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CAPÍTULO

CONTAMINACIÓN DE
ACUÍFEROS
“(. . .) ni tengo para qué enturbiar el
agua clara destos arroyos, los cuales me
han de dar de beber cuando tenga gana.”
7
Miguel de Cervantes. El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha (1605)

7.1. CONTAMINACIÓN
El ser humano ha desarrollado millones de compuestos químicos, la mayoría en el
último siglo. Se estima que cada año se sintetizan unas mil nuevas sustancias, y que entre
60 000 y 95 000 son de uso comercial frecuente. Muchos compuestos tóxicos son uti-
lizados en nuestra vida diaria, pero no se consideran un riesgo para la salud porque las
ventajas de su utilización compensan sus posibles riesgos. Por ejemplo, el uso del cloro
para la desinfección del agua y la higiene lleva consigo riesgos cancerígenos a muy largo
plazo, pero estos resultan perfectamente asumibles en comparación con las consecuen-
cias de beber agua no tratada. Sin embargo, una parte muy importante de estos químicos
son sustancias nocivas, susceptibles de producir efectos adversos sobre la salud humana,
la productividad agrícola y los ecosistemas naturales. Al estudio de la contaminación
vamos a dedicar las siguientes páginas.

7.1.1. Concepto de contaminación


El concepto de contaminación admite múltiples matices. A menudo ha sido definido
como la introducción por el ser humano en el medio ambiente de sustancias o energías
que causan riesgos a la salud humana, dañando los recursos naturales y ecosistemas. En
términos más resumidos, y poniendo el foco en los recursos hídricos, la contaminación
puede también conceptualizarse como cualquier alteración antrópica de la calidad natural
del agua.

A veces se establece una diferencia entre contaminación y polución. En estos casos,


nos referimos a la primera como una mera alteración antrópica de la calidad ambiental,
mientras que a la segunda le conferimos además el carácter de “dañina” o “tóxica”. En
otras palabras, podríamos decir que la polución es una contaminación “grave”. Sin embar-
go, esta distinción es relativamente poco común. En la práctica, el término contaminación
ha terminado por imponerse, tanto en el habla coloquial como en el lenguaje técnico,
y generalmente puede considerarse que engloba ambas ideas.

256
Contaminación de acuíferos 257

También conviene distinguir entre contaminación y una calidad natural inadecuada.


Por ejemplo, si las aguas de un acuífero han sufrido un influjo de vertidos que las inutiliza
para riego, hablaremos claramente de una contaminación. Sin embargo, si esas aguas
son naturalmente ricas en alguna especie química nociva –por ejemplo, arsénico–, no
podremos hablar en puridad de contaminación, puesto que no ha intervenido la mano del
ser humano. En esos casos deberemos referirnos a una inadecuada calidad natural.

7.1.2. Elementos de un proceso de contaminación


Todo proceso de contaminación presenta una serie de elementos comunes, incluyendo
una fuente o foco, un contaminante, un medio de transporte y un receptor. Aunque en lo
sucesivo iremos desglosándolos en detalle, conviene ahora dar unas breves pinceladas
que permitan seguir mejor la exposición del texto.
La fuente es la actividad emisora del contaminante. Puede ser de muy diversos tipos.
Ejemplos habituales serían una fábrica o una explotación agrícola. A menudo, las fuentes
se clasifican en función de la escala espacial y temporal a la que actúan.
Por su parte, el contaminante es la sustancia en sí, siendo posible distinguir a nivel
genérico entre contaminantes primarios y secundarios. Entendemos por contaminantes
primarios aquellos que producen efectos nocivos en la forma en la que se encuentran,
mientras que los contaminantes secundarios son sintetizados a partir de la degradación
de los primarios. Esto suele tener lugar como consecuencia de procesos físico-químicos
en el medio ambiente, pudiendo ser el contaminante secundario más o menos dañino que
el original.
Al hablar de contaminación casi siempre pensamos en compuestos tóxicos. Sin
embargo, existen muchas sustancias de uso cotidiano que, pese a no ser de por sí nocivas,
pueden causar contaminación. Por ejemplo, la leche, el azúcar o la cerveza, pueden cons-
tituirse en contaminantes si por accidente son vertidas en grandes cantidades a un río
o a un acuífero, puesto que son susceptibles de producir, de golpe, una elevada carga
orgánica que perjudique al ecosistema.
El medio de transporte es el vector por el cual el contaminante se transmite al am-
biente, que habitualmente será agua, aire o suelo. Las sustancias contaminantes pueden
introducirse en el medio hídrico directamente o en solución. Un ejemplo de contami-
nación directa sería el vertido de sustancias tóxicas de una fábrica a un río. Por su parte,
la contaminación por dilución se refiere a aguas contaminadas o que ya han circulado
por el terreno, como determinados residuos líquidos. Un buen ejemplo sería el agua de
riego que, tras cargarse de agroquímicos en el suelo, se infiltra hacia la zona saturada.
La afección causada por un mismo contaminante puede ser distinta según interfiera
con aguas superficiales o subterráneas. En general, podríamos decir que las aguas superfi-
ciales son más susceptibles de contaminarse. Sin ir más lejos, a menudo sufren la entrada
de sustancias contaminantes por la mera incorporación de aguas de escorrentía superfi-
cial. No obstante, la contaminación de las aguas superficiales es fácilmente detectable
–incluso a simple vista, en algunos casos–, y resulta por ello más fácil de proteger y tratar.
Por el contrario, las aguas subterráneas presentan una menor vulnerabilidad natural a la
258 Capítulo 7

contaminación. Además, cuando esta se produce, tiende a hacerlo más lentamente. La


contaminación de las aguas subterráneas es casi siempre invisible y resulta difícil de
detectar. Como consecuencia, su protección y recuperación son complejas. La autode-
puración de las aguas subterráneas es comparativamente más lenta que la de las aguas
superficiales.
Por último, el receptor es el organismo vivo, ecosistema o material que sufre las con-
secuencias de la contaminación. El volumen de contaminante que llega hasta el receptor
suele ser una fracción del emitido a nivel de fuente, puesto que la mayoría de las sustan-
cias se degradan y diluyen durante el proceso de migración.

7.2. FOCOS DE CONTAMINACIÓN


Los focos de contaminación son casi tan diversos como las actividades humanas
(Figura 7.1). Existen por ello múltiples clasificaciones, si bien puede decirse que lo más
habitual es caracterizarlos a partir de la actividad generadora o de su influencia espacio-
temporal.

7.2.1. Focos de contaminación en función de


la actividad
Desde la perspectiva de la actividad contaminante, los focos de contaminación pueden
agruparse en núcleos urbanos, actividades industriales o mineras y actividades agrícolas
y ganaderas. A estas tres categorías puede unirse una cuarta, más genérica, que engloba
cualquier otro tipo de contaminación que no encaja en ninguna.
La contaminación urbana hace referencia a los residuos generados en núcleos de
población. Entre ellos podríamos citar las fugas de los sistemas de vertido de aguas
residuales –pozos negros, fosas sépticas, redes de saneamiento–, diversas actividades
domésticas, vertederos de residuos sólidos urbanos, la aplicación al terreno de aguas o
fangos residuales o el lixiviado de cementerios, entre otros muchos.
La contaminación industrial o minera tiene que ver con los efluentes de este tipo de
actividades, pudiendo incluir también los deshechos de la producción energética. En con-
junto, las actividades industriales son las que generan un mayor y más variado número
de contaminantes.
La contaminación de origen agrícola y ganadero tiene también una gran importan-
cia, sobre todo debido a las grandes extensiones de terreno que este tipo de actividades
abarcan en el medio rural. Son importantes los fertilizantes y pesticidas, la fertirri-
gación o los retornos de riego. También puede ser relevante la presencia de estercoleros,
residuos de animales estabulados y enterramientos.
Por último, la contaminación de origen diverso es un cajón de sastre donde pode-
mos agrupar todos aquellos focos de contaminación que no caben dentro de ninguna de
las categorías anteriores. Como ejemplos podemos citar la intrusión salina en acuíferos
costeros, la contaminación debida a pozos mal construidos o abandonados, la infiltración
de aguas superficiales, y las acciones químicas provocadas sobre el ciclo del agua, como
las lluvias ácidas, los vertidos de hidrocarburos o los detergentes, entre otras.
Contaminación de acuíferos 259

Vertido directo Fugas de tanque


Pozo de Pozo Campos de Vertido a río perdedor subterráneo
abastecimiento abandonado cultivo accidental Vertedero

Mar

Cuña de
intrusión Plumas de
marina contaminación do
itar
Acu

Acuitardo

FIGURA 7.1 Algunos focos habituales de contaminación de las aguas subterráneas.

7.2.2. Focos de contaminación en función del ámbito


espacio-temporal
También cabe clasificar los focos de contaminación desde un punto de vista espa-
cio-temporal. Con perspectiva espacial suele hablarse de contaminación localizada
o difusa. Por contaminación localizada nos referimos a aquella que tiene lugar en un
entorno geográfico más o menos reducido, mientras que la contaminación difusa abarca
grandes superficies de terreno. Los límites entre una y otra no están bien definidos, por
lo que esta clasificación dependerá en parte de la escala a la que estemos trabajando. Sin
embargo, es frecuente citar la actividad agrícola como una fuente de contaminación difu-
sa, puesto que casi siempre afecta a grandes extensiones de terreno. En contraposición,
ejemplos inequívocos de contaminación localizada serían las fugas de una fosa séptica o
del depósito de gasolina de una estación de servicio.
Desde un punto de vista temporal, hablamos de contaminación puntual o permanente.
La contaminación puntual hace referencia a un episodio único. Puede ser, por ejemplo, un
camión que vuelca junto a un río y derrama su carga contaminante en él. Por su parte, la
contaminación permanente consiste en un vertido continuo que se prolonga durante un
largo período de tiempo. A modo de ejemplo podríamos citar la descarga sin tratamiento
previo de los alcantarillados a un cauce fluvial.
Otra manera de ver la distinción temporal es en función de la ubicación espacio-
temporal de la máxima concentración de vertido. En el caso de la contaminación
puntual, el punto de máxima concentración se va desplazando a lo largo del tiempo –el río
se lleva la carga del camión, que viaja hasta el mar–; mientras que, en una contaminación
permanente, el punto de máxima concentración coincide siempre con el lugar de vertido.

7.3. CONTAMINANTES
Contaminantes son todos aquellos elementos, compuestos o sustancias, así como cual-
quier clase de energía, radiación, vibración o ruido que, incorporados al medio ambiente,
260 Capítulo 7

tienen efectos dañinos sobre la vida, la salud o el bienestar del ser humano o de los eco-
sistemas. En el ámbito de los recursos hídricos, es frecuente limitar esta definición a aquellas
sustancias presentes en el agua susceptibles de modificar sus condiciones naturales.

7.3.1. Principales tipos de contaminantes


Las sustancias actualmente identificadas como contaminantes se cuentan por dece-
nas de miles, cifra que, además, crece cada día. Esto significa que la tarea de proporcio-
nar una clasificación exhaustiva es tan inabarcable como estéril. Sin embargo, sí resulta
práctico establecer una clasificación a un nivel más general. De esta manera, es habitual
hablar de ocho grandes grupos de contaminantes:
• Inorgánicos: se trata de compuestos inorgánicos presentes en residuos urbanos e
industriales, estériles de minería, salmueras salinas, etc.
• Metales pesados y elementos minoritarios: subgrupo de los contaminantes inorgá-
nicos presentes en efluentes de minería, aguas residuales de la industria, residuos
sólidos y aguas residuales urbanas, residuos agrícolas y fertilizantes, o combustibles
fósiles.
• Radionucleidos: elementos radiactivos provenientes de la minería y concentrado de
uranio (238U, 230Th, 226Ra, 222Rn), la fabricación de combustibles (137Cs, 134Cs, 58Co,
51Cr, 54Mn, 55Mn, 131I), el reprocesado y almacenamiento de residuos, y los procesos

desarrollados en centrales nucleares.


• Hidrocarburos: compuestos orgánicos de carbono e hidrógeno, a menudo presentes
en gasolineras, depósitos de combustible, núcleos urbanos y polígonos industriales.
• Productos de limpieza: compuestos químicos complejos, a menudo no degradables
en el medio ambiente, y tóxicos para la fauna y flora. Se encuentran fundamentalmente
en residuos domésticos e industriales.
• Pesticidas: sustancias utilizadas en la actividad agrícola para luchar contra las
plagas. A menudo son de tipo organoclorado u organofosforado.
• Nutrientes: compuestos de nitrógeno y fósforo utilizados sobre todo como fertilizantes
en agricultura. También están presentes en explotaciones ganaderas, fosas sépticas
y aguas residuales. Entre otros efectos nocivos, contribuyen a la eutrofización de los
ecosistemas acuáticos.
• Biológicos: incluyen una amplia variedad de microorganismos, como bacterias pató-
genas, virus y otros parásitos. A menudo presentes en desechos de granja, aguas
residuales, residuos sólidos urbanos y fosas sépticas.
La mayoría de estos compuestos pueden disolverse en el agua, variando su concen-
tración. Sin embargo, algunos de los compuestos orgánicos son débilmente solubles y
pueden migrar a través del medio, tanto en forma disuelta como en fase insoluble. Existen
asimismo algunos contaminantes de elevada toxicidad cuya degradación en el ambiente
apenas se produce. Estos pueden permanecer durante años, e incluso siglos, por lo que se
conocen como contaminantes persistentes.

7.3.2. Contaminantes emergentes


A nivel de laboratorio, la concentración de cada analito o grupo de analitos se determi-
na mediante un procedimiento analítico concreto. En otras palabras, para que una sustancia
Contaminación de acuíferos 261

pueda ser detectada, es necesario que (1) se encuentre en el agua en concentraciones


superiores al límite de detección y (2) se realice el análisis concreto que permite encon-
trarla. La segunda condición es de especial importancia, puesto que, si no se cumple, una
determinada sustancia tóxica presente en el agua en grandes cantidades puede pasar
completamente inadvertida.
Los contaminantes en aguas subterráneas pueden ser detectados frecuentemente
en partes por billón. En el caso de algunos compuestos menos abundantes se han desa-
rrollado métodos que permiten cuantificar su presencia en partes por trillón. Sin embar-
go, los costes de un análisis de aguas son elevados y aumentan conforme el límite de
detección decrece. Es por ello que los controles rutinarios se centran en los parámetros
definidos por la legislación. Sin embargo, conforme el conocimiento científico avanza,
vamos descubriendo que en nuestros ríos, acuíferos y océanos puede haber otras sustan-
cias de carácter tóxico que los estándares legislativos no contemplan. Muchos de estos
contaminantes son incoloros, inodoros e insípidos. Otros simplemente son de naturaleza
insospechada. Además, la mayoría suelen presentarse en concentraciones muy pequeñas,
por lo que, durante décadas, han pasado sistemáticamente inadvertidos. Desde tiempos
más o menos recientes, los modernos y más sensibles métodos de análisis han permitido
comenzar a detectar estas sustancias, que han sido agrupadas bajo el paraguas común de
contaminantes emergentes. Por contaminante emergente nos referimos a una especie
contaminante previamente desconocida o no reconocida como tal, cuya presencia en el
medio ambiente no necesariamente es nueva, aunque sí lo es la preocupación por sus
posibles consecuencias. Así, podríamos decir que los contaminantes emergentes consti-
tuyen el noveno grupo de la clasificación expuesta anteriormente.
Algunos de los contaminantes emergentes que han recibido mayor atención incluyen
los perfluoroquímicos (PFCs), el tricloropropano, los retardantes de llama bromados,
las parafinas cloradas, los pesticidas polares y sus metabolitos, los surfactantes
–presentes en detergentes, agentes adherentes, dispersantes, emulsificantes, solubili-
zantes y agentes espumantes–, perclorato, medicamentos, nanopartículas, fármacos y
drogas de abuso.
En la actualidad, la principal preocupación en relación a muchos de estos compuestos
es que no están contemplados en la legislación sobre calidad de aguas en casi ningún país
del mundo. Sin embargo, los estudios desarrollados a nivel experimental ponen de mani-
fiesto que algunos son potentes disruptores endocrinos, capaces de alterar el sistema
hormonal. Dada la importancia de los efectos que los contaminantes emergentes pueden
tener sobre la salud humana, cabe esperar que esta problemática se vaya subsanando
con el tiempo.

7.4. MECANISMOS DE PROPAGACIÓN Y TRANSPORTE


DE CONTAMINANTES
7.4.1. Factores que influyen en la propagación de la
contaminación
La propagación de un contaminante en el ambiente depende tanto de sus propiedades
físico-químicas como de las características del medio receptor al que se incorpora.
262 Capítulo 7

Entre las características más importantes del contaminante podemos citar su solu-
bilidad, capacidad de adsorción sobre materiales del suelo, hidrofobicidad, biocon-
centración, estado de oxidación, persistencia, movilidad, degradación, composición,
humedad o grado de compactación. También influye decisivamente la cantidad de con-
taminante derramado y el tiempo transcurrido desde que ocurrió la fuga.
Por lo que respecta al medio receptor, es importante la climatología –precipitación,
temperatura, evaporación–, la geología –naturaleza, composición y distribución de
los materiales–, las propiedades de la roca –conductividad hidráulica y capacidad de
adsorción–, y las características de la zona no saturada. Resultan también relevantes los
factores hidrogeológicos –profundidad del nivel freático o piezométrico, gradiente hidráu-
lico, dirección del flujo subterráneo, velocidad, volumen de acuífero–, geomorfológicos
–valles, cerros, crestas, laderas– y antrópicos, como la distancia de captaciones de agua
a la fuente de contaminación (Figura 7.2).

Distancia de la fuente a posibles receptores

Riesgo elevado Riesgo medio Riesgo moderado a bajo


Precipitación

Fuente
(vertedero no
controlado) Gradiente
Zona no topográfico
saturada

Posible receptor Posible receptor Posible receptor


(zona húmeda) (pozo de abastecimiento) (río)

Contaminante

Gradiente
Zona hidráulico
saturada
Medio
(acuífero)

FIGURA 7.2 Principales factores que influyen en la propagación de la contaminación en las aguas
subterráneas.

7.4.2. Mecanismos de transporte de contaminantes en


solución
Una vez que los contaminantes se ponen en solución y alcanzan la zona saturada, los
principales procesos que rigen su movimiento son la advección, la difusión, la dispersión
y la retardación y atenuación. El efecto conjunto de todos ellos se traduce en un tren de
avance más o menos difuso que recibe el nombre de pluma o penacho de contaminación.
Contaminación de acuíferos 263

7.4.2.1. Transporte advectivo


Se entiende por advección, o transporte advectivo, el proceso por el cual el agua
subterránea en movimiento transporta las especies en solución. La cantidad de masa
transportada es función de la concentración de los solutos y del caudal de paso, y su
velocidad depende del campo de velocidades del agua subterránea, que puede obtenerse
a partir de la Ley de Darcy.
La advección da lugar a un frente de avance bien definido, con una interfase marcada,
a un lado y a otro de la cual las concentraciones pueden ser muy diferentes (Figura 7.3).
Todo el fluido dentro de los poros es desplazado al avanzar el frente, dando lugar al
denominado flujo de pistón, sin que se produzca mezcla de agua. La heterogeneidad del
medio poroso puede dar lugar a la formación de diferentes frentes de transporte advec-
tivo, con distintas velocidades, de acuerdo con sus características hidrodinámicas. Esto
puede hacer muy compleja la tarea de predecir el movimiento de los contaminantes.

Piezómetros
de observación

Zona no saturada

Zona saturada

Pluma
Base impermeable
ión
Direcc
de flujo
Alta Baja

Concentración

FIGURA 7.3 Esquema de una pluma (o penacho) de contaminación por vertido subterráneo. La pluma
se mueve preferentemente en la dirección de flujo subterráneo por efecto del transporte advectivo,
“manchando” además a su alrededor como consecuencia de los procesos de difusión y dispersión. Los
piezómetros de observación tienen por objeto su caracterización espacio-temporal.

7.4.2.2. Difusión molecular


Se entiende por difusión molecular el proceso mediante el cual las moléculas y las
especies iónicas disueltas en el agua se mueven desde las zonas de mayor concentración
a las de menor concentración. La difusión molecular provoca la propagación espacial de
los contaminantes a través del medio poroso, incluso en ausencia de transporte advectivo.
Podríamos decir que es, en cierto modo, un proceso similar al de verter una gota de
tinta en un vaso de agua en reposo. En un primer momento, la gota de tinta estará más
o menos concentrada en un entorno reducido. Sin embargo, si esperamos unos minutos,
veremos cómo, poco a poco, la concentración se irá igualando hasta alcanzar un color
uniforme en todo el vaso.
264 Capítulo 7

La difusión de los solutos en el agua está regida, en sistemas unidimensionales, por


las leyes de Fick. La primera ley de Fick describe el flujo en régimen estacionario, es
decir, cuando no hay cambios en la cantidad total de masa disuelta, y responde a la
ecuación 7.1:

F = -D δC (7.1)
δx
donde F es el flujo de masa de soluto partido por unidad de superficie y por unidad de
tiempo [M·L-2·T-1]; D es el coeficiente de difusión [L2·T-1], que es independiente de la
dirección de flujo; C es la concentración de soluto [M·L-3]; y δx/δC es el gradiente de
concentración de un líquido en el otro [M·L-3·L-1]. El coeficiente de difusión está tabulado
para los principales electrolitos del agua, y suele variar entre 10-9 y 10-12 m2/s. Se expresa
con signo negativo para indicar que el flujo se produce desde las zonas de mayor concen-
tración hacia las de menor concentración.

En sistemas en los que hay variación en el tiempo de la masa disuelta –régimen tran-
sitorio–, la difusión en el agua está regida por la segunda ley de Fick:
δC = D δ2C (7.2)
δt δx2

(a)

Lento

Rápido

(b)

Lento

Rápido

(c)

Lento
Rápido
Lento

FIGURA 7.4 Factores que causan dispersión longitudinal a escala de poros individuales. (a) Tamaño de poro;
(b) Tortuosidad; (c) Rozamiento diferencial a lo largo de una misma trayectoria de poro.
Contaminación de acuíferos 265

donde δx/δt representa cambio de concentración con el tiempo [M·L-3·T-1]. En medios


porosos la difusión es mucho más lenta, ya que los solutos a menudo deben moverse por
los canalículos abiertos entre los clastos. Así, la difusión tiene lugar únicamente a través
del espacio abierto de los poros, siendo necesario corregir el coeficiente de difusión
según la ecuación 7.3:

D* = w · D (7.3)
donde D* es el coeficiente de difusión efectivo en medios porosos y w es el coeficiente
empírico calculado en laboratorio. El valor de w es siempre inferior a la unidad, puesto
que la difusión es menor en un medio poroso que en el agua libre. Conceptualmente puede
decirse que es función de la tortuosidad del medio –el camino real que deben recorrer los
solutos–, dependiendo, por tanto, de la forma y disposición de los gránulos que constitu-
yen es el medio poroso. Para especies no absorbidas por las partículas minerales en
medios geológicos, el valor de w suele oscilar entre 0.01 y 0.5.

7.4.2.3. Dispersión mecánica


La dispersión mecánica en un proceso eminentemente físico mediante el cual el
avance lineal de la pluma se distorsiona por efecto de los múltiples caminos que pueden
recorrer las moléculas de agua en un material poroso (Figura 7.4). La tortuosidad de los
canalículos hace que unas gotas de agua cargadas de soluto avancen mucho más rápido
que otras, y también que algunas se puedan alejar más del núcleo de la pluma contami-
nante. Esto se traduce en una aureola de bajas concentraciones en todo el entorno de la
pluma, tanto en la dirección longitudinal como en la transversal al frente de avance. En
otras palabras, el principal efecto de la dispersión es que el contaminante alcanza un área
mayor que la que cabría esperar si sólo actuase el transporte advectivo.
La dispersión mecánica longitudinal y transversal, cuyo efecto queda representado
en la Figura 7.5, puede conceptualizarse matemáticamente mediante las ecuaciones
7.4 y 7.5:

DML = aL · vi (7.4)

DMT = aT · vj (7.5)

donde DML es el coeficiente de dispersión mecánica longitudinal [L2·T-1], αL es el coefi-


ciente de dispersividad en la dirección del flujo [L], vi es la velocidad en la dirección del
flujo [L·T-1], DMT es el coeficiente de dispersión mecánica transversal [L2·T-1], αT es el
coeficiente de dispersividad en la dirección perpendicular al flujo [L] y vj es la velocidad
en la dirección perpendicular al flujo [L·T-1].
El coeficiente de dispersión mecánica suele ser entre cinco y diez veces menor en
la dirección transversal que en la longitudinal. La dispersividad es una propiedad del
medio que está fuertemente relacionada con la escala de observación: cuanto mayor es
el área sobre la que se mide, mayor parece ser su valor. Puede llegar a ser muy variable,
habiéndose registrado en ensayos de laboratorio valores comprendidos entre 0.01 y 5500
metros, dependiendo de la escala de experimentación. En general, la dispersividad longi-
tudinal se estima del orden de una décima parte de la longitud del tubo de flujo recorrido.
266 Capítulo 7

Dirección de flujo
(advección) Dispersión
longitudinal

Dispersión transversal
Inyección de
soluto

FIGURA 7.5 Dispersión longitudinal y transversal de un soluto en un medio poroso. Al tener que rodear los
clastos, el soluto se dispersa en dirección transversal al flujo, afectando a un área más amplia que si
viajase en línea recta. El rozamiento con el terreno y la diferente longitud de las trayectorias recorridas
por el agua contaminada lleva a un fenómeno de dispersión longitudinal a la altura del frente de avance.

En la práctica, la dispersividad se estima mediante ensayos de trazadores o modelización


numérica.
En medios heterogéneos existen unos niveles más permeables que otros. Esto se tra-
duce en diferentes velocidades del frente de contaminación, lo que da lugar a digita-
ciones. Las digitaciones pueden originar una dispersión frontal muy acusada, conocida
como dispersión macroscópica, en contraposición con la dispersión microscópica origi-
nada por la tortuosidad de los poros (Figura 7.6).

Dirección de flujo
Límite impermeable (transporte advectivo)

Digitaciones

Material poco
permeable

Material muy
permeable

Contaminante
Límite impermeable

FIGURA 7.6 Dispersión hidrodinámica por digitación macroscópica. La diferencia de permeabilidad entre
los materiales del terreno puede dar lugar a un avance diferencial de la pluma, generando fenómenos
de digitaciones. Los niveles menos permeables tienden a ser parcialmente invadidos a partir de los más
permeables por difusión y dispersión lateral.
Contaminación de acuíferos 267

7.4.2.4. Dispersión hidrodinámica


Aunque dispersión mecánica y difusión molecular son procesos distintos, no menos
cierto es que sus efectos se solapan. Por ello, resulta habitual agrupar ambos bajo el con-
cepto de dispersión hidrodinámica. En su conjunto, la dispersión hidrodinámica hace
que la concentración de soluto disminuya a medida que aumenta la distancia a la fuente.
Así, el contaminante se expandirá más en la dirección del flujo que en sentido transversal
a este, ya que, en general, la dispersividad transversal es menor que la longitudinal. Como
consecuencia, las plumas de contaminante suelen presentar una morfología alargada.
Los coeficientes de dispersión hidrodinámica quedan recogidos en las ecuaciones 7.6
y 7.7:

DL = aL · vi + D* (7.6)

DT = aT · vj + D* (7.7)

donde DL es el coeficiente de dispersión hidrodinámica longitudinal, es decir, en la


dirección principal de flujo [L2·T-1]; y DT es el coeficiente de dispersión hidrodinámica
perpendicular a la dirección principal de flujo [L2·T-1].
En velocidades de flujo relativamente elevadas domina la dispersión mecánica, mien-
tras que en movimientos muy lentos domina la difusión molecular. El parámetro utilizado
para determinar cuál de los dos factores es más importante viene dado por el número de
Peclet, P (ecuación 7.8):

P = v · L + DL (7.8)

donde v es la velocidad real media del flujo [L·T-1] y L es la longitud de la trayectoria


recorrida [L]. Si P es superior a 6 se dice que predomina la dispersión mecánica, y si es
inferior a 0.4 importará más la difusión molecular. Para valores intermedios no puede
afirmarse el predominio de un fenómeno sobre el otro.
La determinación experimental de los coeficientes de dispersión se puede realizar
en el laboratorio, utilizando columnas rellenas de material poroso, o bien mediante
ensayos a escala natural, que precisan la inyección y bombeo de grandes volúmenes
de agua. También puede calcularse por métodos geoeléctricos a partir de un trazador
electrolito fuerte con una concentración suficiente para modificar la resistividad del
medio.

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