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CARRERA: LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

CÁTEDRA: PSICOLOGÍA EDUCACIONAL

TRABAJO PRÁCTICO Nº 2

INTEGRANTES: Andrada, Mauricio.


Fernández, Verónica Noemí.
Pedagogía Waldorf: una alternativa posible.

El tema elegido, y sobre el que se desarrolla el siguiente documento, surge a partir de la


idea de que es necesario realizar nuevas investigaciones, en pos de evaluar y aplicar
alternativas posibles al proceso de aprendizaje, con el fin de lograr que los estudiantes
(en todos su niveles) saquen el máximo provecho a su escolaridad, y se alcancen
resultados óptimos en cuanto a sus potencialidades, teniendo en cuenta las motivaciones
de cada individuo como ser subjetivo con deseos y necesidades particulares que deben
ser satisfechas, y sin olvidar que la escuela es un lugar de socialización que tiene como
fin preparar al sujeto para insertarse y funcionar luego en sociedad.

Para comenzar, es fundamental referirnos a la educación (y al fenómeno educativo


como exclusivamente humano), para luego realizar una descripción y análisis del
momento actual que atraviesa nuestro sistema educativo y poder abordar la modalidad
alternativa pedagógica que trataremos.

Etimológicamente el termino educación contiene una doble raíz: educare (conducir,


llevar una persona de un estado a otro, de una situación a otra) y educere (extraer, sacar
algo de adentro de la persona), esto permite pensar que estamos hablando de un proceso
a través del cual se desarrollan las capacidades de la persona, y se incorporan
experiencias, conocimientos, habilidades, y valores y normas sociales (García Nieto,
Ana Laura, 2020). Además, es posible advertir un doble efecto de la educación, un
efecto de capacitación y un efecto de formación; es un trabajo que realizan
determinados agentes(educador) sobre una materia prima(sujeto de educación) con
determinados instrumentos adecuados(métodos pedagógicos), y a partir de ello surge
una transformación, y una posible adaptación. La capacitación, puede ser entendida
como las adquisiciones del individuo en relación con conocimientos, información,
habilidades que optimizan su desempeño en una actividad determinada; mientras que la
formación, es la adquisición de actitudes normas, valores, de una forma de ver la
realidad socialmente aceptada, lo que permitiría adaptación o socialización (Quiroga
Lucy, 2013). Por ello mismo decimos que el sujeto educado, transformado, se integra a
la estructura social.

Ésta educación, puede ser vista también como un proceso en el cual se realiza una
síntesis entre dos aspectos fundamentales que son: enseñanza y aprendizaje. El primero
hace referencia a la acción del sujeto educador sobre los sujetos educandos, lo que
tiende a transformarlos a través de la transmisión de conocimientos, información, etc. El
segundo aspecto, es el resultado del trabajo que realiza el sujeto para adquirir o asimilar
lo que se le transmitió, e identificarse con esas transmisiones, siempre recordando que el
sujeto tiene la capacidad de aprender, y esa es la base por la cual puede ser educado
(Quiroga Lucy, 2013).

Ahora bien, como vemos, la educación forma parte del sistema social, y éste necesitó de
una formalización y la creación de un espacio en el cual se pueda desarrollar el proceso
antes mencionado, y al que se deleguen las funciones de socialización del sujeto. Esto
dio lugar al surgimiento de la institución educativa, pensada como un ámbito natural
para el desarrollo de la persona, con la finalidad de transmitir cultura, determinados
conocimientos y formas de actuar en el mundo. La escuela como la conocemos
actualmente, tuvo su origen hace casi dos siglos, como consecuencia del surgimiento de
los procesos de industrialización, los cuales produjeron cambios a nivel político( para
un buen funcionamiento de la democracia eran necesarias capacidades especificas en la
población, las cuales debían ser brindadas por la escuela), cultural( se priorizó al
individuo por sobre la comunidad, por lo cual la escuela se encargó de transmitir
conocimientos que ayudaran a tal fin), y económico( eran fundamentales también
mayores conocimientos en los individuos de toda la comunidad, con tal de que
existieran capacidades de orden y disciplina requeridas por el modelo industrial)
(Quiroga Lucy, 2013). A partir de ese momento, la escuela comenzó a ser, de entre las
diversas instituciones sociales, aquella que existe únicamente en función de la
educación, y en donde su rasgo típico es que la educación se realiza mediante la relación
interpersonal, técnicamente regulada, entre el educador y el educando, apoyándose en el
trabajo intelectual y la convivencia social. En nuestro país, la escuela surge a fines del
siglo XIX, a raíz del proceso de organización nacional, y en donde la Argentina
moderna necesitaba un instrumento de integración y formación de los individuos en pos
de la construcción de una nueva sociedad. Sin embargo, con el paso del tiempo, y hasta
nuestros días, la sociedad fue cambiando, y con ello fueron mutando también sus
necesidades, y si bien el conocimiento pedagógico es más complejo que en sus inicios, y
se incluyeron nuevas dimensiones como la sociológica, psicológica y antropológica, la
escuela mantuvo y mantiene su forma básica y elemental. Es por ello que actualmente
surgen fuertes demandas, como reclamo a una institución educativa de tipo
enciclopedista, con materias aisladas con poca relación entre ellas, y en donde se le da
mayor relevancia a las asignaturas “teóricas” que a las de tipo artísticas, la educación
física, destrezas manuales, y todo ello en base a la organización de una escuela que se
fundó hace ya bastante tiempo, en un momento en donde se encontró apoyo en una
definición de las ciencias de forma más descriptiva y clasificatoria que explicativa, y
que el aprendizaje era pensado como producto del estímulo-respuesta, en donde el rol
activo era el del docente, y el educando es puesto en un lugar pasivo, como receptor del
saber que se le brinda, pero que no puede construir. Es por esto que en las últimas
décadas, se han realizado reformas y esfuerzos de cambio, pero cuyo resultado han sido
considerar los aspectos sustantivos de la educación (los contenidos, las metodologías),
pero no afectó la organización de las escuelas ni brindó una alternativa en la parte
práctica.

Con respecto a los cambios que mencionamos anteriormente, queremos hacer hincapié
en un aspecto de ellos, relacionado con el concepto de “modernidad liquida”, término
acuñado por Bauman (2002), “para definir la rapidez, movilidad y provisoriedad que
caracteriza nuestra actualidad” (Taborda, 2013, pag.83). Según Taborda (2013): “Desde
esta óptica, las instituciones de la modernidad sufrieron mutaciones sustanciales.
Algunas de ellas se encuentran seriamente comprometidas, tanto es así que peligra su
vigencia” (pag.83); una de esas instituciones es la escuela, la cual se ve amenazada por
el surgimiento de una “sociedad del conocimiento”, en la cual la información es fuente
de productividad y va cobrando cada vez más fuerza la necesidad de la adquisición y
desarrollo de ella; Tunnermann Bernheim (como se cita en Taborda,2013,pag.291) dice:
“Asistimos a la emergencia de un nuevo paradigma económico-productivo en el cual el
factor más importante no es ya la disponibilidad de capital, mano de obra, materias
primas o energía, sino el uso intensivo del conocimiento y la información”. En
resonancia con esto, nos surge la pregunta de si el poseer información es equivalente al
conocimiento. Taborda (2013), menciona que si bien ambos conceptos están
relacionados, deben diferenciarse, en cuanto que la información es un elemento externo
al sujeto, el cual sirve como punto de partida para el proceso de conocimiento, es decir,
a partir de la transmisión de información el sujeto debe vincularlo a su propio saber, a
su persona, para darle un sentido a esos datos recibidos, y a esto se le llama
construcción de conocimiento. “En otras palabras, conocer no se reduce al dato
inmediato sino que involucra al sujeto con su propia historia, el modo en que se ha
vinculado con los objetos de conocimiento en el pasado, su valoración de quien ofrece
esa información, su disposición a vincular lo que percibe con lo que ya conoce, la
posibilidad de disponer de los recursos que le permitan comparar, establecer diferencias,
generalizar, etc. (Taborda, 2013, pag.295)

Más allá de lo mencionado, es indudable de que la transmisión de información es


fundamental, como afirma Silvia Bleichmar (citado en Taborda, 2013, pag.92): “la
práctica sin teoría deja a la gente totalmente desprotegida para pensar…El día que
reduzcamos nuestro trabajo a la inmediatez nos quedaremos sin futuro”. Sin embargo,
Bleichmar (2008), considera también que la escuela se ha convertido en un espacio en el
cual se prioriza la transmisión de datos informativos, dejando en un segundo plano la
formación de seres humanos, se brinda información pero no se busca la producción de
lo subjetivo.

En este panorama, el siglo XXI lo que plantea es el ofrecimiento de un sinfín de


recursos para la circulación y almacenamiento de la información, poniendo a la
educación ante el desafío de; por un lado transmitir de forma masiva y eficaz una
cantidad cada vez mayor de datos teóricos y técnicos; y por otro lado es ser una especie
de brújula que marque el camino para no perderse en las grandes corrientes de
información que invaden los espacios públicos y privados (Delors, 1994).

Para que la educación pueda cumplir las funciones que le asigna la sociedad, Jaques
Delors (1994), considera que ésta debería estructurarse en torno a cuatro tipos de
aprendizajes fundamentales, y que son pilares del conocimiento: aprender a conocer
(adquirir instrumentos de comprensión), aprender a hacer (para influir sobre el entorno),
aprender a vivir juntos (para participar y colaborar con los demás), aprender a ser
(proceso que comprende elementos de los tres anteriores).

A partir de lo dicho hasta aquí, es que nos embarcamos en la búsqueda de una


alternativa pedagógica en la que pudieran verse los cuatro pilares educativos ya
mencionados, y ampliar nuestra mirada hacia una respuesta posible ante las limitaciones
y/o desafíos del sistema educativo actual, y en esa búsqueda encontramos: la pedagogía
Waldorf.

Antes de realizar una descripción de en qué consiste la llamada educación Waldorf, es


importante adentrarnos en el pensamiento de su fundador: Rudolf Steiner. Nació en el
año 1861 en la frontera entre Austria y Hungría. Realizó sus estudios superiores en la
Escuela técnica superior de Viena, donde se especializó en Matemáticas y Ciencias
naturales, y asistiendo como oyente a las facultades de Filosofía, Literatura, Psicología
y Medicina. Se ocupó de experimentos y observaciones relacionadas con el método de
investigación científica de Goethe, y con el tiempo se fue haciendo cargo de diferentes
trabajos pedagógicos que finalmente dieron forma a su sistema pedagógico (Elisabet
Rodríguez Grajal, 2012). En éste, el objetivo no es la inculcación de un solo lado de
hechos e ideas, sino la educación de la voluntad. Steiner fuertemente rechazaba lo que él
veía como la educación “cerebralista”, para él la Escuela no existe solamente para
instruir a la “cabeza”, su propósito no es acumular una gran cantidad de datos o
representaciones y su almacenamiento en la memoria con el fin de presentar exámenes,
ya que esto suprimiría nuestra participación en la construcción de la realidad. Por el
contrario, la participación de la mente en la construcción de la realidad entrará en
experiencia, a través de un uso práctico y didáctico de la misma. De esta manera,
aprender es participar en el funcionamiento del mundo, y la educación Waldorf pone
esta comprensión del aprendizaje en la práctica, al dar preferencia a los procesos de
aprendizaje experiencial y prácticos. Los proyectos que involucran las artes, oficios y
técnicas industriales se integran sistemáticamente en el día escolar. Incluso el más
abstracto, los sujetos cognitivos, tales como las matemáticas, se enseña de una manera
imaginativa y práctica como sea posible. Esto no quiere decir que la función de la
memoria y la acumulación de información no sea importante desde esta perspectiva, ya
que incluso Steiner consideraba a la memoria como el atributo fundamental del alma
humana, y el aprendizaje requiere que lo aprendido se perpetúe en el tiempo, pero no
considerando al ser humano como un recipiente receptivo del mundo, sino como
altamente activo y productivo en relación a éste. En fin, el aprendizaje en la Educación
Waldorf es entendido como la exploración activa de la realidad, y por tanto, no puede
ser eficaz a menos que el sujeto se involucre en el proceso de la mayor forma posible,
proceso que es activo personal y emocional. Por ello es que se trata de asegurar que lo
que sucede en el aula implique la experiencia directa y la acción práctica, y como
consideraba Steiner educar la “voluntad” es primordial (Jost Schieren, 2017).

A continuación, se detallarán algunas de las características principales de la formación


en las escuelas Waldorf: la organización en su parte pedagógica es guiada por un
modelo propio que es didáctico e incluye la participación de las familias. Estas escuelas
trabajan con un currículo que integra contenido artístico, práctico e intelectual,
poniendo énfasis en aptitudes sociales y valores espirituales, adaptándose a las
necesidades de desarrollo del alumno, partiendo de un enfoque de atención temprana
para el desarrollo de aptitudes claves que sirven de base para una futura adquisición de
conocimientos lingüísticos y matemáticos básicos (leer, escribir, calcular) y de
capacidades sociales y emocionales. En cuanto a la formación propiamente dicha, la
tarea principal es formar personas cuya voluntad, pensamiento y sentimiento los haga
capaces de usar su libertad de manera práctica. Para ello, la Escuela Waldorf completa,
abarca doce años divididos en dos ciclos, de ocho y cuatro años respectivamente, y un
plan de estudios que contiene conceptos claves como lenguaje, habla y escritura, y los
trabajos manuales o artesanía; luego se desarrollan otras disciplinas de forma más
profunda cuando el alumno asciende de curso, como lo son la historia, geografía,
matemáticas y ciencias como zoología, botánica, física y química. Además, la
organización del día, la semana o el mes en función de que el alumno pueda y consiga
dedicar el tiempo necesario a una disciplina concreta y teniendo en cuenta el momento
adecuado para hacerlo según su desarrollo. Es importante recalcar la participación
activa e integrada de los padres en el funcionamiento de la institución, y por último el
valor que se le brinda a las artes (Elisabet Rodríguez Grajal, 2012).

Si bien se considera que es limitado el número de investigaciones que se han realizado


sobre la pedagogía Waldorf, algunas de las investigaciones al respecto arrojaron los
siguientes datos: se describe al clima de trabajo dentro de ella como democrático, y en
donde se etiquetan como buenos los aprendizajes morales que se transmiten, se
considera que la educación Waldorf potencia el pensamiento individual, se halló en
escuelas urbanas de los Estados Unidos claves basadas en el método Waldorf( rigor,
relevancia y relaciones en lugar de memorización y exámenes); los alumnos de escuelas
Waldorf presentan un alto nivel de: imaginación, implicación en los social, pensamiento
crítico, formación de juicios, desafío de supuestos, ir más allá del contexto, interés en
otras culturas, mayor tiempo invertido en actividades artísticas, preocupación por
asuntos globales(Elisabet Rodríguez Grajal, 2012).

Según lo estudiado respecto al tema, la pedagogía Waldorf puede llegar a ser un modelo
del cual se pueda “aprender” y tomar aquellos aspectos que permitirían darle una
solución a las problemáticas que plantea el mundo actual en conjunto con los desafíos
que afronta el sistema educativo vigente. Éste modelo fundado por Rudolf Steiner,
contiene algo fundamental desde nuestra perspectiva, que es el aspecto emocional de
cada individuo-alumno que está inmerso en la institución educativa. Ese “educar la
voluntad” del que hablaba Steiner, creemos está estrechamente vinculado con la idea de
que el acto de conocer está atravesado por el mundo emocional, ya que las emociones
condicionan al momento de vivir la experiencia y luego explicarla (Maurin, Susana,
2013). El desarrollo socioemocional es la base sobre la que se construyen los
aprendizajes y las funciones psicológicas superiores (Maurin, Susana, 2013); y esto es
lo que creemos permite el modelo planteado, el cual hace énfasis en las características y
momentos particulares de cada alumno, incurriendo en el trabajo con los pares, con el
mundo circundante además de las asignaturas teóricas. Es necesario pensar al educando
como un agente activo en la co-construccion de sí mismo y del mundo y no como un
simple receptáculo de leyes, normas o conocimientos. Y por otro lado, permite pensar al
alumno, no como una “tabula rasa” o un recipiente que hay que llenar, si no como
alguien que ya algo sabe y puede, y que si bien necesita un guía externo, es él mismo el
que aprenderá si se implica y muestra sus capacidades singulares y su personal
percepción de la realidad, y comenzará la construcción de nuevos conocimientos
(Raspall, L, 2014).

Referencias bibliográficas
 Taborda, Alejandra; Gladys Leoz, 2013, “Psicología Educacional en el Contexto
de la Clínica Socioeducativa”, San Luis, Argentina, Nueva Editorial
Universitaria.
 Delors, Jacques (1994). "Los cuatro pilares de la educación", en La Educación
encierra un tesoro. México: El Correo de la UNESCO, pp. 91-103.
 Jost Schieren. Concepto de Aprendizaje en la Educación Waldorf. Research on
Steiner Education, Volume 8, Number I, pp.IV. August 2017.
 Elisabet Rodríguez Grajal, 2012. Pedagogía Waldorf: un enfoque en educación.
Universidad Internacional de La Rioja, Facultad de Educación. Barcelona,
España.
 Maurin, Susana; 2013, “Educación emocional y social en la escuela”. Buenos
Aires, Argentina, Editorial Bonum.
 Raspall, Lucas, 2014, Ediciones HomoSapiens.

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