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Todos y cada uno de nosotros tenemos a veces o con mucha frecuencia, pensamientos que

nos atormentan, que nos roban energía, pues le damos vueltas una y otra vez, sin encontrar la
solución, o sin ver a veces, la luz al final de túnel. Todo esto que nos atormenta son los
pensamientos que no nos dejan vivir, y mucho menos ver que el vaso no está casi vacío, sino
por el contrario ¨medio lleno¨... Esto es una sutil diferencia... pero muy importante. El Dr.
Wayne Dyer, en su libro La Fuerza del Creer, que he citado otras veces, nos dice que la palabra
preocuparse, significa ocuparse de algo antes de que ocurra... Lo hacemos cientos de veces,
incluso aquellos que están trabajando en su mundo espiritual, porque como seres humanos
que somos, no estamos exentos de las preocupaciones, e incluso a veces, nos dejamos vencer
por tantas cosas de las que no tenemos control, que estos se apoderan de nuestra mente y
hace que le demos una y otra vez, vueltas y vueltas, mirándolo desde diferentes ángulos,
tratando sin lograrlo, de encontrar la solución al enigma o situación que nos quita el sueño y
nos llena de sosiego, y la solución está a la vuelta de un cierre de nuestras pestañas: sí. Sólo
hay que dejarlo a un lado, dejarlo en las manos del que Sabe Mejor que nadie lo que nos
conviene y cuándo ha de llegar la solución esperada. E incluso, cuando no aparece, debemos
ser agradecidos, porque no era para nosotros y nuestro empeño hubiera hecho mucho daño a
nuestra evolución emocional y espiritual. Cuando nos atormentamos por cosas o situaciones
que no está en nuestras manos el poder solucionarlos, nos resta energía vital, nos sentimos
cansados, agotados emocionalmente, y somos incapaces de ver otras cosas que están
ocurriendo a nuestro alrededor y que son maravillosas, pero estamos enfocados solo en lo que
nos falta y no vemos lo hermoso y maravilloso que nos rodea. Uno de los remedios a este mal
que nos aqueja a la mayoría de los mortales, es darle una primera mirada, y si no tenemos
respuesta o solución, dejarlo a un lado, no es que le restemos importancia, es que en ese
momento, la solución no está en nuestras manos. Debemos procurar atender aquello para lo
cual sí tenemos respuestas, y dejar que las cosas que aparentemente no tienen solución, sigan
su curso normal, sin aniquilarnos en el intento de solucionarlo, no está en nuestras manos, en
ese momento y así debemos entenderlo y aceptarlo... Posiblemente cuando pase el tiempo,
aparezca la solución o se den las condiciones que nos permitan resolver eso que hemos dejado
a un lado, y entonces, con fuerzas renovadas, darle la mejor solución posible. En el diario trajín
de nuestras vidas, nos encontraremos siempre con situaciones de diferente tipo, pero no
debemos ahogarnos a las primera de cambio, no, como adultos debemos ver qué sucede y dar
el paso adelante para hacer lo que se puede hacer, para analizar las cosas, buscar las
soluciones y tener la sapiencia para aceptar que hay cosas que no nos competen, o cuyas
respuestas no están a nuestro alcance, esto requiere un toque de humildad, de entender que
no siempre vamos a poder resolver todo lo que se nos plantea y sobre todo, confiar, confiar en
que Dios siempre sabe qué es lo mejor para nosotros. Recuerdo las palabras de Jesús, cuando
en el Monte de Olivos dijo: ¨Padre aparta de mi este Cáliz, mas no se haga mi voluntad sino la
tuya¨...Lucas 22, 39-46. A veces sólo la Fe, nos sostiene y nos lleva de la mano, cuando las
situaciones o los problemas nos superan. Todos, aún aquellos que tienen una vida
aparentemente feliz y sin tropiezos, tienen en un momento dado alguna situación que mueve
sus vidas y ven tambalear los cimientos familiares y emocionales que han edificado, pero si
tienen Fe, si creen en que Dios siempre sabe lo que es mejor para nosotros, aún en los casos
de enfermedad o de pérdidas personales, al final de esa etapa saldrán fortalecidos
emocionalmente, y podrán a pesar del dolor, salir adelante y verán la vida de una manera muy
distinta a como la veían cuando no habían sido sometidos a esos momentos de dolor y tristeza.
Porque todo, tarde o temprano, se supera con amor, con paciencia y con humildad y con
infinita gratitud. Dejemos pues los grandes problemas que se nos presentan y a los cuales no
vemos solución, en la sabias manos de Dios, o del tiempo, si no creen en Dios, de todos modos,
como dice el axioma: El tiempo de Dios es perfecto... todo absolutamente todo, se irá
resolviendo a su tiempo y a su manera, cuando estemos preparados y cuando hayamos tenido
el convencimiento de que todo se superará... Que Dios nos bendiga a todos y cada uno de
nosotros. Mireya Pérez

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