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Sin embargo se han observado individuos machos compartiendo un solo nido, lo que evidencia
que no siempre existe el comportamiento hostil entre machos, sino que se resigna solamente a la
competencia por conseguir una hembra (Feistner & Sterling, 1994; Sterling, 1993). La
dominancia se presenta por parte de la hembra como en la mayoría de prosimios, puesto que
existe una tendencia del dominio de estas en la prioridad del acceso a los recursos alimentarios
(Quinn & Wilson, 2004: Rendall, 1993; Sterling, 1994 a).
R3. Con respecto a las estrategias reproductivas en el caso de las hembras, estas marcan ciertos
puntos dentro de su propio rango habitacional con su olor (feromonas) y presentan hinchazón de
la vulva, y además el tejido alrededor de la zona genital se torna de un color rojizo, y finalmente
por las noche producen llamados para hacerle saber a los macho que se encuentra lista para
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copular. En el caso de los machos, cuando estos escuchan los llamados de la hembra, estos
proceden a responderle y a adentrase en el territorio de la hembra, donde llegan a agruparse
alrededor de esta e igualmente marcan con sus feromonas con el fin de ahuyentar otros machos,
así mismo presentan un alargamiento de sus genitales para demostrarle a la hembra que está listo
para montarla. (Quinn & Wilson, 2004; Sterling, 1993)
R4. En los aye-aye existe selección sexual, a nivel intrasexual, pre-copulatoria, puesto que en el
momento que los machos se reúnen alrededor de la hembra estos luchan para el derecho a la
reproducción. (Quinn & Wilson, 2004). A pesar que son una especie con muy poco, casi nulo
dimorfismo sexual presentan un nivel considerable de competencia a la hora del apareamiento.
R5. Al pertenecer al orden Strepsirrhini, su corteza cerebral no es tan compleja como la de los
Haplorrhini, por lo que no muestran tradiciones que aprenden y se transmiten entre ellos, sin que
se trate de un comportamiento inscrito en sus genes, a pesar que los aye-aye tienen el cerebro
más grande entre todos los prosimios (Gron, 2007). Sin embargo, durante el trabajo de campo de
Sterling (1993), la autora menciona dentro de sus observaciones que logró ver a una hembra y a
un macho columpiándose en una liana para conseguir alimento, haciendo referencia al uso de
herramientas.
Hecho que la llevo a realizar un experimento 6 años más tarde para probar la hipótesis de que los
aye-aye son capaces de maneja herramientas, sin embargo en sus resultados aunque ninguno de
los sujetos en este estudio generó soluciones al problema planteado de manera sugestiva de
inteligencia sensorio motora etapa 6 (columpiarse en una liana para alcanzar una ración de
alimento), al menos uno reveló todos los componentes necesarios para la producción final de los
patrones de uso de herramientas reportado en aye-ayes en sus observaciones anteriores (Sterling
y Povinelli, 1999), ambos autores sugirieron que se efectuaran más estudios relacionados con el
nivel encefálico de esta especie, no obstante, al no presentar tradiciones trasmitidas de progenitor
a progenie sin influencia genética, no existe cultura como tal.
R6. La forma principal de comunicación entre los aye-aye son las vocalizaciones. Las
vocalizaciones incluyen numerosas variaciones del llamado de contacto entre ellos y chirridos
que duran entre 2 y 3 segundos, estos sirven para indicar propósitos de afiliación, agresión e
información (Gron, 2007). Poseen dos sonidos peculiares, uno que asemeja un estornudo, el cual
es emitido en respuesta a la aparición de otros lémures y humanos, y el otro el cual suena
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parecido a “hai-hai”, emitido cuando huyen al momento de ser perseguidos por los humanos para
su captura. (Quinn & Wilson, 2004)
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