Está en la página 1de 10

CONTRA ERATÓSTENES, UNO DE LOS TREINTA

[DISCURSO] QUE PRONUNCIÓ EL MISMO LISIAS1

1 Empezar la acusación no me parece difícil, 1 oh jueces, 2 sino dejar de hablar. Delitos de tal
magnitud y de tan gran número han sido cometidos por ellos que, aun mintiendo, no los acusaría
de delitos peores de los que ya existen y, aun queriendo decir toda la verdad, no podría: antes
bien, es forzoso o que el acusador se agote o que el tiempo haga falta. 3 2 Y me parece que nos
sucederá lo contrario que en el pasado; pues antes era necesario que los acusadores demostraran
cuál odio tenían contra los incriminados,1 mientras que ahora es necesario saber de los
incriminados qué odio tenían contra la ciudad, por lo cual osaron contra ella cometer tales delitos.
No porque no tenga odios ni desgracias personales hago estas consideraciones, 2 sino porque
todos tienen abundantes motivos de airarse por las injurias personales o por las públicas. 3 En
cuanto a mí, oh jueces, que no traté nunca ni asuntos míos ni ajenos, 1 me veo ahora obligado por
los acontecimientos a acusar a éste; así que muchas veces estuve propenso a un gran desaliento
de que, por la inexperiencia, fuera a sostener sin dignidad y sin fuerza la acusación a nombre de
mi hermano y mío. 2 No obstante trataré, en la forma más breve posible, de informaros desde el
principio.
4 Mi padre Céfalo fue persuadido por Pericles a venir a este país, 1 y [aquí] vivió treinta años;
y a nadie nunca, ni nosotros ni él citamos a juicio o fuimos incriminados, 2 sino que de tal manera
vivimos bajo el régimen democrático que ni hacia los otros cometimos injusticia ni por los otros
la recibimos. 5 Luego que los Treinta, 1 malvados y sicofantes, 2 se establecieron en el poder
declarando que se debía purificar la ciudad de los injustos ciudadanos 3 y que los restantes se
volvieran a la virtud y a la justicia, aunque tales cosas dijeron, tales no osaron hacer, como
hablando primeramente de mis asuntos y de los vuestros, yo trataré de recordaros. 6 En efecto,
Teognis y Pisón1 decían en el Consejo de los Treinta 2 acerca de los meteros,3 que había algunos
molestos con la forma de gobierno; era pues un óptimo argumento para aparentar que fueran
castigados, pero de hecho para enriquecerse, pues la ciudad estaba totalmente en la miseria y el
gobierno necesitaba de riquezas. 7 Y persuadieron sin dificultad a los oyentes, 1 porque no les
importaba para nada asesinar hombres y, al contrario, estimaban mucho apoderarse de riquezas.2
Ellos resolvieron entonces arrestar a diez [metecos], 3 y entre ellos a dos pobres, para tener una
justificación ante los demás4 de que esto se había hecho no por las riquezas, sino porque resultaba
útil para el Estado —como si hubieran hecho alguna otra cosa por buenos motivos. 8 Después de
que se repartieron las casas, 1 se dirigieron hacia ellas. En cuanto a mí, 2 me encontraron mientras
atendía a unos huéspedes y, luego de desalojarlos, me entregaron a Pisón. Los otros, 3 que fueron
al taller, anotaron a los esclavos4 [para confiscarlos]. Yo entonces pregunté a Pisón si querría
salvarme aceptando dinero. 9 Y él decía que sí, si era mucho. Entonces dije que estaba dispuesto
a dar un talento 1 de plata; y él convino en hacerlo. 2 Yo sabía bien, pues, que no respeta ni a
dioses ni a hombres; no obstante, en las circunstancias presentes, me parecía que lo más necesario
era obtener su palabra. 10 Y después que él juró, 1 imprecando 2 la extrema ruina para sí y para
sus hijos,3 que me salvaría al recibir el talento, entré en la recámara 4 y abrí el arca. Mas Pisón,
percatándose, entró y, viendo el contenido, llamó a dos de sus siervos y les mandó tomar lo que
había en el arca. 11 Y cuando no se quedó con lo que yo había convenido, oh jueces, sino con tres
talentos de plata 1 y cuatrocientos cízicos 2 y cien dáricos 3 y cuatro copas argénteas, yo le rogué
1
Lisias, Contra Eratóstenes, México, UNAM, 1986.

1
que me diera el viático, 4 12 pero él me dijo que me contentara con salvar la vida. Y mientras
Pisón y yo estábamos saliendo 1 nos encuentran Melobio y Mnesitides2 que venían del taller y
[nos] detienen en la misma puerta y preguntan que a dónde íbamos; aquél dijo que con mi
hermano, para inspeccionar también lo que había en aquella casa. A él entonces le propusieron
que se fuera, y a mí me ordenaron que los siguiera a la casa de Damnipo. 13 Pisón, acercándose,
me recomendó guardar silencio y tener confianza, puesto que él iría allí.1 Encontramos ahí mismo
a Teognis que vigilaba a otros; después de entregarme a él, se fueron de nuevo. Ya que estaba en
esta situación, me pareció conveniente arriesgarme, pues la muerte en verdad ya era cierta. 2 14 Y
entonces, después de llamar a Damnipo, le digo esto: "Por suerte eres 1 mi amigo; he venido a tu
casa, no he cometido ninguna injusticia y a causa de mis riquezas estoy perdido. Tú, pues, ya que
estoy sufriendo esto, proporcióname benévolamente tu autoridad para mi salvación." Él prometió
hacerlo. Mas le parecía que era mejor hablarle a Teognis, pues pensaba que aquél haría cualquier
cosa si alguien le daba dinero. 2 15 Y mientras él hablaba con Teognis (dado que yo, por suerte,
era conocedor de la casa y sabía que tenía dos puertas), 1 me pareció bien tratar de salvarme por
allí, pues reflexionaba: "Si logro escapar, estaré a salvo; mientras que, si soy aprehendido —
pensaba—, si Teognis se deja persuadir por Damnipo a aceptar dinero, tampoco quedaré libre, y
si no, de todos modos seré asesinado." 16 Hechas estas reflexiones, me di a la fuga mientras
aquéllos montaban guardia en la puerta de entrada; y de las tres puertas 1 por las cuales tenía que
pasar, todas, por suerte, estaban abiertas. Cuando llegué a la casa de Arqueneo 2 el armador, 3 lo
envié a la ciudad para que se informara acerca de mi hermano. 4 De regreso, dijo que Eratóstenes,
después de capturarlo en la calle, había conducido [a Polemarco] a la cárcel. 5 17 Entonces yo,
informado de hechos tan graves, al caer la noche me embarqué hacia Megara. 1 En cuanto a
Polemarco, los Treinta le dieron la orden acostumbrada por ellos —beber la cicuta— 2 sin
mencionar la causa por la cual iba a morir. 3 Así que estuvo muy lejos de ser juzgado y de
defenderse. 4 18 Y después que fue sacado de la prisión, ya muerto, aunque poseíamos tres casas,1
de ninguna permitieron que fuera llevado al entierro, sino que, rentando un cobertizo, [ahí] lo
expusieron.2 Y aunque teníamos muchos mantos, cuando se los solicitamos no nos dieron ni uno
para la sepultura, 3 sino que, entre los amigos, uno dio un manto, otro una almohada; cada quien,
en fin lo que encontró para su sepultura. 19 Y aunque tenían setecientos escudos nuestros 1 y
tenían plata y oro en abundancia y cobre y adornos y mantos de mujer, cuantos nunca jamás
creían adquirir, y a ciento veinte esclavos, 2 de los cuales tomaron los mejores y cedieron los
restantes para el servicio público, a tal grado de insaciabilidad y codicia llegaron y dieron
muestra de sus costumbres; porque los aretes de oro 3 de la mujer de Polemarco, que ésta tenía
puestos, apenas llegó Melobio a la casa, se los arrancó de las orejas. 20 Ni en cuanto a la mínima
parte del patrimonio obtuvimos compasión de ellos, antes bien, a causa de las riquezas
cometieron crímenes contra nosotros como [lo harían] otros que tuvieran coraje por graves
injusticias. Aunque no ciertamente por éstas somos dignos para con la ciudad, sino porque
pagamos la organización de todos los coros,1 e hicimos muchas contribuciones 2 y nos mostramos
cumplidos y hacemos todo lo ordenado y no nos hemos procurado ningún enemigo personal y
rescatamos a muchos atenienses de manos de los enemigos; 3 de ofensas tan graves nos
consideraron dignos, a nosotros que éramos metecos de modo muy distinto de como ellos eran
ciudadanos.4 21 Éstos, en efecto, a muchos ciudadanos los echaron a los enemigos, a muchos a
quienes habían matado injustamente los dejaron insepultos,1 a muchos que tenían derechos
cívicos, los dejaron sin derechos, 2 y a las hijas de muchos, que estaban por casarse, se lo
impidieron. 3 22 Y a tal grado de atrevimiento han llegado 1 que vienen a defenderse, 2 y hablan
que no han cometido nada malo 3 ni vergonzoso. Yo quisiera que ellos dijeran la verdad, pues me
tocaría también a mí una parte no ínfima de este bien. 4 23 Sin embargo, esto que dicen no es

2
cierto ni para la ciudad ni para mí; pues como ya dije antes, Eratóstenes hizo matar a mi hermano,
y no porque él mismo fuera perjudicado en lo personal ni porque viera que aquél cometía
crímenes contra la ciudad, 1 sino por servir de buena gana a su naturaleza sin leyes.
24 Quiero llevarlo al estrado 1 e interrogarlo, oh jueces. Pues tengo esta opinión: considero
que es impío hablar de éste en su favor, aunque sea con otro; pero santo y piadoso hablar en su
daño, aunque sea con él mismo. 2 Sube, pues, al estrado, y contéstame a lo que te pregunte.
25 —"¿Encarcelaste a Polemarco, o no?" —"Hice, por temor, lo ordenado por los
comandantes." —"¿Y estabas en el Consejo cuando se habló de nosotros?"1 —"Sí." —"¿Estabas
de acuerdo con los que proponían matarnos o te oponías?" —"Me oponía." —"¿Para que no
muriéramos?" —"Para que no murierais." —"¿Porque pensabas que sufriríamos una pena
injusta?" —"Una pena injusta."2
26 Así pues, tú, el más miserable de todos, ¿por un lado te oponías para salvarnos, y por el
otro nos arrestabas para matarnos?1 Y cuando la mayoría de vosotros 2 era dueña de nuestra
salvación, dices que te opusiste a los que querían perdernos; pero, luego que estuvo sólo en poder
tuyo salvar o no a Polemarco, ¿lo condujiste a la cárcel? Entonces, ¿por el hecho de que, aun
oponiéndote como dices, no fuiste de ninguna ayuda, 3 consideras justo ser tenido por buen
ciudadano, 4 y por haber arrestado y matado, no piensas pagar tu castigo a mí y a éstos que están
presentes?
27 Ahora bien, no es posible creerle tampoco esto —que le fue ordenado—, si dice la verdad
cuando afirma que se opuso, porque seguramente, en el asunto de los metecos, no le pedían
prueba de lealtad.1 Además, ¿a quién era menos razonable que se le ordenara, sino a aquel que de
veras se oponía y había manifestado su opinión? ¿Quién era, pues, menos razonable que ejecutara
estas órdenes sino el que se oponía a lo que aquéllos querían que se hiciera? 2 28 Aun más, me
parece que los otros atenienses tengan argumentos suficientes para echar la culpa de lo que ha
ocurrido a los Treinta; pero ¿cómo es posible que admitáis que los mismos Treinta se la echen a
sí mismos? 1 29 En efecto, si hubiera habido en la ciudad una autoridad más poderosa, 1 por la
cual se le hubiera ordenado a los hombres contra lo que es justo, tal vez podríais2 con razón
perdonarlo; pero ahora, ¿a quién castigaréis en lo futuro si se va a permitir a los Treinta decir que
hacían lo ordenado por los Treinta? 30 Además, no fue en la casa sino en la calle —cuando era
posible salvarlo y cumplir también las decisiones de éstos— 1 que [lo] arrestó y [lo] condujo a la
cárcel. Pero vosotros os enfurecéis con todos los que fueron a vuestras casas para buscaros a
vosotros o a alguno de los vuestros. 31 Sin embargo, si se debe perdonar a los que por su propia
salvación perdieron a otros, 1 los podríais perdonar con mayor justicia; pues para los que habían
sido enviados 2 había peligro en no ir, y para los que habían encontrado [a alguien], en negarlo.
Pero a Eratóstenes le estaba permitido decir que no [lo] 3 había encontrado y, luego, que no [lo]
había visto; porque eso ni argumento ni prueba 4 tenía, así que, aunque sus enemigos lo
quisieran, no era posible que fuera impugnado. 32 Y tú, Eratóstenes, si hubieras sido de veras un
buen ciudadano, 1 debías más bien convertirte en informador para los que injustamente iban a
morir, en lugar de arrestar a los que injustamente perecerían. Al contrario, tus actos han sido
evidentemente no los de un hombre angustiado, 2 sino de 33 uno que estaba contento 1 con lo que
sucedía, de modo que éstos deben dar su voto con fundamento en los hechos, más que en las
palabras, 2 tomando lo que saben que ha sucedido como prueba de lo que entonces fue dicho, 3
puesto que no es posible presentar testigos 4 de ello. En efecto, no sólo no nos 5 era permitido
estar presente en [sus asambleas], sino tampoco estar en casa; 6 así que éstos, que han cometido
toda clase de males contra la ciudad, son dueños de decir toda clase de bienes de sí mismos. 34
Sin embargo, no rechazo esto; antes bien, admito contigo, si quieres, que te opusiste. Pero me
pregunto qué cosa habrías hecho si hubieras estado de acuerdo, desde el momento que, afirmando

3
oponerte, hiciste matar a Polemarco.
Ea, ¿qué [haríais] aunque os tocara ser hermanos, aunque hijos de éste? ¿Lo absolveríais?
Porque es necesarlo, oh jueces, que Eratóstenes pruebe una de dos cosas: o que no lo encarceló o
que lo hizo justamente, pero éste ha admitido que lo arrestó injustamente, de modo que os hizo
más fácil la votación sobre él.1 35 Además, muchos de los ciudadanos y de los extranjeros han
venido para saber qué sentencia daréis sobre éstos. De ellos, quienes son vuestros conciudadanos
se irán habiendo aprendido que, o bien pagarán el castigo por los crímenes que cometan, o bien,
si logran lo que desean, serán tiranos 1 de la ciudad, mientras que, si tienen mala suerte, tendrán
igualdad de derechos 2 con vosotros. Por otra parte, todos los extranjeros que están aquí, sabrán si
van a desterrar3 a los Treinta de sus ciudades 4 justa o injustamente; pues si aquellos mismos5 que
han sufrido duramente le dejan libres, cuando los tienen, 6 entonces pensarán que es inútil de su
parte vigilarlos en interés de vosotros.7
36 ¿No es pues indignante que, mientras a los estrategas, 1 que vencieron en la batalla naval, 2
cuando dijeron que a causa de una tormenta no pudieron recoger del mar a los [cadáveres], los
condenasteis a muerte 3 pensando que por el valor de los muertos se debía infligirles un castigo; 4
por otra parte a éstos, que siendo simples particulares hicieron lo que pudieron 5 para que fuerais
derrotados en la batalla naval, y luego que se establecieron en el poder admiten que mandaron
matar de suyo a muchos ciudadanos sin juicio,6 acaso no deben ellos mismos y sus hijos, ser
castigados por vosotros con las más severas penalidades?
37 Ahora bien, oh jueces, yo consideraría que las acusaciones hechas son suficientes; porque
hasta ahí creo que se debe acusar, hasta que al acusado le parezca que ha cometido delitos dignos
de la pena de muerte.1 Porque éste es el último castigo que les podemos infligir, así que no veo
por qué es necesario acusar tanto a hombres como éstos2 que, ni aun muriendo dos veces por cada
uno de los actos cometidos podrían pagar el castigo equivalente. 38 Porque, por cierto, no le
conviene hacer lo que en esta ciudad se acostumbra; no defenderse para nada de las acusaciones,
mas diciendo otras cosas de sí, a veces [los acusados] os engañan 1 con mostraros que son buenos
soldados o que se apoderaron de muchas naves enemigas cuando fueron comandantes de
trirremes, 2 o que hicieron aliadas a ciudades que eran enemigas. 39 Pues ordenadle que pruebe 1
dónde mataron a tantos enemigos cuantos ciudadanos, 2 o dónde se apoderaron de tantas naves
cuantas ellos mismos entregaron, 3 o qué ciudad ganaron tal como la vuestra que esclavizaron.4 40
Pero, al menos, ¿despojaron a los enemigos de tantas armas cuantas os quitaron a vosotros?1 ¿Al
menos tomaron murallas tales como las que derruyeron2 de su propia patria? Ellos, que no sólo
destruyeron los fuertes en torno al Ática, 3 sino que os mostraron que no desmantelaron el Píreo4
por orden de los espartanos sino porque consideraban que así su poder era más seguro.
41 Muchas veces me admiré del atrevimiento de sus defensores, 1 excepto cuando reflexioné
que es propio de las mismas personas 2 cometer toda clase de males y alabar a semejantes
[individuos]. 42 Porque no [fue] ahora, por primera vez que actuó en contra de vuestra Asamblea,
sino también en tiempos de los Cuatrocientos 1 [cuando] después de intentar establecer la
oligarquía en el ejército, 2 huyó del Helesponto, 3 abandonando la nave que capitaneaba, junto con
Yatrocles y otros, cuyos nombres no necesito decir. 4 Cuando llegó aquí 5 actuó en contra de los
que querían que hubiese democracia. Y acerca de esto os presentare testigos.

HABLAN LOS TESTIGOS

43 [Lis.] Bien, pasaré por alto su vida en este periodo. 1 Después que sobrevino el combate
naval 2 y la desgracia 3 para la ciudad, cuando aún existía la democracia, a partir de lo cual

4
empezó la sedición,4 se establecieron cinco éforos 5 por obra de los llamados asociados,6
convocadores de los ciudadanos, jefes de los conspiradores y autores de actos contrarios a vuestra
Asamblea. Entre ellos estaban Eratóstenes y Critias.7 44 Éstos impusieron jefes 1 a las tribus y
ordenaron lo que era necesario votar y quiénes debían gobernar y, si querían hacer algo más, eran
dueños; de tal manera, no sólo por parte de los enemigos, sino también por parte de éstos que
eran ciudadanos, se conspiraba, a fin de que no votarais ninguna buena medida y estuvierais
desprovistos de muchas cosas. 45 Porque esto lo sabían bien: que de otra manera no habrían
podido quedarse, pero que podrían hacerlo, si os hallarais mal; 1 y pensaban que vosotros, al
desear liberaros de los males presentes, no reflexionaríais acerca de los futuros. 2 46 Ahora bien,
os presentaré como testigos de que Eratóstenes fue uno de los éforos, no a sus cómplices de
entonces (pues no podría) 1 sino a los que lo oyeron a él mismo. 47 Sin embargo, si [sus
cómplices] fueran sensatos, testimoniarían en contra de ellos y castigarían severamente a los
maestros de sus crímenes; y en cuanto a sus juramentos, si fueran sensatos, no los considerarían
vinculantes para el mal de los ciudadanos, sino que los trasgrederían 1 fácilmente para el bien de
la ciudad. A éstos, pues, sólo esto digo; tú, 2 llámame a los testigos, y vosotros, 3 subid al estrado.

HABLAN LOS TESTIGOS

48 [Lis.] Habéis oído a los testigos. Por último, desde que se estableció en el poder, no
participó en ninguna buena medida sino en muchas contrarias. Sin embargo, si hubiera sido un
hombre honesto,1 hubiera debido, en primer lugar, no gobernar ilegalmente, y luego, volverse
informador para con el Consejo de que todas las delaciones eran falsas 2 y de que Bátraco y
Esquilides3 no denunciaban la verdad, sino que referían lo inventado por los Treinta, urdido en
perjuicio de los ciudadanos. 49 Además, oh jueces, cuantos estaban mal dispuestos 1 para con
vuestra Asamblea, no perdían nada callando; pues eran otros los que decían y hacían cosas de las
cuales no era posible que resultaran mayores males para la ciudad. Por otro lado, cuantos
afirmaban que estaban bien dispuestos, ¿cómo no lo demostraron allí, diciendo ellos mismos lo
mejor y disuadiendo a los que intentaban cometer crímenes?
50 Tal vez [él] podría decir que tenía miedo, y para algunos de vosotros esto sería suficiente.
Entonces, ¡qué no aparezca que se opuso1 con algún discurso a los Treinta!; si no, aquí será
evidente que aquello lo satisfacía y que podía tanto que, aun oponiéndoseles, no sufrió ningún
mal por parte de ellos. Él hubiera debido tener esta buena disposición 2 para vuestra salvación, y
no para la de Terámenes, que cometió muchos crímenes contra vosotros. 51 Pero este hombre 1
consideraba que la ciudad era enemiga y vuestros enemigos, 2 amigos; dos ideas éstas que yo
demostraré con muchas pruebas, y las mutuas disidencias 3 que no por los vuestros sino por sus
propios intereses surgían: [acerca de] cuál de los dos bandos4 trataría los asuntos y gobernaría la
ciudad. 52 Pues si discutían a favor de los perjudicados, 1 -¿qué momento era mejor para que un
gobernante demostrara entonces su buena intención que cuando Trasibulo2 tomó File?3 Pero él,4
en lugar de prometer o hacer algo bueno para los de File, cuando fue con los cogobernantes a
Salamina y a Eleusis, 5 condujo a la cárcel a trescientos 6 ciudadanos y, con una sola votación,7
los condenó8 a muerte a todos.
53 Después que llegamos 1 al Pireo y que habían ocurrido los desórdenes 2 y se dieron las
pláticas en torno a la reconciliación, 3 las dos partes teníamos muchas esperanzas de que a unos y
otros 4 nos iría como nos había parecido bien a ambos. Los del Pireo, que eran vencedores, los
dejaron ir; 5 54 y los otros, 1 cuando fueron a la ciudad, echaron a los Treinta, excepto a Fidón y
Eratóstenes y eligieron como gobernantes2 a los más hostiles a aquéllos, pensando justamente que

5
los Treinta serían odiados y los del Pireo apreciados por ellos.3 55 Entre éstos, l pues, estaban
Fidón, Hipocles, Epicares, del distrito de Lamptra, y otros que parecían ser los más adversos a
Caricles, a Critias y a su grupo; 2 mas cuando ellos3 se establecieron en el poder, hicieron una
sedición y una guerra 4 mucho mayores contra los del Pireo entre los exiliados 5 de la ciudad. 56
Con esto 1 demostraron también manifiestamente que no discutían a favor de los del Pireo ni de
los que perecieron injustamente, 2 y que ni los muertos les preocupaban, ni los que iban a morir, 3
sino los que tenían mayor poder y se enriquecían más rápidamente. 57 En efecto, cuando se
apoderaron de las magistraturas y de la ciudad, combatieron a ambas partes: a los Treinta que
toda clase de males habían cometido y a vosotros l que toda clase de males habíais sufrido. Sin
embargo, esto era evidente para todos: si ellos eran exiliados justamente, vosotros [lo erais]
injustamente y, al contrario, si vosotros justamente, los Treinta injustamente; en efecto, fueron
arrojados de nuestra ciudad 2 por ser acusados no de otros actos sino de éstos. 3 58 Por
consiguiente, debemos enfurecernos muchísimo con Fidón porque habiendo sido elegido para
reconciliaros y haceros volver, compartía con Eratóstenes 1 los mismos actos y, con el mismo
propósito, por una parte estaba dispuesto a perjudicar a los que eran superiores a ellos, 2 por
medio vuestro, y por otra, no quiso devolveros la ciudad, aunque fuerais injustamente exiliados,
sino más bien, fue a Esparta y persuadió a aquéllos3 para que hicieran una expedición [contra
Atenas], afirmando calumniosamente que la ciudad iba a ser de los beocios4 y diciendo otras
cosas con las cuales creía convencerlos del todo. 59 No pudiendo obtener esto, bien porque los
sacrificios fueran contrarios, 1 bien porque ellos mismos no quisiesen,2 pidió prestados cien
talentos para poder asalariar mercenarios, 3 y solicitó como comandante a Lisandro, 4 que estaba
muy bien dispuesto hacia la oligarquía y muy mal dispuesto hacia la ciudad, y que odiaba
sobremanera a los del Pireo. 60 Asalariando a toda clase de hombres para la ruina de la Ciudad 1
y atrayendo a algunas ciudades, 2 y por fin a los espartanos 3 y a cuantos aliados pudieron
persuadir, se preparaban no para conciliar a la Cuidad, sino para perderla, de no haber sido por
hombres honestos, 4 a quienes debéis demostrar, castigando a los enemigos, 5 que también a ellos
les daréis reconocimiento. 61 Mas esto lo sabéis también vosotros mismos, y no veo que sea
necesario presentar testigos; no obstante, lo haré; pues yo necesito descansar y para algunos de
vosotros será agradable escuchar estos mismos relatos 1 del mayor número posible de personas.

HABLAN LOS TESTIGOS

62 [Lis.] Ea, también sobre Terámenes l informaré en la forma más breve posible. Os ruego
que escuchéis, en interés mío y de la ciudad; y a nadie se le ocurra que, siendo Eratóstenes el que
está en peligro, acuso a Terámenes. En efecto, estoy enterado que él 2 se defenderá con esto: que
era amigo de aquél y que ha bía participado en los mismos actos. 3 63 Sin embargo, creo
profundamente que él, 1 si hubiera participado en el gobierno con Temístocles, se jactaría de
haber hecho que se construyeran las murallas, 2 puesto que, con Terámenes 3 [se jacta de haber
hecho] que fueran derruidas. 4 En efecto, 5 no me parecen ser dignos de igual estimación: pues
mientras que aquél 6 las construyó, aunque los espartanos no quisieran, éste 7 las destruyó,
engañando a los ciudadanos. 8 64 En fin, a la ciudad le ha tocado lo contrario de lo que era de
esperarse. Porque era justo que también los amigos de Terámenes perecieran 1 junto [con él], con
excepción de quien eventualmente 2 hubiera actuado en su contra. Mientras que ahora veo que
las defensas vienen a parar en él, 3 y que los que estuvieron con él tratan de ser estimados, como
si hubiera sido responsable de muchos bienes 4 y no de grandes males. 5 65 Él 1 en primer lugar,
fue el máximo responsable 2 de la anterior oligarquía, 3 ya que os persuadió a elegir el gobierno

6
de los Cuatrocientos. Y mientras su padre, 4 que era uno de los próbulos, 5 hacía lo mismo, 6 él,
que aparentaba estar muy bien dispuesto para con aquellos hechos, fue ele gido estratega 7 por
ellos. 66 Mientras fue estimado, se mostró fiel; pero cuando vio que Pisandro, 1 Calescro 2 y
otros fueron superiores a él, y que vuestra Asamblea, por otro lado, no quería ya escucharlos, 3
entonces, por envidia hacia aquéllos y por temor de vosotros, 4 participó en las acciones de
Aristócrates. 5 67 Queriendo además aparentar que era fiel a vuestra Asamblea, 1 acusó a Antifonte
2
y a Arqueptólemo,3 que eran muy amigos suyos, y los hizo matar, y llegó a tal [grado] de
maldad que, para probar la lealtad hacia ellos,4 os esclavizó, y para [probar] la [lealtad] hacia
vosotros, perdió a los amigos. 5 68 Estimado y considerado digno de los máximos cargos, 1
mientras él mismo prometía salvar a la ciudad, 2 él mismo la perdió, 3 afirmando que había
encontrado una solución excelente y digna de mucha consideración. Prometió hacer la paz sin dar
rehenes, sin derruir las murallas y sin entregar las naves; 4 pero sobre esto no quiso hablar a nadie,
sino que ordenó confiar en él. 69 En cuanto a vosotros, oh atenienses, 1 cuando el Consejo del
Areópago 2 negociaba medidas de salvación y muchos 3 se oponían a Terámenes, sabiendo que los
otros hombres acostumbraban guardar secretos a causa de los enemigos, mientras que él 4 no
quiso hablar entre sus propios conciudadanos de lo que iba a decir 5 a los enemigos; no obstante,
le confiasteis a la patria y a los hijos y a las mujeres y a vosotros mismos. 70 Y en cuanto a él, de
lo que había prometido no hizo nada, sino que había resuelto que se debía empequeñecer y
debilitar la ciudad 1 al punto que, lo que nunca nadie entre los enemigos había mencionado y
nadie entre los ciudadanos esperaba, esto os persuadió a que hicierais, sin ser obligado por los
espartanos, antes bien solicitándoles él mismo desmantelar las murallas del Pireo y derrocar la
forma de gobierno existente 2 porque sabía que, si no os encontrareis desprovistos de toda
esperanza, llevaríais a cabo contra él una rápida venganza. 71 Y por último, oh jueces, no permitió
que la Asamblea popular se efectuara, en tanto que lo que ellos 1 llamaban el momento oportuno
fue cuidadosamente buscado por él, y mandó llamar las naves con Lisandro desde Samos, 2 y
asentó en la ciudad el ejercito de los enemigos. 8 72 Entonces, estando así las cosas, y en presencia
de Lisandro, Filocaro y Miltíades, 1 convocaron a la Asamblea [para deliberar] sobre la forma
de gobierno, a f i n de que ningún orador se les 2 opusiera ni los amenazara, y que vosotros no
eligierais lo que convenía a la ciudad, sino que votarais lo que les parecía bien a ellos.
73 Levantándose entonces Terámenes, os instó encomendar la ciudad a treinta hombres y a
admitir la forma de gobierno 1 que indicaba Dracontides. 2 No obstante vosotros, aun en esa
situación, gritasteis en tumulto que no haríais eso; 3 os habíais per catado, en efecto, que en ese
día os reuníais en Asamblea [para deliberar] sobre esclavitud y libertad. 74 Y entonces
Terámenes, oh jueces (y de esto os presentaré a vosotros mismos como testigos 1 ) , dijo que no
le importaba nada vuestro tumulto pues, por un lado, sabía que muchos atenienses 2 hacían las
mismas cosas que él y, por otro, decía lo que parecía bien a Lisandro y a los espartanos. 3
Después de él, Lisandro se levantó y dijo, entre muchas otras cosas, que os tenía por perjuros 4
y que no estaría en vuestro poder [deliberar] sobre la forma de gobierno sino sobre la salvación,
si no hacíais 5 lo que Terámenes orde naba. 75 De todos los hombres honestos que había en la
Asamblea, al darse cuenta de la intriga 1 y la presión, 2 algunos permanecieron allí guardando
silencio y otros se fueron retirando, por lo menos de esto conscientes: de que no votaron ningún
mal para la ciudad. Pero unos cuantos, deshonestos y mal intenciona dos, votaron 3 a favor de lo
ordenado. 76 En efecto, se les 1 había ordenado votar a favor de diez hombres que Terámenes
había señalado: de diez a quienes los éforos 2 instituidos indi caran y de diez entre los presentes; 3
pues a tal punto veían vuestra debilidad y conocían su propia fuerza que desde antes sabían lo que
iba a hacerse en la Asamblea. 77 En cuanto a esto, no es necesario creerme a mí, sino a Terámenes; 1
porque todo lo dicho por mí 2 lo decía al defenderse en el Consejo 3 cuando, por un lado,

7
reprochaba a los exiliados 4 el hecho de que por él habían regresado sin que para nada se
preocuparan los espartanos, y cuando, por otro, reprochaba a sus colegas de gobierno el hecho de que,
habiendo él sido responsable 5 de todos los actos cometidos —en la forma que ya dije— obtuviera
tales recompensas, 6 a pesar de haberles dado, de hecho, muchas pruebas de lealtad y de haber
recibido sus juramentos. 7 78 Y aunque de estos y otros males e infamias antiguas 1 y recientes, 2
pequeñas y grandes, él haya sido la causa, osarán proclamarse amigos de Terámenes, que no por
vosotros murió 3 sino por su propia maldad y que justamente fue castigado en la oligarquía 4 (pues ya
intentaba derrocarla) y justamente lo sería en la democracia. 5 Dos veces 6 en efecto, os esclavizó,
despreciando lo presente 7 y anhelando lo ausente 8 y convirtiéndose en maestro de los peores actos,
mientras se valía del más bello nombre. 9
79 Ahora bien, acerca de Terámenes, son suficientes para mí las acusaciones. Pero ha llegado
para vosotros aquel momento en que es necesario que no haya perdón ni compasión en vuestras
sentencias, sino que castiguéis a Eratóstenes y a sus colegas en el mando 1 y que, puesto que fuisteis
superiores a los enemigos combatiendo, no seáis inferiores a los adversarios votando. 2 80 Y por lo
que dicen que van a hacer, 1 no les tengáis mayor gratitud que cólera por lo que hicieron; y mientras
conspiráis2 contra los Treinta que están ausentes,3 no [los] dejéis libres cuando se encuentran
presentes; 4 y no os beneficiéis a vosotros mismos menos que la fortuna, que los entregó 5 a la
ciudad.
81 Se ha acusado a Eratóstenes y a sus amigos, en quienes [él] fundará la defensa y con
quienes ha hecho [todo] esto. Sin embargo, la lucha no se da por igual para la ciudad y para
Eratóstenes; 1 porque mientras éste era al mismo tiempo acusador y juez2 de los procesados,
nosotros ahora establecemos la acusación y la defensa. 82 Y mientras que éstos 1 mataron, sin
juicio, 2 a los que no cometieron ninguna injusticia, vosotros 3 consideráis digno juzgar, conforme a la
ley, 4 a los que perdieron a la ciudad, a quienes aun si quisierais darles ilegalmente el castigo, no
podríais dárselo digno de las injusticias que han cometido para con la ciudad. ¿Pues sufriendo
qué cosa podrían pagar un castigo digno de los actos [cometidos]? 83 Acaso si matarais a ellos y
a sus hijos, ¿les daríamos el castigo equivalente 1 a la muerte de aquellos a quienes éstos mataron
sin juicio, 2 [nuestros] padres, hijos y hermanos? Pues bien, si confiscáis sus bienes visibles, 3
¿beneficiaría [esto] a la ciudad, a la que 4 éstos mucho quitaron, o a los particulares cuyas casas
saquearon? 84 Ahora bien, porque aun haciendo todo [esto] no podríais darles un castigo digno,
¿no sería vergonzoso para vosotros dejar de dar también el castigo que alguien les quisiera
infligir? 1
A todo me parece que podría atreverse quien, 2 no siendo ahora los jueces otros que los
mismos que han duramente sufrido, 3 viene a defenderse ante los mismos testigos 4 de su maldad.
¡Tanto ha llegado a despreciaros o a confiar en los otros! 85 De ambos [sentimientos] conviene
que tengáis cuidado reflexionando que no habrían podido 1 hacer aquello, 2 si otros no hubieran
sido cómplices, ni ahora habrían intentado venir, si no creyeran que serán salvados por los
mismos 3 que vienen no para ayudarlos, sino porque piensan que obtendrán un indulto total por los
actos cometidos, y en lo futuro harán lo que quieran4 si, habiendo aprehendido 5 a los
responsables de los más grandes males, los dejáis libres. 86 Pero también de los que van a hablar a
su favor 1 es justo preguntarse si como hombres bellos y buenos 2 intercederán, probando que su
propia virtud es digna de más consideración que la maldad de éstos. 3 Quisiera, sin embargo, que
ellos estuvieran así de bien dispuestos para salvar a la ciudad, como éstos para perderla, o si,
hábiles al hablar, 4 defenderán a éstos y probarán que sus actos 5 son dignos de mucha
consideración. ¡Pero en vuestro favor ninguno de ellos jamás intentó decir ni siquiera lo justo!6
87 Pero conviene observar a los testigos, 1 quienes al atestiguar 2 en favor de éstos se acusan a
sí mismos,3 que consideran que vosotros sois muy olvidadizos y de buen corazón, si piensan que

8
gracias a vuestra Asamblea 4 fácilmente salvarán a los Treinta, mientras que gracias a Eratóstenes
y a sus cogobernantes era peligroso aun ir al funeral de los muertos.5 88 Sin embargo, éstos,1 de
ser salvados, podrían otra vez 2 perder a la ciudad; mientras que aquellos 3 a quienes éstos
perdieron, habiendo terminado su vida, llegaron al fi n de su venganza sobre los enemigos. ¿No es
pues indignante que, mientras los amigos de los injustamente muertos perecieron junto con ellos, 4
ellos, que perdieron 5 la ciudad, tengan, en verdad muchos que vayan a su funeral, 6 puesto que
tantos se preparan 7 a ayudarlos? 89 Además, pienso que es mucho más fácil acusar por lo que
vosotros habéis sufrido que defender por lo que éstos han hecho. Y, sin embargo, dicen que por
Eratóstenes fueron cometidos los males de menos gravedad entre los Treinta, y por esto
consideran justo que él sea salvado; l pero, porque ha cometido contra vosotros muchos más
crímenes que los demás griegos, ¿no creen que él deba perecer? 90 Vosotros, empero, mostrad
qué opinión tenéis sobre los hechos. Porque, si condenáis a éste, será evidente que estáis
enfurecidos por los actos cometidos; pero si lo absolvéis, seréis vistos como si fuerais favorables a
las mismas acciones de éstos, 1 y no podréis decir que hacíais lo ordenado por los Treinta. 2 91
Porque ahora 1 nadie os oblíga2 a votar en contra de vuestra opinión. Por tanto, [os] aconsejo que,
al absolver a éstos, no os condenéis a vosotros mismos; 3 y no creáis que el voto es secreto,4 pues
haréis evidente para la ciudad la opinión vuestra.
92 Quiero bajar [del estrado] 1 habiendo recordado unas cuantas cosas a cada bando —al de la
ciudad 2 y al del Pireo—, 3 a fin de que deis 4 el voto teniendo como ejemplo las desgracias que os
han ocurrido por culpa de éstos. En primer lugar, cuantos estáis en el bando de la ciudad,
considerad bien que erais gobernados por éstos en forma tal que estabais obligados 5 a combatir
contra hermanos, hijos y conciudadanos una guerra tal, en la cual, por haber sido derrotados,
tenéis igualdad6 con los vencedores, mientras que si hubierais vencido, 7 seríais esclavos de éstos.
93 Y mientras que éstos acrecentaron sus bienes personales 1 a raíz de los hechos, vosotros, por la
guerra intestina, 2 los tenéis más reducidos; 3 pues, si por un lado no consideraban justo que os
beneficiarais con ellos, por el otro [os] obligaban a ser acusados con ellos, 4 llegando a tal grado
de soberbia que no os hacían leales dándoos parte de los bienes, sino que creían que estaríais bien
dispuestos si os hacían participes de sus reproches. 94 A cambio de eso, ahora vosotros, que
estáis a salvo, según podéis, l por vosotros mismos y por los del Pireo, tomad venganza, 2
reflexionando por una parte que estabais gobernados por éstos, quienes son de lo más
malvados, y reflexionando, por otra, que ahora junto con los mejores hombres 3 participáis 4 en
el gobierno y combatís a los enemigos 5 y deliberáis sobre la ciudad; 6 recordando, además, a
los mercenarios 7 que éstos, como guardianes de su poder 8 y de vuestra esclavitud,
establecieron en la Acrópolis. 95 Y a vosotros, 1 aunque hay mucho todavía que decir, sólo esto
os digo. Por otra parte, cuantos sois del bando del Pireo, en primer lugar acordaos de las
armas: que, tras empeñar muchos combates en el extranjero, no por los enemigos, sino por
éstos, fuisteis, en tiempo de paz, privados de las armas; 2 y luego, que fuisteis públicamente
desterrados 3 de la ciudad que vues tros padres os legaron y que exiliados, os reclamaron de las
ciudades. 4 96 A cambio de eso, enfureceos como cuando esta bais en el exilio y recordad
también los otros males que habéis sufrido por culpa de ellos que, arrebatando por la fuerza a
unos del ágora, a otros de los temples, 1 los mataron; y a otros, arran cándolos de sus hijos y
padres y esposas, los obligaron a conver tirse en sus propios verdugos 2 y no les permitieron
obtener la sepultura reglamentaria, 3 porque pensaban que su poder era más firme que la
venganza de los dioses. 4 97 En fin, cuantos escapasteis a la muerte, por doquier corriendo
peligro y por muchas ciudades vagando y de todas partes desterrados, l desprovistos de lo
indispensable, unos habiendo abandonado a los hijos en la patria enemiga, 2 otros, en tierra
extranjera, a pesar de muchas adversidades, llegasteis al Pireo. Y aun que existían muchos y

9
grandes peligros, como hombres hones tos, 3 liberasteis a unos 4 e hicisteis volver a la patria a
los otros. 5 98 Pero si hubierais tenido mala suerte y no hubierais logrado esto, vosotros mismos
estaríais en el exilio, temiendo sufrir las mismas desgracias que antes, y por las costumbres de
éstos, 1 ni los templos ni los altares, que son la salvación aun para los culpables, os habrían
ayudado una vez que fueseis perjudicados. En cuanto a vuestros hijos, los que entonces estuvieran
aquí, serían ultrajados por éstos, y aquéllos en el extranjero, serían esclavos por unas pequeñas
deudas, 2 a falta de quienes les ayudaran.
99 Pero no quiero hablar de lo que hubiera sucedido, ya que no puedo decir 1 lo que fue
cometido por éstos; porque no es tarea de un solo acusador, ni de dos, sino de muchos. No
obstante, no he escatimado nada de mi afán para defender 2 a los templos que estos o entregaron o
profanaron, 3 ni a la ciudad que empequeñecieron,4 ni a los arsenales que destruyeron, 5 ni a los
muertos a quienes vosotros, como no pudisteis socorrer [los] cuando vivían6 debéis ayudarlos
cuando han perecido.7 100 Creo que ellos 1 nos están escuchando y que os conocerán cuando deis
el voto, porque pensarán que cuantos absuelvan a éstos, los condenarán a muerte a ellos; 2
mientras que, cuantos inflijan el castigo a éstos [serán los que] habrán tomado venganza por ellos.3
Dejo de acusar. Habéis oído, visto, sufrido. Lo tenéis. Juzgadlo.

10

También podría gustarte