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- ¿Falta mucho para llegar al lugar del tesoro? - Inquirió Kirbam con
cierto tono de impaciencia.
- No creo que nos encontremos excesivamente lejos del lugar, la
marca señala el centro de este pantano- Respondió Veltir.
- No me agrada mucho la idea de entrar en este mugriento pantano-
Confeso Jammir
- Tranquilo amigo, no creo el pantano represente ningún peligro
para nosotros, - Le tranquilizo Ramírez.- el mayor peligro serán las
criaturas que puedan habitar en el. Será mejor que no atraigamos
su atención haciendo ruidos innecesarios.
La conversación se corto durante mas de dos horas, hasta que un
ruido alarmo a Kirbam.
- ¿Qué ha sido eso?- Pregunto en un susurro Kirbam.
- Lo desconozco- manifestó Veltir - Iré a investigar.
Jammir, tras ver la mala fortuna de su amigo, corto una gran rama de
un arbusto casi podrido y se la alargo a Ramírez. Un golpe seco sonó
de la dirección donde estaba Kirbam, Jammir se giro para averiguar
que había sucedido, pero lo único que vio fue una sombra que le
golpeaba.
Ramírez empezó a sentir que el sueño se adueñaba de el, y mientras
se sumergía en el lodazal perdió el conocimiento.
VVeltir fue abriendo poco a poco los ojos, aun sentía el golpe que le
dieron en el cogote, y mientras buscaba a la voz que le llamo desde el
fondo de la sala vio a todos sus compañeros tumbados por el suelo de
la celda. Fue despertando a todos a su paso, y después se acerco al
fondo de la sala, desde donde había sonado la voz.
Jammir introdujo sus grandes dedos por entre las rejillas, se coloco a
un lado y tras varios intentos infructuosos hizo un gran esfuerzo que
provoco un gemido de su garganta y que logro sacar la rejilla.
Todos se introdujeron por el túnel por el que Jammir señaló. El lodo les
cubría hasta los tobillos, Kirbam se sujetaba su túnica parda con una
mano, mientras que con la otra sujetaba la espalda de Veltir, que
gracias a su infravisión elfica veía el camino, Ramírez se sujetaba a
Kirbam y de Ramírez se sujetaba Jammir. Francisco iba sujeto por
Veltir.
Tras unos cien metros de trayecto Veltir se detuvo, una tenue luz los
iluminaba desde el techo, donde una rejilla daba al exterior.
Kirbam estaba mirando a una rejilla que había sobre sus cabezas.
Unos minutos después una cuerda colgó desde el hueco, y Jammir fue
el primero en encaramarse, después fue Ramírez, y a Veltir y a su
abuelo les subieron.
-¿De donde has sacado la cuerda?- Pregunto Veltir
- De una de esas casas- Contesto Kirbam.
Se encontraban en medio de una ciudad que estaba sepultada bajo
tierra. El techo de piedra se encontraba a unos tres metros de altura,
pero era muy irregular. Unas antorchas estaban encendidas sujetas al
las paredes de unas casas semi derruidas. Veltir se acerco a ver unos
murales que se encontraban en la entrada de una cueva y lo único que
distinguió fueron formas humanas cargando con carretillas.
Unas voces riendo a coro sonaron del interior del pasillo. Jammir hizo
un gesto con la mano a sus amigos para que se pararan y empezó a
andar sigilosamente acercándose al lugar del que provenían las voces.
Dentro había cuatro draconianos que estaban sentados en una mesa
jugando con el juego de dados de Veltir y bebiendo de unas jarras de
cerveza, en una de las paredes estaban amontonadas las armas,
debajo de ellas habían muchas mas armas con una gruesa capa de
polvo sobre ellas. Jammir volvió sobre sus pasos y aviso a sus
compañeros del descubrimiento. Ramírez saco la espada que
consiguió de uno de los draconianos muertos y todos se acercaron
sigilosamente.
Ramírez contó con los dedos en alto desde tres hasta cero e irrumpió
en la partida de los draconianos, hizo un rápido corte en la garganta de
uno de los draconianos y cuando intentaba sacar su arma del cuerpo
del draconiano se dio cuenta de que se había quedado atrapada en la
piedra. Por su parte Jammir embistió a otro de los guardias
quedándose su arma también atrapada. Veltir se escabullo entre el
barullo para llegar a su preciado Arcabuz, el cual cargo rápidamente
mientras Kirbam conjuro otro hechizo como el que hizo en la cueva de
la araña, dos pequeñas bolas de fuego aparecieron sobre sus hombros
y tras una rápida orden salieron disparados hacia otro de los
draconianos, le impactaron en la espalda y entonces el reptil se
convirtió en roca dejando un ligero olor a carne quemada en el
ambiente. El ultimo draconiano tras ver a todos sus amigos fallecer
salto por encima de la mesa y corrió hacia el pasillo, pero Veltir, que
ya había cargado su arma, le dio un certero disparo en la espalda,
dejándole muerto en el suelo.
FIN
ALEJANDRO CHATAING.