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Dolor Agudo Final
Dolor Agudo Final
INTRODUCCIÓN
El manejo del dolor tiene sus orígenes entre 1960 y 1970 en los Estados
Unidos y se extendió a Europa casi una década después. Desde la introducción
de los fundamentos teóricos del fenómeno del dolor, por Melzack y Wall en
1965, se ha generado un cambio progresivo de actitud hacia el problema del
dolor y actualmente se considera que no es suficiente sólo la distribución de
información sobre terapia analgésica, sino que ésta debe convertirse en una
prioridad en toda institución de salud.[1]
Tomada de: McCaffery M. Pasero C. Pain Clinical Manual. Mosby. 1999; p 64.
Dosis Presentación
promedio)
0,05-0,1 mg/Kg Muy frecuentes: Vómito, náuseas, Ampollas
Morfina estreñimiento, somnolencia y boca seca
(3-5mg) 10 mg/1 ml
0,005-0,015 Menos frecuentes: Confusión,
mioclonías, retención urinaria.
mg/kg Ampollas 2mg/1ml
Hidromorfona Otros: Miosis, prurito, alucinaciones,
(0,4-1mg) hipotensión postural, urgencia urinaria,
sudoración.
0,5-1 mCg/kg Ampollas
Fentanil
(50-75 mCg) 500 mCg/10 ml
[20]
Scale). En ancianos se recomienda la escala PACSLAC (Pain Assessment
Checklist for Seniors with Limited Ability to Communicate), que cumple con las
adecuadas cualidades psicométricas para esta población. [21,22]
deshidratación, nefropatía
Opioides
El termino “opioides” hace referencia a las sustancias naturales o sintéticas que
actúan sobre alguno de los receptores del sistema opioide (mu, kappa, delta),
los cuales median tanto la respuesta analgésica como la depresión del sistema
nervioso central. La mayoría de medicamentos usados frecuentemente tienen
como objetivo el receptor mu, el cual es a su vez responsable de algunos
efectos adversos como depresión respiratoria, constipación y euforia. [23]
Acetaminofén
Es uno de los analgésicos más usados en el mundo para el dolor leve a
moderado, actúa a través de la inhibición de la sintetasa de prostaglandina H2
endoperóxido y de la acción de la ciclooxigenasa, [28] tiene un buen efecto
analgésico y ahorrador de opioides ampliamente comprobado. Recientemente
la disponibilidad de su presentación intravenosa ha facilitado el manejo
analgésico en pacientes con contraindicaciones para el uso de antiinflamatorios
no esteroideos (AINEs).[29]
Antiinflamatorios no esteroideos
Juegan un papel importante en el manejo del dolor agudo de leve a moderado;
siempre que su uso no este contraindicado, se deberían usar como parte de un
esquema de analgesia multimodal. Tienen propiedades antiinflamatorias, a
diferencia del acetaminofén, lo que los hace más eficaces en el contexto de
trauma y dolor secundario a enfermedades inflamatorias. Su mecanismo de
acción radica en la inhibición de la ciclooxigenasa (COX), especialmente tipo 1
y 2, disminuyendo la producción de prostaglandinas y prostaciclina. La COX1
interviene en la agregación plaquetaria y el mantenimiento de la mucosa
gástrica. La COX2 genera prostaglandinas que median la inflamación y el dolor.
[23]
Existen AINEs COX2-selectivos y no selectivos, lo que va a definir el
desarrollo de sus efectos adversos. Es de anotar que los COX2 selectivos
pueden aumentar el riesgo cardiovascular, posiblemente por la disminución de
la prostaciclina e incremente del tromboxano A2, lo que produce hipertensión,
progresión acelerada de la aterogénesis y mayor respuesta trombótica a la
ruptura de una placa aterogénica, [30] además podrían disminuir la perfusión
renal, con la consecuente disminución en la excreción de sodio, lo que
agravaría una falla cardiaca y/o renal preexistente. Existen pocas diferencias
en cuanto a efectividad entre un AINE y otro, incluso en la ruta de
administración (oral vs. intramuscular),[31] por lo que se debe elegir el AINE a
utilizar dependiendo del perfil de efectos adversos y de la presentación
farmacológica, de acuerdo a las características del paciente.
Una vez descartado que el síntoma de dolor sea crónico (>6 semanas, sin
exacerbación actual), se evalúa para conocer el tipo de dolor y su intensidad,
datos a partir de los cuales se puede proceder para el tratamiento. En casos de
dolor somático osteoarticular leve, la indicación es la administración de
analgésicos no opioides (tipo AINEs y acetaminofén) sumados a medidas
físicas. Teniendo en cuenta las contraindicaciones de tipo cardiovascular y
renal que han llevado a desestimular el uso de AINEs selectivos y no selectivos
en urgencias, se trata de reservarlos para pacientes con cefalea migrañosa y
pacientes con trauma osteomuscular menores de 65 años, sin antecedente o
riesgo de enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, hipertensión arterial,
diabetes o insuficiencia renal. En casos de dolor osteoarticular severo los
opioides fuertes como la morfina son de elección. [32]
Se debe superar la barrera del temor al uso de opioides, que en general está
centrado en dos efectos adversos infrecuentes y previsibles, como son la
depresión respiratoria y la adicción. [37,38] Al respecto hay que decir que la
depresión respiratoria sólo se presenta con dosis altas de opioides, la
administración conjunta de dos de ellos en altas dosis, o combinación con otros
depresores como benzodiacepinas. Por otro lado, la adicción es poco
frecuente, especialmente tras la administración de pocas dosis de opioide,
como sucede en servicios de urgencias. No debe confundirse con el fenómeno
de tolerancia, que consiste en la necesidad de dosis crecientes del
medicamento para obtener el mismo efecto, debido a una adaptación de los
receptores Mu a los efectos de la morfina o sus derivados. En este caso la
suspensión del medicamento sólo produce dolor y no hay síntomas físicos ni
psíquicos de deprivación, es decir, se trata de una respuesta fisiológica, no
psicológica.[32]
* Frecuencia respiratoria
† Frecuencia cardiaca
‡ Presión arterial
CONCLUSIONES
Es posible y es deber del médico realizar valoración del dolor. Existe una
serie de herramientas que permite conseguir una buena objetividad de esta
medida. Recordar que no hay un solo instrumento que pueda recomendarse
ampliamente para evaluar el dolor en todos los contextos.
El paciente es el único que puede describir su dolor; el concepto del
paciente acerca de su síntoma debe ser el principal elemento que debe
tener en cuenta el profesional para lograr una evaluación adecuada y un
tratamiento exitoso del dolor.
En casos en los cuales el paciente no tiene la posibilidad de hacer la
autoevaluación de su dolor (niños pequeños, ancianos, dificultades
cognitivas, entre otros), las herramientas de heteroevaluación juegan un
papel útil para aproximarse a la experiencia dolorosa y dar terapia
adecuada.
Se debe tener en cuenta el concepto de la “escalera analgésica” de la OMS
para el tratamiento del dolor según su intensidad, con las consideraciones
de manejo en el escenario de urgencias.
La titulación intravenosa de morfina tiene un papel preponderante en el
manejo del dolor, particularmente cuando éste es grave. Se recomienda la
administración concomitante de otros analgésicos no opioides,
especialmente aquellos con reconocido efecto ahorrador de opioides.
La falta de control del dolor aumenta el riesgo de efectos adversos y de
desarrollar dolor crónico. La titulación de morfina permite adaptación de la
dosis a las necesidades del paciente y puede brindar alivio inmediato y
confiable del dolor agudo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS