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En nuestro sistema jurídico, el artículo 33 dispone que son personas extranjeras las
que no posean las calidades determinadas en el artículo 30 constitucional, esto es,
la nacionalidad mexicana por nacimiento o naturalización. Originalmente, el artículo
33 constitucional disponía que los extranjeros tenían derecho a las garantías que
otorgaba el Capítulo I del Título Primero de la Constitución; sin embargo, establecía
también que éstos no podrían, de ninguna manera, inmiscuirse en los asuntos políticos
del país, y que el Ejecutivo de la Unión tendría la facultad exclusiva de hacer
abandonar el territorio nacional, inmediatamente y sin necesidad de juicio previo, a
todo extranjero cuya permanencia juzgara inconveniente (Brito, 2016: 211).
Esta posibilidad a cargo del Ejecutivo de la Unión fue muy criticada durante su
vigencia, por considerarse “desbordante” y entrar en pugna, de manera frontal y
notoria, con el principio de legalidad y la garantía de audiencia (García, 2013: 160).
Dado que el texto del artículo 33 había dado lugar a diversos abusos hacia los
extranjeros, y que las disposiciones que este precepto contenía eran contrarias a
diversas normas de derecho internacional, con la reforma constitucional de 10 de
junio de 2011 se pretendió cambiar esta situación al modificar los contenidos de este
artículo.
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Otro cambio fundamental que se da a partir de la reforma de 2011, es que, a pesar de
que se conserva la facultad del Ejecutivo de la Unión para expulsar a personas
extranjeras del territorio nacional, éste tendría que hacerlo previa audiencia y con
fundamento en la Ley, que regularía el procedimiento administrativo, así como el lugar
y tiempo que duraría la detención. Estos cambios suponen pasos muy importantes en
la protección de los derechos humanos de las personas extranjeras que se encuentran
en nuestro país y hacen compatible el artículo 33 constitucional con los contenidos
de las normas internacionales en materia de derechos humanos (Brito, 2016: 211-
212).
Las embajadas son las representaciones permanentes del Estado mexicano ante el
gobierno de otro país, cuyas principales funciones son de carácter político, mientras
que las oficinas consulares son también representaciones de nuestro país ante los
gobiernos de otro Estado en las que se realizan, con carácter permanente, funciones
relacionadas con la protección de los mexicanos que se localicen en su circunscripción,
el fomento de las relaciones comerciales, económicas, culturales y científicas entre el
Estado mexicano y el país en que se encuentren y la expedición de la documentación a
mexicanos y extranjeros en términos de lo señalado en la Ley del Servicio Exterior
Mexicano y su Reglamento. Según su importancia y ámbito de circunscripción, se
clasifican en: Sección Consular, Consulado General, Consulado, Agencia Consular y
Consulado Honorario.
La Ley del Servicio Exterior Mexicano señala que la Sección Consular es la oficina
de una embajada que realiza funciones consulares y su circunscripción es todo el país
acreditante. Por su parte, el Consulado General es la oficina a cargo de un
funcionario consular, generalmente con el rango de Cónsul General de la que dependen
los consulados y agencias consulares que se localicen en su circunscripción. Los
consulados, a su vez, son oficinas a cargo de un funcionario consular, del que pueden
depender algunas agencias consulares, mientras que estas últimas son oficinas a
cargo de un funcionario consular, cuya jerarquía es menor a la de los consulados
porque su circunscripción es muy limitada. Finalmente, un Consulado Honorario es
la oficina a cargo de un Cónsul Honorario, trátese de un nacional o de un extranjero,
en la que éste realiza, sin remuneración alguna, funciones consulares limitadas.
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Fuentes de consulta
Bibliografía
Legislación
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Imágenes