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Datos y fechas

Bogotá, julio 20 de 1869

Bogotá. 1868
Bogotá 1871

(Junio 20 de 1868)

FILOSOFÍA
MORAL de
EZEQUIEL
ROJAS Y
RÉPLICA
MORAL de
MIGUEL
ANTONIO (Junio 25 de 1868)
CARO,
Ediciones de la
Academia
Colombiana de
Jurisprudencia.
Colección
Clásicos Bogotá,
D.C., 2009.
Ediciones de la
Academia
Colombiana de
Jurisprudencia.
Colección
Clásicos Bogotá,
D.C., 2009.

(Julio 1º de 1868)

(Julio 20 de 1868)
(Julio 31 de 1868)
Autor Procedencia dentro del texto

A los señores miembros de la Academia de


ciencias políticas y morales del Instituto de
Ezequiel Rojas
Francia; de la Real Sociedad de Londres, y de las
Universidades de Alemania.

Ezequiel Rojas Filosofía Moral por el doctor Ezequiel Rojas


El método utilitario. La Unión Católica, Bogota,
Miguel Antonio caro
núm. 3, 9 de julio de1871, Pág. 2.

Miguel Antonio caro CARTAS AL SEÑOR DOCTOR EZEQUIEL ROJAS.


Carta I.

CARTAS AL SEÑOR DOCTOR EZEQUIEL ROJAS.


Miguel Antonio caro
Carta II.
CARTAS AL SEÑOR DOCTOR EZEQUIEL ROJAS.
Miguel Antonio caro
Carta III.

CARTAS AL SEÑOR DOCTOR EZEQUIEL ROJAS.


Miguel Antonio caro
Carta IV.
CARTAS AL SEÑOR DOCTOR EZEQUIEL ROJAS.
Miguel Antonio caro
Carta V.
Cita#1

"La razón de ser de los actos y de sus propiedades constituye


el fundamento de la moral: establecer esta razón es, pues,
establecer el fundamento de la moral.
Hay actos que hacen desgraciadas a las sociedades, y hay
otros que las hacen felices. La moral tiene por objeto dirigir la
conducta de los hombres por el sendero que los conduzca a
su felicidad y les evite su desgracia."Pág. 28

"La ciencia consiste en conocer el orden establecido por


medio de las leyes a que Dios sometió el mundo físico y
moral."
Estudiando este orden se reconoce que es una ley de la
naturaleza del hombre la de no poder conseguir muchas de
las sensaciones agradables sino por medio de actos que
producen cesaciones penosas." Pág 121
Una de las reglas del método, por lo que e visto, es sentar
premisas que el adversario no niega, para deducir
consecuencias que no concluyen, mediante la falacia de la
argumentación y la ambigüedad de los términos. En una
conferencia de la Escuela de jurisprudencia de la Universidad,
a que hace pocos meses asistí como catedrático, el señor
Rojas, que examinaba en economía y política, se empeñaba
en reducir al sustentante a admitir la consecuencia que las
ciencias políticas eran esencialmente sensualistas. Pág. 210

¿No veis que de que el placer guste, es decir, de que el placer


sea placer, no se infiere que sea bien a menos que
empecemos por suponer que son uno mismo bien y placer? Si
esto para vos es evidente, para otros no lo es, y es
precisamente lo que os habíais propuesto debierais
demostrar. Pág. 215

Desde luego se hace duro de creer que haya existido una


ciencia sin fundamentos. Si los principios fundamentales de la
moral, cualquiera desarrollo que se les suponga, no han sido
unos mismos en todos tiempos y naciones, lo que deberíamos
inferir es que o esa ciencia no ha existido, o no existió sino en
tal época y tal nación. Y vosotros los que presentáis nuevos
axiomas como base de la ciencia, no debierais decir que la
ilustráis, sino que la creáis, o que resucitáis la que poseyó tal
pueblo o tal época. Pág.221
Es, pues, evidente por lo visto, que dais al signo “bien”, lo
mismo que a su opuesto “mal”, un valor distinto del que para
todos representa. Esos valores que vos representáis con
dichos signos, son los representados en el lenguaje humano,
por estotros: “placer” y “dolor”. Esta sustitución, mero
capricho a primera vista, no os es ciertamente inútil: en las
premisas o bases de vuestra argumentación soléis introducir
el signo “bien”, el cual, por más que le hayáis dado un valor
arbitrario, siempre aparece a la mente del lector u oyente, en
la forma amable que le imprime su antiguo significado;
aceptada, a virtud de este engaño, la premisa, reponéis en las
consecuencias la idea “placer”; tal es ni más ni menos la
estructura de vuestros razonamientos. Pág. 228

De honrados caprichos graduaría yo estas pretensiones de


vuestra escuela, si ya tuvieses la lealtad del aplicar los mismo
conceptos, su ya tuvieseis la lealtad de aplicar los mismos
conceptos con que menoscabáis la noción “virtud”, a la de
“interés” y “utilidad”. Si para ello me creyese autorizado, os
citaría el criterio público para interrogaros en estos términos;
“si vosotros, señores utilitaristas, calificáis de ficción a la
virtud por representar ente nombre una idea abstracta,
¿Cómo, mediando la misma circunstancia, no aplicáis el
mismo calificativo ala utilidad? Si por idéntico motivo hurtáis
el cuerpo a la primera, ¿cómo subsistiendo las mismas
condiciones, lo que hacéis con la segunda es admitirla de muy
buen grado, sin discusión sobre su naturaleza real,
presentándola como base de la ciencia?”. En cuanto a vos,
señor, me ciño a llamaros la atención a este punto confiando
que un momento de reflexión os hará reconocer la justicia del
cargo que contra vosotros formulo. Pág. 235
Señor: Hobbes, más lógico que Bentham, observaba yo en mi
última carta, no vacila en inferir de la negación de la ley
natural, el principio de que, antes de establecerse la positiva,
“todos tienen derecho a todo”. Equivale esto a decir que el
deber y el derecho son creaciones de la ley humana, o más
claro, que no existe. Vos y Bentham no sentáis
perentoriamente este principio, el cual es sin embargo
consecuencia lógica de la negación de la ley natural, en que
insistís; antes bien, Bentham insinúa alguna vez y vos
reconocéis en alguna parte la existencia de derechos
naturales: contradicción chocante que el mismo comentador
Salas, parcial a vuestra doctrina, echa en rostro al citado
Bentham, no obstante no aparecer en sus escritos tan
evidente como en los vuestros.Pág. 241
Cita#2

Las propiedades que caracterizan los actos de viciosos son:


1° el ser malos, 2° el ser efecto de la debilidad o de lo
erróneo de los vicios acerca de lo bueno y de lo malo.
Los juicios rectos y exactos acerca de los actos que hacen
realmente la felicidad de las sociedades y de los que hacen
su desgracia, unidos a la fuerza del alma necesaria para
obrar en su conformidad, inducen a los hombres a ejecutar
los actos por los cuales hacen sacrificios en beneficio de sus
semejantes, de las sociedades o de si mismos; estos son los
actos virtuosos. Pág. 36

A pesar de esto hay personas para quienes las palabras útil,


utilidad, utilitarismo, placer, son deshonestas o representa
ideas de inmoralidad y de pecado: necedad seria preguntar
a estas personas si el placer o el utilitarismo son buenos.
Pero si se les pregunta si es bueno y si les gusta no sufrir
males físicos ni morales, y gozar tranquilamente del fruto de
sus trabajo, satisfacer con él las necesidades de su cuerpo y
de su alma, disfrutar de buena salud y del mayor bienestar
posible, contestan que esto es justo y bueno: y sin embargo
este tiene que ser el fruto del utilitarismo. Pág. 58
Si cuando se habla de bien público significa por consiguiente
satisfacción de los apetitos de la mayoría, el principio sigue
siendo inmoral; por que a veces los apetitos de las mayorías
son desordenados y suponen, para ser satisfechos, violación
de justicia. Si bien público es algo distinto de la satisfacción
de los apetitos de la mayoría, entonces el principio es
exacto, pero antiutilitaria, pues destruye la máxima
fundamental del sistema, que no hay más bien que el
placer. Pág. 212

Extraño sobre todo que olvidéis en la brevísima descripción


que hacéis de la naturaleza humana, precisamente aquellos
caracteres que la distinguen de la naturaleza animal, o sea
de los brutos, a saber de la inteligencia y voluntad. Ni digáis
que el pensamiento y la volición son sensaciones; el
mudarles nombre a esos hechos, no os autoriza para
desconocerlos y anularlos: llamadlos como queráis, pero
analizadlos; mientras así no lo hagáis, vos, por vuestra
propia sentencia, no tenéis derecho a definir lo que es el
bien y el mal. Pág. 217

Si creéis que la moral es más antigua que vosotros, no


podéis negar que ha tenido fundamentos anteriores a
vuestra nueva doctrina; si esos fundamentos han sido
“ficciones o sea suposiciones gratuitas” como vos aseveráis
rotundamente (Programa de legislación, њ 8), probadlo, y, si
lográis probadlo, concluid: “la moral no es ciencia, sino una
pura ficción”. Esto es lo lógico; porque quitando el cimiento,
el edificio no puede subsistir; arrancada la base de la moral,
la moral desaparece. Pág. 227
Propuesta las tesis en estos términos, yo me atrevo a
sostener, con vuestra venia, que “bueno”, moralmente no
es sinónimo de “útil”. Vos mismo lo reconocéis cuando decís
que la ciencia no ha progresado sino desde que la bondad
de las acciones se gradúa por su utilidad; luego hay otros
medios, cualesquiera que ellos sean, de conocer lo bueno;
luego lo bueno es distinto de lo útil. Ya en pleno paganismo,
presentada el poeta, como distintivo del hombre honrado,
el saber preferir lo honesto, estos es, lo esencialmente
bueno a lo útil Pág. 231

Deber, derecho. Hobbes, algo más lógico que Bentham, no


vacila en deducir el principio de la utilidad, que el hombre
en el estado natural, antes de la aparición de la ley positiva,
tiene “derecho a todo”. Esta conclusión rigurosa, anula
virtualmente la noción de derecho no impone deber a nadie
(observa Jouffroy); porque si yo tengo derecho a todo, y
todos tienen derecho a todo, infiere que mi derecho no
impone a los demás deber alguno, ni el de los demás me
impone a mi tampoco. Mi derecho destruye el ajeno, el
ajeno destruye el mío: nadie tiene deberes. No sólo esto,
agrega, sino que este derecho es tal, que todo mundo tiene
el de violarlo. Y en fin, es un derecho tal, que aunque todo el
mundo lo posee, nadie lo reconoce; pues, extendiéndose a
todos nuestros derechos, al reconocer los ajenos contrarios
al mío, virtualmente lo niego. Pág. 239
Esto, de paso sea dicho, demuestra que el principio de
utilidad en vez de ser esencialmente uniforme e inequívoco,
como mantienen sus partidarios , solo es fecundo en
contradicciones, Hobbes en lo tocante a la conducta privada
fija como regla la ley positiva: interpretación despótica;
Bentham el capricho: interpretación anárquica. Vos,
excluyendo desde luego la segunda, adherís a la primera,
pero con una restricción que, hija de poca franqueza o de
temor, es de todo punto inexplicable a la luz de vuestros
principios. “Las reglas de conducta de los particulares son,
decís, las leyes morales y positivistas”. ¡Las leyes morales!
Pág. 243
Cita#3

En que los soberanos y los que los representan reconozcan


en las instituciones y las leyes que den, que los actos por los
cuales se vulnera a los hombres en sus personas, vidas,
honra, condición y bienes, son malos y no son derecho; que
por lo mismo, no tienen derecho de ejecutarlos ni ellos, ni los
gobiernos, ni los gobernantes, ni los gobernados. Pág. 42

¿En que consisten el bien y el mal? O lo que es lo mismo, ¿En


que consisten la felicidad y la desgracia?
Las palabras son signos de las ideas: estas la constituyen la
percepción y conocimiento de los hechos. Lo mismos signos
representan, a veces, unas ideas para unos, y otras para
otros. Pág 63
El utilitarismo, doctrina eminentemente inmoral tal como la
exponen Bentham y Salas, autores de la obra que sirve de
texto para su enseñanza, se ha querido convertir entre
nosotros en cuestión de política interna, en arma de partido,
por sus apasionados sectarios. Además se halaga a los
neófitos con un fácil acceso al ejercicio de la abogacía y lo
empleos públicos. Entretanto los que con más calor nos
hemos empeñado en el, combate contra el utilitarismo
somos personas extrañas a la política, ajenas al poder, que
nada damos a nuestros auxiliadores, que nada recibimos en
premio de nuestros esfuerzos, si no es la aprobación de la
conciencia que nos obliga. Pág. 213

Pero si tal habéis de responder podéis excusar la solución;


ella nada enseña, ninguna luz da para saber que debemos
hacer y qué evitar, pues tanto las cosas buenas como las
malas, las licitas como las ilícitas, pueden tener la propiedad
de producir placer. Por otra parte, no es exacto que el goce
sea el objeto de nuestras necesidades: él no es sino el
complemento de la satisfacción de la necesidad, esto es, de
la posesión del objeto apetecido. Por ejemplo, el hombre
estudioso busca ciencia y goza en su adquisición; mas es la
ciencia, no el goce que ella ocasiona, el objeto de su
necesidad; y así de las demás. Luego no cabe reducir las
necesidades humanas a la de gozar. Pág 217
Cita#4

Si la pena no fuese el mal para el hombre y si el placer no fuese


el bien, los hombres no serian gobernables, es decir, no habría
medios para dirigir sus acciones, para hacerlos buenos, es decir,
para impedirles obrar mal y hacerlos obrar bien; la obra de Dios
habría quedado imperfecta.
La habilidad del legislador consiste en saber hacer uso de esta
propiedad inherente en toda la especie humana, es decir, de
esta ley de la naturaleza.
Los dominios del mal como los del bien están divididos en cuatro
reinos, esto quiere decir, que las penas y los goces nacen de
cuatro fuentes a saber: de la naturaleza, de la opinión de los
hombres, de la ley y de la religión. Pág. 44

Los filósofos y moralistas están de acuerdo generalmente sobre


los preceptos morales que deben percibirse la practica; pero
están muy divididos en opiniones sobre la mayor parte de las
cuestiones especulativas de la moral y especialmente sobre la
definición del bien, y por consiguiente, sobre el principio que
debe guiar nuestra conducta. Pág. 66
Cita#5

Los actos humanos tienen también sus


propiedades que les son inherentes y que son
independientes de la voluntad de los hombres,
su descripción constituye una ciencia, la ciencia a
que se le da el nombre de moral: ciencia cuya
verdad es absoluta, invariable y universal,
verdad que no ha nacido, ni depende de la
voluntad de los hombres ni de ley alguna
positiva. Pág 45

Luego el bien es eso a que todos los hombres


aspiran; eso que todos desean vivamente, eso
que constituye el objeto de sus deseos y
esfuerzos.
Pero queda plenamente probado que a lo que
aspiran, lo que desean y lo que hace el objeto de
sus esfuerzos es evitarse los sufrimientos, es
decir, las sensaciones penosas, y proporcionarse
las agradables; luego este es el bien.
Luego los hechos que se pasan en el hombre y
que son representados con los signos bien y mal,
son las sensaciones penosas y las agradables.
Que está plenamente probado que a lo que
aspiran, y a lo que dirigen los hombres sus
constantes esfuerzo es a evitarse las primeras y a
proporcionarse las segundas, aparece de la
deposición de los testigos absolviendo las
preguntas, de la 2 a la 8. Pág. 68
Temática Título de Rojas Título de Caro

Filosofía Moral por el doctor Ezequiel El método utilitario. La Unión Católica,


La moral
Rojas Bogota, núm. 3, 9 de julio de1871, Pág. 2.

A los señores miembros de la Academia


de ciencias políticas y morales del
CARTAS AL SEÑOR DOCTOR EZEQUIEL
Instituto de Francia; de la Real Sociedad
ROJAS. Carta I a V (1868)
de Londres, y de las Universidades de
Alemania.

La moral
Relación aparente

Dialogo contecioso desde 1868 a 1871. Ezequiel Rojas y Miguel Antonio Caro
discutieron por medio cartas y panfletos la pertinencia de adoctrinar a las juventudes
colombianas con la tendencia utilitarista de Jeremy Bentham. Rojas, por una parte,
insistía por una nación que reconociera la necesidad de asignar derechos más amplios,
que el Estado garantizara la soberanía y autonomía en cada provincia y, desde lo
moral, que desde el liberalismo pudiese gestarse una mentalidad libre, astuta,
moralmente correcta, que distinga lo bueno y lo malo desde un razonamiento
permanente e instrucciones dogmáticas dadas desde la filosofía utilitarista. Su
pretensión final fue crear en Colombia un estudio minucioso de esta ciencia moral que
propuso Jeremy Bentham. Por otro lado, Caro se ensañó a contradecir abiertamente
esta tendencia con críticas razonadas, falacias y vilipendios tanto al mentor de Rojas y
chocando directamente con él mismo. Para Caro, es necesario no quitar las bases de
toda conducta moral, la cual él identifica se encuentra en la religión católica. La
polémica entre ellos terminaría, posteriormente, en una cuestión nacional dado que la
disputa política entre liberales radicales y el Partido Nacional se gestó desde esas
diferencias de pensamiento moral y cultural. Con la victoria social y electoral del
Partido Nacional, se impuso una constitución de 1886, la cual ratifica la idea principal
de Miguel Antonio Caro.

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