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CLASE 1

LA DIMENSIÓN ÉTICA EN LA EMPRESA


Son los criterios éticos y no los económicos los que deben marcar la
pauta de actuación de una empresa.

TEMA 1
LA EMPRESA TIENE UN ROL INNEGABLE EN LA SOCIEDAD Y
ES MUCHO LO QUE SE ESPERA DE ELLA

Es mucho lo que necesitamos a empresarios y empresas, y mucho


también lo que esperamos de ellos. Su responsabilidad social y
ética brota precisamente de la tremenda influencia que tienen
directa e indirectamente sobre la vida de tantas personas. Lo que
los empresarios hagan o dejen de hacer impacta muy
significativamente la vida de mucha gente. Vivimos y trabajamos en
relación directa con muchas personas y ofrecemos el fruto de
nuestro esfuerzo a muchas otras.

Las empresas no son una isla o un apéndice de la sociedad. Por el


contrario, éstas pueden hacer mucho por el bien de la sociedad, y
tienen una enorme influencia sobre la vida de millones de personas.
De aquí se deriva una gran responsabilidad para dueños y
directivos, la que va mucho más allá de los límites de la compañía.
Por esto es que las decisiones empresariales tienen una
componente ética que no podemos evitar.

Las empresas no pueden limitarse a “hacer su negocio”. Pensar que


su responsabilidad se agota en lo económico, lo técnico o lo
comercial es una visión empobrecida de lo que se espera de ellas.
La razón de ser de una empresa debe extenderse hacia el bien de
las personas, el desarrollo humano y el anhelo de la sociedad de un
mundo más justo y equitativo. Su responsabilidad va más allá de
sus empleados, clientes, proveedores, accionistas. (Recuadro “Un
código de ética típico”)
Las empresas socialmente responsables tienen conciencia de lo
mucho que se espera de ellas y de la diversidad de sus distintas
audiencias, y saben cómo responder a esta variedad de
expectativas. No se limitan a perseguir la rentabilidad como único
foco de su accionar. En la hora actual, el gran desafío de la
empresa es conjugar su viabilidad económica con su preocupación
por los grandes problemas de la sociedad.

RECUADRO
UN CÓDIGO DE ÉTICA TÍPICO

Como clientes, esperamos que nos traten con dignidad y nos


provean de productos y servicios de excelencia, a precios justos,
cumpliendo con las promesas que ellos hacen en su publicidad y
catálogos, sin sacar provecho indebido de la relación comercial, y
respetando nuestra fe y valores.

Como empleados, esperamos que creen puestos de trabajo de


calidad, abierto a personas de diferentes habilidades y carismas sin
discriminaciones injustas, con gran respeto por nuestra salud e
intereses, que mantengamos una comunicación de buena fe,
particularmente cuando surge un conflicto, que nos den amplias
oportunidades de participación profesional y desarrollo personal y,
en los tiempos que corren, que respeten nuestros espacios de
intimidad con los amigos y la familia.

Como comunidad, esperamos que las empresas cumplan


rigurosamente con la legalidad vigente y contribuyan a nuestro
bienestar, colaborando activamente en áreas como la promoción y
respeto por la cultura, el mejoramiento de la calidad de la
educación, el alivio de la pobreza, el fomento de la participación de
sus empleados en asuntos de la comunidad, y la promoción de
estilos de vida y trabajo saludables, y muy particularmente en el
mundo de hoy, esperamos que actúen con mesura ante el impacto
de sus actividades sobre el medioambiente y que contribuyan a la
integración social.

Como proveedores, esperamos mantener una relación de respeto y


beneficio mutuo, estable, veraz, equitativa, libre de presiones
indebidas y de litigios, basada en la calidad de los productos y
servicios que se comercian y en el fiel cumplimiento de los
compromisos, aspiramos a que se nos distinga como “aliados
estratégicos” y, ciertamente, esperamos que se nos compense con
un pago oportuno.

Como competidores, esperamos que no hayan ventajas indebidas


para ninguno de los participantes, para que quien gane o pierda en
el mercado, lo haya hecho recurriendo sólo a sus competencias y a
la superioridad de su oferta, y no a subsidios escondidos, conductas
deshonestas, o incumplimiento de la normativa ambiental.

Como accionistas o propietarios, esperamos que haya una gestión


informada, rigurosa y profesional, que sea capaz de generar una
rentabilidad justa por los recursos comprometidos.

TEMA 2
PERO NO CUALQUIER FORMA DE HACER EMPRESA ES
BUENA

Hay formas correctas e incorrectas, hay modos mejores y peores,


hay respuestas buenas y malas

No podemos dejar de preguntarnos si nuestras acciones en el


ámbito de la empresa son buenas, correctas, justas y si están
motivadas por fines nobles, conforme a la dignidad de quien las
realiza y sus destinatarios, las personas, la competencia, los
proveedores y la sociedad toda.

¿Qué sentido tendría una empresa eficiente, rentable, pero que


atenta en contra del hombre? Ninguno, por cierto. Sería
contradictorio que la materia salga ennoblecida de la empresa y la
causa principal del producto o servicio que entrega, el hombre,
salga embrutecido. No porque una empresa genere muchos
recursos necesariamente goza de buena salud. Hay formas y
formas de generarlos. No da lo mismo el modo como resolvemos
los asuntos en la empresa. Hay formas correctas e incorrectas, hay
modos mejores y peores, hay respuestas buenas y malas. Importa
el fin y también los medios, no podemos perseguir un bien a través
de un mal.

Es fundamental, por tanto, tener conciencia si nuestros actos


producen un bien o un mal, ya sea para nosotros mismos, para la
gente con la cual trabajamos, para quienes se ven afectados, e
incluso, para la sociedad en su conjunto. Como seres humanos,
somos capaces de percibir claramente la diferencia entre el bien y
el mal. De esto trata la ética. La respuesta que nos demos no nos
va a dejar indiferentes y va a remecer muy intensamente nuestras
vidas. No podemos ignorar la dimensión moral de nuestras
decisiones.

Debemos saber apreciar si lo que la empresa hace es un bien para


la sociedad y el hombre. La naturaleza de la empresa es
simultáneamente económica y social.

De allí que el lucro, como medida de su desempeño, sea


insuficiente, porque ignora los muchos otros impactos sobre las
vidas de las personas, como si generan trabajo de calidad, si son un
buen lugar para las mujeres y madres que trabajan, o si se
preocupan de la comunidad y el medioambiente. La calidad de una
empresa se mide no solamente en razón de sus utilidades.

Esto no implica que el lucro sea malo. No hay nada incorrecto en


que una empresa tenga una buena utilidad si cumple con la ley,
remunera adecuadamente a sus trabajadores, y entrega productos
y servicios que benefician al hombre. Debemos entender y aceptar
que para que las empresas puedan mantenerse y crecer en el
tiempo, necesitan ser sólidas desde un punto de vista económico y
generar utilidades. Sólo de este modo su actuar va a beneficiar a
muchas otras personas y a la sociedad toda.

No obstante, los grandes números de las utilidades de algunas


empresas generan suspicacia en la mente de muchas personas,
muy especialmente si viven con medios económicos limitados.
Consideran que están abusando de su poder y están, por ejemplo,
cobrando precios abusivos o pagando insuficientemente a sus
trabajadores. Esto no hace bien a la sociedad.

Las empresas deben saber comunicar que son socialmente


responsables y que contribuyen positivamente al bienestar de la
sociedad y al cuidado del medio ambiente. Deben mostrar
convincentemente que la utilidad que obtienen no es el fruto de
nada incorrecto, sino el justo premio que la sociedad les entrega por
su aprecio a un trabajo bien hecho y por el riesgo que han estado
dispuestas a correr al invertir.

De nuestras empresas esperamos no sólo que sean técnicamente


ejemplares y financieramente solventes, sino también socialmente
responsables y éticamente irreprochables. Esto ciertamente hace
sentido de negocio, pero más importante aún, refleja el tipo de
sociedad en la cual queremos vivir, que esperamos sea más justa,
más verdadera, más solidaria, y más respetuosa de de la dignidad
de las personas y del trabajo que realizan.

TEMA 3
LA TRIBULACIÓN QUE ACOMPAÑA A LOS DILEMAS ÉTICOS

En gestión de empresas, lo normal es que tomar decisiones no


siempre sea fácil. De la gerencia de empresas a veces se dice que
es esa mezcla virtuosa de ciencia y arte que nos permite tomar las
mejores decisiones en un tiempo limitado, con información
imperfecta y escasa. Algunas situaciones revisten un cierto
dramatismo. Tal vez sea por la complejidad de la materia de
decisión, o por las consecuencias que se derivan de ella. Hay
aspectos técnicos, económicos, sociales, culturales y legales que
no se dejan reducir a un argumento simple de plantear y resolver.
Pero, más importante aún, nos asaltan dudas y temores. Buscamos
certezas y no siempre las encontramos. Sentimos que nos falta
información, que la ambigüedad es excesiva. No conocemos todos
los elementos que entran en juego. Nos aterran las posibles
consecuencias negativas de nuestra decisión y no siempre las
podemos prever o controlar. Y si queremos corregir lo que hemos
decidido hacer, puede que ya no sea posible echar pie atrás.

Son decisiones difíciles de entender y plantear, y más difíciles aún


de resolver. Las implicancias para muchas personas son enormes
y, para desgracia nuestra, la naturaleza de la dificultad radica en la
imposibilidad de evitar consecuencias negativas. Es la tribulación
que acompaña a los dilemas éticos: tratamos de hacer siempre el
bien y no podemos evitar algún mal. Como ocurre cuando una
empresa enfrenta el desafío competitivo de empresas formidables
de todas partes del mundo y deja de producir localmente,
importando sus bienes de China. Así puede ofrecer productos más
baratos y de mejor calidad a sus clientes, pero deja a muchas
personas sin trabajo. Es imposible no sentir que se está haciendo
un daño, aunque ésta sea una decisión éticamente correcta desde
la perspectiva del mal menor. Se tolera el mal porque es una
consecuencia de una decisión buena: continuar con la empresa.
Las manos sucias

Casos como la reestructuración de empresas nos perturban desde


un punto de vista ético. Cada acción o decisión lleva aparejados
simultáneamente un bien y también una ausencia de bien, que es
un mal que, desgraciadamente, no podemos evitar.

Esto no significa que entre dos acciones que claramente atentan


contra el bien de una persona o el bien común debemos elegir
aquella que cause menos daño. No es éste el caso. Siempre
estamos obligados a no hacer el mal. De lo que aquí se trata es que
aun haciendo el bien, puede darse el caso que surja un mal.

Por consiguiente, la cuestión clave de la ética no es cómo hacer el


bien y evitar el mal, sino cómo elegir entre dos bienes; o puesto de
una manera diferente, hasta qué punto los males que ocasiona
nuestra decisión son tolerables, aún considerando que muchos de
ellos son previsibles.

Joseph Badaracco, un destacado profesor de ética de negocios de


la Universidad de Harvard, lo pone de un modo que resulta
dramático. Dice que un líder no puede evitar sentirse “con las
manos sucias”, porque frente a los dilemas éticos que enfrenta,
nunca va a poder quedar satisfecho, ya sea porque va a perjudicar
a alguien o porque va a dejar de producir un bien. Toda acción tiene
un efecto bueno y uno malo.

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