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Teoría de los infortunios: Desacierto

Red uno de Bolivia (2019) Interrumpió la boda de su ex pareja vestida de novia [Archivo de
video]. Recuperado el 22/9/20 de https://www.youtube.com/watch?v=79TE-
io0Nu8&ab_channel=Badabun
Para Austin, los enunciados performativos están sometidos a condiciones de felicidad, que aseguran el
mal o buen funcionamiento del acto realizativo. Por un lado, están las tres condiciones ligadas al
procedimiento. Primeramente, debe haber un procedimiento dotado por convención de un efecto. En
segundo lugar, las personas y las circunstancias deben ser las que convienen a fin de que el
procedimiento tenga efecto. En tercer lugar, el procedimiento debe llevarse a cabo de manera íntegra
y completa. Por otro lado, se encuentra la condición ligada a las personas, quienes deben tener los
sentimientos requeridos para el procedimiento y la intención de adoptar el comportamiento implicado
por la acción. Cuando alguna de estas condiciones falla, nos encontramos ante un infortunio. Estos
infortunios se dividen en desaciertos y abusos.
Por un lado, los desaciertos ocurren cuando se violan las condiciones vinculadas al procedimiento, y,
por lo tanto, el acto queda nulo y sin efecto. Los desaciertos se dividen en malas apelaciones y malas
ejecuciones. En el caso de las malas apelaciones, estas se dividen en casos en que el procedimiento no
existe (estos respectan al incumplimiento de la primera condición procedimental) y las malas
aplicaciones, que tienen lugar cuando las personas y las circunstancias no son las adecuadas (estos
respectan al incumplimiento de la segunda condición procedimental). En el caso de las malas
ejecuciones, estas respectan a la tercera condición procedimental. Entre ellas se encuentran los actos
inconclusos, que ocurren cuando el procedimiento queda incompleto, y los actos viciados, que
ocurren cuando el procedimiento se encuentra desordenado.
Por otro lado, los abusos, o actos huecos, suceden cuando el acto existe, pero se encuentra vacío, ya
que se violó la condición de felicidad relacionada a las intenciones de las personas, que, al momento
de formular el enunciado, no eran las adecuadas. Estos se dividen en actos insinceros, que involucran
insinceridad y falta de intención al momento de enunciar el realizativo, y actos huecos por
incumplimiento, que son aquellos de los que se predica una intención a futuro sabiendo que esta no va
a cumplirse.
El ejemplo en cuestión se trata de un desacierto del tipo de mala ejecución, y, específicamente, de un
acto inconcluso. Con la irrupción de la ex pareja del novio, la boda queda interrumpida, dado que esto
causa la salida de la novia de la sala de ceremonias al momento de dar el sí. sí. Se da un
incumplimiento, entonces, de la tercera condición, aquella que estipula que el procedimiento debe
llevarse a cabo de manera íntegra y completa. El casamiento, por lo tanto, es nulo.
Teoría de los infortunios: acto hueco
jw00534 (2008) Bill Clinton--"I did not have sexual relations with that woman"[Archivo de video].
Recuperado el 22/09/20 de https://www.youtube.com/watch?
v=VBe_guezGGc&ab_channel=jw00534
Estamos ante un acto hueco por insinceridad. Al momento de pronunciar la frase “no tuve relaciones
sexuales con esa mujer (refiriéndose a Monica Lewinsky)”, Bill Clinton está haciendo una afirmación
hueca, puesto que sabe, al momento de enunciarla, que efectivamente existió una relación sexual entre
Monica Lewinsky y él. Si bien el procedimiento de la aserción se da correctamente, puesto a que las
condiciones de felicidad relativas al procedimiento están satisfechas, es hueca, dado que el
sentimiento de sinceridad que deberían estar presentes al momento de enunciarla está ausente.
Enunciado performativo explícito: Fragmento del texto de la Promesa de Lealtad a la Bandera
Argentina para los escolares
Niños/Alumnos, ¿prometen defenderla, respetarla y amarla, con fraternal tolerancia y
respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos,
aceptando solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y
transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos, sus valores permanentes e
irrenunciables?
Responde: "¡Sí, prometo!”
Wikipedia (s.f). Bandera de la Argentina. Recuperado el 19/09/20 de
https://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_de_la_Argentina#:~:text=Juramento%3A%20Ni
%C3%B1os%2FAlumnos%2C%20la,la%20Patria%20de%20los%20Argentinos.
Los enunciados realizativos son aquellos que no describen nada, sino que cambian el estado de las
cosas. Si bien la concepción que tiene Austin con respecto a los performativos varía a través del
tiempo, sus características principales son las siguientes. En primer lugar, estos se distinguen de los
enunciados constatativos, ya que no están sometidos al criterio de verdad, sino al de felicidad. En
segundo lugar, estos enunciados se caracterizan por contener verbos en la forma indicativa activa en
primera persona del singular correspondientes a la acción que la pronunciación del enunciado realiza.
En tercer lugar, el acto de expresar estos enunciados constituye una acción en sí, no una mera
descripción del acto.
Este es un fragmento del texto de la Promesa de Lealtad a la Bandera Argentina para los escolares. Al
pronunciar las palabras “¡Sí, prometo!” el alumno no está describiendo su promesa o diciendo que
está prometiendo, sino que efectivamente está haciéndole una promesa a la bandera. Esta cualidad
realizativa del enunciado es garantida por el uso del verbo en primera persona “prometo”, que es un
indicativo activo en primera persona del singular. Si bien las ideas de Austin respecto a qué constituye
un enunciado performativo evolucionan a través del tiempo, en primera instancia son estas las
condiciones lingüísticas que hacen al realizativo. A diferencia de los enunciados constatativos, los
realizativos no describen nada ni están sometidos a criterios de verdad o falsedad, sino que se juzgan
con el criterio de felicidad. Además, el enunciado "¡Sí, prometo!” es del tipo realizativo explícito,
dado que contiene el verbo performativo “prometo” que efectúa el acto de la promesa. Es interesante
señalar que el auditor se dirige a los alumnos en plural, diciendo “Alumnos/Niños”, y que los
alumnos, en respuesta, no usan la primera persona del plural, sino del singular. Y es que la forma
arquetípica del verbo realizativo es la indicativa activa en primera persona del singular. Los niños que
prometen deben Ellos solo pueden prometer por sí mismos, y no pueden afirmar nada de los demás
porque no conocen de sus intenciones, y no saben si estarían realizando un acto hueco por
insinceridad. La primera persona del indicativo en presente y singular es la forma arquetípica del
realizativo.
Enunciado performativo implícito y enunciado constatativo: Fragmento de la nota: “El tenso
debate en las redes sociales entre un investigador del Conicet y un defensor de la teoría terraplanista”
"Gente de Infobae, los científicos no estamos preocupados por el delirio terraplanista sino
por la excesiva difusión del delirio en los medios. Ese es el problema", escribió Ricardo Gil
Hutton en su cuenta de Twitter. En la red social se presenta como astrónomo, profesor
universitario e investigador del Conicet. Reaccionaba a una nota que advertía la alarma de
la comunidad científica por el avance de la teoría terraplanista con una sentencia que se
propagó en el tejido tuitero: su exposición cuenta con más de 2.600 likes y cientos de retuits.
Pero la popularidad de su tuit también atrajo a detractores del paradigma establecido. Y la
publicación de pocos caracteres derivó en un debate online de un astrónomo con un cultor de
la teoría de la Tierra plana. "Ponete a investigar el tema antes de tildar de delirio. Por algo
cada vez se suma más gente. No es teoría, es ciencia", le respondió Fabrizio Berlingieri, que
en su red social dice ser abogado. Luego de una contestación sarcástica, pidió una verdad
fáctica adjuntando un video: "Si la tierra es una bola, decime ¿por qué los barcos haciéndole
zoom con una Nikon P900 aparecen? ¿No tendrían que estar por debajo de la curvatura?".
Infobae (2019). El tenso debate en las redes sociales entre un investigador del Conicet y un
defensor de la teoría terraplanista. Recuperado el 19/09/20 de
https://www.infobae.com/sociedad/2019/03/06/el-tenso-debate-en-las-redes-sociales-entre-
un-investigador-del-conicet-y-un-defensor-de-la-teoria-terraplanista/
Por un lado, el enunciado “(el terraplanismo) no es teoría, es ciencia” es del tipo constatativo, ya que
describe, o, más bien, afirma un estado de las cosas. Estos enunciados están sometidos al criterio de
verdad, es decir, se consideran falsos si se comprueba que no reflejan fidedignamente la realidad.
Inicialmente, Austin ve una división tajante entre los enunciados constatativos, que afirman algo sobre
lo real y pueden ser considerados verdaderos o falsos, y los realizativos, que no afirman nada, sino
que constituyen acciones y pueden ser felices o infelices. Sin embargo, su pensamiento evoluciona
con el avance de su investigación. Concluye, finalmente, que los constatativos pueden considerarse
como realizativos no explícitos, dado que la frase “(el terraplanismo) no es teoría, es ciencia” puede
ser parafraseada para obtener el enunciado realizativo explícito: “Afirmo que (el terraplanismo) no es
teoría, es ciencia”, que contiene el verbo performativo “afirmo”. De esta forma, Austin concluye que
todos los enunciados constituyen un acto, y que cada uno de ellos está sometido tanto a criterios de
verdad como de felicidad.
Por otro lado, el enunciado "Ponéte a investigar el tema antes de tildar de delirio” es del tipo
realizativo implícito. Estos enunciados no contienen el verbo realizativo del acto que constituyen,
pero pueden ser parafraseados para contenerlo. Por ejemplo, la oración en cuestión podría ser
reformulada para decir “Te ordeno que te pongas a investigar el tema antes de tildar de delirio”. De
esta forma, vemos que nuestro enunciado constituye una a orden hacia el destinatario de investigar
sobre el terraplanismo. Este contenido performativo del enunciado se deja ver por la presencia de
indicadores menos explícitos que los verbos realizativos. En el caso de la frase "Ponéte a investigar el
tema antes de tildar de delirio”, el contenido realizativo aparece en el verbo “ponéte”. Además de ser
un verbo imperativo, “ponéte” nos remite a la instancia en la que más se utiliza este verbo: la instancia
oral. En la oralidad, “ponéte” suele ir acompañado de una inflexión y un tono específico a fin de
denotar urgencia y obligatoriedad. El eco de esta instancia sonora resuena en la instancia escrita, y
esto aporta a la fuerza realizativa del enunciado a fin de convocar obediencia por parte del
destinatario.
Plano de discurso (contiene ejemplos de: modalidad de enunciación (interrogativa) acto
locucionario, acto ilocucionario, acto perlocucionario)
El Trece (2015). Mal momento: La pregunta incómoda de Mirtha al Polaco sobre la Princesita
[Archivo de video]. Recuperado el 19/09/20 de https://www.youtube.com/watch?
v=SZacAkXl4Iw&ab_channel=eltrece
De acuerdo a Benveniste, el discurso es un plano de enunciación en el que el locutor se dirige a su
auditor para influir de algún modo en su comportamiento. A este plano pertenecen “todos los géneros
en los que alguien se dirige a otro, se enuncia como locutor y organiza lo que dice en la categoría de
la persona” (Benveniste, 1966, p. 242). El discurso tiene como punto de anclaje a aquí y ahora del yo,
y, por lo tanto, permite la aparición de todas las modalidades posibles. Más aún, en este plano pueden
aparecer tanto la persona (yo/tú) como la no persona (él). Además, cuenta con un gran abanico de
tiempos verbales. En el caso del francés, el único tiempo exceptuado del plano del discurso es el
passé simple.
Nosotros estamos ante un fragmento de una entrevista emitida en el programa “Almorzando con
Mirtha Legrand”. El género de la entrevista pertenece al plano del discurso, dado que un
entrevistador, en este caso, Mirtha, se dirige hacia un entrevistado, en este caso, el cantante El Polaco,
para suscitar alguna respuesta en él. La primera frase con la que Mirtha se dirige al cantante deja ver
dos de las marcas más significativas del plano del discurso: la presencia la modalidad y de las
personas discursivas. Mirtha interpela al Polaco con las palabras “Decime, ¿qué le pasa a la
princesita?”, frase que se caracteriza por la modalidad de enunciación interrogativa. Las modalidades
de enunciación son procedimientos que, según Benveniste, le permiten al locutor situarse con respecto
a su interlocutor y demostrar una cierta actitud frente a él. La frase “Decime, ¿qué le pasa a la
princesita?” se caracteriza por la modalidad de enunciación interrogativa, que sirve para suscitar una
respuesta en el interlocutor, y posee una entonación particular, y formas léxicas y sintácticas
específicas. En este caso, Mirtha está intentando suscitar una respuesta por parte del Polaco, y esto se
evidencia con la entonación que emplea y la palabra “decime”, que funciona como fórmula
preparativa. Además, el verbo “decime” está conjugado en la segunda persona del presente, acorde a
la amplitud temporal y personal que permite el plano del discurso. Además, la mención en tercera
persona a la ex pareja del Polaco, “la Princesita”, demuestra que también la tercera persona puede
aparecer en el plano del discurso.
Desde otro enfoque, el intercambio entre el Polaco y Mirtha plasma las ideas expuestas en la Teoría
general de actos de habla de Austin. Según este autor, hay tres sentidos en los que decir algo es hacer
algo: el acto locucionario, el acto ilocucionario y el acto perlocucionario. Estos tres actos se activan
cada vez que se pronuncia un enunciado.
En primer lugar, el acto locucionario es la acción de decir algo. Este tiene significado y se puede
juzgar como verdadero o falso. Además, tiene tres componentes: el acto fático, es decir, la gramática
utilizada; el acto rético, o sea, aquel de proponer un referente y una predicación; y el acto fónico, que
consiste en los sonidos emitidos. En el caso de nuestro ejemplo, el aspecto locucionario del
enunciado: “Decime, ¿qué le pasa a la princesita?” es el acto de decir aquellas palabras. El referente
de la frase es “La princesita”, y la predicación es que “(algo) le pasa”.
En segundo lugar, el acto ilocucionario se efectúa al decir algo, y se relaciona por convención
lingüística con el acto a realizar. Este acto tiene fuerza performativa convencional dado que posee
marcas vinculadas a la acción que el enunciado realiza, que pueden ser implícitas o explicitas. El
contenido performativo se juzga en términos de felicidad, y la fuerza ilocucionaria está en el tono
empleado, el orden utilizado y las palabras elegidas. La enunciación: “Decime, ¿qué le pasa a la
princesita?” constituye un acto ilocucionario ya que formula una pregunta y solicita una respuesta por
parte del alocutario. Si bien el verbo “te pregunto” no está presente en el enunciado, deducimos el
contenido ilocucionario por la palabra “decime” y la entonación interrogativa empleada. De esta
forma, al emplear sus palabras Mirtha está efectivamente realizando un acto: aquel de preguntar algo.
En segundo lugar, el acto perlocucionario es aquel que se realiza por decir algo, y consiste en una
respuesta no convencionalizada por parte del alocutario. Este efecto no verbal en el “tú” puede ser
tanto buscado como no buscada por el “yo”. Si bien en nuestro ejemplo el Polaco responde a la
pregunta de Mirtha con el enunciado: “¿en qué sentido?” (realizando, así, otro acto ilocucionario),
vemos en él, además, otra respuesta, esta vez, no convencionalizada. Se ríe incómodamente y recorre
la sala con la mirada, demostrando tensión e incomodidad. Es posible discutir si Mirtha buscaba o no
provocar en él este efecto, pero lo que es seguro es que la reacción del Polaco no aparece de forma
convencionalizada, sino de manera no verbal.
Plano de la historia
Los caudillos eran grandes propietarios terratenientes, lo cual les aseguraba un trato
privilegiado con las clases populares. Los campesinos, los gauchos y los esclavos liberados
fueron la base del poder de los caudillos, que distribuían tierra, dinero y armas para
asegurar la lealtad de sus soldados. El caudillo ejercía un liderazgo basado en el carisma, la
motivación y las relaciones personales con sus seguidores, quienes le atribuían capacidades
especiales. Por ejemplo, cuando el caudillo mexicano Antonio López de Santa Ana perdió
una pierna en la guerra contra Francia, celebro un funeral en honor a su miembro mutilado
y ordenó a pasearlo en un cofre de cristal por todo el país. Gracias a estos gestos, se
convirtió en un héroe popular y, en 1839, accedió a la presidencia de la república.
Sin embargo, la relación entre el caudillo y las clases populares no puede solamente
explicarse a partir de las características del líder. El caudillo dependía de sus tropas, y, para
conservar su apoyo, debía responder a sus demandas. Por otra parte, en sus inicios, la
militarización significó una democratización de las repúblicas criollas. El ejército y las
milicias eran formas de participación política y medidas de protesta de las clases populares
contra las elites urbanas.
Campos, E., Galliano, A. (2013). La era de los caudillos. En Historia: La expansión del
capitalismo y la formación de los estados nacionales en América (p. 81). San Isidro,
Argentina: Estrada Secundaria.
Según Benveniste, el plano de la historia es aquel propio de la literatura y de la historiografía clásicas.
Este plano se caracteriza por: “la presentación de los hechos acaecidos en un cierto momento del
tiempo, sin ninguna intervención del locutor en el relato” (Benveniste, 1966, p. 239). Existen tres
marcas fundamentales del plano de la historia: el uso exclusivo de la no persona, una utilización
especial de los tiempos verbales y el empleo de la constatación como la única modalidad posible. Si
bien es difícil encontrar ejemplos que no mezclen discurso e historia, el fragmento en cuestión parece
cumplir con todos las características con las que Benveniste categoriza a la historia sin correrse nunca
de ellas.
En primer lugar, Benveniste señala que el plano histórico no tiene locutor, de manera que “nadie
habla, los acontecimientos parecen contarse ellos mismos” (Benveniste, 1966, pág. 230). Para ello, se
realizan estrategias de despersonalización en base a la tercera persona para aportar un aspecto
constatativo a lo narrado. En nuestro ejemplo, dicho uso de la no persona se hace evidente en frases
como: “Los campesinos, los gauchos y los esclavos liberados fueron la base de poder de los caudillos,
que distribuían tierras, dinero y armas para asegurar la lealtad de sus soldados”, en las que hay una
ausencia de marcas de persona puesto a que se utiliza exclusivamente la tercera persona a fin de
presentar al objeto de estudio de la manera más objetiva posible.
En segundo lugar, Benveniste afirma que la historia se caracteriza por un uso especial de los tiempos.
En francés, el tiempo por excelencia de la historia es el pasé simple. En castellano, los tiempos
empleados son el pretérito perfecto simple, el pretérito imperfecto, el presente histórico, el futuro
histórico, el condicional y el pretérito pluscuamperfecto. El punto de anclaje de estos tiempos es
siempre el pretérito perfecto simple, por lo que el futuro empleado en la historia nunca refiere al
futuro respecto al presente de la enunciación, sino a un futuro dentro del pasado narrado. En el texto
en cuestión, son frecuentes los usos del pretérito imperfecto tales como: “El caudillo dependía de sus
tropas y, para conservar su apoyo, debía responder a sus demandas”. También se hace uso del
pretérito perfecto simple, como en el enunciado: “El ejército y las milicias eran formas de
participación política y medios de protesta de las clases populares contra las elites urbanas”. Una
característica especial del plano histórico en español es que no admite el uso del pretérito perfecto
compuesto, dado que este describe situaciones que llegan al presente de la situación enunciativa y, por
lo tanto, refiere a un hablante que debe estar ausente de la enunciación histórica. En efecto, esta forma
verbal está ausente de nuestro ejemplo.
En tercer y último lugar, Benveniste asegura que, debido a la ausencia de toda marca de persona en la
historia, la única modalidad posible en este plano es la de la constatación, aquella que garantiza el
efecto de que los hechos se “narren solos”. Tal modalidad aparece en nuestro texto en el enunciado:
“Los caudillos eran grandes propietarios terratenientes, lo cual les aseguraba un trato privilegiado con
las clases populares”. Esta oración se caracteriza por la ausencia de persona, lograda gracias a la
narración en tercera persona, que borra toda marca de subjetividad.
Discurso indirecto (libre)
Quecosarra (2012). Hay que negarlo Benjamín [Archivo de video]. Recuperado el 19/09/20
de https://www.youtube.com/watch?v=m58vvoMaS54&ab_channel=Quecosarra
Para Benveniste, discurso e historia pueden unirse en el discurso indirecto, en el que el discurso está
constatado, referido en términos de acontecimiento y adopta características del plano histórico.
Existen dos clases de discurso indirecto: el clásico, en el que existe una diferencia explicita entre la
voz del locutor y la de la otra persona introducida. Por otro lado, se encuentra el discurso indirecto
libre, en donde no hay una diferencia explicita. Cuando el personaje de Sandoval dice “hay que
negarlo Benjamin. Yo no fui, yo no estuve…” no hay una diferencia clara entre el discurso que cita y
el que él pronuncia. Las palabras “yo no fui, yo no estuve…” parecen hacer eco a otras instancias en
las que uno se encuentra en la posición de negar lo acontecido. Sin embargo, ese discurso citado se
mezcla con el suyo, y no hay una diferencia clara.
Discurso indirecto clásico
“Mandó un peón al obraje próximo, recomendándole el caballo, un buen animal, pero
asoleado. Alzó la cabeza al sol fundente de mediodía e insistió en que no galopara un
momento.”
Quiroga, H. La insolación. En Cuentos de amor, de locura y de muerte [E-book] (p. 46).
Recuperado 19/9/20 de https://www.biblioteca.org.ar/libros/211732.pdf
En este caso, en el fragmento “insistió en que no galopara un momento” se abandona el plano
histórico, típicamente propio de la literatura clásica, para referir a las palabras que el personaje
debería pronunciar y que, en cambio, están siendo apropiadas por el narrador. De esta forma, discurso
e historia se mezclan.
Nosotros mayestático:
Orden da Carlos I en Toledo en 1528:
Ordenamos, i mandamos que los Estrangeros, que de Nos, i de los Reyes nuestros
predecessores tuvieren cartas de naturaleza dadas según el tenor, i forma de las leyes antes
de esta, para aver Beneficios en estos nuestros Reinos, que sean obligados de venir à residir
personalmente à los dichos Beneficios dentro de ocho meses después que de ellos fueren
proveìdos, sopena que, si ansi no lo hicieren, ayan perdido, i pierdan por el mismo hecho la
dicha naturaleza, i que con ellos, como con Estrangeros, se guarden las leyes, que sobre esto
hablan: i mandamos à los del nuestro Consejo que dèn sobre ello las provisiones, que fueren
necesarias.
Blog de lengua (2011). Plural mayestático. Recuperado el 19/09/20 de https://blog.lengua-
e.com/2011/plural-mayestatico/
El nosotros mayestático es el nosotros típicamente utilizado por los reyes y papas. En este caso, el yo
se amplía para abarcar la institución que estas personas representan. Si bien se asemeja al nosotros de
autor en la medida en que es una forma de persona ampliada que equivale al yo, es lo contrario al
nosotros de modestia, dado que no sirve para atenuar la presencia del yo en lo dicho, sino para
ampliar al locutor y a su influencia hasta el extremo. De esta forma, cuando el rey Carlos I dice:
“Ordenamos, i mandamos”, está asegurando su poder en tanto institución y engrandeciendo, así, la
fuerza de su orden.
Nosotros de modestia o de autor:
¿Cómo daremos cuenta de la importancia central de Ignacio Allende, que era un candidato
tan improbable para personificar a un mesías, en la ideología popular del periodo,
específicamente como una figura mesianoide alternativa? Ciertamente, es evidente que
compartía varias características con el rey contra cuyo gobierno se había rebelado: era
relativamente joven, español, separado por una gran distancia social de los rebeldes
comunes y con vocación político-militar. Más allá de lo anterior, habremos de revisar las
variaciones regionales de la cultura y la historia en la Nueva España para entender por qué
su candidatt1ra prosperaba en ciertas áreas y no en otras. (p. 821)
Van Young, E. (2006) Mesías enmascarados y utopías truncadas. En La otra rebelión. La
lucha por la independencia de México, 1810-1821 (pp. 791-865). México DF, México: Fondo
de Cultura Económica.
El nosotros de modestia o autor suele utilizarse en textos científicos para atenuar la presencia del yo
en lo narrado y, así, aparentar una mayor objetividad. Esta persona ampliada es ficticia, dado que
equivale al yo y sirve para quitarle la responsabilidad directa por lo narrado. Precisamente, se trata de
un nosotros de modestia dado que el locutor se oculta lingüísticamente para traer a sus hipótesis y al
objeto de estudio a un primer plano. En nuestro ejemplo, los verbos “daremos” y “habremos” son
instancias de un empleo del nosotros de autor, que sirve para empequeñecer al yo y darle importancia
a lo narrado.
Nosotros portavoz:
Comunicado por correo electrónico de +Visión

El nosotros portavoz sirve


para atribuir lo afirmado a un grupo, entidad o institución. Si bien quien escribe o pronuncia ese
“nosotros” es un individuo singular, está hablando en nombre de toda la entidad. En este ejemplo, “te
informamos” cumple la función de hablar por toda la empresa, como si la institución en sí me
estuviera informando personalmente sobre mi pedido.

Nosotros de condescendencia
Este gráfico contiene dos instancias de nosotros de condescendencia, que sirve para disminuir al
alocutario a fin de darle una orden. Para que este efecto ocurra, es necesario que exista una relación
asimétrica entre locutor y alocutario. En este caso, la jerarquía es clara: es el estado argentino el que
impone la orden. A veces la orden puede resultar violenta y provocar rechazo en el alocutario, y por
eso es necesario disminuir la distancia jerárquica para lograr que el otro la cumpla. Para ello, se usa el
nosotros para disminuir la diferencia jerárquica, incluir al alocutario con el locutor y dar la ilusion de
que el locutor también cumplirá la orden. Esto ocurre con los verbos “lo frenamos” y “viralicemos”,
que dan la ilusión de acción conjunta colectiva en lugar de una orden proveniente del poder estatal.
La tríada deíctica y deixis y anáfora
Catamarca en cana (2020). Exclusivo testimonio a 30 años del crimen de María Soledad
Morales [Archivo de video] Recuperado 19/9/20 de https://www.youtube.com/watch?
v=aFwzrnd4nVY&ab_channel=CATAMARCAENCANA
Según Benveniste, la enunciación consiste en “poner a funcionar la lengua por un acto individual de
utilización” (Benveniste, 1966, p. 83). De esta forma, un locutor “se apropia del aparato formal de la
lengua y enuncia su posición de locutor mediante indicios específicos, por una parte, y
procedimientos accesorios, por otra” (Benveniste, 1966, p. 85). La presencia del locutor en su
enunciación hace que cada instancia de esta constituya un centro de referencia interna, por lo que
existen diferentes indicadores, índices o deícticos que refieren a la situación de enunciación. Para
Benveniste, este sistema de referencias se estructura mediante la llamada “tríada deíctica”, basada en
el conjunto “yo, aquí y ahora”.
En primer lugar, se encuentra el yo como prototipo de la deixis personal, índice que señala a la
primera, la segunda y la tercera (no) persona mediante pronombres personales, posesivos y verbos. El
ejemplo en cuestión se trata de una entrevista realizada por el equipo de Catamarca en Cana a Ada
Morales, la madre de la difunta María Soledad Morales, quien fue víctima de violación y asesinato.
En el caso de nuestro ejemplo, el enunciado de Ada Morales: “cómo yo me puedo dejar todo así
nomás”, contiene al deíctico “yo”, que refiere a la primera persona. Para Benveniste, el yo es el “el
individuo que enuncia la presente instancia de discurso que contiene la instancia lingüística yo” (cap.
14). Según Benveniste, la primera y la segunda persona se oponen por la “correlación de
subjetividad”, que opone a la primera persona subjetiva, el yo, a la persona no subjetiva, el tú, que no
es el objeto de discurso, sino que lo será cuando se enuncie como locutor. El “Tú” vendría a ser “el
individuo al que se dirige la alocución en la presente instancia de discurso que contiene la instancia
lingüística tú”. La primera persona es siempre trascendente a la segunda y se opone constantemente a
ella, dado que “yo” es interior al enunciado y exterior a “tú”, pero son intercambiables y es esta
cualidad la que permite el diálogo. Vemos, entonces, que el hecho de que el entrevistador designe a
Ada como “tú” en el enunciado: “un espacio como este, tan especial, tan privado para vos”, no impide
que Ada luego se designe a ella como “yo”.
Sin embargo, la segunda y la primera persona se oponen a tercera por la correlación de subjetividad.
Y es que la tercera persona es llamada la “no persona”, puesto a que carece de la marca de la
personalidad y no participa del entramado discursivo, sino que designa al objeto del discurso y
constituye la forma en que se caracteriza la despersonalización. Así, cuando Ada Morales afirma “ella
ya no está sola”, con el pronombre personal “ella” se refiere a María Soledad, que es el objeto de
discurso. Es interesante señalar que ella está ausente no solo del entramado discursivo, sino también
literalmente. En este ejemplo hay casos de despersonalización, por ejemplo, en el enunciado: “para
que se hiciera justicia”, que utiliza el “se” impersonal a modo de denotar un proceso que tiene que
venir de muchas personas diferentes y que por ello se encuentra despersonalizado. El entrevistador
luego afirma: “hay temor todavía”. Al utilizar esta estructura impersonal, habla de un sentimiento
generalizado, sin referente único.
En segundo lugar, se encuentra el “aquí” como prototipo de deixis espacial. En castellano, la deixis
puede ser formulada por adverbios o perífrasis adverbiales de lugar, es decir, los adverbios aquí, acá,
ahí, allí, allá, cerca, lejos arriba, abajo, etc. Los adverbios demostrativos también pueden funcionar
como deícticos espaciales, siempre y cuando vengan acompañados por un gesto o una mirada que
refiera al objeto en el momento de la enunciación. En nuestro ejemplo, el entrevistador afirma “este
lugar es la escena donde arrojaron el cuerpo”. Al momento de pronunciar “este lugar”, el hombre hace
un gesto con las manos para indicar que está hablando del espacio donde María Soledad fue arrojada.
En tercer lugar, se encuentra el “ahora” como prototipo de deixis temporal. Este tipo de deixis se
refiere a la localización temporal de un acontecimiento. Para ello, se toma un momento T como
referencia y, luego, se localiza el acontecimiento que se quiere narrar antes o después de este
momento de referencia. En castellano, los deícticos temporales son las conjugaciones temporales, los
adverbios y las locuciones adverbiales de tiempo, los adjetivos temporales y las preposiciones
temporales. Estos deícticos denotan la manera subjetiva en la que el hablante concibe el momento, al
cual puede dilatar o puntualizar, considerar en su desarrollo o en su acabamiento, vincular con el
pasado o el presente. La frase “Marta Pelloni declaró últimamente” constituye un doble ejemplo de
deixis temporal, dado que no solo contiene una conjugación verbal en pasado simple (“declaró”) sino
también el adverbio de tiempo últimamente, que implica que las declaraciones de Pelloni fueron
anteriores y recientes al momento de la enunciación.
Benveniste también diferencia entre índices deícticos y anafóricos. Los índices deícticos son aquellos
cuyo referente se encuentra en la situación enunciativa. Cuando en este ejemplo el enunciador afirma:
“este lugar es la escena donde arrojaron el cuerpo”, el adverbio demostrativo “este”, acompañado por
un gesto, funciona como deíctico, dado que se designa al espacio al que se hace referencia en la
instancia enunciativa. Este caso se trata de una deixis por ostensión. Los referentes anafóricos, en
cambio, son aquellos cuyo referente se encuentra en el texto. En este ejemplo, cuando el entrevistador
le pregunta a Ada por “las amigas de ella”. En este caso, entendemos que el deíctico personal “Ella”
se refiere a María Soledad, quien fue mencionada previamente.
Benveniste, E., ([1966] 1971), Problemas de lingüística general. México, Siglo XXI. (Cap. 5
Nosotros inclusivo y nosotros exclusivo
El ejemplo en cuestión se trata de una entrevista realizada por el equipo de Catamarca en Cana a Ada
Morales, la madre de la difunta María Soledad Morales, quien fue víctima de violación y asesinato. El
entrevistador se dirige a la entrevistada con las siguientes palabras: “en principio es agradecer
nuevamente habernos permitido ingresar a un espacio como este, tan especial”. Aquí, el nosotros es
exclusivo, ya que agrupa a “yo” y “él”, las dos formas que se oponen bajo la correlación de
personalidad. En este caso, el locutor no está refiriéndose a su alocutario y a él, sino a él y al resto del
equipo de Catamarca en Cana. Más adelante, el entrevistador le agradece a Ada por “buscar siempre
justicia verdad y esa luz que siga iluminando quienes tengan que hacer justicia ahora por nuestros
hijos”. En este caso, el uso del pronombre “nuestros” indica el uso de un nosotros inclusivo, aquel que
agrupa las formas que se oponen bajo la correlación de subjetividad. Específicamente, este se trata de
un nosotros inclusivo de referencia colectiva o amplia. Si el nosotros inclusivo implica la agrupación
de yo + tú, el nosotros de referencia colectiva agrupa yo + tú + ellos. Se construye, así un colectivo de
identificación. No está hablando él aquí solo de sus hijos y los de Ada, sino también los de todo padre
o madre.
Esta distinción entre nosotros inclusivo y nosotros expresivo se plantea sobre la correlación de
subjetividad y la correlación de personalidad. El nosotros inclusivo junta las formas que se oponen
por la correlación de subjetividad
Modalidades de enunciación (Benveniste)
Para Benveniste, en la enunciación el locutor se apropia del aparato formal de la lengua y enuncia su
posición de locutor mediante índices específicos y procedimientos accesorios. Con procedimientos
accesorios él se refiere a las distintas modalidades de enunciación, que le permiten a un locutor
situarse con respecto a su interlocutor y tomar, frente a él, una serie de actitudes.
La modalidad de aserción es una de las tres actitudes. Esta es una modalidad que, tanto por su
entonación como su sintaxis, apunta a comunicar una certeza al alocutario. Un ejemplo de esta
modalidad asertiva es la del refrán “la risa es la mejor medicina”, que apunta a comunicar una premisa
como cierta a modo de moraleja. El verbo “ser” es la forma típica de la enunciación asertiva, y sirve
La modalidad de interrogación está en ejemplo del discurso
La modalidad de intimación es aquella formulada para suscitar una respuesta en el tú, que se
caracteriza por el uso de vocativos y verbos imperativos. En el ejemplo de esta receta de pan vemos
que se usan verbos en segunda persona imperativa para dar órdenes al alocutario.
Lo primero que tenés que hacer es poner la levadura fresca a disolver en el agua. Por otro
lado, en un bowl, colocá la harina, la sal y el azúcar. Mezclá bien y agregá el agua con la
levadura ya disuelta. Vas formando la masa y en los instantes finales agregá la materia
grasa que hayas elegido. Amasá hasta que quede lisa.
Dale 10 minutos de descanso y dividí a la mitad. A uno de los bollos le podés afinar las
puntas, como hice yo
Espolvoreá con harina y le hacés los cortes que más te gusten.
Déjalos en un lugar cálido hasta que dupliquen su volumen.
Recién ahí estarán listos para ir al horno a una temperatura de 200 grados.
Sin autor (2011) Mis primeras recetas.
Modalidades de enunciado (Bally)
Según Bally, las modalidades de enunciado son procedimientos formales que le permiten al locutor
expresar su actitud respecto a lo enunciado. Estas modalidades demuestran la manera en que el
locutor concibe su enunciado de acuerdo a los ejes de verdad, probabilidad, apreciación, entre otros
(p.96).
En primer lugar, se encuentran las modalidades de enunciado intelectuales, que pueden ser
aseverativas o reales, o bien dubitativas o potenciales. Las intelectuales asertivas son aquellas que
presentan a lo enunciado como correspondiente a la realidad. Un ejemplo de esta modalidad sería la
primera parte del título de esta noticia de CNN Español. Esta primera parte lee: “Encuentran muerta a
la diseñadora Kate Spade”. Esta enunciación demuestra un alto grado de respuesta con respecto a lo
afirmado, dado que emplea el verbo “encuentran” en modo indicativo demuestra certeza respecto a lo
enunciado. Por lo contrario, la segunda parte del título corresponde a la modalidad intelectual
dubitativa o potencial, dado que lee “se habría suicidado”
(https://cnnespanol.cnn.com/2018/06/05/encuentran-muerta-a-fundadora-de-kate-spade-se-habria-
suicidado/). En el caso de la modalidad dubitativa o potencial, se expresa un menor grado de certeza
respecto a lo afirmado, una conjetura, y esto se manifiesta por el uso del subjuntivo en lugar del
indicativo.
En segundo lugar, se encuentran las modalidades afectivas, que expresan una valoración afectiva
respecto a lo afirmado. En el siguiente ejemplo, el slogan “¡Qué bueno que viniste!” expresa
apreciación hacia el objeto descrito. Esta apreciación se hace evidente en la entonación empleada y el
adjetivo bueno que caracteriza al hecho. https://www.youtube.com/watch?
v=j7n2E6qhlps&ab_channel=creatadigital
En tercer lugar, se encuentran las modalidades volitivas, que esperan que algo se cumpla a futuro.
Estas se dividen en las modalidades desiderativas y las exhortativas. Por un lado, las desiderativas
expresan deseo, como en el siguiente ejemplo https://www.lmneuquen.com/familiares-del-taxista-
sisterna-ojala-caigan-los-culpables-n729793. En este caso, la familia del taxista baleado expresa
“ojalá caigan los culpables”. Con la interjección “ojalá”, se manifiesta el sentimiento de deseo hacia
lo enunciado. Por otro lado, las exhortativas esperan una respuesta o acción por parte del alocutario.
El slogan publicitario de la empresa de delivery Pedidos Ya hace precisamente esto al utilizar verbos
imperativos exclamativos. Luego de que el alocutario lee o escucha esta frase, se espera que vaya a la
aplicación y haga su pedido.

Dictum y modus
Bally cree que la oración tiene una estructura semántica binaria, que consiste, por un lado, en el
objeto, y, por otro, en la reacción del sujeto hacia el objeto. Así, hace una distinción entre el contenido
dictal del enunciado y el contenido modal del enunciado. El aspecto dictal consiste en el contenido
representado sobre el que se habla en el enunciado. Este consiste en el sujeto dictal más el verbo
dictal. El modus, en cambio, es la actitud demostrada ante el dictum, que puede ser, por ejemplo, de
certeza, de duda o de alegría. Es en el modus en que el yo aparece. El modus, entonces, se compone
del sujeto modal y e verbo modal.
En la frase “esta es la hora que no sé dónde está mi hijo”, pronunciada por la madre de Walter
Sarmiento https://www.semana.com/nacion/multimedia/esta-es-la-hora-que-no-se-donde-esta-mi-
hijo/679627/ vemos una clara distinción entre dictum y modus. El dictum en este caso sería “dónde
está mi hijo” (sujeto dictal + verbo dictal) y el modus expresa duda, falta de certeza, y consiste en del
componente “esta hora (yo) no sé” (sujeto modal + verbo modal). En el ejemplo del slogan

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