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El mundo se encuentra en una difícil situación energética: por una parte, existe cada vez
mayor demanda de energía y, por otra, las actuales fuentes tienen en su mayoría
recursos limitados y su uso representa repercusiones ambientales indeseables. El
crecimiento demográfico y económico en el mundo trae consigo que consumamos más
energía, y las formas tradicionales en que la generamos, en su mayoría a través de los
combustibles fósiles, nos da como resultado importantes efectos (globalmente negativos)
sobre el bienestar humano.
Desde la llamada Revolución Industrial hasta nuestros días, los procesos industriales se
desarrollan quemando combustibles fósiles tales como; (petróleo, gas y sus derivados,
como la gasolina y el diésel) y aprovechando de manera desmedida los recursos
naturales de nuestro planeta. Estas actividades están cambiando la composición de la
atmósfera terrestre, emitiendo más gases y compuestos de efecto invernadero que
pueden permanecer en la atmósfera hasta por más de 50 años. Si bien en la actualidad
más de la mitad del CO2 emitido tarda un siglo para eliminarse de la atmósfera, una
parte del CO2(cerca del 20 por ciento) se mantiene en la atmósfera durante muchos
milenios en resulado traindo que la la tierra se esta calentando.
sabemos perfectamente de qué se trata cada vez que surgen sospechas, sino
evidencias claras, de corrupción en torno a la explotación del carbón, del petróleo y del
gas natural, así como a la construcción de centrales nucleares y de grandes represas
hidroeléctricas.
Las principales fuentes de producción de electricidad son a través del carbón (38 por
ciento), gas (23 por ciento) e hidroeléctrica (16 por ciento). Las emisiones de CO2 en el
sector energético, después de permanecer estáticas durante tres años, aumentaron en
2017 y se espera un mayor crecimiento en los próximos años. El principal desafío que
enfrenta el sector energético es crear un sistema que combine asequibilidad,
confiabilidad y sostenibilidad.
La eficiencia energética será crucial para mantener bajos los niveles de consumo, que de
otro modo aumentarían para duplicar la cantidad estimada.
La revolución del gas de esquisto continúa, liderada por EE.UU., el principal productor de
petróleo y gas del mundo.
La demanda de gas natural está creciendo más en la industria y en 2030 superará al
carbón para convertirse en el segundo combustible más grande en la combinación
energética. La demanda de petróleo continuará creciendo como resultado de su uso en
la industria petroquímica. Sin embargo, su empleo en automóviles alcanzará su punto
máximo alrededor de 2025.