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INTELIGENCIA SOCIAL

La nueva ciencia de las relaciones humanas


Daniel Goleman
Kairós , 2006
Nº de páginas: 543
Resumen y traducción: Rafael Bernabeu

COMENTARIO

Este libro no explica con claridad qué es la inteligencia social. Lo que hace el autor es repetir una y otra vez
investigaciones que, aunque son científicamente válidas, no son suficientes para dar una teoría general de la
inteligencia. Sin esta teoría, es imposible que se pueda explicar nada sobre la inteligencia en las relaciones sociales.
Por otra parte, el autor es completamente confuso en sus explicaciones, mezclando narraciones de ficción con datos
de investigaciones empíricas, de una manera muy poco argumentada. Los conceptos que utiliza se repiten, a lo
largo de todo el libro. No me parece que sea un buen libro de divulgación, y precisamente en el último capítulo,
afirma que la psicología social no ha avanzado ni investigado en los últimos años, sin demostrarlo. Es cierto que la
primera investigación de la psicología social sobre las emociones, consideradas como parte de la inteligencia, la
realizaron Mayer y Salovey, en libros como “Social Psychology of Health”, Psychology Press, 2003, resumido en el
Banco Bibliográfico de Movilización Educativa. Este libro, sin ser divulgativo, es un buen ejemplo de este campo de
la psicología, mientras que el de Goleman, que es considerado el “inventor” del término inteligencia emocional, no
aporta nada nuevo, más bien confunde. Por otra parte, me parece que este tipo de libros son muy negativos para la
psicología, ya que actúan como best-sellers, atraen la atención del lector, pero sin respetar los razonamientos
necesarios en cualquier ciencia social. Mi conclusión es que este libro, no pertenece al campo de las ciencias
sociales, aunque utilice algunos de sus descubrimientos.

INDICE
PARTE 1: I Programados para conectar

I Programados para conectar

CAPITULO 1. Introducción

Hay situaciones en las que el comportamiento humano pone de manifiesto “la inteligencia social del cerebro a la
hora de enfrentarse exitosamente a situaciones tan complejas y caóticas como la mencionada” (p. 14). Son circuitos
neuronales que se activan en determinadas situaciones. La ciencia puede especificar los mecanismos cerebrales que
se ponen en marcha en las situaciones sociales. La neurociencia ha descubierto que el sistema neuronal está
programado para conectar con los demás: el cerebro tiene un diseño que nos hace sociables, se establece un
“vínculo intercerebral” entre las personas. Cuanto mayor sea el vínculo emocional, mayor será el efecto de su
impacto. Goleman habla de acoplamientos neuronales, danza emocional, tango de sentimientos, las interacciones
sociales como moduladores, termostatos interpersonales: son términos nuevos de interés para la psicología. Las
descargas hormonales, regulan desde el corazón al sistema inmune. Vínculo entre las relaciones que producen
estrés y genes que regulan el funcionamiento del sistema inmunológico. “No es de extrañar que nuestras relaciones
no sólo configuren nuestra experiencia, sino también nuestra biología” (p. 15). Las relaciones positivas tienen un
impacto positivo sobre la salud, las tóxicas pueden envenenar lentamente nuestro cuerpo. Este libro se adentra en
la psicología interpersonal. Regiones de la experiencia humana: hay momentos efímeros en nuestra experiencia,
que sin embargo tienen consecuencias muy profundas. Ha aumentado mucho la desconexión entre las familias
americanas, por lo que el “capital social” en las familias ha descendido mucho. Considera que desde los años
noventa en adelante se han debilitado mucho las relaciones interpersonales. Las nuevas organizaciones sociales
mantienen a sus miembros a distancia, porque funcionan a través de e-mail, lo que hace innecesarias las reuniones.
El efecto de estos cambios todavía nos es desconocido y no se han calculado bien sus costes emocionales y sociales.
Nuevas investigaciones de la neurociencia:

- Células fusiformes: funcionan con más rapidez que las demás y operan cuando hay que tomar decisiones sociales
rápidas.
- Neuronas espejo: registran los movimientos que otra persona está a punto de hacer, y sus sentimientos,
predisponiéndonos a imitar ese movimiento, a sentir lo mismo
- El cerebro genera dopamina cuando una mujer mira atractivamente a un hombre, es un inductor del placer, que
no está presente cuando mira en otra dirección

Estos hallazgos han llevado a teorizar sobre el “cerebro social”: circuitos neuronales que operan mientras estamos
relacionándonos (el esbozo de una nueva disciplina, según Goleman). Congreso científico en Suecia, sobre la
neurociencia social, expresión que empezaron a utilizar Cacioppo and Bernston. Cacioppo: “estamos en condiciones
de empezar a dar sentido al modo en que el cerebro moviliza nuestra conducta social y en que el mundo social
influye en nuestro cerebro y en nuestra biología” (p. 22). Por ejemplo, cuando en una relación social hay tensión,
las hormonas del estrés aumentan hasta niveles dañinos para los genes que controlan la producción de células que
deben enfrentarse a los virus. Qué sucede en el cerebro en las relaciones interpersonales. Cerebro social: “el
conjunto de mecanismos neuronales que orquestan nuestras interacciones, suma de los pensamientos y
sentimientos que tenemos sobre las personas con las que nos relacionamos”. Cuando nos relacionamos con alguien
(mirada, piel, voz) nuestro cerebro social se conecta con el de los demás. “Neuroplasticidad” del cerebro, las
relaciones sociales juegan un papel en la reconfiguración de nuestro cerebro. Las experiencias repetidas. El modo en
que nos relacionamos tiene mucha importancia. El autor se pregunta, ¿qué significa ser socialmente inteligente?
Thorndike: “capacidad de comprender y relacionarse a los hombres y las mujeres”. Inteligencia social implica el
comportamiento inteligente, no sólo comprender las relaciones sociales. Incluye capacidades como la empatía y el
interés por los demás. Qué impacto tienen los demás sobre nosotros, y nosotros sobre los demás. Puede exigir una
revisión de nuestro modo de vida.

I Programados para conectar

CAPITULO 2. Economía emocional

Las emociones intensas se contagian con la misma facilidad que un virus, se activan los circuitos neuronales
correspondientes. El estado de ánimo tiene una inercia perdurable (rescoldo emocional) aunque el encuentro haya
terminado. Economía emocional: balance de ganancias y pérdidas internas al relacionarnos con alguien. Capacidad
de transformar el estado de ánimo de los demás. Desventajas del contagio emocional, cuando nos vemos obligados
a vivir un estado negativo: cuando sentimos que estamos en el momento equivocado, las descargas emocionales
pueden convertirnos en víctimas inocentes del estado negativo de otra persona. La activación de la amígdala genera
un estado de hipervigilancia. El miedo es el sentimiento que más moviliza la amígdala. Cuando dirigimos la atención
hacia aquello que más nos preocupa, es la amígdala la que recibe la información con indicios emocionales. Es una
especie de radar cerebral que llama nuestra atención sobre todo lo nuevo y lo desconcertante. Cerebro social:
“mecanismos neuronales que orquestan nuestras interacciones... suma de los pensamientos y sentimientos que
tenemos acerca de las personas con las que nos relacionamos” (p. 23). Único sistema biológico del cuerpo que nos
conecta con los demás y se ve influido por nuestro estado interno. Neuroplasticidad cerebral: las relaciones sociales
tienen un papel en al remodelación del cerebro. Los senderos neuronales del cerebro se remodelan a lo largo de los
años, en las relaciones personales. La amígdala extrae significado emocional de los mensajes no verbales: gestos,
posturas, tono de voz – importante: antes de que seamos conscientes-. La amígdala es “muda”, el autor explica
que: “Cuando registramos un sentimiento, recibimos señales de los circuitos neuronales que, en lugar de alertar a
las áreas verbales (y permitirnos, en consecuencia, nombrar lo que sabemos), reproducen esa emoción en nuestro
cuerpo” (p. 29). Procesamiento subliminal de la información (en la amígdala, de dimensiones emocionales), más allá
de donde llega la conciencia. Por eso se dice que se contagian los sentimientos ajenos. Poderoso mecanismo
energético que permite la transmisión interpersonal de sentimientos. La transacción básica de la economía
emocional es el contagio. Sabemos que las emociones se contagian y cuales son las consecuencias, pero ignoramos
cómo se propagan las emociones. Vía inferior del cerebro: “veloces circuitos cerebrales que operan
automáticamente y sin esfuerzo alguno por debajo del umbral de la conciencia” (p. 30). Vía superior: “discurre a
través de sistemas neuronales que operan más lenta, deliberada y sistemáticamente. Gracias a ella podemos ser
conscientes de lo que está ocurriendo y disponemos de cierto control sobre nuestra vida interna, que se halla fuera
del alcance de la vía inferior” (p. 30). Inferior: sentimientos. Superior: considerar lo que está ocurriendo. La vida
social gira en torno a estas dos modalidades de procesamiento: inferior y superior. Por eso es posible que una
emoción pueda transmitirse silenciosamente de una persona a otra sin que nadie se ocupe de manera consciente de
ello. Se ha demostrado que, sin que intervenga una interpretación consciente de lo que sucede, se nos puede
contagiar el estado de ánimo de una persona o sus emociones. La imitación de expresiones emocionales favorece un
puente intercerebral, que expone a las influencias emocionales sutiles de otras personas. Personas más o menos
sensibles, que responderán de distinta manera ante situaciones similares, sin embargo, el autor afirma que la
transacción emocional tiene lugar siempre, aunque a una persona más insensible le afecte menos que a una
sensible. Por ejemplo, ¿cuales son los mecanismos neuronales implicados en el contagio de las emociones entre la
pantalla y el espectador: la película “jugaba” con el cerebro de los espectadores. Los espectadores responden como
si la historia imaginaria les estuviese sucediendo a ellos. La conclusión de Goleman es: “No parece que el cerebro
haga grandes distingos entre la realidad virtual y la real” (p. 35). El cine parece que controla el funcionamiento de
nuestro cerebro. Nuestra imaginación tiene consecuencias biológicas, la vía inferior determina nuestra experiencia
emocional. ¿Dónde esta la excepción a este teatro? Las áreas prefrontales de la vía superior (circuitos ejecutivos del
cerebro, facilitan el pensamiento crítico), es lo que permite que nuestra reacción en el cine no sea la misma ahora
que hace cien años, porque ya hemos aprendido a anticipar lo que sucede en una pantalla de cine. Las imágenes
pueden desbordar nuestro cerebro, mientras que los estados de ánimo son tan contagiosos que se perciben de
manera muy sutil. Qué sucede cuando alguien es insincero intencionalmente, o cuando reprime sus sentimientos: es
un esfuerzo emocional que exige cambios fisiológicos, como el aumento de la presión sanguínea. En las vías
neuronales hay una especie de sistema de alarma de la insinceridad. Circuitos especializados en la sospecha, que no
son los mismos que se emplean en la empatía, por eso es tan importante detectar la mentira en los asuntos
humanos. Si hay una incongruencia en la expresión emocional, se activa una región del cerebro que vigila las
amenazas sociales o la información conflictiva. Lo que esta región del cerebro hace es intentar detectar los peligros,
saber si alguien es o no merecedor de nuestra confianza.

Qué papel representa el poder en las relaciones personales: flujo interpersonal de la emoción. Influencia de un
miembro de la pareja. Converger emocionalmente el uno con el otro. El cuerpo reproduce las emociones del otro.
Por ejemplo, en una discusión, a medida que la gente se acalora, los sentimientos de tristeza, ira y pena. Si se imita
con mucha exactitud la gestualidad de una persona, la sensación de lo que esa persona está sintiendo es muy
exacta, sobre todo en emociones negativas sobre la ira. Empatía: experimentar emociones que otra persona está
sintiendo. Compartir el estado interno de una persona: compartir el estado fisiológico de la persona a la que está
conectada, esto es empatizar. “Las personas cuyos rostros demuestran las expresiones más intensas son también
las que más exactamente juzgan los sentimientos de los demás, lo que parece derivarse del principio general que
afirma que cuanto más similar sea, en un determinado momento, el estado fisiológico de dos personas, más
fácilmente podrán sentir lo que el otro está experimentando” (p. 43).

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CAPITULO 3. La receta del rapport

Rapport, posturas y movimientos que tienen lugar en una relación interpersonal, una danza en la que cuando uno
avanza, el otro retrocede. Danza biológica que subyace a nuestras interacciones cotidianas. Ritmo de la emergencia
y de la desaparición de las emociones. Sintonía fisiológica. El funcionamiento de dos cerebros es como una danza
coordinada dentro de una relación social. Se está empezando a analizar simultáneamente el funcionamiento de dos
cerebros: danza neuronal. Sólo existe entre los seres humanos: presente en cualquier relación que sea afectuosa,
comprometida y amable, pero no de manera momentánea, sino a lo largo del tiempo. Suelen ser más creativas y
eficaces. Estas relaciones, con un buen intercambio, generan armonía y cordialidad, comprensión y autenticidad.
Estas sensaciones fisiológicas fortalecen los vínculos interpersonales. Ingredientes de esta relación: atención,
sensación de bienestar mutua y coordinación no verbal, presentes de manera simultánea, favorecen el intercambio
de claves emocionales. Si no prestamos una atención completa, sólo conectamos con el otro de modo parcial y
pasamos por alto detalles cruciales, sobre todo de índole emocional.

1. Atención compartida: primer requisito imprescindible del rapport


2. Sensación positiva: a través del tono de la voz y de la expresión facial
3. Coordinación o sincronía: canales no verbales sutiles, como movimientos corporales, ritmo, sincronía de la
conversación

La imitación intencionada y fingida parece estar completamente fuera del lugar. Hay una gran diferencia entre una
imitación espontánea y una fingida. Cuando se responde a alguien de manera deliberada. La psicología social ha
descubierto que cuanto más naturalmente coordinados sean los movimientos de las personas que se relacionan,
más positivos serán sus sentimientos. También se ha comprobado la sincronía respiratoria en una conversación.
Además es necesaria también una coordinación verbal. Cuando la relación social está bien coordinada hay una
especie de amortiguador de los encuentros interpersonales. Esto es algo que sucede ya durante el embarazo, y que
el niño pequeño aprende desde muy pronto. Lo que mantiene la interacción es la experiencia inmediata de la
conexión, cuando no hay esta experiencia, la relación social no tiene la vitalidad necesaria. Es una conversación
silenciosa que nos permite adivinar cómo nos sentimos en la relación, y en consecuencia ajustarnos. El ritmo verbal,
y otras señales gestuales, van generando una sincronía en la que los cambios de nivel de energía producen
sensaciones placenteras. La naturaleza está sincronizada, el mundo natural nos demuestra que cuando en una
conversación, como en las mareas, se pierde esa sincronía, las posibilidades en esa relación son mucho menores.
Cuando los ritmos emocionales se sincronizan, es como si un “metrónomo humano” (otra persona) nos propusiese
un determinado ritmo. Hay “osciladores”, sistemas neuronales que actúan como relojes, con lo que podemos ajustar
y reajustar la tasa de activación en función de la frecuencia con que recibimos determinados estímulos. Movimientos
que se entremezclan, pero en milisegundos, es una “danza” cuya complejidad queda muy lejos de nuestro
pensamiento. En las relaciones interpersonales esos marcapasos se sincronizan con mucha rapidez, normalmente de
manera inconsciente. Es una “rumba intercerebral”, muy sencilla porque se aprende en la más temprana infancia.

Goleman denomina protoconversación a la que tiene lugar entre la madre y su bebé, los abrazos y los beses son
una sincronización. Hubo una clara comunicación entre ellos, es un rudimento básico de la comunicación. Hay un
acoplamiento entre la madre y su bebé, en el que uno registra la respuesta del otro, ajustando la suya en
consecuencia. Conversaciones no verbales, la presencia de palabras solamente cumple la función de un mero efecto
sonido. A través de mirada, tacto, tono de voz, sonrisas, arrullos y el “motheresse”, correlato adulto del habla
infantil. Es un tipo de habla que subraya la prosodia y los matices melódicos, que trascienden la cultura, con
independencia del idioma que hable la madre. El tono de voz es elevado y las frases son cortas, con un ritmo
regular. La madre, con su tono de voz, la prosodia y el ritmo, puede tranquilizar al bebé, emocionarle, sosegarle o
alterarle y provocar su llanto.

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CAPITULO 4. El Wifi Neuronal


La ansiedad moderada favorece las relaciones emocionales, no si es hasta el extremo de la amenaza. La expresión
aterrada en los pueblos primitivos movía a los demás al pánico, estimulando la respuesta de huida de nuestros
congéneres. La reacción de la amígdala es inmediata, ante una imagen de intensidad proporcional a la emoción que
se exhibe. El contagio emocional abarca un amplio rango de sentimientos, desde la tristeza y la ansiedad hasta la
alegría. El contagio emocional es un acontecimiento neuronal: hay un vínculo entre los cerebros. Es un
acoplamiento, de modo que el input de uno es el output de otro. Siempre estamos emitiendo y recibiendo estados
internos. La resonancia es una vibración simpática, la tendencia de una parte a acoplarse al ritmo de la otra,
provocando así una especie de efecto secundario, que amplifica y prolonga la respuesta. Esta coordinación no suele
requerir una atención especial, sino que más bien, el intento deliberado de imitar a alguien para acercarnos a él
resulta demasiado torpe. Ni los motivos ocultos, ni tampoco a la intención consciente de congraciarse con nadie. Es
la vía inferior, la de la amígdala, la que produce la conexión, a una extraordinaria velocidad, sin mediación
consciente de nuestra parte. Esto sucede con gran facilidad, gracias a una clase muy especial de neuronas. Espejos
neuronales: estas neuronas espejo del cerebro reproducen las acciones que observamos en los demás, e imitan, o
tienen el impulso de imitar, sus acciones. Posiblemente los senderos de la vía inferior discurren a través de este tipo
de neuronas, hay muchos tipos. La amígdala sólo necesita 33 milisegundos, en algunas ocasiones sólo 17 para
registrar las señales de miedo en el rostro de otra persona. Esto sucede a una extraordinaria velocidad, gracias a la
participación de una clase muy especial de neuronas. Cuando un animal observa a otro realizar cualquier
movimiento, se activan las neuronas espejo, lo mismo sucede entre personas. Así podemos participar en las
acciones de otra persona como si fuésemos nosotros quienes las estuviésemos ejecutando. Experimentamos los
sentimientos del otro, sus movimientos, sus sensaciones y sus emociones. “La habilidad social depende de las
neuronas espejo” (p. 63). Al experimentar las intenciones de los demás, y su motivación, tenemos una información
socialmente valiosa para aventurar. Actuamos como camaleones sociales: las neuronas espejo son esenciales en el
aprendizaje infantil. El aprendizaje por imitación constituye el principal camino del desarrollo infantil. Los niños
pueden aprender a través de la mera observación: en su cerebro queda grabado un repertorio de emociones y
conductas. Así aprenden los niños cómo funciona el mundo. A diferencia de los simios, las neuronas espejo en el ser
humano son más flexibles y diversas, nuestras habilidades sociales son más sofisticadas.
“De esta forma entendemos a los demás convirtiéndonos, al menos parcialmente, en ellos. Esta sensación
emergente en el campo de la filosofía de la mente, según la cual entendemos a los demás traduciendo sus acciones
a un lenguaje neuronal que nos predispone a ejecutar sus mismas acciones y, de ese modo, nos permite sentir lo
mismo que él está sintiendo” (p. 64). Estas neuronas imitadoras se ponen en marcha cuando experimentamos el
estado de ánimo de otro y “nos hacemos eco” de sus sentimientos. Hay neurocientíficos que sugieren que el cerebro
posee un sistema nos predispone hacia sentimientos positivos y nos lleva a asumirlos con más frecuencia que los
negativos. Esto nos puede dar una visión más positiva de la vida. La Naturaleza tiende a fomentar las relaciones
positivas, y por eso no nos hallamos predispuestos hacia la hostilidad, aunque la agresividad tenga un importante
papel en los asuntos humanos. Las experiencias positivas y alegres desencadenan de inmediato la resonancia en los
demás, incluso entre personas que no se conocen. La risa, por ejemplo, suele ser la distancia más corta entre dos
cerebros, estableciendo un vínculo social inmediato. El caso más claro es el de los amigos adolescentes. Por otra
parte, las canciones, la música popular, podría comprenderse como un sistema de transmisión de “memes”, ideas
que se transfieren de una mente a otra, como lo hacen las emociones. Ejemplo de memes: “democracia”, “higiene
personal”, son mensajes que nos llevan a actuar de una determinada manera. Estos mensajes tienen tanta fuerza,
por su relación con la vía inferior, y se asocian con emociones intensas. “Tengamos en cuenta que, para nosotros,
una idea es importante en la medida en que nos moviliza, y eso es precisamente lo que hacen las emociones” (p.
69).

Los “memes”, tienen un poder extraordinario en las relaciones personales. Por ejemplo, simplemente con que
pensemos en una acción ya nos vemos predispuestos a realizarla. Por eso palabras como “democracia” o “higiene
personal”, pueden tener un efecto tan potente, creando una especie de agenda mental. Es posible que el cerebro
“siembre” sentimientos, pensamientos e impulsos similares en los demás. Vías paralelas del cerebro: dos personas
pueden hacer lo mismo y al mismo tiempo, seguramente por cadenas asociativas (asociaciones de ideas). Intimidad
mental, proximidad emocional. Confluencia de pensamientos, sentimientos, percepciones y recuerdos: fusión
mental en la que podemos pensar y sentir lo mismo. Sucede algo parecido con las masas de gente, cuando se
produce una situación de histerismo colectivo: la multitud establece las conexiones para la violencia, desinhibe el
control neuronal de los impulsos, y una vez que hay un acto de violencia el contagio hace el resto. Esto sucede
gracias a la sincronización fisiológica de sus subsistemas biológicos. “Es muy probable que la velocidad de
transmisión de los cambios de conducta de una masa se originen en la coordinación de las neuronas espejo y que la
rapidez del proceso de toma de decisiones dependa del tiempo que necesiten las neuronas espejo para transmitir la
sincronía de persona a persona (aunque ésta, por el momento, no deje de ser más que una mera conjetura)” (p.
71). El razonamiento positivo, cuando tiene lugar entre varias personas, es “intrínsecamente reforzador”, y todo el
mundo se siente bien. En un grupo, la persona con el rostro más expresivo suele ser la que establece el tono de la
interacción. Cuando en una reunión se tratan temas conflictivos, la gente se siente mal cuando se movilizan
emociones negativas. Tratando del mismo tema, si se movilizan energías positivas, la gente se siente bien.

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CAPITULO 5. El instinto del altruismo


Altruismo: es necesario tener tiempo para prestar atención a una situación. Cuando se presta atención, la empatía
aumenta, y es más probable establecer un vínculo emocional. Es posible que en las ciudades, la gente camine en un
cierto ensimismamiento, debido al bombardeo de estímulos al que estamos sometidos. Por eso las ciudades aturden
y ensordecen, de muchas maneras la sociedad nos impide percibir lo que sucede a nuestro alrededor. La
socialización y otros factores nos llevan a no prestar atención y determinar la empatía y las emociones que
sentimos. Hay muchos modos en que la sociedad puede cerrar nuestras ventanas sensoriales. Las personas que se
detienen a ayudar suelen hacerlo motivados por el malestar que les provoca la situación, por una sensación de
ternura, de tipo empático. Cuando se observa a alguien ayudando el efecto es muy potente: presenciar un acto
bondadoso, amable y tolerante, compasivo. En Japón calificaron como kandou, situaciones que conmueven
emocionalmente, ver a un joven cediendo el sitio a un anciano. Presenciar un acto bondad moviliza el impulso de
realizar otro. Este tipo de contagio parece ocurrir a través de la “vía inferior”. Memoria operativa: se refiere a la
capacidad de atención de nuestra memoria en un determinado momento. Corteza prefrontal del cerebro, de la vía
superior. Sus circuitos cerebrales parecen predisponernos a la empatía, a prestar atención a lo que les sucede a los
demás. Al afrontar un reto hay que consumir recursos de atención. La comunicación entre las personas tiene un
valor en la Naturaleza, y trata de lograr un ajuste lo más rápido posible. Los gestos del bebé tienen la propiedad de
aumentar el nivel de atención de la madre, al mismo tiempo, los gestos de la madre logran que el bebé registre
todo lo importante para su bienestar. Cuanto mayor sea la atención, más claramente captaremos el estado interno
de una persona. Al tener un problema parece que la periferia de la mente se ocupa de ellos, haciendo que sean de
menor importancia, lo que aumenta nuestra capacidad de contactar con los demás, de actuar de manera
compasiva. Hay muchas especies que comparten los rasgos más avanzados del cerebro. La insensibilidad reprime
impulsos primitivos y automáticos que nos llevan a ayudar a quienes están en peligro. Por eso nos afecta cuando
una persona no presta atención al malestar de otros. Hay un instinto compasivo que constituye una ventaja en
cuanto a adaptabilidad evolutiva, que se define como “éxito reproductivo”: número de hijos que sobreviven para
tener descendencia. Situaciones de escasez en las que se forja el cerebro humano: cómo la pertenencia a un grupo
favorece la supervivencia en condiciones adversas. La compasión está asentada sobre la empatía, la cual requiere a
su vez un compromiso emocional, requisito esencial a la hora de comprender el mundo interno de una persona. Al
preguntar, ¿cómo te sientes?, se activan los circuitos neuronales que se ponen en marcha al preguntarnos: ¿cómo
se sentirá? Son circuitos que se intensifican cuando la empatía es deliberada. Sentir: sugiere una imitación interna
de sentimientos que ha experimentado otra persona. Al activarse el sistema de neuronas espejo de una
determinada persona, se intensifica la empatía (como experiencia). Empatía: conocer sentimientos de otra persona,
sentir lo que siente, responder compasivamente a los problemas. Representación mental: conjunto de imágenes,
asociaciones y pensamientos relacionados con su problema. Movimiento que conduce de la empatía al acto: a través
de las neuronas espejo, la empatía parece provenir del contagio emocional, y por eso comparte los mismos
mecanismos en el cerebro. Cuando vemos a alguien empatizar con otra persona, en nuestro cerebro se ponen en
marcha los mismos circuitos cerebrales. El proceso de reflejo (reflexivo) se da cuando percibimos que alguien
moviliza en nuestro cerebro imágenes o sensaciones de lo que están haciendo. Versiones actuales de esta teoría: el
altruismo como una forma de egoísmo. Al ver a una persona pasarlo mal, reverberan en el cerebro circuitos
similares, en una resonancia empática neuronal que es el preluido de la compasión. El cerebro humano, según el
autor, está predispuesto a la bondad. Impulsos emocionales que predominan y provocan reacciones emocionales
instantáneas y no premeditadas. Flujo empático que nos lleva a actuar, que discurre de un modo automático, lo que
sugiere la existencia de circuitos cerebrales que realizan estas funciones. Nos preparamos para hacer, para actuar,
y esta es una percepción inicial (tendremos que actuar) que nos predispone a la acción. Vía inferior: permite que el
sentimiento-acción nos lleve a establecer vínculos interpersonales. Activan de inmediato circuitos relacionados con
el miedo. Vínculo percepción-acción: la ayuda es una tendencia natural del cerebro. Nos relacionamos con personas
que están pasándolo mal, aunque sea a distancia, y no se trata de un contagio emocional directo, sino de empatía
cognitiva. “El descubrimiento de los circuitos neuronales que ponen la empatía al servicio de la compasión, la
neurociencia proporciona a la filosofía un mecanismo para explicar la ubicuidad del impulso altruista” (p. 91). El
autor considera, en la misma línea que la psicología positiva, que habría que estudiar mejor los actos de altruismo,
que suelen ser más numerosos de lo que pensamos.

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CAPITULO 6. Neuroanatomía de un beso

Neurociencia: existe una conexión neuronal entre los ojos y la corteza orbitofrontal (es la estructura del cerebro que
se ocupa de la empatía y el ajuste cerebral). Son circuitos neuronales sociales, que tienen un papel fundamental en
registrar el estado emocional de los demás. La corteza orbitofrontal: situada detrás y encima de las órbitas
oculares, tiene un lugar estratégico entre los centros emocionales y la parte inferior del cerebro pensante. Hay una
estrecha conexión, lo que puede demostrar el vínculo rápido y poderoso para coordinar pensamiento, sentimiento y
acción. La corteza orbitofrontal, es una encrucijada entre vía superior y vía inferior, epicentro que da sentido al
mundo social que nos rodea. Proceso de cálculo social muy rápido, nos indica cómo nos sentimos, cómo se siente, y
cómo debemos responder. Conectar mensajes sociales con una experiencia visceral: sentir como se sienten los
demás. Estos circuitos determinan lo que afectivamente sea una persona o una experiencia para nosotros. Circuitos
de la corteza orbitofrontal, asignan valor “hedónico” al mundo social, por eso somos conscientes de lo que nos
gusta, lo que no, lo desagradable y lo que adoramos. Cómo seleccionar, entre la gente que nos rodea, a nuestros
amigos, socios o pareja. Neuronas fusiformes: tienen forma de huso, poseen un cuerpo cuatro veces más grande
que otras. Hay una red muy densa de células de este tipo que conectan la corteza orbitofrontal con la parte superior
del sistema límbico (Corteza Cingulada Anterior), orienta nuestra atención, coordina nuestros pensamientos,
emociones y respuestas del cuerpo, con lo que sentimos, lo que establece una suerte de control neuronal. Células
fusiformes: ricas en receptores de serotonina, dopamina, vasopresina, con un papel esencial en las relaciones
interpersonales: amor, placer y estados de ánimo positivos y negativos. Las personas con más conciencia de las
relaciones interpersonales tienen una mayor activación de la corteza cingulada anterior. El área 24 de esta zona del
cerebro se pone en funcionamiento cuando experimentamos una emoción intensa, y tiene un papel fundamental en
la vida social, orienta el despliegue y reconocimiento de la expresión facial de las emociones. Es una región a su vez
conectada con nuestras primeras impresiones y que desencadena muchos de esos sentimientos. La vía inferior
opera a una extraordinaria velocidad: estas células tienen un papel muy importante, porque juzgan con mucha
velocidad para guiar nuestras relaciones interpersonales y nuestra vida social. Una simple mirada puede reflejar
muchos matices, que esta vía cerebral procesa a gran velocidad. La actividad normal del cerebro, lo que sucede
automáticamente cuando no ocurre otra cosa, gravita en torno al mundo de las relaciones. Las redes neuronales
sensibles a las personas ponen de relevancia la extraordinaria importancia que ocupa el mundo social en el diseño
de nuestro cerebro. Juzgamos a las personas unas décimas de segundo antes que en otras situaciones, como
evaluar un objeto. Nos gusta o nos disgusta algo, de manera muy rápida, antes de que podamos saber si estamos
en lo correcto. El cálculo emocional: reflejo del sistema de valores básicos, empleado por el cerebro para organizar
el funcionamiento personal, organizando nuestras prioridades. Cómo debemos reaccionar ante una persona: cuando
la corteza orbitofrontal registra la decisión, esto determina una actividad neuronal que proporciona información
sobre el contexto social y nos ayuda a esbozar una respuesta adecuada al momento. Cerebro social: se encarga de
ajustar en silencio nuestras decisiones y acciones.

Decisiones de la vía superior, nos protegemos de posibles agresiones emocionales, eligiendo nuestras relaciones
personales, esperando que podamos reconocer las intenciones de los demás, de manera correcta. El contagio
emocional es automático: nos hace vulnerables a las emociones que nos afligen. Pero tenemos estrategias mentales
para contrarrestarlo. Si la relación emocional se torna destructiva, podemos establecer una distancia emocional
protectora. Vía inferior: si nos causa problemas, la superior puede protegernos (control consciente). Empatía
primordial que es inmediata y desencadena una respuesta emocional ajena al pensamiento. Cuando comprendemos
mejor lo que está ocurriendo, podemos modificar el estado de ánimo y esto depende de que pensemos
correctamente. Centros prefrontales: la vía superior se encarga de ampliar y hacer más flexible el repertorio
establecido y fijo de respuestas de la vía inferior: se activa la inmensa variedad de ramificaciones neuronales, esto
aumenta de manera exponencial el abanico de respuestas posibles, y esto sucede en milésimas de segundo. La vía
inferior proporciona afinidad emocional instantánea, la superior produce una sensación social compleja: de este
modo se está facilitando una relación social más apropiada. Corteza cerebral prefrontal, centro ejecutivo del
cerebro.

Corteza orbitofrontal: influencia que modula, en una vía descendente, el funcionamiento de la amígdala: es fuente
de impulsos y oleadas emocionales, que no se pueden controlar. Cuando estos circuitos están lesionados, la persona
se comporta como “niños que no saben reprimir sus impulsos emocionales y son incapaces, en consecuencia, de
dejar de imitar el rostro de la persona con que se encuentra” (p. 106). La corteza orbito-frontal es un centro de
control, puede reprimir impulsos límbicos que proceden de la amígdala. Respuesta cerebral a determinados
estímulos: por ejemplo una imagen de una persona con miedo, o la risa de un bebé. Desencadenan pensamientos y
sentimientos, hay mecanismos neuronales que desencadenan la tristeza. Secuencia neuronal: amígdala derecha, es
el centro que desencadena las emociones de angustia, lleva a cabo una valoración emocional automática y muy
rápida de la situación, y activa los circuitos emocionales. Si la experiencia es negativa, por ejemplo triste, el primer
aluvión de sentimientos se reemplaza por otro positivo, e inicia una cascada de mecanismos, que silencian la
amígdala y otros circuitos relacionados. Si está implicada la corteza cingulada anterior, es más probable que haya
una reconsideración racional posterior: que transforme positivamente nuestro estado de ánimo. Cuanto más se
activa la corteza en las áreas prefrontales, durante la reevaluación, más silenciosa se torna la amígdala. Solo por
nombrar mentalmente las emociones, se puede refrenar el funcionamiento de la amígdala: es muy importante en la
vida social esta reevaluación de nuestra vida social. Se puede mantener la calma y proporcionar ayuda más eficaz,
si alguien está demasiado nervioso, no queremos compartir su estado.

Qué recordamos: en parte reconstruimos la memoria, al evocar un recuerdo, el cerebro lo reescribe y se actualiza la
experiencia pasada en función de intereses y preocupaciones actuales. La vía superior puede aportar razón a lo que
se ha experimentado emocionalmente. Un mismo recuerdo se puede codificar de manera menos intensa. Hay
terapias que tienen por objetivo reconfigurar gradualmente las neuronas ligadas al miedo aprendido.

PARTE 2: II Vinculo Roto

II Vinculo Roto

CAPITULO 7. ¿Qué es inteligencia social?

La inteligencia social se ha considerado un caso particular de inteligencia, que se aplica al campo de las situaciones
sociales (Wechsler). Es el momento, según el autor, de recuperar la “inteligencia social”: la neurociencia cartografía
las regiones cerebrales que controlan la dinámica interpersonal. Las emociones son sociales, no se puede separar la
causa de la emoción del mundo de las relaciones sociales. La empatía primordial es la capacidad de detectar las
expresiones fugaces, con lo que captamos enseguida las emociones ajenas. La vía inferior hace una lectura muy
rápida de los signos no verbales. Sensibles a las relaciones interpersonales: los médicos y maestros que tienen esa
capacidad presentan un mejor rendimiento profesional. La empatía mejora con el tiempo, “como si el mismo
transcurrir de la vida fuese perfeccionándola” (p. 123). La sintonía: es una atención que supera la empatía, es la
presencia sostenida de la atención de una persona sobre otra: “todo el mundo puede ejercitar y mejorar su
capacidad de sintonizar prestando simplemente más atención” (p. 125). Con prestar un poco más de atención se
puede convertir un monólogo en una conversación. Si esta escucha es en ambas direcciones, se establece un
diálogo auténtico. Los participantes en la conversación adaptan sus comentarios, a los sentimientos y a las palabras
que se manifiestan. Cuando una persona está ensimismada o preocupada, se advierten menos las necesidades y los
sentimientos de los demás, dificultando la empatía. La “exactitud empática” es la habilidad más importante de la
inteligencia social. Se asienta en una empatía básica, sobre la cual es posible una comprensión explícita de lo que
otros piensan o sienten, se necesita una activación cognitiva: la actividad neocortical que es propia de la vía
superior, de la región prefrontal. En muchos departamentos universitarios de psicología se está investigando la
sospecha entre las personas, tratando de averiguar los pensamientos y sentimientos (tácitos) de los demás.
Conciencia de las intenciones: facilita una empatía exacta, que nos permite predecir bien lo que hacemos.
Semiótica: decodificación de señales que nos permiten saber quien lidera un grupo. Cognición social: ayuda a
gestionar de manera adecuada las corrientes sutiles y cambiantes del mundo social. Comprendemos el mundo social
en función de cómo pensemos, de nuestras creencias, de lo que hemos aprendido sobre las normas y las reglas
sociales (implícitas, según el autor, ¿las explícitas no?) que gobiernan las relaciones personales. La falta de
sincronía es lo que obstaculiza nuestra competencia social y dificulta: nuestras interacciones.
Cuando hay una sintonía emocional espontánea, es mucho mejor que cuando tratamos de construirla
deliberadamente. Cuando una figura carismática se acerca a la gente, tienen un carisma especial, los demás se
adaptan a su ritmo y se contagian de sus sentimientos – las expresiones que utiliza el autor son poco científicas,
qué es el “contagio” emocional, porque lo explica con una base neuronal, pero a nivel psicológico no llega a decir en
qué consiste-. Esto requiere de una habilidad especial: incluso personas con humor negativo, pueden tener esa
capacidad de relacionarse y de encantar a la gente. Son personas con savoir-faire, que tienen una destreza
especial, muy seguros de sí mismos, y poseen muchas habilidades sociales. La sociedad tiene normas sutiles,
implícitas (de nuevo, ¿no pueden ser explícitas?), tanto para los hombres como para las mujeres. Se necesitan
habilidades de autocontrol, empatía, conocimiento del mundo social, que permiten modular el impulso agresivo: es
necesario interpretar bien lo que otra persona está sintiendo, porque hay que calibrar la fuerza mínima necesaria,
adaptarse mejor a las normas de cada situación. “El tacto equilibra la expresividad, una discreción social que nos
permite adaptarnos más adecuadamente a nuestro entorno, sin que nuestra conducta genere tantas olas adversas a
nuestro alrededor” (p. 137). Empatía e interés por alguien que está en apuros: mayor impulso sentimos por
ayudarle, vínculo siempre presente en las personas más motivadas para aliviar el sufrimiento ajeno. Las personas
que más se interesan por los demás están dispuestas a tomarse el tiempo y a esforzarse por echarles una mano. Es
necesario cooperar con los demás: para conseguir objetivos de grupo. Hay que alentar la atención y el interés de los
niños por las necesidades por los demás, lo cual puede ser una estrategia eficaz. Las vías cerebrales superiores, en
el cerebro, permiten el uso de la experiencia para sus propios fines. Profesiones de ayuda: medicina y servicio
social, puede considerarse que manifiestan interés por las personas necesitadas. Las personas antisociales se
despreocupan de los sentimientos, necesidades y sufrimiento de los demás. “La arquitectura social del cerebro
entrelaza los circuitos de la vía superior y de la vía inferior, dos sistemas que, en el cerebro intacto, operan en
paralelo, como dos timones imprescindibles para navegar adecuadamente por el mundo social” (p. 143). Al abordar
el espectro de habilidades sociales, hay que tener en cuenta las dos vías cerebrales: superior e inferior, pero los
conceptos que suelen manejarse, reducen la posibilidad de que el talento social se exprese en toda su amplitud. La
neurociencia social, hoy día, plantea un reto a los teóricos de la inteligencia: “encontrar una definición de nuestras
aptitudes interpersonales que incluya también las capacidades de la vía inferior (como la capacidad de entrar en
sincronía, la escucha atenta y el interés por los demás)” (p. 144).

II Vinculo Roto

CAPITULO 8. El “tú” y el “ello”

Relación instrumental, “agency”, modalidad de relación distante que nos lleva a considerar a los demás como
medios para lograr nuestros objetivos (comentario: agency, en psicología, también significa capacidad de actuar,
autonomía). La “comunión” establece un feedback que nos conecta con los demás, mientras que una relación
instrumental simplemente nos desvincula. Qué considera importante el autor: “la sensación clara de ser objeto de la
empatía de otra persona”. En la terapia, Carl Rogers indicó que la empatía aparece cuando el cliente se siente
comprendido, reconocido como tú. Término japonés, “amae” se refiere a la sensibilidad especial que se asienta en la
empatía, y que actúa en consecuencia, sin que sea necesario llamar la atención. El amae aumenta cuando la
relación es más próxima. El autor explica que conocer a una persona significa resonar (esta expresión no la aclara)
con sus pautas emocionales y sus mapas mentales, a nivel neuronal. Fusión inconsciente: supone que lo más
importante para otro lo es también para uno. Ilusión de vulnerabilidad, mapas mentales compartidos. Cuando la
conversación o la relación llegan a una compenetración muy intensa, la validación es de alta intensidad. Empatía,
puede ser una forma de proyección de uno mismo, atribuir a los demás sentimientos que son de uno mismo. La
proyección puede convertir al otro en un “ello”, inconsciente, mientras que la empatía nos permite verlo como un
“tú”: la persona que nos da su opinión, por ejemplo, nos está permitiendo ajustar la percepción de la realidad.
II Vinculo Roto

CAPITULO 9. La tríada oscura

La empatía inhibe la crueldad, la tendencia natural es experimentar lo que sienten los demás. Narcisismo:
incapacidad para establecer contacto con los demás. Un egoísmo “normal”, según el autor, requiere mucha empatía.
Es importante la capacidad de tratar a los demás como uno mismo. Un trastorno muy frecuente en los puestos de
responsabilidad es el narcisismo. Son muy competitivos. Otro problema es la persona maquiavélica, que además
suele ser antipática y egoísta. Es una persona con intención de manipular a los demás. “Según algunos teóricos de
la evolución, la inteligencia humana apareció en la prehistoria como una forma de operar que se encuentra al
servicio de la supervivencia. Desde esta perspectiva, le éxito depende de la capacidad de conseguir la mejor parte
sin que el grupo le eche a uno a patadas” (p. 175) – este argumento parece impropio de un psicólogo-. Otro
problema es el de la psicopatía, o “trastorno de personalidad antisocial”. Hay psicópatas que utilizan libros de
autoayuda para aprender a manipular mejor a los demás, y así conseguir lo que quieren. Emociones sociales:
presuponen la presencia de la empatía, y esto nos permite sentir cómo los demás experimentan nuestra conducta.
Fundamento cerebral de las emociones sociales: personas imprudentes y que meten la pata, lesiones en el área
órbito frontal. Puede ser que estos pacientes hayan perdido la capacidad de visión mental: incapaces de corregir lo
que los demás piensan de ellos, no pueden registrar señales de desaprobación o desaliento, ausencia de señales
emocionales internas, que serían las que organizarían su conducta social. Emociones: ira, miedo, alegría, que se
hallan integradas en circuitos neuronales del cerebro, desde el nacimiento hasta poco después. Entidades distintas y
separadas. Aparece la capacidad de avergonzarnos, de lo que los demás piensan de nosotros. Emociones sociales,
son una especie de brújula moral. El narcisismo impide estas emociones.

PARTE 3: III Educando la naturaleza

III Educando la naturaleza

CAPITULO 10. La ceguera mental

Visión mental: capacidad de darse cuenta de lo que ocurre en la mente de otra persona, para poder comprender sus
sentimientos, “teoría de la mente” – en esto, el auto creo que se equivoca, la definición es incompleta-. Capacidad
esencial para que la empatía sea exacta: no podemos leerle la mente directamente a otra persona, para poder
experimentar sus sentimientos y deducir sus pensamientos. La visión mental, según el autor, nuestras relaciones
son vacías, consideramos a los demás objetos desposeídos de sus sentimientos. Personas con “ceguera mental”,
Asperger. Se desarrolla en los primeros años de la vida del niño: el niño se va aproximando al modo como piensan
y sienten los demás, va comprendiendo cuales pueden ser sus intenciones. Habilidades básicas de la visión mental:
saber reconocer las diferencias respecto de los demás, comprender que tienen una perspectiva diferente, que sus
objetivos no tienen que coincidir con los nuestros.

III Educando la naturaleza

CAPITULO 11. Los genes no son el destino

Kagan, el temperamento inhibido puede deberse a causas biológicas, genéticas, y esto supuso en su momento un
alivio para sus padres. Se ha extendido la idea de que todos los problemas infantiles provenían de una mala
educación familiar. Kagan fue quien demostró la base genética de la personalidad, no determinista, y al mismo
tiempo, observó que el desarrollo es mucho más complejo de lo que solía pensarse. Los genes son más dinámicos
de lo que parece, lo importante es su expresión. El cerebro del niño está programado para crecer: padres,
hermanos, abuelos, maestros, amigos son un alimento emocional y social, que alienta el desarrollo neuronal: “del
mismo modo que la planta se adapta tanto a un terreno nutritivo como a otro esquilmado, el cerebro del niño se
configura adaptándose a su ecología social, sobre todo por el clima emocional proporcionado por las personas más
significativas de su entorno” (p. 210).
Evidentemente, las relaciones contribuyen a conformar nuestro cerebro, determinando las conexiones que
establecerán las nuevas neuronas. Un factor importante en el temperamento del niño es la reactividad ante los
cambios, esto puede determinar en un alto grado su conducta, pero la educación tiene que actuar sobre esas
predisposiciones. “El setenta por ciento de los niños inhibidos acaban curándose de su hiperreactividad. Es cierto
que el temperamento puede limitar nuestras posibilidades, pero en modo alguno las determina” (p. 222).

III Educando la naturaleza


CAPITULO 12. Un fundamento seguro

El apego seguro es uno de los ingredientes principales del bienestar infantil. Empatía y sensibilidad de los padres
hacia las necesidades de su hijo. Por eso se requiere una relación sana, un fundamento seguro en el que apoyarse:
atención, amor y consuelo. Bowlby, Ainsworth. El autor explica los mecanismos hormonales que favorecen el
establecimiento de un apego seguro. La seguridad afectiva proporciona una conciencia de equilibrio, en la
personalidad infantil. El rostro de un bebé puede expresar muchas emociones diferentes: cuando la emoción es de
angustia, la madre debe responder, de otro modo, el bebé empieza a llorar. ¿Cual es la capacidad que tiene el bebé
de recuperarse, su resiliencia, ante estas situaciones de frustración. El rostro impenetrable de la madre ante las
emociones del bebé le va a dificultar mucho el apego. El consuelo es importante para los bebés, lo cual no significa
que la madre no intervenga, sino que debe hacerlo de manera. Si no se establece esta relación el bebé se puede ver
incapacitado para las relaciones, desconfiar de los demás como fuentes de consuelo. La conclusión de Spiegel, es
que la familia protege mejor a los hijos cuando abordan juntos los problemas. La experiencia de reparación en la
terapia permite un flujo emocional libre entre terapeuta y cliente. Lo realmente importante es establecer lazos
afectivos que puedan resistir a los sentimientos inquietantes. Las relaciones que mantenemos durante mucho
tiempo “remodelan” nuestro cerebro, estableciendo unos hábitos de relación social, los cuales, idealmente, deben
basarse en la seguridad afectiva.

PARTE 4: IV Las variedades del amor

IV Las variedades del amor

CAPITULO 13. El punto de ajuste de la felicidad

Cómo reacciona un niño cuando tiene que enfrentarse a una situación social. Qué sucede cuando tiene que controlar
su temperamento (repite lo que dicen todos los expertos sobre el tema). El juego infantil, la capacidad para la
alegría: el autor revisa las investigaciones sobre estos temas. En su conclusión, estas lecciones de la infancia tienen
una impronta en la vida, no sólo porque proporcionan la capacidad de ser feliz, sino porque permiten atravesar las
dificultades de la vida adulta en mejores condiciones. Explica cómo se produce el buen ajuste entre los padres y los
hijos, algo que dependerá, en parte de la capacidad de comunicarse con ellos que tenga la madre.

IV Las variedades del amor

CAPITULO 14. Las redes del apego

Redes neuronales, sistemas cerebrales independientes, aunque interrelacionados, que movilizan los sentimientos:
tres redes que se relacionan con el apego, el cuidado (ternura, protección) y sexualidad. “Pero si, en el apego,
recibimos afecto y, en el cuidado, por el contrario, lo damos, ¿qué es lo que sucede con el caso del sexo? Bueno, el
sexo es sexo” (p. 259). – Esta expresión no es propia de un libro de psicología, no explica nada, y moralmente
absurda-. Diseño de la Naturaleza, tiene como finalidad conservar la especie: el apego, el cuidado y la atracción
sexual dan como resultado un verdadero amor romántico. El autor considera necesario desentrañar la compleja red
neuronal en que se asienta el afecto, para eliminar confusiones y problemas. El sistema de apego tiene una
modalidad exploratoria: característica del sistema de apego. Explica los tres tipos de apego.

IV Las variedades del amor

CAPITULO 15. El deseo masculino y el deseo femenino

El cerebro social ama y cuida, explica el autor, mientras que los deseos discurren por la vía inferior. Los circuitos de
la vía superior controlan el deseo en el enamoramiento, los hombres se “zambullen”, según el autor, en la vía
inferior, descontrolándose la superior. Los circuitos del deseo discurren por el cerebro límbico, y no funcionan de la
misma manera en los hombres y las mujeres. El autor explica los mecanismos neuronales que intervienen en el
deseo sexual. “Los sistemas cerebrales que, durante milenios, han permitido la supervivencia de nuestra especie,
parecen actualmente vulnerables a los conflictos y tensiones que pueden acabar convirtiendo el amor en una
empresa yerma” (p. 279).

PARTE 5: V Las relaciones sanas


V Las relaciones sanas

CAPITULO 16. El estrés social

Factores considerados de menos importancia, o “blandos”: ¿qué efecto tienen sobre nuestra salud? Las relaciones
sociales afectan a nuestra salud, pero por la calidad, no por la cantidad: no es tan importante el número de vínculos
sociales como el clima emocional que los alienta. El amor, por ejemplo, se ha demostrado que beneficia mucho la
buena salud. El autor explica cómo las hormonas actúan en situaciones de estrés, cómo el hipocampo detecta las
situaciones que producen miedo. Explica las situaciones en las que hay que reprimir la ira, y aquellas en las cuales
un exceso de cortisol puede producir reacciones descontroladas. Esto aumenta la probabilidad de una enfermedad
cardiovascular. La presión sanguínea varía en las interacciones sociales. “No es de extrañar, por tanto, que si los
mensajes humillantes perduran a lo largo del tiempo, la persona que se reprime se sienta cada vez más ansiosa e
impotente hasta caer finalmente en la depresión, una situación que, prolongada, aumenta considerablemente la
probabilidad de desencadenar una enfermedad” (p. 309).

V Las relaciones sanas

CAPITULO 17. Los aliados biológicos

Ejemplo de inteligencia social: las culturas orientales. Lo que favorece la salud no es la cantidad, sino la calidad, la
cordialidad, la proximidad emocional, el apoyo y la positividad de las interacciones. Por eso el autor considera que
los ancianos no deben estar aislados: la neurogénesis prosigue durante la vejez, pero a un ritmo más lento que en
décadas anteriores. Investigaciones sobre las relaciones entre matrimonio y salud. El bienestar junto a las personas
amadas convierte las relaciones afectuosas en una fuente de bienestar biológico. En una relación afectiva positiva,
cada miembro de la pareja ayuda al otro a gestionar sus sentimientos de angustia - ¿qué significa esta expresión,
gestionar sentimientos?-. Las experiencias dolorosas, se superan mucho mejor cuando se cuenta con una
proximidad emocional, como es el caso de las personas con el sistema inmune debilitado.

V Las relaciones sanas

CAPITULO 18. Un consejo personal

Las emociones tienen una gran importancia en la salud, esto es lo que afirma el autor. La medicina no tiene que ser
“blanda”, explica el autor, en el sentido de que no utilice procedimiento quirúrjicos, sino que estos deberían
complementarse con otros, de tipo emocional. Un cirujano que tratase a sus clientes de manera despectiva, sin
compasión hacia sus clientes. Medicina centrada en el paciente, o slow medicine, centrada en la relación. Primer
artículo de la American Medical Association aconseja al médico proporcionar un cuidado competente y compasivo:
“La mayoría de los programas académicos de las facultades de medicina incluyen un módulo sobre la relación entre
paciente y médico y tanto los médicos como las enfermeras reciben rutinariamente cursos de reciclaje sobre
habilidades personales y de comunicación” (p. 345). El autor habla del flujo del cuidado: hay una fatiga de la
compasión, que sufren las personas que trabajan en profesiones de ayuda a los demás. Escucha atenta y mirada
empática. Habla del síndrome del burnout: cuando se celebran reuniones informales, en las cuales las personas se
tratan de ayudar mutuamente, de brindarse apoyo emocional y de cuidarse mutuamente.

PARTE 6: VI Consecuencias sociales

VI Consecuencias sociales

CAPITULO 19. La zona de rendimiento óptimo

Todos tenemos una zona de rendimiento óptimo: “Cuando estamos agotados no podemos concentrarnos ni pensar
con claridad, un hecho que pone claramente de relieve el extraordinario interés que posee el clima emocional
óptimo de los entornos escolar y laboral” (p. 361). Neurobiología del agotamiento, que pone de relieve un programa
que emplea el cuerpo, “por defecto”, para enfrentarse a una maneranza. De la amígdala a la corteza prefrontal
derecha: cuando este circuito se activa, nos aferramos con obsesión a lo que genera desasosiego. Preocupados y
resentidos, los individuos no pueden razonar bien. La tristeza disminuye la agilidad mental, la activación de la
corteza prefrontal tiene un nivel de activación menor, con lo que generamos menos pensamientos (esta es otra
expresión extraña, que no tiene sentido, los pensamientos no se generan, se piensa, o se tienen ideas). “Los
extremos de la ansiedad y la ira, por una lado, y de la tristeza, por el otro, nos alejan de la zona de rendimiento
cerebral óptimo” (p. 363). La desmotivación puede hacer que la mente se pierda, y con ello la capacidad de
concentración – los razonamientos de este libro terminan siendo circulares, una repetición de conclusiones muy
evidentes-. La tensión en la escuela es otro de los temás que aborda el autor, hay amenazas sociales, miedos a los
juicios que los demás puedan hacer, se activan las hormonas ligadas al estrés, y se disparan. Se puede asumir un
nivel mayor de estrés con el entrenamiento adecuado. Los senderos neuronales inferiores funcionan sin que el
alumno sea consciente de ello, según el autor, por lo que puede escuchar sin comprende, “ni un ápice” (p. 369). Los
detalles que recordamos dependen del hipocampo: retener continuamente los recuerdos requiere una gran actividad
neuronal. El aprendizaje supone el paso de la “memoria operativa” al almacenamiento a largo plazo, acto neuronal
que constituye la esencia misma del aprendizaje.

VI Consecuencias sociales

CAPITULO 20. El correcional conectado

Qué hacer con los adolescentes, hay una “letanía” de horrores común a muchos adolescentes, recluidos en
correccionales, que “se han convertido en el único modo de atajar una vida conflictiva en la que el maltrato infantil
se entremezcla con el abuso de sustancias y la predación social” (p. 385). El autor considera que hay que realizar
actividades que enseñen a los alumnos compañerismo, cooperación, y empatía, percepción exacta de los demás,
confianza y comunicación interpersonal. De esta manera se les pueden enseñar habilidades sociales que necesitan
“desesperadamente” – otro comentario con poco rigor científico, habrá algunos que las necesiten, otros que no-. El
autor considera que convendría “reconsiderar el verdadero significado de la expresión “corrección” desde la
perspectiva de la neuroplasticidad y aprestarnos a reconfigurar los circuitos cerebrales con otro tipo de interacciones
sociales” (p. 389). Comunidades, las buenas relaciones personales suelen ir acompañadas de un índice más bajo de
criminalidad: menor uso de drogas entre jóvenes, menos embarazos adolescentes no deseados y mejor rendimiento
académico de los niños. La ayuda mutua entre comunidades de afroamericanos, con bajos ingresos, con fuerte
tradición a través de las iglesias y de la familia, como estrategia de mucha eficacia contra el crimen y los
comportamientos antisociales. El manejo de la ira en entornos adolescentes con altos índices de delincuencia.
Terapia multisistémica: terapia que se lleva a cabo en la vida cotidiana, en casa, en la calle, en la escuela.

VI Consecuencias sociales

CAPITULO 21. Del ellos al nosotros

“Una vez activados los prejuicios, nuestra visión se enturbia y tendemos a aferrarnos a aquello que los confirma y a
ignorar lo que los refuta” (p. 403). Miedo difuso, ansiedad, qué es un estereotipo: ideas hostiles sobre un
determinado grupo, creencias de un determinado tipo, no verificadas, categorías mentales erróneas. La llama
prende una yesca: el antagonismo cataliza la transformación del “ellos” y el “nosotros” en un “nosotros contra ellos”
– el autor hace una argumentación desde el punto de vista científico sin validez, y no explica los mecanismos
sociales que llevan al odio contra las diferencias culturales, que sería lo realmente importante en este libro-. “El
caldo de cultivo más adecuado para la emergencia de este tipo de problemas se origina en las tensiones provocadas
por períodos de gran agitación social, como crisis económicas y caos político, en lugares donde ha habido una
historia de división entre un grupo dominante y otro dominado” (p. 416). Cuando estalla la violencia, el autor no lo
explica correctamente, aunque relata casos que han aparecido en los periódicos.

PARTE 7: Epílogo

Epílogo

CAPITULO 22. Epílogo. Lo que realmente importa

Qué sucede cuando una relación no está resultando satisfactoria: si hay cinco interacciones negativas por cada
interacción positiva, puede que haya una necesidad urgente. Tal vez no sea necesario alejarse de esa persona, pero
sí hacer lo posible por alejarse de esa persona. Se puede aumentar la resiliencia e inteligencia social y modificar, de
tal modo, nuestra participación en la “danza social”. El autor indica que: “Como Whitman, cierto científico que
estudia el valor de supervivencia de la sociabilidad afirma que la lección práctica que deberíamos extraer de todo
ello consiste en “la necesidad de cuidar nuestras relaciones sociales”” (p. 429).
Epílogo

CAPITULO 23. Apéndice A. Una nota sobre las vías superior e inferior

Mientras que la vía inferior opera de manera rápida (este procesamiento de la información es automático e
inconsciente). Vía superior: posibilidad de asumir un control voluntario, requiere esfuerzo y determinación
consciente, aunque funciona con más lentitud. “Esta diferenciación entre las vías superior e inferior posee una gran
importancia para la conducta y simplifica extraordinariamente los confusos y complejos circuitos que se entretejen
en el cerebro” (p. 431). Dos sistemas cerebrales que operan en paralelo: combinando en diferentes proporciones
dos tipos de funciones, unas automáticas y otras controladas.

Epílogo

CAPITULO 24. Apéndice B. El cerebro social

Los neurocientíficos, cuando hablan del cerebro social: sostienen la idea de que se compone de áreas discretas,
cada una encargada de manera aislada, de una tarea concreta. El autor considera que los circuitos neuronales se
ocupan de una determinada tarea mental, peor no están ubicados en lugares concretos del cerebro. Se hallan
distribuidos por todo el cerebro, cuanto más compleja es la tarea, más amplia es la distribución. Cerebro social: son
solo ficciones, aunque sean ficciones útiles. Conceptos como cerebro motor y cerebro sensorial, son zonas con
relaciones anatómicas, que por tanto se ponen en marcha al mismo tiempo.

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