —Nathan parecía infeliz. — Y no sabía cómo ponerme en contacto
con tu hermano tampoco. Estaba tan preocupado por ti. Pero hoy, cuando
llamaste, le dijiste a Travis que estabas aquí. Tenía el número de Calvin de
tus contactos de emergencia, así que tomé la oportunidad y lo llamé.
—¿Calvin te dijo dónde estaba? —Estaba a la vez sorprendido de que
Nathan se hubiera tomado la molestia y que Calvin le hubiera dicho a
Nathan dónde estaba Barnaby.
—Creo que dejé clara mi desesperación —dijo Nathan. — Soy el asno más
grande en la tierra, y estoy más triste de lo que puedo decir acerca de la otra
noche.
Una pequeña chispa de esperanza tenía el corazón acelerado, pero trató de
ignorarlo. El dolor del rechazo de Nathan era todavía tan crudo. —Todavía
somos diferentes, ¿no?
Nathan estaba lo suficientemente cerca como para tocarlo. Su mano se
levantó como si tuviera intención de…, pero la dejó caer de nuevo. —Sí.
Pero, no creo que eso importe.
—Pensabas así antes. —Se dio la vuelta, sin estar seguro de que pudiera
perdonar y olvidar. Tal vez Nathan tenía razón y no tendrían un futuro.
Nathan lo hizo tocarlo luego. La suya buscó la mano de Barnaby y se
volvió hacia él. Su pulgar rozó la parte superior de la mano de Barnaby.
—Lo hice porque tenía miedo. He visto otras relaciones fracasar e incluso
he saboreado eso yo mismo en el pasado. No creía que pudiera correr el
riesgo contigo.
Barnaby buscó su mirada, esperando que viera lo que desesperadamente
quería ver. — ¿Y ahora?
—Tú vales cualquier riesgo. Somos diferentes, pero eso no significa que no
podamos hacer concesiones y aprender a confiar el uno en el otro. Quise
decir lo que dije, Barnaby. Te amo.
—¿Estás seguro de que es suficiente?

79
Nathan exhaló lentamente y curvó los dedos en torno a la palma de la mano
de Barnaby. —Espero que sí. Y creo que, tal vez, tú me ames, también. He
estado rezando para que lo hagas.
Sonrió por primera vez en días. Los ojos oscuros detrás de las gafas de
gruesos cristales de Nathan le mostraron que decía la verdad. —Sí, Nathan.
Te amo.
Nathan le atrajo hacia sí, envolviendo sus brazos alrededor de él.
—Gracias a Dios.
Barnaby atrajo los labios de Nathan a los suyos en un beso profundo.
—¿Me perdonas? —Preguntó Nathan, rompiendo el beso y apretándolo
fuerte. — Por favor, di que no he jodido todo para siempre.
—No lo has hecho —le aseguró Barnaby.
—Genial. Ven conmigo a casa.
—¿No tienes que trabajar?
—Me voy a tomar unos días de descanso. Y tú también. Lo acordé con
Travis. Voy a pasar unos días tratando de compensarte.
Barnaby sonrió. —Tengo que decir que me gusta el sonido de eso.
***
Barnaby se removió a su lado. Se mantuvo torciendo y retorciendo las
manos y se cambió en el asiento del pasajero. Luego dio unos golpecitos
con sus largos dedos en la puerta del coche.
—Relájate —dijo Nathan.
—¿Cómo puedo hacerlo? Nunca he presentado a ningún hombre a mi
abuela antes.
—Bueno. Me encanta el sonido de eso.
—Espero que le gustes.
Nathan frunció el ceño mientras estacionaba frente a la casa de dos pisos
que le recordaba algo a una casita de chocolate. — ¿Qué es lo que no le va
a gustar?

80
—Bueno, te quiero, por supuesto, pero ya sabes. Todo esto es nuevo. Ni
Calvin ni yo hemos traído a ningún tipo aquí en absoluto, y mucho menos
en su cumpleaños.
—Lo entiendo, lo entiendo. —Nathan consiguió salir del coche y lo mismo
hizo Barnaby.
Metió la mano en la bolsa de regalo de cumpleaños que habían traído con
ellos.
—¿Qué pasa si ella no me quiere?
—Creo que tendré que deshacerme de ti.
—¿Qué?
Barnaby sonrió y entrelazó los dedos con los de Nathan. —Estoy
bromeando. No estoy preocupado.
Se acercaron a la casa y la puerta se abrió para revelar a una mujer delgada
y bajita, de edad con el pelo gris recogido en un moño en la misma parte
superior de la cabeza y grandes gafas de gruesos cristales del tipo que le
recordaba a las suyas.
—Geniales gafas —dijo Nathan.
La abuela de Barnaby se echó a reír. —Tú, también. Así que, eres Nathan.
—Sí, señora. Y usted es... um... la abuela de Barnaby.
Se dio cuenta de que no sabía su nombre.
—Puedes llamarme Kay. —Se volvió a Barnaby y le abrazó como un
peluche y luego le revolvió el pelo. — Ve adentro y no toques el pastel.
Barnaby la besó. —Está bien, bueno ¡cielos! ¿Está Calvin aquí?
—Por supuesto. Ya sabes que siempre es puntual.
Barnaby farfulló algo y se dirigió a la casa y Nathan se quedó
enfrentándose a la abuela de su amante. Se aclaró la garganta.
Cruzó los brazos sobre su pequeño pecho. —Bueno.
—¿Señora?
—¿Qué tienes que decir en tu defensa? Calvin dice que has roto el corazón
a mi niño una vez.

81
Tragó saliva. —No era mi intención. Sólo puedo decir que nunca lo haré de
nuevo.
—¿Es así? —Miró a lo lejos por un momento. — Perdí a su madre, ¿sabes?
—Barnaby me lo dijo.
—Por un hombre que afirmó que la amaría para siempre. Esos chicos son
todo lo que tengo.
Nathan asintió solemnemente. —Haré cualquier cosa y todo lo necesario
por él. Para el resto de nuestras vidas. Lo prometo.
La anciana soltó un bufido. —Está bien. Entra antes de atrapes un resfriado
o algo así.
Sonrió y pasó junto a ella. —Gracias.
Barnaby lo esperaba junto a la puerta. Miró interrogativamente a Nathan.
Agarró a Barnaby y le dio un beso a conciencia. —Creo que superé la
primera prueba de todos modos.
Barnaby miró a su abuela que había entrado. —Yo diría que sí. Vamos.
Vayamos por un pedazo del pastel de cumpleaños.

FIN

82
SOBRE EL AUTOR
Shawn Lane cree que el amor y la pasión no conocen fronteras. Shawn
escribe ambas historias de amor erótico envolviendo a los hombres en
ambientes históricos o contemporáneos y romances inter-raciales entre
hombres y mujeres. Shawn está siempre a la búsqueda de nuevas historias y
nuevos personajes para crear, haciendo su vida en California.

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COORDINACIÓN DEL PROYECTO
RAMON CINTY
TRADUCCIÓN
PAQUI
CORRECCIÓN
LILI
PORTADA
CLAU
EDICIÓN Y FORMATO
VISIONEPICA

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podríamos disfrutar de todas estas historias!

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