En este apartado se presentarán algunas consideraciones acerca de la
investigación educativa. Nos ha parecido necesario dedicar algunas reflexiones a este tópico ya que en los últimos años el énfasis que las políticas educativas han puesto en la investigación como un componente de la formación docente y la difusión de determinados enfoques metodológicos como la investigación-acción y la investigación cualitativa han introducido nuevos lenguajes y discursos referidos a este tema. Sin embargo, no han logrado instalar prácticas reales y efectivas de investigación. A esa disociación se debe agregar el efecto producido por las mismas políticas educativas que amparadas en un discurso tecno-eficientista han reintroducido en las prácticas de las instituciones y de los sujetos, dispositivos que remiten a la tradición tecnológica. Por ejemplo, los dispositivos nacionales de evaluación de la calidad o el énfasis puesto en el desarrollo de estudios sobre el fracaso escolar basado en información sobre rendimientos escolares y análisis de cohortes, han reforzado las concepciones de investigación como prácticas de medición basadas en pruebas estandarizadas. Por otra parte, la extensión de prácticas de investigación de fenómenos educativos realizadas por profesionales de otros campos disciplinares, con escasos conocimientos de los conocimientos teóricos del campo educativo y de sus enfoques de investigación específicos han generado una cantidad de hallazgos de investigación de escasa relevancia. Definir la naturaleza de la investigación educativa por el tipo de fenómenos que se estudia resulta una simplificación nociva para el desarrollo conceptual del campo educativo. Por ello, en primer lugar es necesario comprender las particularidades que presenta como objeto de conocimiento y luego establecer algunos rasgos vinculados a la articulación con las prácticas de las cuales se deducen las condiciones de uso del conocimiento teórico. Ya hemos visto que una de las posibilidades para conocer la realidad educativa es el abordaje a través de la investigación científica. Sin embargo, la educación es un fenómeno complejo y, por lo tanto, su estudio requiere que se esclarezca su naturaleza. La investigación no es un proceso mecánico de cumplimiento de pasos estipulados, sino un permanente proceso de toma de decisiones orientadas por los conceptos y las teorías científicas. Por ello, el discernimiento acerca de las características y naturaleza del objeto de estudio, en este caso la enseñanza, es la condición previa para tomar decisiones metodológicas adecuadas. La forma en que entendemos la naturaleza del fenómeno que pretendemos conocer a través de la investigación científica, va a incidir en los interrogantes y problemas de investigación que podemos plantear. Es necesario realizar una aclaración conceptual antes de proseguir. Actualmente se distingue entre investigación educativa e investigación acerca de la educación. La primera es aquella que utilizando los métodos de investigación promueve el conocimiento sistemático de la realidad educativa por parte de los actores de la vida escolar, quienes en el mismo acto de conocer -desde la perspectiva y con las herramientas que le proveen los métodos de investigación- se educan, se forman y perfeccionan profesionalmente. La investigación educativa es tal por tres razones: a) por que estudia los fenómenos educativos; b) por que mientras investigan los actores se educan a sí mismos; c) por que la indagación con las herramientas científicas supone una ruptura con el sentido común escolar permitiéndole a los actores ver desde otra perspectiva las situaciones, lo que habilita diferentes caminos de transformación de las prácticas. La investigación acerca de la educación, es realizada por investigadores expertos, generalmente dedicados a la investigación académica de la educación (miembros de institutos de investigación, universidades, áreas u oficinas técnicas de la administración educativa, laboratorios de estudios educativos). Por su propio posicionamiento, estos investigadores no se involucran necesariamente en la transformación de las prácticas educativas sino que adoptan una posición externa. La investigación acerca de la educación supone la distinción entre los investigadores (expertos en la producción científica) y los prácticos (aquellos que actúan y dan contenido a la actividad educativa). Los resultados producidos por los científicos no necesariamente se trasladan al ámbito de la práctica así como tampoco a la toma de decisiones para la gestión de las instituciones o del sistema de enseñanza. La investigación educativa consiste en el análisis sistemático de las concepciones, los procesos y las prácticas educativas. Estos tres aspectos constitutivos del objeto educación pueden referirse a sujetos individuales, a colectivos o grupos y a tipologías institucionales. La investigación educativa se orienta a la producción de conceptualizaciones de los fenómenos que le son propios. También proporciona conceptos que permiten estructurar modelos teóricos que sirven para analizar la complejidad de los hechos e interpretarlos a la luz de las orientaciones ideológicas de las teorías que sustentan la investigación. Estos conceptos no sólo son de utilidad para la producción/renovación teórica y la transformación de los modos de representación conceptual de los fenómenos educativos sino que por la naturaleza de intervención social que poseen las prácticas educativas se trasladan al campo de la acción, de los discursos sociales y a la vida institucional. Así, muchos de los conceptos provistos por los modelos teóricos se extrapolan a la vida cotidiana de las escuelas en la que los sujetos los utilizan para hablar, pensar o legitimar sus actuaciones. Sin embargo, en ese proceso de extrapolación los términos adquieren significaciones diferentes a las que poseen en el campo de la investigación y se utilizan con otra lógica y otras reglas argumentativas. Por ejemplo, en el lenguaje cotidiano de las escuelas los docentes pueden definir sus prácticas como constructivistas o socio-críticas y sostener que elaboran estrategias didácticas a partir de procesos cooperativos de transposición didáctica. Cada uno de los términos utilizados anteriormente nomina una teoría o un modelo teórico que integra una variedad de conceptos y proposiciones que en la práctica de la investigación deben ser utilizados con rigor y precisión mientras que en el campo de las prácticas están liberados de esas exigencias. La investigación educativa es una actividad de indagación que potencia una función auto-reflexiva en los sujetos, las instituciones y el sistema educativo. En tanto que, como ya hemos señalado, la investigación supone un modo diferente de indagar y obtener conclusiones acerca de los fenómenos educativos cotidianos, aporta a los sujetos herramientas que contribuyen a la adopción de nuevas posiciones y nuevos puntos de vista en relación a los objetos de estudio. Si la base de la actitud de investigación es la duda metódica, los investigadores tienen que poner en cuestión sus propias prácticas, sus concepciones, los procesos que generan y de los que son partícipes. Esta actitud de problematización de los saberes casi incuestionables de la experiencia práctica, instala en los sujetos y las instituciones espacios-tiempos en los que pueden pensarse a sí mismos, sus realizaciones y los efectos de su accionar. En tal sentido, la actividad de investigación contribuye a indagar los sentidos, las intencionalidades, las racionalidades, los fundamentos teórico-prácticos que orientan la realización de las prácticas cotidianas y que anidan en las concepciones (teorías implícitas, creencias, etc.) y tensionan los procesos que configuran las prácticas de enseñanza.