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ta decidida contra toda forma de «individualismo metodológi- también es perceptible una mayor aproximación de los espe-

co», «solipsismo metódico» o racionalidad «monológica», en cialistas en filosofía del derecho a planteamientos más abiertos
beneficio de procedimientos constructivo-dialógicos o delibe- de filosoft'a del estado y otras cuestiones fronterizas más o
rativos, especialmente claros en los casos de Rawls y, sobre menos directamente relacionadas con la obligación política (y
todo, de Habermas, cuyo cognitivismo consensúa! tiene un no meramente jurídica), con especial atención a las cuestiones
corte netamente rousseauniano, que choca frontalmente con de legitimidad y legitimación.
la sensibilidad y los modos post-modemos. Pese a todo, todavía en 1984, F.R. Dallmayr, al iniciar su
La difícil conciliación entre el ámbito público y el privado, monograft'a Polis and Praxis, se siente obligado a justificar su
por una parte, y entre los presupuestos o procedimientos cuasi- planteamiento filosófico-político bajo el epígrafe de «Political
trascendentales e historicistas, por la otra, constituyen otros Philosophy today» (Dallma\T, 1984, 15-46). No deja de ser
tantos rasgos distintivos, aunque compartidos en muy diferen- llamativo que busque apoyo en Heidegger y en Merleau-Ponty
tes grados y formas por los diferentes autores (los casos más para refutar a Leo Strauss y su neo-iusnaturalismo, a fin de
radicales son los de Apel, Habermas y el mismo Rawls, como conseguir depurar las «fuertes tensiones internas» que coexis-
quedó expuesto en la primera parte). ten en la disciplina y que dan lugar a «antinomias insolubles».
Por lo demás, el nuevo enfoque filosófico-político ha conse- Y es que, en efecto, nos hallamos en plena tarea de reconstitu-
guido fragmentar la hegemonía casi avasalladora de los enfo- ción de una disciplina en cuyo seno confluyen tradiciones y
ques de Political Science, que se estaban generalizando, sobre enfoques muy diversos y hasta incompatibles. Se echa particu-
todo en los Estados Unidos. Hoy parecen coexistir, con trata- larmente en falta ese mínimo de tesis compartidas por la
mientos paralelos (y por lo mismo, nunca convergentes), dos comunidad científica que constituye los cimientos de cualquier
enfoques de la política: uno de corte analítico-funcional (Poli- disciplina. John Rawls ha trabajado denodadamente en esta
tical Science) y otro filosófico-radical (Political Philosophy), dirección a fin de obtener un consenso sobre los dos principios
cuya colaboración es mínima, contra el parecer de F. Vallespín de justicia para la estructura básica de la sociedad. Ciertamen-
(1985,31). E l caso de J. Plamenatz, en quien convergían ambos te, ha fracasado en su tarea; ha dejado claro, no obstante, que
enfoques, es ciertamente excepcional (Miller y Siedentop, todavía nos asentamos políticamente sobre los principios po-
1984, 3-15). líticos ilustrados de la libertad y de la igualdad, aunque no
E n España asistimos también, aunque con el retraso habi- hayamos conseguido ponemos de acuerdo sobre su reconcilia-
tual, a un cierto renacimiento de la filosofía política, que se ción de un modo preciso.
hace notar en las «Semanas de ética y de filosofía política»,
«Encuentros hispano-mexicanos de filosofi'a moral y política»
(animados por J. Muguerza), etc., tras la labor pionera de J.L.L. 2. Ética y política
Aranguren (Ética y política) también en este campo. La vincu-
lación administrativa y académica de estos estudios con los de Por cuanto conocemos, tanto por vía de la historia como por
filosofía del derecho puede propiciar considerablemente la vía de la antropología cultural y social, la ética y la política sur-
consolidación del mencionado renacer. Hoy está ya realizán- gieron estrechamente asociadas y difi'cilmente diferenciables
dose un vasto proyecto, coordinado por V. Camps, de una en la urdimbre social que, según modelos generalmente pa-
Historia del pensamiento moral y político en tres volúmenes, triarcales y a través de las redes del parentesco, precedió a la
con la colaboración de más de treinta especialistas. También formación de los estados propiamente dichos (Balandier, 1976;
hay que constatar la existencia de una sección de filosofía Llobera, 1979). Es decir, el individuo humano se encuentra in-
política en el nuevo Instituto de Filosofía del CSIC. Por último. merso desde el primer momento en instituciones político-so-

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