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Humor Literatura y Humor
Humor Literatura y Humor
Estudios teórico-críticos
Ulpiano Lada Ferreras
Álvaro Arias-Cachero Cabal
(eds.)
Literatura y humor
Estudios teórico-críticos
Del texto: María del Carmen Bobes Naves, Francisco
Chico Rico, José Antonio Hernández Guerrero, Ulpiano
Lada Ferreras e Isabel Paraíso Almansa.
De la edición literaria: Álvaro Arias-Cachero Cabal y
Ulpiano Lada Ferreras.
Edita: Universidad de Oviedo.
ISBN: 978-84-8317-803-4
Depósito Legal: AS-762-2010
7
8 Literatura y humor
Falta de humor
en la gran narrativa
hispanoamericana
MARÍA DEL CARMEN BOBES NAVES
Universidad de Oviedo
1.1. Introducción
Hace unos años, al estudiar los diálogos de Conversación en
la catedral, advertí que el discurso de esta novela presentaba una
sorprendente falta de humor, es decir, una falta de «disposición
para ver el lado risueño o irónico de las cosas». Esta novela de
Mario Vargas Llosa es un relato que todo lo considera desde el
ángulo de la seriedad, si acaso aparece un ligero sarcasmo en la
descripción de la figura, la conducta y las relaciones de Cayo
Bermúdez, el poderoso político de figura ridícula.
Resulta un tanto extraño que un relato que crea un mundo
ancho y diverso donde todos los estados de ánimo, el amor, la
amistad, la rebeldía, el desengaño, la melancolía, etc., parecen
tener cabida, no incluya el humor, que es una de las más destaca-
das vivencias humanas. Y sobre todo una de las más destacadas
por la literatura, que suele utilizar el humor en los relatos como
13
14 Literatura y humor
como La Regenta. Tal vez las novelas de dictador, como son esas
dos de Vargas Llosa, no dejen mucho margen para el regocijo,
pero la misma actitud encontramos también en otras obras maes-
tras de la narrativa hispanoamericana, de temas diversos. Con-
viene, quizá, hacer un estudio del humor en la novela de dicta-
dor, desde Tirano Banderas hasta hoy y, acaso, extenderlo tam-
bién a la gran narrativa hispana, porque es una actitud sorpren-
dente que se repite en los grandes relatos. Acaba de aparecer la
hasta ahora última novela de Vargas Llosa, Travesuras de la niña
mala, y observamos que mantiene la visión trágica de la vida y la
consiguiente falta de humor en su historia y en su discurso.
Vamos a repasar someramente las formas más frecuentes del
humor y las teorías sobre él para comprobar qué aspectos son los
que cristalizan en las novelas que analizamos y cuáles son las
formas que se deslizan con tanta timidez en esos grandes relatos.
3
R. JANKO, Aristotle…
4
J. C. PUEO, Ridens…
Falta de humor en la gran narrativa hispanoamericana 17
5
V. MAGGI, «De ridiculis».
18 Literatura y humor
9
Ibíd., pág. 117.
Falta de humor en la gran narrativa hispanoamericana 21
humor que aporta el tema y los motivos, sino que falta casi abso-
lutamente la risa o sonrisa del narrador, una postura distanciada
por su parte respecto a sus criaturas. El narrador de esos relatos
está muy involucrado en lo que pasa y, si bien recrea o crea un
mundo con cierto humor, él lo toma muy en serio: no se ríe, no
ironiza. La risa queda muy reducida y pertenece al mundo de la
materia enunciada, no de la enunciación como proceso creativo
del discurso por parte del narrador. Esta es nuestra tesis central
para explicar la falta de humor en la narrativa hispanoamericana.
No habría ningún inconveniente teórico en admitir una socie-
dad en la que la tragedia hubiese barrido totalmente a la come-
dia, como parece que ha ocurrido en Pedro Páramo, o donde lo
irracional y fantástico haya sustituido totalmente a lo razonable y
verosímil, como podemos comprobar en Bestiario, o que la de-
gradación de la vida política, social, familiar y personal se haya
extendido como mancha de aceite a todos, como ocurre bajo la
dictadura de Trujillo en La fiesta del chivo. Aunque a tanto no
llegan los relatos que analizamos, al lector le resulta extraño que
el autor no busque una distancia humorística mínima para hacer
más efectiva la performatividad de su discurso de rechazo de
realidades injustas y degradadas. Quizá un cierto humor involu-
craría más al lector.
La distorsión de lo humano por eliminación de la razón, su-
plantada por otras facultades, o la degradación que procede de la
sumisión absoluta de unos hombres ante otro, parece que tiene la
virtualidad de eliminar en el narrador el humor, de congelar su
risa y de reducir lo risible al sarcasmo y acaso a la parodia limi-
tada. Por eso nos produce extrañeza la falta del humor como un
recurso del discurso literario para intensificar determinadas acti-
tudes o situaciones que producen rechazo, máxime cuando hay
tantas razones para ello en esos relatos.
En relación inmediata con el tema del origen del arte (mime-
sis, creación) está el de su finalidad, pues si la literatura copia de
la realidad para complacerse ante lo bello y rechazar lo feo, lo
malo, lo ridículo, bien sea cuando lo presenta directamente o
Falta de humor en la gran narrativa hispanoamericana 23
cuando lo distancia por medio del humor, se espera que sea para
poner de manifiesto y reprender los vicios y las costumbres y
para exaltar o, al menos respetar, el sentimiento, que proponga la
razón como medida, es decir, que esté comprometida con la lógi-
ca y la ética, con la verdad y el bien, con la humanidad. Y efecti-
vamente observamos que así ha ocurrido hasta que el teatro del
absurdo rechaza este límite, si bien lo rechaza con una forma de
humor precisamente.
En la presentación de lo feo, de lo ridículo, de lo grotesco, la
falta de humor conduce directamente a la crueldad, que adquiere
paradójicamente un valor perlocucionario, y produce en el lector
desconcierto y perplejidad. La reflexión ante situaciones crueles
suele generarse de forma inmediata y suele conducir al rechazo;
esas mismas situaciones quedarían suavizadas si se presentaran
con humor, porque este las distancia del sentimiento inmediato,
el rechazo es más reflexivo que visceral.
Quizá en este punto podemos encontrar alguna de las claves
de la sorprendente falta de humor o escasez del mismo en la na-
rrativa hispanoamericana. Si analizamos, por ejemplo, la reac-
ción de Pedro Páramo ante la muerte violenta de Fulgor Sedano,
el administrador de la Media Luna, podemos comprobar que
produce escalofrío. A don Pedro se la comunica un tartamudo, a
pesar de lo cual no cuaja el humor, ni siquiera el humor negro.
En un contexto que tiene una pequeña dosis de humor verbal por
el tartaja, el lector advierte la excesiva crueldad y la total ausen-
cia de sentimiento del amo de la Media Luna, que se limita a
afirmar que la de Fulgor ha sido una muerte oportuna en el tiem-
po, pues había envejecido y ya no servía para mucho. No mani-
fiesta el amo la menor pena, la mínima conmoción por la muerte
del criado fiel, y el lector, aún cuando no tenga como un dechado
de virtudes a Fulgor Sedano, se sobrecoge por la frialdad de la
escena.
El humor y su ausencia pueden conseguir, según parece, el
mismo efecto perlocucionario, pues no dejan al lector indiferente,
y sus reacciones de rechazo pueden darse ante cualquier tipo de
24 Literatura y humor
10
H. G. GADAMER, «Texto…».
11
Ibíd., pág. 98.
30 Literatura y humor
14
Ibíd., págs. 32 y 33.
15
Ibíd., pág. 37.
Falta de humor en la gran narrativa hispanoamericana 33
Ahora ya sé de qué se trata y me da risa. Dizque «usufructo».
16
Vergüenza debía darle a su patrón ser tan ignorante.
16
Ibíd., pág. 37.
17
Ibíd., pág. 38.
18
Ibíd., págs. 90 y 91.
34 Literatura y humor
20
M. del C. BOBES NAVES, «Los cuentos…», págs. 87-97.
Falta de humor en la gran narrativa hispanoamericana 37
21
M. VARGAS LLOSA, La fiesta…, pág. 45.
38 Literatura y humor
22
pueden proceder de la «calenturienta fantasía dominicana», y
únicamente un alejamiento notable de la realidad humana, cami-
no de la autoestima y la vanidad, puede soportarlo. Los efectos
cómicos están asegurados cuando el lector contrasta ese mundo
de tiranos con el mundo cotidiano y puede comprobar la juerga
que tales actitudes pueden suscitar. Lo cómico se acerca a lo trá-
gico y confirma las tesis de Charles Mauron. El mismo dictador
es aficionado a poner apodos, como «Constitucionalista Beodo»,
«Inmundicia Viviente», etc., y tampoco parece tener límite en su
sarcasmo.
Nos impresiona otra forma de humor, de efectos devastado-
res, aunque no lo parece: la forma en la que el narrador de La
fiesta del chivo describe las figuras ridículas. Aquí el humor se
basa en el ridículo humano, lo hace con Abbey García y con Ba-
laguer, sobre todo, con este se ensaña aún más. Lo había hecho
con Cayo Bermúdez en Conversación en La Catedral. Todos
tienen poder fuera de norma y los tres resultan ridículos fuera de
norma. Merece la pena analizar este recurso de intensificación en
las presentaciones de personajes ridículos.
El capítulo XIV está prácticamente dedicado a Balaguer: su fi-
gura, sus actitudes, su retorcido modo de hablar, su reverencia y
sumisión, etc. Se repasan sus creencias religiosas:
¿Sería Balaguer tan católico como se decía? Corrían inconta-
bles chistes sobre su soltería y la manera pía y reconcentrada
23
que adoptaba en las misas
24
Ibíd., pág. 300.
25
Ibíd., pág. 300.
26
Ibíd., pág. 301.
40 Literatura y humor
El humor: un procedimiento
creativo y recreativo
JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO
Universidad de Cádiz
43
44 Literatura y humor
28
Z. BAUMAN, Vidas…; E. BECKER, El eclipse…
El humor: un procedimiento creativo y recreativo 47
30
Decía Quintiliano que un medio de captar al oyente en el ámbito de la fun-
ción de deleitar (delectare) consistía en recurrir al humor, a lo ridiculum, a lo
géloion, que se puede dar tanto en las cosas como en las palabras, con la finali-
50 Literatura y humor
32 33
máticas de Shakespeare hasta llegar a Samuel Beckett) también
es verdad que algunas, como las comedias y las sátiras, poseen
una intención predominantemente humorística.
La visión de la vida desde la risa es hasta tal punto la más
universal de las constantes culturales que tenemos la impresión
de que carece de comienzo. Advirtamos cómo los motivos de la
comedia se repiten una y otra vez en los autores de las diferentes
épocas, mientras que la tragedia renueva sus temas en las distin-
tas etapas culturales. Es también una constante a lo largo de la
historia de los diferentes géneros, de la lírica, de la novela y del
teatro. Los temas, por ejemplo, del viejo avaro, del militar fanfa-
rrón, de las preciosas ridículas y las parodias sobre el poder cons-
tituido, son unos motivos permanentes en toda la literatura y nos
dad, entre otras, de relajar la tensión y adustez refrescando el espíritu del público
y, con ello, hacerlo propicio para recibir y aceptar los mensajes. El poeta que,
desde el mundo antiguo pasa por ser el autor de los dos grandes poemas épicos
de Occidente, al menos en lo que a concepción y escala de los mismos en su
conjunto se refiere, con gran maestría, en diversos momentos, donde se requiere
relajar la tensión del páthos, acude al humor, de forma que, para algunos críticos
literarios del mundo antiguo, Homero pasa por ser no solo el padre de la trage-
dia sino también el de la comedia.
31
El Satyricon no es solo la novela realista más antigua de la literatura euro-
pea que se nos ha conservado, sino también una de las cumbres de la novelística
de todos los tiempos. No obstante, los aspectos naturalistas y escabrosos de la
novela petroniana no deben hacernos olvidar la presencia en la misma de una
fantasía de primer orden, que convierte lo que, en manos de un escritor sin ge-
nio, hubiera podido quedarse en mero documento de malas costumbres. La
novela de Petronio, considerada meramente desde el punto de vista literario, es
la creación más importante de su época y constituye incluso una cima señera en
la historia de la literatura romana.
32
La doma de la fiera, por ejemplo, es una sucesión de disfraces y de cambios
de identidad que hacen de esta brillante comedia de enredos un punzante retrato
de las ambivalencias de la naturaleza humana y las inasibles, belicosas reglas de
la seducción en la vida de pareja.
33
Esperando a Godot, por ejemplo, puede ser considerada como una obra
maestra del absurdo, como muestra de un existencialismo irónico y casi como
una desesperación bufa.
El humor: un procedimiento creativo y recreativo 51
34
El psicoanálisis ha dado algunas explicaciones de la risa como descarga de
tensiones en el ser humano y la psicocrítica ha propuesto una tesis respecto a
esta permanencia de los mismos temas en la literatura cómica, es la llamada
teoría de la inversión, que ha sido formulada por Charles Mauron en su obra
Psicocrítica del género cómico: puesto que el hombre joven no suele disponer de
la riqueza, y no tiene el poder, se ríe del viejo avaro y triunfa en sus enfrenta-
mientos literarios con él, ya que en la realidad no puede hacerlo, y pone en solfa
a los políticos, porque carece del poder necesario para hacer otra cosa.
Esta situación da lugar a un pacto latente, a una especie de convención entre
lo serio y lo divertido para asentar una convivencia pacífica: los poderes se dejan
ridiculizar en el carnaval una vez al año, o circunstancialmente en el teatro cómi-
co, y el pueblo se venga de los excesos del poder y de la seriedad carnavalizándo-
los. La tradición oficial de la cultura literaria mantiene los valores sobre los que
se asienta la sociedad, y la tradición popular de la risa la ridiculiza circunstan-
cialmente, dentro de un orden, con toques de atención que la hacen descender de
la altura excesiva.
52 Literatura y humor
2.3.2. Paradoja
En segundo lugar, la risa se produce por el choque paródico y,
por lo tanto paradójico, que se establece mediante la presenta-
ción de la contradicción que representa la vida del narrador o de
los personajes: ese choque que se da entre sus aspiraciones y sus
hechos, entre sus palabras y sus comportamientos. Es el efecto
que proporciona la irracionalidad lógica, la incoherencia ética y
la desarmonía estética. Esa contradicción constituye la clave del
efecto de lo ridículos que nos resultan los personajes de las obras
anteriormente aludidas. Observemos, además, cómo los dos pro-
tagonistas de la obra cumbre de nuestra literatura, don Quijote y
Sancho Panza, exponentes de la ambivalencia y de la diversidad
de caracteres psicológicos, simbolizan, respectivamente, no solo
la poesía (el idealismo) y la prosa (la realidad), sino también la
confrontación total de dos mundos (el caballeresco y el provin-
ciano) que dan pie a continuos contrastes y oposiciones humorís-
ticas, y muestran la contradicción de la vida humana. Por eso nos
provocan sorpresa y simpatía. El humor es, efectivamente, un
choque y un abrazo, nos distancia y nos acerca a la realidad, nos
hiere y nos cura.
El humor: un procedimiento creativo y recreativo 55
2.3.3. Hipérbole
En tercer lugar, la hilaridad o la carcajada se genera mediante
la hipérbole: mediante la exageración, la desproporción de algún
rasgo físico, psicológico o moral: nos reímos del gigante o del
enano, del gordo o del flaco, del cojo o del manco, del narigudo
o del orejero, del calvo o del jorobado, del tonto o del loco, del
borracho o del comilón.
Este procedimiento constituye, como es sabido, la técnica de
la caricatura, mediante la distorsión de la imagen, la ruptura del
equilibrio y, en resumen, la deformación de la realidad, tan
35
abundantes en don Quijote, Lázaro y Gargantúa y Pantagruel.
2.3.4. Ironía
La ironía (el procedimiento tradicional que consiste en decir
una cosa y significar lo contrario) se pone de manifiesto en estas
obras, sobre todo, cuando sus autores se mofan de sus respectivas
creaciones. Fíjense, por ejemplo, cómo Cervantes conmemora
irónicamente sus ideales juveniles como soldado y como poeta,
cómo transmite la impresión de que entre don Quijote y Sancho
se produce un contagio, una aproximación de caracteres, y, qui-
zás también, mediante el uso de los coloquialismos con los que
Sancho aborda unos temas tan honorables como el amor y la
caballería. De acuerdo con la opinión de Cristina Iglesias, pode-
mos afirmar que los versos que introduce Cervantes constituyen
una abundante fuente de derroche de ironía:
35
M. BAJTIN, La cultura…
56 Literatura y humor
camente al hacer él lo mismo. Observo en ello una clara in-
36
tencionalidad burlesca.
36
C. IGLESIAS, «Don Quijote…».
III
El lenguaje de la comicidad
en El caballero de Olmedo
ISABEL PARAÍSO
Universidad de Valladolid
37
C. SAINZ DE ROBLES, «Nota…», pág. 791.
57
58 Literatura y humor
Olmedo, saliendo al encuentro sobre diferencias que traían,
por quien se dijo aquellas cantilenas que dicen:
Esta noche le mataron
al caballero,
la gala de Medina,
la flor de Olmedo.
38
Las cursivas en las citas, aquí y en adelante, son nuestras.
60 Literatura y humor
39
Orator y, sobre todo, en De Oratore, elaborando una de las
más importantes teorías sobre la comicidad que haya sido for-
mulada (juntamente con la de Sigmund Freud en El chiste y su
relación con lo inconsciente), y desde luego la más completa en el
campo de la Retórica.
Cicerón se apoya en una tradición de tratados griegos Perì ge-
loíou, hoy perdidos, y realiza una interesante distinción entre
«géneros» y «especies» de lo risible. (Traduciríamos nosotros
como las «fuentes» de la risa —de qué nos reímos— y los «pro-
cedimientos» de la comicidad).
Su reflexión tiene como ángulo de visión el discurso retórico,
y por ello la cuestión central es la oportunidad (tò prépon) o
inoportunidad para el orador de suscitar la risa entre sus oyentes.
Sin embargo, la teoría que expone desborda con mucho el puro
campo de la Retórica para extenderse hasta áreas de la Filosofía,
Antropología y Psicología.
Plantea Cicerón todas estas cuestiones: (1) Naturaleza de la ri-
sa; (2) Qué la produce; (3) Si conviene al orador excitarla; (4)
Hasta qué punto debe hacerlo; (5) Cuáles son los tipos de ridi-
40
culi.
39
M. T. CICERÓN, El orador, 26, 87-90; íd., De oratore, II, LIV-LXXI, 216-
291.
40
«De risu quinque sunt quae quaerantur: unum, quid sit; alterum, unde
sit; tertium, sitne oratoris risum uelle mouere; quartum, quatenus; quin-
tum, quae sint genera ridiculi.» (M. T. CICERÓN, De oratore, LVIII, 235).
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 61
41
«La comedia es […] imitación de hombres inferiores, pero no en toda la
extensión del vicio, sino que lo risible es parte de lo feo. Pues lo risible es
un defecto y una fealdad que no causa dolor ni ruina; así, sin ir más lejos,
la máscara cómica es algo feo y contrahecho sin dolor.» (ARISTÓTELES,
Poética, 5, 1449a).
42
«Locus autem et regio quasi ridiculi (nam id proxime quaeritur) turpidine
et deformitate quadam continetur. Haec enim ridentur uel sola uel
maxime, quae notant et designant turpidinem aliquam non turpiter.» (M.
T. CICERÓN, De oratore, II, 236).
62 Literatura y humor
43
mencia, según lo necesite para sus fines. Y en el apartado espe-
cífico de las agudezas (sales), distingue entre sus dos tipos: el
benévolo de las gracias o chistes (facetiæ) y el malévolo de la
44
mordacidad (dicacitas).
La risa tiene un carácter benéfico porque distiende los ánimos
del juez y del público, pero al mismo tiempo el ridículo es un
arma muy poderosa, de una importante agresividad. Cicerón
dedica un párrafo magistral al tema. En él resume con gran den-
sidad conceptual el uso que el orador debe y no debe hacer de la
risa en su discurso:
43
«Suauis autem est et uehementer saepe utilis iocus et facetiae» (M. T. CI-
CERÓN, De oratore, LIV, 216).
44
«Este género de discurso también será salpicado de agudezas, […] las
cuales son de dos clases, las gracias y la mordacidad. Usará una y otra;
pero una al narrar festivamente algo, la otra al disparar los dardos del ri-
dículo» (M. T. CICERÓN, Orator, 26, 87).
45
El Orador, 26, 87-89.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 63
46
M. T. CICERÓN, De oratore, LIV, 219.
64 Literatura y humor
47
El Orador, 26, 87.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 65
6. El tomar una palabra según su letra pero no según su espíritu
(a nuestro entender, esto es modalidad de la dilogía o equívo-
co).
7. La alegoría, metáfora y antífrasis (ironía de palabra).
8. La antítesis.
48
L. de VEGA, El caballero…, acto II, escena II, pág. 804.
49
Ibíd., acto III, escena VI, pág. 815.
50
QUINTILIANO, De l’institution…, VI, 3, 93-98.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 69
51
L. de VEGA, El caballero…, acto II, escena IV, pág. 806.
52
Ibíd., acto II, escena V, pág. 807.
70 Literatura y humor
Dómine, si tanto puedo,
ad juvandum me festina.
53
D. PEDRO.— Un ángel es la mujer.
3.5.2.2. Refrán
Próxima a la cita literaria está otra forma de cita popular: el
refrán. Cicerón lo menciona entre las facecias de expresión (los
prouerbia –refranes–). Nosotros lo hemos clasificado en quinto
lugar. Aunque solamente cuenta con dos apariciones, lo mencio-
namos a continuación del apartado de alusión literaria y parodia
porque trabajan en la misma dirección:
3.5.2.3. Anécdota
No muy lejos de los refranes están las anécdotas, como pala-
bras dichas por otros o sucesos no personales, acaecidos a otros.
Igual que el refrán, la anécdota es traída a colación por algún
personaje para explicar o puntualizar algo de la acción presente.
Aunque solamente hemos encontrado en la pieza una anécdota,
la incluimos a continuación del refrán y la alusión literaria paró-
dica porque creemos que sus efectos estéticos están muy próxi-
mos.
Entre las facecias de cosa, Cicerón menciona la anécdota y el
apólogo. Comenta también que es difícil emplearlos en el discur-
so, porque pide vivacidad narrativa y espíritu burlón. (En nuestra
clasificación, el número 1).
En el siguiente ejemplo, doña Inés relata que, enamorada,
habla con las flores, y le responde una azucena. La apostilla de
Tello contiene una anécdota burlona:
59
Ibíd., acto II, escena XIV, pág. 812. En este último verso vemos una hipér-
bole, procedimiento que tratamos en el § 3.5.2.6.
60
L. de VEGA, El caballero…, acto II, escena III, pág. 805.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 73
61
Ibíd., acto I, escena II, pág. 793.
62
Ibíd., acto II, escena III, pág. 805.
63
Ibíd., acto III, escena III, pág. 814.
74 Literatura y humor
3.5.2.5. Alegoría
Puesto que Cicerón incluye en un mismo grupo de facecias de
expresión la alegoría con la metáfora y la antífrasis, menciona-
remos a continuación de las metáforas rebajantes o enaltecedoras
la alegoría. Podemos considerar que existe un caso de alegoría en
la escena XIV del acto II. Don Alonso recibe carta de doña Inés
y, para prolongar su lectura y con ella su deleite, la va leyendo
poquito a poco y con interrupciones. Tello compara esa lectura
con una «contemplación» y con «estaciones» (¿de algún servicio
religioso? ¿tal vez del Vía Crucis?). El paralelismo se establece
entre ese plano religioso, omitido y solo aludido, y la lectura
meditativa y gozosa, que se hace «por jornadas»:
64
Ibíd., acto III, escena VI, pág. 816.
65
Ibíd., acto III, escena VI, págs. 815-816.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 75
TELLO.— […]
y volviendo el rostro vi
a Fabia…
D. ALON.— a Fabia… Espera, que leo
otro poco; […]
TELLO.— ¿Es aquí contemplación?
D. ALON.— Dime cómo hizo Fabia […]
Espera; que ha mucho rato
que no he mirado el papel.
(Lee.) […]
TELLO.— ¿Hay otra estación aquí?
D. ALON.— En fin, tú hallaste lugar […]
Perdonadme, manos bellas,
que leo el postrer renglón.
(Lee.) […]
Acabóseme el papel. […]
TELLO.— Poco dura el bien. En fin,
66
le has leído por jornadas.
3.5.2.6. Hipérbole
Uno de los clásicos procedimientos de la comicidad es la exa-
geración. Cicerón la incluye entre las facecias de cosa: la verdad
de las cosas. (Nosotros la enumeramos con el número 4).
En nuestra pieza, además de la hipérbole ya vista en el epígra-
fe de los refranes («le has leído por jornadas»), tenemos otra muy
chocante. En medio de una terrible escena (Tello oye en la noche
las voces de su amo moribundo y siente temor), todavía encuen-
tra este personaje la posibilidad de soltar su vena chistosa:
66
Ibíd., acto II, escena XIV, pág. 812.
76 Literatura y humor
sangre. Pienso que el sombrero
puede tenerse en el aire
67
solo en cualquiera cabello.
No ha de casarse en Medina;
68
monasterio tiene Olmedo
67
Ibíd., acto III, escena XXII, pág. 822.
68
Ibíd., acto II, escena VIII, pág. 809.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 77
69
Ibíd., acto I, escena IX, pág. 799.
70
Ibíd., acto I, escena II, págs. 795.
78 Literatura y humor
Tres escenas después, vuelve Fabia molida a palos por sus ter-
cerías:
3.5.2.9. Notación
Entre los procedimientos para obtener facecias de expresión,
Cicerón señala «la etimología falsa» o notación. La falsa etimo-
logía, aunque no demasiado abundante, es una clásica fuente de
comicidad (Cuñada viene de cuña, reza el título de una conocida
comedia de Luis Fernández Sevilla y Luis Tejedor). La notación o
falsa etimología se obtiene aproximando el sentido de palabras
cuyo significante está próximo:
3.5.2.10. Neologismo
Por último, tenemos que mencionar al neologismo o fictio
como procedimiento de expresión. Cicerón no lo menciona en su
lista de especies, pero recordemos que este autor indicaba que
71
Ibíd., acto I, escena VII, págs. 798.
72
Ibíd., acto I, escena X, pág. 799.
73
Ibíd., acto II, escena I, pág. 803.
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 79
3.6. Conclusión
El análisis de la comicidad en El caballero de Olmedo nos re-
vela que pivota, casi exclusivamente, sobre el personaje de Tello,
el gracioso. En la obra Tello es el escudero del protagonista, in-
genioso, culto y hábil con el jarrete en las fiestas de toros. Su
comicidad, pues, no es ingenua ni chocarrera, sino —como suele
serlo en las comedias— socarrona y en ocasiones relativamente
sutil.
Tello, con su buen humor permanente, extiende sobre la obra
una cauillatio o perpetua festiuitas, un tono alegre e intrascen-
dental que alivia la tensión trágica de la acción principal.
Dentro de esa cauillatio hemos encontrado veinticinco gracias
puntuales. En su gran mayoría pertenecen a la categoría de la
dicacitas, puesto que son respuestas a algo que otro personaje
pregunta, afirma o señala. Y, dentro de la dicacitas, son facetiæ o
bromas (no llegan a chiste) de diversos tipos.
El más abundante, con siete ocasiones, es el de alusión litera-
ria-parodia. Responde a ese importante rasgo de metaliteratura
que El caballero de Olmedo tiene: obra compuesta sobre una
canción preexistente que recoge un hecho histórico, se levanta
74
Ibíd., acto III, escena VI, pág. 816.
80 Literatura y humor
75
Quintiliano afirma:
«Estas son las especies de ridículo más frecuentes, tomadas de otros o
halladas por mí mismo; pero es preciso repetir que hay un modo ilimita-
do de maneras de expresarse con gracia […], suministrados por la perso-
na, la ocasión, y en última instancia la casualidad, y que son extremada-
mente variados.» (De l'institution…, VI, 3, 101).
Y también:
El lenguaje de la comicidad en El caballero de Olmedo 81
La risa en el contexto
de la Teoría Literaria occidental
FRANCISCO CHICO RICO
Universidad de Alicante
83
84 Literatura y humor
77
R. LLANOS LÓPEZ, Teoría…
78
ARISTÓTELES, Poética, 1448b, 24-28.
79
L. BELTRÁN ALMERÍA, La imaginación…, págs. 247 y sigs.
80
ARISTÓTELES, Poética, 1447a, 14-16.
81
Ibíd., 1447a, 16.
82
Ibíd., 1448a, 1-4.
83
Ibíd., 1448a, 18.
84
Ibíd., 1448a, 37-40.
85
Como indica Valentín García Yebra en nota final, 6T:V.T puede significar
«celebrar las fiestas de Dioniso con cantos y danzas», «ir por las calles cantando
y danzando al son de la flauta»; en general, «estar de fiesta», «celebrar un ban-
La risa en el contexto de la Teoría Literaria occidental 85
94
H. LAUSBERG, Manual…, vol. I, págs. 228-233; A. GARCÍA BERRIO, Forma-
ción…, págs. 377-378; G. WÖHRLE, «Delectare», s. v.; G. UEDING, «Retóri-
ca…», págs. 107-108.
95
A. GARCÍA BERRIO, Formación…, pág. 227 y sigs.; íd., Formación…, pág.
337 y sigs.; vid. también A. GARCÍA BERRIO y T. HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, La
Poética…, págs. 18-19.
96
A. GARCÍA BERRIO, Formación…, págs. 426-431; A. GARCÍA BERRIO y T.
HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, La Poética…, págs. 18-19.
Lo mismo podría decirse a propósito de los tratados doctrinales de Cicerón y
Quintiliano, que, junto a los de Aristóteles y Horacio, han sido oficialmente
reconocidos como ejemplos paradigmáticos de la tendencia mimético-
contenidista del arte. Ello acerca en gran medida la Epístola horaciana a los
tratados de Filodemo de Gadara y del Pseudo-Longino (respectivamente, el A,D\
B@40:VJT< —FILODEMO, On poems— y el A,D\ ÛR@LH —PSEUDO-LONGINO,
Sobre lo sublime—) y a toda la corriente artística revolucionaria o heterodoxa
defensora del ideal formal-hedonista del arte.
88 Literatura y humor
Por su parte,
En tercer lugar,
107
Ibíd., pág. 249.
108
Ibíd., págs. 249-250.
92 Literatura y humor
ra esta concepción precisamente en su libro sobre Rabelais.
Bajtín ve en Rabelais uno de los momentos de máxima con-
centración de imágenes folclóricas y constata que en la Mo-
109
dernidad no encuentra nada comparable.
109
Ibíd., pág. 250.
110
Ibíd., pág. 248.
111
J. SANCHÍS LLOPIS, «Consideraciones…», pág. 61.
La risa en el contexto de la Teoría Literaria occidental 93
cias, sino tan solo en quienes su propia debilidad los convier-
112
te en ridículos.
112
Ibíd., pág. 62.
Recordemos, a este propósito, que para Aristóteles lo risible, elemento esencial
de la comedia, «es un defecto y una fealdad que no causa dolor ni ruina» (ARIS-
TÓTELES, Poética, 1449a, 31-35) al personaje que los manifiesta o al personaje
que los sufre, «al contrario que el BV2@H» o «lance patético» de la tragedia, que
es «una acción destructora o dolorosa» (ARISTÓTELES, Poética, pág. 261, n. 88).
113
J. SANCHÍS LLOPIS, «Consideraciones…», págs. 63-64.
«Cuando […] nosotros nos reímos de las cosas ridículas de nuestros
amigos [afirma Platón en su Filebo], el razonamiento nos manifiesta que,
mezclando el placer a la envidia, mezclamos con ello mismo el dolor y el
placer; pues hace ya un buen rato hemos llegado al acuerdo de que la
envidia es un dolor del alma y que el reír es un placer, y ambos a dos
coexisten en tales ocasiones» (PLATÓN, Filebo…, 49e, p. 1250).
Vid. también PLATÓN, La República, 605d-606c; íd., Leyes, 935d-936a.
94 Literatura y humor
114
logo de las cosas placenteras, si bien, para Aristóteles, la come-
dia, especialmente la antigua o primitiva, cultivada por Aristófa-
nes y basada en la comicidad inmoderada, moralmente inacepta-
ble por hacer uso de la expresión soez, de la vulgaridad y de la
115
invectiva, no era el espectáculo más recomendable, llegando a
prohibir en la Política que los jóvenes fueran espectadores de
116
comedias antes de haber alcanzado cierta edad. Como indica
Sanchís Llopis:
114
ARISTÓTELES, Ética…, 1128a, págs. 148-149; íd., Retórica, 1371b, 34-35 –
1372a, 1-3.
Lo deja bien claro cuando en la Retórica escribe:
«Igualmente también, puesto que el juego es de las cosas placenteras, co-
mo toda distracción, y placentera es la risa también, está por fuerza entre
las placenteras lo risible, lo mismo hombres que dichos y acciones. Acer-
ca de lo ridículo se trata aparte en los libros Sobre la poética» (1371b,
34-35 – 1372a, 1-3).
115
ARISTÓTELES, Ética…, 1128a, págs. 148-149.
Es lo que se desprende de las siguientes afirmaciones en la Ética a Nicómaco:
«[…] la broma de un hombre generoso difiere de la de uno servil, y la del
educado difiere de la de uno sin educación. Podría ello verse en las come-
dias antiguas y en las nuevas: en aquellas la risa consistía en el lenguaje
obsceno, mientras que en estas es la insinuación; y no es baladí la dife-
rencia entre ellas con vistas al decoro» (1128a, págs. 148-149).
116
ARISTÓTELES, Política, 1336b, 20 y sigs.
«La ley [declara taxativamente en este tratado] debe prohibir a los jóve-
nes asistir a la representación de piezas satíricas y de las comedias, hasta
la edad en que puedan tomar asiento en las comidas comunes y beber vi-
no puro. Entonces la educación los resguardará de los peligros de estas
reuniones» (1336b, 20 y sigs.).
La risa en el contexto de la Teoría Literaria occidental 95
medias cumpliría la función psicosocial de relajamiento co-
lectivo de las tensiones, gracias al ambiente festivo y desin-
hibido de las representaciones, la estrecha complicidad entre
poeta, actores y público, y la ausencia de prejuicios que la
117
repriman.
117
J. SÁNCHEZ LLOPIS, «Consideraciones…», pág.65.
118
In Librum…
119
Poética…
120
A. GARCÍA BERRIO, Formación…, pág. 377 y sigs.
121
G. B. PIGNA, Poética…, pág. 74, apud A. GARCÍA BERRIO, Formación…,
pág. 379.
96 Literatura y humor
122 123
entre otros, Gert Ueding e Isabel Paraíso Almansa. Sin em-
bargo, desde un punto de vista general, existe una diferencia fun-
damental entre la consideración de la risa en el ámbito de la Re-
tórica y el tratamiento de la misma en el contexto de la Poética, si
bien se trata de una diferencia que no obliga a distinguir dos
teorías, una poética y otra retórica, ya que los fundamentos de
ambas posiciones «son los mismos, de naturaleza plenamente
retórica, y los autores que los producen también (Aristóteles,
124
Cicerón, …)». Luis Beltrán Almería ha puesto de manifiesto esa
diferencia en La imaginación literaria. La seriedad y la risa en la
literatura occidental:
126
ARISTÓTELES, Retórica, 1419b, 1-9.
127
CICERÓN, De oratore, II, 58, 236.
128
G. UEDING, Retórica, pág. 104; I. PARAÍSO ALMANSA, «De risu…», pág.
281 y sigs.; íd., «Los procedimientos…», pág. 74 y sigs.
129
I. PARAÍSO ALMANSA, «De risu…», pág. 275.
130
Ibíd., pág. 277.
98 Literatura y humor
131
ARISTÓTELES, Acerca del alma, III, 10, 673a.
132
F. CHICO RICO, «La Escuela…».
133
E. OLSON y B. W. WARDROPPER, Teoría…
134
Ibíd., pág. 23.
135
Ibíd., pág. 23.
136
Ibíd., pág. 29.
La risa en el contexto de la Teoría Literaria occidental 99
«Y aquí [añade Olson] podemos distinguir tres aspectos que están impli-
cados en ello: (1) la secuencia aparente o prevista de las circunstancias
(agente, acto, etc.); (2) los factores de la seriedad aparente (el bien o el
mal de una cierta magnitud, etc., tal como lo hemos descrito), y (3) una
circunstancia real que pone de manifiesto lo absurdo de atribuir (2) a (1).
Esta «circunstancia real» es como el factor que descubre que algo no es
verdad reemplazando inmediatamente la creencia por el descreimiento.
La diferencia aquí es que no solamente está implicada una verdad, sino
también un sentimiento basado sobre una supuesta verdad, reemplazado
por la opinión contraria que nos ha dado el descubrimiento» (E. OLSON
y B. W. WARDROPPER, Teoría…, págs. 29-30).
137
Ibíd., pág. 30.
138
Ibíd., pág. 58.
139
Ibíd., pág. 58.
100 Literatura y humor
sea trágica y que toda acción sin valor sea cómica; tampoco quie-
140
re decir que lo serio no tenga ningún lugar en la comedia. Para
que una acción seria sea una acción trágica, aquella ha de ser
construida con el poder (o dynamis) de producir temor o piedad
(o ambas) y de liberarnos de estas emociones; y para que una
acción sin valor sea una acción cómica, aquella ha de ser cons-
truida con el poder (o dynamis) de producir la emoción que nos
lleva a la risa a través de la relajación o la catástasis de nuestra
141
tensión.
4.4. Epílogo
En conclusión, si la literatura, como ya la concibiera Aristóte-
les, desempeña una inabdicable función cognitiva para el ser
humano porque, en virtud de la mímesis, o imitación de la natu-
raleza, nos permite acceder a mundos posibles (a espacios de
conocimiento sobre el hombre) diferentes del que inmediatamen-
te habitamos, aquella también nos proporciona, en numerosísi-
mas ocasiones, un imprescindible beneficio hedonista, al ser ca-
paz de conseguir que nos desprendamos del lastre de nuestras
140
Ibíd., pág. 60.
141
Ibíd., pág. 56.
El hecho de que Elder Olson escape a la tentación de considerar la risa como
el fin último de la comedia, reemplazándola por la catástasis de la preocupación
a través del absurdo, que es la emoción que puede llevarnos a la risa, nos incita a
considerar esta teoría neoaristotélica de la comedia como un marco en el que
poder situar, sin grandes esfuerzos de adecuación, tanto lo festivo como lo anár-
quico y subversivo del carnaval, y, por extensión, los cuatro tipos de risa trata-
dos con anterioridad a la luz de las interesantes contribuciones de Beltrán Alme-
ría en La imaginación literaria. La seriedad y la risa en la literatura occidental:
«la risa ritual del folclore, la risa clásica, la risa popular y la risa moderna» (L.
BELTRÁN ALMERÍA, La imaginación…, pág. 248).
La risa en el contexto de la Teoría Literaria occidental 101
142
Tesis esta coincidente con la afirmación de que «Lo característico del tipo
de conocimiento deparado por la Literatura es su condición de experiencia agra-
dable y atractiva» (A. GARCÍA BERRIO y T. HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, Crítica…,
pág. 18).
143
ARISTÓTELES, Poética, 1452b, 30-35.
144
Olson, a lo largo de su argumentación, no olvida, concretamente, que:
«a menudo la comedia produce su relajación característica tratando lige-
ramente cosas que normalmente tomamos en serio. […] hay chistes de
agresión o de ataque. También hay chistes de defensa. Al escribir este li-
bro, por ejemplo, he echado un vistazo a algunas antologías de chistes
judíos y encontré, con gran sorpresa por mi parte, que muchos de los que
trataban de las persecuciones de los judíos que llevaron a cabo los nazis y
los rusos son contemporáneos a los hechos que narran. Me quedé con-
fundido hasta que vi que ello era perfectamente consistente con mis hipó-
tesis: los judíos tenían que reír o llorar, y ya habían llorado lo suficiente;
únicamente podían dominar su pesadilla riéndose de ella. De manera pa-
recida, los chistes sobre la guerra y sobre los soldados parecen surgir en
tiempos de guerra. Y parece ser que el mismo principio se aplica al hecho
de que los chistes sobre la religión, la raza o la nacionalidad son muchos
más que los chistes de puro entretenimiento. Ello parece indicar nuestra
necesidad de tomar a la ligera cosas que, de otra manera, tomamos muy
en serio» (E. OLSON y B. W. WARDROPPER, Teoría…, págs. 58-59).
V
El relato tradicional
en la especulación literaria del siglo XVIII
La elocuencia popular de Antonio de Capmany
ULPIANO LADA FERRERAS
Universidad de Alicante
5.1. Introducción
La reflexión teórica acerca del folclore como forma específica
de creación literaria se origina, de una manera sistemática, en los
últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. A lo largo
103
104 Literatura y humor
del siglo XIX se habían llevado a cabo por toda Europa las pri-
meras recolecciones de literatura oral, y como consecuencia sur-
gen también las primeras discusiones teóricas centradas funda-
mentalmente en el origen de las narraciones tradicionales. Estas
discusiones, que se prolongan hasta entrado el siglo XX, se pue-
den sintetizar en dos posturas antitéticas: teorías monogenistas
que defendían la procedencia de estos relatos de un origen común
indoeuropeo, frente a teorías poligenistas que se inclinaban por
un origen geográfico múltiple. Pero más allá de los estrictos pro-
blemas relativos a los orígenes, la fundamentación del pensa-
miento folclórico-literario se encuentra en las teorías de Max
Müller, Kaarle Krohn, Axel Olrik, Ramón Menéndez Pidal, Wla-
dimir Jakolevic Propp, Roman Jakobson, Petr Bogatyrev o Wal-
145
ter Benjamin, entre otros.
Este tipo de estudios, al margen de puntuales modas pasaje-
ras, no ha gozado en el pasado ni goza en la actualidad de una
atención especial, a pesar del evidente interés que la literatura
oral pudiera despertar entre teóricos literarios, historiadores de la
literatura o antropólogos. Una de las razones que podrían aducir-
se para intentar explicar esta paradoja es el espacio conflictivo en
el que se desenvuelven los estudios sobre la oralidad literaria: los
límites de lo literario y los límites de lo antropológico, y en con-
secuencia suelen considerarse estos estudios como literarios o
antropológicos por antropólogos y filólogos respectivamente.
Conviene, pues, en este punto establecer y precisar, con la
mayor claridad posible, los límites de nuestro objeto de estudio,
que podemos denominar convencionalmente como relato breve
145
M. MÜLLER, «The Study…»; K. KROHN, «The Method…»; A. OLRIK,
«Epic Laws…»; R. MENÉNDEZ PIDAL, «Poesía…»; R. JAKOBSON y P. BOGATY-
REV, «El folklore…»; W. BENJAMIN, «El narrador»; W. J. PROPP, «La narrazio-
ne…».
Para desarrollar este tema y ampliar la bibliografía pueden consultarse las si-
guientes obras: R. M. DORSON, «Teorías…»; A. DUNDES (ed.), Internacional…;
U. LADA FERRERAS, La narrativa…, págs. 94-104.
El relato tradicional en la especulación literaria del siglo XVIII 105
146
U. LADA FERRERAS, La narrativa…, págs. 78-84 y 145-150; íd., «El proce-
so…».
147
A. de CAPMANY, Teatro…, vol. I. Los dos primeros volúmenes se publica-
ron en el año 1786, el tercero en 1787, el cuarto en 1788 y el quinto y último en
1794.
106 Literatura y humor
148
En cambio, sí recoge Feijoo relatos folclóricos humorísticos en el Teatro crí-
tico universal, como podemos comprobar en Chistes de N. En este discurso
reproduce varias narraciones procedentes unas de fuentes escritas, pero otras de
fuentes orales directas, como en los casos, entre otros, de las versiones asturianas
de dos relatos, lo que constituye una de las más tempranas muestras de relatos
tradicionales en Asturias (B. J. FEIJOO, Chistes…, págs. 65-92).
De nuevo Feijoo vuelve sobre el tema del humor y las narraciones folclóricas
en el discurso Por qué emplea el humor y el chiste en sus escritos, de las Cartas
eruditas y curiosas (1742-1760), en defensa del empleo del humor en Chistes de
N., aunque sin incluir en esta ocasión nuevos relatos (B. J. FEIJOO, Por qué
emplea…, págs. 147-151).
149
«Le mot teatro n’ait pas exactement le même sens dans les deux cas. Pour
le bénédictin, il s’agit d’exposer publiquement un certain nombre de su-
jets et de les examiner avec un esprit critique, alors que Capmany entend
présenter un vaste panorama de la prose castillane, dans une perspective
à la fois diachronique et critique» (F. ÉTIENVRE, Rhétorique…, pág.
184).
150
P. SAINZ RODRÍGUEZ, Historia…, pág. 137.
El relato tradicional en la especulación literaria del siglo XVIII 107
151
nar». El propio Sainz Rodríguez se refiere a esta faceta de los
estudios de Capmany y señala que: «nos encontramos con que en
esta obra, en pleno siglo XVIII, aparece la idea moderna de lo
152
que hoy llamamos folklore». De la misma forma, Françoise
Étienvre en el estudio dedicado a la obra lingüística de Capmany
153
afirma que: «l’auter du Teatro se transforme en folkloriste».
Mientras que Edward Baker, a propósito del concepto de «cultu-
ra nacional», tema también ampliamente tratado por nuestro
autor, destaca la extraordinaria importancia de las ideas recogi-
das en el «Discurso preliminar»:
151
Siempre que nos referimos al «Discurso preliminar», lo hacemos a esta sec-
ción (págs. XC-CXI). En todas las citas actualizamos puntuación y grafía.
152
Ibíd., pág. 143.
153
F. ÉTIENVRE, Rhétorique…, pág. 198.
154
E. BAKER, «Beyond…», pág. 319.
108 Literatura y humor
155
M. CHEVALIER, «La trayectoria…», págs. 203-204.
156
U. LADA FERRERAS, «La dimensión…», págs. 61-70.
157
Muratori no aparece expresamente mencionado ni siquiera en la sección
titulada «De la oratoria en Italia», del «Discurso preliminar», págs. LV-LXII.
El relato tradicional en la especulación literaria del siglo XVIII 109
158
español. Aunque el contenido de las obras es diferente, sí tienen
en común la idea, como veremos seguidamente, del origen de la
retórica en la elocuencia natural, expresado por Muratori, a tra-
vés de Tercilla, de la siguiente manera: «no es otra cosa, si bien
reflexionamos, la elocuencia artificial, que una imitación de la
159
natural».
A lo largo de su estudio, Capmany nos proporciona los rasgos
caracterizadores de la elocuencia popular. En primer lugar, preci-
sa que se trata de un tipo de comunicación que emplea un canal
oral: «Faltaba una obra no menos esencial […] la colección de
160
nuestra elocuencia popular, de la elocuencia no escrita». Insisto
en que el concepto totalizador de elocuencia popular, para Cap-
many, puede materializarse en una colección de ejemplos particu-
lares que, a la postre, formaría parte de aquella; de la misma
forma que una colección de relatos orales podría titularse narra-
tiva oral, sin pretender por ello agotar la materia objeto de estu-
dio.
La idea de elocuencia popular está ligada necesariamente a la
idea de un estado natural del hombre, los españoles en este caso
concreto: «Digámoslo mejor, de la elocuencia de los españoles en
161
estado natural»; recordemos que la sección medular, para el
tema que nos ocupa, del «Discurso preliminar», lleva por título
«Del natural ingenio de los españoles».
Este punto de partida da lugar a una confrontación entre la
Naturaleza y el Arte, que se desarrollará a lo largo de toda su
argumentación, en la que el Arte se presenta como una degrada-
ción de la Naturaleza originaria. El ingenio y la imaginación,
corrompidos con el paso del tiempo por el Arte, son para el críti-
co catalán vestigios de una época arcádica, que todavía sobrevive
en la sociedad rural donde habría tenido su origen. Pero curio-
158
A. MESTRE, «Muratori…»; I. ROMA RIBES, «Influencia…».
159
L. A. MURATORI, Ventajas…, pág. XI.
160
A. de CAPMANY, «Discurso…», pág. XCIV.
161
Ibíd., pág. XCIV.
110 Literatura y humor
162
Ibíd., págs. XCIX-C.
163
Ibíd., págs. XCV-XCVI.
164
Ibíd., pág. XCIX.
165
Ibíd., págs. CV-CVI.
El relato tradicional en la especulación literaria del siglo XVIII 111
El arte nació de la naturaleza; de que primero hubo hombres
toscos y sencillos que arrojaron de sus agrestes bocas bellas
expresiones, las cuales después otros hombres urbanos y pu-
lidos definieron y clasificaron […] por manera que no hicie-
ron otra cosa que poner nombres y reglas a las cosas que
otros habían inventado. De los diversos modos de explicarse
que usaron en la vida rústica los primeros hombres, nacieron
después los preceptos, que fueron reducidos a orden sistemá-
tico para el oficio de los oradores. El talento de hablar bien,
entonces se volvió un arte particular; y la necesidad de hablar
con arte, es decir, de hablar al pueblo largos razonamientos,
166
creó un oficio público en las Democracias.
166
Ibíd., págs. CX-CXI.
167
J. CHECA BELTRÁN, «Una retórica…», pág. 70.
112 Literatura y humor
preceptos fríos, antes por ellos se formaron las reglas, porque
en todas cosas la Naturaleza fue siempre madre y modelo del
168
Arte.
171
M. MENÉNDEZ PELAYO, Orígenes…, pág. 65.
172
J. de MAL LARA, Philosophia…, págs. 31 y 44.
114 Literatura y humor
173
Ibíd., págs. 35-26.
El relato tradicional en la especulación literaria del siglo XVIII 115
174
J. G. HERDER, Extracto…, págs. 239 y 246.
175
Ibíd., pág. 246.
116 Literatura y humor
sen satisfechos ni desengañados, y era la colección de nuestra
elocuencia popular […] podría formar un grueso volumen de
dichos y expresiones sublimes […] Si cuando yo hallaba mis
delicias y mi propia confusión en oírlos, hubiese tenido la cu-
riosidad de anotarlos, poseería ahora una rica colección más
apreciable que los apotegmas de los vanos sofistas […] La
pérdida de esta colección no la puedo reparar buscándola en
las bibliotecas, en las academias, en las universidades, ni en
las aulas de retórica, sino en los cortijos, en las ventas, en las
cabrerizas, en los mesones, entre los segadores, en los cuarte-
les, en las playas […] En tales escuelas es necesario recoger-
176
los.
176
A. de CAPMANY, «Discurso…», págs. XCI, XCIV, XCVI y XCVII.
177
Ibíd., págs. XCVIII y XCIX.
El relato tradicional en la especulación literaria del siglo XVIII 117
Dime a preguntar a muchos viejos y viejas, y hombres avisa-
dos, qué origen sabían de cada refrán. Respondían algunos
brevemente; unos con el «no sé», que desata todas las pre-
guntas, y otros también vendían un cuento que, o lo habían
fingido, o lo habían oído de otros, no con más verdad que los
178
que se fingen aquí.
184
A. AARNE y S. THOMPSON, Los tipos…
185
A. de CAPMANY, «Discurso…», pág. XCVII.
120 Literatura y humor
190
Ibíd., pág. CVIII.
191
U. LADA FERRERAS, «Tipología…», págs. 277-279.
192
A. de CAPMANY, «Discurso…», págs. XCI, XCVI, XCVIII y CII.
122 Literatura y humor
yo aseguro a los que creen que la gracia se aprende por reglas
y con ejemplos, que este mal afeitado patán no había estu-
193
diado la Agudeza y arte de ingenio de Gracián.
193
Ibíd., pág. CIII.
Emisor [Autor] → Texto Oral (Texto Literario + Texto Espectacular) →
194
129
130 Literatura y humor
BENJAMIN, Walter, «El narrador», en Para una crítica de la violencia y
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Tomo CLXII (los números concretos me los invento)¿¿
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Aarne, A., 119, 129 Berbel Rodríguez, J. J., 130
Afanásiev, A. N., 137 Bergson, H., 135
Albaladejo Mayordomo, T., Bernal Rodríguez, M., 134
137 Blatt, R., 130
Almela, J., 133 Bobes Naves, M. del C., 6, 7,
Apuleyo, 89 10, 13, 36, 130, 133, 134
Araújo, M., 129, 135 Bogatyrev, P., 104, 133
Arias-Cachero Cabal, Á., 5, 6, Brink, C. O., 88, 130
12, 133 Bujaldón, A. R., 131
Ariosto, L., 58, 67 Calonge Ruiz, J., 135
Aristófanes, 51, 94, 98, 134 Calvo Martínez, J. L., 129
Aristóteles, 16, 17, 19, 52, 61, Calvo Martínez, T., 129
83, 84, 85, 87, 92, 93, 94, Capmany y Montpalau, A. de,
96, 97, 98, 99, 100, 101, 8, 12, 103, 105, 106, 107,
129, 133, 134, 136 108, 109, 110, 111, 112,
Auerbach, E., 91 113, 114, 115, 116, 117,
Bajtin, M., 55, 89, 91, 129 118, 119, 120, 121, 122,
Baker, E., 107, 129 129, 130, 131, 136
Balbín, R. de, 134 Carvallo, L. A. de, 143
Bauman, Z., 46, 47, 129 Castiglione, B., 20, 130
Becker, E., 46, 129 Cervantes Saavedra, M. de, 26,
Beckett, S., 50 30, 51, 53, 55, 89
Beltrán Almería, L., 84, 88, 89, Checa Beltrán, J., 111, 130
90, 96, 100, 129 Chevalier, M., 108, 130
Benjamin, W., 104, 130
139
140 Literatura y humor
Chico Rico, F., 6, 8, 11, 83, 98, García Berrio, A., 87, 88, 95,
131, 137 101, 132
Cicerón, M. T., 17, 19, 59, 60, García López, J., 136
61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, García Tejera, M. del C., 11,
68, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 131, 132, 134, 135, 137
77, 78, 80, 87, 89, 96, 97, García Yebra, V., 84, 129
131, 135 García, M., 137
Clarín, L. Alas, 40 Garrido Gallardo, M. Á., 133
Coca Ramírez, F., 131, 134, Garrote, J., 137
135, 137 Genette, G., 45, 132
Conroy, C., 129 Goethe, J. W. von, 89
Cortázar, J., 7, 10, 30, 35, 36, González Maestro, J., 133
130, 131 González, A., 132
Courbaud, E., 131 Gorgias, 96
Coussin, J., 136 Gracián, B., 122, 123
Crestani, F., 136 Herder, J. G., 112, 114, 115,
Cuba, X. R., 120, 131 117, 132
Domínguez Caparrós, J., 132 Hermida Lazcano, P., 129
Dorson, R. M., 104, 131 Hernández Fernández, T., 87,
Dundes, A., 104, 131, 133, 135 88, 101, 132
Epicarmo, 85 Hernández Guerrero, J. A., 6,
Epicuro, 126 7, 10, 43, 131, 132, 134,
Erasmo de Rotterdam, 112, 135, 137
131 Hipócrates, 26
Espín, M., 135 Homero, 49, 50, 83, 85
Étienvre, F., 106, 107, 108, Horacio, 85, 86, 87, 95, 132,
118, 131 134
Feijoo, B. J., 106, 131 Iglesias, C., 55, 56, 133
Fernández Flórez, W., 28 Ionesco, E., 98
Fernández Galiano, M., 136 Isócrates, 89
Fernández Sevilla, L., 78, 132 Jakobson, R., 104, 133
Filodemo, 87, 88, 132 Janko, R., 16, 132, 133
Forcat, J., 129 Kant, I., 52
Forner y Segarra, J. P., 134 Kowzan, T., 120, 133
Frechilla Díaz, E., 133 Krohn, J., 133
Freud, S., 27, 52, 60, 132, 135 Krohn, K., 104, 133
Gadamer, H. G., 29, 132
Índice onomástico 141
Lada Ferreras, U., 5, 6, 8, 12, Müller, M., 104, 135
103, 104, 105, 108, 112, Muratori, L. A., 108, 109, 134,
121, 122, 133 135, 136
Lausberg, H., 87, 133 Núñez, H., 112
Lisi, F., 135 Oliva, S., 135
Llanos López, R., 84, 133 Olrik, A., 104, 135
Lledó Íñigo, E., 135 Olson, E., 8, 98, 99, 100, 101,
Lombardi, B., 134 135
López de Haro, A., 57, 134 Ossian, 114, 132
Lopez, F., 118, 134 Pabón, J. M., 136
López-Ballesteros y de Torres, Paraíso Almansa, I., 6, 8, 11,
L., 132 57, 96, 97, 135
Luciano, 89 Peñalosa, A., 129
Luisini, F., 95, 134 Pérez Riesco, J., 133
Maggi, V., 17, 134 Petronio, 49, 50
Magrassi, G. E., 131 Pigna, G. B., 95, 135
Mal Lara, J. de, 112, 113, 114, Platón, 19, 92, 93, 135, 136
116, 117, 120, 134 Plauto, 15, 26, 51, 98, 134
Marías, J., 129 Pontano, G. G., 20, 136
Mauron, C., 15, 38, 51, 134 Propp, W. J., 104, 136
Menéndez Pelayo, M., 113, Pseudo-Longino, 87, 88, 136
134 Pueo, J. C., 16, 136
Menéndez Pidal, R., 104, 134 Quevedo y Villegas, F. de, 27,
Mestre, A., 108, 109, 134 30, 37, 51
Mihura, M., 28 Quintiliano, 17, 49, 68, 80, 81,
Millares Carlo, A., 131 87, 97, 127, 135, 136
Minturno, S., 10, 18, 19, 20, Rabelais, F., 51, 89, 92, 129
134 Rackham, H., 131
Miranda, X., 26, 120, 131 Reigosa, A., 120, 131
Molière, J.-B. Poquelin, 26, 98, Ribas, P., 132
134 Riber, L., 131
Montaigne, M. de, 112, 134 Río Sanz, E. del, 137
Montañés Gómez, R. J., 86, Robortello, F., 18, 136
134 Rocca, M. M., 131
Montovani, A., 136 Rodríguez Adrados, F., 120,
Morales Sánchez, I., 131, 134, 136
135, 137 Rojas, F. de, 58
142 Literatura y humor
Roma Ribes, I., 108, 109, 136 Thackeray, W. M., 28
Rulfo, J., 10, 30, 31, 35, 136 Thompson, S., 119, 129
Sainz de Robles, F. C., 57, 136, Tovar, A., 129, 131
137 Trissino, G. G., 17
Sainz Rodríguez, P., 106, 107, Ueding, G., 87, 96, 97, 137
136 Uspenski, B. A., 120, 137
Samaranch, F. de P., 135 Valdés, C., 129
Sánchez Blanco, F., 131 Vargas Llosa, M., 10, 13, 14,
Sánchez Reyes, E., 134 30, 37, 137
Sanchís Llopis, J., 92, 93, 94, Vega Carpio, F. L. de, 57, 59,
137 68, 69, 71, 72, 80, 136, 137
Shakespeare, W., 50, 51, 98 Vega, G. de la, 103
Shaw, G. B., 98 Villaverde, F., 134
Steager, J. P., 135 Villena Uerkvitz, A., 137
Sterne, L., 89 Villey, P., 134
Subirats, E., 130 Wardropper, B. W., 98, 99,
Sutton, E. W., 131 101, 135
Tejedor, L., 78, 132 Wilkins, A. S., 131
Tercilla, V. M. de, 108, 135 Williams, G., 88, 137
Terencio, 26, 32, 134 Wöhrle, G., 87, 137
Imprimiose
en Oviedo el día
del cuadringentésimo
trigésimo nono aniversario
del natalicio del insigne
autor del Cisne
de Apolo