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Seminario Mayor Diocesano de la Inmaculada Concepción

Código de Derecho Canónico: Libro III


Guadalupe Andrade Hernández

Reporte de lectura sobre “El Magisterio eclesial, el servicio de la Palabra”


Me resultó interesante la lectura de los capítulos de este libro, ya que desde el título el autor
llama la atención del lector al proponer al Magisterio como servidor de la Palabra de Dios
revelada, ya sea en la Sagrada Escritura como en la Tradición. Y es precisamente esto lo
que propone al Dei Verbum en su número 10, al afirmar que el Magisterio no está por
encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio.
Considero que el autor respeta esta intención de la Dei Verbum al tratar sus capítulos en
torno al Magisterio que se encuentra entre el consenso y el disenso, y luego como
Magisterio que responde a los teólogos.
En cuanto a la primera parte, llamó mi atención especialmente que cuando se da el disenso
de los teólogos o fieles para con el Magisterio, ha sido en cuestiones referentes a la familia
y la sexualidad, es decir son cuestiones de moral, y es por eso que viene el reclamo de
muchos teólogos que piden a los pastores que el Magisterio antes de pronunciarse escuche
el sensus fidei, del pueblo de Dios, y es que ciertamente el Magisterio, como ya
mencionábamos, está al servicio de la Palabra de Dios, por tanto para poder enseñar, le es
necesario un momento que le precede, que es el de la escucha de la Palabra de Dios que se
transmite también oralmente por la Iglesia, ya sea por el pueblo de Dios o Magisterio
precedente. Sin embargo sería interesante aclarar, qué es lo que realmente pertenece al
sensus fidei, y no a la mera opinión arbitraria de la gente. Respecto a la escucha que debe
haber por parte del Magisterio hacia los teólogos, y más en especial de los teólogos hacia
éste, San Juan Pablo II, hace una gran aportación en torno al ambiente en el que se debe dar
la disidencia. Dice que: “hay que distinguir entre la actitud de los teólogos que, con espíritu
de colaboración, plantean sus interrogantes y la de los que optan por el camino de la
disidencia pública, estableciendo una especie de contramagisterio”1. Por tanto cabe la
disidencia ante ciertos grados de Magisterio, pero hay de disidencias a disidencias.
Ahora bien en otra parte la lectura, habla sobre las causas de lo que ha provocado el
malestar en el pueblo de Dios y en los teólogos, respecto a los pronunciamientos del
Magisterio y menciona, que por una parte, se ha debido a la insuficiente reflexión teológica
sobre el tema del magisterio en el Concilio Vaticano II, a lo que yo respondería que no es
así. En primer lugar si la Dei Verbum no abordó a profundidad el tema de la Tradición, es
porque su interés principal es precisamente mostrar una actitud dialogante por parte de la
Iglesia, antes que dogmática; y en segundo lugar, como ya mencionaba más arriba, la Dei
Verbum en el número 10 hace una aclaración importantísima que creo nos ayuda a ubicar el
papel del Magisterio al servicio de la Palabra de Dios, y no sobre ella. Lo cual nos abre el
panorama para formar conciencia en todo el pueblo de Dios, de que el Magisterio se
preocupa por custodiar ese gran tesoro que ha recibido de la Palabra revelada, tanto en la
Sagrada Escritura como en la Tradición, y no es que se encuentre buscando cómo poner
trabas a los demás en la vivencia de su fe.

1
Cfr. JUAN PABLO II, Discurso del 24 de noviembre de 1995, en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

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