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Educación intermedia

La educación intermedia en el Virreinato del Perú se dio en los colegios mayores y


de caciques; estos asumían una mezcla de lo que hoy se conoce como educación
secundaria o intermedia. Los colegios mayores cumplían una suerte de función
auxiliar con determinadas universidades, como el caso de los colegios San Felipe y
San Martín, que servían de internado para los alumnos de la Universidad de San
Marcos.

Entre los principales colegios mayores se puede mencionar los siguientes:

Colegio Máximo de San Pablo de Lima, de los jesuitas, en 1568.


Colegio Real y Mayor de San Felipe y San Marcos, en 1575.
Colegio Real de San Martín, en 1582.
Centro de Estudios del Real Colegio Secular de los Agustinos de San Ildelfonso, de
la Orden de San Agustín, en 1608.
Colegio San Buenaventura, en Cusco a cargo de los franciscanos, en 1611.
Colegio San Antonio Abad, de los jesuitas en Cusco, en 1619.
El Colegio de Yungay, Ancash, fundado el 30 de noviembre de 1614, gracias a la
generosidad de doña Inés de Salas Viuda de López de Villoso, quien donó
testamentariamente sus haciendas "Santa Catalina" y "Chorrillos" con el objeto de
que sus rentas sirvan para la educación de los niños y niñas de la Villa de Yungay.
Esta institución educativa fue regentada, en sus inicios, por los frailes
dominicos.
En 1619, los jesuitas establecieron el la ciudad del Cusco el colegio de San
Bernardo funcionando continuamente y en 1825, Simón Bolívar, a su paso por la
ciudad del Cusco, creó sobre su base el Colegio de "Ciencias y Artes"; pero después
del terremoto que asoló a la ciudad del Cusco, y luego de la construcción del nuevo
local terminó con el nombre de "Colegio Nacional de Ciencias", que funciona hasta
la actualidad. Acumulando un total de 393 años de vida académica.
Colegio de San Pedro de Nolasco, fundado en Lima, a cargo de los mercedarios, cuyas
instalaciones hasta hoy se conservan.
El Colegio del Príncipe, creado por Real Cédula del Rey Carlos III después de la
expulsión de los jesuitas, era el antiguo Colegio de Caciques para nativos
americanos nobles, creado durante el gobierno del Virrey Francisco de Borja y
Aragón, Príncipe de Esquilache, en Lima. Su equivalente cuzqueño fue el Colegio San
Francisco de Borja, destinado a los hijos de los caciques, los cuales recibían
enseñanzas del castellano y religión.
Colegio La Victoria de Ayacucho en Huancavelica, fundado por los jesuitas en 1709.
Colegio de la Villa de Moquegua, fundado en 1711 por los jesuitas.
Colegio de Ica, fundado en 1719 por los jesuitas.
Colegio de San Carlos, fundado en 1770, siendo virrey Manuel de Amat y Junyent, se
creó en compensación de la expulsión de los jesuitas y funcionó en lo que hoy es la
Casona de San Marcos. Fue en este colegio donde Don Toribio Rodríguez de Mendoza y
Fray Diego Cisneros iniciaron los movimientos de la reforma en la enseñanza.
Colegio Santo Tomás en Lima, a cargo de los dominicos.
Los colegios de caciques como el Colegio San Francisco de Borja en el Cusco, se
implementaron, entre otros motivos, como parte de las medidas de extirpación de
idólatras, a fin de adoctrinar a caciques e hijos de caciques en la doctrina
católica, en la gramática castellana, en el latín, en los cánticos religiosos,
etc., y que ellos, a su vez influyan sobre las poblaciones indígenas aún no
asimilados al catolicismo. Fueron notables los colegios el príncipe de Lima y San
Borja del Cuzco.

Además de estos dos tipos de colegios, existieron en la colonia los seminarios, que
formaban a los futuros sacerdotes. Entre ellos se cuenta el de Santo Toribio de
Mogrovejo (Lima), San Antonio Abad (Cuzco), San Cristóbal (Huamanga), San Jerónimo
(Arequipa), San Marcelo y San Carlos (Trujillo).

Educación universitaria
Casona antigua de la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima.
La enseñanza propiamente superior se brindaba en las universidades. La enseñanza
universitaria en el Perú se inauguró en 1551 con la fundación de la Real y
Pontificia Universidad Mayor de San Marcos en Lima, por obra de los dominicos, la
fue la institución de educación superior más antigua del continente americano y la
primera universidad de América que fue oficial y solemnemente constituida, es
decir, con todas las formalidades reales y canónicas exigidas en la época.

Otras importantes universidades fundadas en el virreinato fueron:

Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1548


Universidad Santo Tomás, en 1580.
Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca, actual
Sucre, en 1624.
Universidad de Córdoba, en 1613.
Universidad de San Cristóbal, en Huamanga, actual Ayacucho, en 1677.
Universidad de San Antonio Abad, en el Cuzco, en 1692.
Universidad de San Agustín, en Arequipa, en 1714.
Real Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile, en 1738.
Contribuyeron a la educación, como a la difusión de la cultura en el virreinato
peruano, la instalación de la imprenta, en Lima, en 1581, a cargo de Antonio
Ricardo. En 1583, previas licencias respectivas, se publicó el primer libro,
Doctrina cristiana y catecismo para la instrucción de los nativos americanos,
escrito en tres idiomas: español, quechua y aimara (consagrado como el primero de
su género en América). Otras publicaciones aparecieron en 1594, en tiempos del
virrey García Hurtado de Mendoza, con motivo de la captura del corsario Hawkins.

Los inicios fueron restringidos pues solo se podía imprimir con el permiso y
conocimiento de La Corona. Las obras trataban generalmente sobre temas religiosos y
gramática quechua. En el siglo xvii la imprenta aumenta su producción y se imprimen
libros de interés médico y crónicas históricas; pero cobraría importancia años
después con el ingreso del periodismo.

Portada del primer número del Mercurio Peruano.


El periodismo propiamente dicho, hace su aparición en la segunda mitad del siglo
XVII, con La Gaceta de Lima, que apareció en 1744, su finalidad informativa fue de
carácter local, sin proyecciones a mayor ámbito virreinal y solo se publicó hasta
1777. Pero el primer diario, en toda su extensión de la palabra, lo fundó un joven
de veintiséis años llamado Jaime Bauzate y Meza en 1790; se llamó El Diario de
Lima, Erudito y Comercial, el cual insertaba en sus páginas variadas noticias,
informaciones y avisos (considerado la primera publicación del continente). Al año
siguiente, en 1791, se fundó el periódico más importante en su jerarquía
intelectual, cultural y patriótica, El Mercurio Peruano, auspiciado por La Sociedad
de Amantes del País y gran difusor de la Ilustración. Le siguen El Peruano, El
Satélite del Peruano, La Gaceta del Gobierno de Lima, El Peruano Liberal, El
Verdadero Peruano, El Argos Constitucional, El Investigador; que fueron los
periódicos que circularon casi al terminar el siglo xvii y comienzos del siglo
XVIII; todos ellos difundieron las ideas liberales de la Ilustración,
convirtiéndose en los voceros de la actividad independiente.

Arte y cultura
El arte durante los primeros años virreinales fue exclusividad de los religiosos y
su uso tuvo un fin práctico, principalmente en el adoctrinamiento. La ciudad de
Lima jugó un rol preponderante en el desarrollo del arte en el virreinato del Perú.
Su rápido crecimiento urbano, la acumulación de riqueza por parte de los
encomenderos y la construcción de templos e iglesias fueron motivos para la demanda
de pinturas y esculturas de las principales ciudades de los reinos españoles.
Especial preferencia se tuvo por las obras provenientes de Flandes e Italia, aunque
las obras sevillanas y andaluzas tuvieron igualmente gran demanda.

Lima, como centro político del más importante virreinato durante el siglo XVI, fue
plaza importante para destacados artistas que no dudaron en venir y ofrecer su arte
a la Iglesia. Destacan Angelino Medoro, Bernardo Bitti, Mateo Pérez de Alesio,
entre otros. Otro rasgo importante en la evolución de las artes durante la colonia
lo constituye la exquisitez de la arquitectura religiosa. Los templos fueron
encomendados a alarifes que dominaban las técnicas de la edificación en piedra y
barro, por lo que erigieron obras de buena factura, muy superior a las realizadas
en otras partes del continente.

En el interior del virreinato la situación no fue diferente. En Cuzco, Arequipa,


Cajamarca, Huamanga, Puno y Trujillo hubo una clara tendencia hacia la búsqueda de
lenguajes propios, basados en la utilización de elementos locales. La utilización
del sillar en Arequipa o la Piedra en el Cuzco es muestra clara de la adaptación
del arte europeo y su transformación para el uso local.

El barroco dominó casi por dos siglos las artes en el Perú e impuso su sello en la
pintura, escultura, arquitectura, música y literatura. El siglo xviii se
caracterizó por la llegada de nuevas tendencias procedentes de Francia, Austria y
Alemania. Las artes ya no fueron exclusividad de los religiosos, por el contrario,
fueron los civiles y la corte los principales compradores de estas tendencias. Uno
de estos estilos fue el rococó. Impulsado por los reyes borbónicos, este estilo
manifiesta un gusto exquisito y refinado, mostrándose principalmente en la pintura
y la arquitectura. Destaca la torre de la catedral de Santo Domingo, bello ejemplo
de rococó en el Perú y atribuida al diseño del mismo virrey Manuel Amat y Juniet.

Por otro lado, los indígenas fueron apropiándose poco a poco del lenguaje artístico
traído por los españoles. Otros, los más hábiles, lograron plasmar sus creencias en
pinturas representativas de la Sagrada Familia, superponiendo para ello elementos
andinos sobre figuras sagradas.

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