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Ensaño Segitridad Ciudadana y Policial
Ensaño Segitridad Ciudadana y Policial
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La crítica del universalismo, por otro lado, parece haber inspirado algunas
propuestas del Banco Mundial para los países latinoamericanos, las cuales
sugieren la restricción del Estado en materia de políticas sociales, en el senti-
do de que la universalidad de los servicios destinados a la totalidad de la po-
blación nacional no ha sido eficiente. Para corregir la ineficiencia se propone la
privatización de la política y de los servicios sociales (Sojo, 1990, 186). Sin
embargo, en contra de esta tendencia eficientista, la intervención del Estado
se orientaría al sector de la población más necesitado, dado que debido a sus
carencias no contaría con otra instancia, fuera del Estado, para acudir a fin de
dar satisfacción a sus necesidades. Este enfoque tiende a identificar a los
segmentos de población más cadenciados como destinatarios de las políticas
sociales, y por ello recibe el nombre de focalización. De este modo, la focali-
zación no debe ser entendida como repliegue de la actividad estatal como
crítica al universalismo, sino más bien como orientación de dicho universalis-
mo en función de una justicia distributiva que reconoce las carencias y minus-
valías de determinados sectores sociales como criterio determinante para la
asignación de recursos públicos para la satisfacción de necesidades sociales.
Por otra parte, la metodología para analizar las políticas públicas son las
técnicas diversas que implican el manejo de la información sobre los principios
y la ejecución de la política pública. Hay diversidad de metodologías para eva-
luar el resultado de las políticas, entre ellas la institucional, la racionalista y la
social. Cada una de ellas enfatiza determinadas unidades de análisis, lo cual
significa que la evaluación varía dependiendo del método seleccionado para
tal fin (Cohen y Franco, 2005,111-113; Maingon, 2001, 222-226). A mi modo
de ver, resultaría interesante comparar diversos modelos para determinar la
efectividad del diseño y la implementación de la política en cuestión, vinculán-
dolos con el nivel de fortalecimiento de las oportunidades de la población para
alcanzar el bienestar. En este sentido, hay un aspecto que merece reflexión y
que no se refleja en los documentos revisados para este ensayo; se trata de
quiénes son los destinatarios de las políticas sociales, pues, cuando se habla
de universalidad de la población como receptora de las mismas, se suponen
condiciones que uniforman a las personas en cuanto a las necesidades socia-
les, aunque sobre el tema no ha habido mayor desarrollo en cuanto a intensi-
dad de necesidades y cómo las define la población. Es probable que el con-
cepto de la universalidad de la población esté relacionado con el acceso equi-
tativo de los ciudadanos a las oportunidades para lograr el bienestar a través
de las políticas sociales y el Estado, como actor público que atiende los reque-
rimientos de la población, se debe encargar de la mayoría de los habitantes
dentro de su territorio, de acuerdo con la intensidad de las necesidades y las
oportunidades para satisfacerlas. Las necesidades sociales deben formar par-
te de la agenda pública del Estado y deberían ser parte de un proyecto nacio-
nal. De esta manera, cabría preguntar si la ejecución de las políticas sociales
repercute en la calidad de vida de los habitantes de un país.
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para obtenerlo. Si ello fuera así, las políticas serian más claras y tenderían a
satisfacer necesidades.
El interés por la calidad de vida ha existido desde hace mucho tiempo, pero
el concepto de calidad de vida como preocupación científica es relativamente
reciente, pues surge después de la Segunda Guerra Mundial (Huggins, 2005,
45), como producto del cuestionamiento de las corrientes económicas sobre el
bienestar, que daban peso importante a los indicadores económicos para ex-
plicar las condiciones sociales, la satisfacción de necesidades y el consumo.
Durante la década de los 50 y comienzos de los 60, se incrementó el interés
por conocer el bienestar humano y la preocupación por las consecuencias de
la industrialización y a partir de entonces se comenzó a medir la calidad de
vida con datos cuantitativos (Gómez-Vela y Sabeth, 2005, 1).
La policía puede ser entendida como una instancia de control social formal,
de carácter estatal dotada de poder coactivo inmediato, encargada primor-
dialmente de individualizar, detectar al autor, restringir y/o prevenir conductas
jurídicamente inaceptables (Gabaldón, Birkbeck y Bettiol, 1990, 22). Es proba-
blemente la instancia de control social formal más cercana al ciudadano, forma
parte del sistema de justicia, compartiendo con otras instancias de dicho sis-
tema las actividades tendentes al control delictivo. Aunque existe una presión
continua sobre la policía para responder a las demandas de seguridad, los
datos disponibles revelan que 70% de la población victimizada considera que
la policía y el sistema de justicia no tienen respuestas eficientes y eficaces an-
te el problema de la victimización de los venezolanos (Consultores 21, 2001).
Cabe preguntar si este problema puede ser encuadrado dentro de las dis-
cusiones de las políticas sociales, y si es factible la relación con la calidad de
vida de la población. Si la respuesta es afirmativa en mi opinión no habría du-
das en que el tema de la seguridad ciudadana, seria un indicador para medir la
calidad de vida de los venezolanos. De esta manera debería contribuir con el
diseño e implementación de políticas públicas de seguridad. El incremento
notable de la criminalidad pareciera sugerir que la eficacia, eficiencia y equi-
dad de las políticas en materia de seguridad no funcionan adecuadamente, si
bien el tema de la seguridad es una necesidad ciudadana, de carácter público
y así se plantea en el artículo 55 de la Constitución Nacional (Venezuela,
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Reflexiones finales
Este ensayo ha sostenido que los destinatarios de las políticas sociales de-
ben ser la mayoría de los habitantes del territorio nacional. Si esto fuera así, el
tema sobre la seguridad ciudadana podría ser evaluado como parte de las
políticas sociales, dado que el aseguramiento de condiciones mínimas de pre-
visibilidad y control de riesgo frente a la delincuencia puede ser considerado
como una necesidad ampliamente compartida. Los datos disponibles en el
contexto venezolano sugieren que la inseguridad, a nivel perceptivo, afecta de
manera bastante homogénea a todos los ciudadanos, si bien la victimización
efectiva muestra diferencias apreciables entre diversos segmentos de pobla-
ción.
La policía, como una instancia de control social formal que abarca indivi-
dualización, detección, restricción y supresión de conductas delictivas y de
infractores, tiende a ser percibida, como ilustran los datos antes reportados,
como una instancia ante la cual se acude con reservas para prestación del
servicio de seguridad. Este tema requiere mayor análisis, si se asume a la po-
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licía como una instancia pública que asista a la población de manera uniforme
y extensa, de acuerdo con las competencias que le son atribuidas.
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