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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA


VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
ESCUELA DE PSICOLOGIA
SAN JOAQUÍN DE TURMERO - ESTADO ARAGUA

ENSAYO:
“LA ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD EN CONTEXTOS EDUCATIVOS”

Prof. Bachiller.
Licda. Tellez Sonia Blanco Genesis
C.I 21.107.037

Caracas, octubre de 2021


Introducción

La terapia familiar es un enfoque psicoterapéutico cuyo objetivo es modificar las


dinámicas relacionales interfamiliares para mejorarlas y aportar bienestar, incluso a una
sola persona. Es una terapia que ve a la familia como un sistema verdadero y propio,
teniendo en cuenta todas las partes que lo componen y cómo se relacionan entre sí.
Además, durante la terapia, el psicoterapeuta no investiga las causas en las
dificultades actuales, sino que propone diferentes patrones de comportamiento para
modificar las dinámicas racionales existentes.

La terapia familiar tiene como objetivo transformar la participación emocional y todos


aquellos factores emocionales que impiden el correcto funcionamiento del núcleo
familiar en un recurso precioso para superar estas dificultades. La comunicación y la
contribución de cada miembro son fundamentales: los miembros pueden tener
enfrentamientos y llegar a crear situaciones de angustia que, sin la ayuda de un
terapeuta, no se pueden resolver.

La familia es la base del crecimiento y aprendizaje de todo ser humano.  Los padres
desean transmitir a sus hijos aquello que pueda resultarles útil para triunfar en la vida y
desenvolverse saludablemente haciendo frente a todo tipo de adversidades de un
modo exitoso.  Son muchos los factores que interfieren en conseguirlo y amenazan el
equilibrio emocional del sistema familiar.  En ocasiones incluso, no es fácil encontrar
los recursos necesarios para solventar aquellos problemas que hacen tambalear el
bienestar del mismo.
Desarrollo

1. ¿Qué son las terapias familiares?

La terapia familiar es un tipo de terapia psicológica (psicoterapia) que puede ayudar


a los miembros de la familia a mejorar la comunicación y resolver conflictos.

Por lo general, es proporcionada por un psicólogo, un asistente social clínico o un


terapeuta acreditado.

La terapia familiar ayuda a superar momentos críticos, solucionar tensiones, buscar


soluciones y herramientas ante problemas emocionales o de conducta (por ejemplo, de
un hijo) de distintos grados de gravedad (siguiendo con el ejemplo, desde falta de
obediencia hasta consumo de tóxicos).  Además, muchas familias acuden a terapia
para mejorar la comunicación entre ellos o prepararse para cambios estructurales
propios del ciclo vital, como la llegada de un nuevo miembro, la entrada en la
adolescencia, el “síndrome del nido vacío”, rupturas amorosas, problemáticas causadas
por factores externos tales como enfermedades o problemas laborales, o cualquier
cambio que pueda llegar a afectar a la estructura familia

La terapia familiar suele ser a corto plazo. Puede involucrar a todos los miembros de la
familia o solamente a los que son capaces o tienen la voluntad de participar. Tu plan de
tratamiento específico dependerá de tu situación familiar. Las sesiones de terapia
familiar pueden enseñarte habilidades para profundizar las conexiones familiares y
atravesar momentos estresantes, incluso cuando hayas terminado de ir a sesiones de
terapia

En otras palabras, la terapia familiar puede ser útil en cualquier contexto familiar que
provoque estrés, dolor, ira o conflicto. Puede ayudarte a ti y a los miembros de tu
familia a comprenderse mejor y a aprender a hacer frente a desafíos o situaciones para
acercarse unos a otros.
Es importante resaltar, que la terapia familiar no resuelve los conflictos familiares
automáticamente ni hace que una situación desagradable desaparezca. Sin embargo,
puede ayudarte a ti y a los miembros de tu familia a entenderse mejor unos a otros, y
puede brindarte conocimientos para afrontar situaciones complicadas de una manera
más efectiva. También puede ayudar a la familia a adquirir un sentido de unión y
armonía.

2. ¿El niño debe ser incluido o excluido, en la terapia familiar?

Hablar de la inclusión de los niños y niñas en la terapia familiar aparentemente es


un contrasentido, ya que los niños y niñas forman parte del sistema familiar, lo que
supone que de facto deberían estar incluidos. Sin embargo, existe evidencia de que
la presencia de un miembro en una sesión de psicoterapia no garantiza su
participación, y por ende tampoco su inclusión. En este texto reflexionamos sobre la
cultura adultocéntrica en la cual se desarrolla la práctica de la psicoterapia; la noción de
inclusión de los niños y las niñas en la psicoterapia familiar; las implicaciones derivadas
de ello en la formación de las y los psicoterapeutas para hacer frente a esos desafíos;
los momentos en que es pertinente incluir a los niños y niñas en las sesiones, así como
el reto que implica hacerlo.

La exclusión de niñas, niños y adolescentes como un patrón cultural basado en la


diferencia generacional se ha denominado adultocentrismo, término que se refiere a
pensar en ellos desde una posición de inferioridad, lo que se convierte en un elemento
clave que obstaculiza la participación infantil en los diferentes escenarios en que se
halla en tanto puede impedir que se tome en consideración la opinión de los niños en
asuntos que los involucran dentro de los grupos y comunidades de los cuales hacen
parte. Por lo que se excluye a las niñas, niños y adolescentes ya que los adultos
piensan que “no están listos, no saben o no tienen la suficiente experiencia”

Es importante resaltar la idea de que la exclusión de las niñas y niños sucede como un
fenómeno en la cultura y, por tanto, atraviesa todas sus prácticas, por lo que no es un
hecho que se circunscriba al ámbito educativo o incluso, al de la terapia familiar. El
adultocentrismo también se encuentra presente en las teorías psicológicas
contemporáneas, como se menciona a continuación: Es significativo que, en buena
parte, las teorías más influyentes de la psicología evolutiva hayan abrazado también la
concepción según la cual el desarrollo cesa al alcanzarse la adultez. La preponderancia
de estas teorías en la construcción de un modelo de niñez incompetente ha
proporcionado una justificación ‘científica’ para la exportación de un marco universal de
protección del niño que se opone a su participación en el mundo adulto

La literatura en terapia familiar sistémica ha resaltado la importancia de incluir a todos


los miembros de la familia, no obstante, existe evidencia de que la inclusión de los
niños y niñas en este campo, o bien, no existe o es marginal, lo cual puede entenderse
como producto de la cultura adultocentrista que impregna también este abordaje. Ya
que las y los terapeutas han sido socializados en una cultura adultocéntrica, es de
esperar que, si no cuentan con una formación que los desafíe para adoptar nuevos
valores y prácticas, sigan reproduciendo en su práctica clínica situaciones de exclusión
y marginación de las niñas y niños.

3. ¿Cuáles terapias, son la más indicada para atender al niño?

Los más pequeños se comunican de una manera muy diferente a como lo hacen los
mayores y, mientras los adultos responden bien a las terapias cognitivo conductuales,
las terapias para niños deben ser, además, amenas, de corta duración y se debe hacer
uso de los juegos para descubrir qué es lo que le pasa al niño por la cabeza.

Esta forma de terapia se basa en un conjunto de técnicas y métodos usados para


poder ayudar a niños y niñas que tienen problemas con sus emociones o conductas, y
uno de los muchos elementos que la diferencian de la terapia para adultos es que
utiliza el juego como elemento clave en la terapia. Además, implica a la familia (y en
ocasiones la escuela y/o otras instituciones y profesionales) en el proceso terapéutico,
por lo que la relación terapéutica y la alianza es múltiple.

La terapia infantil es muy experiencial y vivencial. Los terapeutas infantiles ponen en


práctica actividades y juegos para relacionarse y comunicarse con los niños. No
obstante, el lenguaje y la comunicación verbal en este tipo de terapia es también
importante, como en la terapia de adultos, pero es necesario adaptarlo a la etapa
evolutiva en la que se sitúa cada niño, tanto a nivel de comprensión y expresión del
lenguaje como de las características de su cognición y pensamiento. Por ello, un
terapeuta infantil debe tener conocimientos profundos sobre el desarrollo evolutivo, las
características de cada área (social, cognitiva, emocional, etc.) en cada momento de la
vida de los niños.

Gracias a la terapia basada en el juego, el niño encuentra una manera de expresión


que facilita la comunicación de sus problemas, preocupaciones, emociones y
pensamientos sin necesidad de tener que verbalizar de forma directa el problema como
haría un adulto (en ocasiones el niño no es consciente ni del "problema") y sin sentirse
amenazado o interrogado.

Por otro lado, está la terapia conductual que es un tratamiento eficaz para tratar el
trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que puede mejorar el
comportamiento, el autocontrol y la autoestima del niño. La terapia conductual es más
eficaz en los niños pequeños cuando los padres la proporcionan. Los expertos
recomiendan que los médicos remitan a los padres de niños menores de 6 años a
capacitación en terapia conductual antes de recetarles medicamentos contra el TDAH a
los niños. Cuando los padres se capacitan en terapia conductual aprenden destrezas y
estrategias para ayudar a su hijo con TDAH a tener éxito en la escuela, la casa y en
sus relaciones.

 Basados en instrumentos proyectivos: Uno de los más conocidos es el


test del árbol. Actualmente, solo tienen validez para los más pequeños ya
que los adultos pueden falsearlos más fácilmente. La interpretación de las
representaciones del dibujo ayuda a que el psicólogo conozca las fortalezas y
debilidades del entorno del niño y también sus miedos e inseguridades. Es un
arma que suele funcionar, especialmente antes de los 10 años
Sea como sea, los trastornos infantiles deben recibir terapia para niños con el
propósito, entre otros, de que la calidad de vida del menor sea óptima durante esta
etapa de su vida en la que, ante todo, tienen que ser lo que son: niños.

Conclusión

A lo largo de este capítulo se ha reflexionado sobre la relevancia de la inclusión


de los niños y las niñas en terapia familiar, ya que a pesar de que se da por sentado su
participación, encontramos elementos culturales como el adultocentrismo y el tipo de
formación que reciben los terapeutas familiares, que demuestran que aún falta mucho
por hacer a su vez, se ha analizado que no podemos asegurar la presencia activa de
los niños por el sólo hecho de tenerlos dentro del consultorio, así como la necesidad de
incluir en los programas de formación las asignaturas que preparen a los terapeutas
para la atención del sistema familiar completo, lo que les permita integrar a los y las
niñas; esto ante la evidente utilidad que la propia epistemología sistémica nos presenta
desde su principio de totalidad. También se abordó la importancia de incluir momentos
de intervención para los distintos subsistemas familiares dependiendo de la
problemática familiar, con el objetivo de dar la atención a todos los miembros de la
familia y permitiéndoles ser parte del proceso de crecimiento de la misma. Por último,
se analiza la aplicabilidad de recursos lúdicos ya que permiten tener un lenguaje en
común entre los diferentes miembros de la familia, dan la posibilidad a los adultos de
comunicarse y ponerse en el lugar de los niños y son un excelente recurso terapéutico.

Cuando una familia con hijos(as) en edad preescolar o escolar decide ir a terapia, en
muchas ocasiones ocurre porque desde la escuela piden la asistencia a terapia por
alguna situación, ya sea de indisciplina, académica, etc. porque los padres identifican
alguna situación con los hijos que ya es insostenible o porque se está dando alguna
problemática que la familia no sabe manejar. Se acostumbra que los padres lleven al
niño a consulta esperando que se resuelva la problemática del niño, pero gracias a la
epistemología sistémica sabemos que las cosas no funcionan de esa forma. Ver al
sistema desde el principio de la totalidad nos permite no caer en las trampas culturales
ya revisadas sobre la minimización de los niños, ni en el etiquetado del paciente
identificado ya que nos permite atender a la familia como conjunto interrelacionado en
donde la conducta de cada miembro es reforzada entre sí. Dentro de las características
de ambos grupos de edad, probablemente las que incidan de mayor manera en la
dificultad de atenderlos de forma conjunta en la terapia, sean: la forma de procesar sus
dificultades, el foco de atención y el nivel de actividad. La mayor parte de adultos al
enfrentar una dificultad utilizamos de forma predominante el lenguaje para organizar
nuestra experiencia e intentar darle solución; es así que solemos armar una historia
sobre lo que está pasando y hablamos para intentar solucionar lo que nos pasa. Por
otro lado, el(la) niño(a) muestra lo que le sucede por medio de su comportamiento y
únicamente cuando es mayor comienza a utilizar las palabras para hablar de sus
conflictos.
Referencia Bibliográfica

Andolfi, M. (1984). Terapia familiar: un enfoque interaccional. Barcelona: Paidós.


Axline.

Bowlby, J. (1986). Vínculos afectivos: formación, desarrollo y pérdida. Madrid: Morata.

Reusche, R. (2011). Terapia familiar. Disponible en:


https://es.slideshare.net/Redrelates/el-reto-de-incluir-a-nios-y-nias-en-las-sesiones-de-
terapia-familiar Recuperado 17 octubre 2021.

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