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TEMPESTAD

TEMPESTAD EN LA CORDILLERA
Wálter Guevara Arze

—¡Mamani Poma Juaan! —gritó el pagador con voz cansada.


—¡Mamani Pomaaa! ¡Mamaniii!— repitieron varias voces ásperas entre el
grupo de mineros que esperaban su pago quincenal, parados frente a las
ventanillas de unas casucas acatadas, con paredes de barro  teco de
calamina. "ra la administración de la mina de #olfram $%ami$. "l eterno fr&o de
la cordillera de los 'ndes, implacable enemigo de esta especie de gusanos
envueltos en arapos  cubiertos de tierra oscura, parec&a morder con más
ferocidad que otras veces.

—¡Mamaniiiii!
—gritó de nuevo el pagador  la (ltima s&laba se adelgazó como un ilo. )os
obreros se rieron ante el tono de irritación ist*rica del grito.
—+u* es de ese animal-
—agregó apresuradamente el ombre de la ventanilla con entonación
compuesta  casi varonil.
Juan Mamani Poma, apoado contra un corte de la roca que ac&a de plazoleta
frente a la administración, parec&a un sonámbulo.
—+Mana uarinqui- +no oes-/
—0estan gritando tu nombre.
+Jo1aracu 1an1i- +"res sordo-/
—e2clamó una $palliri$, apoada tambi*n contra la roca , acompa3ando la
acción a las palabras, dio un empellón al ombre.
—¡4ermee!! 5espondió al fin Mamani Poma, como gritaba en el cuartel al
escucar su nombre en la lista. )os puntapi*s de su 0eniente no alcanzaron a
corregir la pronunciación del mestizo quicua obligado a usar el castellano.
—'p(rese animal. +6asta cuándo vo a estar aqu&- 7eguro que a estás
borraco—  mientras ablaba de t(  8d. al obrero, el pagador  su audante
tar9aban diligentemente el nombre de Mamani Poma en seis e9emplares de la
planilla de pagos. :espu*s, el pagador tomó el sobre que estaba encima de
una pila de otros absolutamente iguales, comprobó su contenido quizá por
cent*sima vez con la proli9idad propia de todo pagador , a tiempo de dárselo a
Mamani Poma, le di9o con tono más conciliador;
—:oscientos treinta pesos con veinticinco centavos de saldo. 0e emos
descontado la mitad. "sta quincena as faltado casi oco d&as  as sacado
una barbaridad de pulper&a. <as
<as a tener que traba9ar siquiera seis meses sin
emborracarte para ponerte al d&a. )a pulper&a a ordenado que se te
descuente la mitad de tu 9ornal desde esta quincena.
—+= cómo vo a vivir- >o quieren darme más av&o en la pulper&a  aora me
descuentan...
—=o
—=o no s*. +Para qu* te emborracas como una bestia  tiras tu plata-
4ri*gate pues...
 'nte el insulto, Mamani Poma reaccionó
reaccionó violentamente;
—Mentira, no me emborraco... :espu*s agregó cori tono adolorido;
—"s que mi mu9er, la Mar&a se a muerto. Por eso e sacado de la pulper&a...
para su entierro  tambi*n e faltado por eso.
—?ueno, o no s*. Pero tienes que pagar tu deuda a la pulper&a.
@omo Mamani Poma permanec&a inmóvil, el pagador lo increpó;
—u* esperas. Me estás aciendo perder mi tiempo. )os otros tambi*n
quieren cobrar.

)as gentes del grupo comenzaban a inquietarse. Pronto ser&a de noce. )as
enormes sombras de las monta3as proectándose cada vez más largas,
parec&an intensificar el fr&o. "l sol, al ponerse, iluminaba (nicamente el
contrafuerte opuesto al de la mina.

Mamani Poma se retiró de la ventanilla  fue ale9ándose pesadamente del


grupo de mineros  palliris, mirando alternativamente las caras de las gentes 
el sobre que ten&a en la mano. 7intió vagamente que las casucas catas  los
obreros arapientos, envueltos en la sombra creciente, no eran sino
e2crecencias de la roca gigante con la que parec&an formar un todo solitario e
inmóvil.

)evantó la vista del piso desigual  vio el intenso brillo del sol en el cerro del
frente. 8na manca verde, un peque3o sembrad&o de cebada, sin duda, pon&a
la (nica nota viviente  un m(sculo de su cara se alegró interiormente al notar
—quizá por primera vez— el sembrad&o de cebada que se agitaba con el viento
de la altura.

7e acordó del valle en el que ab&a crecido. Maizales enormes, con plantas
más elevadas que las mismas gentes, casitas de barro con teco de te9a,
sombreados por árboles de anco folla9eA el peque3o ferrocarril 9adeante 
siempre lleno, cruzando el valle a la distancia. :e alguna manera, todo esto le
parec&a perdido para siempre.

<olvió a mirar el cebadal  se paró. 7in darse cuenta regresó al pasado. 7us
o9os de9aron de percibir la realidad presente  se perdieron en la perspectiva
ilimitada del recuerdo. @omo en un sue3o, las delgadas  distantes espigas de
cebada se agigantaron asta convertirse en vigorosas ca3as de ma&z de color
verde amarillo, a punto de madurar. <io claramente el maizal de su cacra 
escucó incluso el murmullo del peque3o r&o a su vera. ' esa ora, la Mar&a
estar&a terminando de lavar la ropa, de rodillas  con el cuerpo inclinado sobre
el agua.

5ecordó con nitidez un suave atardecer de valle, tan distinto de esta violenta
puesta de sol en la cordilleraA recordó cómo ab&a cruzado su cacra de ma&z
para salir 9ustamente detrás de la Mar&a, desde donde estaba, pod&a observar
sus dos trenzas de cabello bien negro, su torso armonioso  fuerte cubierto de
una camisa de tocuo, su cuello esbelto  parte de sus morenos brazos
desnudos.

5ecogió unos gui9arros  se los arro9ó. "lla no se dio vuelta  más bien se
apresuró a en9uagar  e2primir las (ltimas prendas de ropa que ab&a tra&do
para lavar. 7ab&a bien de dónde ven&an los gui9arros. 7intió que Juan la miraba
 una cálida sensación invadió su cuerpo. @on el i ntento de vencer su emoción,
se afanó en su tarea. :espu*s de todo, era bien poco lo que quedaba por
acer.

:os gui9arros grandes caeron en el agua, cerca de ella  le salpicaron la cara,


los brazos desnudos  la pollera ro9a. 7e dio la vuelta violentamente a tiempo
que Juan sal&a del maizal. $)lo1alla$ bandido —e2clamó ella mientras recog&a
rápidamente peque3os pedruscos  se los arro9aba a *l, cuidando de no afinar
muco la punter&a.

Juan uó alegremente dentro del maizal  Mar&a corrió en su persecución. 7e


detuvo agitada  ansiosa a la orilla de la cacra. >o se animaba a continuar 
quer&a volverse, como lo ab&a eco antes en ocasiones similares.

>uevos pedruscos caeron a su alrededor  por la dirección que tra&an ella


pod&a calcular dónde estaba Juan. )a tentación era muca. 7e izo de cora9e
como para emprender una aventura audaz, levantó algunos gui9arros 
cautelosamente avanzó dentro de la plantación, pero las piedrecillas de *l
parec&an venir siempre de más le9os. uedo un poco desorientada  cuando no
sab&a si seguir o regresar a recoger la ropa, Juan la tomo repentinamente por el
talle. 7e defendió a pellizcos, con la risa entrecortada, pero no en vano Juan
era el $llo1alla$ más fuerte del ranco de campesinos quicuas donde viv&an los
dos. @uando lo envolv&an estos recuerdos, un fondo de esperanza, lentamente
devuelto a la realidad por un bullicioso grupo de obreros que se apro2imaban
por la calle9uela incre&blemente estreca  escarpada de la mina. 8na voz
sonora  bien timbrada sal&a del grupo!

—'& está el Mamani Poma. "se toca bien la guitarra. )o llevaremos.

 'l escucar su nombre, Juan se arrancó enteramente de su ensue3o. 7e


esfumaron la Mar&a, la cacra de ma&z  el riacuelo.

uiso mirar de nuevo el sembrad&o de cebada para readquirir la noción cabal


de la realidad circundante  vio que estaba perdido entre las sombras del
repentino anocecer de la cordillera.

—Ja1u rina vamos/. )a Pu1a 7en1a la >ariz @olorada/ dice que tiene una
buena cica.

Juan reconoció al que le ablaba. Manuel @ondori era un barretero como *l.
6ab&a venido de 0apacar&, el pueblo más pró2imo a la mina, distante apenas
seis leguas. "ra anco  vigoroso  Juan lo estimaba por su alegr&a tenaz, su
incesante carla en quicua  castellano  su despreocupación.

Mamani, el so3ador silencioso, se daba cuenta de la diferencia de caracteres 


quer&a a este ombre que lo ac&a re&r a(n en las pesadas oras que pasaban
 9untos, pegados a la dura roca del socavón minero, sosteniendo el taladro de
aire comprimido. 'l no recibir respuesta de Mamani, sumido en sus refle2iones,
@ondori lo interpelo;
—Parece que te as ido a emborracar sólito—  continuó sin esperar que
Mamani pudiera decir;
—"ste es el Bonzales, un arriero que a venido de mi pueblo. "s un p&caro.
:ice que tiene mucas mulas, pero o no creo porque a llegado con un burrito
flaco  una mula $matada$ lastimada en el lomo/  ambrienta. 7e va a
regresar ma3ana en la ma3anita. <en& @e, la Pu1a 7en1a tiene una linda
guitarra  este Bonzales tiene un caranguito de armadillo que abrá eco
olvidar a alguien... +7ua 1an1i i- "res un ladrón, no es cierto-/ —continuó su
carla dirigi*ndose esta vez al arriero de 0apacar&, mientras empu9aba
suavemente a Mamani Poma a lo largo de la calle9uela.

)a cicer&a de la Pu1a 7en1a era una casuca con una abitación sobre la
calle, demasiado ba9a para permanecer parado en ella, con piso de tierra  una
especie de banquillo de adobes alrededor de sus paredes. 8na peque3a
puerta, no más de un metro de alto, comunicaba esta abitación con un patio
min(sculo, oscuro, de piso desigual. 'l fondo del patiecillo un teco de $media
agua$ se apoaba contra la roca que ac&a las veces de pared de fondo. "ra el
dormitorio  cuarto de estar de toda la familia. 8nas brasas indicaban que en el
patio tambi*n estaba la cocina. ' esa ora  sin luna, no pod&a verse que por
encima del fogón de barro, ab&a una o9a de calamina enmoecida, aciendo
las veces de teco.

@uando los mineros  el arriero entraron por la peque3a puerta que daba a la
calle, encontraron unos pocos parroquianos bebiendo silenciosamente. 'l
centro de la abitación  encima de una mesa cata, ab&a varias botellas de
cica. )a Pu1a 7en1a, una cola gorda  enve9ecida, estaba sirviendo cica
de un 9arro,  como no ten&a sino un vaso en la mano del que ten&an que beber
todos, instaba a los clientes a que bebiesen rápido;

—7irviricu a, compadre, sirviricu 7&rvase pues, compadre, s&rvase/.

"l grupo entró precedido por la voz de @ondori, que se cuidaba de no


mencionar el sobrenombre de la cicera, pues sab&a que eso la irritaba;

—Cmanalla do3a @armen @ómo está 8d. do3a @armen/ 6emos venido con
estos amigos para tomar una cica de la buena. ' ver, s&rvanos unas dos
 9arritas...
+u* es pues de tus i9as... a se an ido a dormir- Muco las cuidas tambi*n,
pues...
Cnterrumpiendo al carlatán, la Pu1a 7en1a, con ademán amable, invitó a
todos a sentarse;
—7i*ntese pues, si*ntese. =a vo a traer la cica. D6abrán pagado esta tarde
la quincena no- = quien es pues, este... —continuó dirigi*ndose al arriero que
era indudablemente el (nico al que no conoc&a.
@ondori se apresuró a retomar la palabra;
—"s el Bonzales, un arriero de 0apacar&. 6a llegado aer  está durmiendo en
mi casa. 7e va a ir ma3ana en la ma3anita. 6a tra&do una carguita de papas 
dice que se va a volver vac&o, pero no creoA mineral robado seguro que a de
llevar para vender en otra mina...
—=o no me meto en eso —protestó rápidamente Bonzales, sabiendo que la
"mpresa  su Polic&a Minera persegu&an con sa3a a los ladrones de mineral.
—0( eres mu ablador  a me estás calentando.
ue creerán *stos que no me conocen —a3adió entre que9oso  ofendido.
—>o te calientes compa3ero. 7i es una canza no más... ' ver do3a @armen,
mande traer su guitarrita. =a 8d. sabe que este Mamani es un buen guitarrero.
<as a tocar ce )inda @ocabambinita. "sa si es cueca...
—)a guitarra fue tra&da. "l arriero Bonzales sacó de ba9o el ponco un
carango  pronto empezó la 9arana. )as vueltas de cica fueron más
frecuentes  la Pu1a 7en1a se cuidaba de acer notar cuántas 9arras se ab&an
servido, a3adiendo cada cierto tiempo una o dos demás a la cuenta.
—u* es pues, de tus i9as do3a @armen- ¡?a, tambi*n...! "ntraron las i9as
de la cicera. )a una aceptable  la otra francamente fea. @on ellas los
parroquianos bailaron cuecas  bailecitos de la tierra. )os aplausos r&tmicos,
para acompa3ar el zapateado, pod&an o&rse a la distancia...
Mamani Poma tocaba la guitarra maquinalmente, con el esp&ritu ausente de
todo lo que ocurr&a a su alrededor, perdido de nuevo en su ensue3o sin figuras
ni contornos, asta que una de las bailadoras, la más agraciada, le tra9o el
recuerdo preciso del cuerpo de la Mar&a  con esta imagen el pasado se agolpó
de nuevo en su mente.

:el maizal, se llevó a la Mar&a a su casa. "l procedimiento no era desusado


entre los campesinos. "n la fiesta de 7an Juan, vino el cura del pueblo  los
casó, 9untamente con otras pare9as que a ab&an establecido ogar sin
esperar las formalidades de matrimonio.

"l amor entre los campesinos quicuas no tiene sutilezas ni refinamientos. >o
a tiempo para eso. 8n nuevo ogar es una peque3a empresa económica que
debe funcionar  producir inmediatamente. )os padres  los vecinos audan a
los novios, casados o no, a levantar unas casucas que servirán de ogar.
8nas pocas ove9as, algunos aperos de labranza, más o menos primitivos, un
perro , cuando se trata de gentes acomodadas, un caballo, un bue  una o
dos vacas, constituen el capital inicial de esta nueva empresa  el fundamento
de la felicidad o la desventura de los amantes. )as risas, las canciones  los
alagos no tienen sitio en este cuadro de parquedad  pobreza colectivas.

Pero la Mar&a cantaba a veces  se re&a con una risa como el agua del arroo.
Percib&a su felicidad  la mostraba, lo que era inusitado. Juan ten&a que alzarse
por encima de s& mismo para amarla. )e gustaba que su mu9er se riera  al
volver a su ranco, sol&a detenerse antes de entrar, para escucar su voz
suave. "lla pagaba la comprensión  el cari3o de Juan con efusiones propias
que a su vez la sorprend&an...

Juancito, el primer i9o, nació casi inmediatamente despu*s del matrimonio  la


Maruca llegó a los dos a3os 9ustos. @uando sus i9os comenzaron a ser algo
más que peque3os animalitos, las emociones de la paternidad fueron
evolucionando  tomando forma en el alma de Juan. @onsideraba a Juancito
como a su igual, como a su amigo, como a otro ombre. )a ternura para con el
mucaco ten&a que ser  era profundamente subterránea, imperceptible para
los demás, pero completamente clara para este i9o suo, tan igual a *l. "ra
como si e2istiese entre los dos un secreto entendimiento.

@on Maruca era otra cosa. "lla era como su madre, bulliciosa, atrevida,
reidora. "n su cari3o por esta ciquilla, Juan reconoc&a el amor a su mu9er con
un nuevo ingrediente que lo ac&a más profundo  ten&a la virtud de darle a *l
una efusividad de que carec&a abitualmente. 'lguna vez, incluso llegó a besar
a esta su i9a, si bien procuró siempre que nadie lo viera aciendo seme9ante
cosa.

"ran 9óvenes, fuertes,  traba9aban todos los d&as del a3o, pero no
prosperaban. )a tierra era magra  peque3a. )as lluvias irregulares. @uando
contemplaban este panorama capaz de ensombrecer su alegr&a  la vida de
sus i9os, se abrió una perspectiva en el orizonte; irse a traba9ar a las minas.

)legaron unos vecinos que ab&an estado ausentes por largo tiempo.
5ecobraron la cacra que ab&an vendido al partir  compraron varias otras.
 'dquirieron ganado, levantaron una nueva casa. "ra visible que se ab&an
enriquecido, al menos en la módica escala que constitue la medida de la
fortuna entre los campesinos.

@ómo  dónde, no era un secreto para nadie. 6ab&an estado en las minas en
donde pagaban salarios asta de diez  quince pesos por d&a, lo que era suma
e2traordinaria, para gentes que a veces no ve&an tales cantidades en meses
enteros. "s verdad que el ombre llegó enflaquecido, esquel*tico, tuberculoso,
pero la mu9er  los i9os parec&an lozanos  llenos de vida. Juan Mamani Poma
 su mu9er la Mar&a, deliberaron brevemente. 0raba9ar&an en las minas por unos
a3os, quizá cinco, quizá menos. ' su regreso, tratar&a de comprar la propiedad
del patrón, en la que eran colonos. "ra peque3a, pero para ellos ser&a
suficiente.
= se fueron. @omo ellos  con ellos, mucos otros se lanzaron a la aventura de
las minas, como sus padres, una generación antes se ab&an de9ado vencer
por la tentación de las salitreras en la costa de @ile.

)as penurias del via9e fueron e2cesivas. @amiones cargados de gente asta lo
inveros&mil, marcas a pie por d&as enteros, con los ni3os a la espalda. 'l
abandonar el valle  subir a la monta3a, el fr&o, este frio cruel que parece
defender a zarpazos las cumbres de la cordillera contra la profanación
codiciosa de los ombres, izo llorar a los ciquillos. )a Mar&a mostró el temple
de su alma  el vigor de su cuerpo de embra 9oven en estas andanzas.

 'l principio todo fue bien. Juan se contrató Cnmediatamente. Musculoso,


elástico  con menos de treinta a3os, ser&a una barretero de primer orden. "l
salario no resultó ser tanto como dec&an, pero a(n esos cinco o seis pesos
diarios, ar&an una respetable cantidad mensual. )es dieron unos tugurios por
casa, pero *l se dio modos de levantar tres abitaciones, casi decentes,
apoando una de las paredes, la del fondo, contra la roca. )a Mar&a, tiritando
de fr&o, traba9aba de la ma3ana a la noce aciendo primero comida  despu*s
cica para otros peones que ab&an venido de su mismo valle  que eran
solteros o ab&an de9ado a sus familias. )as caritas de Juancito  la Maruca se
agrietaron al principio asta sangrar, pero despu*s se abituaron al fr&o.
Jugueteaban sin descanso por las lomas casi verticales de esta cordillera con
entra3as de #olfram. Juancito, aciendo de minero, oradaba las partes
blandas que pod&an encontrar en la roca, utilizando el cucillo de cocina de su
madre. )as delgadas trenzas de cabello que le colgaban a l a espalda más de
una vez fueron ob9eto de las iras del ermano que alegaba que la comida no
ab&a estado a tiempo.

)os ni3os, con tez oscura  agrietada  la Mar&a con las manos ra9adas, eran el
encanto  la razón de ser de Juan. 7u pena era que los ve&a poco. 7al&a de la
casa a las cuatro de la ma3ana  con frecuencia doblaba su 9ornada para ganar 
más. @uando volv&a la noce, estaba rendido, sin fuerzas ni para ablar.
:espu*s de sostener por oco oras el taladro contra l a roca, los o&dos  el
cuerpo entero continuaban vibrándole con el implacable ritmo de la máquina. 'l
d&a siguiente a comenzar de nuevo. Etras veces entraba al turno de la noce,
pero esto sólo ten&a significación en lo que se refer&a a su mu9er  sus i9os,
porque para *l, dentro la mina, a cientos de metros de profundidad, era siempre
de noce.

"l aire encarecido  el calor subterráneo, daban a los obreros una semilucidez
suficiente para sostener el taladro en las direcciones indicadas por el Cngeniero,
 para empu9ar las carretillas de mineral  palear la tierra, pero para nada más.
)os traba9adores semidesnudos empu9aban o cargaban las carretillas o
barrenaban las paredes, iluminados por lamparillas de acetileno cua peque3a
llama se e2tend&a en la oscuridad en b(squeda desesperada de o2&geno.
)a sensación de ser un gusano atrapado  perdido en un laberinto subterráneo,
torturaba a veces la mente de Juan. "ntonces el pesado aire del socavón le
parec&a la continuación de la roca oscura, con alucinantes puntos luminosos
que eran las lamparillas le9anas de los otros traba9adores. Para romper esta
fascinación, abandonaba repentinamente el taladro  ecaba a correr dando
gritos, golpeándose contra los salientes del socavón, asta recobrar, por la
violencia del esfuerzo  los golpes la noción de tiempo  lugar.

:urante una de estas embestidas contra la oscuridad fue que conoció a


@ondori que se ecó a re&r a carca9adas al ver por primera vez a Juan,
corriendo enceguecido dentro del socavón. 'ora, en la cicer&a, era
precisamente @ondori quien estaba divirtiendo a los circunstantes con el relato
de esta e2tra3a costumbre de su amigo.

—7&, do3a >a, do3a @armen. )e 9uro por lo más sagrado. 's& como esto
diciendo, como un loco siempre, se eca a correr *ste a veces  da unos fritos
de fuertes que a que o&r...
—>o diga... += por qu* ace eso- —preguntó sin disimular su inter*s por el
guitarrero la bailadora fea.
—:ice que es para sentirse vivo, para no quedarse pegado a la pared del
socavón... para no volverse piedra —intentó e2plicar @ondori  despu*s agregó
volvi*ndose a Juan;
—' ver ce, e2plica pues ce, porque aces esas oper&as... Juan quedó
sorprendido al comprobar que desde ac&a rato *l era el tema de la
conversación  que su amigo @ondori, estaba aciendo re&r a los parroquianos
medio borracos  a las i9as de la Pu1a 7en1a, con el relato de sus e2tra3as
actitudes dentro de la mina. )a ruidosa ilaridad de @ondori le obligó a
responder;
—Mentiras está diciendo *ste... as& ablador siempre es — Juan buscó salir
del paso con algunas frases vagas.
7e levantó del banquillo de adobes en que estaba sentado, apoó la guitarra
que ab&a de9ado de tocar ac&a rato  se fue al patiecillo interior. 'll& encontró
a Bonzales, el arriero de 0apacar&,  la conversación se anudo
espontáneamente entre los dos.
=o me quiero ir  ese ablador del @ondori está abla que te abla. 0engo que
madrugar antes del amanecer. @apaz que nieve, el cielo está mu cargado... —
 despu*s de un segundo silencio Bonzales preguntó;
—+0( vas a entrar a traba9ar ma3ana-
—>o. >o puedo. >o s* qu* acer. Mi mu9er se a muerto la otra semana...
 'qu& pareció ac*rsele un nudo en la garganta. 0ragó aire  saliva  continuó;
—Pulmon&a le a dado saliendo de la cocina caliente  este viento elado que
no pasa nunca...
—'...
—"n menos de una semana se a muerto... —u* cara...
—'ora mis i9os, el Juancito  la Maruca, no tienen con qui*n quedarse.
8nos paisanos que com&an tambi*n en mi casa porque la Mar&a les daba
pensión, an tenido que mudarse porque a no a quien les prepare la
comida. =o no s* qu* acer...
—+=a son grandes tus i9os- "sa que dices la Maruca a podr&a cocinar...
—¡7i es ciquita! 0endrá como cuatro a3os  el otro es como dos a3os más
grande. Más bien querr&a irme de aqu&...
—"so ser&a lo bueno. "sta vida en la mina es mu fregada.
—Pero es que debo a la @ompa3&a  tengo que traba9ar siquiera como seis
meses para pagar. 0oda nuestra platita la e gastado en remedios  para
nada...
—+Por qu* no te escapas-
—0( no sabes lo que son esos fora9idos de la Polic&a Minera...
= como tienes buenas mulas... 'demás con las uauas ni3os/ no se puede...
7e interrumpió la frase porque una s(bita idea le iluminó la mente.
—0( te estás endo a 0apacar&, +no-
—7&, ese es mi pueblo, pero aora pocos d&as no más vo a quedar all&.
—+0u mula  tu burro están endo vac&os-... —>o... 7i... sin carga, claro.
Mamani se acercó en la oscuridad un poco más a Bonzales. "n voz más ba9a,
con entonación de pregunta  s(plica al mismo tiempo di9o;
D)l*vamelos a mis i9os asta 0apacar&. 0us animales están endo sin carga 
no te cuesta nada... o te dar* alcance en el pueblo. Ma3ana en la ma3ana
entrar* a traba9ar. 's& no notarán nada. Mientras tanto, t( te llevas a mis i9os.
"n todo el d&a tienes tiempo de sobra para llegar. Me an dico que no son
más que seis leguas...
—+= la Polic&a Minera- —@omenzó a ob9etar Bonzales.
—>o los conocen a mis i9os. "sos sólo buscan a los obreros que se escapan
debiendo a la @ompa3&a o a los que roban mineral.
Bonzales sufrió un sobresalto ante esta (ltima frase  quiso saber asta dónde
los cistes de @ondori ab&an sido cre&dos por Mamani.
—7&, dicen que persiguen muco a los que roban mineral, pero a m& eso no me
importa, aunque able zonceras ese borraco del @ondori...
)a respuesta llegó sincera  franca;
—@laro. 0( no le agas caso no más. 's& siempre es. =o le conozco. +)os
llevas a mis i9os-
—Mi mula está matada  el burrito no a descansado bien... Mientras dec&a
esto (ltimo, Bonzales estaba aciendo mentalmente la cuenta de cuánto podr&a
obtener de Mamani en la desesperada situación de *ste, a cambio de llevar a
sus i9os sanos  salvos, con un d&a entero de anticipación a su uida, que sin
duda se producir&a la noce siguiente.
"l estado de ánimo de Mamani no le permit&a medir la magnitud del p&caro que
ten&a al frente,  como le parec&a lógico pagar el flete de las ac*milas, se
adelantó a ofrecerlo;
—Mis uauas no pesan nada. 7on bien uauitas todav&a. 0u burrito puede
llevar a los dos. 'demás, el flete, claro que te e de pagar...
Bonzales siguió ponderando silenciosamente el problema como si fuese algo
más grave o más dif&cil de acer de lo que en realidad parec&a. Mamani
Cnterrumpió su refle2ión.
—)legando a 0apacar& me los tienes en tu casa no más.
Ma3ana en la noce o al amanecer o tambi*n a e de llegar...
—>o a caso. =a te e dico que mi burrito está cansado  la mula no puede
llevar ni caronas porque tiene una mata as& de grande...
"l ademán e2agerado que izo con los brazos abiertos, se perdió en la
oscuridad.
—'demás no quiero meterme en l&os con la Polic&a Minera.
—Pero ellos no tienen nada que ver...
—7&, pero cuando t( te vaas, seguro que an de saber que o e llevado a tus
i9os  no podr* traer carga a la mina.
—+@ómo an de saber- @uando o me vaa todos an de decir que me e
llevado al Juancito  la Maruca. >o los vo a de9ar, tambi*n, en esta mina de...
—= por el flete no más, zonceras seria...
Mamani comenzó a ver claro el asunto. "ra simplemente cuestión de cuanto
pudiera ofrecer. "staba dispuesto a pagar bien  no tuvo inconveniente en
decirlo.
—0e vo a pagar el flete del burro  además de la mula que va a ir sin carga...
—', no. "so no es nada... veinte pesos... para qu* siquiera ablar...
—+@uánto quieres entonces-
—>i por doscientos pesos querr&a verme las caras con los de la Polic&a Minera.
 'nte esta reiterada alusión a las autoridades, Mamani comenzó a sospecar si
las bromas de @ondori ser&an algo más que bromasA si en efecto este arriero
ser&a más bien un ladrón de minerales que encubr&a sus actividades con el
peque3o comercio que pod&a trasladar de mina en mina, a lomo de sus flacas 
maltrecas ac*milas. uiso tantear cómo reaccionar&a el ombre  di9o como
para s&;
—u* siempre te an eco los de la Polic&a a ti, pues.
>i que fueras uno que rescata minerales para venderlos afuera...
)a reacción no se de9ó esperar.
—"so es mentira —interrumpió Bonzales al darse cuenta inmediatamente de
que ab&a ido mu le9os en sus e2igencias  que, de tanto referirse a la Polic&a
Minera, dando e2presión sin duda a su miedo subconsciente, ab&a resultado
cogido aora en su misma trampa. ?uscó corregir su error moderando sus
pretensiones.
—>o es solo por ellos. "s tambi*n por los animales que están mu mal. @omo
eres amigo del @ondori que es mi paisano, te cobrar* ciento cincuenta pesos 
te entrego a las uauas en 0apacar& cuando llegues...

"ra un robo, pero Mamani estaba dispuesto a de9arse robar.

:esde que vio la posibilidad de uir de la mina, de volver a su valle, a la vera


de su peque3o r&o, entre las cacras de ma&z, a la sombra de los árboles, le
pareció que ab&a de nuevo esperanzas, si no para *l, erido interiormente por
la muerte de la Mar&a  e2tenuado f&sicamente por el brutal traba9o de
barretero, al menos para sus i9os. "ra a ellos a quienes quer&a salvar aora.
"ra por ellos  con ellos que deseaba uir. )a perspectiva para Juancito  la
Maruca de una vida sin esperanza ni alegr&a en este desierto fr&gido de
sinuosidades gigantes, a cuatro mil metros de altura, sin vegetación alguna, le
pareció de pronto una pesadilla. +u* ser&a de ellos- 6abitualmente e2tra3o a
la ternura por la erencia de parquedad emocional que corr&a por sus venas de
mestizo 9untamente con la sangre ind&gena, esta vez la pena presentida le
estru9ó el peco ante la visión de lo que pod&a esperar a sus i9os. "staba
dispuesto a dar todo lo que tuviese.

—0e pagar* cien pesos  eso porque no tengo más. =a te e dico que se a
muerto mi mu9er  lo emos gastado, gastado todo.
0e 9uro por :ios que no tengo más...
—?ueno, está bien. =o vo a salir antes que amanezca, a eso de las tres.
0engo que apurarme porque va a caer una nevada  en la cumbre es capaz de
elar asta a las llamas. 0( no eres de por aqu&  no sabes lo que es eso...
ui*n sabe si podrás bien pasar la cuesta ma3ana por la noce...
—=o e de poder no más, pero ten cuidado con mis uauas.
7i algo les pasara a ellos, o no se...
—@laro. )os vamos a envolver bien, pues. 7iempre tendrás unas frazadas.
Me9or saldremos 9untos de aqu&, dentro de un rato  as& nos vamos a tu casa 
sacamos a tus i9os. =o vo a ensillar los animales en la casa del @ondori. "s
me9or salir de a&. <ive en la orilla del campamento.
—7&, es me9or. Mis pobres uauas van a tener muco fr&o...
7u voz estaba ronca por la emoción contenida.
"ntraron de nuevo a la abitación donde ab&an estado bebiendo.
—Juanito... Juanito...
—+0ata-...
—¡)evántate!
—+=a te estás subiendo a la mina 0ata-
—>o. 0enemos que irnos. )evántate  vest& a la Maruca.
 'p(rate... 'p(rate...

Mamani encendió una vela de sebo, a medias consumida. ' su luz temblorosa
 desigual pudieron verse los o9os de Juanito, enormemente abiertos. "l ni3o
pugnaba por despertar del todo. @uando se incorporó al fin  empezó a
ponerse el pantalón de baeta, Bonzales que estaba parado 9unto a Mamani
Poma, pudo apreciar que se trataba de un ni3o mestizo como su padre  como
*l mismo de unos seis a3os de edad, con e2presión inteligente.
Juanito miró a Bonzales primero  despu*s a su padre como preguntándole
qui*n era el visitante. Mamani Poma e2plicó;

—@on este amigo se van a ir antes de que amanezca.


)a sorpresa del ni3o encontró su curso en una pregunta ansiosa, eca en
quicua como para asegurar maor intimidad;
—+%anri- += t(-/
0endr&a que e2plicar sin duda. "l ni3o era demasiado perspicaz para ser
enga3ado simplemente.
—=o vo a ir detrás de ustedes en la noce. >os vamos a escapar porque si
no, los carabineros de la Polic&a nos agarrar&an.
0( a eres un ombre  le vas a audar a la Maruca que es ciquita. >os
vamos a volver al valle, pero primero vamos a ir a la casa de este amigo en
0apacar&. '& me van a esperar.
—+7olitos vamos a ir-...
—>o. @on este amigo que los va a llevar asta su casa.
—+= mi mamita por qu* no viene-...
)o inesperado de la pregunta de9ó atontado a Mamani. 0ragó un bocado
imaginario  contestó;
—7&. "lla tambi*n va a venir. Pero ap(rate. Ponte tu poncito  tus medias de
1aito. "stá aciendo muco fr&o afuera...
:espu*s se arrodilló en el piso de tierra para despertar a la Maruca que
dorm&a sobre unos cueros de ove9a tendidos en el suelo.
—Maruca... Marucita... 5itcari :espierta.../ )evantó a la ciquilla en sus
brazos  ella abrió los o9os, vio a Bonzales  se ecó a llorar. —:e qu* estás
llorando, a ver, +de qu*-... 'l o&r la voz de su padre  caer en cuenta que
estaba en sus brazos, la peque3a Maruca se tranquilizó  quiso volver a
dormirse para lo que estaba acomodándose me9or cuando Mamani la izo
parar en el suelo. 's& la despertó del todo.
)e acarició los cabellos  la cara. Cntervino Juancito;
—¡>os estamos endo Maruca. <en, te vo a vestir antes que los carabineros
vengan...

)a amenaza izo llorar de nuevo a la ni3a, pero el padre la consoló. "lla se


de9ó vestir so3olienta. "ra una ciquilla de unos cuatro a3os, con el cuerpecillo
que permit&a adivinar lo que ser&a a los treintaA buena moza, más sólida que
esbelta, con las caderas ancas, las piernas robustas, el seno amplio  los
brazos fuertes. 'l mirarla, Mamani Poma, vio a su mu9er cuando era ni3a. Para
auentar el recuerdo se puso a ordenar apresuradamente unas alfor9as con lo
más necesario para el via9e. :espu*s izo el desauno en la pieza siguiente
audado por Bonzales. "nvolvieron a los ni3os en gruesas frazadas de lana de
ove9a toscamente te9ida,  se los llevaron en brazos. 'penas era posible
caminar por la senda que ba9aba  sub&a como un ilillo blanco en medio de la
oscuridad.
"ra a(n de noce cuando Mamani Poma probó por (ltima vez si las ataduras
con las cuales estaban su9etos sus i9os al lomo de un pac&fico asno, eran lo
suficientemente fuertes como para evitar la ca&da de los ni3os en alguna de las
interminables subidas  ba9adas que tendr&an que recorrer antes de llegar a
0apacar&. "l grupo compuesto de Bonzales, Mamani Poma, Juancito  la
Maruca, con el agregado de una mula  el asno en el que cabalgaban los
ni3os, se detuvo al llegar al e2tremo del campamento. )as (ltimas casucas
ab&an quedado a alguna distancia. "l grupo estaba en el fondo de una
quebrada desde la cual part&a la cuesta de salida al camino de 0apacar&.

—?ueno... —di9o Bonzales volvi*ndose a Mamani— de aqu& te volverás...


—7i —respondió Mamani—. 'ora me regreso  entro a la mina en el turno de
las cuatro para salir a las doce del d&a. :espu*s de dormir un poco, me escapo
en la nocecita  ma3ana a esta ora a vo a estar en 0apacar&.
—7eguro. 7on seis leguas no más  no te puedes perder. "l camino es claro,
pero la nieve te a de embromar. 4i9o que o en la tarde va a nevar...
—+@ómo sabes-...
—Mira el cielo como está de cargado  con este fr&o más nevada va a ser. )os
animales tambi*n están apurados  ellos saben bien.
"fectivamente, la mula  el asno se mov&an inquietos. "n la oscuridad se oó la
voz de Mamani Poma;
—Juanito, vas a cuidar bien a la Maruca. >o la vas a acer llorar. "n la alfor9a
a 1o1aui provisión alimenticia para via9es/ para cuando tengan ambre.
—7i tata...
—=o vo a ir detrás de ustedes...
—+@on mi mamita vas a venir, no-...
—7&...
Bonzales intervino;
—?ueno... >os tenemos que apurar... Mamani Poma se de9ó vencer por sus
sentimientos una vez más  abrazó  besó a la Maruca que, semidormida,
cabalgaba el asno delante de su ermano que le ten&a su9eta la espalda  la
cabeza. )a ciquilla despertó un poco  sonrió a su padre. :espu*s, Mamani
Poma, abrazó  besó a Juanito.
—>o te vas a tardar tata...
—>o. "n un ratito o vo a venir detrás de ustedes...

Bonzales arreó las bestias que comenzaron a trepar la cuesta.

"l amanecer apenas era perceptible a causa de las densas nubes que cubr&an
el cielo. 4altaba todav&a bastante para llegar a la cumbre. Maruca estaba
dormida  Juanito cabeceaba por momentos, para despertar sobresaltado con
el temor de caer del asno arrastrando a su ermanita, cua peque3a cabeza
ten&a apoada en uno de sus ombros. Bonzales ven&a detrás, a pie, sin apurar 
a las bestias cua prisa parec&a ser a(n maor que la de *l.
 'garra bien a la Maruca Juanito. <o a apretar la cinca para la cuesta.

—"stá durmiendo...

<ia9ar en la cordillera es subir  ba9ar sin descanso. )as sendas por las cuales
sólo las bestias  las gentes abituadas pueden transitar, suben como un
gusano interminable, 1ilómetro tras 1ilómetro, legua tras l egua para alcanzar la
cumbre de un murallón gigante  precipitarse al otro lado, retorci*ndose con
angustia, asta el fondo de una quebrada cuo ilillo de agua cristalina 
elada cruzan por deba9o , con renovado impulso, trepan el murallón del
frente, a(n más alto que el otro, para precipitarse de nuevo al fondo. = as&, sin
cesar, una ora despu*s de otra, un d&a despu*s de otro...

—?ueno. <amos...
— el grupo reanudó su marca.

)a belleza de una gran cadena de monta3as, contemplada desde estas


cumbres, es sólo comparable a la belleza eternamente cambiante del mar. =
como el mar, la cordillera nunca es igual a s& misma. @ambia de color como las
variaciones de la luzA cambia cuando las nubes le ponen un manto inmenso
desombra sobra sus lomosA cambia con cada paso del que mira. 'nsiosa de
e2ibirse, presenta una nueva silueta, una nueva forma a cada vuelta de sus
salientes. 7u grandeza es desolada  solemne. @uando al fin los temblorosos
pies del via9ero an alcanzado una elevación que se alza sobre todas l as otras,
quizá a cinco mil metros, de nuevo la imagen del mar es la (nica comparación
admisible. Pero de un mar cuas olas agitadas por una tempestad terrible se
ubiesen petrificado de repente.

"n nada de esto pensaba Bonzales al caminar aprisa detrás de sus ac*milas.
6abituado a la cordillera desde la ni3ez, sólo su ausencia abr&a podido
causarle inquietud o emoción. "n cuanto al mar, no lo conoc&a  apenas ten&a
noción de su e2istencia. Para *l, el t*rmino del mundo estaba all& donde la
monta3a se reba9a tanto que se convierte en colina insignificante.

7u mente estaba ocupada en otra cosa. +"star&a el indio Pedro, cuo apellido
nunca llegó a saber, estar&a esperándolo de acuerdo a lo prometido, en su
coza semioculta en una arruga de la cordillera- 0endr&a que seguir por esta
senda una media ora más. :espu*s de9ar&a a los ni3os esperándolo en el
camino  ba9ar&a por una uella casi invisible a la casa del indio para recoger el
mineral que le ab&a prometido para este via9e. "n general todo ab&a ido bien
por largo tiempo en este negocio de rescatar mineral robado.

"l indio Pedro, vie9o taimado, pero onesto, iba a la mina a vender le3a. 7u
presencia no despertó 9amás desconfianza. "ra como un pedazo de la misma
cordillera, como su mismo color, con igual tranquilidad inmutable. Por lo demás,
todos estaban abituados a su presencia intermitente en el campamento.
5ecog&a el mineral de poder de aquellos obreros que le ab&an indicado
previamente Bonzales  se lo entregaba en su coza a cambio de algunas
provisiones como az(car, coca, ma&z, arina. 5aras veces e2ig&a dinero. "ra
vie9o  sólo se contentaba con vivir pegado a sus rocas como un molusco.
Pero algunas veces se emborracaba con el e2iguo producto de la le3a que
ab&a vendido  entonces desaparec&a por d&as enteros. Bonzales
constantemente atemorizado ante la perspectiva de caer en manos de la
Polic&a Minera, viv&a oras de angustia esperándolo acurrucado en la coza.
 'er precisamente lo ab&a visto bebiendo en la mina. +"star&a esperándolo
aora-

Para empeorar la situación, no sólo estaban los ni3os, que constituir&an una
sobrecarga para sus ac*milas despu*s de recogidas las bolsas de mineral,
sino tambi*n el d&a que se presentaba amenazador. 7u e2periencia de toda
una vida, le ab&a ense3ado a temer las tempestades de nieve en la cordillera.
"l sab&a bien que en estas monta3as de aire seco  elado, nieva rara vez. "l
viento constante arrastra las nubes acia los valles. )a nieve perpetua se
mantiene en los picos, quien sabe desde cuando, por el terrible fr&o que ace
all&. Pero cuando cae una tempestad de nieve, es sencillamente terror&fica.

>o es comparable a una tempestad de granizo, en la que las peque3as bolas


de ielo que caen del cielo danzan sacudidas por ráfagas de viento que se
llevan la tempestad entera de cumbre en cumbre  acaban por disolverla.

)o (nico de temer entonces son los raos que iluminan las crestas elevadas,
como latigazos a la soberbia de las alturas. 7i no se tiene encima un ponco de
vicu3a, que atrae los raos, todo se reduce a esperar, protegido por cualquier
roca, durante unas oras, despu*s brilla de nuevo el sol.

@on las tempestades de nieve es otra cosa. "ntonces se pierde el viento, como
si ubiese ido a descansar de su fatiga entera.

"l aire, vibrante casi, a fuerza de enrarecido, que envuelve abitualmente la


cordillera, se vuelve denso  pesado. = la nieve cae. @ae sin cesar, d&a tras d&a,
ocultando todas las sendas, aciendo imposible el paso por las obras,
poni*ndole una interminable camisa blanca a la desnudez de los flancos
soberbios de la monta3a. >o es posible orientarse porque no se ve. )os finos
vellones que caen, dan vueltas al cuerpo danzan con movimientos fantásticos
frente a la cara, se le introducen a los o9os, a la boca, a cuanta abertura pueden
encontrar en la ropa. 7u contacto suave produce escalofr&os. 'demás de la
orientación, se pierde el control, la sensibilidad, la producción de las cosas. )a
obsesión de ecarse a descansar luca sin tregua en la mente con la
convicción instintiva  vital de que no a que ceder. "s necesario continuar
caminando, incluso a riesgo de precipitarse en un abismo. "l que cede, el que
se sienta al menos, está perdido. )a conciencia lo abandona progresivamente,
un estado de calma lo invade mientras la nieve cae bailando ante sus o9os,
sobre la cara, sobre el cuerpo, sobre los pies elados...

Bonzales llegó al punto del camino en el que ten&a que tomar una decisión.
)levar consigo a los ni3os a la casa del indio Pedro le parec&a cada vez más un
absurdo. 0endr&an que ba9ar por una senda imposible, casi dos leguas. )as
bestias no podr&an resistir, teniendo en cuenta sobre todo la doble carga del
mineral  los ni3os, con la cual deb&an regresar. @omo ab&a pensado antes,
quer&a de9arlos en esta parte del camino donde el desv&o a la casa de Pedro
comenzaba. Pero el problema estaba en que no volv&a a salir al mismo sitio
sino dos leguas más adelante.

"n realidad, ten&a que recorrer dos lados de un triángulo, en uno de cuos
v*rtices estaba aora mientras que la casa del indio estaba en el otro  el punto
donde pensaba retomar el camino ven&a a ser el tercero. +Pero qu* acer con
los ni3os- 7i ellos pudieran caminar las dos leguas que los separaban del sitio
donde *l retomar&a el camino, no abr&a problemas. Pero, +podr&an ellos
acerlo- = la tempestad que sin duda iba a desencadenarse antes de lo que el
mismo ab&a cre&do...
Por una vez en su vida mezquina  oscura, un pensamiento generoso cruzó por 
su mente; abandonar el mineral, no ir a lo de Pedro  continuar con los ni3os-
toda prisa para llegar cuanto antes a 0apacar&A pero podr&a recoger alguna vez
ese mineral- >unca sab&a uno si el mismo Pedro no ab&a sido sorprendido por 
la Polic&a Minera. 7i en su via9e siguiente, que tendr&a que ser despu*s de
meses el mismo no ser&a descubierto. 7i el indio, al encontrarse falto de
provisiones no ar&a alguna otra transacción. = eran cientos de pesos, quizá
más de mil...

>o. >o ar&a seme9ante estupidez. :eseco definitivamente la idea.


4inalmente, a encontrar&a una solución despu*s de tener el mineral seguro,
regresando por el camino a buscar a los ni3os si ellos no ab&an alcanzado
todav&a su punto de salida. :espu*s de todo, era mu temprano  sólo tendr&an
que acer de cuatro a cinco leguas en el resto del d&a. Miró el cielo cuas
nubes, de tan ba9as que estaban, pod&an tocarse con la mano. )a tempestad se
estaba convirtiendo en amenaza inminente.

—'qu& se van a ba9ar Juanito.

)a voz de Bonzales, que le sonó e2tra3a a *l mismo, asustó al ni3o


semidormido. Juanito no ten&a conciencia de la tempestad natural que
amenazaba a todos ni de la tempestad de conciencia que estaba torturando a
Bonzales. :espertó con la impresión de estar ca*ndose  su9etó a su
ermanita nerviosamente contra s&. "l asno  la mula detuvieron su marca
porque Bonzales estaba parado en medio del caminillo.

—+'qu& es 0apacari- —preguntó el ni3o. — >o todav&a. )e9os todav&a es, pero
o tengo que recoger una carguita de allá aba9o — se3aló con el brazo
e2tendido la le9ana profundidad de la quebrada,en cua ce9a se encontraban.

)a Maruca, que ven&a adormecida con la marca r&tmica del asno, se despertó
tambi*n.

—0ata... mamita... — al no recibir respuesta  ver a un e2tra3o delante, se


puso a llorar.
—'ma ua1aicu >o llores/. "l papá está viniendo con la mamita— di9o
Juanito para consolarla. Maruca siguió llorando.
Bonzales aflo9ó las ataduras que su9etaban a los ni3os  Juanito se deslizó
suavemente al suelo. "l arriero tomó en brazos a la ni3a  la izo parar al lado
de su ermanito. 7acó de la alfor9a un poco de mote ma&z cocido/ envuelto en
un pa3uelo mugriento  se lo e2tendió a los ni3os. )a Maruca e2tendió sus
manecitas  se calló. "ra indudable que no pod&a llorar  comer al mismo
tiempo.
—'ora tienen que caminar un poco
—comenzó a e2plicar suavemente Bonzales.
Por este mismo caminito van a ir. >o se pueden perder. =o vo a ba9ar a&, a la
quebrada para recoger unas carguitas  les vo a dar alcance en un ratito...
—>o te vas a tardar, pues... —insinuó Juanito.
—7i es un rato. 8stedes caminen no más siempre, por este camino. )l*vala a
la Maruca de la mano.
"l mote tambi*n les vo a de9ar para que no llore...
Mientras dec&a esto, arreglaba las caracas de los animales para evitar que se
caigan en la violenta ba9ada que ten&an por delante. :irigió las ac*milas acia
un sendero casi invisible, prorrumpió en un silbido corto  agudo  la mula se
adelantó a ba9ar. —?ueno... @aminen nomás siempre... apuraditos... =o les vo
a alcanzar en un ratito...
= se fue tras sus animales.
)os ni3os de aquella cordillera, que se aterrorizar&an ante una bicicleta 
saldr&an uendo enloquecidos ante el ruido de un tranv&a urbano, no le
asustan de la soledad de las monta3as.
"stán abituados a que el más pró2imo vecino tenga su casa a dos o tres
leguas de distancia. 'demás, los ni3os creen en las promesas con toda la
fuerza de su inocencia.
Juanito  la Maruca iniciaron despacio su marca a lo largo del caminillo que
ten&an ante s&. )os menudos pasos de la ciquilla, atareada comiendo el mote,
apenas si le permit&an avanzar. ' este paso, no ir&an las dos leguas que pod&an
ser su salvación ni en una semana.
—'p(rate Marucita...
—=o quiero esperar a mi mamita...

Juanito la tomó por la mano  comenzó a estirarla levemente. )os peque3os


pedruscos de la senda labrada en la roca, constitu&an serios obstáculos para su
marca.

Bonzales caminaba a toda prisa arreando sus ac*milas. :espu*s de todo,


quer&a tener tiempo, antes que comience a nevar, para regresar en busca de
los ni3os. 6asta se prometió salir a este mismo punto del camino en vez de dos
leguas más adelante porque sab&a mu bien que una ciquilla de cuatro a3os 
un mucaco de seis no ir&an mu le9os.

@uando al t*rmino de una marca precipitada de una ora o poco más, llegó a
la coza del indio Pedro, este no estaba, pero ab&a fuego encendido en un
peque3o ogar de una esquina. "ra indudable que el indio ab&a regresado de
la mina por la noce. Probablemente abr&a ido por agua al fondo de l a
quebrada. Bonzales se metió en la coza  se quedó a descansar 9unto al
fuego. 0ranscurrido un largo rato.

Cnquieto al fin salió a la puerta  le llamó la atención el que la luz del d&a en vez
de aumentar, estuviese disminuendo. >uevamente tuvo la impresión de que
podr&a tocar el cielo con la mano. <io al indio Pedro que estaba trepando del
fondo de la quebrada con un peque3o cántaro de barro su9eto a la espalda por
unas correas de cuero sin curtir. )e izo se3as para que se apurase. @uando al
fin llegó, quiso terminar cuanto antes la transacción.

—'qu& están la coca, el az(car  todo lo demás. "ntr*game el mineral porque


me tengo que apurar...
—>o te puedes ir aora. "n un rato más va a comenzar la nevada  t( sabes lo
que es eso.
—'ora me tengo que ir. 0engo que apurarme porque o siempre tengo que
llegar a 0apacar&...
>i siquiera al indio Pedro quer&a e2plicar la verdadera causa de su apuro.
7ab&a que este vie9o de alma recta, lo 9uzgar&a como un malecor. @onoc&a lo
suficiente a este ombre como para saber que *l no cambiar&a la vida de una
peque3a llama por cien toneladas de #olfram.
—Pero no te puedes ir. >o vas a llegar. 0e vas a elar en la cumbre sin
encontrar la senda.
—=o conozco bien el camino. :esde cico esto lindando por aqu&.
—=o e nacido aqu&  las llamas tambi*n  ni siquiera las llamas que están
afuera podrán salvarse.
—>o ables más—. )a actitud imperante del mestizo ante el indio, tan abitual
en las relaciones mutuas de estos dos grupos umanos, apareció en la voz  el
ademán de Bonzales.
—'ora me tengo que ir, pase lo que pase.

"l indio tuvo para s& que el arriero tem&a ser alcanzado por la Polic&a Minera 
se calló. "ntregó  audó a cargar las saquillas de mineral,  Bonzales partió
cuando empezaba a nevar.

Por un momento dudo cual senda seguir; si la que sal&a al camino dos leguas
adelante o aquella por la que ab&a venido.
Por poco que aan andado —se di9o a s& mismo— los ni3os abrán avanzado
algo en estas tres o cuatro oras. 7erá me9or salir adelante  regresar en busca
de ellos, que darles alcance por detrás. = tomó la senda que le ar&a avanzar
dos leguas.

4ue una luca cubrir esa distancia. )a densidad de la nevada iba en aumento.
@on toda su e2periencia de la cordillera, por momentos le costaba encontrar el
caminillo que deb&a seguir.

)as bestias no estaban menos inquietas que el. ' cada momento pretend&an
regresar a la coza del indio Pedro donde ab&a un corral para protegerse
contra las inclemencias del tiempo.

Bonzales iba con la obsesión de trasponer el abra, una legua más allá de la
reunión de ambas. 'quella por la que los ni3os deb&an estar viniendo, era algo
me9or, más anca, más visible. 0ardar&an más en desaparecer deba9o de la
nieve. "l fr&o inmediato no era mu intenso, pero resultaba dif&cil ver por la
densidad de la precipitación atmosf*rica. @uando finalmente salió al camino en
el que ab&a de9ado oras antes a los ni3os, varios 1ilómetros atrás, el conflicto
que estaba torturando su esp&ritu izo crisis.

+u* acer- )a tempestad estaba en toda su fuerza aterradora. Para imponer


me9or su presencia, los raos iluminaban el d&a gris  repentinas ráfagas de
viento parec&an uir a ocultarse en las quebradas. "n unas oras más, la senda
estar&a perdida del lodo, todos los pasos ser&an impracticables  su esperanza
de trasponer el abra se abr&a desvanecido. 7i al menos los ni3os ubieran
avanzado una legua, si estuvieran siquiera a mitad del camino que debiera
desandar...
Pero *l sab&a bien que no pod&a ser. )a tempestad ab&a comenzado
demasiado temprano  era imposible que Juanito  la Maruca que apenas
pod&a caminar con seguridad, ubiesen podido avanzar lucando contra los
elementos desencadenados.

+u* ser&a de ellos- <olvió la cara, sombr&o en el vano intento de atravesar


con la vista la pesada cortina de nieve que se precipitaba interminablemente 
distinguir las dos peque3as figuras apro2imándose. :espu*s, izo una cruz con
los dedos de la mano dereca, alzó el brazo en el aire, trazó una cruz grande
en la dirección en que los ni3os estar&an en ese momento, besó la cruz de la
mano  se fue camino del abra abandonando a Juanito  la Maruca.
@uando la tempestad comenzó, la Maruca rompió a llorar. Juanito iba a
seguirla, pero se acordó de la recomendación paterna; $vas a cuidar a la
Matuca... a eres un ombre...$

—>o llores. =a va a venir el arriero...


—7u voz no era mu convincente.
—=o quiero a mi mamita... +dónde está mi mamita-...
—"stá viniendo con el papá... a van a llegar...

>o ab&an avanzado quinientos metros. )a Maruca caminaba con dificultad 


se ab&a cansado pronto. @on los primeros raos  el silbido del viento, el terror 
se apoderó de ambos.

"ntonces Juanito tomó una decisión.

—'qu& vamos a esperar...

"l estaba llorando tambi*n.


6izo sentar a su ermanita en pleno camino  se sentó a su lado. 'mbos
estaban tiritando de fr&o  terror.
)os raos cesaron  el viento se fue. >o ab&a campo en el espacio sino para
la nieve que ca&a siempre a s& misma, pesada, tenazmente. )os (ltimos restos
del viento rezagado, ac&an remolinos con los copos flotantes  se precipitaban
a las quebradas profundas. :espu*s, otra vez el silencio de la nieve que cae...
Maruca fue perdiendo la conciencia más rápidamente. :e9ó de llorar  se
recostó en el suelo. Juanito, que a(n lloraba, acomodó uno de sus brazos
como almoada para ella  la abrazó con el otro. 7e apretó contra el cuerpecillo
de Maruca tanto como pudo en el vano intento de protegerla  protegerse. )a
sensación de cansancio invadió su mente  su llanto entrecortado se apagó.

7iguió nevando tenaz, silenciosamente.

)a nevada caó por dos d&as  una noce como si el cielo entero ubiese
querido volcarse sobre la cordillera. :espu*s la atmósfera quedó l&mpida 
brillante. "l fr&o se izo intolerable. 0odas las monta3as que pod&an verse
estaban cubiertas de nieve que, con la salida del sol, se solidificó asta adquirir 
la transparencia del vidrio  la dureza de la roca. "l desielo durar&a más de un
mes.
<arias cozas del campamento minero e incluso algunos edificios de la
administración, se derrumbaron por el peso de la nieve acumulada sobre sus
endebles tecos. "l paisa9e blanco brillaba con el sol, encegueciendo a los
mineros. Para defenderse, ten&an las órbitas de los o9os pintadas de oll&n. '(n
as&, ubo casos de ceguera temporal. 7e comentó que un indio  varias llamas
ab&an muerto elados en las alturas de la cordillera.

)a noticia de lo ocurrido con los i9os de Mamani Poma circuló por el


campamento a los oco d&as. Mamani Poma se perdió. 8nos dec&an que
estaba buscando los cadáveres de la Maruca  el Juanito  otros, que ab&a
ido en persecución del arriero Bonzales. >unca más se supo de *l.

8n d&a, el @orregidor fue llamado con gran urgencia de la cicer&a donde


estaba bebiendo. 8nos indios, al venir de 0apacar& ab&an visto dos delgadas
trenzas de cabellos, de9adas al aire por el desielo. 7e organizó una partida de
carabineros  mineros. 6ubo que volar con dinamita el ielo de los alrededores.
)a maestr&a de los mineros en el mane9o del e2plosivo, permitió descubrir
intactos los dos peque3os cuerpecillos. Juanito ten&a todav&a nerviosamente
su9eta en sus brazos a la Maruca. 6elados como estaban, era dif&cil
separarlos  se resolvió de9arlos 9untos.

@uando la partida volvió al campamento, las mu9eres de los mineros, que no


lloran nunca, apretaron a sus i9os, temerosas, contra su seno  rompieron en
llanto. 'l entierro fue incluso el administrador de la mina. 0ambi*n fue mi padre.
Mi madre no quiso que fu*ramos nosotros que ten&amos cuatro  seis a3os 
quedamos en casa, pegados a ella, sin comprender por qu* l loraba.

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