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CICATRICES ... MIRADAS Y ECOS. ACERCA DEL DAÑO ESTETICO.

ARTICULACIONES ENTRE EL CAMPO DE LA SUBJETIVIDAD Y EL

CAMPO JURÍDICO

PS. ADRIANA HERRERO

Este escrito supone un nuevo intento de entrecruzamiento discursivo entre el

discurso de la subjetividad y el discurso jurídico.

Dicho entrecruzamiento podrá sostenerse en los puntos de intersección entre

ambos campos.

La palabra que compartimos entre un espacio y otro es un inicio.

Durante el presente trabajo tomaré conceptos jurídicos en relación al Daño

estético procurando una articulación con el espacio subjetivo e interrogando las

consecuencias y modalidades de cambio que en este pueden producirse.

Sabemos que el discurso del Derecho se refiere a un sujeto agente, centrado en

su propio eje (sujeto per sé, para sí) un sujeto consciente, responsable y único,

mientras que el discurso de la subjetividad nos habla de un sujeto en relación a otro

lugar más allá de él, el orden inconsciente, un sujeto ligado al deseo de otros, sujeto

determinado por una función simbólica.

Esta diferencia fundamental entre la concepción de un sujeto y otro, es clave en

la lectura de cualquier articulación temática entre el Derecho y la subjetividad. Aquí

hablamos de un sujeto consciente para el orden jurídico y un sujeto posicionado en

relación al orden inconsciente en tanto las articulaciones que lo van condicionado


desde el campo de la subjetividad. En este lugar marcamos una simetría estructural

entre los dos campos.

Es evidente que el descubrimiento del inconsciente determina una

modificación de la noción tradicional del sujeto. Este aparece comprendido en una

jugada que no tramó. Primera inscripción en relación a un sistema simbólico que lo

pre-existe y que lo condiciona desde antes que nazca. El sujeto es hablado desde un

más allá del individuo.

Hablamos de un sujeto determinado por una constelación de significantes,

sujeto subordinado al deseo de otros, el que hace del ideal un imperativo.

Este ideal que regirá al menos en parte las aspiraciones y acciones del sujeto

comienza a moldearse muy pronto , incluso antes de que nazca aquel que sufrirá su

acción.

Aquí este ideal, motor de gran parte de las realizaciones humanas se intenta

imponer.

Así el ideal estético y de belleza sin tachaduras ligado a un ideal de perfección

y de juventud eterna opera implacablemente.

A partir de esto la libertad del sujeto está condicionada, pero paradójicamente

el ideal será un instrumento constitutivo de sus identificaciones. Por este camino

logramos armarnos provisoriamente aunque la severidad del programar ideal provoca

la sobre puja…nunca se hace lo suficiente.


Cuantas hazañas por cumplir, cuantos renunciamientos para ganarse la

valoración de un simple reflejo y como nadie escapa a este destino la escisión y hasta

la fragmentación del sujeto son irreducibles.

El interrogante de hoy ante todo esto es en consecuencia, que cambios

significativo padecerá desde el orden de la subjetividad aquel sujeto que sufre un

daño en la esfera de su cuerpo, lo que desde el lenguaje jurídico se define como daño

estético.

Este cuerpo denigrado. Este cuerpo afectado tiene una inscripción en lo

psíquico.

¿Podrá ser reducido el cálculo?, aquí términos como resarcimiento,

extrapatrimonial., deformidad aparente, es decir visible extrañeza se precipitaran

desde el Derecho.

Cuando desde el orden jurídico se define el daño estético se habla de causar o

producir un daño de la belleza en general y del sentimiento que despierta en el

hombre constituyendo un género de detrimento corporal de frecuente relevancia en el

ámbito de los daños de las personas.

Sabemos que la caducidad de nuestro cuerpo es una de las causas de infelicidad

y del sufrimiento humano, si esta natural decadencia se ve precipitada por las

alteraciones a través de un daño estético o corporal el riesgo de una desestructuración

subjetiva alterando la relación del sujeto con el mismo y con un lazo social es

probable.
Aquí entramos a jugar fuertemente los códigos o pautas culturales que

sobrevaloran la belleza y la armonía corporal siendo discriminado todo aquello que

tiene la composición bizarra, que puede producir rechazo, asco, repugnancia, o burla .

La sociedad rinde tributo a lo bello, a lo estético. Las mejores oportunidades

son para aquellos que presentan un exterior agradable; así la persona humana ha

pasado a constituirse en un objeto o instrumento que cuanto más perfecto más sirve

para incitar al consumo, a la adquisición de bienes y servicios. Todo esto

comprobable descarnadamente entre el exceso por la estética y operaciones varias

que inundan el cuerpo humano donde en un campo de diferentes pasan a ser moldes

iguales, sin tachaduras, sin defectos.

Pero el cuerpo, en tanto lenguaje sobre la carne, es mucho más que una

imagen, tiene una inscripción en nuestro psiquismo, es portador de misterio,

maquillaje de los síntomas en las referencias identificatorias al semejante.

Tamaña ofensa narcisista la del Daño estético que inscribe nuevas marcas a las

ya existentes, aquí letra que con sangre entra.

Desde el campo jurídico se define:

" la lesión estética o daño estético constituye un género de detrimento corporal

de frecuente relevancia dentro del ámbito de los daños a las personas. Traduce una

especie más de la afectación de la inviolabilidad somática del ser humano reconocida

como objeto de un específico derecho de la persona".

Tratando de hacer aquí una articulación con el campo subjetivo diría que la

inviolabilidad somática que la ley preserva debe registrarse un cuerpo que constituye

un lenguaje sobre la carne, que es un mapa, pergamino donde se inscriben marcas,


identificaciones, enigmáticas huellas que lo ocupan y que reúnen una valoración

trascendente del orden imaginario conmoviendo lo simbólico y operando sobre lo real

del cuerpo. Así la denigración del mismo puede producir un daño que deje fuera de

juego al deseo.

Esta deformidad aparente, es decir visible ya no puede ser cubierta por vestidos

irreparables y permanentes ni por el maquillaje encantador de la angustia, un real se

precipita.

Así incorporamos el cuerpo denigrado, su afectación en el orden imaginario y

su trabajo de duelo por lo que se perdió, es decir se instaló una limitación.

Interesante diferencia para cada campo, en el orden jurídico pérdida como

pérdida de chances, resarcimiento sobre lo que podría tener y no se tendrá valoración

de lo que está por venir.

Desde lo subjetivo, pérdida, duelo, lo que se tenía y no se tiene más y la

elaboración de dichas pérdidas, duelo en relación a lo que falta y no en relación a lo

que está por faltar.

En el primer campo el valor de lo que va a advenir, en el segundo, el de lo

perdido, la historicidad de un pasado y la tramitación del duelo por dicha perdida.

La armonía física es un bien deseable socialmente para el lazo social o vida de

relación.

Pero también e valiosa individualmente y en especial en la vida amorosa, pues

el cuerpo es fuente de satisfacción para el sujeto que en él vive y que a través de él se

expresa y paralelamente de mortificación cuando su normalidad o su belleza se

afectan.
Desde el campo jurídico el resarcimiento del daño estético no importa una

materialización del derecho, ni rendir tributo a consideraciones hedonistas sino un

reconocimiento de la esencia totalizadora de la persona como ser. Desde el campo

subjetivo hablamos de una integridad somática y psíquica con sus consecuencias en

lo externo (cuerpo) y en lo interno ( psíquico), un sujeto borrado que a partir del daño

sufrirá una nueva tachadura donde incorporará lo "extraño", "lo raro", "Lo bizarro"

generando el riesgo a que dicha subjetividad afectada niegue todo valor a las formas

exteriores de la vida cayendo en un desconsolado pesimismo y rehuyendo al lazo

social.

A propósito de chances económicas, laborales, matrimoniales, entramos en la

descripción del daño moral ya que el sujeto ha sido lesionado en sus afecciones

legítimas íntimas, circunscripto al plano espiritual afectando el interés

extrapatrimonial del mismo.

Es decir que la lesión estética provoca intrínsecamente daño a un bien

extrapatrimonial. La integridad corporal y es desde el Derecho agravio moral.

En algunas ocasiones constituye un daño patrimonial indirecto como el lucro

cesante que imposibilita al sujeto a realizar actividades que antes producía con la

consiguiente pérdida de ingresos y menoscabo a la valoración de sí.

Superando el hecho traumático hay una aflicción moral que debe ser resarcida

plenamente con existencia o no del daño psicológico.

En este punto creo importante alguna distinción desde el derecho entre el daño

psicológico y el daño psíquico que un sujeto puede padecer luego de un

acontecimiento dañoso.
Así el daño psicológico aparecía con un impacto emocional innegable a la

sujetividad humana, hondo pero modificable y reparable a partir de la intervención

PSI.

Mientras que en el daño psíquico el sujeto enferma modificando su subjetividad, ya

no es el mismo, no será nunca más el mismo, se instala un quiebre subjetivo de una

profundidad diferente.

El menoscabo corporal es tan trascendente en su dimensión externa como

interna ya que aquello que no aparece para la mirada de otros puede tener para el

sujeto una carga libidinal significativa que cobra para el mismo un valor radical.

A partir de este pequeño recorrido y en el intento de concluir creo importante

puntualizar algunas cuestiones.

Mientras para el campo jurídico lo resarcible no es la pérdida de la

normalidad física en sí sino las repercusiones espirituales y económicas para el

sujeto que lo ha padecido, desde el campo de la subjetividad se pondrá acento en

una historicidad, momento de su vida en que ocurre el hecho, la elaboración de

pérdidas, duelo, los condicionamientos inconscientes, los antecedentes traumáticos

de su historia que están en vigencia o se reactualizan y los probables recursos de

esta subjetividad para recomponerse.

En muchos casos hablamos de una subjetividad arrasada con emergencia de

síntomas que tendrán estrecha relación con la capacidad de esa persona para

soportar y metabolizar un quantum de sobrecarga de angustia que le es impuesta con

la realidad .-
Trabajo presentado en el X Congreso Argentino de Psicología, llevado a cabo en la

ciudad de Rosario en octubre del año 2000.

BIBLIOGRAFIA:

Freud Sigmund (1930 / 1973) “El malestar en la cultura” Obras completas. Madrid:

Biblioteca nueva

Michel de M Uzan (1995) “La boca del inconsciente: ensayos sobre la

interpretación” Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Revista de responsabilidad civil y seguros. Año II Marzo abril 2000. Editorial La Ley

Responsabilidad civil y seguros. Tomo 1999. La Ley.

Revista de Derecho de Daños Nº 2 “Accidentes de tránsito” Editorial Rubinzal

Culzoni.

Revista de Derecho de Daño. Nº 6 “Daño Moral” Editorial Rubinzal Culzoni.

Vallejo Américo (1985) “Vocabulario lacaniano” Adrogué: Helguero Editores.

Zabala de Gonzalez Matilde (1990/1993)“Resarcimiento de daños” (2ª) “Daños a las

personas”. Buenos aires: Editorial Hammurabi

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