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PSICOLOGIA Y ATENCION PASTORAL

La experiencia religiosa inmadura


El crecimiento religioso sufre una fijación algunas veces y en este caso el individuo se puede
quedar con creencias religiosas infantiles, egocéntricas y supersticiosas. La sociedad no presiona
hacia la madurez religiosa como lo hace en otras áreas de la vida. La religión se considera
generalmente como asunto privado y así los individuos pueden quedarse solos en su tipo de
religión egocéntrico, mágico y lleno de deseos fantásticos. No todos los aspectos infantiles deben
desaparecer en la religión madura: La humildad, la docilidad ante lo numinoso no están reñidas
con un auténtico espíritu maduro y crítico.

La experiencia religiosa no solamente puede ser inmadura, sino que también puede revestir
características más o menos patológicas.

Las siguientes son algunas manifestaciones (signos) concretas de esta religiosidad inmadura:

a) Un falso concepto de Dios y una religión excesivamente negativa, debida a mala formación
religiosa. Nuestro concepto de Dios está ligado a nuestra salud emocional.

b) Egocentrismo. Su preocupación demasiado centrada en sí mismo. En la oración del neurótico


las peticiones egocéntricas se acumulan unas encima de otras. La oración de la persona madura,
por el contrario, está marcada de cierto carácter de gratuidad.

c) Magia y ritualismo.

d) Sentimientos morbosos de culpabilidad, son frecuentes profundos sentimientos de rabia y


agresividad, que brotan del sentimiento de culpa; también los fenómenos obsesivos compulsivos
y sobre todo una atormentadora y cruel angustia.

e) Ciertas tendencias masoquistas pueden disfrazarse bajo apariencia de santidad. Es una


neurosis que toma la forma de una insaciable necesidad de castigarse a sí mismo.

f) Actitudes y manifestaciones de emocionalismo incontrolado en las prácticas religiosas.

g) Aislamiento. La oración y las prácticas religiosas pueden utilizarse como mecanismos de


escape para huir de la gente, para aislarse de la comunidad, para encerrarse en una actitud egoísta
o rehuir el trabajo y la entrega apostólica.

H El utilitarismo, o sea el utilizar la religión y abusar de la religiosidad ajena en provecho


propio. Se convertiría la religión en un instrumento de poder personal, de dominio sobre los
demás, de enriquecimiento, de culto a una autoimagen engreída y orgullosa.

Viernes 6/8 Culpa, pecado y perdón

a) Confesión y vida psíquica


Formas distorsionadas de la confesión
Esta situación se puede manifestar de tres manera: como legalismo, como escrupulosidad y como
masoquismo.

Legalismo: Unos parece que se esconden tras el legalismo y huyen hacia la superficialidad. Pero
es muy probable que, al mismo tiempo, acusen a otros –miembros de la familia o agentes en
general de ser malos, deshonestos y egoístas. Los verdaderos problemas los pecados, se esconde
a un nivel más profundo.

Escrupulosidad. Huida hacia el pasado. Acusarse reiteradamente de los mismos hechos puede ser
una forma de enmascarar las actitudes que mueven a la persona.

Masoquismo. Se confiesan no los pecados, sino más bien los defectos personales, huida hacia la
compasión.

La culpa
1784 CEC “la educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. una educación prudente
enseña la virtud, preserva o sala del miedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos
sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y
de las faltas humanas. La educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del
corazón”.

La culpa es un sentimiento que surge de la conciencia de haber transgredido una obligación


moral.

Cuatro niveles de culpabilidad:


1. Existencia u ontológica, que expresa la tensión inevitable entre lo real y lo ideal.
2. Racional, que supone un juicio una decisión que hay que tomar.
3. Psicológica, que es más un sentimiento que un juicio, culpa, vergüenza y miedo.
4. Neurótica, que es inconsciente con una acentuado sentimiento y difuso de culpa.

Se da por supuesto que si Dios no existiera desaparecería el sentimiento de la culpa, porque no


habría mandamientos y cada uno podría hacer lo que quisiese, y no acabamos de ver que todo
eso le afecta al hombre por ser hombre: que el más convencido ateo tiene que luchar igual que el
más fervoroso creyente contra los límites de su libertad, contra la fuerza de su instinto y contra la
enigmática y terrible dualidad de su ser.

Viernes 14-8
Culpa, pecado y perdón

a) La experiencia del perdón


El hombre, por su propia naturaleza, está orientado hacia Dios y el pecado destruye esta relación
(1440 CEC), al mismo tiempo atenta contra la comunión con la Iglesia.
Atribuir a la absolución sacerdotal el efecto de perdonar los pecados presupone, pues, la verdad
de que sólo Dios puede perdonarlos. Lo que añade es que, en esta nueva creación, Dios quiere
servirse de la mediación de su Iglesia.

Lo que debe hacer el hombre es reconocerse pecador. La tragedia del hombre de hoy está
precisamente en que no quiere reconocerse pecador y se niega a aceptar su culpa. Y, además,
pretende presentarse cono víctima de las circunstancias.

Reconocerse pecadores significa que necesitamos salvación y perdón, realidades que no son
producto de nuestras prácticas ascéticas, sino un don gratuito de Dios. le experiencia de ser
perdonados es el motivo más sólido del amor.

Lo normal es que nos quedamos en el aspecto negativo de tener que decir los pecados, pero eso
constituye sólo una pequeña parte de la confesión. Sin la absolución, no nos serviría
absolutamente para nada manifestar nuestros pecados ante el mundo entero. La confesión es un
encuentro personal con Jesús, con el Dios misericordioso que nos comunica el mismo mensaje
por la Iglesia y por las palabras del confesor: “No tengas miedo, te quiero. A pesar de todo,
todavía eres mío. De ese encuentro surge la alegría de los redimidos.

b) El afecto olvidado: la vergüenza


El miedo a la mirada del otro nos somete a un duro silencio no escogido que nos limita y coarta.
La vergüenza suele alojarse allí, en esa cisura que separa aquello que soy o creo que soy de lo
que quisiera ser o creo que debería ser. A pesar de que todo ser humano experimenta vergüenza
se dio más importancia a la angustia y al sentimiento de culpa.

Existen dos tipos de vergüenza, una vergüenza interna, pasiva, muy privada. Otra externa, activa
social. La vergüenza desarrolla su influencia tóxica sobre el auto-estima, tan necesaria para
sentirse competente. Sin auto-estima el concepto de uno mismo es pobre, la imagen corporal se
distorsiona, la inseguridad y la duda patológica prevalece. La vergüenza causa sentimiento de
inferioridad. El dolor que causa la vergüenza se siente en el centro mismo del ser, y se convierte
en enfermedad del alma.

El antídoto más efectivo de la vergüenza, según estudios, es el buen humor, no el humor


agresivo. El secreto es reírse de uno mismo –no de los demás esto demuestra hostilidad-. La
vergüenza persiste en individuos que se toman muy en serio a sí mismos.

c) Actitudes pastorales
La confesión no es una obligación puramente externa que se impone a los fieles, sino una
exigencia íntima de la psique humana. Examinando a fondo los motivos del obrar, aceptando las
propias responsabilidades y el perdón recibido, la persona recupera una y otra vez su equilibrio
psíquico, asegurándose así un progreso continuo hacia una madurez psíquica cada vez más
profunda.

Es necesario pedir perdón a la Iglesia, a los hermanos, en la persona del sacerdote. Desde el
punto de vista humano, para desahogarse, es bueno hablar con el hermano y decir al sacerdote y
decir al sacerdote estas cosas, que tanto pesan a mi corazón. Y uno siente que se desahoga ante
Dios, con la iglesia, con el hermano.

Que los pastores de almas se preocupen por conseguir una actitud orientada hacia el otro.

Viernes 21/08/20

Culpa, pecado y perdón (3ra. Parte)

C) Las actitudes pastorales

El Sentido de la culpa moral


Los valores en los que al persona cree y que guían su vida van entonces jerarquizándose.
Forman una “escala de valores”, armonizada con la objetiva importancia de las cosas y de las
personas, adecuada al ambiente social. Madura así la conciencia moral autónoma, capaz de un
juicio moral recto y auténtico sobre las varias elecciones, inspirada por el yo ético.

Hay una importante distinción cualitativa en el adulto entre sentido de culpa psíquico y sentido
de culpa moral. El sentido de culpa moral se tiene en cuando el yo es sustancialmente
“verdadero” si este es la contraparte y el que la promueve.

Cuando se cae por varios motivos en los empeños morales asumidos, se va entonces contra la
propia conciencia. Entonces emerge un sentido de culpa típico que pone en dificultad al sujeto.
Es como si se hubiese traicionado a sí mismo y a los demás. Lo que exige en cualquier forma una
“reparación”. Se trata de la culpabilidad típica del yo ético. De hecho el sentido de culpa,
madurándose y siguiendo la evolución de las personalidades, asume un valor nuevo y original en
las personalidades psicológicamente adultas.

Consciente, se coloca en el plano de la realización consciente, libre y autónoma de la persona


humana (cómo se ve el Perdónalos porque no saben lo que hacen). El niño o inmaduro es
inconsciente (de las consecuencias o de que es malo…)

El sentido de culpa moral o culpabilidad moral señala a una persona convertida en moralmente
adulta, más allá del credo religioso que profesa, porque presupone una estructura psíquica
abierta. Un creyente va más allá de los valores, llegando a su origen y fundamento: Es a
Dios a quien se busca.

La conciencia moral viene dada por la conciencia de sí operante, como facultad de


discernimiento. En cada decisión a tomar, esta escogerá entre lo que favorece la realización
auténtica de sí y lo que la contradice. Hay culpa moral solo cuando la persona actúa libremente
contra el juicio de la propia conciencia (Perdónalos Señor porque no saben lo que hacen). La
materialidad del acto no es un factor único. Lo que es decisivo es la mala voluntad, la elección
libre, en la medida en que es verdaderamente libre (Perdónalos… no son verdaderamente ellos
son esclavos no libres).
La culpa moral se castiga a sí misma porque es mutilación del ser, negación y empobrecimiento
de sí, no obstante a primera vista pueda parecer potencialmente como voluntad de vivir en
plenitud.

La contrición consistirá entonces en reconocer de frente a sí mismo el propio acto como


negación de sí, y en el condenar la desviación en el propio crecimiento. Emerge una voluntad
activa de conversión y di regreso a la verdad del propio y auténtico devenir.

Situando la condena de la propia culpa y el propósito de enmienda en el cuadro concreto de un


crecimiento personal, donde esta acusación (la conciencia moral, se auto-acusa) puede revelarse
como un medio muy eficaz para el regreso a la verdad de las propias acciones (el plan de Jesús
devolver la originalidad al hombre)

La conciencia autónoma. El sentido moral de la culpa es al mismo tiempo causa y efecto de una
conciencia moral autónoma, indicio indudable de una madurez moral presente.

La culpabilidad religiosa o el sentido del pecado

El presente-ausente.

No se debe confundir el sentido de culpa con la percepción del pecado.

El propio comportamiento aparece a la luz de Dios, se mide con respecto a Él. Y Dios
revela a un tiempo a sí mismo, el pecado, la lejanía de Él y de su proyecto para la persona,
de nuestro ser hecho a su imagen y semejanza.

El sentido de pecado o de culpa religiosa:

- Origina una debilidad en la relación personal con Dios.


- Confrontan a la persona en relación con Dios creador y su proyecto de salvación.
- Reconocimiento, asumiendo la responsabilidad de las propias decisiones y la reparación
de todo lo que sea posible.
- Orienta a restablecer la comunión con Dios y con los hermanos y a estimular un
compromiso conforme al plan de Dios sobre la persona.

Los protagonistas del sentido del pecado son el sujeto como persona y Dios como persona, no el
superyó o el yo idealizado.

La culpabilidad religiosa como factor de crecimiento


La culpabilidad religiosa se presenta como un dinamismo positivo que antecede al desarrollo
integral de la personalidad. No se reduce al sentido psíquico de culpa por la trasgresión de un
orden, o al sentido de contagio de todo su ser por una oscura culpabilidad. Es sobretodo una
contra-culpa personal por la ruptura de una relación, de una amistad, de un vínculo entre
dos personas.
Al contrario, la depresión, desmotivación, fuga, abandono… están muy unidos con el sentido de
culpa psíquico. Son contrarios a la dinámica del perdón cristiano. Esta comporta juzgarse a sí
mismo solo con el propio metro egoísta, narcisista, como el que dice: “ves, he pecado otra vez.
No puedo más. Basta”. Esta dimensión de la culpabilidad se coloca al nivel del comportamiento
lúcido, de las decisiones libres, no de las pulsiones instintivas o menos conscientes.

Sera entendido cristianamente como no se debe corresponder mal a Dios que me ama.

Deliberado con claridad, el pecado se presenta como una regresión, una atrofia de una dimensión
constitutiva de la persona.

La evolución de la culpabilidad sigue la suerte del desarrollo global de la personalidad,


sobre todo de la afectividad. En la medida en que persistan signos de inmadurez,
permanecerá también una culpabilidad de tipo infantil, un peso y un freno para el
crecimiento.

No hay siempre coincidencia entre la madurez psíquica y la intelectual, la madurez moral y la


madurez religiosa. Una persona físicamente adulta puede asociar un infantilismo moral casi
incurable con un desarrollo intelectual calificado, con una vasta cultura, con un sentido religioso
muy refinado, con una gran experiencia de vida, con una óptima carrera profesional (he visto así
a algunos curas, ). La madurez moral, de s parte, no coincide necesariamente con la madurez
religiosa cristiana. Un hombre de unas grandes virtudes morales puede estar atrasado desde el
punto de vista religioso y seguir formas de religiosidad infantil. El sentido del pecado, en cuanto
dimensión moral y religiosa, no es estrictamente de competencia directa de la psicología.

El sentido del pecado puede asumir abusivamente toda su fuerza de sentimientos de culpa de
origen inconsciente. Y no es siempre fácil discernir el auténtico del falso sentido del pecado. por
lo que la constatación de una madurez afectiva es una de las mejores garantías que el sentido del
pecado es auténtico. Lo que significa también que la madurez afectiva es indispensable para
una sana vida moral (Sentido común muy apreciado en aquellos que por alguna razón no
estudiaron pero reflejan un gran sentido de bienestar en dichas áreas).

Hasta que la experiencia de la culpabilidad pueda ser estimulante y creativa, es necesario que
venga al menos aceptada, insertada en la trama y en el desarrollo de la personalidad, sin
amenazarla o destruirla.

El normal sentido de culpa puede descargarse a través de una confesión, un desahogo con algún
amigo, un sincero esfuerzo de reparación, el deseo del perdón, una prospectiva dirigida al futuro
más que al pasado. Justo puesto de culpa sin tenerle miedo, da salud psíquica y desarrollo
afectivo, y progreso de las prácticas morales. El sentido de culpa resta como la mejor revelación
de nuestra finitud y por consecuencia un estímulo dinámico del actuar humano. El sentido de la
culpabilidad es una de las realidades más profundas del hombre. Generador de una angustia
patológica o, al contrario, estimulante de un progreso psicológico en sentido oblativo, este revela
una posibilidad de reacción afectiva universal que no se explica del todo solo con la psicología.
Esta puede describir sus manifestaciones, estudiar sus mecanismos, pero no agotar todo su
significado.
1. Para qué “integrar”, según el aporte de las ciencias humanas, los aspectos espiritual y
psicológico, presentes en toda confesión?. ¿Cómo debería hacerse esa integración, para los
casos que se presentaron?
- Integrarlas para redescubrir el aspecto humano, la realidad del penitente, de manera que al
conocerla poder iluminarla con el consejo y la misericordia del amor de Dios.
Antropología, el hombre es un misterio.

2. ¿En el desarrollo del sacramento de la Reconciliación, qué “colaboración personal” se


requiere de parte del penitente y de parte del ministro, para evitar las situaciones
mencionadas en los casos anteriores como inadecuadas?
- debe ser libre,
- formar la conciencia, el porqué de la confesión , el bien que hace la confesión.

3. ¿Cómo se podría ayudar “pastoralmente” a las personas que presentan estas


“dificultades” en la confesión, advertidas por la psicología?
Es un encuentro con la misericordia. Tenemos que persuadir convencerles de la importancia del
sacramento. Se asume que se sabe y no es verdad. La formación es importante en ese y en otros
asuntos.

Buscar que hay atrás del pecado repetitivo.

Viernes 21/08

Siempre influye la realidad familiar para entender la imagen de Dios. (Los Fetiches de Dios,
Carlos Cavarruz, El coraje de ser sacerdote hoy Leonidas).

Ser. Martoli

Manual de psicología pastoral.

Mecanismo de defensa.

1. Madurez religiosa
2. El perdón y pecado
3. La culpa.

4. Mecanismo de defensa
Situación que no podemos manejar, ellos no son malos es algo natural. Cando la persona no
logra enfrentar sus situaciones. Quien más profundizo sobre esto fue Anna Freud hija de Freud.

Estas lecciones 7.8.9. conducirán a una parte más seria.


Que se responda como considere que debo responder.

No interesa mucho el tema doctrinal. Es más la dimensión psicológica. No una reflexión


(homilia) inspiración de momento sino respuestas claras y objetivas. Basadas en los textos.

Leer el documento de el sacerdote confesor y director espiritual, ministro de la


misericordia divina (congregación para el clero 2011). En el marco de San Juan María
Vianey. Fue un gran director espiritual.

El hombre permanece como misterio.

VIERNES 28/08/20

Los Mecanismos de defensa y las áreas de conflicto (en el contexto de la Dirección Espiritual)

La fe es un acto personal, es la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.

Para orientar a alguien, es muy importante ayudarle a descubrir el verdadero móvil de sus
inclinaciones. Sus áreas conflictivas se pueden detectar observando sus mecanismos de defensa.

a) Los mecanismos de defensa y los grados de libertad


No todos los mecanismos de defensa son perjudiciales y no necesariamente patológicos. Como
nuestro cuerpo está en continua batalla contra los agentes patógenos- virus, bacterias, células
cancerígenas… -sin que nos demos cuenta de ello, también la psique protege “automáticamente”
nuestra salud mental recurriendo a todo un arsenal de mecanismos de defensa.

Por otro lado, quien confía excesivamente en los mecanismos de defensa para protegerse, puede
llegar a no necesitar nunca aprender esquemas de comportamiento más maduros. Los roles
adoptados a través de estos mecanismos pueden ser irreales, llevando a la persona a aislarse
socialmente más que a acciones interpersonales.

Las racionalizaciones pueden asumir la forma de rituales inútiles y de coacciones más que de un
esfuerzo creativo.

Estos niveles distintos son una clave excelente para leer hasta dónde llega la libertad interior de
una persona pueden prestar gran ayuda al director espiritual a la hora de evaluar la situación
actual del dirigido (hay temas que uno a veces no prefiere tocar por no caer en morbosidades no
por falta de libertad).

1. Los mecanismos psicóticos


Se niega sin titubeos la situación real o se transforma y distorsiona por completo. El yo se
defiende psicóticamente excluyendo la amenaza, tanto si es negada, transformada o proyectada.
Se trata de casos extremos donde la libertad es bastante escasa. Ya no se pueden tomar
decisiones libres, responsables o sólo se pueden tomas esporádicamente debido a la enfermedad
(psicosis) o solo en ámbitos de la experiencia no afectados casualmente por la enfermedad.

2. Entre los mecanismos neuróticos


No huye de la realidad, sino que trata más bien de acomodar a ella sus ideas y sus emociones,
para no obstaculizar demasiado la vida diaria. La racionalización es una de las formas más
comunes de dominar los sentimientos amenazadores, que se escinden de los pensamientos que
van ligados a ellos, de manera que su contenido real es “objetivado”. Los que adoptan esta
defensa son, a los ojos de un observador externo, unos individuos fríos, minuciosos y obsesivos.
Como aquí la libertad está muy comprometida se pide una dirección fuerte y autoritaria. Se
presentan casos de individuos muy escrupulosos, que suelen aparecer tras el impulso inicial de la
vida ascética.

3. Los mecanismos inmaduros


Son trucos que se utilizan sobre todo cuando surgen conflictos duraderos y que parece que no
tienen solución. Los hipocondríacos utilizan su cuerpo para defenderse. El masoquismo que se
advierte en varias formas de auto-punición es el mecanismo preferido cuando deseos
contradictorios sitúan al yo ante decisiones imposibles. Disminuye la libertad, pero no
desaparece.

4. Los mecanismos maduros

Mientras los que la mayor parte de las estrategias de defensa son fundamentalmente de tipo
reactivo, las más maduras y creativas se distinguen porque Buscan activa y casi lúdicamente
soluciones nuevas por caminos aún no trabajados. El individuo aprende entonces a convertir las
derrotas en victorias, a reírse de sí mismo, a mantener el tipo, a interesarse por los demás aunque
a él no le vayan tan bien las cosas, a proyectar su vida con realismo. En la sublimación no se
reprimen ni enmascaran los afectos y deseos, sino que se ennoblecen y se hacen accesibles a un
nivel superior. Innumerables biografías de artistas y santos ofrecen este tipo de elaboración de
experiencias angustiosas, conflictos psíquicos y dolores graves.

Una forma especial de defensa madura es la represión consciente. El yo es suficientemente fuerte


como para ser consciente de todos los deseos y pensamientos que están en conflicto, logrando
controlarlos y soportando su sufrimiento. Freud consideraba ya el humor como un mecanismo de
defensa particularmente evolucionado y eficaz. El sentido del humor permite afrontar los hechos
de la vida sin desfigurarlos o hacerlos irreconocibles. Los conflictos psíquicos pueden expresarse
sin dañarse ni a uno mismo ni a los demás.
Viernes 01 – 09

Lo consciente y lo inconsciente

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Viernes 11 de septiembre

La naturaleza de la motivación

- La psicología dinámica

La motivación es aquello que es capaz de mover al sujeto. Cada comportamiento significativo


está originado por una pluralidad de motivos más o menos conscientes y centrales.

Dado que el proceso de la decisión inicia con una valoración intuitiva, existen los motivos
emotivos. Y para que la acción sea madura, se necesitan los motivos racionales que nacen de la
valoración reflexiva.

El motivo central dominante es aquel que prevalece, es decir el que coordina y canaliza todas las
energías implicadas en la acción y da a estas un significado y direccionalidad.

- Motivos auténticos. Los motivos que deben estar a la base de esta opción son los motivos
psicológicamente auténticos de contenido sobrenatural.

- Motivos inauténticos.

- La madurez de la motivación

a) Motivos válidos. Son, por ejemplo, en la vivencia auténtica de la propia religión, todos los
motivos que se inspiran por un amor total y exclusivo que proviene de Dios y que a Él vuelve,
manifestado en la respuesta libre a una llamada personal de Dios.

Estos motivos revelarían que son fundados sobre el descubrimiento de una relación personal con
Cristo y sobre la necesidad muy profunda de vivir esta relación en la vida diaria.

b) Motivos inválidos. Son los motivos insuficientes, caracterizados por su dirección egocéntrica
y por su no autenticidad. Estos motivos son buenos en sí, pero no pueden ser la base para tomar
decisiones serias a nivel espiritual. Por ejemplo, hacer del estado sacerdotal-religioso un medio
para la propia elevación personal. (material o de prestigio, “y lo afectivo?”)
- motivos inadecuados: antes o después descubrirá una crisis, el sujeto tomará conciencia de que
los medios que consideraba indispensables, no lo son en efecto, o bien percibe en modo confuso
que toda su vida se apoya sobre algo falso. Se trata por eso de un error de perspectiva.

- la motivación es un fenómeno dinámico. Su aspecto se sitúa a nivel de la consciencia y la


afectividad.

- motivos conscientes. Son aquellos que interesan a los procesos del conocimiento y a la
actividad mental y racional del sujeto. Ellos constituyen fuerzas de atracción, estimulados y
nutridos caso totalmente por razones reflejadas y motivos conscientes y libres. Cuando este tipo
de motivación predomina en la conducta del sujeto, este vive en un estado de integración
armónica entre su esfera afectiva y el dato racional, goza de una sustancial libertad interior de
elección y se orienta sin ansiedad hacia metas no solo conocidas y deseadas, sino también
adecuadas a sus reales capacidades personales.

Comporta dos elementos inseparables: el humano y el sobrenatural. Una motivación del todo
sobrenatural podría ser demasiado etérea: una persona que observa rigurosamente sus
prácticas religiosas y dice “solamente lo hago para contribuir a salvar las almas”. De otra parte,
una motivación toda humana no podría perdurar o subsistir, por ejemplo, la persona que asiste a
la Misa “para evitar los peligros del pecado”, o solo por su seguridad personal. De esto se sigue
que no todos los motivos conscientes son válidos.

- Motivos inconscientes. Estas no dirigen por tanto el sujeto a una mejor actuación de sí hacia
metas conocidas y libremente aceptadas, sino que lo empujan hacia conductas automáticas que,
no siendo siempre negativas, tiende a mantenerlo en el estado en que se encuentra.

Los sectores conflictuales de una persona se pueden reemplazar observando los mecanismos de
defensa.

Por debajo de cada comportamiento existe una gama de motivaciones posibles, algunas bellas y
otras menos. Su corazón, no se ve, pero es aquello que le permite vivir o morir. La psicología
ayuda a conocer el corazón de la persona, no se refiere a los comportamientos externos y
visibles, sino a sus predisposiciones, a sus motivaciones más interiores.

Necesidades y valores

- Necesidad de afecto (es una sensación de vacío). La persona buscara desesperadamente la


necesidad de llenar estos vacíos.

- los valores están en el mundo ideal. (vivir con una persona acorde a mis ideales).

EL YO ACTUAL – EL YO IDEAL
El yo actual los fracasos, las frustraciones, etc. El yo ideal lo que quisiera ser.

Por un lado, la persona es sus necesidades y por otra es sus valores. (Valores instrumentales y
valores instrumentales)

Aprender a leer al dirigido y en uno mismo el mundo interior. El mundo de la conducta. Ir más
allá.

Caso aplicativo no. 3 entrega miércoles 30 de septiembre.

“la Fe fuente de madurez humana” libro.

La gracia la dirige a la madurez humana.

La base humana es importante prepararla.

Todas las palabras tienen importancia en el caso Rodrigo. (busca satisfacción)

Quiere hacer lo mejor (yo ideal)

Se considera persona rebelde.

No pensaron en el en el divorcio.

¿Qué es lo que psicológicamente está implicado en la situación? Una hipótesis es lo que pude
leer.

Respuestas breves claras, basadas en los documentos.

Encausar una posible solución al problema, solo el dirigido escoge, decide.

La p. 2 es lo que se debe sabe para responder.

La psicología de las necesidades y de los valores

Acompañar significa ayudar a la persona a circular con gusto dentro de los dos mundos que son
los únicos a él disponibles para realizarse. Psicológico – espiritual. Lo importante es que un polo
contenga al otro para la propia realización.

Para estar bien no basta analizar la situación contingente en la que uno se encuentra –el mundo
del límite- sino que es necesario encontrar el fin por el cual vivir –el mundo de los deseos-.
Estas dos categorías de importancia las usamos para las elecciones cotidianas (juicios de hecho)
pero sobre todo para Juicios de valor y, por lo tanto, para las decisiones de vida. Se trata, en
definitiva, de dos diversos modos de desear, o sea, de responder a un objeto que, según el punto
de observación que prevalece, asumirá para nosotros una cierta importancia más que otra.

Una de las categorías de importancia sigue el criterio de lo importante para mí y, la otra, el


de lo importante en sí.

La diferencia que existe entre las dos categorías de importancia es la que existe entre ser
sacerdote para sentirse alguien en la vida o el serlo porque se siente alguien. Es la diferencia
entre amar a mi hijo porque es un buen alumno en la escuela y amarlo porque él es él.

Los ejemplos pueden engañar porque de éstos se podría concluir que el “para mí” es egoísta y el
“en sí” es virtuoso, y así volveríamos a la idea de que el límite es miseria y el proyecto nobleza.

Las dos categorías de importancia son igualmente respetables. Si hago una elección de vida, al
fin de cuentas lo hago porque siento que es la mejor elección “para mí”, y si esto no permanece,
entraré en crisis, aunque continúe considerándola como válida “en sí”. Hay un lado útil en la vida
que es preciso. Lo ideal sería que el “para mí” y el “en sí”, jugasen en sintonía. (¿La experiencia
de renunciar a si mismo de la que habla Jesús como se vería - lo importante para mí sería
en este caso más lo espiritual?)

Estos dos grupos de energía internas alimentan el deseo humano según la doble versión de lo
“importante para mí” o de lo “importante en sí”. Se llaman necesidades y valores.

Las necesidades son innatas como tendencias y también como contenido (el ayudar a los otros
tiende al altruismo y no al sacar provecho; la necesidad de agresividad sugiere un contenido
agresivo y no de armonía.

Los valores, son innatos sólo como tendencia, por lo cual la natural tendencia a buscar lo
verdadero, lo bueno y lo bello, espera ser provista de contenido que le ofrecerán la educación y
la cultura.

los valores don como las antenas interiores útiles para captar lo “importante para mí”.

Las necesidades, precisamente porque indican necesidades importantes para poder sustentarse,
inclinan a responder a los objetos según lo “importante para mí”. Estas dos fuentes de energía
constituyen los latidos de nuestro pequeño gran corazón.

La lógica de las necesidades sigue el rito del déficit-satisfacción-contentamiento (modelo del


homeostasis). Inicia con la advertencia de un vacío por colmar, impulsa a buscar un objeto que lo
satisfaga y, una vez encontrado, vuelve a la tranquilidad anterior. El circulo, después se reactiva
haciendo resurgir la dinámica del déficit-satisfacción-contentamiento, según la ley de la coacción
a repetir (compulsión), con la resultante de que la satisfacción recibida, porque es siempre
repetitiva y siempre más automática, pierde su fuerza, por lo cual, la búsqueda llega a ser
siempre más obsesiva.

La lógica del valor, en cambio, pone de frente a una meta que atrae. Hace referencia a una
aventura que deseamos intentar; a un sueño que queremos realizar; a una fantasía en la cual
centrarnos; un desafío para enfrentar. El rendimiento alcanzado satisface, pero no tranquiliza,
porque el mundo de los valores está siempre un paso más allá respecto a donde estamos. Se
los puede perseguir, pero no alcanzar; son realizables, pero inagotables; al placer de la posesión
se agrega el querer algo más y mejor que puede, aún, ser intentado y descubierto.

Es casi inagotable lo que el corazón humano es capaz de producir, probar, inventar, sentir. De
esta rica fuente cada uno de nosotros, aprovecha sólo algo; mucho permanece aún no expresado
(inconsciente) porque todavía duerme o porque lo hemos reprimido o porque todavía no está
pronto para emerger. Distinguir no quiere decir separar ni contraponer (todo vale). No se
busca lo que vale “en sí”, si aquello no vale también “para mí”. El corazón es uno sólo.

Cada integración entre ellos crea una nueva distancia y una nueva tensión hacia una ulterior
integración. Provocan na tensión energética progresiva. La llamamos “de base” porque no es la
consecuencia de condicionamientos ambientales sino parte inherente de la naturaleza humana.
Decir que el corazón humano funciona en modalidad dialéctica significa decir que está dotado de
dos diferentes clases de inclinaciones (necesidades y valores), y que una no funciona aislada de
la otra. La dialéctica de base es también el origen de una sana tensión de crecimiento que deriva
de la co-existencia de dos espontaneidades, distintas, pero no por esto no armonizables.

Hay valores instrumentales y valores finales

Sirven como una base para realizar juicios sobre los comportamientos propios y ajenos. Sirven
de orientación hacia modos determinados de ser y de vivir.

El valor es en psicología: una realidad más dotada de características afectivas que intelectivas, es
una energía de vida más que una ideología, un modo de sentirse más que un programa de vida.

El fin de la vida cristiana no es vivir “de” los valores, sino amar “como” Cristo amó.

Los valores son ideales duraderos y abstractos que miran tanto a la meta final de la existencia
como al modo de alcanzarla.

Si llenamos esta jerarquía con las referencias cristianas, podemos operar el contenido de la
vida cristiana: los valores terminales son la unión con Dios en la imitación de Cristo, y los
valores instrumentales son los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia
concretizados de modo diverso en las diferentes formas de vida.
En la perspectiva psicológica los valores deben ser entendidos como los “tesoros” hacia los que
el corazón se ve inducido a ir o como cálido lugar en el que sentirnos cómodos conseguir por fin
ser nosotros mismos sin máscaras. El sistema axiológico no es un código de leyes que hemos de
observar, sino la concretización de un deseo de relación. Si bien los valores no son un mandato,
tampoco son una simple propuesta opcional, sino una llamada, es decir, una seductora invitación
al encuentro entre dos libertades: la de Dios y la del hombre (por atracción).

La “llamada” del valor se dirige a todas las áreas del yo, aunque, de un modo más apremiante y
vinculante, es una llamada al yo como totalidad: afecta al yo de la persona y no solo a sus
operaciones.

Un valor es tanto más definitorio del yo cuanto más atiende a dos funciones precisas:

1. La primera función es ofrecer identidad al sujeto.

En efecto, los valores hablan, por definición, de una identidad compuesta de fines y medios. Se
da por descontado que vayan a definir también el yo actual; en este caso no solo dan una
dirección a seguir, sino también un significado al nombre que ya llevamos.

Conectar el mensaje evangélico también al yo actual significa no solo describirlo utilizando


características físicas, psíquicas, de carácter, de presentación; sino que Sería necesario describir
sobre todo el valor en que creemos, o sea, nuestra fe. Cuando no es así, cuando el mensaje
evangélico afecta solo al yo ideal, se convierte en una virtud que conquistar, en un modelo que
imitar o en los modales con los que configurar la propia acción.

Los valores terminales, exclusivamente en el interior del yo ideal, se convierten en una meta
altísima que aguardan un igualmente altísimo esfuerzo de la voluntad, los valores instrumentales
en una regla de vida siempre inobservable.

Cuando el valor entra también en el yo actual (yo estoy hecho para amar como Cristo ama: sí, yo,
precisamente yo, con mi corazón), entonces ese valor proporciona asimismo informaciones sobre
mi nombre, que son mucho más explicativas que las que ya poseo, y sentiré como conveniente y
ventajoso organizar esas capacidades naturales de modo subordinado a este exceso de
significado.

2. la segunda función es la de constituir el elemento de “tracción” y “atracción” de todo el


aparato psíquico.

Cuando el valor configura tanto el Yo ideal como el Yo actual, ejerce una fuerza doble: impulsa
–por así decirlo desde atrás- lo que ya soy yo, y como todo lo que soy, hacia una expectativa,
pero también –por así decirlo desde adelante- atrae hacia sí, como ideal al que seguir.

En qué medida es matriz de motivación y no solo de devoción (el contenido cristiano).

¿Cuáles son, entonces, los signos para la “rastreabilidad” del obrar cristiano?
A propósito de la psicología de los valores, hemos visto que estos mismos, en el proceso de
internalización, tienen la función de revelar al hombre su identidad: no solo la del que querría
llegar a ser (como está en la naturaleza de todo ideal de vida), sino también la del que es, aquí y
ahora (esto tal vez sea un aspecto que se subraya menos normalmente).

En esta relación no hay solo un movimiento ascendente (del hombre hacia los valores), sino
también un movimiento descendente, desde los valores hacia el aquí y ahora de la vida; porque
estos son sometidos a un proceso de historicidad, inevitablemente reducidos y no simplemente
aplicados o trasladados a la situación.

La tensión axiológica es relación y no mandato imperativo, tanto más cuando como en el caso
del creyente el valor es una referencia para indicar a la persona de Jesucristo.

Caso aplicativo # 3

La experiencia religiosa y el camino espiritual no resultan realidades ajenas a nuestra


personalidad humana. Al contrario, la conducen, sobre todo en su dimensión mística, a su más
alta expresión. Recibe como una nueva y superior forma de ser y de brillar.

Esta interrelación entre los dos niveles: la llamada a la realización humana y al


perfeccionamiento evangélico (renunciar a sí mismo, porque tiene un valor para mí, donde queda
la realización humana), está regulada por algunos principios generales que constituyen como
puentes de comunicación entre ambos:

a) La gracia se adapta a las condiciones de la persona

La gracia se acomoda habitualmente al carácter individual de cada sujeto, del mismo modo que
el agua vertida en una copa o en un vaso se adapta a la forma del recipiente. La vida sobrenatural
tiene por base la naturaleza individual donde se inserta; por ello, existe una cierta correlación
entre la situación subjetiva natural, el grado de libertad interior, el terreno que presupone y el
modo de fructificar de la gracia en ese terreno concreto.

b) Cada persona actúa según su ser.

El obrar sigue al existir y el modo de obrar al modo de existir; es decir, se da una relación
esencial entre la naturaleza y el temperamento del sujeto y su modo de actuar.
c) La gracia se injerta en la naturaleza y la transforma, la ennoblece y la diviniza, la sana
y la sublima.

La naturaleza humana no queda achicada, sino ensalzada. La gracia constituye en tal modo una
verdadera prolongación o perfeccionamiento de cuanto es auténticamente humano.

La persona está llamada a realizarse en Dios. Se mueve en un mundo orientado hacia Él, desde
sus raíces más profundas y está llamada, por la gracia, a transformarse y perfeccionarse en Él. Si
es coherente con su principio, entonces la gracia la estimula y la dirige, contemporáneamente,
a la maduración humana y a la plenitud cristiana. Un desarrollo progresivo de la gracia
invade toda su personalidad: inteligencia, memoria, voluntad y demás potencias. El ser humano
no alcanza, pues, su plenitud replegándose egoístamente en sí mismo, sino abriéndose al
encuentro personal con Dios, que eleva su criatura a una esfera más luminosa y espiritual. La
auténtica perfección se consigue en línea de la trascendencia, en la apertura al hermano servido
como persona y no utilizado como un objeto en beneficio propio. Esta función puede requerir
una purificación previa que la disponga a la acción eficaz de la gracia; porque, Muchas veces, la
base humana no se halla preparada para responder a las nuevas exigencias y se descubre
desviada. Por eso, todo amor egocéntrico necesita ser purificado y transformado en amor puro,
potenciado y elevado por la fuerza divina. Es una liberación progresiva, en lo largo de los
avatares de la historia individual.

Inseguro

Detalles particulares secundarios – no ha descubierto la causa

Hay un afán de perfección – Yo ideal (por encima de la realidad humana, es decir no somos
ángeles somos humanos siempre hay algo que superar y mejorar, los valores son inalcanzables
en el sentido que siempre hay nuevas expectativas que conquistar eso da sentido a nuestra
existencia).

Bastante aferrado a esquemas de perfección – quizá una conciencia inmadura (una imagen de
Dios errónea, un problema de personalidad debido a la educación recibida, los padres han
querido proyectar en él quizá sus anhelos que no pudieron realizar)

Me gusta estar cerca de las cosas de Dios – quizá no comprometido

No paso de acercarme a misa, no me resulta a veces muy atrayente – una imagen heredada de
una religiosidad meramente sacramental sin implicaciones en su vida (imagen anacrónica
aburrida de la religión).

Dificultad para poder Orar – busca en ella una satisfacción psicológica (necesidad) la oración da
fortaleza para enfrentar la realidad más no es un refugio que me aísle de los demás.
Sentirse orgulloso de sí mismo – la oración no debe ser egocéntrica, siempre debe orientarse al
bienestar y servicio de los otros. (valor cristiano renunciar a sí mismo, será posible en la medida
que sea significativo para mí).

Reconozco que no en todo se puede ser el mejor – importante

Cuando me pasa que no logro alcanzar aquello a lo que aspiro, o lo que me propongo, lo dejo y
cambio, trato de empezar otra cosa – No hay claridad en lo que se quiere, por lo tanto, ausencia
de algo que de sentido a mi existencia para obtener con más claridad (la oración y una vida
recta).

Problema cultural en donde la religión pues es secundario no es prioridad en la sociedad.

Nota la dificultad de orar, es un avance descubrir que hay síntomas de una causa mayor que le
aleja de la oración. Debemos ayudar a descubrir cuál es dicha causa. Hay disponibilidad para
hacerlo es importante, pero hay causas que le distraen o le impiden poder orar. (He ahí la
importancia de ser hombres místicos, hombres de oración, verdaderos guías espirituales).

Si hay que buscar hacer siempre lo correcto, no dejarse llevar por el relativismo. Pero siempre
con humildad, sabiendo que somos seres humanos que nos equivocamos y que buscamos todos
los días ser mejores.

Inseguridad si en verdad es eso (meta) lo que quiero lo que en verdad aspiro. Si eso es lo que
quiero y lo que aspiro, pero ¿cómo veo que no lo puedo alcanzar qué hago? Lo cambio por otra
cosa. (la vida no siempre nos da lo que queremos, orar y pedir que es lo que Dios quiere de mí
ese proyecto si se realizara con una vida recta, sinceridad de corazón y constate oración)

Espero que no sea, así esta ve, con el problema que le planteo, - es decir que en verdad de en la
enfermedad para poder encontrar el antídoto que curara dicha enfermedad. O que me de consuelo
ya que es difícil dar con el inconsciente que nos motiva a tomar acciones a veces inesperadas o
nos provocan intranquilidad, angustia, depresión etc. Esto quiere decir que en la primera
dirección espiritual no encontró consuelo con las palabras de la dirección espiritual o se
empecina en darle vueltas a lo mismo.

Duda si el problema sea el problema, solo expone su sentir y sus dificultades esa es la
consecuencia, pero busquemos la causa.

Quiere alcanzar la solución, que otro se la dé, pero lo único que se puede hacer es ayudarle a
descubrirla que sea el su propio psicólogo.

La presión que recibía de la madre en cuanto a ser el mejor en todo, le parecía desagradable de
niño, pero por obediencia debía hacerlo, ahora como un joven decide por sí mismo rechaza todo
autoritarismo sobre él.

Le han inculcado un afán de perfeccionismo.


Desencanto a la autoridad a la institución del matrimonio, por la separación de sus padres.

Su Historia es importante. Su papa es autoritario.

Entra en conflicto con la mamá.

Lo más impactante, la separación de sus padres, la muerte de su abuelito.

Últimamente descarga mucho sobre su novia sus problemas, a veces también su malhumor. El
insiste que ese es su carácter, que vive siempre bajo presión que debe comprenderlo y aceptarlo
así. (tiene reprimidas muchas cosas, resentido con la vida).

No le gusta que ella lo manipule o le diga que tiene que dar el primer paso para resolver la
situación – él está de acuerdo con ello, pero por venir de fuera no como su iniciativa siente que
se lo está imponiendo su novia, eso mismo lo lleva a no hacerlo.

Reconoce que los problemas empiezan por la forma autoritaria de ser para con ella. – quizá se
repite un fuerte patrón familiar.

Hay una herida que aún no ha sanado.

Guía para resolver satisfactoriamente el caso

Leer su situación en términos de causa: “hoy es así porque ayer…” es decir, entendiendo los
términos en sentido del significado global de su vida: ¿Qué es lo que humanamente está
implicado en lo que está sucediendo?

1. Describa, en forma sintética y resumida, ¿cuál es el “núcleo central” en el problema que


presenta Rodrigo? ¿cómo lo valora?

Se ha replegado sobre sí mismo, sintiendo que los demás le quieren hacer daño ya que ha perdido
la confianza en los otros y en relación a Dios como persona también.

Su personalidad ha sido afectada por acontecimiento que han originado en él un carácter


neurótico que parece incidir más directamente sobre el propio núcleo de la apertura y de la
entrega generosa. Su confianza en el otro le ha sido arrebatada por acontecimientos familiares
que han distorsionado en gran medida su Yo ideal.

Al exponer las consecuencias se perciben dinamismos inconscientes o preconscientes que hasta


hoy dirigen su vida. Él lo valora como algo que afecta su vida negativamente en su relación con
Dios y con los demás, es por ello que quiere encontrar cuales son las causas que no le permiten
sentirse bien.
2. ¿Cuál es el problema importante “relacionado” (no central)?

La formación de su consciencia religiosa es inmadura, han influido factores sociales la cual no


presiona hacia la madurez religiosa como lo hace en otras pareas de la vida. La cercanía a la
Iglesia ha sido poca sin un compromiso serio en la comunidad. La experiencia religiosa y el
camino espiritual no le resultan realidades llamativas o que tengan mayor influencia en su vida o
en su personalidad humana. Al contrario, la conducen, sobre todo en su dimensión mística, a su
más alta expresión. Recibe como una nueva y superior forma de ser y de brillar. Rodrigo no ha
tenido un crecimiento en su experiencia de fe.

3. ¿Cuáles son los “mecanismos de defensa” a los que Rodrigo podría ser más sensible?

Se percibe en Rodrigo un mecanismo de defensa de carácter neurótico, que lo conduce a la


racionalización acomodado la realidad a sus ideas y sus emociones, para no obstaculizar
demasiado la vida diaria, justificando sus actitudes y cuando se le hace notar que ha objetivado
su realidad se siente amenazado.

Busca la protección del yo cuando se le quiere advertir sobre sus aires de grandiosidad se
muestra molesto. También en las actitudes de enojo que él dice tener ante una orden impuesta, y
también cuando Reacciona enojado al sentirse manipulado.

Es sensible también al mecanismo de la negación, ya que pide a los otros que lo acepten como
es, cerrándose a buscar una solución. Este le da una satisfacción parcial le da un consuelo, pero
no igual como la que le daría buscar y encontrar la solución.

Se refleja el mecanismo de defensa del desplazamiento al descargar mucho sobre su novia sus
problemas, y a veces también su malhumor cundo en realidad ella no debe ser correspondida de
esa manera.

4. ¿Dónde está la raíz de sus “áreas de conflicto”?

Rodrigo está objetivando y dando mucha importancia a la realidad que ha vivido en la familia.
Esto le impide ver la realidad y encontrar los valores y motivaciones auténticas que pueden
impulsarnos a lograr nuestra finalidad.

La raíz de su área de conflicto está en la percepción que ha tenido de la realidad familiar que le
ha tocado vivir no coincide con la realidad ideal, cuya imagen se ve amenazada por la imagen
distorsionada que se ha creado a la que ha dado importancia y dirige su vida. Los mecanismos de
defensa luchan por no perder el equilibrio que brinda la imagen correcta de la realidad,
originando una nueva situación de inseguridad y en este caso de que Rodrigo posee un carácter
neurótico, se ha construido un complicado edificio inestable y costoso, replegándose sobre sí
mismo y cerrándose a la gracia divina, acomodándose al bienestar que los mecanismos de
defensa le proporciona sin buscar una solución.

5. ¿Cuál es su modo actual de organizar su propia vida, “de qué se da cuenta, de qué es
consciente”?

Al exponer su dificultad para perseverar en decisiones importantes de su vida se puede deducir


que su vida la organiza y está siendo dirigida en base a dinamismos inconscientes y
preconscientes que de alguna manera motivan sus acciones y afectan su modo de ser, sus
decisiones y sus acciones.

Hay que subrayar que también organiza su vida en base a valores sobrenaturales, los cuales son
significativos para él lo que manifiesta de forma consciente.

Él expone de manera conscientes su gusto por las cosas de Dios, aunque en momentos no le
resultan muy atrayente; de que ha buscado hacer las cosas según los lineamientos cristianos; de
su disponibilidad para orar, pero no logra establecer una forma de orar que le satisfaga; de que no
en todo se puede ser el mejor; de su dificultad para superar las dificultades personales, y manejar
las situaciones externas; de la posibilidad de que el problema que plantea pueda no ser el
problema central; de la visión que los demás tiene sobre él; de la realidad familiar que ha vivido
la cual ha influido y determinado en gran medida su carácter; de que la separación de sus padres,
lo cual le pudo haber afectado en su forma de ser actualmente.

6) ¿Por qué Rodrigo no logra alcanzar aquello que ardientemente desea, “de qué no se da
cuenta, de qué es inconsciente”?

Es inconsciente de la realidad objetiva, de la auténtica imagen de Dios que está opacada por un
patrón familiar y una conciencia religiosa poco formada.

Es inconsciente que, al dar mayor importancia a la subjetividad, se priva la auténtica realidad,


que en determinado momento de su vida vivió y que su ser le reclama volver a ese estado de
bienestar. Al intentar recuperar su bienestar, su ser racionaliza la realidad objetivándola dando un
resultado parcialmente eficaz, permaneciendo el sentimiento de insatisfacción por que las
motivaciones del bienestar no son las auténticas.

Ignora que está siendo dirigido por su yo resignado, dispersivo y evasivo (Inconsciente de sí
mismo). El yo desconocido es el maestro inconsciente que hasta ahora dirige su vida.

Es Inconsciente del motivo de su actuar. La extrañeza de sí mismo es profunda porque viene


ignorada la meta (instrumental o final) que justifica el actuar: el por qué último y próximo. Él
puede describir qué y cómo está haciendo algo, pero no sabe por qué (o esta inseguro de ello).
Comporta motivaciones parciales y también verdaderas, aquellas que nacen en su mente, pero no
aquellas que nacen de toda su personalidad, Por qué contiene explicaciones verdaderas pero
parciales.

No logra alcanzar lo que desea por el poco esfuerzo originado por la ausencia de las
motivaciones auténticas y el significado que debiera alimentar la razón de sus acciones, para
llegar a una meta significativa y deseada para él.

Pues porque la verdadera realidad de su ser esta distorsionada, no logra ver con claridad lo que
quiere en la vida. Sus elecciones están motivadas por valores inauténticos.

Él es también inconsciente de todo lo bueno que ha pasado en su vida. Y de que de


circunstancias negativas puede surgir cosas muy positivas.

7. ¿De qué cosa huye, podría estar “evadiendo algo”?

Huye de sí mismo, de su sufrimiento refugiándose en el bienestar parcial que le brindan sus


mecanismos de defensa.

Evade todo aquello que le parezca autoritario, reconoce su enojo al ser corregido por que en el
fondo no encaja en la corrección debido a la experiencia familiar. Evade de cierto modo la
responsabilidad y la entrega que exigen las metas personales ya que la base humana no se halla
preparada para responder a las nuevas exigencias que conlleva cada profesión o proyecto, los
cales son desviados debido a la falta de madurez.

8. ¿Cuál será el “motivo central dominante” el que prevalece, en su deseo de querer orar
mejor?

El motivo central dominante comporta elementos conscientes validos como lo son los valores
cristianos, buscar serenidad y fortaleza en la oración, encontrar un sentido a su vida para sentirse
orgulloso de sí mismo; y también comporta elementos conscientes no válidos al buscar gratificar
sus necesidades que van más allá de sus valores imaginando únicamente a un Dios terapéutico
que soluciones sus problemas mágicamente.
9. ¿Qué “motivaciones” tienen el poder en Rodrigo de obstaculizar su voluntad de orar
mejor?

Obstaculizan su voluntad de orar motivaciones inconscientes que generan energías profundas


diferenciadas según el tipo de experiencia, positivas o negativas, que han influido en este caso
sobre el desarrollo de la personalidad de Rodrigo. El deseo de querer orar mejor presionado por
esas energías, no son así libres y conscientes, sino instintivas, automáticas y anónimas,
empujándolo a querer gratificar sus necesidades profundas, necesidades que van más allá de sus
valores. La confianza en Dios como persona también la ha perdido, por los acontecimientos
familiares.

10. ¿Cómo parece afrontar los retos o “las frustraciones”?

El reconocer que se le dificulta da pautas para encontrar los elementos que hacen difícil superar
las frustraciones.

El expresa “Cuando me pasa que no logro alcanzar aquello a lo que aspiro, o lo que me
propongo, lo dejo y cambio, trato de empezar otra cosa” en este aspecto, se refleja la falta de
madurez humana para enfrentar los retos que están presentes en toda realidad en que se
encuentre.

11. ¿Qué es lo que en su modo de ser y reaccionar debe “auto-mejorar” o “auto-proteger”?

Debe auto-proteger la actitud de reconocer sus errores, es decir tener consciencia de sus
limitaciones.

Debe proteger también los valores cristianos que sin duda son una base para alcanzar la madurez.

Proteger su relación con los demás es decir regular sus impulsos negativos.

Proteger su deseo de acercarse a la oración para encontrarse con Dios.

Debe auto-mejorar en tomar conciencia de las cosas positivas que ha vivido y la visión de si
mismo.

Mejorar en cuanto desplegarse de sí mismo y entregarse de manera generosa a los demás.

Mejorar la imagen de Dios.


12. ¿Cuáles son los elementos que pueden reconducir a la categoría de “importante para
mí” (necesidades)?

Satisfacción espiritual.

Sentirse bien consigo mismo.

La relación de noviazgo.

La relación familiar

La dirección espiritual

La aceptación en la sociedad

13. ¿Cuáles son los elementos que pueden reconducir a la categoría del “en sí” (valores)?

Las personas con las que se relaciona y tiene cercanía.

Los valores cristianos.

Sus proyectos personales.

Sentirse bien consigo mismo.

Seguridad familiar

14. ¿Cuál es la configuración que la “dialéctica de base” asume en Rodrigo?

Existe una tensión entre lo psicológico y lo espiritual, él expone, aunque la familia siempre le
inculco los valores cristianos y a le agrada y da importancia a ello su vivencia espiritual no le
lleva a una realización humanamente plena. Es más, experimenta que no le resulta atrayente las
cosas de Dios, en determinados momentos ha cumplido con un deber de creyente casi por mera
obligación que por convicción personal. Él tiene la voluntad de orar, pero no logra establecer una
forma de orar que lo satisfaga. Se encuentra una dialéctica entre lo que son los valores y las
motivaciones que dan sentido a nuestras acciones.
15. ¿Cómo podría Rodrigo comenzar a superar la “aridez de su oración”, y distraerse
menos en su intento?

- recuperar la confianza en Dios, (evitando relacionarla con la figura paterna)

- Proceso de sanación, de purificación de sus ideas de sus imágenes para redescubrir sus
auténticas motivaciones.

- no empecinarse en el pasado, tratar de enfocar su pensamiento en cosas buenas.

- No hacer conflicto cuando se trate de hacer algo correcto sea impuesto o por iniciativa
personal.

- Debe hacer un esfuerzo creativo más que racional (no echar la culpa a Dios de la realidad que
le ha tocado vivir) manteniendo el buen humor tratando de sublimar los acontecimientos
negativos. Dios ha dejado libertad a los hombres y opción para elegir el camino de lo correcto o
lo incorrecto, tus padres quizá repitieron un patrón familiar consecuencia también de su
educación del pecado, pero tú debes romper con ese patrón y optar por lo correcto.

- se necesita una dirección fuerte y autoritaria para sacar a Rodrigo de su aparente bienestar, (de
su realidad objetivada de su estado neurótico) y mostrarle lo que es la verdadera realidad de la
imagen de Dios que Jesús nos mostró.

- Debe impulsar su vida desde adelante enfocando su mirada en El, en Dios en el pasado dañado.
Impulsara con esperanza confiando plenamente en sí mismo. Tiene la ventaja de ser creyente
Dios puede renovarlo desde adentro con la creatividad del Espíritu Santo.

- la difícil cuestión de la relación entre salud mental y santidad suscita aún debates y
controversias. (no por estar bien mentalmente voy abandonar mis criterios cediendo a criterios
opuestos a la vida cristiana).

- Hay que tener en cuenta que las turbaciones psíquicas, los desequilibrios emotivos, las
angustias y los desórdenes mentales – o sea, todo lo que tiene que ver con la neurosis – no
impiden en absoluto una vida justificada y santa. Como sucede con cualquier situación humana,
la neurosis puede ser también un medio eficaz para encontrarse con Dios o un obstáculo que
impide su presencia.

- ayudarle a poner en sintonía con su verdadera dinámica.

- Dios le llama constantemente, él debe acoger esa llamada, ese impulso a orar.
0Espero no haber distorsionado mucho tu proyecto originario para mí Señor, por los pecados
que cometí. Que no perjudiquen demasiado esas actitudes mi futuro, tu proyecto para mí. El
diablo lo sabía por eso lo ha empezado a querer truncar. A parte de que estoy muy dañado, he
hecho daños difíciles de repararlos por el mismo daño. Solo milagrosamente mediante la acción
del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas (pero no borra el recuerdo).

Quizá tendría que salir del esquema de perfeccionismo que tengo, de los valores y seguir el
mundo que como es igual no me condenara quizá me sentiré mejor, al menos no hipócrita.

Caería en una actitud neurótica (mecanismo de defensa) tratando de acomodar a la realidad mis
ideas y emociones, para no obstaculizar demasiado mi vida diaria.

- Como que no fuera yo, mi inconsciente me reclama y actúo inconscientemente (Ello, el


capricho y el Súper yo porque ellos no hacen lo correcto y quieren que yo lo haga porque no
reconocen sus errores), porque después yo analizo las cosas y me arrepiento de hacerlo, (soy
noble en esencia Porque Dios ha forjado mi Yo, que en su momento floreció (A su imagen he
sido creado), pero el Súper yo ha sido dañado (ha sido abusado, mi ideal ha sido distorsionado)
mi conciencia poco formada no pudo soportar ese arranque de ira (cristianamente ese pecado mío
de mi ello. Mi yo no pudo manejar la situación como muchas otras)

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