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Artículo 26.

- Legitimación
La demanda puede ser interpuesta por la persona perjudicada o por cualquier otra en su favor,
sin necesidad de tener su representación. Tampoco requerirá firma del letrado, tasa o alguna
otra formalidad. También puede interponerla la Defensoría del Pueblo.
CONCORDANCIAS
Const. Pol.: art. 2.23; CPConst.: arts. 39, 40, 41, 67, 68, 84, 99, 5.

COMENTARIO
Christian Donayre Montesinos1
Se ha previsto, como ocurría con la legislación anterior, una legitimación procesal
amplia. Tal legitimación se debe entre otras razones, en primer lugar, a las dificultades en las
que puede encontrarse la persona que se ve privada de su libertad para interponer una
demanda de esta naturaleza o designar a un representante para tal efecto, y, en segundo
término, a que existe un interés general en evitar que un sujeto sea privado arbitrariamente
del ejercicio de su libertad personal.
A este respecto, el Tribunal Constitucional peruano haciendo referencia a una
disposición similar contenida en la anterior legislación sobre la materia, señaló lo siguiente:
Si bien el art. 13 de la Ley N.º 23506 establece que puede ejercer la acción de hábeas corpus la
persona perjudicada o cualquier otra en su nombre, esta liberalidad que estriba en que en la
promoción y sustanciación del hábeas corpus existe un interés público superior al mero interés
individual del agraviado, no supone, sensatamente, que la voluntad del promotor del hábeas
corpus pueda prevalecer sobre la voluntad del propio presunto agraviado2.
Esta legitimación habilita, además, si efectuamos una lectura concordada del art. 26 del
CPC, el art. 186 del Código del Niño y del Adolescente 3,lo previsto en la Constitución y en
los tratados internacionales de derechos humanos sobre la materia, que incluso el niño o el
adolescente puede impugnar a través del hábeas corpus la orden en virtud de la cual se le ha
privado de su libertad.
En efecto, de acuerdo con la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución
peruana de 1993, los derechos recogidos en ella se interpretan a la luz de los tratados
internacionales de derechos humanos de los cuales nuestro país es parte. Asimismo, de

1 *Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con estudios de Maestría en Derecho
Constitucional por la PUCP y en Administración Pública por el Instituto Universitario Ortega y
Gasset, adscrito a la Universidad Complutence de Madrid. Ha sido profesor titular de Derecho
Constitucional de la PUCP y actualmente profesor a tiempo completo en la UPC
2 TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. º 0935-2000-HC/TC Lima, Lima: 18 de enero del 2001, f. j. n.°
3.
3 Según el art. 186 del Código del Niño y del Adolescente:
El adolescente puede impugnar la orden que lo ha privado de su libertad y ejercer la acción de hábeas
corpus ante el juez especializado.
conformidad con el art. V del título preliminar del CPConst., el contenido y alcances de los
derechos constitucionales protegidos por los procesos constitucionales deben interpretarse
conforme a los tratados de derechos humanos ratificados por el Perú y según lo señalado al
respecto por las entidades que interpretan las disposiciones contenidas en dichos tratados con
carácter vinculante.
Ahora bien, el primer artículo de la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada
el 20 de noviembre de 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y suscrita por
nuestro país el 26 de enero de 1990, establece que, para sus efectos, se entiende por niño todo
ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea
aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad. Y, por su parte, el art. 37.d de la misma
Convención establece que todo niño privado de su libertad tendrá derecho a un pronto acceso
a la asistencia jurídica y otra asistencia adecuada, así como derecho a impugnar la legalidad
de la privación de su libertad ante un tribunal u otra autoridad competente, independiente e
imparcial y a una pronta decisión sobre dicha acción.
Finalmente, como es de conocimiento general y de hecho ha ocurrido en algunos casos,
la Defensoría del Pueblo, según lo establecido en el art. 26 del Código, también podrá
interponer demandas de hábeas corpus. La misma Ley N.º 26520, Ley Orgánica de la
Defensoría del Pueblo, ha previsto esta posibilidad en el art. 94.

JURISPRUDENCIA
“[E]l legislador ha establecido que la legitimidad en el proceso constitucional de hábeas corpus es “elástica”, es
decir puede ser interpuesta, además del propio perjudicado, por cualquier persona, sin necesidad de tener la
representación del directamente afectado con la amenaza de violación o violación del derecho fundamental a
la libertad individual. Lo hasta aquí expuesto nos permite afirmar que cuando el art. 9 hace referencia a la
representación lo hace en clara alusión al instituto de la representación procesal a la que hace referencia el
CC y CPC, la misma que si es necesaria en otra clase de procesos constitucionales, como por ejemplo el
amparo, y no a la posibilidad de que una persona pueda ejercer en nombre de terceros actos procesales
dentro de un proceso de hábeas corpus, pues pueden existir casos en los que la posibilidad de ver o
conferenciar con el futuro beneficiario sea imposible”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 03547-2009-
HC/TC, f. j. n.° 9.
“[E]l art. 26 del CPConst. señala expresamente que la demanda puede ser interpuesta por la persona
perjudicada o por cualquier otra en su favor, sin necesidad de tener representación. La legitimación activa
amplia prevista para el proceso de hábeas corpus permite la posibilidad de que la demanda pueda ser
interpuesta por una persona distinta a la perjudicada, esto es, por cualquier persona natural o jurídica, sin
necesidad de representación alguna, lo que, da lugar a lo que, en doctrina se conoce como la actio popularis.
Esta forma de regulación, entre otros supuestos obedece a la naturaleza de los derechos tutelados por el hábeas

4 Caso célebre a este respecto es por ejemplo la demanda de hábeas corpus interpuesta por el jefe de la
Oficina Defensorial de Ayacucho a favor de 8 campesinos de Chacas por la vulneración de los
derechos al debido proceso y defensa, en conexidad con la libertad personal. A mayor abundamiento
sobre el particular recomendamos revisar la revista jurídica “El Portal del Derecho”, n.° 6, Ayacucho:
enero del 2007, p. 5 y ss.
corpus y a la necesidad de una tutela urgente de los mismo”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 05959-
2008-HC/TC, f. j. n.° 4.

“[D]e conformidad con lo dispuesto por el art.26 del CPConst., la demanda de hábeas corpus puede ser
interpuesta por la persona perjudicada o por cualquier otra en su favor, sin que exista la necesidad de delegar
previamente representación alguna. Así, en el presente caso, la demandante, Sonia María Patricia Jara
Quevedo, ha señalado en su demanda que a los trabajadores que se encuentran a su cargo se les viene
restringiendo su derecho al libre tránsito, por cuanto presuntamente no pueden desplazarse libremente del lugar
en donde se encuentran incomunicados, ni tampoco se les puede alcanzar agua o alimentos; en consecuencia, es
posible inferir que la recurrente ha interpuesto la presente demanda no solo a favor de sí misma, sino también
de sus trabajadores (en calidad de beneficiarios).
Que es preciso manifestar que si bien este Tribunal ha aceptado la figura del desistimiento en procesos de
hábeas corpus (Exp. N.º 7947-2005-PHC/TC; Exp. N.° 7326-2006-PHC/TC; Exp. N.° 01203-2007-PH/TC;
Exp. N.° 5894-2006-PHC/TC; Exp. N° 0634-2007-PHC/TC) es preciso manifestar que el único que puede
desistirse de una pretensión es el titular del derecho presuntamente afectado.
En tal sentido, el desistimiento postulado por la recurrente, doña Patricia Jara Quevedo, tiene como efecto que
carezca de sentido emitir pronunciamiento alguno respecto de la presunta vulneración de su derecho al libre
tránsito. Sin embargo, de conformidad con lo expuesto en el párrafo anterior, la demanda interpuesta por la
recurrente también se plantea a favor de los trabajadores de ésta, siendo el caso que el desistimiento realizado
por la recurrente no surte efectos respecto de ese extremo de la demanda, al no haber sido realizado por el
titular del derecho presuntamente vulnerado (que en el presente caso son los trabajadores, en calidad de
beneficiarios, a quienes también presuntamente se les habría vulnerado su derecho al libre tránsito). Por
consiguiente, este Tribunal se encuentra habilitado para pronunciarse respecto de la alegada afectación de la
libertad de tránsito de los trabajadores de la demandante”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00228-
2008-HC/TC, ff. jj. n.os 3 - 5.

“[S]i bien el CPConst. no ha previsto de manera expresa la posibilidad del desistimiento en el proceso de
hábeas corpus, este Tribunal considera que sí resulta viable la procedencia de dicha institución en aplicación
análoga de lo dispuesto en las normas referidas al proceso de amparo (art. 49) y al proceso de cumplimiento
(art. 71). Sin embargo, para establecer las clases de desistimiento y precisar sus efectos, este Tribunal advierte
una deficiencia en la regulación, por lo que considera que resulta pertinente acudir a las normas contenidas en
los códigos procesales afines a la materia discutida, siempre que no contradigan los fines de los procesos
constitucionales y sea pertinente para la solución del caso (art. IX del Título Prelimar del CPConst.).
Que sobre lo dicho el art. 340 del CPC establece que el desistimiento puede ser: i) Del proceso o de algún acto
procesal, y ii) De la pretensión. Que asimismo dicho cuerpo legal señala que el desistimiento del proceso lo da
por concluido sin afectar la pretensión (art. 343), mientras que la resolución que aprueba el desistimiento de la
pretensión, produce los efectos de una demanda infundada con la autoridad de la cosa juzgada (art. 344). Sin
embargo, es preciso señalar que el desistimiento de la pretensión en el proceso de hábeas corpus no produce los
efectos de cosa juzgada, sino simplemente da por desistido de la pretensión al accionante, y por tanto concluido
el proceso, ello en razón de que en los procesos constitucionales solo adquiere la calidad de cosa juzgada la
decisión final que se pronuncie sobre el fondo del asunto (art. 6 del CPConst.) porque, por ejemplo, concluido
un proceso de amparo con decisión final, es posible la instauración de otro (amparo contra amparo)”.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 03334-2008-HC/TC, ff. jj. n.os 2 y 3.
“En ese orden de ideas, teniendo en cuenta el carácter especial del PHC, la nota diferenciadora de la legitimidad
activa se determina por el hecho de que cualquier persona, sin necesidad de acreditar ningún tipo de
representación puede interponer una demanda de hábeas corpus a favor de otra persona que se encuentre
privada de su libertad individual o afectada en alguno de sus derechos conexos. Al referirse a cualquier
persona, el CPConst. no hace distinciones entre si éstas son naturales o jurídicas, por lo que las personas
jurídicas también pueden accionar en un PHC, tal como ocurriría con una asociación civil, por ejemplo.
Incluso, en el caso de autos, es un ciudadano que pertenece a una Organización No Gubernamental (persona
jurídica de derecho privado) quien se encuentra promoviendo el PHC. Merece la pena resaltar que a diferencia
de lo que acontece con el PHC, en el proceso de amparo solo es el afectado el que puede interponer la
demanda, es decir, ejercer su derecho a la acción (art. 39 del CPConst.), siendo por ende el exclusivo
representante de la llamada legitimidad ad causam.
Pero en el caso del PHC, la amplitud de esta facultad para demandar, o actio popularis, se debe primordialmente a
la naturaleza del proceso, que como se mencionara, tiene como objetivo principal reestablecer el derecho a la
libertad individual de la persona. En tal sentido, al tratarse de un proceso de tutela urgente, es lógico que se prevea
la posibilidad de que otras personas puedan reclamar la restitución del derecho, dado que en muchos casos la
persona agraviada se encontrará imposibilitada de accionar por sí misma. Asimismo, el hecho de que cualquier
persona pueda interponer una demanda en un PHC se justifica en que a través de dicho proceso no se tutelan solo
los derechos de la persona agraviada sino también el interés de la sociedad en general. Conviene precisar que la
amplitud de la legitimación activa en los PHC va de la mano con el principio de antiformalismo o antiritualismo de
los procesos constitucionales, conforme al cual en este tipo de proceso constitucional se exime al demandante de
cumplir las formalidades que normalmente están presentes en cualquier otro proceso, en virtud al mencionado
carácter de tutela urgente del que está revestido el PHC y debido a la relevancia de los bienes jurídicos que protege.
De otro lado, conjuntamente con la actio popularis, se reconoce a la DP legitimidad activa en los PHC (art. 26
del CPConst). Ello concuerda con lo que se ha establecido respecto a las funciones del defensor del pueblo, al
estar facultado para interponer demandas en los PHC, entre otros tipos de procesos constitucionales, en tutela
de los derechos constitucionales y fundamentales de la persona y de la comunidad (art. 9.2 de la Ley N. º
26520, Ley Orgánica de la DP]. El sustento para conferirle legitimación activa a la DP (legitimación ad
processum) en los PHC radica en que el referido órgano constitucional es el representante de la sociedad, por lo
que el solo hecho de que se vulneren los derechos constitucionales de alguno de sus miembros habilita al
Defensor del Pueblo para actuar, tácitamente, en su lugar. Es menester recordar que en el presente proceso
existe una intervención de la DP, pero no como emplazada (pese a que así está planteada en la propia
demanda), y menos aún como recurrente (no ha sido ella quien ha accionado para la tutela de los derechos de
los favorecidos), sino a través de la institución del amicus curiae”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. °
05842-2006-HC/TC, ff. jj. n.os 16 - 18.
Artículo 27.- Demanda
La demanda puede presentarse por escrito o verbalmente, en forma directa o por correo,
a través de medios electrónicos de comunicación u otro idóneo. Cuando se trata de una
demanda verbal, se levanta acta ante el Juez o Secretario, sin otra exigencia que la de
suministrar una sucinta relación de los hechos.

CONCORDANCIAS
Const. Pol.: arts. 139.3, 193.14, 200.1; CPConts.: art. III TP

COMENTARIO
Christian Donayre Montesinos
La demanda de hábeas corpus, de conformidad con lo establecido en el CPConst.,
puede ser presentada tanto por escrito como en forma verbal. Adaptándose a los avances de la
informática y la tecnología, el CPConst. permite la utilización del correo, medios electrónicos
de comunicación u otro idóneo, a fin de facilitar y hacer más accesible al público la
posibilidad de iniciar un proceso de hábeas corpus. En el caso de las demandas verbales, se
levantará un acta ante el juez o secretario, sin más exigencia que la de relatar en forma breve
los hechos que son materia de denuncia.
En nuestra opinión, la información mínima que debe contener la demanda sería,
además de la identificación del demandante y a favor de quién se interpone la demanda -si es
que no es para la tutela de su(s) propio(s) derecho(s)-, la identificación de los eventuales
agresores o de algunos elementos que permitan identificarlos y el lugar en donde se efectuó la
agresión. No se requiere la firma de letrado, tasa o alguna otra formalidad.
Aun cuando, a diferencia de la legislación derogada no se mencione la posibilidad de
plantear la demanda vía telegráfica, toda vez que el CPConst. alude a otro medio idóneo, ello
resulta perfectamente posible. Conviene tener presente, eso sí, que no existe un plazo de
prescripción a efectos de iniciar este proceso constitucional.
Es necesario señalar que, a nuestro juicio, la demanda podría incluso interponerse en un
idioma distinto al castellano, como podría ocurrir por ejemplo en aquellas zonas donde
predomina el aymara o el quechua, toda vez que de conformidad con el art. 48 de la Const.
Pol. vigente, se consideran idiomas oficiales tanto el castellano, como el quechua, aymara y
demás lenguas aborígenes en las zonas en donde ellas imperen.
JURISPRUDENCIA
“[C]abe preguntarse si en el PHC debe existir una persona directamente relacionada con la demanda planteada,
o si por el contrario basta con la alegación de la vulneración de un derecho fundamental como es la libertad
individual o uno conexo a ella para que el juzgador empiece a actuar. El PHC, a diferencia de lo que sucede
con el resto de procesos constitucionales de libertad, es viable que se rija, en ciertas ocasiones, por el principio
de unilateralidad, pues incluso podría de dejar de mencionarse el supuesto agresor del derecho, tomando en
consideración la protección objetiva de los derechos fundamentales y la preeminente protección de la que goza
la libertad individual. Ahora bien, esta unilateralidad solamente se podrá dar cuando exista una imposibilidad
material de quien plantea la demanda de conocer el verdadero o el supuesto responsable de la violación del
derecho invocado”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 05842-2006-HC/TC, f. j. n.° 24.

“Dada la prevalencia de los derechos protegidos por el hábeas corpus y su carácter sumario, este proceso se
identifica por ser ajeno a ritualidades o formalismos al momento de interponer la demanda. En este sentido, el
art. 27 del CPConst. señala que la demanda de hábeas corpus puede ser presentada por escrito, verbalmente, a
través de medios electrónicos o por cualquier otro medio idóneo. Ello con la finalidad de proteger
esencialmente la libertad personal de los detenidos o de aquéllos que se encuentran amenazados de ser privados
de su libertad o derechos conexos a ella”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 06218-2007-HC/TC, f. j.
n.° 6.

“El proceso constitucional de hábeas corpus, como se sabe, está exento de ritualismos y formalidades. El
CPConst. en su art. 27 ha recogido esta tesis al establecer que “La demanda puede presentarse por escrito o
verbalmente, en forma directa o por correo, a través de medios electrónicos de comunicación u otro idóneo.
Cuando se trate de una demanda verbal, se levanta acta ante el juez o secretario, sin otra exigencia que la de
suministrar una sucinta relación de los hechos”. No son necesarios los formalismos cuando de por medio está la
libertad, lo que obliga al juez a resolver la causa sin mayores preámbulos porque su parámetro de actuación no
es el derecho infraconstitucional, sino el contenido constitucional de los derechos fundamentales.
En el caso de autos, como ya se advirtió, la demanda fue interpuesta verbalmente y se hizo un recuento puntual
de los hechos, quedando los alcances del petitorio en el contenido mismo de la fundamentación fáctica vertida
por los accionantes”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N.° 01317-2008-HC/TC, ff. jj. n.os 3 y 4.

“La facultad de rechazar in limine la demanda, por el supuesto previsto en el art. 6.2 de la Ley N.° 23506, exige
que ésta resulte “manifiestamente” improcedente, lo cual se traduce en la necesidad de que el juzgador realice
una detenida y exhaustiva exposición de las razones por las cuales considera que lo es, pues, de lo contrario, se
lesionaría el derecho al acceso de justicia, a la protección jurisdiccional de los derechos y libertades
fundamentales, a la motivación de las resoluciones judiciales y a no sufrir indefensión.
En el presente caso, habiéndose alegado la arbitrariedad de la detención preventiva dictada contra el actor, es
evidente que tal condición no podría determinarse si es que no se efectuaba un análisis detenido de las
circunstancias y las razones que sirvieron al juez penal para optar por restringir su libertad física, por lo que
hace que el rechazo in límine no se base en su manifiesta improcedencia”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp.
N.° 01091-2002-HC/TC, f. j. n.° 2.
Artículo 28.- Competencia
La demanda de hábeas corpus se interpone ante cualquier juez Penal, sin observar turnos.

CONCORDANCIAS
Const. Pol.: art. 200.1; CPConst.: arts. 12 y 3

COMENTARIO
Christian Donayre Montesinos
En cuanto a la competencia el CPConst. prevé, tal como lo establecía el art. 21 de la
hoy derogada Ley N.º 25398, que cualquier juez Penal podrá admitir las demandas de hábeas
corpus, sin observar turnos. Los promotores del Código que venimos comentando han puesto
de relieve que no necesariamente el juez competente es aquel en donde se encuentra el
detenido o del lugar en donde se haya ejecutado la medida o el lugar en donde ésta se haya
dictado5, tal como lo contempló el art. 15 de la derogada Ley N. º 23506.
Esta posibilidad de plantear una demanda de hábeas corpus ante cualquier juez Penal
sin observar turnos puede conducir a algunos problemas de competencia territorial que es
preciso intentar resolver mediante alguna pauta de identificación. Así, frente a tal situación,
Néstor Pedro Sagüés6 propone el siguiente orden a efectos de elegir al juez que conocerá de
la demanda de hábeas corpus.
Para empezar, el juez del lugar donde se encuentra el agraviado; ello, en virtud del
principio de inmediación, facilita constatar las causas del agravio, la exhibición del
perjudicado, así como evaluar las condiciones de la violación. En términos del mismo
profesor argentino7 “[E]s en aquel sitio donde cabe requerir el informe a la autoridad que
detiene, y donde puede constituirse personalmente el juez del hábeas corpus […]”. Esto
último puede explicar por qué el Código en su art. 30 ha establecido ―en cuanto al trámite
de la demanda de hábeas corpus para supuestos de privación arbitraria de la libertad personal
y violación de la integridad personal—que en principio el juez debiera apersonarse al lugar

5 AA. VV., Código Procesal Constitucional Comentarios, Exposición de Motivos, Dictámenes e Índice
Analítico. Lima: Palestra, 2004, p. 62.
6 SAGÜÉS, Néstor, Derecho Procesal Constitucional. Hábeas Corpus, t. IV, 2.ᵃ ed., Buenos Aires:
Astrea, 1988, p. 337. Estos mismos planteamientos son recogidos luego en MESÍA, Carlos, Exégesis
del Código Procesal Constitucional, Lima: Gaceta Jurídica, 2004, p. 236 - 238.
7 SAGÜÉS, Derecho Procesal Constitucional. Hábeas Corpus, t. IV, 2.ᵃ ed., ob. cit., p. 338.
donde se encuentra el agraviado a efectos de constatar si es que, en efecto, existe o no
violación de los derechos mencionados.
Ahora bien, si no se conoce el lugar en donde se encuentra la persona que, por ejemplo,
viene siendo privada arbitrariamente de su libertad, debiera procederse en forma subsidiaria
tal como se indica a continuación:
a) El juez del lugar donde se inició el agravio, tal vez porque ello permitiría
conocer las causas en virtud de las cuales este se produjo y porque en la mayoría
de ocasiones, su determinación no genera mayores dificultades.
b) El juez del lugar de la residencia de la persona o autoridad o funcionario que dispuso
la realización del acto lesivo, lugar que resulta —por cierto— de fácil
determinación.
c) El juez del lugar donde estuvo de tránsito la persona a la cual se le viene
privando en forma arbitraria su libertad personal o lesionando otros de los
derechos que caen dentro del margen de protección del hábeas corpus.
En caso de presentarse diversas demandas de hábeas corpus por distintas competencias
territoriales en favor de una misma persona, según SAGÜÉS8, apelando a una disposición del
CPP de su país, se optaría por el juez que conozca de la demanda más antigua, sin perjuicio
de que el legislador precise este tema. Sin embargo, un sector de la doctrina nacional 9
propone que debiera darse preferencia a alguna de ellas según el orden antes indicado, esto
es, en primer lugar, al juez del lugar en donde se encuentra el agraviado y así
subsidiariamente hasta el juez del lugar en donde estuvo de tránsito la víctima.
En nuestra opinión, cuando se está ante este tipo de situaciones y considerando la
urgencia que se requiere actuar para la efectiva protección de los derechos involucrados,
debiera darse preferencia a aquella demanda que permita justamente atender esos fines, de
allí que en función del caso se empezará quizá por la demanda que fue interpuesta
precisamente en el lugar en donde se encuentra el agraviado por las ventajas que ello puede
traer consigo, y así sucesivamente.
Un tema especialmente sensible es el de la competencia del juez penal en materia de
hábeas corpus contra resoluciones judiciales. En primer lugar, porque bien puede presentarse
el caso de que un juez de primer grado conozca una demanda de hábeas corpus interpuesta
contra algún acto de un órgano judicial de segundo grado que se considera amenaza o viola
alguno de los derechos susceptibles de ser protegidos a través de este proceso constitucional,
lo que como bien ha dejado establecido el Tribunal Constitucional peruano en su sentencia
recaída en el caso Pedro Terrones Casas (Exp. N. º 942-96-HC/TC)10.
8 SAGÜÉS, Derecho Procesal Constitucional. Hábeas Corpus, t. IV, 2.ᵃ ed., ob. cit., p. 339.
9 En este orden de ideas se encuentra MESÍA, Carlos, Exégesis del Código Procesal Constitucional, ob.
cit., p. 237.
10 Sentencia de fecha 14 de julio de 1997 publicada el 20 de agosto del mismo año.
No puede interpretarse como un desacato al orden establecido al interior del Órgano
Judicial cuando lo que está de por medio es la reafirmación cotidiana del respeto por los
derechos constitucionales y particularmente del debido proceso, pues de lo contrario nadie
podría intentar una garantía contra las más altas jerarquías de la judicatura, lo que
evidentemente entrañaría una interpretación absolutamente inconstitucional.
Compartimos el criterio establecido por el supremo intérprete de la Const. Pol., no solo
por el importante argumento que esboza sino también porque no habría otra manera de
interpretar la vigencia del principio de independencia jurisdiccional, inclusive cuando se trata
de los procesos constitucionales. En efecto, estamos ante un tema netamente competencial y
en modo alguno de jerarquía, pauta esta última incompatible precisamente con la vigencia del
principio jurisdiccional al cual hemos hecho referencia. En otras palabras, no supone desacato
al orden establecido al interior de la judicatura, pues es la ley la que le otorga competencia al
juez penal para conocer la materia y en tal sentido cuando conozca de aquellos asuntos debe
actuar con la independencia y discrecionalidad que le es propia para resolver la causa, aunque
el acto lesivo que se somete a su consideración haya sido producido por una instancia
superior —no en términos jerárquicos sino exclusivamente competenciales—.
En segundo término, esta amplitud de la competencia del juez penal para conocer
hábeas corpus ha generado una que otra crítica sobre todo —aunque no exclusivamente
—.cuando lo que se cuestiona son resoluciones judiciales, toda vez que dicho esquema
permite que se inicie este proceso constitucional en un distrito judicial absolutamente alejado
y distante de aquél en donde se emitió la resolución judicial que es objeto de
cuestionamiento, lo que, según afirman algunos jueces, dificulta en muchas ocasiones el
ejercicio de su derecho de defensa, la tutela jurisdiccional efectiva, entre otros.
Ahora bien, tal parece ser la preocupación en esta materia que el 12 de junio del año
pasado, el Ejecutivo presentó el Proyecto de Ley N. º 1383/2006-PE mediante el cual se
buscaba superar este tipo de inconvenientes. Al respecto, en la exposición de motivos del
Proyecto se afirmaba lo siguiente:
La proliferación de demandas de hábeas corpus, referidas a presuntas detenciones arbitrarias,
que ha devenido en la liberación de inculpados por delitos graves, ordenada por jueces de
competencia territorial distinta al lugar donde se habría afectado el derecho, ha ocasionado
desconcierto público, inseguridad jurídica y desorden, situación que se ha producido por la falta
de previsión del legislador respecto del uso abusivo de la norma, la misma que debe ser
corregida, sin causar menoscabo al acceso a la justicia.
A lo cual añadía luego:
[E]l texto actual del art. 30 que señala: “La demanda de hábeas corpus se interpone ante
cualquier juez penal sin observar turnos”, propicia el acudimiento indiscriminado ante el juez
más adepto a los requerimientos en ocasiones subalternos de los justiciables, lo que a su vez
causa inseguridad jurídica y desprestigio del aparato estatal[…]11.
Sobre la base de estos argumentos, el Ejecutivo propuso modificar tanto el art. 12 como el
28 del CPConst., en los siguientes términos:
Art. 12.- El inicio de los procesos constitucionales se sujetará a lo establecido para el turno
en cada distrito judicial, salvo en los procesos de hábeas corpus en los cuales se observarán
las reglas específicas de competencia”.
Art. 28.- Competencia
La demanda de hábeas corpus se interpone ante el juez Penal del lugar en el que se habría
producido la amenaza o vulneración de los derechos previstos en el art. 25 de esta ley, sin
perjuicio de interponerse ante cualquier juez penal de distinta competencia territorial, siempre
que exista causa que lo justifique.
Muy a despecho de lo interesante de la propuesta, creemos que los argumentos sobre
los que se sustentaba la modificación son fácilmente rebatibles, ya que, como se puede inferir
de la exposición de motivos, éstos se dirigen más hacia una actuación inadecuada por parte
de los jueces que conocen de demandas de hábeas corpus contra resoluciones judiciales, antes
que a los problemas que esto genera para un adecuado ejercicio del derecho de defensa en
particular o la tutela procesal efectiva en general por parte de los jueces cuyas resoluciones
son cuestionadas.
En esa línea de pensamiento, en nuestra modesta opinión, considerando las razones por
las cuales el Ejecutivo pretendía modificar la disposición que venimos comentando, creemos
que el cambio resultaba irrazonable, pues existen otras medidas menos aflictivas al derecho
de acceso a la justicia que pueden atender el mismo fin que se perseguía con el proyecto de
ley, esto es, un idóneo ejercicio de la función jurisdiccional del Estado 12. No obstante, ello,
insistimos en lo interesante y debatible que resulta este tema no por los argumentos que
esboza el Ejecutivo sino sobre todo por las complicaciones que la competencia en materia de
hábeas corpus viene generando en algunos casos para la defensa de los jueces cuyas
resoluciones se cuestionan mediante dicho proceso constitucional.

JURISPRUDENCIA
“La figura de la conversión de los procesos constitucionales (conversión procesal), ha sido y es un tema que ha
tenido un tratamiento dispar dentro del desarrollo jurisprudencial del Tribunal Constitucional, y es que basta

11 Debemos señalar que es el art. 28 mas no el art. 30 del CPConst. el que dispone la competencia de
cualquier juez penal sin observar turnos para la interposición de demandas de hábeas corpus, por lo
que se trata de un error por parte de quienes elaboraron la exposición de motivos del Proyecto de Ley
que venimos comentando.
12 Como puede ser, por ejemplo, exhortar a las autoridades encargadas de velar por la correcta conducta
funcional de los jueces a que sean más rigurosas y estrictas en el cumplimiento de las tareas que les
han sido asignadas.
con echar un vistazo a algunos de sus fallos (Exp. N.° 6453-2007-PHC/TC y Exp. N.° 5527-2008-PHC/TC),
para poder advertir tal situación, pues mientras en el primero se resolvió declarar nulo todo lo actuado y
disponer que el juez Penal que conoció el proceso constitucional de hábeas corpus en primera instancia, remita
al juez Civil para que este actúe como juez de primera instancia y entienda el proceso de hábeas corpus como
uno de amparo; en el segundo de ellos, esto es el 5527-2008-PHC/TC, el Tribunal, advirtiendo una manifiesta
afectación de otros derechos distintos a los de la libertad individual, asume una postura tuitiva de los derechos
fundamentales y resuelve el caso como si fuera un proceso constitucional de amparo. Situación está que ha de
ser corregida por este Colegiado a través de un fallo en el que se precisen los principios y límites que han de
orientar una conversión.
Las causas de este tipo de tratamiento jurisprudencial que ha venido realizando este Tribunal pueden ser muy
variadas; por ello habremos de referirnos solo a aquellos que tengan mayor trascendencia y que hayan llevado
al Colegiado Constitucional a realizar dicha interpretación. Así, conforme al diseño de nuestra jurisdicción
constitucional (dual o paralela), la tramitación de los procesos constitucionales, cuanto menos los que
conforman lo que Mauro CAPPELLETTI denominó jurisdicción constitucional de la libertad, tienen el carácter de
compartidos, esto es, su tramitación en primera y segunda instancia son competencia de los jueces del Poder
Judicial, llegando a ser de conocimiento del Tribunal Constitucional únicamente para ser resueltos en última y
definitiva instancia.
Dicho modelo de jurisdicción constitucional se ve reflejado en el CPConst. en sus art. 28 y 51, los que
desarrollan el tema de la competencia jurisdiccional, estableciendo que para el proceso constitucional de hábeas
corpus el juez competente es el Juez Penal, mientras que para los demás procesos constitucionales de la libertad
(amparo, hábeas data y cumplimiento) el juez competente es el juez Civil o Mixto. A esta determinación el
legislador arriba teniendo como panorama la falta de especialidad en materia constitucional dentro de la
organización del Poder Judicial, es decir, se encontraba ante la inexistencia de jueces constitucionales,
solucionando el tema del modo más práctico y que tenía como aval el modo de cómo su antecesora (Ley N. °
23506) había desarrollado el tema.
Pero ello pasa por efectuar una interpretación literal del desarrollo normativo del CPConst., que no se condice
con los estándares actuales de interpretación en materia constitucional. Por lo que en los argumentos que a
continuación se desarrollarán se dejará en claro el actual planteamiento de este Colegiado”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 05761-2009-HC/TC, ff. jj. n.os 9 - 12.

“Conforme se aprecia a fojas 71 y 85 la demanda fue declarada improcedente in limine por las instancias
precedentes bajo el argumento que el juez ante quien se interpuso la demanda no resulta competente porque
conforme al art. 12 del CPConst., es competente el juez penal de la localidad donde se habría producido la
afectación del derecho constitucional que se invoca o el del domicilio del demandante.
Al respecto, este Colegiado ha señalado que el CPConst. no establece competencia por razón de territorio, y es
que para resolver un proceso constitucional de hábeas corpus es competente cualquier juez penal de la
República, de conformidad con lo previsto por el art. 28 de dicho corpus normativo. Debe precisarse asimismo
que en atención al art. IX del CPConst., de conformidad con el art. 26 del CPC y a lo acogido por la doctrina, la
competencia por razón de territorio es prorrogable, más aún si en los procesos constitucionales, entre ellos el
hábeas corpus, debe entenderse los preceptos normativos en concordancia con la interpretación que tutele
mejor los derechos fundamentales y reconozca su posición preferente, interpretación acorde con el principio
pro hómine (RTC N. ° 2712-2006-PHC/TC, caso Franco Rafael)”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. °
06135-2008-HC/TC, ff. jj. n.os 2 y 3.
“[E]n sede judicial en doble instancia, se ha rechazado in limine la demanda estimándose que el juez
competente para tramitar el hábeas corpus es el de la localidad de Arequipa, criterio que no resulta acorde con
lo prescrito en el CPConst., que no establece competencia por razón de territorio. Conviene recalcar que para
resolver un proceso constitucional de hábeas corpus es competente cualquier juez penal de la República, de
conformidad con lo previsto por el art. 28 del CPConst. precitado.
Debe precisarse asimismo que en atención al art. IX del CPConst., de conformidad con el art. 26 del CPC y lo
acogido por la doctrina, la competencia por razón de territorio es prorrogable, más aún si en los procesos
constitucionales, entre ellos el hábeas corpus, debe entenderse los preceptos normativos en concordancia con la
interpretación que tutele mejor los derechos fundamentales y reconozca su posición preferente, interpretación
acorde con el principio pro hómine”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 02712-2006-HC/TC, f. j. n.° 2.

“[E]ste Colegiado, vertido en las sentencias del Tribunal Constitucional, Exp. N.° 1702-2003-AA/TC, 0116-
2003-AA/TC y Exp. N.° 1337-2003-AA/TC; entre otras, ha sido el de considerar innecesario obligar al
demandante a transitar nuevamente por la vía judicial, cuando el resultado de tal exigencia, a la luz de los
hechos descritos en autos, no solo es previsible, sino innecesario por el costo que entraña.
Que, no obstante, en el caso de autos, un pronunciamiento sobre el fondo supondría desconocer una serie de
garantías constitucionales del proceso, habida cuenta de que el juez de primera instancia resolvió la
controversia, pese a no ser competente. Tal supuesto, por cierto, no se encuentra dentro de los alcances de la
jurisprudencia de este Tribunal mencionadas en el fundamento anterior. De ahí que, con el objeto de respetar
los derechos al juez predeterminado por la ley e, incluso, la garantía del juez imparcial, este Tribunal considera
que debe desestimarse el recurso de reposición propuesto”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00054-
2004-AA/TC, ff. jj. n.os 1 y 2.

“El derecho a la jurisdicción predeterminada por la ley está expresado en términos dirigidos a evitar que se
juzgue a un individuo por ‘órganos jurisdiccionales de excepción’ o por ‘comisiones especiales creadas al
efecto, cualquiera sea su denominación’. En ese sentido, exige, en primer lugar, que quien juzgue sea un juez o
un órgano que tenga potestad jurisdiccional. Se garantiza, así, la interdicción de ser enjuiciado por un juez
excepcional, o por una comisión especial creada ex profesamente para desarrollar funciones jurisdiccionales, o
que dicho juzgamiento pueda realizarse por comisión o delegación. De esa manera se impide que cualquiera de
los poderes públicos pueda avocarse el conocimiento de asuntos que deban ser ventilados ante el Poder Judicial
o ante cualquiera de los órganos jurisdiccionales especializados que la Constitución ha establecido”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 01076-2003-HC/TC, f. j. n.° 4.
Artículo 29.- Competencia del juez de paz
Cuando la afectación de la libertad individual se realice en lugar distinto y lejano o de difícil
acceso de aquel en que tiene su sede el juzgado donde se interpuso la demanda este dictará
orden perentoria e inmediata para que el juez de paz del distrito en el que se encuentra el
detenido cumpla en el día, bajo responsabilidad, con hacer las verificaciones y ordenar las
medidas inmediatas para hacer cesar la afectación.
CONCORDANCIAS
Const. Pol.: art. 152, 2.24.f, 2.24.g y 200.1; CPConst.: arts. 25, 28 y 30

COMENTARIO
Christian Donayre Montesinos

El CPConst. dispone que en caso la lesión de la libertad personal tenga lugar lejos de la
zona en la que se encuentra el juzgado donde se planteó la demanda de hábeas corpus o sea
de difícil acceso, este dictará orden perentoria e inmediata a fin de que el juez de Paz del
distrito en el que está el detenido cumpla en el día, bajo responsabilidad, con hacer las
verificaciones y ordenar las medidas inmediatas para hacer cesar la afectación. A este
respecto el Ejecutivo propuso un cambio normativo específicamente para el caso de hábeas
corpus contra resoluciones judiciales. En tal sentido, la propuesta contenida en el Proyecto de
Ley N.º 1383/2006-PE buscaba agregar un segundo párr. al art. 29 que venimos comentando
en los siguientes términos:
Cuando la afectación proviene de un mandato judicial, el juez de Paz dictará las medidas
adecuadas para que ésta cese, debiendo oír en el día al presunto responsable de la
afectación, a fin de que este le proporcione los elementos necesarios para una adecuada
valoración de los hechos alegados.
La notificación del presunto agresor se efectuará por cédula, facsímil, correo electrónico o
cualquier otro medio análogo que garantice su eficacia y no cause demora en el trámite.
Nuestras observaciones a los argumentos por los cuales el Ejecutivo pretendía
modificar el art. 28 del CPConst. se reproducen en este caso, a lo que debemos añadir que
llama poderosamente la atención que se regule específicamente la competencia en materia de
hábeas corpus contra resoluciones judiciales del juez de paz, cuando en sentido estricto, de
conformidad con lo dispuesto en el CPConst., su competencia está referida a las situaciones
en las que por las condiciones o circunstancias del lugar en donde se interpone la demanda de
hábeas corpus, resulta difícil acceder al lugar en donde se está produciendo el agravio a
efectos de constatar las violaciones que se cuestionan. Aparentemente la participación del
juez de paz en estos casos no pareciera encontrar justificación.
JURISPRUDENCIA
“[La libertad individual constituye] un valor superior del ordenamiento jurídico del Estado; en tal sentido, en el
presente caso, en el que el actor cuestiona su detención procesal impetrando su inmediata libertad, cabe señalar
que la imposición de esta severa medida cautelar no se condice con las antedichas circunstancias procesales
favorables que se desprenden de su situación jurídico penal, y a mayor argumento, con el derecho
constitucional de presunción de inocencia que le asiste como procesado, y que determina que el grado de
exigencia cautelar siempre debe ser el menos gravoso y aflictivo para el procesado, más aún, si en el caso del
beneficiario no se aprecian elementos de juicio que permitan apreciar la existencia de peligro procesal,
resultando por ello arbitraria la continuación de su encarcelamiento preventivo procesal.
Que lo expuesto por este Tribunal no significa arrogarse competencias que no le están permitidas y que, por lo
tanto, puedan significar un pronunciamiento en torno al fondo del proceso penal que se le sigue al beneficiario,
pues, su dilucidación ha de corresponder siempre a los jueces y magistrados de la vía ordinaria, conforme lo ha
establecido nuestro ordenamiento jurídico”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N.° 00122-2000-HC/TC, ff.
jj. n.os 4 y 5.
Artículo 30.- Trámite en caso de detención arbitraria
Tratándose de cualquier de las formas de detención arbitraria y de afectación de la
integridad personal, el juez resolverá de inmediato. Para ello podrá constituirse en el
lugar de los hechos, y verificada la detención indebida ordenará en el mismo lugar la
libertad del agraviado, dejando constancia en el acta correspondiente y sin que sea
necesario notificar previamente al responsable de la agresión para que cumpla la
resolución judicial.

CONCORDANCIAS
Const. Pol.: arts. 2.1, 2.24.f, 2.24.g y 200.1; CPConst.: arts. 25, 29 y 31;

COMENTARIO
Christian Donayre Montesinos
En lo que se refiere al trámite de la demanda de hábeas corpus, el CPConst. diferencia
ya sea que nos encontremos ante un supuesto de detención arbitraria o una supuesta violación
de la integridad personal, si estamos ante otros actos amenazantes o lesivos del derecho a la
libertad personal y demás derechos conexos a ella o ante una eventual desaparición forzada
de personas1314.
En el art. 30 el CPConst. hace referencia expresamente a un trámite especial a la
demanda de hábeas corpus cuando nos encontramos ante una detención arbitraria o un

13 El art. 25.16 de la Ley N. º 28237 recoge el derecho a no ser objeto de desaparición forzada como
susceptible de ser protegido a través del hábeas corpus, aun cuando ya la Corte Interamericana de
Derechos Humanos había establecido que el hábeas corpus constituía un mecanismo idóneo para exigir
la tutela del derecho que venimos comentando. Así, según lo señalado por dicha instancia regional de
protección de los derechos humanos en el caso Castillo Páez, en sentencia de fecha 3 de noviembre de
1997:
“Habiendo quedado demostrado como antes se dijo (supra, párr. 71), que la detención del señor
Castillo Páez fue realizada por miembros de la Policía del Perú y que, por tanto, se encontraba bajo la
custodia de éste, la cual lo ocultó para que no fuera localizado, la Corte concluye que la ineficacia del
recurso de hábeas corpus es imputable al Estado, configurando con ello una violación del art. 25 de la
Convención en relación con el art. 1.1” (párr. 84).
14 Esta distinción parece deberse a que los agravios producidos en uno u otro supuesto no necesariamente
son susceptibles de ser identificados con la misma facilidad y por la urgencia que demanda la tutela de
los derechos allí involucrados.
supuesto de lesión de la integridad personal. Sin embargo, debemos advertir que en sentido
estricto dicho trámite es el que debiera corresponder ante privaciones arbitrarias de la libertad
personal y no solo ante detenciones arbitrarias, puesto que la detención constituye tan solo
una de las formas de privación de la libertad personal, a la cual podríamos sumar por ejemplo
las aprehensiones o los arrestos irregulares.
La aprehensión constituye en sentido estricto un acto de colaboración con la justicia por
parte de los particulares, en virtud del cual privan de su libertad a una persona en caso de
flagrancia delictiva, luego de lo cual deben trasladar al sujeto ante la dependencia policial
más cercana o retener al delincuente hasta que las autoridades policiales se constituyan en el
lugar. Las notas distintivas de la aprehensión son a saber las siguientes: en primer lugar, se
trata de una autorización y no de una potestad, propia de la autoridad pública. De allí que los
particulares no están obligados a privar de su libertad a una persona que vean que está
cometiendo un delito o lo ha cometido momentos antes. No estamos ante una obligación
legal que les sea exigible como sí ocurre con las autoridades policiales. En segundo término,
es necesario que estemos ante una situación de flagrancia delictiva. Finalmente, lo que busca
esta forma de privación de la libertad es que el sujeto aprehendido sea puesto a disposición de
las autoridades policiales, no rigiendo para este caso los plazos de veinticuatro horas o quince
días consagrados constitucionalmente y previstos específicamente para la detención policial15.
Por otro lado, el arresto viene a ser una medida de apremio adoptada en algunos
casos por los jueces para asegurar la efectividad de sus decisiones. En el caso Esmaro
Eduardo Costilla Dávila (Exp. N. º 1729-2002-HC/TC) el Tribunal Constitucional
justamente entró a conocer un asunto en el cual lo que se discutía era una media de
apremio (arresto) dispuesta por un juez en aplicación de lo dispuesto por los arts. 52 y 53
del CPC. Nuestro supremo intérprete de la Constitución resolvió declarando infundada la
demanda de hábeas corpus interpuesta en sentencia de fecha 8 de agosto de 2002 y
publicada el 18 de marzo de 2003 16.
Así, de encontrarnos entonces ante una situación de privación arbitraria de la
libertad personal o de violación de la integridad personal, el juez debiera, en principio,
constituirse en el lugar de los hechos y, verificada la detención indebida o la violación de
15 EGUIGUREN PRAELI, Francisco, “Libertad personal, detención arbitraria y hábeas corpus: las novedades
en la Constitución de 1993”, en La Constitución de 1993. Análisis y Comentarios II, serie: Lecturas
sobre Temas Constitucionales, n.º 11, Lima: Comisión Andina de Juristas, 1995, p. 17. Este trabajo
también se encuentra recogido en la compilación del mismo autor que lleva como título Estudios
constitucionales, Lima: Ara 2002; SAN MARTÍN CASTRO, César, Derecho procesal penal, vol. II. Lima:
Grijley, 2000, p. 815.
16 Héctor FAÚNDEZ distingue además el arresto de la detención en razón de que mientras la primera de
las figuras mencionadas puede implicar una sanción o medida disciplinaria por un tiempo preciso, para
él la segunda en cambio sugiere una privación temporal de la libertad, por un paso indefinido durante
el transcurso de las investigaciones o se ejecuta alguna orden judicial. De allí que dentro de las
primeras se ubican las privaciones de la libertad que tienen lugar al interior de las Fuerzas Armadas y
Policiales. FAÚNDEZ LEDESMA, Héctor, “El derecho a la libertad y seguridad personal”, en Lecturas
Constitucionales Andinas, n. º 1, Lima: Comisión Andina de Juristas, p. 165.
la integridad personal, ordenar en el mismo lugar la libertad del agraviado o el cese del
acto lesivo a dicho derecho fundamental. Para ello, deberá dejar tan solo constancia en el
acta correspondiente y no será necesario notificar previamente al responsable de la
agresión para que dé cumplimiento de la resolución judicial respectiva.
Sin embargo, es importante señalar que en estos casos a pesar de que a nuestro juicio
debe considerarse como obligación del juez que conoce del hábeas corpus constituirse en el
lugar de los hechos a fin de verificar la privación indebida o la lesión de la integridad
personal o, por lo menos, es así como debiera interpretarse el art. 30 del CPConst., no
necesariamente es ello lo que se desprende del tenor literal de dicho dispositivo. En efecto,
según reza dicho precepto literalmente el juez podrá actuar de esa manera. Esto ha generado
una que otra complicación, pues algunos jueces han considerado que el art. 30 deja dentro de
la discrecionalidad judicial la decisión de constituirse en el lugar de los hechos y cuando más
bien proceden a citar a las personas involucradas en la violación de los derechos que se
invocan.
Como señalamos líneas atrás, en nuestra modesta opinión los jueces deben actuar
conforme dispone el art. 30 de la Constitución, por lo que no es un asunto inmerso en su
discrecionalidad judicial. Sobre el particular, el Ejecutivo ha presentado el Proyecto de
Ley N. ° 1383/2006-PE en el que propone cambios de cara a eliminar cualquier resquicio
de duda respecto de cómo debe comportarse el juez que conoce de un hábeas corpus en
estas circunstancias, propuesta que compartimos. Así, en relación con este extremo y con
buen criterio plantea sustituir el término podrá por el de deberá.

JURISPRUDENCIA
“La identificación correcta del demandado en el PHC importa lo que se ha venido a llamar la ‘eventualidad de
la defensa’, según la cual el ordenamiento se pregunta si tiene razones suficientes para oponerse a lo requerido
en la demanda. Ahora bien, no es posible olvidar que la incorporación del principio de audiatur et altera pars
al caso del PHC debe ser visto con la limitación o las características propias que este tipo de proceso
constitucional posee. La protección objetiva de derechos fundamentales, como sustento de los procesos
constitucionales, invita a que en algunos temas pueda resolverse tan solo con la investigación judicial y con la
declaración indagatoria de los demandados. Frente a ello, cuando se desarrollan los trámites de las demandas
de amparo, por ejemplo, se deja claramente establecido que habrá contestación (art. 53 del CPConst.); por su
parte, en el PHC se insiste en la dirección judicial del proceso del juez constitucional (art. III del Título
Preliminar del CPConst.), a través del cual deja a su discrecionalidad posibilitar la defensa por parte del
accionado [art. 30 y ss. del CPConst]. Pese a ello, no sería ilógico que dentro del PHC pueda correrse traslado
de la demanda, permitiendo al accionado contestarla, y es que, si bien no lo contempla, la normatividad
procesal constitucional tampoco lo impide, y si es necesaria para la resolución del caso planteado, el juez
podría solicitarla al demandado. Ahora, el hecho de que no se dé la contestación respectiva, si es que el juez lo
considera pertinente y en virtud de la urgencia de la tutela de derechos, puede satisfacerse con una intervención
de defensa por parte del demandado. El carácter perentorio e ineluctable del PHC así lo sugiere”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 05842-2006-HC/TC, f. j. n.° 27.
“[D]e autos se advierte que en la demanda no se recaudan elementos de juicio suficientes que permitan al juez
constitucional determinar la violación del derecho fundamental alegado para que consecuentemente, se proceda
a materializar la tutela del derecho sustantivo, tanto más si al constituirse al lugar donde presuntamente se
suscitaron los hechos, se constató que no existe la dirección donde presumiblemente se encuentra detenido el
favorecido, siendo la ubicación exacta del presunto lugar de detención el requisito mínimo e indispensable,
exigible a todo justiciable que demande detención arbitraria, distinta a los supuestos de desaparición forzada
por ser este el lugar donde deberá constatarse la detención indebida a que se refiere el art. 30 del CPConst., Ley
N. º 28237”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00482-2005-HC/TC, f. j. n.° 4.

“Según nuestra Constitución vigente, nadie puede ser detenido sino por mandato escrito y motivado de juez,
salvo delito flagrante. Por tanto, no es posible que mediante una acción de garantía se pueda ordenar la
recaptura de los presuntos asaltantes, puesto que ya no se está ante un supuesto de flagrancia, la cual exige
entre sus presupuestos la inmediatez temporal e inmediatez personal, es decir, que el delito haya sido cometido
instantes antes y que el delincuente se encuentre en el lugar de los hechos o muy próximo a ellos. El Tribunal
Constitucional tampoco puede ordenar la detención de los presuntos asaltantes, pues si dicha detención fuera
aún pertinente, ésta deberá ser ordenada por la jurisdicción penal, con observancia de los establecido en el art.
135 del CPP”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00828-2003-HC/TC, f. j. n.° 2.

“[E]l art. 9.4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece que ‘toda persona que sea
privada de su libertad en virtud de una detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de
que este decida a la brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera
ilegal’.
En virtud de este artículo, y específicamente de la frase ‘a la brevedad posible’ y en acatamiento del principio
de celeridad y economía procesales, mis colegas no optan por declarar nulo el proceso para que el Poder
Judicial investigue mejor la situación del actor, como ordena la ley, sino más bien, optan por sentenciar ellos
mismos ‘de inmediato’[...] y lo hacen a favor de mantener preso al recurrente.
Creo que la correcta interpretación del artículo 9.4 del Pacto Internacional citado es distinta: la finalidad del
dispositivo es proteger la libertad del individuo, no su detención, y la urgencia de investigar y resolver, surge
ante la posibilidad de que esté preso un inocente que no merece la prisión preventiva. Pero no cabe esa
urgencia de decidir el fondo del hábeas corpus ‘de inmediato’, con prescindencia de la investigación judicial
que impone la ley, cuando el TC estima que el recurrente debe permanecer detenido[...] La necesaria celeridad
funciona a favor —y no en contra—de la libertad personal. Sin embargo, parecería, al plantear de ese modo la
interpretación del art. 9.4 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que mis colegas opinan que
hay tal urgencia de mantener al recurrente en prisión, y que no debe investigarse el caso en las instancias
judiciales” (voto Singular de la Dra. Delia Revoredo). TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 01091-2002-
HC/TC, f. j. n.° 4.
Artículo 31.- Trámite en casos distintos
Cuando no se trate de una detención arbitraria ni de una vulneración de la integridad
personal, el juez podrá constituirse en el lugar de los hechos, o, de ser el caso, citar a quien o
quienes ejecutaron la violación, requiriéndoles expliquen la razón que motivó la agresión, y
resolverá de plano en el término de un día natural, bajo responsabilidad.
La resolución podrá notificarse al agraviado, así se encontrare privado de su libertad.
También puede notificarse indistintamente a la persona que interpuso la demanda, así como
a su abogado, si los hubiere.
CONCORDANCIAS
Const. Pol: art. 2.1, 2.9, 2.11, 2.21, 2.24.b, 2.24.c, 2.24.h, 36, 99, 137.1, 183 y 200.1; CPConst.: arts. 29 y 30;

COMENTARIO
Chritstian Donayre Montesinos
Si estamos ante otros actos amenazantes o lesivos del derecho a la libertad personal o
demás derechos conexos a ella —distintos a los supuestos de privación arbitraria o de
violación de la integridad personal— el CPConst. establece textualmente que el juez podrá
constituirse en el lugar de los hechos o citará a quien o quienes ejecutaron la violación,
exigiéndoles expliquen las razones que motivaron el acto. Una vez escuchadas dichas
razones, el juez resolverá de plano en el término de un día natural, bajo responsabilidad.
En el caso “Comité contra la Corrupción” (Exp. N.º 367-96-HC/TC) el Tribunal
Constitucional peruano declaró nulo todo lo actuado desde la interposición de la demanda en
razón de que: “[...] cuando no se trate de detención arbitraria, el juez citará a quien o quienes
ejecutaron la violación requiriéndoles expliquen la razón que motivara la agresión, hecho que
no se ha cumplido en el caso bajo examen […] los accionados no han sido notificados con la
acción de hábeas corpus […] vulnerándose de este modo su derecho a la defensa […]”.
En similar sentido se encuentra su pronunciamiento recaído en el caso Jorge
Chávez Montoya (Exp. N.º 7024-2005-PHC/TC), que tuvo lugar mucho tiempo después.
Así, a tenor lo señalado por el Tribunal Constitucional:
Del estudio de autos se advierte que el juez constitucional no emplazó con la demanda a
quienes presumiblemente ejecutaron la vulneración constitucional que sustenta la demanda,
error que pasó inadvertido en segunda instancia de la sede judicial, incurriendo en vicio
procesal insubsanable, toda vez que, de acuerdo al art. 31 del CPConst., se cita a quien o
quienes ejecutaron la violación, requiriéndoles para que se expliquen la razón que motivó la
agresión.
La resolución respectiva en este caso podrá ser notificada al agraviado, aun así, se
encuentre privado de su libertad, así como a la persona que interpuso la demanda de
hábeas corpus o al abogado correspondiente, si los hubiere.
En esta materia nos permitimos muy respetuosamente efectuar la misma crítica
esbozada cuando comentamos el art. 30 del CPConst., es decir, que en nuestra modesta
opinión la primera actuación que debe procurar realizar el juez cuando se trata de un hábeas
corpus es apersonarse en el lugar de los hechos a efectos de constatar la violación que se
alega en la demanda y, luego de ello, esto es, si esta actuación no es posible por las
circunstancias del caso proceder a citar a quien o quienes ejecutaron la violación.
En esta materia el Ejecutivo propuso cambios mediante el Proyecto de Ley N. °
1383/2006-PE, pero en este caso buscó sustituir la expresión podrá por la de deberá no en el
extremo referido a la presencia del juez en el lugar de los hechos para efectos de la
verificación correspondiente, sino en cuanto a la citación de los presuntos responsables de la
violación. En tal sentido, a criterio del Ejecutivo el CPConst. debe decir que el juez deberá
citar a quienes ejecutaron la violación y podrá constituirse en el lugar de los hechos. Sin
embargo, si como argumenta el Ejecutivo en su Proyecto de Ley N. º 1383/2006-PE la
finalidad del mismo es evitar que la verificación de la violación se considere como una
facultad discrecional del juez que conoce del hábeas corpus, lo recomendable sería sustituir
inclusive en la parte relativa a la verificación de la agresión el término podrá por el de deberá.
Dicho cambio sería más consecuente con la motivación del citado proyecto de ley.

JURISPRUDENCIA
“[S]i bien no corresponde que la justicia constitucional se pronuncie respecto de a quién corresponde la
tenencia del menor favorecido con la demanda, resulta necesario que se realice una investigación preliminar,
con el objeto de determinar su ubicación y, de ser el caso, ponerlo a disposición de la autoridad competente,
para que resuelva lo pertinente sobre el particular.
Que dada la existencia de un rechazo liminar, sin que se efectúe la investigación a que hace referencia el art. 31
del CPConst., consideramos que se ha incurrido en un vicio procesal insubsanable que afecta
trascendentalmente la decisión adoptada en primera y segunda instancia, por lo que resulta de aplicación el
art. 20 de la norma precitada, que establece que si la resolución impugnada ha sido expedida incurriéndose
en un vicio del proceso que ha afectado el sentido de la decisión, debe anularse tal pronunciamiento y
ordenarse la reposición del trámite al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 03431-2009-HC/TC, ff. jj. n.os 2 y 3.
“La demanda de autos fue rechazada liminarmente sin que se efectúe la investigación necesaria que permita
determinar si en autos existe la afectación de algún derecho protegido a través del proceso de hábeas corpus,
conforme a lo dispuesto por el art. 31del CPConst.; en ese sentido, en principio, se habría incurrido en un vicio
procesal que podría afectar al presente proceso, por lo que sería de aplicación al caso el art. 20 de la norma
precitada, que establece que si la resolución impugnada ha sido expedida incurriéndose en un vicio del proceso
que ha afectado el sentido de la decisión, debe anularse y ordenarse la reposición del trámite al estado
inmediato anterior a la ocurrencia del vicio.
No obstante, en la medida que la demanda de autos es manifiestamente infundada, toda vez que no está
orientada a la protección del derecho a la libertad individual o algún derecho conexo, en los términos que prevé
el artículo 200, inciso 1 de la Constitución, sino a obtener la paralización de un procedimiento administrativo
de naturaleza coactiva, así como los efectos derivados del mismo, es innecesario declarar el quebrantamiento
de forma y la correlativa nulidad de los actuados”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 06233-2005-
HC/TC, ff. jj. n.os 2 y 3.

“[L]a demanda fue rechazada liminarmente, sin efectuarse investigación alguna que permita determinar la
afectación del derecho a la libertad individual de la menor; siendo así, el a quo debe proceder con arreglo a lo
prescrito en el art. 31 CPConst. En consecuencia, al haberse incurrido en un vicio procesal insubsanable que
afecta trascendentalmente las decisiones adoptadas en primera y segunda instancia, estas deberán anularse y
ordenarse la reposición del trámite al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio, en aplicación del art.
20 de la norma precitada”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00027-2007-HC/TC, f. j. n.° 2.

“[L]a demanda fue rechazada liminarmente, sin que se efectúe la investigación necesaria que permita
determinar si en autos existe la afectación alegada, conforme lo dispone el art. 31 del CPConst. En ese sentido,
en principio, se habría incurrido en un vicio procesal que podría afectar al presente proceso, por lo que sería de
aplicación al caso el artículo 20 de la norma precitada, que establece que, si la resolución impugnada ha sido
expedida incurriéndose en un vicio procesal que ha afectado el sentido de la decisión, ésta debe anularse y
ordenarse la reposición del trámite al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 02377-2005-HC/TC, f. j. n.° 2.

“El demandante alega una vulneración del debido proceso en la modalidad de la debida fundamentación de las
decisiones jurisdiccionales, por lo que este Colegiado opina que, para dilucidar la pertinencia, razonabilidad y
necesidad de la medida restrictiva de libertad adoptada por el órgano judicial, es necesario contar con la
declaración de los emplazados, en el marco de la investigación sumaria prevista en el art. 31 del CPConst. para
casos en los que no se trate de detenciones arbitrarias ni de una vulneración a la integridad personal”. Tribunal
Constitucional, Exp. N. ° 04529-2005-HC/TC, f. j. n.° 3.

“[L]a demanda ha sido rechazada sin que se efectúe la investigación necesaria que permita determinar si en
autos existe la afectación de derecho alguno protegido a través del proceso de hábeas corpus, conforme a lo
dispuesto por el art. 31 del CPConst. En ese sentido, en principio, se habría incurrido en un vicio procesal que
podría afectar al presente proceso, por lo que sería de aplicación el art. 20 de la norma precitada, que establece
que, si la resolución impugnada ha sido expedida incurriéndose en un vicio procesal que ha afectado el sentido
de la decisión, se debe anular dicha resolución y ordenarse la reposición del trámite al estado inmediato
anterior a la ocurrencia del vicio.
No obstante, en la medida en que la demanda de autos es manifiestamente infundada, toda vez que no está
relacionada con la protección del derecho a la libertad individual o de algún derecho conexo a él, en los términos
que prevé el art. 200, inciso 1, de la Constitución, sino a cuestionar el resultado de un proceso penal, el mismo que
es contrario a los intereses del demandante, se hace innecesario declarar el quebrantamiento de forma”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 04581-2005-HC/TC, ff. jj. n.os 1 y 2.

“[L]a demanda de autos fue rechazada liminarmente sin llevarse a cabo la investigación que pudiera permitir
determinar si en autos existe la afectación del derecho alegado en el proceso de hábeas corpus, conforme a lo
previsto por el art. 31 del CPConst. En ese sentido, en principio, se habría incurrido en un vicio procesal que
podría afectar al presente proceso, por lo que sería de aplicación el art. 20 de la norma precitada, que establece
que, si la resolución impugnada ha sido expedida incurriéndose en un vicio procesal que ha afectado el sentido
de la decisión, ésta deberá anularse y se ordenará la reposición del trámite al estado inmediato anterior a la
ocurrencia del vicio”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 06528-2005-HC/TC, f. j. n. 2.

“[P]ese a que en autos existe una constancia policial mediante la cual se da cuenta de la existencia de una
tranquera que impide el acceso del accionante a su domicilio, y en contraposición con la manifestación del
accionado, según la cual no es posible que se pueda impedir el acceso al domicilio del actor, toda vez que su
domicilio se encuentra ubicado en un campo abierto de aproximadamente tres kilómetros (3 Km.), el a quo no
ha realizado las diligencias necesarias a que lo faculta el art. 13 de la Ley N. ° 25398, a fin de constatar in situ
si efectivamente se viene transgrediendo la libertad de tránsito del actor.
Que, en consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que, en el presente caso, es de aplicación el art. 42
de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, por lo que se debe declarar la nulidad de los actuados y
disponer que el a quo se constituya en el lugar de los hechos a fin de determinar si aún persisten los obstáculos
de hecho que impiden el ejercicio de la libertad de tránsito del actor”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. °
00729-2002-HC/TC, ff. jj. n.os 2 y 3.
Artículo 32.- Trámite en caso de desaparición forzada
Sin perjuicio del trámite previsto en los artículos anteriores, cuando se trate de la
desaparición forzada de una persona, si la autoridad, funcionario persona demandada no
proporcionan elementos de juicio satisfactorios sobre el paradero o destino, el juez
deberá adoptar todas las medidas necesarias que conduzcan a su hallazgo, pudiendo
incluso comisionar los jueces del distrito judicial donde se presuma que la persona
pueda estar detenida para que las practiquen. Asimismo, el juez dará aviso de la
demanda de hábeas corpus al ministerio público para que realice las investigaciones
correspondientes.
Si la agresión se imputa a algún miembro de la policía nacional o de las Fuerzas Armadas,
el juez solicitará, además, a la autoridad superior del presunto agresor de la zona en la cual
la desaparición ha ocurrido, que informe dentro del plazo de veinticuatro horas si es cierta o
no la vulneración de la libertad y proporcione el nombre de la autoridad que la hubiere
ordenado o ejecutado.

CONCORDANCIAS

Const. Pol.: arts. 2.1, 200.1, 320; CPConst.: arts. 25.16; Convención Internacional para la Protección de
todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas; Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas: art. II TP; Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional: art. 7.

COMENTARIO
Marco Falconi Picardo

La desaparición forzada también es conocida como desaparición involuntaria de personas y


supone la violación de múltiples derechos humanos que constituyen un crimen de lesa
humanidad.
El art. 2 de la Convención Internacional para la Protección de todas las Personas contra
las Desapariciones Forzadas, considera como desaparición forzada “el arresto, la detención,
el secuestro o cualquier forma de privación de libertad, cometida por agentes del Estado o por
personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del
Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de
la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley”.
Resulta importante anotar que la Convención consagra una serie de derechos, siendo
los más importantes los siguientes:
a) El derecho a la verdad, el derecho a tener conocimiento acerca del destino de la
persona desaparecida y de todas las circunstancias de este delito;
b) El derecho a los familiares a recuperar los restos de sus seres queridos;
c) Establecimiento de garantías respecto de la detención clandestina de cualquier persona;
d) La incorporación a los códigos penales nacionales la figura de la desaparición forzada;
e) El derecho de no ser sujeto de una desaparición forzada, con todas las obligaciones y
consecuencias para todos los Estados;
f) Las desapariciones forzadas constituyen crímenes de lesa humanidad;
g) Se consideran también como víctimas a los familiares y allegados;
h) El derecho del niño —víctima de desaparición forzada—, a recuperar su identidad;
i) El derecho a la reparación comprende todos los daños materiales y morales, tales como: la
restitución, la readaptación, la satisfacción –incluido el restablecimiento de la dignidad
y la reputación, las garantías de no repetición.

El art. 320 del CP establece:


El funcionario o servidor público que prive a una persona de su libertad, ordenando o
ejecutando acciones que tengan por resultado su desaparición debidamente comprobada,
será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años e inhabilitación,
conforme a los incs. 1 y 2 del art. 366.
El bien jurídico penalmente tutelado es la libertad personal, derecho que es conculcado
temporal o definitivamente por una desaparición forzada. El sujeto activo de este delito
especial es un funcionario o servidor público y el sujeto pasivo puede ser cualquier persona
humana.
La acción típica consiste en privar a una persona de su libertad, mediante acciones que
tengan por objeto ejecutar una desaparición forzada, es un delito doloso, que se consuma
cuando el funcionario o servidor público detiene a la víctima con la finalidad de
desaparecerla temporal o definitivamente.
Resulta doloroso reconocer y esperamos que nunca más se repita, la Comisión de la
Verdad y Reconciliación estableció que “los peruanos que faltan” producto de
desapariciones forzadas ascienden a 8558 personas.
Trámite ante una desaparición forzada
Presentada una demanda de hábeas corpus, deberá de tramitarse de la siguiente forma:
a) Intervención del juez. Admitida la demanda, el juez requerirá el informe
correspondiente a la autoridad o funcionario presuntamente responsable y en caso
que la parte demandada no proporcione elementos de juicio satisfactorios, deberá
adoptar todas las medidas necesarias que conduzcan a su hallazgo, pudiendo
inclusive comisionar a jueces del distrito judicial donde se presuma que la persona
pueda estar detenida.
La facultad prevista de comisionar, está regulada en la Ley Orgánica del Poder Judicial
y a pesar de ser innecesaria, por la importancia y urgencia de este proceso, resulta
justificable.
b) Intervención del Ministerio Público. El juez pondrá en conocimiento del Ministerio
Público de la demanda interpuesta, a efecto de que realice las investigaciones
correspondientes.
c) Agresión por miembros de las Fuerzas Policiales o Militares. En este caso, el juez
solicitará informe a la autoridad superior del presunto agresor del lugar en la cual la
desaparición ocurrida, a efecto de que informe en el término de 24 horas si es cierta o
no la vulneración de la libertad y proporcione el nombre de la autoridad que le hubiere
ordenado o ejecutado.
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional
El Tribunal Constitucional Peruano se ha pronunciado en diferentes oportunidades,
siendo especialmente relevantes las siguientes:
a) El derecho a la verdad ostenta rango constitucional pues es una expresión concreta
de los principios constitucionales de la dignidad humana, del Estado democrático y social de
derecho y de la forma republicana de gobierno (Exp. N.° 2488-2002-HC. 18-03-2004, Pleno
del Tribunal Constitucional. f. j. n.° 15)17.
b) El derecho a la verdad se deriva directamente del principio de la dignidad humana,
pues el daño ocasionado a las víctimas no solo se traduce en la lesión de bienes tan relevantes
como la vida, la libertad y la integridad personal, sino también de la ignorancia de lo que
verdaderamente sucedió con las víctimas de los actos criminales. El desconocimiento del
lugar donde yacen los restos de un ser querido, o de lo que sucedió con él, es tal vez una de
las formas más perversamente sutiles, pero no menos violenta, de afectar la conciencia y
dignidad de los seres humanos (Exp. N. ° 2488-2002-HC/TC, f. j. n.° 16).
c) El derecho a la verdad tiene una dimensión individual, cuyos titulares son las
víctimas, sus familias y sus allegados. El conocimiento de las circunstancias en que se
cometieron las violaciones de los derechos humanos y, en caso de fallecimiento o
17 Guía de jurisprudencias del Tribunal Constitucional para el abogado litigante, Lima: El Búho, 2008.
desaparición, del destino que corrió la víctima por su propia naturaleza, es de carácter
imprescriptible. Las personas, directa o indirectamente afectadas por un crimen de esa
magnitud, tienen derecho a saber siempre, aunque haya transcurrido mucho tiempo desde la
fecha en la cual se cometió el ilícito, quien fue su autor, en qué fecha y lugar se perpetró,
como se produjo, porque le se le ejecutó, donde se hallan sus restos, entre otras cosas. El
derecho a la verdad no solo deriva de las obligaciones internacionales contraídas por el
Estado Peruano, sino también por la propia Const. Pol., la cual, en su art. 44, establece la
obligación estatal de cautelar todos los derechos y, especialmente, aquellos que afectan la
dignidad del hombre, pues se trata de una circunstancia histórica que, si no es esclarecida
debidamente, puede afectar la vida misma de las instituciones (Exp. N.° 2488-2002-
HC/TC, f. j. n.° 9).
d) El derecho a la verdad, aunque no tiene un reconocimiento expreso en nuestro texto
constitucional, es un derecho plenamente protegido, derivado en primer lugar de la
obligación estatal de proteger los derechos fundamentales y de la tutela jurisdiccional (Exp.
N.° 2488-2002-HC/TC, f. j. n.° 13).
e) El derecho a la información pública implica también el derecho de toda persona a la
verdad traducido en la obtención de una información fidedigna e indiscutible de parte de la
Administración (Exp. N. ° 0959-2004-HC, f. j. n.° 7).
f) El derecho a la verdad, como parte del catálogo de derechos humanos reconocidos
universalmente, guarda plena conexión con el derecho a la información y transparencia en el
manejo de la cosa pública, en razón de que la sociedad tiene el atributo jurídico de acceder al
conocimiento de los hechos de relevancia pública; y, por ende, de que goce de certeza y
exactitud. Por ello, el conocimiento de la verdad entronca con los postulados del Estado
democrático y los derechos ciudadanos. En tal sentido, la conducta opuesta a la verdad es la
falsedad. De ahí que en la esfera pública el ocultar la verdad puede dar lugar a diferentes
grados de responsabilidad política y administrativa, penal o civil (Exp. N.° 0959.2004-
HC/TC, f. j. n.° 8).
g) Es innegable que el concepto de verdad tiene, desde sus orígenes de la reflexión
pública, una correspondencia con aquel apotegma que señala que “verdadero es el discurso
que dice las cosas como son, falso el que las dice como no son”. Este principio es asumido
plenamente en el derecho de acceso a la información pública, pues la Administración se
encuentra en la obligación de brindar información veraz, sin alterar ni ocultar la realidad de
los hechos (Exp. N. ° 0959-2004-HC. 19-11-2004.
h) Esta modalidad podrá ser utilizada cuando no sea posible ubicar el paradero de una
persona detenida-desaparecida. Por consiguiente, la finalidad de su interposición es no solo
garantizar la libertad y la integridad personal, sino, adicionalmente, asegurar el derecho a la
vida, y desterrar las prácticas de ocultamiento o indeterminación de los lugares de
desaparición.
En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Ernesto Castillo
Páez vs. República del Perú (párr. 84 de la sentencia del 3 de noviembre de 1997), estableció
lo siguiente: “Habiendo quedado demostrado como antes se dijo (supra, párrafo 71), que la
detención del señor Castillo Páez fue realizada por miembros de la Policía del Perú y que, por
tanto, se encontraba bajo la custodia de este, la cual lo ocultó para que no fuera localizado, la
Corte concluye que la ineficacia del recurso de hábeas corpus es imputable al Estado,
configurando con ello una violación del art. 25 de la Convención en relación con el art. 1.1”
(Exp. N. ° 2663-2003-HC, Fundamento Jurídico 3).18

JURISPRUDENCIA
“La desaparición forzada de personas es un delito pluriofensivo, por cuanto afecta la libertad física, el debido
proceso, el derecho a la integridad personal, el reconocimiento de la personalidad jurídica y, como ya se ha
señalado, el derecho a la tutela judicial efectiva. La vigencia de estos derechos es absoluta, por lo que su
protección se encuentra regulada en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario.
En efecto, la desaparición forzada de personas supone generar una cruel sensación de incertidumbre tanto
para la persona desaparecida como para sus familiares, los mismos que pasan a ser víctimas directas de
este grave hecho. Por ello, el Derecho Internacional reconoce a la desaparición forzada como una de las
modalidades más graves de violaciones de los derechos humanos.
Ahora bien, cuando este hecho es cometido como parte de una estrategia general o representa solo un ejemplo
de un conjunto de conductas ilícitas similares, estamos frente a la existencia de un patrón de violaciones, lo que
las convierte en crimen de lesa humanidad. Al respecto, el informe final de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación constató que los hechos atribuibles al autodenominado grupo Colina representaron un patrón
sistemático y generalizado de violaciones a los derechos humanos, expresado en hechos como las
desapariciones de La Cantuta, la del periodista Pedro Yauri, los asesinatos de estudiantes en la Universidad
Nacional del Centro y la masacre de Barrios Altos. Tal como lo expresa la juez del Segundo Juzgado Penal
Especial en el auto apertorio de instrucción del proceso signado con el número 01-2003, la organización de la
desaparición de los campesinos del Santa hubiera sido imposible sin la consecución de recursos logísticos
significativos, razón por la cual han sido considerados como responsables los altos mandos a cargo de las
labores de inteligencia de esos años, incluyendo el procesamiento del ex-presidente de la República.
El delito de desaparición forzada ha sido desde siempre considerado como un delito de lesa humanidad,
situación que ha venido a ser corroborada por el art. 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional, que la
define como `la aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o una organización
política, o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa a informar sobre la privación de
libertad o dar información sobre la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de dejarlas fuera
del amparo de la ley por un período prolongado´.
Se trata, sin duda, de un delito de lesa humanidad cuya necesidad social de esclarecimiento e investigación
dada su extrema gravedad, no puede ser equiparada a la de un mero delito común. En este sentido, la
Resolución N.° 666 (XIII-083) de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, estableció
en el art. 4, `Declarar que la práctica de la desaparición forzada de personas en América es una afrenta a la
conciencia del hemisferio y constituye un crimen de lesa humanidad´. La Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas reafirma en su preámbulo que la práctica sistemática de desapariciones
18 SAR, Omar, Código Procesal Constitucional, Lima: Grijley, 2006, p. 207.
forzadas constituye un delito de lesa humanidad. La necesidad social del esclarecimiento e investigación de
estos delitos no puede ser equiparada a la de un mero delito común (Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas, Resolución adoptada en la séptima sesión plenaria, 9 de junio de
1994.OEA/Ser.P AG/doc.3114/94 rev.)”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 04677-2005-HC/TC, ff. jj.
n.os 26 - 30.
“Esta modalidad podrá ser utilizada cuando no sea posible ubicar el paradero de una persona detenida-
desaparecida. Por consiguiente, la finalidad de su interposición es no solo garantizar la libertad y la integridad
personal, sino, adicionalmente, asegurar el derecho a la vida, y desterrar las prácticas de ocultamiento o
indeterminación de los lugares de desaparición.
En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Ernesto Castillo Páez vs. República
del Perú, (párr. 84 de la sentencia del 3 de noviembre de 1997), estableció lo siguiente: ‘Habiendo quedado
demostrado como antes se dijo (supra, párr.71), que la detención del señor Castillo Páez fue realizada por
miembros de la Policía del Perú y que, por tanto, se encontraba bajo la custodia de este, la cual lo ocultó
para que no fuera localizado, la Corte concluye que la ineficacia del recurso de hábeas corpus es imputable
al Estado, configurando con ello una violación del art. 25 de la Convención en relación con el art. 1.1”.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N.° 02663-2003-HC/TC, f. j. n.° 3.

“La Nación tiene el derecho de conocer la verdad sobre los hechos o acontecimientos injustos y dolorosos
provocados por las múltiples formas de violencia estatal y no estatal. Tal derecho se traduce en la posibilidad
de conocer las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las cuales ellos ocurrieron, así como los motivos que
impulsaron a sus autores. El derecho a la verdad es, en ese sentido, un bien jurídico colectivo inalienable.
Al lado de la dimensión colectiva, el derecho a la verdad tiene una dimensión individual, cuyos titulares son las
víctimas, sus familias y sus allegados. El conocimiento de las circunstancias en que se cometieron las
violaciones de los derechos humanos y, en caso de fallecimiento o desaparición, del destino que corrió la
víctima por su propia naturaleza, es de carácter imprescriptible. Las personas, directa o indirectamente
afectadas por un crimen de esa magnitud, tienen derecho a saber siempre, aunque haya transcurrido mucho
tiempo desde la fecha en la cual se cometió el ilícito, quién fue su autor, en qué fecha y lugar se perpetró, cómo
se produjo, por qué se le ejecutó, dónde se hallan sus restos, entre otras cosas. El derecho a la verdad no solo
deriva de las obligaciones internacionales contraídas por el Estado peruano, sino también de la propia
Constitución Política, la cual, en su artículo 44º, establece la obligación estatal de cautelar todos los derechos y,
especialmente, aquellos que afectan la dignidad del hombre, pues se trata de una circunstancia histórica que, si
no es esclarecida debidamente, puede afectar la vida misma de las instituciones”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N.° 02488-2002-HC/TC, ff. jj. n.os 8 y 9.
Artículo 33.- Normas especiales de procedimiento
Este proceso se somete además a las siguientes reglas:
1) No cabe recusación, salvo por el afectado o quien actúe en su nombre.
3) No caben excusas de los jueces ni de los secretarios.
4) Los jueces deberán habilitar día y hora para la realización de las actuaciones procesales.
5) No interviene el Ministerio Público.
6) Se pueden presentar documentos cuyo mérito apreciará el juez en cualquier estado del
proceso.
7) El juez o la Sala designará un defensor de oficio al demandante, si lo pidiera
8) Las actuaciones procesales son improrrogables.

CONCORDANCIAS
Const. Pol.: arts. 139.9, 200.1; CPConst.: arts. 5.4, 5.10; CPC: arts. 311, 312; CdePP: 68,70, 71.
ANTECEDENTES
Ley de Hábeas Corpus y Amparo: art. 33

COMENTARIO
Marco Falconi Picardo
Lo que nos interesa a todos es tener una persona digna y que tenga capacidad de juzgar
y que por supuesto sea imparcial.
Resulta importante anotar lo que nos dijo Fransceso CARNELUTTI sobre la
imparcialidad de los jueces.
Cultura y moralidad o, quizá mejor por su orden, moralidad y cultura se refieren al
modo de ser del juez en sí; pero el problema de su idoneidad para juzgar no está resuelto con
esto.
Ahora bien, conviene reflexionar que no solo la res iudicanda es, más propiamente, un
homo iudicandus sino, más verdaderamente todavía, son dos hombres, esto es, las dos partes,
las cuales en el proceso contencioso están sobre la escena ambas, pero, como veremos, no
faltan tampoco en el proceso voluntario, si bien una esté casi siempre entre bastidores. Hace
falta poca cosa para comprender que la idoneidad del juez depende, más que de sus
cualidades, de una posición suya frente a las partes. Tal posición, que recibe el nombre de
imparcialidad, se resuelve en una equidistancia de las partes.
Pero estas cosas tan fáciles de decir cómo, desgraciadamente, difíciles de poner en
práctica. Basta reflexionar que ser imparcial significa no ser parte; pero el juez, puesto que no
es más que un hombre, no puede dejar de ser parte. Esto quiere decir, en términos menos
abstractos, un individuo con sus simpatías y sus antipatías, sus relaciones, sus intereses,
finalmente con aquel misterioso modo de ser que son las predilecciones. Pretender la
imparcialidad del juez es, por tanto, algo como buscar la cuadratura del círculo. Será
necesario hacer vivir al juez dentro de una campana de vidrio; y quizá no bastaría todavía,
porque le haría perder la humanidad, esto es, ante todo, la comprensión, que viene de saber
vivir la vida de los otros”.19

No cabe recusación, salvo por el afectado o quien actúe en su nombre


La recusación es un instituto procesal mediante el cual las partes pueden solicitar
que el juez, secretario o auxiliares se aparten del conocimiento del proceso porque están
inmersos en causales que hacen dudar de su imparcialidad. Estas causales están previstas
en el art. 307 del CPC 20 y en el art. 29 del CdePP 21.

19 CARNELUTTI, Francesco, Derecho Procesal Civil. t. I, Buenos Aires: EJEA, 1971, p. 84.
20 Art. 307 del CPC:
“Las partes pueden solicitar que el Juez se aparte del proceso cuando:
Es amigo íntimo o enemigo manifiesto de cualquiera de las partes, demostrado por hechos
inequívocos.
Él o su cónyuge o concubino o su pariente en la línea directa o en la línea colateral hasta el segundo
grado, primero de afinidad o adoptado, tienen relaciones de crédito con alguna de las partes, salvo con
alguna de las partes; salvo que se trate de persona de derecho o de servicio público;
Él o su cónyuge o concubino, son donatarios, empleadores o presuntos herederos de alguna de las
partes;
Haya intervenido en el proceso como apoderado, miembro del Ministerio Público, perito, testigo o
defensor;
Tiene interés directo o indirecto en el resultado del proceso; y
Exista proceso vigente entre él o su cónyuge o concubino con cualquiera de las partes, siempre que no
sea promovido con posterioridad al indicio del proceso”.
21 Art. 29 del CdePP:
“Causales de recusación:
Los jueces en el procedimiento penal pueden ser recusados por el inculpado o por la parte civil, en los
casos siguientes:
Si resultan agraviados por el hecho punible;
Si han presenciado el acto delictuoso y les corresponde declarar como testigos;
Si son o han sido cónyuges, tutores o curadores del inculpado o agraviado;
Sin son parientes consanguíneos hasta el cuarto grado, afines hasta el segundo, o adoptivos o
espirituales con el inculpado o con el agraviado;
Si han sido parientes afines hasta el segundo grado, aunque se haya disuelto la sociedad conyugal que
causó la afinidad;
Si son acreedores o deudores del inculpado o del agraviado; y,
Cuando hayan intervenido en la instrucción como jueces inferiores, o desempeñado el Ministerio
Público, o intervenido como peritos o testigos, o por haber sido defensores del inculpado o del
agraviado”.
Resulta importante anotar que solamente está prevista la recusación para la parte
afectada que resulta ser el demandante. En ningún caso el actor va a pretender dilatar el
proceso de hábeas corpus debido a que es el más interesado en que se resuelva y en caso que
haga valer su derecho, se presume que efectivamente hay alguna causal de recusación.
Esta facultad no está prevista para la parte demandada, la misma que pudiera
dolosamente utilizar este mecanismo procesal para entorpecer o dilatar el proceso.

No caben excusas de los jueces ni secretarios


“La excusa, abstención o excusación es el instituto procesal, por el que el juez, de
mutuo propio, hace conocer por decoro y honestidad que sobre su ánimo pesan tales o
cuales hechos que pueden hacer poner en duda su imparcialidad” 22.
En este caso y por la urgencia e importancia del proceso de hábeas corpus se proscribe
la excusa y también se trata de evitar que algunos magistrados incurran en inconducta
funcional y traten de eludir su responsabilidad cuando la parte demandada sea una persona o
grupo con mucha influencia o poder.

Los jueces deberán habilitar día y hora para la realización de las actuaciones
procesales
El proceso de hábeas corpus representa por excelencia un proceso de tutela urgente,
teniendo en consideración que los derechos amenazados o conculcados son tan
importantes como la libertad individual y que requieren de un diligenciamiento y
resolución inmediata que restituya el derecho conculcado.
Todas las actuaciones judiciales deben de realizarse en el horario de despacho judicial
fijado, pero tratándose de material penal y específicamente del proceso de hábeas corpus se
puede habilitar lugar y tiempo en los casos que resulte absolutamente necesario, de acuerdo a
las circunstancias del caso subjúdice. 23

No interviene el Ministerio Público

22 PINO CARPIO, Remigio, Nociones de derecho procesal y comento sucinto del Código de
Procedimientos Civiles t. I., 1963, p. 199.

23 DS: N.° 017-93-JUS (TUO de la Ley Orgánica del Poder Judicial).


Art. 124.- Actuaciones judiciales: Días y horas hábiles. Las actuaciones judiciales se practican en días
y horas hábiles, bajo pena de nulidad.
Son horas hábiles las que median entre las seis y las veinte horas.
El Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, con opinión, del Consejo Ejecutivo Distrital que corresponda,
puede modificar el período hábil antes señalado, pero sin reducir el número de horas diarias.
Son días inhábiles aquellos en que se suspende el Despacho conforme a esta ley.
Art. 125.- Habilitación de días y horas inhábiles. Los magistrados pueden habilitar los días y horas
inhábiles en los casos señalados por las normas procesales.
Art. 126.- Días y horas hábiles en procesos penales. En los procesos penales se consideran hábiles
todas las horas y días del año.
En la Ley N.° 23506 se estableció como norma de carácter general la no intervención
del Ministerio Público, excepto para el caso que coadyuvara a la defensa del perjudicado,
como defensor del pueblo, mientras que en el actual régimen previsto por el CPConst. se ha
proscrito su intervención.
Esta regulación es sumamente grave, porque la explicación o justificación que se ha
dado sobre el particular es que el Ministerio Público retrasa la tramitación de los procesos y
se dilata innecesariamente los procesos y finalmente se sostiene que la opinión (dictámenes)
del Ministerio Público son irrelevantes sobre el fondo del asunto.
Esta percepción tan pobre que se tiene de ésta institución está plasmada en el CPConst.
y realmente es bastante grave, porque si finalmente se piensa o concibe a ésta institución de
ésta forma, lo coherente sería desaparecerla.
Particularmente considero un grave error que se proscriba la intervención del
Ministerio Público, porque lo que había que haberse regulado era su intervención desde la
notificación con la demanda y el dictamen a emitirse (en el término de un día y bajo
responsabilidad), dando mayor garantía al proceso y a los derechos del afectado.

Se pueden presentar documentos cuyo mérito apreciará el juez en cualquier


estado del proceso.
El CPC, en su art. 233 ha establecido que documento: “es todo escrito u objeto que
sirve para acreditar un hecho”.
Resulta obvio que los documentos más importantes son los escritos y finalmente
que todos los documentos presentados sean de actuación y valoración inmediata, porque
en esta clase de procesos no existe etapa probatoria.

El juez o la Sala designará un defensor de oficio al demandante, si lo pidiera


El actor que interpone una demanda de hábeas corpus, en la mayoría de los casos
cuenta con su abogado defensor, pero si se presentase algún caso de un agraviado no
tuviese abogado defensor, a su petición, el órgano jurisdiccional pertinente deberá de
nombrarle un defensor de oficio.

Las actuaciones procesales son improrrogables


Teniendo en consideración que el proceso de amparo es urgente, con muy buen criterio
y a la luz de las experiencias judiciales sobre dilaciones, no se permite que ningún acto
procesal ni informes forenses puedan ser postergados y el propio Tribunal Constitucional ha
establecido que el derecho al recurso sencillo, rápido y efectivo está referido a los procesos
constitucionales de la libertad.
Cabe recordar que en la Ley N.° 23506, art. 23.7 se permitía el aplazamiento de
las diligencias procesales si las solicitaba el demandante o perjudicado.

JURISPRUDENCIA
“[S]i bien es cierto que el CPConst. no admite excusas de jueces y secretarios durante la tramitación de las
garantías constitucionales, también lo es que no se puede ser juez en la causa donde el supuesto agravio se
imputa precisamente a quien tiene capacidad de fallo en relación a lo impugnado. Hacerlo supone ser juez y
parte al mismo tiempo y la Const. Pol. no ampara el abuso del derecho.
Es preciso enfatizar que el juez deberá buscar adecuar la exigencia de las formalidades previstas en el CPConst.
con los fines de los procesos constitucionales, esto es, la supremacía de la Const. Pol. y la vigencia efectiva de
los derechos constitucionales, conforme lo establece el art. III del Título Preliminar”. TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00649-2006-HC/TC, f. j. n.° 3.

“El primer tema a resolver se refiere a la capacidad del juzgador para intervenir en un proceso de hábeas
corpus. Al respecto, los demandantes alegan que la jueza de primera instancia del proceso constitucional no es
imparcial, pues ha hecho público su punto de vista respecto a los procesados: La señora magistrada a cargo del
proceso ha manifestado una evidente animadversión hacia el presente proceso. Su malestar frente a este
proceso y sus partes se evidencia del siguiente dicho: ‘No me gusta la prensa, no me gusta Magaly, no me
gustan los Supremos’, frase que manifestó el día de ayer a horas 8:30 a.m., en la oficina de la secretaría cursora
de esta causa y en presencia de la señorita abogada Isela Valdez Savid, quien ejerce conjuntamente el
patrocinio de los accionantes.
Aun cuando no lo expresen claramente, los recurrentes solicitan que la magistrada se inhiba de seguir
conociendo el hábeas corpus incoado.
El principal argumento que sostienen está referido a la independencia que debe tener todo juzgador a la hora de
resolver un proceso. Sobre la base del art. 139, inciso 2 de la Const. Pol. (que garantiza la independencia en el
ejercicio de la función jurisdiccional), aducen que no puede aceptarse que un juez pueda emitir juicios de valor
sobre las partes de un proceso.
Sin embargo, debe anotarse que, como derecho fundamental, también los principios de la función jurisdiccional
tienen límites. Por ello, es necesario determinar si en los procesos de hábeas corpus existe alguna restricción
referida a tal principio, pues solo así se justificaría que se haya determinado la imposibilidad de la inhibición de
la magistrada.
Razona la propia jueza, cuando emite la sentencia de primera instancia respecto al presente hábeas corpus, que
la inhibición planteada no resulta amparable. Se sustenta en lo dispuesto en el art. 305 del CPC, en
concordancia con el art. 52 del CPConst. Sobre tal base declara inadmisible la inhibición, aunque en segunda
instancia se reforma este extremo de la sentencia y se le declara improcedente. Pero ante ello se debe responder
a la interrogante acerca de si una solución de este tipo está permitida por las normas procesales sobre la
materia.
Por la peculiaridad que tiene el proceso de hábeas corpus, se ha dispuesto la existencia de normas procesales
especiales que rijan su desarrollo. EL art. 33.2, del CPConst. expresa que: Este proceso somete además a las
siguientes reglas: ‘[...] No caben excusas de los jueces ni de los secretarios [...]’.
Es decir, explícitamente se ha determinado, en aras de la celeridad del proceso de hábeas corpus, que los jueces
constitucionales no puedan alejarse del ejercicio de su función jurisdiccional. Por ello, en el presente caso, no
correspondía, por incompatible, aplicar el CPC para pedir que la jueza se inhiba —o, excuse, usando la
terminología del CPConst. —del conocimiento de la causa.
Por ello, es valedero el pronunciamiento realizado por la jueza al respecto. Lo que no es válida es la utilización
de las normas detalladas en su sentencia. Se usan dispositivos previstos explícitamente para el caso del amparo
o para procesos civiles, lo cual no puede ser aceptable tomando en consideración que el hábeas corpus, en tanto
proceso constitucional y por su carácter de tutela de extrema urgencia, tiene reglas sumamente especiales y
plazos muy breves, que han sido claramente determinadas por el legislador.
Por lo tanto, el pedido de inhibición planteado por los reclamantes debe ser declarado improcedente.
Conviene en este tramo mencionar qué caminos proporciona el propio CPConst. a las personas que cuestionan
la independencia de un magistrado que resolverá un caso en el cual pueden verse perjudicadas.
Según una interpretación oportuna del art. 33.1, del mencionado cuerpo normativo, puede interponer pedido de
recusación el propio afectado (o su representante legal). Es decir, los recurrentes tuvieron la capacidad de
recusar a la jueza que vio su caso, si es que se consideraban perjudicados con su actuación. De lo que consta en
autos, dicho pedido nunca fue realizado”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N.° 06712-2005-HC/TC, ff. jj.
n.os 2 - 5.

“[E]n lo que respecta a las recusaciones planteadas, en autos no figura recusación alguna contra los magistrados
emplazados, y si bien este Tribunal, en repetidas oportunidades, ha manifestado que la carga de la prueba en los
procesos constitucionales se invierte, ello no exonera a la parte actora de presentar el instrumental probatorio
suficiente que permita establecer la veracidad de sus afirmaciones, lo que no ha ocurrido en el presente caso,
como se observa de los anexos acompañados a la demanda interpuesta”. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp.
N. ° 01694-2003-HC/TC, f. j. n.° 3.

“[L]a acción de hábeas corpus es una acción de garantía constitucional que procede cuando se vulnera o
amenaza la libertad individual o los derechos constitucionales conexos, y si bien el actor sostiene que el
Secretario del Juzgado Penal de Turno Permanente de Lima y la Técnico Judicial encargada de la Mesa de
Partes de dicho Juzgado, omitiendo actos de cumplimiento obligatorio, violaron su derecho de defensa y el
derecho al libre ejercicio de la abogacía de su defensor, no ofrece elementos probatorios que acrediten
suficientemente la realización efectiva de los hechos violatorios invocados, más aún cuando, como se sabe,
en las acciones de garantía ―acciones de trámite inmediato y sumarísimo― no hay etapa probatoria”.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, Exp. N. ° 00586-1998-HC/TC, f. j. n.° 1.

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