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Ilide - Info Tempestad en La Cordillera PR
Ilide - Info Tempestad en La Cordillera PR
TEMPESTAD EN LA CORDILLERA
Wálter Guevara Arze
—¡Mamaniiiii!
—gritó de nuevo el pagador la (ltima s&laba se adelgazó como un ilo. )os
obreros se rieron ante el tono de irritación ist*rica del grito.
—+u* es de ese animal-
—agregó apresuradamente el ombre de la ventanilla con entonación
compuesta casi varonil.
Juan Mamani Poma, apoado contra un corte de la roca que ac&a de plazoleta
frente a la administración, parec&a un sonámbulo.
—+Mana uarinqui- +no oes-/
—0estan gritando tu nombre.
+Jo1aracu 1an1i- +"res sordo-/
—e2clamó una $palliri$, apoada tambi*n contra la roca , acompa3ando la
acción a las palabras, dio un empellón al ombre.
—¡4ermee!! 5espondió al fin Mamani Poma, como gritaba en el cuartel al
escucar su nombre en la lista. )os puntapi*s de su 0eniente no alcanzaron a
corregir la pronunciación del mestizo quicua obligado a usar el castellano.
—'p(rese animal. +6asta cuándo vo a estar aqu&- 7eguro que a estás
borraco— mientras ablaba de t( 8d. al obrero, el pagador su audante
tar9aban diligentemente el nombre de Mamani Poma en seis e9emplares de la
planilla de pagos. :espu*s, el pagador tomó el sobre que estaba encima de
una pila de otros absolutamente iguales, comprobó su contenido quizá por
cent*sima vez con la proli9idad propia de todo pagador , a tiempo de dárselo a
Mamani Poma, le di9o con tono más conciliador;
—:oscientos treinta pesos con veinticinco centavos de saldo. 0e emos
descontado la mitad. "sta quincena as faltado casi oco d&as as sacado
una barbaridad de pulper&a. <as
<as a tener que traba9ar siquiera seis meses sin
emborracarte para ponerte al d&a. )a pulper&a a ordenado que se te
descuente la mitad de tu 9ornal desde esta quincena.
—+= cómo vo a vivir- >o quieren darme más av&o en la pulper&a aora me
descuentan...
—=o
—=o no s*. +Para qu* te emborracas como una bestia tiras tu plata-
4ri*gate pues...
'nte el insulto, Mamani Poma reaccionó
reaccionó violentamente;
—Mentira, no me emborraco... :espu*s agregó cori tono adolorido;
—"s que mi mu9er, la Mar&a se a muerto. Por eso e sacado de la pulper&a...
para su entierro tambi*n e faltado por eso.
—?ueno, o no s*. Pero tienes que pagar tu deuda a la pulper&a.
@omo Mamani Poma permanec&a inmóvil, el pagador lo increpó;
—u* esperas. Me estás aciendo perder mi tiempo. )os otros tambi*n
quieren cobrar.
)as gentes del grupo comenzaban a inquietarse. Pronto ser&a de noce. )as
enormes sombras de las monta3as proectándose cada vez más largas,
parec&an intensificar el fr&o. "l sol, al ponerse, iluminaba (nicamente el
contrafuerte opuesto al de la mina.
)evantó la vista del piso desigual vio el intenso brillo del sol en el cerro del
frente. 8na manca verde, un peque3o sembrad&o de cebada, sin duda, pon&a
la (nica nota viviente un m(sculo de su cara se alegró interiormente al notar
—quizá por primera vez— el sembrad&o de cebada que se agitaba con el viento
de la altura.
7e acordó del valle en el que ab&a crecido. Maizales enormes, con plantas
más elevadas que las mismas gentes, casitas de barro con teco de te9a,
sombreados por árboles de anco folla9eA el peque3o ferrocarril 9adeante
siempre lleno, cruzando el valle a la distancia. :e alguna manera, todo esto le
parec&a perdido para siempre.
<olvió a mirar el cebadal se paró. 7in darse cuenta regresó al pasado. 7us
o9os de9aron de percibir la realidad presente se perdieron en la perspectiva
ilimitada del recuerdo. @omo en un sue3o, las delgadas distantes espigas de
cebada se agigantaron asta convertirse en vigorosas ca3as de ma&z de color
verde amarillo, a punto de madurar. <io claramente el maizal de su cacra
escucó incluso el murmullo del peque3o r&o a su vera. ' esa ora, la Mar&a
estar&a terminando de lavar la ropa, de rodillas con el cuerpo inclinado sobre
el agua.
5ecordó con nitidez un suave atardecer de valle, tan distinto de esta violenta
puesta de sol en la cordilleraA recordó cómo ab&a cruzado su cacra de ma&z
para salir 9ustamente detrás de la Mar&a, desde donde estaba, pod&a observar
sus dos trenzas de cabello bien negro, su torso armonioso fuerte cubierto de
una camisa de tocuo, su cuello esbelto parte de sus morenos brazos
desnudos.
5ecogió unos gui9arros se los arro9ó. "lla no se dio vuelta más bien se
apresuró a en9uagar e2primir las (ltimas prendas de ropa que ab&a tra&do
para lavar. 7ab&a bien de dónde ven&an los gui9arros. 7intió que Juan la miraba
una cálida sensación invadió su cuerpo. @on el i ntento de vencer su emoción,
se afanó en su tarea. :espu*s de todo, era bien poco lo que quedaba por
acer.
—Ja1u rina vamos/. )a Pu1a 7en1a la >ariz @olorada/ dice que tiene una
buena cica.
Juan reconoció al que le ablaba. Manuel @ondori era un barretero como *l.
6ab&a venido de 0apacar&, el pueblo más pró2imo a la mina, distante apenas
seis leguas. "ra anco vigoroso Juan lo estimaba por su alegr&a tenaz, su
incesante carla en quicua castellano su despreocupación.
)a cicer&a de la Pu1a 7en1a era una casuca con una abitación sobre la
calle, demasiado ba9a para permanecer parado en ella, con piso de tierra una
especie de banquillo de adobes alrededor de sus paredes. 8na peque3a
puerta, no más de un metro de alto, comunicaba esta abitación con un patio
min(sculo, oscuro, de piso desigual. 'l fondo del patiecillo un teco de $media
agua$ se apoaba contra la roca que ac&a las veces de pared de fondo. "ra el
dormitorio cuarto de estar de toda la familia. 8nas brasas indicaban que en el
patio tambi*n estaba la cocina. ' esa ora sin luna, no pod&a verse que por
encima del fogón de barro, ab&a una o9a de calamina enmoecida, aciendo
las veces de teco.
@uando los mineros el arriero entraron por la peque3a puerta que daba a la
calle, encontraron unos pocos parroquianos bebiendo silenciosamente. 'l
centro de la abitación encima de una mesa cata, ab&a varias botellas de
cica. )a Pu1a 7en1a, una cola gorda enve9ecida, estaba sirviendo cica
de un 9arro, como no ten&a sino un vaso en la mano del que ten&an que beber
todos, instaba a los clientes a que bebiesen rápido;
—Cmanalla do3a @armen @ómo está 8d. do3a @armen/ 6emos venido con
estos amigos para tomar una cica de la buena. ' ver, s&rvanos unas dos
9arritas...
+u* es pues de tus i9as... a se an ido a dormir- Muco las cuidas tambi*n,
pues...
Cnterrumpiendo al carlatán, la Pu1a 7en1a, con ademán amable, invitó a
todos a sentarse;
—7i*ntese pues, si*ntese. =a vo a traer la cica. D6abrán pagado esta tarde
la quincena no- = quien es pues, este... —continuó dirigi*ndose al arriero que
era indudablemente el (nico al que no conoc&a.
@ondori se apresuró a retomar la palabra;
—"s el Bonzales, un arriero de 0apacar&. 6a llegado aer está durmiendo en
mi casa. 7e va a ir ma3ana en la ma3anita. 6a tra&do una carguita de papas
dice que se va a volver vac&o, pero no creoA mineral robado seguro que a de
llevar para vender en otra mina...
—=o no me meto en eso —protestó rápidamente Bonzales, sabiendo que la
"mpresa su Polic&a Minera persegu&an con sa3a a los ladrones de mineral.
—0( eres mu ablador a me estás calentando.
ue creerán *stos que no me conocen —a3adió entre que9oso ofendido.
—>o te calientes compa3ero. 7i es una canza no más... ' ver do3a @armen,
mande traer su guitarrita. =a 8d. sabe que este Mamani es un buen guitarrero.
<as a tocar ce )inda @ocabambinita. "sa si es cueca...
—)a guitarra fue tra&da. "l arriero Bonzales sacó de ba9o el ponco un
carango pronto empezó la 9arana. )as vueltas de cica fueron más
frecuentes la Pu1a 7en1a se cuidaba de acer notar cuántas 9arras se ab&an
servido, a3adiendo cada cierto tiempo una o dos demás a la cuenta.
—u* es pues, de tus i9as do3a @armen- ¡?a, tambi*n...! "ntraron las i9as
de la cicera. )a una aceptable la otra francamente fea. @on ellas los
parroquianos bailaron cuecas bailecitos de la tierra. )os aplausos r&tmicos,
para acompa3ar el zapateado, pod&an o&rse a la distancia...
Mamani Poma tocaba la guitarra maquinalmente, con el esp&ritu ausente de
todo lo que ocurr&a a su alrededor, perdido de nuevo en su ensue3o sin figuras
ni contornos, asta que una de las bailadoras, la más agraciada, le tra9o el
recuerdo preciso del cuerpo de la Mar&a con esta imagen el pasado se agolpó
de nuevo en su mente.
"l amor entre los campesinos quicuas no tiene sutilezas ni refinamientos. >o
a tiempo para eso. 8n nuevo ogar es una peque3a empresa económica que
debe funcionar producir inmediatamente. )os padres los vecinos audan a
los novios, casados o no, a levantar unas casucas que servirán de ogar.
8nas pocas ove9as, algunos aperos de labranza, más o menos primitivos, un
perro , cuando se trata de gentes acomodadas, un caballo, un bue una o
dos vacas, constituen el capital inicial de esta nueva empresa el fundamento
de la felicidad o la desventura de los amantes. )as risas, las canciones los
alagos no tienen sitio en este cuadro de parquedad pobreza colectivas.
Pero la Mar&a cantaba a veces se re&a con una risa como el agua del arroo.
Percib&a su felicidad la mostraba, lo que era inusitado. Juan ten&a que alzarse
por encima de s& mismo para amarla. )e gustaba que su mu9er se riera al
volver a su ranco, sol&a detenerse antes de entrar, para escucar su voz
suave. "lla pagaba la comprensión el cari3o de Juan con efusiones propias
que a su vez la sorprend&an...
@on Maruca era otra cosa. "lla era como su madre, bulliciosa, atrevida,
reidora. "n su cari3o por esta ciquilla, Juan reconoc&a el amor a su mu9er con
un nuevo ingrediente que lo ac&a más profundo ten&a la virtud de darle a *l
una efusividad de que carec&a abitualmente. 'lguna vez, incluso llegó a besar
a esta su i9a, si bien procuró siempre que nadie lo viera aciendo seme9ante
cosa.
"ran 9óvenes, fuertes, traba9aban todos los d&as del a3o, pero no
prosperaban. )a tierra era magra peque3a. )as lluvias irregulares. @uando
contemplaban este panorama capaz de ensombrecer su alegr&a la vida de
sus i9os, se abrió una perspectiva en el orizonte; irse a traba9ar a las minas.
)legaron unos vecinos que ab&an estado ausentes por largo tiempo.
5ecobraron la cacra que ab&an vendido al partir compraron varias otras.
'dquirieron ganado, levantaron una nueva casa. "ra visible que se ab&an
enriquecido, al menos en la módica escala que constitue la medida de la
fortuna entre los campesinos.
@ómo dónde, no era un secreto para nadie. 6ab&an estado en las minas en
donde pagaban salarios asta de diez quince pesos por d&a, lo que era suma
e2traordinaria, para gentes que a veces no ve&an tales cantidades en meses
enteros. "s verdad que el ombre llegó enflaquecido, esquel*tico, tuberculoso,
pero la mu9er los i9os parec&an lozanos llenos de vida. Juan Mamani Poma
su mu9er la Mar&a, deliberaron brevemente. 0raba9ar&an en las minas por unos
a3os, quizá cinco, quizá menos. ' su regreso, tratar&a de comprar la propiedad
del patrón, en la que eran colonos. "ra peque3a, pero para ellos ser&a
suficiente.
= se fueron. @omo ellos con ellos, mucos otros se lanzaron a la aventura de
las minas, como sus padres, una generación antes se ab&an de9ado vencer
por la tentación de las salitreras en la costa de @ile.
)as penurias del via9e fueron e2cesivas. @amiones cargados de gente asta lo
inveros&mil, marcas a pie por d&as enteros, con los ni3os a la espalda. 'l
abandonar el valle subir a la monta3a, el fr&o, este frio cruel que parece
defender a zarpazos las cumbres de la cordillera contra la profanación
codiciosa de los ombres, izo llorar a los ciquillos. )a Mar&a mostró el temple
de su alma el vigor de su cuerpo de embra 9oven en estas andanzas.
)os ni3os, con tez oscura agrietada la Mar&a con las manos ra9adas, eran el
encanto la razón de ser de Juan. 7u pena era que los ve&a poco. 7al&a de la
casa a las cuatro de la ma3ana con frecuencia doblaba su 9ornada para ganar
más. @uando volv&a la noce, estaba rendido, sin fuerzas ni para ablar.
:espu*s de sostener por oco oras el taladro contra l a roca, los o&dos el
cuerpo entero continuaban vibrándole con el implacable ritmo de la máquina. 'l
d&a siguiente a comenzar de nuevo. Etras veces entraba al turno de la noce,
pero esto sólo ten&a significación en lo que se refer&a a su mu9er sus i9os,
porque para *l, dentro la mina, a cientos de metros de profundidad, era siempre
de noce.
"l aire encarecido el calor subterráneo, daban a los obreros una semilucidez
suficiente para sostener el taladro en las direcciones indicadas por el Cngeniero,
para empu9ar las carretillas de mineral palear la tierra, pero para nada más.
)os traba9adores semidesnudos empu9aban o cargaban las carretillas o
barrenaban las paredes, iluminados por lamparillas de acetileno cua peque3a
llama se e2tend&a en la oscuridad en b(squeda desesperada de o2&geno.
)a sensación de ser un gusano atrapado perdido en un laberinto subterráneo,
torturaba a veces la mente de Juan. "ntonces el pesado aire del socavón le
parec&a la continuación de la roca oscura, con alucinantes puntos luminosos
que eran las lamparillas le9anas de los otros traba9adores. Para romper esta
fascinación, abandonaba repentinamente el taladro ecaba a correr dando
gritos, golpeándose contra los salientes del socavón, asta recobrar, por la
violencia del esfuerzo los golpes la noción de tiempo lugar.
—7&, do3a >a, do3a @armen. )e 9uro por lo más sagrado. 's& como esto
diciendo, como un loco siempre, se eca a correr *ste a veces da unos fritos
de fuertes que a que o&r...
—>o diga... += por qu* ace eso- —preguntó sin disimular su inter*s por el
guitarrero la bailadora fea.
—:ice que es para sentirse vivo, para no quedarse pegado a la pared del
socavón... para no volverse piedra —intentó e2plicar @ondori despu*s agregó
volvi*ndose a Juan;
—' ver ce, e2plica pues ce, porque aces esas oper&as... Juan quedó
sorprendido al comprobar que desde ac&a rato *l era el tema de la
conversación que su amigo @ondori, estaba aciendo re&r a los parroquianos
medio borracos a las i9as de la Pu1a 7en1a, con el relato de sus e2tra3as
actitudes dentro de la mina. )a ruidosa ilaridad de @ondori le obligó a
responder;
—Mentiras está diciendo *ste... as& ablador siempre es — Juan buscó salir
del paso con algunas frases vagas.
7e levantó del banquillo de adobes en que estaba sentado, apoó la guitarra
que ab&a de9ado de tocar ac&a rato se fue al patiecillo interior. 'll& encontró
a Bonzales, el arriero de 0apacar&, la conversación se anudo
espontáneamente entre los dos.
=o me quiero ir ese ablador del @ondori está abla que te abla. 0engo que
madrugar antes del amanecer. @apaz que nieve, el cielo está mu cargado... —
despu*s de un segundo silencio Bonzales preguntó;
—+0( vas a entrar a traba9ar ma3ana-
—>o. >o puedo. >o s* qu* acer. Mi mu9er se a muerto la otra semana...
'qu& pareció ac*rsele un nudo en la garganta. 0ragó aire saliva continuó;
—Pulmon&a le a dado saliendo de la cocina caliente este viento elado que
no pasa nunca...
—'...
—"n menos de una semana se a muerto... —u* cara...
—'ora mis i9os, el Juancito la Maruca, no tienen con qui*n quedarse.
8nos paisanos que com&an tambi*n en mi casa porque la Mar&a les daba
pensión, an tenido que mudarse porque a no a quien les prepare la
comida. =o no s* qu* acer...
—+=a son grandes tus i9os- "sa que dices la Maruca a podr&a cocinar...
—¡7i es ciquita! 0endrá como cuatro a3os el otro es como dos a3os más
grande. Más bien querr&a irme de aqu&...
—"so ser&a lo bueno. "sta vida en la mina es mu fregada.
—Pero es que debo a la @ompa3&a tengo que traba9ar siquiera como seis
meses para pagar. 0oda nuestra platita la e gastado en remedios para
nada...
—+Por qu* no te escapas-
—0( no sabes lo que son esos fora9idos de la Polic&a Minera...
= como tienes buenas mulas... 'demás con las uauas ni3os/ no se puede...
7e interrumpió la frase porque una s(bita idea le iluminó la mente.
—0( te estás endo a 0apacar&, +no-
—7&, ese es mi pueblo, pero aora pocos d&as no más vo a quedar all&.
—+0u mula tu burro están endo vac&os-... —>o... 7i... sin carga, claro.
Mamani se acercó en la oscuridad un poco más a Bonzales. "n voz más ba9a,
con entonación de pregunta s(plica al mismo tiempo di9o;
D)l*vamelos a mis i9os asta 0apacar&. 0us animales están endo sin carga
no te cuesta nada... o te dar* alcance en el pueblo. Ma3ana en la ma3ana
entrar* a traba9ar. 's& no notarán nada. Mientras tanto, t( te llevas a mis i9os.
"n todo el d&a tienes tiempo de sobra para llegar. Me an dico que no son
más que seis leguas...
—+= la Polic&a Minera- —@omenzó a ob9etar Bonzales.
—>o los conocen a mis i9os. "sos sólo buscan a los obreros que se escapan
debiendo a la @ompa3&a o a los que roban mineral.
Bonzales sufrió un sobresalto ante esta (ltima frase quiso saber asta dónde
los cistes de @ondori ab&an sido cre&dos por Mamani.
—7&, dicen que persiguen muco a los que roban mineral, pero a m& eso no me
importa, aunque able zonceras ese borraco del @ondori...
)a respuesta llegó sincera franca;
—@laro. 0( no le agas caso no más. 's& siempre es. =o le conozco. +)os
llevas a mis i9os-
—Mi mula está matada el burrito no a descansado bien... Mientras dec&a
esto (ltimo, Bonzales estaba aciendo mentalmente la cuenta de cuánto podr&a
obtener de Mamani en la desesperada situación de *ste, a cambio de llevar a
sus i9os sanos salvos, con un d&a entero de anticipación a su uida, que sin
duda se producir&a la noce siguiente.
"l estado de ánimo de Mamani no le permit&a medir la magnitud del p&caro que
ten&a al frente, como le parec&a lógico pagar el flete de las ac*milas, se
adelantó a ofrecerlo;
—Mis uauas no pesan nada. 7on bien uauitas todav&a. 0u burrito puede
llevar a los dos. 'demás, el flete, claro que te e de pagar...
Bonzales siguió ponderando silenciosamente el problema como si fuese algo
más grave o más dif&cil de acer de lo que en realidad parec&a. Mamani
Cnterrumpió su refle2ión.
—)legando a 0apacar& me los tienes en tu casa no más.
Ma3ana en la noce o al amanecer o tambi*n a e de llegar...
—>o a caso. =a te e dico que mi burrito está cansado la mula no puede
llevar ni caronas porque tiene una mata as& de grande...
"l ademán e2agerado que izo con los brazos abiertos, se perdió en la
oscuridad.
—'demás no quiero meterme en l&os con la Polic&a Minera.
—Pero ellos no tienen nada que ver...
—7&, pero cuando t( te vaas, seguro que an de saber que o e llevado a tus
i9os no podr* traer carga a la mina.
—+@ómo an de saber- @uando o me vaa todos an de decir que me e
llevado al Juancito la Maruca. >o los vo a de9ar, tambi*n, en esta mina de...
—= por el flete no más, zonceras seria...
Mamani comenzó a ver claro el asunto. "ra simplemente cuestión de cuanto
pudiera ofrecer. "staba dispuesto a pagar bien no tuvo inconveniente en
decirlo.
—0e vo a pagar el flete del burro además de la mula que va a ir sin carga...
—', no. "so no es nada... veinte pesos... para qu* siquiera ablar...
—+@uánto quieres entonces-
—>i por doscientos pesos querr&a verme las caras con los de la Polic&a Minera.
'nte esta reiterada alusión a las autoridades, Mamani comenzó a sospecar si
las bromas de @ondori ser&an algo más que bromasA si en efecto este arriero
ser&a más bien un ladrón de minerales que encubr&a sus actividades con el
peque3o comercio que pod&a trasladar de mina en mina, a lomo de sus flacas
maltrecas ac*milas. uiso tantear cómo reaccionar&a el ombre di9o como
para s&;
—u* siempre te an eco los de la Polic&a a ti, pues.
>i que fueras uno que rescata minerales para venderlos afuera...
)a reacción no se de9ó esperar.
—"so es mentira —interrumpió Bonzales al darse cuenta inmediatamente de
que ab&a ido mu le9os en sus e2igencias que, de tanto referirse a la Polic&a
Minera, dando e2presión sin duda a su miedo subconsciente, ab&a resultado
cogido aora en su misma trampa. ?uscó corregir su error moderando sus
pretensiones.
—>o es solo por ellos. "s tambi*n por los animales que están mu mal. @omo
eres amigo del @ondori que es mi paisano, te cobrar* ciento cincuenta pesos
te entrego a las uauas en 0apacar& cuando llegues...
—0e pagar* cien pesos eso porque no tengo más. =a te e dico que se a
muerto mi mu9er lo emos gastado, gastado todo.
0e 9uro por :ios que no tengo más...
—?ueno, está bien. =o vo a salir antes que amanezca, a eso de las tres.
0engo que apurarme porque va a caer una nevada en la cumbre es capaz de
elar asta a las llamas. 0( no eres de por aqu& no sabes lo que es eso...
ui*n sabe si podrás bien pasar la cuesta ma3ana por la noce...
—=o e de poder no más, pero ten cuidado con mis uauas.
7i algo les pasara a ellos, o no se...
—@laro. )os vamos a envolver bien, pues. 7iempre tendrás unas frazadas.
Me9or saldremos 9untos de aqu&, dentro de un rato as& nos vamos a tu casa
sacamos a tus i9os. =o vo a ensillar los animales en la casa del @ondori. "s
me9or salir de a&. <ive en la orilla del campamento.
—7&, es me9or. Mis pobres uauas van a tener muco fr&o...
7u voz estaba ronca por la emoción contenida.
"ntraron de nuevo a la abitación donde ab&an estado bebiendo.
—Juanito... Juanito...
—+0ata-...
—¡)evántate!
—+=a te estás subiendo a la mina 0ata-
—>o. 0enemos que irnos. )evántate vest& a la Maruca.
'p(rate... 'p(rate...
Mamani encendió una vela de sebo, a medias consumida. ' su luz temblorosa
desigual pudieron verse los o9os de Juanito, enormemente abiertos. "l ni3o
pugnaba por despertar del todo. @uando se incorporó al fin empezó a
ponerse el pantalón de baeta, Bonzales que estaba parado 9unto a Mamani
Poma, pudo apreciar que se trataba de un ni3o mestizo como su padre como
*l mismo de unos seis a3os de edad, con e2presión inteligente.
Juanito miró a Bonzales primero despu*s a su padre como preguntándole
qui*n era el visitante. Mamani Poma e2plicó;
"l amanecer apenas era perceptible a causa de las densas nubes que cubr&an
el cielo. 4altaba todav&a bastante para llegar a la cumbre. Maruca estaba
dormida Juanito cabeceaba por momentos, para despertar sobresaltado con
el temor de caer del asno arrastrando a su ermanita, cua peque3a cabeza
ten&a apoada en uno de sus ombros. Bonzales ven&a detrás, a pie, sin apurar
a las bestias cua prisa parec&a ser a(n maor que la de *l.
'garra bien a la Maruca Juanito. <o a apretar la cinca para la cuesta.
—"stá durmiendo...
<ia9ar en la cordillera es subir ba9ar sin descanso. )as sendas por las cuales
sólo las bestias las gentes abituadas pueden transitar, suben como un
gusano interminable, 1ilómetro tras 1ilómetro, legua tras l egua para alcanzar la
cumbre de un murallón gigante precipitarse al otro lado, retorci*ndose con
angustia, asta el fondo de una quebrada cuo ilillo de agua cristalina
elada cruzan por deba9o , con renovado impulso, trepan el murallón del
frente, a(n más alto que el otro, para precipitarse de nuevo al fondo. = as&, sin
cesar, una ora despu*s de otra, un d&a despu*s de otro...
—?ueno. <amos...
— el grupo reanudó su marca.
"n nada de esto pensaba Bonzales al caminar aprisa detrás de sus ac*milas.
6abituado a la cordillera desde la ni3ez, sólo su ausencia abr&a podido
causarle inquietud o emoción. "n cuanto al mar, no lo conoc&a apenas ten&a
noción de su e2istencia. Para *l, el t*rmino del mundo estaba all& donde la
monta3a se reba9a tanto que se convierte en colina insignificante.
7u mente estaba ocupada en otra cosa. +"star&a el indio Pedro, cuo apellido
nunca llegó a saber, estar&a esperándolo de acuerdo a lo prometido, en su
coza semioculta en una arruga de la cordillera- 0endr&a que seguir por esta
senda una media ora más. :espu*s de9ar&a a los ni3os esperándolo en el
camino ba9ar&a por una uella casi invisible a la casa del indio para recoger el
mineral que le ab&a prometido para este via9e. "n general todo ab&a ido bien
por largo tiempo en este negocio de rescatar mineral robado.
"l indio Pedro, vie9o taimado, pero onesto, iba a la mina a vender le3a. 7u
presencia no despertó 9amás desconfianza. "ra como un pedazo de la misma
cordillera, como su mismo color, con igual tranquilidad inmutable. Por lo demás,
todos estaban abituados a su presencia intermitente en el campamento.
5ecog&a el mineral de poder de aquellos obreros que le ab&an indicado
previamente Bonzales se lo entregaba en su coza a cambio de algunas
provisiones como az(car, coca, ma&z, arina. 5aras veces e2ig&a dinero. "ra
vie9o sólo se contentaba con vivir pegado a sus rocas como un molusco.
Pero algunas veces se emborracaba con el e2iguo producto de la le3a que
ab&a vendido entonces desaparec&a por d&as enteros. Bonzales
constantemente atemorizado ante la perspectiva de caer en manos de la
Polic&a Minera, viv&a oras de angustia esperándolo acurrucado en la coza.
'er precisamente lo ab&a visto bebiendo en la mina. +"star&a esperándolo
aora-
Para empeorar la situación, no sólo estaban los ni3os, que constituir&an una
sobrecarga para sus ac*milas despu*s de recogidas las bolsas de mineral,
sino tambi*n el d&a que se presentaba amenazador. 7u e2periencia de toda
una vida, le ab&a ense3ado a temer las tempestades de nieve en la cordillera.
"l sab&a bien que en estas monta3as de aire seco elado, nieva rara vez. "l
viento constante arrastra las nubes acia los valles. )a nieve perpetua se
mantiene en los picos, quien sabe desde cuando, por el terrible fr&o que ace
all&. Pero cuando cae una tempestad de nieve, es sencillamente terror&fica.
)o (nico de temer entonces son los raos que iluminan las crestas elevadas,
como latigazos a la soberbia de las alturas. 7i no se tiene encima un ponco de
vicu3a, que atrae los raos, todo se reduce a esperar, protegido por cualquier
roca, durante unas oras, despu*s brilla de nuevo el sol.
@on las tempestades de nieve es otra cosa. "ntonces se pierde el viento, como
si ubiese ido a descansar de su fatiga entera.
Bonzales llegó al punto del camino en el que ten&a que tomar una decisión.
)levar consigo a los ni3os a la casa del indio Pedro le parec&a cada vez más un
absurdo. 0endr&an que ba9ar por una senda imposible, casi dos leguas. )as
bestias no podr&an resistir, teniendo en cuenta sobre todo la doble carga del
mineral los ni3os, con la cual deb&an regresar. @omo ab&a pensado antes,
quer&a de9arlos en esta parte del camino donde el desv&o a la casa de Pedro
comenzaba. Pero el problema estaba en que no volv&a a salir al mismo sitio
sino dos leguas más adelante.
"n realidad, ten&a que recorrer dos lados de un triángulo, en uno de cuos
v*rtices estaba aora mientras que la casa del indio estaba en el otro el punto
donde pensaba retomar el camino ven&a a ser el tercero. +Pero qu* acer con
los ni3os- 7i ellos pudieran caminar las dos leguas que los separaban del sitio
donde *l retomar&a el camino, no abr&a problemas. Pero, +podr&an ellos
acerlo- = la tempestad que sin duda iba a desencadenarse antes de lo que el
mismo ab&a cre&do...
Por una vez en su vida mezquina oscura, un pensamiento generoso cruzó por
su mente; abandonar el mineral, no ir a lo de Pedro continuar con los ni3os-
toda prisa para llegar cuanto antes a 0apacar&A pero podr&a recoger alguna vez
ese mineral- >unca sab&a uno si el mismo Pedro no ab&a sido sorprendido por
la Polic&a Minera. 7i en su via9e siguiente, que tendr&a que ser despu*s de
meses el mismo no ser&a descubierto. 7i el indio, al encontrarse falto de
provisiones no ar&a alguna otra transacción. = eran cientos de pesos, quizá
más de mil...
—+'qu& es 0apacari- —preguntó el ni3o. — >o todav&a. )e9os todav&a es, pero
o tengo que recoger una carguita de allá aba9o — se3aló con el brazo
e2tendido la le9ana profundidad de la quebrada,en cua ce9a se encontraban.
)a Maruca, que ven&a adormecida con la marca r&tmica del asno, se despertó
tambi*n.
@uando al t*rmino de una marca precipitada de una ora o poco más, llegó a
la coza del indio Pedro, este no estaba, pero ab&a fuego encendido en un
peque3o ogar de una esquina. "ra indudable que el indio ab&a regresado de
la mina por la noce. Probablemente abr&a ido por agua al fondo de l a
quebrada. Bonzales se metió en la coza se quedó a descansar 9unto al
fuego. 0ranscurrido un largo rato.
Cnquieto al fin salió a la puerta le llamó la atención el que la luz del d&a en vez
de aumentar, estuviese disminuendo. >uevamente tuvo la impresión de que
podr&a tocar el cielo con la mano. <io al indio Pedro que estaba trepando del
fondo de la quebrada con un peque3o cántaro de barro su9eto a la espalda por
unas correas de cuero sin curtir. )e izo se3as para que se apurase. @uando al
fin llegó, quiso terminar cuanto antes la transacción.
"l indio tuvo para s& que el arriero tem&a ser alcanzado por la Polic&a Minera
se calló. "ntregó audó a cargar las saquillas de mineral, Bonzales partió
cuando empezaba a nevar.
Por un momento dudo cual senda seguir; si la que sal&a al camino dos leguas
adelante o aquella por la que ab&a venido.
Por poco que aan andado —se di9o a s& mismo— los ni3os abrán avanzado
algo en estas tres o cuatro oras. 7erá me9or salir adelante regresar en busca
de ellos, que darles alcance por detrás. = tomó la senda que le ar&a avanzar
dos leguas.
4ue una luca cubrir esa distancia. )a densidad de la nevada iba en aumento.
@on toda su e2periencia de la cordillera, por momentos le costaba encontrar el
caminillo que deb&a seguir.
)as bestias no estaban menos inquietas que el. ' cada momento pretend&an
regresar a la coza del indio Pedro donde ab&a un corral para protegerse
contra las inclemencias del tiempo.
Bonzales iba con la obsesión de trasponer el abra, una legua más allá de la
reunión de ambas. 'quella por la que los ni3os deb&an estar viniendo, era algo
me9or, más anca, más visible. 0ardar&an más en desaparecer deba9o de la
nieve. "l fr&o inmediato no era mu intenso, pero resultaba dif&cil ver por la
densidad de la precipitación atmosf*rica. @uando finalmente salió al camino en
el que ab&a de9ado oras antes a los ni3os, varios 1ilómetros atrás, el conflicto
que estaba torturando su esp&ritu izo crisis.
)a nevada caó por dos d&as una noce como si el cielo entero ubiese
querido volcarse sobre la cordillera. :espu*s la atmósfera quedó l&mpida
brillante. "l fr&o se izo intolerable. 0odas las monta3as que pod&an verse
estaban cubiertas de nieve que, con la salida del sol, se solidificó asta adquirir
la transparencia del vidrio la dureza de la roca. "l desielo durar&a más de un
mes.
<arias cozas del campamento minero e incluso algunos edificios de la
administración, se derrumbaron por el peso de la nieve acumulada sobre sus
endebles tecos. "l paisa9e blanco brillaba con el sol, encegueciendo a los
mineros. Para defenderse, ten&an las órbitas de los o9os pintadas de oll&n. '(n
as&, ubo casos de ceguera temporal. 7e comentó que un indio varias llamas
ab&an muerto elados en las alturas de la cordillera.