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OCUPACIÓN DE ANTOFAGASTA

Cuando la situación con Bolivia empeoró por causa del remate de los bienes de la
compañía salitrera, que ocurriría el día 14 de febrero de 1879 y por la situación agobiante
de los miles de chilenos que habitaban la ciudad de Antofagasta, el gobierno determinó
enviar al norte parte de su Escuadra compuesto por los blindados Cochrane y Blanco
Encalada más la corbeta O'Higgins, además de una fuerza de ejército compuesta por dos
compañías de desembarco al mando del coronel don Emilio Sotomayor, en esos
momentos Director de la Escuela Militar, con la orden de tomar posesión de la ciudad y
retirar el Encargado de Negocios en La Paz.

El 14 de febrero el Almirante Cochrane y el Almirante Blanco Encalada fondeaban en


Antofagasta y la corbeta O'Higgins hacía lo mismo en Mejillones. A las 8 de la mañana el
coronel Emilio Sotomayor notificaba a la autoridad boliviana que las fuerzas chilenas
tomarían el control de la región. El gobierno informó en el ámbito diplomático que Bolivia
había violado el tratado de 1874 y por tanto, nuestro país reivindicaba sus derechos por el
territorio al sur del paralelo de 23 grados sur, límite vigente antes del pacto de 1866. Las
autoridades bolivianas fueron autorizadas a abandonar la ciudad y dirigirse al puerto de
Cobija mientras la población chilena se lanzaba a las calles a dar la bienvenida a las tropas.
El 19 de febrero de 1879, el nuevo gobernador de Chile en Antofagasta, don Nicanor
Zenteno, comunicaba mediante el telégrafo que, en nombre de la República de Chile, todo
el territorio entre los paralelos 239 y 24º de cordillera a mar ha sido ocupado por las
tropas de ejército. Una compañía embarcada en la O'Higgins tomó posesión de Mejillones
conectando dicho puerto con Antofagasta mediante telégrafo.

En virtud al tratado secreto de Bolivia con Perú firmado en febrero 1873 y que en un
comienzo pretendió incluir a Argentina, el gobierno de Daza buscó el apoyo de Lima. El
presidente Prado de Perú, a través de su delegación en Chile, trató de mediar a través de
una proposición de tres puntos cuyo primer punto era la desocupación de Antofagasta.
Esta condición fue inaceptable para el gobierno del presidente don Aníbal Pinto pues,
además se tenía certeza de que, en virtud al tratado secreto, el Perú sólo trataba de ganar
tiempo para preparar su ejército para una guerra que se consideraba inevitable. El día 1
de marzo Bolivia declara la guerra a Chile. El día 5 de abril Chile declara la guerra a Perú y
Bolivia.

Los blindados Cochrane y Blanco Encalada recalan a Antofagasta con fuerzas de Ejército al
mando del coronel don Emilio Sotomayor, quien informa a las autoridades bolivianas la
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decisión de desembarcar y ocupar la ciudad en virtud al no cumplimiento del tratado


vigente con ese país. Horas después, las dos compañías de soldados desembarcan y
ocupan militarmente Antofagasta ante el júbilo de los más de 8.000 chilenos que
componen su población. La corbeta O'Higgins hacía lo propio en Mejillones.

BLOQUEO DE IQUIQUE

Días previos al 5 de abril, el gobierno de Chile había establecido un plan de campaña para
ponerlo en ejecución una vez declarada la guerra a Perú y Bolivia. Dicho plan se basaba en
una rápida acción contra el puerto de El Callao, bloquear el litoral peruano, destruir la
escuadra enemiga y enviar un ejército de 5.000 hombres a Iquique. Este audaz plan fue
encargado a don Rafael Sotomayor quien viajó a Antofagasta para informarle en detalle lo
resuelto al Comandante en Jefe de la Escuadra, almirante Williams Rebolledo. Williams,
argumentando que su fuerza naval no estaba lista para emprender el ataque a El Callao
decidió otro camino, pero para el mismo objetivo; bloquear el puerto de Iquique, hostigar
el comercio y los puertos enemigos y obligar así a la Escuadra del Perú a abandonar El
Callao y enfrentar a la escuadra chilena. La posición del almirante, se basaba en el mal
estado general de las corbetas O'Higgins, Esmeralda y Chacabuco, además del problema
logístico principalmente de no contar con buques carboneros en cantidad apropiada. Esta
decisión de Williams Rebolledo ha sido ampliamente discutida y cuestionada, pues la
situación de la escuadra peruana en esos momentos era muy inferior a la capacidad bélica
de los blindados chilenos.

En la noche del 3 de abril, el almirante zarpó de Antofagasta con el Cochrane, el Blanco


Encalada, la Magallanes y la Esmeralda, fondeando el día 5 en la rada de Iquique. Los
carboneros Matías Cousiño y Rimac, por enarbolar pabellón inglés debieron permanecer
en Antofagasta. El almirante Williams Rebolledo envió a tierra al comandante Arturo Prat,
a la fecha secretario del delegado de gobierno don Rafael Sotomayor, a notificar a las
autoridades locales y al cuerpo consular presente el establecimiento del bloqueo del
puerto.

Con el propósito de incrementar la capacidad logística de la Escuadra, Williams Rebolledo,


en acuerdo con don Rafael Sotomayor, embarcado en el buque insignia, decidieron
posteriormente enviar a Valparaíso al comandante Arturo Prat a tramitar ante el gobierno
la compra urgente de varios buques. Como resultado de la gestión de Prat, se adquirieron
la corbeta Abtao (enajenada tiempo atrás) y se arrendaron el vapor Copiapó, el Lamar y el
Huanay de la Compañía Sudamericana de Vapores. Prat regresó al norte como
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comandante de la Covadonga, que se acababa de alistar y armar después de permanecer


largo tiempo inactiva.

Arturo Prat, en su calidad de secretario del representante del Gobierno, don Rafael
Sotomayor, es enviado a tierra para notificar a las autoridades peruanas y al cuerpo
consular la decisión del gobierno de bloquear el puerto de Iquique. Al ancla, en la bahía,
permanecen los blindados Cochrane y Blanco Encalada, la cañonera Magallanes y la
corbeta Esmeralda.

COMBATE DE CHIPANA

El almirante Williams tuvo conocimiento de que el Huáscar y la Pilcomayo habían zarpado


de El Callao y ante la posibilidad que se dirigiesen a atacar Antofagasta u otro puerto del
país, dispuso la noche del 9 de abril el zarpe del Cochrane y la Magallanes hacia
Antofagasta. Ambas unidades debían posteriormente carbonear en ese puerto y regresar
en seguida a Iquique.

En forma previa y ante la determinación tomada por parte del almirante de no dirigirse a
El Callao, sino que bloquear el puerto peruano de Iquique, el gobierno tomó la decisión de
llevar adelante su plan inicial preparando un ejército de 5.000 hombres para invadir
Tarapacá. El presidente don Aníbal Pinto le escribió esta ideal al ministro don Rafael
Sotomayor, que se encontraba en Iquique, para conocer de su opinión al respecto. Sin
embargo, en consideración a la demora que tomaría la correspondencia en llegar a las
manos del ministro, le telegrafió a su hermano, el coronel don Emilio Sotomayor a
Antofagasta para que supiera de su idea y obtener del ministro, las respuestas necesarias
a lo que le consultaba. El coronel Sotomayor no encontró otro medio más apropiado que
despachar a la Magallanes a Iquique y encargarle personalmente al comandante Latorre
que llevara la correspondencia para ser entregada al ministro a su recalada a ese puerto.

En el intertanto el vapor Copiapó, arrendado por el gobierno, había zarpado de Valparaíso


con soldados, víveres y carbón con destino a Iquique tocando antes en los puertos de
Caldera y Antofagasta. El gobierno peruano conocedor de los detalles de este zarpe,
ordenó a las corbetas Unión y Pilcomayo hacerse a la mar y esperar en una caleta entre
Antofagasta e Iquique para interceptar dicha nave en su navegación entre estos dos
puertos. La información recibida por Williams era errada pues se trataba de la corbeta
Unión, el Huáscar aún no se encontraba listo para operar en la mar y entrar al conflicto.
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Una vez terminada la faena de carbón en Antofagasta, la cañonera Magallanes zarpó con
destino a Iquique llevando el sobre dirigido a don Rafael Sotomayor. La Magallanes el dia
12 de abril diviso hacia el noreste los humos de la fuerza peruana. Al identificar Latorre a
los buques peruanos como la Unión y la Pilcomayo, viró al noroeste tratando de ganar
distancia y alejarse de las corbetas peruanas. Latorre tenía dos problemas: tenía que llegar
a Iquique con la correspondencia secreta y por otra parte, eludir a dos buques que eran
muy superiores en artillería. La Unión y la Pilcomayo sumaban 14 cañones de 70 libras y 4
de 40. La Magallanes contaba con uno de 115 libras más uno de 64.

Latorre previendo el desenlace y temiendo que dicha correspondencia cayera en poder


del adversario, abrió el sobre entregado por el coronel Sotomayor, memorizó el contenido
y destruyó el documento. A las 10:50 la Pilcomayo rompió el fuego a una distancia por
sobre los 3.000 metros, mientras la Unión lo hacía con su bateria de babor. La Magallanes
forzó el andar con rumbo noroeste en demanda de Iquique y concentró el fuego sobre la
Unión que era la más rápida y por lo tanto la más peligrosa.

El comandante peruano en lugar de interceptar la Magallanes por la proa decidió iniciar


una persecución con ambas corbetas, quedando la Pilcomayo rezagada debido a su menor
andar, la Unión para emplear su batería debía caer constantemente a estribor acción que
aprovechaba Latorre para disparar con su cañón central de 115 libras. Después de varios
disparos, a las 12:55 dos granadas alcanzaron a la Unión produciendo una gran columna
de vapor. La Unión abandonó la caza y reuniéndose con la Pilcomayo se alejaron de la
Magallanes, la cual siguió rumbo a Iquique. Según el parte de Latorre el abandono del
combate por parte del comandante García y García, se debió a la explosión de las
granadas de 115 de la Magallanes en la máquina de la corbeta peruana, de ahí el escape
de vapor y la detención de esta. La versión del comandante peruano difiere a ésta y alude
a problemas con su planta de vapor. El combate de Chipana fue sólo un cañoneo, sin gran
significación, pero lo importante es que se trataba del primer encuentro con el enemigo y
pese a la desventaja, se había salido airoso y éste había sido obligado a retirarse.

El comandante peruano decide iniciar la persecución de la Magallanes con ambas


corbetas, quedando la Pilcomayo rezagada debido a su menor andar, después de varios
disparos, a las 12:55 dos granadas alcanzan a la Unión produciendo una gran columna de
vapor. La Unión abandona la caza y reuniéndose con la Pilcomayo se alejan de la
Magallanes, la cual seguiría rumbo a Iquique.
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ANGAMOS

El 30 de septiembre el Huáscar escoltando al Rímac, que transportaba la División de


Ejército del general Pedro Bustamante, zarpaba de Arica con destino a Iquique en donde
se debía reunir con la corbeta Unión. El 1 de octubre zarparon de Iquique los tres buques,
Grau despachó el Rímac al norte dirigiéndose con su buque y la Unión al sur para
continuar el ataque a los puertos chilenos y al comercio marítimo. Estos buques se
cruzaron sin verse con la división de Riveros, que había zarpado la madrugada del día 2
desde Mejillones, aun cuando el vigía de Mejillones divisó los humos de los buques
peruanos, no se le dio validez a esa información. El Huáscar y la Unión siguieron al sur
llegando hasta Tongoy apoderándose de algunas embarcaciones. Sin encontrar buques de
valer para atacar, la división peruana regresó al norte el día 6. En su navegación a la
cuadra de la isla Chañaral fueron avistados por el vapor Coquimbo quien dio aviso a la
gobernación de Coquimbo y ésta, a su vez, informó a Antofagasta.

El 3 de octubre la Escuadra estaba frente a Arica a sesenta millas del puerto, Riveros fue
informado del zarpe del Huáscar y el Rímac días antes, resolvió incursionar sobre el
puerto, en caso de que la noticia no fuese verdad. Al recalar a Arica el dia 5 y al verificar la
ausencia de los buques peruanos, salvo la Pilcomayo, decidió después de un consejo de
comandantes, abortar el ataque y dirigirse al sur. Zarpó primero la división de Latorre con
los buques más rápidos, navegando a 20 millas de costa con rumbo a Mejillones y luego el
Blanco con la Covadonga hacia el mismo destino, pero en una ruta cercana a costa. Según
el comandante Riveros, esta disposición aseguraba el interceptar al Huáscar y la Unión en
su desplazamiento a Arica, Latorre recaló a Mejillones el día 6 y Riveros el día 7. Grau con
sus buques habla iniciado su regreso de su raid a Caldera al norte, el mismo día 6 de
octubre.

Como era usual, los movimientos de la Escuadra eran consultados a varios niveles en la
conducción política y estratégica de la campaña. El ministro Sotomayor, el Ministro del
Interior, el Director de la Armada, el Presidente Pinto y hasta el Congreso Nacional,
intervenían en los planes que la Escuadra elaboraba para el cumplimiento de sus tareas.
Así el plan para capturar al Huáscar fue hecho en primera instancia por don Rafael
Sotomayor, dando incluso el detalle de horas de zarpe, distancia a navegar de costa y
cómo proceder ante el eventual encuentro con los buques peruanos. Básicamente el plan
ordenado al comandante Riveros consistía en que su división, que era la más lenta, se
mantuviera en las proximidades de Antofagasta para defender el puerto si se presentaba
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el Huáscar y perseguirlo, posteriormente, en su huida al norte. La división más veloz de


Latorre, debía mantenerse perpendicular a la costa a la altura de Mejillones a 50 millas de
costa con el propósito de cerrarle el paso a los buques enemigos. Este plan fue variado por
Latorre, disminuyendo la distancia a 20 millas lo que fue aprobado por su superior. El plan
incluía la probabilidad de que esto no se cumpliera y entregaba un plan alternativo de
captura, más al norte de Mejillones.

Riveros recala con su Escuadra a Arica el día 5 de octubre y al verificar la ausencia de los
buques peruanos, salvo la Pilcomayo, decide después de un consejo de comandantes,
abortar el ataque y dirigirse al sur. Zarpando primero la división de Latorre con los buques
más rápidos, navegando a 20 millas de costa con rumbo a Mejillones y luego el Blanco,
con la Covadonga, hacia el mismo destino, pero en una ruta cercana a costa.

La Persecución del Blanco Encalada

EI comandante Latorre con el Cochrane, O'Higgins y Loa, zarpó de Mejillones a media


noche del día 7 de octubre encontrándose a las cuatro de la mañana a 20 millas al oeste
de Punta Angamos. Riveros a su vez, con tiempo para encontrarse frente a Punta Tetas a
las primeras horas del día 8.

El día 7 en la noche el Huáscar y la Unión, en navegación hacia el norte, divisaban las luces
de Antofagasta. Grau ordenó a la corbeta mantenerse afuera de la bahía mientras él con
su buque incursionaba en el puerto para atacar o apresar algún barco de interés. A la una
de la mañana del día 8 entraba sigilosamente al puerto, después de dos horas y al no
encontrar ni una presa que valiese la pena, abandona el fondeadero. A las tres de la
mañana se reúne con la Unión y ambas continuaron su navegación al norte.

A las 03.30 del día 8 de octubre los vigías de la división de Riveros avistaron en la
penumbra de la luz lunar, el humo de dos buques a la cuadra de Punta Tetas. Los vigías del
monitor divisaron casi al mismo tiempo tres humos al norte, Grau decidió acercarse para
identificarlos, al darse cuenta que se trataba de buques de guerra viró hacia el sur oeste,
alejándose a máxima velocidad. Al amanecer, Riveros que había continuado su navegación
hacia los humos avistados, identificó al Huáscar, pintado de gris sin falcas ni el palo
trinquete y a la Unión del mismo color y rodeado su casco de madera con cadenas a modo
de coraza. Grau distinguió a uno de los blindados, a la Covadonga y al Matías Cousiño.

Confiando en su mejor andar la división peruana cayó al oeste y después al norte. Riveros
despachó el Matías Cousiño a Antofagasta y continuó la persecución con el Blanco y la
Covadonga. En seguida reguló su andar con el de la Covadonga a un poco más de siete
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nudos, con ello le daba espacio al Huáscar para caer confiadamente al norte, que era el
rumbo requerido en el plan para su captura. Alrededor a las 06:00 horas los buques
peruanos cayeron al norte y disminuyeron su velocidad para mantener una distancia de
unas cinco millas con la división de Riveros. Una vez la agrupación peruana se encontraba
con rumbo norte el Blanco aumentó su andar al máximo en espera de la aparición de la
división de Latorre.

A las 7 de la mañana los vigías del Blanco Encalada divisaron hacia el noroeste los humos
de la división de Latorre.

Al amanecer del 8 de octubre, Riveros identifica al Huáscar, pintado de gris sin falcas ni el
palo trinquete, la Unión del mismo color y rodeado su casco de madera con cadenas a
modo de coraza. Riveros despacha el Matías Cousiño a Antofagasta y continúa la
persecución con el Blanco y la Covadonga.

Grau, en la Encrucijada

A las 07:15 los vigías del Huáscar divisaban los humos de la división de Latorre que
comenzaban a aparecer al noroeste. Minutos después, identificaba al Cochrane, O'Higgins
y al Loa. Grau gobernó al máximo de su velocidad para tratar de abrirse paso entre los
buques chilenos y la costa; sin embargo, se dio cuenta que la demarcación con el
Cochrane se cerraba sobre su proa, lo que predecía lo inútil de su intento, su única opción
era entrar en combate.

Para ganar tiempo, cambió rumbo hacia la costa disminuyendo en lo posible la razón de
acercamiento con el Cochrane. El comandante de la Unión, el comandante García y García,
al ver que la suerte del Huáscar estaba echada y que su buque era el de más valer que le
quedaba a su Armada, puso rumbo al norte al máximo de andar flanqueando al Cochrane.
Latorre destacó a la O'Higgins y al Loa para su persecución.

Se ha analizado la situación de Grau, en cuanto a su disposición de navegación en donde la


Unión, que alcanzaba un andar cercano a los 14 nudos, pudiera haber ido a la vanguardia
del Huáscar y no navegar por su aleta. En la primera condición, pudiera haberse
adelantado unas cuantas millas al monitor y así haber tenido la posibilidad de haber
avistado tempranamente a la división de Latorre, en consideración a que existía la
probabilidad cierta de encontrase en su desplazamiento al norte con la escuadra chilena.

La corbeta peruana hallándose en esa posición adelantada le hubiera dado tiempo y


espacio a Grau para escapar hacia el oeste, teniendo en cuenta que la división de Riveros
por su menor andar y a la distancia que se encontraba no tenía opción de darle alcance.
Otra opción hubiera sido devolverse al sur y enfrentar al Blanco, este curso de acción tenía
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la ventaja inicial de tener un mejor andar que el blindado chileno, pero su buque se
alejaba de su puerto base y el tema del carbón pasaba a ser una limitante insalvable.

Afrontada la situación, Grau no tenía otra salida que hacer frente al combate, por tanto su
única opción era el poner rumbo hacia costa para tratar de escapar entre ésta y el
Cochrane si la fortuna de algún imprevisto se presentara a su favor.

Grau se encuentra acorralado sin opción de escapar a los blindados, su único curso de
acción posible es entrar en combate con los buques chilenos, a los cuales había evitado
enfrentar desde el comienzo de la guerra.

Fuego Cruzado

A la altura de punta Angamos el Cochrane continuaba acortando su distancia al Huáscar. A


las 09:25 el Huáscar guiña su proa sobre babor para mejorar los arcos de fuego de su torre
de cañones y acto seguido, rompe el fuego a una distancia de 3.000 metros. Los
proyectiles de 300 libras pasan por sobre el Cochrane, Latorre cambia la proa de su buque
para acortar la distancia con el monitor. Grau sabía que su artillería principal era inferior a
la de su oponente, cuyas seis piezas de 250 libras tenían una cadencia de fuego más
rápida y mejores arcos de fuego.

Los oficiales y los artilleros del blindado representaban un grupo de selección dentro del
personal embarcado, además, el comandante Latorre era un excepcional comandante,
como lo había demostrado durante la guerra, mientras se desempeñó como comandante
de la cañonera Magallanes. Finalmente, la coraza del blindado era también superior, de
modo que el almirante peruano sabía que su destino estaba sellado.

Latorre no contestó los primeros disparos de Grau y continuó acortando distancia. Una
granada de la segunda andanada del Huáscar destruyó el pescante del ancla y una de la
tercera andanada impactó en la coraza de la batería de estribor causando conmoción en el
buque. Un chorro de vapor salió por la chimenea haciendo creer a Latorre que había sido
impactado en la máquina. Latorre, que había seguido con rumbo hacia el monitor
evitando caer a babor para aprovechar en mejor forma los arcos de fuego de su batería,
maniobra que iría en desmedro de la distancia, había mantenido sus cañones en silencio.
Sin embargo, ese impacto sobre la coraza lo haría cambiar de opinión.

A las 09:40 y a una distancia de 2.000 metros Latorre rompió el fuego. De las dos granadas
de 9 pulgadas disparadas por la batería de estribor del Cochrane, una penetró el blindaje
de babor del Huáscar penetrando a un pie sobre la línea de agua explotando en el
compartimento de la torre de artillería. El efecto fue mortífero causando una docena de
bajas entre heridos y muertos, algunos de los cuales manejaban el aparejo del winche de
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ronza de los cañones, por lo que se detuvo por momentos el accionar de la artillería. El
otro proyectil impactó en la coraza de 6 pulgadas de la torre sin tener consecuencia.

Una segunda salva del Cochrane cortó el guardín de la cadena que unía la rueda de
gobierno, ubicada bajo la torre de mando, con la caña del timón, dejando al buque sin
gobierno por momentos, mientras el personal armaba un aparejo para restaurar el
gobierno de emergencia.

Al quedar sin gobierno, el buque cayó a estribor quedando con su proa apuntando hacia
Mejillones. Según el almirante don Luis Uribe, esa guiñada se debía a un desperfecto que
tenía el espolón del monitor, que aún en condiciones normales de gobierno, tenía
tendencia a caer a estribor. Lo anterior, fue corroborado cuando después de su captura
pasó al servicio de Chile.

Muerte De Grau

ΑI recuperar parcialmente el gobierno, Grau cambió su rumbo hacia el norte, Latorre


colocó a su buque por la aleta de babor del Huáscar con lo que podía emplear de mejor
forma su artillería.

Una granada Palliser del Cochrane impactó de lleno en la torreta de mando del Huáscar,
entrando por la parte trasera izquierda de ésta como a dos pies sobre la cubierta,
estallando en el espaldar de teca de la plancha del lado opuesto. El cuerpo. del almirante
quedó pulverizado, logrando reconocer sólo algunos restos cuando el combate finalizó. Su
ayudante, el teniente Diego Ferré que cubría la parte inferior del puesto de mando de
Grau, también resultó muerto. Por efecto del proyectil en el cuerpo de Grau, parte de su
cuerpo cayó al mar, quedando sólo los pies y parte de su dentadura, incrustados en el
recubrimiento de madera de la torre de mando.

El momento de confusión en el monitor, fue aprovechado por la artillería del Cochrane


dirigida por el segundo comandante, capitán de corbeta Miguel Gaona y secundado por
los tenientes, Juan M. Simpson, Javier Barahona Calvo y Federico Chaigneau. También se
encontraban en el puente de la artillería los guardiamarinas. Recaredo Amengual y Pedro
Rencoret, entre otros. Las granadas Palliser y Shrapnell del blindado destruyeron el
telégrafo de órdenes a la máquina, la rueda de gobierno de combate y el cañón derecho
de la torre, causando además destrozos y muerte en la cubierta del Huáscar.

La torre de mando del Huáscar es impactada por una granada que ingresa a su
compartimento por el lado trasero izquierdo y explotando en su interior. El cuerpo del
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Almirante recibe el estallido de lleno, falleciendo en el acto, quedando su cuerpo


despedazado cayendo al mar gran parte de sus restos.

El Huáscar entre Los Blindados

Encontrándose en el Cochrane a una distancia de 400 mts., el monitor arrió su bandera


izada en el pico del palo mayor. Latorre al ver la bandera en cubierta detuvo el fuego, esto
sucedía a las 10:10. Sin embargo al darse cuenta de que el Huáscar no detenía su andar,
rompió el fuego nuevamente a lo que el buque peruano izó nuevamente su pabellón. El
monitor cayó nuevamente a estribor. A bordo del Cochrane se desconocía la situación
interna del Huáscar, de la muerte de su comandante y de los destrozos producidos. La
caída del monitor la interpretó Latorre como un intento de espolonear su buque y
maniobró para emplear, por su parte, el espolón del Cochrane. Sin embargo, falló en su
intento y pasó a unos pocos metros del buque peruano, descargando al mismo tiempo,
toda la batería de estribor de su buque.

Un proyectil penetró en la cámara del comandante del monitor, detonando en su interior,


dejando fuera de combate al personal que operaba los aparejos del timón, dañando
nuevamente la maniobra del timón. El Huáscar continuó así cayendo a estribor.

El Blanco Encalada, que había llegado a escena del combate rompió el fuego y maniobró
de tal manera, que se interpuso entre el monitor y el Cochrane lo que al final significó que
el buque de Latorre quedara a unos 200 metros del monitor, éste apuró su máquina y al
pasar a unos pocos metros de la popa del Huáscar, descargó toda su artillería, siendo
batido el monitor por el fuego de los dos blindados chilenos.

El Huáscar con su comandante muerto, es presa del fuego cruzado de ambos blindados
chilenos que producen destrozos en su cubierta e interiores, el monitor cae nuevamente a
estribor alejándose de la costa en estado agonizante y sin responder ya el fuego de sus
magníficos adversarios.

La Rendición

La Covadonga que llegaba al terminar el combate, también disparó su artillería sobre el


moribundo monitor. El Huáscar diezmado y su tripulación gritando su rendición, arrió
finalmente su pabellón a las 10.55, Latorre les ordenó que se detuvieran y los maquinistas
ingleses del buque peruano obedecieron. Después de dos horas y media de combate el
Huáscar presentaba un cuadro desolador, de su dotación cercana a los doscientos
hombres había sufrido la baja entre muertos y heridos de setenta marinos.

El Cochrane y el Blanco Encalada enviaron embarcaciones con personal de ingenieros,


médicos y de guarnición a tomar el control del Huáscar. El teniente Juan Simpson fue
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comisionado por Latorre para tal misión. El capitán de corbeta Guillermo Peña Urizar, de
la dotación del Blanco Encalada, fue designado para asumir el mando del monitor. El
cirujano Rodolfo Serrano Montaner y el doctor Manuel Aguirre en ardua labor, atendían a
las decenas de heridos y verificaban el fallecimiento de los cadáveres repartidos en
cubierta, en la torre de artillería y en los entrepuentes. Revólver en mano se obligó a los
ingenieros del buque a cerrar las válvulas de fondo que habían abierto para hundir su
buque. Así también se obligó a la tripulación a combatir algunos incendios que se habían
iniciado en los entre puentes y en los espacios cercanos a la santa bárbara.

El capellán Camilo Ortuzar ayudaba espiritualmente a los moribundos. Entre los oficiales
muertos, además del almirante Miguel Grau, se encontraban el teniente Ferré, el segundo
comandante capitán de corbeta Elías Aguirre, que tomó el mando del buque por unos
instantes, relevándolo a su muerte el teniente Melitón Rodríguez, quien también falleció.
Posteriormente y como consecuencia de sus heridas, falleció también el teniente Enrique
Palacios. El último oficial que asumió la conducción del diezmado monitor, fue el teniente
Pedro Gárezon quien, al ver la inutilidad de seguir combatiendo, había rendido su buque.

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