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Hablar lenguas, hablar idiomas

Cuando estaba en la universidad a menudo me preguntaban cómo “hacerle” para hablar inglés.
Para mí la charla que suscitaba esa pregunta llegó a tener algo de rito monótono y deprimente que
me incomodaba sobremanera. Tenía razones serias para sentirme así: primero, estábamos casi al
final de la “licenciatura”; segundo, todos allí éramos estudiantes de idiomas”.

“hablar un idioma” significa e implica lo mismo que hablar la lengua materna: un individuo
promedio que convive constantemente con un grupo de gente que habla cierta lengua desarrollará
automáticamente la capacidad de comunicarse en ese idioma, “hablarlo (habría que decir siempre
hablar y entender porque una cosa es hablar, otra es entender o comprender lo que se escucha, y
otra, “ser capaz de comunicarse” en determinado idioma)”.

Sin embargo la convivencia con el idioma se limita a proporcionar sólo los rudimentos del idioma:
la capacidad de comunicarse en un nivel básico. Un conocimiento más profundo vendrá del
acercamiento a la lingüística y dependiendo de la seriedad con que se la tome será el nivel de
profundidad del conocimiento. Este acercamiento a la lingüística implica la adquisición de
conocimientos formales de la sintaxis, la semántica, la morfología y –respecto a ese “hablar” un
idioma- la fonética y la fonología. Estas últimas son las ramas de la lingüística más importantes
para hablar un idioma: se encargan esencialmente de cómo suena una determinada lengua; es
decir, cómo se pronuncia, y ésta es la clave para COMPRENDER un idioma al oírlo y, por lo tanto,
poder hablarlo. Ser capaz.

En el caso de una lengua extranjera ocurre más o menos lo mismo, primordialmente lo mismo.
Supongamos que alguien quiere “hablar” inglés. Por sentido común (cierto tipo de sentido común)
la gente acude a una institución dedicada a la enseñanza de idiomas. Muchos de los que hacen
esto y no logran aprender el idioma (porque carecen de la capacidad intelectual para hacerlo), lo
intentan una y otra vez hasta que se dan por vencidos aceptando su incapacidad. Otros, pese a
estar conscientes de esa incapacidad, en vez de rendirse pretenden que han lo aprendido y hasta
son capaces, por quién sabe qué obscuros medios, de convertirse en “maestros”, sobre todo de
inglés.

Se trata de gente que ignora el tipo de convivencia que debe llevarse a cabo con el idioma.
Posiblemente creen que el simple acto de asistir una o dos horas de lunes a viernes a una “clase”
es la clave para aprender una lengua, para “hablar” una lengua. Piensan en un proceso automático
tan efectivo como lo es reiniciar una computadora o instalarle un programa; todo lo demás lo
ignoran, lo sustituyen con un par de “métodos” y juegos y juegos de “copias” y el clásico “guáts-
llóur-néim, mái-neim-is-Juan, náis tu mit llu, náis-tu-mit-yu-tu”… grave error.

¿Cómo se le puede hacer para aprender a “hablar” inglés (o francés, italiano, japonés, alemán…)?
Se debe convivir con una comunidad de hablantes –sus integrante deben ser, idealmente,
hablantes nativos en su mayoría. Se debe seguir un método escrito y se debe adquirir, en lo
posible, un buen acervo lingüístico de la lengua inglesa sin olvidar la enorme relevancia que la
FONÉTICA y la FONOLOGÍA tienen en el “HABLAR” el idioma.

Desgraciadamente aprender un idioma extranjero (entendiendo extranjero como ajeno al desarrollo


y aprendizaje natural del idioma natal: alguien que adquiere desde la niñez los dos o tres idiomas
que se hablaban en su hogar NO aprendió lenguas extranjeras sino lenguas maternas) es
relativamente imposible para la gran mayoría. Hay tres razones básicas para esto: a) una
incapacidad congénita b) una que desconozco totalmente c) la variedad de acentos, dialectos, y
culturas que pueden convivir en un solo idioma. Pensemos sólo en el inglés: tan solo en Estados
Unidos se habla más de una docena variaciones dialectales que pueden llegar a ser, para el oído
extranjero, imposibles de identificar con lo que generalmente se aprende como inglés en una
academia regular. Por ejemplo, la diferencia sonora que media entre el inglés negro 1 y el sureño es
casi irreconciliable y a menudo inaccesible para el oído no especializado. En Inglaterra, además del
acento británico existe otra extensa gama de variedades y dialectos. Si un individuo que llega a
estudiar inglés básico una hora diaria, durante cinco años, termina siendo casi perfectamente
incapaz de comunicarse en esa lengua, cuánto tiempo le llevaría aprender los distintos acentos, las
variaciones dialectales, las distintas formas de pronunciarlo y entenderlo… Tarea más o menos
imposible ¿verdad?

No obstante, para quienes no disponen del tiempo, el dinero y ánimo necesarios para estudiar un
idioma durante años, más de una o dos horas al día y convivir con una comunidad extranjera, es
obligatorio plegarse a un medio estandarizado conocido como Código Fonético Internacional y que
está en función directa del estudio de la Fonética y la Fonología. Este código provee el tipo de
pronunciación del habla formal de todos los idiomas que están afiliados a él; el habla que se
maneja en los principales canales de radio y televisión, en conferencias, discursos y demás medios
verbales, además de ser la que manejan los diccionarios y los métodos formales.

Así como hay gente naturalmente dotada para la pintura, la música o el golf, también hay gente
(siempre la ha habido) que posee una habilidad innata para aprender idiomas pero la mayoría se
encuentra, triste y para alguno trágicamente, fuera de este grupo. Por eso el único posible camino
que les posibilitaría “hablar” un idioma extranjero es la vía de la fonética y la fonología.

Cualquiera que “habla” (y la corrección marca la diferencia entre hablar y parlotear) una lengua
extranjera, lo hace por una de tres razones: o la aprendió como lengua materna o por medio del
estudio de la fonética, de lo contrario sólo pretende hablarla. O es una de esas rarezas.
¿Cómo se le puede hacer para aprender a hablar inglés?

Nota: memorizar métodos de gramática no es lo mismo que aprender a hablar, de otra manera
cualquiera capaz de memorizar una serie de kanji ya estaría “hablando” chino y japonés; y bastaría
aprender a trazar el “alifato” para hablar árabe.

1
Ebonics o “African American Vernacular English”.

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