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TEMA 9: La 

hegemonía macedonia

      El marco de la crisis política que se fue desarrollando en el siglo IV habilitó la avanzada


de Macedonia a partir de la segunda mitad del siglo. Luego de la guerra del Peloponeso la
hegemonía espartana no pudo sostener el control del mundo helénico y muy rápidamente se
vio en crisis necesitando sostenerse bajo el apoyo material y logístico del imperio persa. La
conclusión de ello fue la conformación de la paz del Rey (387a.C.) en donde el imperio persa
lograba incidir los acontecimientos políticos del mundo griego utilizando Esparta como su
brazo armado.
En este periodo (404-371) los espartanos trataron de disolver todos los intentos de
agrupamiento en ligas que pudieran poner en peligro su rol hegemónico y procuraron
establecer gobiernos cerrados de corte oligárquico.
La hegemonía lacedemonia fue reemplazada brevemente por la de Tebas (371-362)
quien también se sostuvo con el apoyo económico persa. Con el fin de la hegemonía tebana y
una creciente crisis económica y social comenzó a ingresar paulatinamente Macedonia a los
conflictos bélicos del mundo helénico ganando progresivamente terreno en la política
regional. 
 La presencia de Filipo II se fortaleció frente a la incapacidad de un nuevo proyecto
hegemónico en la Hélade Continental y el transitorio repliegue del imperio persa de los
asuntos de la región al poner su foco en la reconquista de Egipto bajo Artajerjes III.  
Esta situación género en oradores como e Isócrates la concepción que el mundo
helénico había acentuado su crisis producto de las guerras intestinas que lo habían llevado a
debilitarse y facilitar el control de los aqueménidas sobre la región. Este orador planteaba que
la solución para esta situación se encontraba en la realización de una campaña de conquista
de los territorios próximos del imperio persa bajo la figura de un mando hegemónico que
pusiera fin a los conflictos internos y acabará con la crisis.
En el caso de Demóstenes este pensaba viable aún la revisión de un proyecto
imperialista mucho más acotado en cuanto a su perspectiva democrática del que había sido en
el siglo quinto pero que tenía como objetivo recuperar recursos estratégicos para el
sostenimiento de Atenas que ahora se encontraban bajo el control de macedonia.
En medio de este debate político, que ya hemos planteado, el reino macedonio
aprovechó las debilidades estructurales de ese mundo griego en crisis y logró finalmente en la
batalla de Queronea (338) absorber a las pólis helenas bajo su control.

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Con la concreción de la liga de Corinto Filipo se aseguró de sostener el control de la
Hélade bajo el tradicional sistema de liga y comenzó a preparar la campaña para invadir
territorio persa que se vio truncada por su asesinato.  Aunque a primera vista, Macedonia
ingresaba a la contienda del mundo helénico para unificar bajo su mando al sistema de póleis
que se encontraba en crisis el impacto de su intervención iba a ser mucho más profundo. 
La emergencia macedonia transformó radicalmente el sistema de equilibrio político
existente en el Mediterráneo Oriental entre alternativas potencias helénicas y el imperio persa
reestructurando todo este poder político en un solo y vasto imperio que se fragmentó muy
rápidamente a la muerte de Alejandro.
  Más allá de las cuestiones de carácter bélico que se relacionan con la campaña de
Alejandro es muy importante plantear la fuerza que tuvo el mito que se construyó a través de
su figura y el uso político que se le dio al mismo.
En un marco de disolución de los valores políticos democráticos de la pólis y frente a
la creciente emergencia de un poder individualizado en torno a la figura de Alejandro tras su
muerte se conformó el ideal de la realeza helenística que venías y a reemplazar el antiguo
control persa y a instalarse en el ámbito del Egeo y el Mediterráneo oriental.
Este tipo nuevo de valores que retomaban la antigua tradición homérica, pero la
resignificaban a la luz del contexto del siglo III a.C. marcado en un punto de inflexión y el
cierre de una etapa histórica en el mundo helénico. Paralelamente al agotamiento político de
la polis se habilitaba la continuidad de sus ideas y tradiciones culturales.
La emergencia en este marco de las monarquías helenísticas de las mujeres de las
familias poderosas marcaba un rasgo distintivo que no se encontraría presente en el periodo
de la pólis arcaica y clásica, demostrando el carácter restrictivo de este sistema para las
mujeres de su tiempo.
Por otra parte, la resistencia presentada por las diversas regiones del imperio persa al
avance de Alejandro demostraba que esta tradición se encontraba fuertemente arraigada en
estas regiones y su impronta política y cultural dejaría huella también en las monarquías
helenísticas.    Mientras se cerraba una etapa histórica, la simbiosis de tradiciones helénicas y
persas se derramarían en el espacio Mediterráneo y dejarían también una impactante huella
en la República romana que a partir de los siglos III y II a.C comenzaría su proceso
expansivo sobre el mar Mediterráneo hasta conformar lo como su propio Mare Nostrum.

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