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Tema 1

Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción


fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un
nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan
había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: « Tanto amó Dios al
mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida
eterna » (cf. 3, 16). La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era
el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y
amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del
Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: « Escucha,
Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón,
con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único
precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo,
contenido en el Libro del Levítico: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf.
Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora
el amor ya no es sólo un « mandamiento », sino la respuesta al don del amor, con el
cual viene a nuestro encuentro.

La catequesis, “Distinta del primer anuncio del Evangelio”, promueve y hace madurar
esta conversión inicial, educando en la fe al convertido e incorporándolo a la
comunidad cristiana. La relación entre ambas formas del ministerio de la palabra es,
por tanto, una relación de distinción en la complementariedad.

En la práctica pastoral, sin embargo, las fronteras entre ambas acciones no son
fácilmente delimitables. Frecuentemente, las personas que acceden a la catequesis
necesitan, de hecho, una verdadera conversión. Por eso, la Iglesia desea que,
ordinariamente, una primera etapa del proceso catequizador este dedicado a asegurar
la conversión.

Temas

En busca del amor


Percibir la realidad de una felicidad que se hace esquiva en nuestra vida presente,
constatar que los caminos que ofrece el mundo para alcanzar la paz no son suficientes,
darnos cuenta de la finitud de nuestra vida y del vacío que ni siquiera todas las
riquezas del mundo pueden colmar, hace que deseemos mucho más y que busquemos
en la eternidad la razón que le da sentido a nuestra vida.
En medio de esta búsqueda Dios sale a nuestro encuentro. El no existe como una idea
de la mente humana, ni como una abstracción una proyección de nuestros deseos. Él es
persona, el “EL OTRO”, “alguien” que sale a nuestro paso y con el que podemos tener
un encuentro.

Cuando amamos, la felicidad que proviene de la certeza de amar y sentirnos amados


invade nuestro corazón. Esta felicidad es tan solo un asomo de lo que cada persona
desea realmente. Queremos amor, buscamos el amor, luchamos por el amor, y nos
movemos por amor.
El hombre, sediento de amor, esta sediento de Dios, y solo el amor de Dios puede
saciar las ansias de nuestro corazón.

Dios nos ama

Dios no tiene ningún otro motivo distinto de su amor para revelársenos y


manifestarnos el misterio de su Ser. La expresión “DIOS ME AMA” no puede ser una
manifestación o confesión de labios para afuera.
Gracias a ella afirmo la realidad de un amor que me toca a mí como persona. Dios no
nos ama a todos de manera genérica y superflua; Él se dirige a cada uno de nosotros
con todo su amor; a mí me ve como un individuo y como persona capaz de
responderle. En el no cabe la abstracción. Él nos ha traído hasta aquí, a este lugar y a
este momento, para revelarnos su amor personal y exclusivo, el amor que a cada uno
de nosotros nos tiene.
Pero, ¿en qué consiste el amor que Dios nos revela y nos declara? Se trata de un amor
firme y fiel, más seguro que el sol de cada día y lleno de detalles. Sin embargo, en este
precioso punto es mejor escucharlo a Él mismo. En la Santa Biblia, el Señor, con sus
propias palabras nos declara que su amor es:
 Más fuerte que el amor de la mejor de las madres: “Olvida acaso una mujer al bebé
que amamanta, a su muy amado, al hijo de las entrañas? Pues, aunque ellas lo olvidaran,
Yo no te olvidaré (Is 49, 15)… Más seguro que este amor indefectible es el amor de
Dios.
 Más estable y solido que las montañas: “porque aunque los montes se corran y las
colinas se muevan, mi amor no se apartara de tu lado, ni mi alianza de paz vacilara, dice
el Señor que entrañalmente te ama” (Is 54, 10)
 Tan antiguo, que comienza antes del tiempo; tan duradero, que nuca acabara; tan
alto, tan ancho y tan profundo, que no podré hacer nada para “salirme” de él; y
todo esto porque este amor, para expresarlo de la manera más simple, ¡es eterno!
Así lo dice el Señor, que, de lejos, desde su inmensidad y desde su infinita
trascendencia, se manifiesta: te he amado con amor eterno, Por eso he reservado
misericordia para ti (Jer 31,3)
 En un arrebato de ira, por un instante te escondí mi rostro, pero te quiero con
amor eterno –dice el Señor, tu libertador (Is 54,89)
 Y lo que el Señor dice a Israel para explicarle las razones por las cuales interviene
en su favor, debería bastar para cada uno de nosotros… eres precioso a mis ojos,
eres estimado, y yo te amo (Is 43, 4ª). Y no temas, que yo estoy contigo (Is 43,5ª)
 Si nos preguntáramos cual es el porqué de sus beneficios en favor de nosotros no
tendríamos una respuesta distinta a la de pensar en su Amor como
completamente gratuito. El motivo ultimo de todas sus acciones de liberación en
favor de su pueblo es el amor: si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió, no fue
porque ustedes sean más numeroso que los demás, pues son el pueblo más pequeño, sino
que, por puro amor a ustedes y por mantener el juramento que había hecho a sus padres,
los saco el Señor de Egipto con mano fuerte y los rescato de la casa de esclavitud Dt7,7-8.
 En la Sagrada Biblia, el amor de Dios por su pueblo es comparado al amor de un padre,
rico en ternura, por su hijo: cuando Israel era un niño, yo lo amé. Yo le enseñé… a
caminar, tomándolo por los brazos…Os 11,1.3
 De esta manera, entre muchas frases con las cuales Dios nos declara su amor en
la Biblia, podríamos reposar sobre una certeza que nadie nos podrá arrebatar:
¡Dios es amor! Efectivamente: en esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en
que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de Él. En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó y nos envió a su Hijo como sacrificio de reconciliación… y nosotros
hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor y
quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en Él 1Jn 4
Este amor es para ti

Dios nos ama, lo creamos o no lo creamos. Su amor no depende de nuestra respuesta


ya que Él, infinitamente bueno y misericordioso, no cesa nunca de favorecernos y
amarnos porque somos obra suya. La revelación nos dice que Dios hizo todas las cosas
buenas Gn 1,1-28 y, aunque infinitamente omnipotente y justo, no tenía necesidad de
crearnos. ¿Por qué lo hizo? No encontramos una respuesta distinta a la de la gratitud
de un amor que nos comunica toda su bondad y belleza. Dios nos creó, no porque nos
necesitaba, sino porque nos ha amado desde toda la eternidad

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