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Queridos Mensajeros

de la casa de oración María reina de la paz, parroquia San Roque

¡Reciban hoy y siempre, la paz y la alegría de Jesús y de María!

¡Qué rápido se nos ha ido este 2019, y cuantas cosas para hacer memoria, reflexionar, dar
gracias, tal vez pedir perdón de algo, y pedir la gracia para el próximo año de aquellos propósitos inspirados
por el buen Dios!

A través de este sencillo mensaje, quiero darle gracias a Dios y a su Madre por todo el bien que a
través de ustedes, de su servicio y entrega en todos los niveles, ha podido hacer a lo largo de todo este año
en los corazones de las miles de personas que han pasado por esta “Clínica del alma” que son los grupos
oración que se congregan en la casa de oración, las jornadas mensuales, las misas de los 16, y los ejercicios
espirituales.

A través de la fidelidad de ustedes en el servicio, han sido muchos los hermanos que han tenido
la experiencia que estaba necesitando del amor de Dios, muchos han regresado a Dios y a la Iglesia después
de muchos años de haber estado alejados, muchos han reencontrado el sentido de sus vidas en Dios, muchos
han comenzado un proceso de sanación del alma herida, y en muchos Dios ha podido obrar sanaciones
físicas y realizar milagros en las familias, bendición en el trabajo y en la economía familiar, y en
reconciliaciones que antes parecían imposibles.

¿Como no agradecer a quienes -con tanto amor, presencia, perseverancia y a veces hasta con
sacrificio- ayudan en el mantenimiento, el embellecimiento, la limpieza, y la restauración de la casa de
oración: María reina de la Paz…?

¿Como no agradecer a quienes dan prioridad y reservan cada martes su tiempo para continuar
formándose y creciendo por medio de la participación constante en la reunión de servidores?

¿Como no agradecer a quienes dan prioridad y reservan cada mes la fecha para servir en las
jornadas, en la misa de los 16 y en las diversas actividades que se organizan en la comunidad y en la
parroquia?

¿Como no agradecer a quienes con su aporte mensual de ofrendas o diezmos hacen posible cada
mes el pago de los sueldos de los empleados, los arreglos de aquellas cosas que con el uso se van
rompiendo, el pago de los impuestos y tantas otras cosas que se hacen y que a veces la mayoría ni siquiera
nos enteramos…?

¿Cómo no agradecer la fidelidad de tantos servidores y colaboradores que humildemente y con


buen humor sirven al Señor en los diversos ministerios, construyendo fraternidad entre todos?

¿Cómo no agradecer a Dios por Eloy, quien junto al equipo se puso a disposición de la
comunidad para la hermosa, pero también delicada tarea de coordinarnos en los diversos servicios y
ministerios? No olvidemos de orar todos los días por él y de ponernos a su disposición para lo que haga
falta.

¿Cómo no agradecer a cada uno de los mensajeros, a los seminaristas, al padre Diego, al padre
Enrique, al padre Peter, y a los evangelizadores invitados que a través de la palabra, la música, la escucha, la
limpieza y embellecimiento de la casa y del gimnasio en las jornadas, la recepción, la librería, y un sinfín de
servicios, alaban y sirven a Dios desde lo pequeño y cotidiano?

Como todos ustedes saben, este año debido a la crisis económica y social, la misa de los 16
volvimos a celebrarla en el templo parroquial. Pero como dice el refrán: “Dios escribe derecho en renglones
torcidos”, y “de males acá bienes”, ya que el Espíritu Santo ha mostrado que esto también es fuente de
muchas bendiciones.
Entre tantas bendiciones que Dios ha derramado a lo largo de este año, se encuentra varios
arreglos que -a pesar de la crisis económica- pudieron hacerse la casa y varias cosas que hacían falta y que
pudimos comprar. Una vez más Dios muestra que lo que parece imposible se hace posible cuando damos un
sí sostenido, fiel, perseverante y creativo, compartiendo nuestros cinco panes y dos pescados.

Y especialmente damos gracias al Dueño de la mies que viendo que la cosecha es mucha, pero
los trabajadores son pocos, sigue llamando a muchos jóvenes a nuestra comunidad para discernir su
vocación, y el servicio al que Dios los llama en la Iglesia.

Cierro este mensaje con lo que escribió el padre Amado Anzi, sacerdote jesuita, misionero y
amigo del Cura Brochero, quien dejó un manuscrito que se conserva en el museo Brocheriano y que me
parece como que nos está hablando también a nosotros acerca de la obra que Dios y María Reina de la Paz
nos han encomendado, cuando puso a nuestro cuidado la Casa de oración:

“¡Te jodiste, diablo! Es la palabra casi bíblica de Brochero, al poner la piedra fundamental de la
casa de ejercicios. Todos tienen algo que hacer; están levantando la casa de encuentro de Dios con el
hombre.!
¡Qué misterios y secretos del corazón humano guardará como cofre esta casa! Más de 100 años.
Piedras, ladrillos, adobes, maderas, para encerrar el silencio, que luego saldrá hecho palabras, hechos
ejercitante y hecho hombre nuevo.
Nadie se hace a un lado; brazos no le faltan; era su obra y la de sus pueblos, levantada sobre la
roca de la fe.
Vendrán vientos y tormentas soplados por la historia, pero la casa seguirá evangélicamente en
pie.
Aquí se estrechan la mano de Dios y el hombre. Pero el hombre aprende que no puede dar la
mano con el puño cerrado: hay que abrir el corazón. Es una reliquia, es el corazón de Brochero: su milagro”.
(“Cuidar al pastor”. Página 74. Rossi – Fares. Editorial ágape).

Como decía y dice San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales: “Pedir la gracia de no
ser sordos a su llamado, sino prestos y dirigentes en la respuesta. Y pedir intensamente esa gracia”.

Como decía San Francisco Javier: “llévame en tu oración, que en mi oración te llevo”.

Padre Gustavo.

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