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La semántica como herramienta para el análisis del discurso: nación, patria y


Venezuela en textos de investidura presidencial

Chapter · January 2009

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La semántica como herramienta para el análisis
del discurso: nación, patria y Venezuela en
textos de investidura presidencial
Alexandra Álvarez
Universidad de Los Andes

Irma Chumaceiro
María José Gallucci
Universidad Central de Venezuela

1. Introducción
En todas las lenguas existen nociones semánticas complejas que vincu-
lan aspectos de la realidad material con valoraciones ideológicas, históricas
y/o afectivas. En español, un ejemplo de este tipo lo constituye el conjunto
de lexemas que integran el complejo campo léxico-semántico de lo político-
administrativo, a saber: estado, nación, país, patria, pueblo, comunidad nacio-
nal, etc. En el discurso político venezolano y, en especial, en el de los presi-
dentes del período democrático, hemos observado en numerosas ocasiones
que dichas unidades léxicas se emplean bien sea con una marcada variación
de su significado de base, al extremo incluso de solapar semánticamente
otros lexemas pertenecientes al mismo campo y de llegar a convertirse en
equivalentes semánticos unos de otros (sinónimos parciales o plenos), o bien
como simples comodines léxicos que permiten llenar vacíos comunicacionales
y/o retóricos, especialmente en aquellos discursos en los cuales se busca pro-
piciar o reforzar la cohesión y el apoyo del auditorio.
En el empleo del tipo de términos que cumplen importantes funciones
discursivas suele reflejarse la ideología, la concepción sobre el gobierno y
sobre las relaciones internacionales de aquellos actores sociales que los utili-
zan. Se trata de palabras cargadas de afectividad y de valoraciones histórico-
políticas que se emplean de manera distinta en cada comunidad y que, ade-
más, están sujetas a constantes cambios en su significado, de acuerdo con el
orador, los destinatarios y los posibles contextos.
En este estudio, que se inscribe en los campos de la semántica estructu-
ral (Greimas 1973; Pottier 1976) y del análisis crítico del discurso (Fairclough
1989, 1992 y 1995; van Dijk 1999 y 2000; Wodak y Meyer 2003), descri-
bimos y analizamos el empleo de nación, patria y Venezuela en los textos de
toma de posesión de cinco presidentes venezolanos en el periodo que abarca
desde 1979 hasta 2007. Todo ello con la finalidad de conocer cómo son

-211-
empleados dichos términos en la comunicación política real. Intentamos,
igualmente, “desnaturalizar” (Fairclough 1997:27) el sentido que adquieren
tales palabras en contextos específicos a fin de contribuir a la comprensión
del imaginario político venezolano. La escogencia de estos lexemas se justifi-
ca, pues se trata de términos portadores de conceptos complejos, fuertemen-
te valorativos y cargados de afectividad, utilizados por los actores sociales
que, a través de su discurso y en virtud de su poder, influyen sobre la ciuda-
danía.
Las clasificaciones léxico-semánticas como las que aquí presentamos son
manejadas por los lingüistas y no por el hablante real, quien, si bien puede
emplear las palabras de manera eficaz y apropiada, lo hace siguiendo de manera
intuitiva su conocimiento del sistema de la lengua sin tener mayor concien-
cia sobre los semas que constituyen el significado de cada uno de los lexemas,
a los que recurre para comunicarse de forma eficiente. Puede suceder, así
mismo, que los hablantes usen las palabras con otro sentido distinto al habi-
tual, más restringido o más amplio, o que las utilicen metafóricamente. Por
ejemplo, si se llama taburete a una silla, asiento a un sofá, o trono a un mueble
para sentarse, que se aprecie como lujoso y/o se vincule con el poder, se
estará haciendo, en los tres casos, un reajuste sémico en función de los reque-
rimientos del hablante y del intercambio comunicativo. Este tipo de proce-
dimiento semántico se emplea muy frecuentemente con los lexemas analiza-
dos en el presente estudio.1
2. Marco teórico-metodológico
Dado que en español la esfera de lo político-administrativo constituye
un campo léxico-semántico complejo, consideramos que el establecimiento
de su estructura y de las relaciones entre las unidades léxicas que lo integran
es una vía efectiva para desentrañar y mostrar el significado de cada una de
las voces que constituyen dicho campo, para luego poder entender cómo
tales voces son usadas en el discurso y cómo, en función de los contextos,
pueden adquirir diferentes sentidos.
1
Como evidencia de los usos metafóricos de los lexemas que integran el campo léxico-semántico
estudiado podemos señalar que Álvarez y Chumaceiro (2005) analizaron el empleo de nación en el
discurso de toma de posesión de varios presidentes venezolanos. Este estudio puso en evidencia que
nación se utiliza con diversos sentidos, y que, además, en muchos de los ejemplos del corpus se
emplea a manera de símbolo para llamar a la unidad de los connacionales. Sin embargo, en el
discurso de Hugo Chávez nación se emplea estratégicamente para dividir a los venezolanos en
opositores y afectos a su gobierno. Por su parte, Madriz (2002:81-90), en su análisis del lexema
pueblo en el discurso populista venezolano, considera que esta palabra se emplea con tres sentidos: i)
el sujeto histórico de su propia liberación, es decir, como cíclope; ii) el objeto del maltrato, la desidia
y la manipulación del poder, esto es, como mártir; y iii) el destinatario de la dádiva del gobierno, en
ese caso como eterno beneficiario.

-212-
El presente estudio parte de la concepción de campo léxico-semántico
desde una orientación estructural, es decir, tomando en cuenta la forma que
tiene cada lengua de parcelar y ordenar la realidad. Dentro de esta perspecti-
va teórico-metodológica, el campo léxico-semántico se define como un con-
junto estructurado de lexemas o unidades significantes que abarcan una es-
fera conceptual. Dichas unidades guardan entre sí relaciones de significado,
ya que comparten un núcleo de significación o rasgo semántico común (sema)
y, a su vez, se diferencian por otra serie de rasgos distintivos o caracterizadores.
Más allá de las numerosas críticas que han hecho los semantistas y
lexicógrafos al concepto de campo léxico-semántico (véase Espar 2006:230-
237), ésta sigue siendo una noción útil y clarificadora cuando se quiere co-
nocer la organización y el funcionamiento de un conjunto de lexemas desde
el punto de vista de su significado y de su sentido. Sin embargo, considera-
mos que este tipo de estudios, que se centran en el nivel de la palabra, deben
ampliarse hasta incluir la articulación de los enunciados en el discurso, por
ser éste la manifestación natural y real del lenguaje. De tal forma, la semán-
tica léxica constituiría una herramienta valiosa y apropiada para el análisis
discursivo.
Como lo muestra Pottier (1976), en el estudio de un campo léxico-
semántico, el analista busca descubrir y luego describir el grupo de las for-
mas léxicas correspondientes a un mismo conjunto significativo, es decir,
aquellas que hacen referencia a una misma esfera de lo que se considera la
realidad. Conviene señalar que, si bien el léxico de una lengua no forma un
sistema tan completo y organizado como lo es un conjunto fonemático,
puede considerarse que la diferenciación léxica contribuye a la mayor efica-
cia del sistema lingüístico. Esta diferenciación hace posible una alta preci-
sión en la designación y permite la adecuación máxima en el empleo de las
palabras pues éstas, al ser usadas en contextos específicos, actualizan sólo
aquellos rasgos semánticos pertinentes para la comunicación. El significado
léxico es entonces, desde este punto de vista, una entidad compleja que
reúne, en relación con un determinado lexema o grupo de ellos, la totalidad
de las informaciones codificadas (denotativas, conceptuales, connotativas y
gramaticales) que pueden ser trasmitidas en la comunicación a través de
medios lingüísticos.
En esta investigación, partimos, en primer término, de un análisis
semántico que establece la composición de los lexemas objeto de estudio en
sus rasgos de significado o semas constitutivos para luego, en segundo térmi-
no, dentro de una perspectiva de carácter discursivo, mostrar los sentidos
que cada unidad puede adquirir en su empleo cotextual y contextual. Con
este fin, utilizamos un corpus constituido por los discursos de investidura de

-213-
cinco presidentes venezolanos. En dichos textos procuramos, además, poner
en evidencia cuáles estrategias discursivas o retóricas determinan el empleo
de uno u otro lexema y con qué finalidad se usan en cada caso.
En el estudio recurrimos también a algunos conceptos del análisis críti-
co del discurso (Fairclough 1995; van Dijk 1999; Wodak y Meyer 2003),
con el fin de mostrar cómo se emplean las voces que integran el campo
léxico-semántico que nos ocupa en situaciones reales del discurso político
venezolano actual.
En relación con la justificación de la perspectiva discursiva de este estu-
dio, conviene reiterar que las voces nación, patria y Venezuela, como la gran
mayoría de las palabras, sólo alcanzan su verdadero sentido en el discurso,
pues se modifican, se enriquecen y transforman en el empleo contextualizado,
tal como señalamos inicialmente. Se trata de formas abiertas y flexibles des-
de el punto de vista de su significado, que pueden transmitir una fuerte
carga afectiva, y a las cuales se apela con frecuencia para procurar lazos de
identificación, unión y solidaridad. Puede afirmarse así que la nación nos
identifica y nos incluye dentro de una comunidad, la patria nos conecta con
la tierra de los antepasados o con aquella a la que voluntariamente pertene-
cemos, y que, dentro del conjunto de las formas estudiadas, Venezuela es la
forma más cargada de afectividad, ya que nos vincula con los orígenes y la
historia de nuestro territorio y de sus ciudadanos.
Por todo lo antes expuesto, con la finalidad de ejemplificar cómo se
emplean los lexemas del campo de lo político-administrativo en el discurso
político de la Venezuela contemporánea, desde 1979 hasta 2007, hemos se-
leccionado algunos ejemplos de los mensajes de toma de posesión de cinco
presidentes venezolanos electos para seis períodos consecutivos, a saber: Luis
Herrera Campins (1979-1984), Jaime Lusinchi (1984-1989), Carlos An-
drés Pérez (1989-1993), Rafael Caldera (1994-1999) y Hugo Chávez (1999-
2007 y 2007-2013).
En el cuadro 1 presentamos en forma detallada la referencia de los dis-
cursos, el presidente que los emitió, el período de mandato presidencial, y la
fecha de emisión de los textos.
Cuadro 1. Corpus de estudio
Referencia Presidente Período fecha
D1 Luis Herrera Campins 1979-1984 02-02-79
D2 Jaime Lusinchi 1984-1989 02-02-84
D3 Carlos Andrés Pérez 1989-1993 02-02-89
D4 Rafael Caldera 1994-1999 02-02-94
D5 Hugo Chávez (I) 1999-2007 02-02-99
D6 Hugo Chávez (II) 2007-2013 10-01-07

-214-
La selección de estos discursos de toma de posesión estuvo justificada
no sólo para analizar una muestra homogénea (en cuanto a la función y el
estilo de los textos), sino también por la legitimidad de los emisores quienes,
en circunstancias tan emblemáticas como el inicio de la gestión presidencial,
procuran, por lo general, comunicar al auditorio su concepción ideológica y
sus planteamientos políticos y de gobierno. Estos mensajes constituyen un
género discursivo específico, pues se trata de textos formales y públicos. Se
presentan ante las más altas instituciones de la nación, generalmente ante el
Congreso o la Asamblea Nacional, y son, además, transmitidos en directo
por la radio y la televisión y reseñados en extenso por la prensa nacional.
Tales textos forman parte de un tipo de acto legal-institucional que cumple
un papel simbólico y de compromiso: por una parte, la investidura del nue-
vo presidente y su juramentación en acatamiento de la voluntad popular y,
por la otra, el manifiesto compromiso de cumplir y hacer cumplir la Cons-
titución, así como de llevar adelante el gobierno en representación de toda la
ciudadanía (Álvarez y Chumaceiro en prensa).
2.1. Los rasgos semánticos
A nuestro juicio, el campo léxico-semántico de lo político-administrati-
vo en el español de Venezuela está integrado, entre otras, por las unidades
que se describen a continuación:
Cuadro 2. Campo léxico-semántico de lo político-administrativo

Institucionalidad
Territorialidad
Homogeneidad
Continuidad

Historicidad
Afectividad

Autonomía
Abstracto

Colectivo

UNIDADES

ESTADO - - + - - - - + +
NACIÓN + + - + + + + - -
PAÍS - - + + - - - + -
PATRIA + + - - + + + + -
PUEBLO - + - + - - + - -
VENEZUELA - + + + + + - + -

En el cuadro 2 se muestra que en el español de Venezuela el campo léxico-


semántico de lo político-administrativo está compuesto por los lexemas esta-
do, nación, país, patria, pueblo y Venezuela.2 El empleo de este tipo de térmi-
nos propicia que los individuos se piensen a sí mismos como pertenecientes
a un grupo más extenso y cohesionado y, en consecuencia, se abroguen el
2
Cada uno de estos lexemas, y los correspondientes semas, se explican detalladamente en los apartados
dedicados al análisis de los textos.

-215-
derecho de actuar en nombre de ese colectivo, precisamente con base en la
unidad y la solidaridad que el discurso político-social construye.
En la presente investigación nos limitaremos a analizar nación y patria en
los discursos objeto de estudio. Incluimos, además, el nombre propio Venezue-
la, denominación de nuestro territorio que se usa también como colectivo
para incluir al grupo de los connacionales, ya que, además de ser el término
más cargado de afectividad, tiene la particularidad de ser empleado como si-
nónimo de cualquiera de los otros lexemas que integran el campo en cuestión.
Como se aprecia en el cuadro 2, los tres términos escogidos para el análisis
sémico contienen el rasgo /afectividad/, y los caracteriza el hecho de ser em-
pleados con suma frecuencia en la comunicación política, precisamente en
razón de la fuerte identificación que procuran y de su alto poder movilizador.
Con el fin de facilitar la comprensión y diferenciación de los conceptos
asociados a los lexemas que integran el campo léxico-semántico en estudio,
en el cuadro 3 presentamos el conjunto de rasgos o semas que, a nuestro
juicio, organizan el significado de cada una de estas unidades:
Cuadro 3. Descripción de los semas
/Abstracto/ refiere a un constructo inexistente en la realidad pero
presente en las mentes de quienes se sienten ligados por
valores comunes.
/Afectividad/ implica que los sentimientos forman parte de las conno-
taciones que se asocian con este concepto.
/Autonomía/ indica que el elemento es independiente y no está su-
bordinado a ningún otro elemento superior.
/Colectivo/ establece si el concepto se construye desde el nosotros,
esto es, a partir de la idea de grupo, por contraposición
al yo, al individuo.
/Continuidad/ hay una relación de continuidad temporal, al menos apa-
rente, en los elementos del campo, de modo que se con-
sidera que forman parte de una misma identidad en el
tiempo.
/Historicidad/ en su origen implica un pasado muchas veces remoto,
de donde provienen las creencias, tradiciones y valores
compartidos.
/Homogeneidad/ señala la percepción de igualdad entre los integrantes de
un determinado grupo, cuyos miembros se identifican
donde quiera que estén en función de sus rasgos comu-
nes.
/Territorialidad/ la asociación del concepto con la posesión de un espacio
geográfico propio.
/Institucionalidad/ indica que el concepto se sustenta en un entramado com-
plejo de leyes.

-216-
3. Análisis semántico de los lexemas
En este apartado haremos una breve referencia a los lexemas que inte-
gran el campo léxico-semántico que nos ocupa a partir de su definición en el
Diccionario de la Real Academia Española (DRAE 1992), y de su uso en los
textos políticos estudiados.
Estado: || 5. Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano. || 6. En el
régimen federal, porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes
propias, aunque estén sometidos en ciertos asuntos a las decisiones de un
gobierno común (DRAE 1992).

Como se evidencia en las acepciones 5 y 6 del DRAE, el concepto de


estado se origina en un contrato social, por lo cual está más ligado que nación y
patria a lo pragmático, a lo concreto. Por lo general, este término se relaciona
con las funciones de normalización, organización y evaluación de las institu-
ciones de un país. La noción de estado está en relación estrecha con la de
soberanía, porque es partir de ésta que se establecen y mantienen el territorio y
la población sobre los cuales se ejerce el gobierno. La soberanía, que normal-
mente caracteriza al estado moderno, se concreta en /autonomía/. No le asig-
namos a estado el sema /continuidad/ porque su desarrollo en el tiempo no
parece pertinente, dados los cambios, por ejemplo, en las constituciones del
país. Tampoco consideramos que deba incluir el sema /homogéneo/, pues puede
abarcar pueblos de diferente origen y costumbres. Asimismo, tampoco le asig-
namos el rasgo /historicidad/, ya que el momento de su surgimiento y los
primeros estadios de su desarrollo no son pertinentes para la comprensión de
este concepto. Le asignamos el sema /institucionalidad/, pues el estado se sus-
tenta en un entramado de leyes complejo.
País: || 1. Nación, región, provincia o territorio (DRAE 1992).

Como vemos en la acepción que ofrece el DRAE, se trata de una noción


de naturaleza pragmática definida de forma poco precisa. En nuestro análi-
sis le hemos asignado el rasgo /autonomía/, en el sentido de que esta entidad
puede tener voz en los organismos internacionales, lo cual no implica que
no sea dependiente de otras instancias. Todo país tiene una población, por lo
cual en su definición debe incluirse el rasgo /colectivo/. Por lo general, se
vincula con /territorialidad/, porque no existe un país sin tierra. En tal sen-
tido, un país tiene fronteras concretas que pueden violentarse e instituciones
que lo organizan y que son representaciones del estado. Un país puede tener
un origen reciente, por lo cual no le hemos asignado el sema /historicidad/.
Como en algunos casos su conformación poblacional puede ser multiétnica,
no le asignamos el rasgo /homogeneidad/. Consideramos que el rasgo /con-

-217-
tinuidad/ no es pertinente en la descripción de este lexema. País por sí solo
no tiene connotaciones afectivas, a menos que se use con pronombres pose-
sivos, por esta razón no le asignamos el rasgo /afectividad/.
Nación: || 1. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno. ||
2. Territorio de ese país. || 3. Conjunto de personas de un mismo origen y
que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común
(DRAE 1992).3

El concepto de nación es /abstracto/ y está muy ligado a lo espiritual,


pues refiere a los valores y creencias de una comunidad. De las definiciones
que da el DRAE hemos elegido la acepción 3 como la nuclear. Por tratarse
de un colectivo unido por un mismo origen y tradiciones comunes, le asig-
namos el rasgo /afectividad/. También le corresponde el sema /homogenei-
dad/, pues sus integrantes se conciben, de forma idealizada, como partes
similares de un todo. La unidad que caracteriza a una nación se ubica, gene-
ralmente, en tiempos remotos; de ahí el rasgo /historicidad/. Le asignamos el
sema /continuidad/ porque se identifica, en los diferentes momentos de su
desarrollo, como una misma entidad, al menos en la percepción de los
hablantes. Esta forma léxica carece del rasgo /territorialidad/, pues existen
naciones de gran fortaleza espiritual que no tienen un territorio –Fishman
(1988) llama esto nacionalidad–, o bien el territorio ha sido reducido o se ha
perdido a lo largo del tiempo. Ejemplos de ello son, entre otros, la nación
polaca, que sobrevivió a pesar de los ataques y el intento de unificación nazi;
la nación judía, esparcida por el mundo; la saharaui, actualmente en lucha
por su territorio. La nación no es necesariamente /autónoma/, ya que puede
ser parte de uno o varios estados; tal es el caso de la nación wayuu, que
trasciende las fronteras colombo-venezolanas.
Patria: ||1. Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el
ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. || 2. Lugar, ciudad
o país en que se ha nacido (DRAE 1992).

Como se evidencia en la descripción anterior, el concepto de patria, al


estar relacionado con la tierra de los ancestros, con el territorio en el que se
nace, que en muchos casos es herencia de las generaciones anteriores, es
también una noción en la que está presente el rasgo /afectividad/. De allí que
este lexema comunique un marcado sentido de pertenencia y arraigo. Igual-
mente, le hemos asignado el sema /homogeneidad/ porque exhibe valores
3
Como puede apreciarse en la descripción del DRAE, este lexema incluye el concepto político-
administrativo (nación = estado), el social (nación = pueblo), el espacio geopolítico o territorial
(nación = país, territorio), y la noción identitaria, definida por aspectos básicos, marcadamente
idiosincrásicos, como son origen, lengua, cultura y tradición común (nación = identidad).

-218-
ideales (imaginados y abstractos), de carácter sensible. La patria es, asimis-
mo, un concepto estrechamente ligado al de nación y, al igual que ésta, posee
los rasgos /continuidad/ e /historicidad/.
Pueblo: || 3. Conjunto de personas de un lugar, región o país. || 4. Gente común y
humilde de una población. || 5. País con gobierno independiente (DRAE
1992).

Como se observa en ese conjunto de acepciones, que expresan un espec-


tro semántico muy amplio, pueblo se asocia, por un lado, con nación y país,
e incluso hasta con estado (en las acepciones 3 y 5); por otro lado, se asocia
con nociones fuertemente valorativas cuando se adjetiva como común y hu-
milde. En virtud de esto último, le hemos asignado el rasgo /afectividad/.
Del mismo modo, por hacer referencia a un colectivo que comparte valores
y tradiciones, le asignamos el sema /homogeneidad/. No incluimos el rasgo
/continuidad/, pues esta concepción no necesariamente ha de tener prolon-
gación en el tiempo. Tampoco le adjudicamos el sema /autonomía/, ya que
está incluido en otras realidades de mayor alcance. En Venezuela, concreta-
mente, pueblo ha sido simbolizado en los inicios del período democrático
por Juan Bimba o Juan Pueblo.
Venezuela, como se sabe, es el nombre propio de un país que como uni-
dad político-administrativa surge en 1777, con la separación de la Capitanía
General de este mismo nombre y del entonces Virreinato de Santa Fe. Corres-
ponde a un genérico que en ocasiones puede sustituir a nación, patria o pueblo.
Le conferimos el sema /historicidad/, en razón del conjunto de hechos que
dieron origen a la creación y formación de Venezuela, desde su nacimiento
formal con la firma del Acta de Independencia, en 1811, pasando por la con-
secución de su autonomía a partir de la culminación de la guerra de indepen-
dencia en 1821-1824 (batallas de Carabobo y Maracaibo, respectivamente).
Obviamente, a este lexema, que hace referencia a una entidad geográfica con
una extensión de 916.445 km² y unas fronteras históricamente delimitadas, le
corresponde el sema /territorialidad/. Cabe resaltar que, a lo largo de su vida
republicana, el país ha cambiado de denominación varias veces. Actualmente
recibe el nombre de República Bolivariana de Venezuela.4 La forma original –
Venezuela–, cuando es empleada en la comunicación política y ciudadana,
adquiere una connotación afectiva y también de colectivo. Bajo este término
se incluye no sólo el territorio, su historia, tradiciones y cultura, sino también
el conjunto de los ciudadanos que lo integran.
4
En el período republicano, el país cambia de denominación tres veces. En 1953, cambia su nombre
de Estados Unidos de Venezuela por el de República de Venezuela. En 1999, se sustituye este último
nombre por el de República Bolivariana de Venezuela.

-219-
4. Análisis discursivo de ‘nación’, ‘patria’ y ‘Venezuela’
En esta sección analizamos en detalle la utilización de nación, patria y
Venezuela en el discurso presidencial venezolano de los últimos treinta años,
con la finalidad de mostrar cómo cada unidad construye su sentido en fun-
ción de requerimientos comunicativos, discursivos y retóricos. De esta ma-
nera, se aprecia que, en ocasiones, se emplean en estricto apego a su signifi-
cado denotativo pero que, en otros casos, su uso responde a exigencias esen-
cialmente contextuales. Estos conceptos también pueden mostrar un senti-
do que más bien desdibuja, y hasta esconde, de alguna manera, las intencio-
nes del hablante o escritor. Desde la perspectiva del análisis crítico del dis-
curso que hemos adoptado en este estudio, es importante desnaturalizar el
empleo de estos conceptos en el sentido planteado por Fairclough (1995:27).
En efecto, este investigador considera que en el discurso se produce una
naturalización de las ideologías, con el propósito de ganar su aceptación
como si fueran de sentido común, esto es, no ideológico. Por ello, desnatu-
ralizar las ideologías ha de ser uno de los objetivos primordiales de un análi-
sis que pretenda metas críticas. En efecto, según el autor, adoptar metas
críticas significa elucidar esas naturalizaciones y, más generalmente, hacer
evidentes los fines sociales y los efectos del discurso que son característica-
mente opacos para los participantes (Fairclough 1995:28).
En relación con el empleo en el discurso de los términos estudiados,
cabe señalar también que, en la intercomunicación, el sentido de las pala-
bras, aún las más cotidianas y generales, puede variar, sufrir una especie de
neutralización semántica (rasgos sémicos que se opacan o se desdibujan) y
las palabras hasta pueden llegar a convertirse en simples comodines léxicos.
Esto en función de lo que se quiera comunicar y de cómo se pretenda hacer-
lo, según: se privilegie la velocidad de la comunicación antes que su preci-
sión; la posición ideológica de quien habla y de lo que quiere trasmitir; la
intención del hablante de movilizar al auditorio, o de tratar de enmascarar
su discurso por razones de diversa índole; o el grado de conocimiento sobre
la materia que tenga el oyente.
4.1. La nación
La nación forma parte del imaginario político actual. Sin embargo, po-
cos conceptos de los usados en el mundo de hoy resultan tan controversiales
como éste. Bajo tal denominación se acogen nociones políticas, culturales,
administrativas, étnicas, religiosas, y hasta espirituales. La complejidad y
polivalencia del término se pone constantemente en evidencia, pues es utili-
zado con significados diversos y en diferentes contextos ideológicos. Anderson

-220-
(2002) define la nación como una comunidad imaginada discursivamente
donde la continuidad temporal y la homogeneidad son semas constituyen-
tes.5 La nación es imaginada porque sus miembros no se conocen, pero vive
en sus mentes la imagen de su comunión; es limitada porque tiene límites
finitos aunque elásticos y, finalmente, es una comunidad porque se concibe
como una camaradería horizontal, a pesar de la inigualdad que pueda preva-
lecer (Anderson 2002:6-7). Según De Cillia, Reisigl y Wodak (1999), la idea
de una comunidad nacional específica se convierte en una realidad, en el
campo de las convicciones y las creencias, a través de la consideración de lo
imaginario y abstracto como real. Esto suele suceder en los discursos figura-
tivos emitidos continuamente por políticos, intelectuales y personas de los
medios de comunicación social, discursos que son diseminados a través de
los sistemas de educación, adoctrinamiento, comunicación de masas y mili-
tarización, así como también a través de encuentros deportivos. Por esta
razón las identidades nacionales, concebidas como formas específicas de iden-
tidades sociales, son discursivas: se (re)producen, se transforman y se destru-
yen en el discurso.
El término nación, tal como lo usamos hoy, es relativamente reciente.
Corominas (1961) establece que proviene del latín nati-o, -õnis y lo docu-
menta en el castellano de 1444. Este empleo primigenio significaba naci-
miento y raza. Testimonio de esto es su uso inicial en las construcciones
como ciego de nación (de nacimiento), negro de nación (de raza), político de
nación (de condición natural), etc.
La nación, como unidad política, es un concepto contemporáneo, surge
en los siglos XVIII y XIX. Según García Sierra (2000), en la Edad Media –y
aún en la era moderna– la palabra nación desempeñó las funciones de un
concepto antropológico más que de un concepto político, puesto que equi-
valía a gente, incluso a etnia o colectividad arraigada generalmente en un
territorio, cuyos miembros mantenían lazos de parentesco más o menos leja-
nos. De ahí que el concepto homólogo más cercano a nación sea el de pue-
blo, como materia de la sociedad política. Passerin D’Entrèves (2001:212),
citando a Chabod (1961), señala que desde el principio hubo dos modos de
concebir la nación:
uno basado en factores puramente “naturales” y otro en elementos “espirituales”; aquel
basado en algo real, éste basado en algo simplemente deseado. La primera de estas dos

5
Desde una visión antropológica, entonces, propongo la siguiente definición de nación: es el imaginario
de una comunidad política, imaginada, por una parte, como inherentemente limitada y, por la otra,
como soberana. Traducción de In an anthropological spirit, then, I propose the following definition of
the nation: it is an imagined political community –and imagined as both inherently limited and sovereign,
Anderson 2002:5-6.

-221-
concepciones comenzó haciendo hincapié en las diferencias étnicas y lingüísticas como
factores de la nacionalidad y terminó por ensalzar los factores biológicos, la sangre, la
raza. La segunda, al contrario, se fundamentó en el reconocimiento de la importancia
que tienen los lazos culturales, resaltando la necesidad de la participación activa de los
individuos en la nación para hacer de ésta una comunidad de vida y una unidad espi-
ritual.

Fishman (1972) relaciona el concepto de nación con otro muy cercano


y vinculado semánticamente, el de nacionalidad. Si nación es cualquier uni-
dad político-territorial mayor o progresivamente bajo el control de una na-
cionalidad particular, las nacionalidades son unidades sobre todo
socioculturales desarrolladas a partir de la identidad local, las preocupacio-
nes y los lazos integradores (Fishman 1972:3). En otras palabras, una nacio-
nalidad es un grupo de gente que se considera como una unidad social dis-
tinta; hay que tener en cuenta que las nacionalidades no tienen necesaria-
mente un territorio autónomo y que las guerras civiles son, con frecuencia,
luchas armadas de una nacionalidad para controlar su propio desarrollo y
territorio. La mayor parte de las naciones modernas se han desarrollado so-
bre la base de unos vínculos comunes, tales como la historia, la lengua, la
religión y las tradiciones; es decir, sobre la base de instituciones y representa-
ciones compartidas. Sin embargo, existen, como se sabe, algunas excepcio-
nes, como Suiza, Israel y la India, que no son enteramente homogéneas en
cuanto a su conformación étnica, lingüística y social. Obviando las excep-
ciones, en general, el concepto de nación está inextricablemente unido al
concepto de identidad.
Como señalamos antes, el concepto de nación está íntimamente vincu-
lado con el de lengua, bien sea por la impresión y difusión de la escritura, o
porque se identifica la nación con una lengua común. Pero sobre todo por-
que la nación, como concepto ideológico-cultural, surge en el discurso y es,
por tanto, un constructo discursivo: la nación nos identifica y nos da el dere-
cho a la existencia dentro de una comunidad. En este sentido, para Anderson
(2002), la difusión de una norma escrita también está relacionada con el
concepto de nación, pues esta noción surge, coetáneamente, con la impren-
ta. Este autor atribuye a las variantes normadas, exigidas por el nuevo inven-
to, el crecimiento de los nacionalismos. Las razones que expone Anderson
(2002) son básicamente tres, que pueden resumirse en el hecho de: haber
creado formas unificadas de comunicación aparte del latín y las lenguas
vernáculas orales; haberle conferido cierta estabilidad al lenguaje, lo que ge-
neraba una plataforma para el forjamiento de una tradición; y haber genera-
do la cercanía inevitable de algunas variedades, más que otras, a las varieda-
des escritas, que se constituían en norma.

-222-
Uno de los más importantes testimonios de la voz nación en Venezuela
lo constituye la letra del Himno Nacional, de discutida autoría6 y probable-
mente escrito en abril de 1810, pocos días después de la primera manifesta-
ción de conciencia nacional, al haberse pronunciado el Cabildo de Caracas
en desacato contra el monarca español, en un episodio que marca el inicio
del proceso de emancipación. Conocido originalmente como canción nacio-
nal, fue decretado como himno en 1881. Su letra dice: Unida con lazos que el
cielo formó, la América toda existe en nación. Este texto, además de conferirle
a la América española un origen divino, la presenta como una comunidad
diferenciada y fuertemente cohesionada.
Otro texto, por demás emblemático, la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de 1999, en su Título I, Principios Fundamentales,
señala la libertad e independencia como principios fundamentales de la na-
ción, basadas en la doctrina del Libertador Simón Bolívar, el héroe de la
patria. El texto hace alusión, igualmente, a la soberanía –el poder del pue-
blo– y a la lengua oficial, el castellano, al lado de las lenguas tradicionales
que conviven en el territorio que ocupa Venezuela:
Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e inde-
pendiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, jus-
ticia y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador [...] Son dere-
chos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmuni-
dad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional (énfasis añadido).
Artículo 9. El idioma oficial es el castellano. Los idiomas indígenas también son de
uso oficial para los pueblos indígenas y deben ser respetados en todo el territorio de la
República, por constituir patrimonio cultural de la Nación y de la humanidad.

En estos primeros párrafos de nuestro texto constitucional se evidencia una


doble concepción. Inicialmente, nación se entiende como un colectivo uni-
do por derechos irrenunciables y un territorio soberano; en segundo lugar, se
relaciona con la historia y las tradiciones, es decir, con la identidad. Además
del Himno y la Constitución, dos símbolos de la venezolanidad, la figura de
Simón Bolívar7 constituye el otro hito fundamental en nuestra representa-
ción como nación.

6
La autoría del Himno Nacional se atribuye tradicionalmente a Juan Landaeta y Vicente Salias;
aunque también se ha considerado como obra de Andrés Bello y Lino Gallardo.
7
En este sentido, Chumaceiro (2006:645) señala que “el empleo de la figura de Bolívar como recurso
discursivo, apela abiertamente a la sensibilidad de los destinatarios, movilizándolos ideológicamente
por la vía de la exaltación de las emociones patrióticas e instándolos a compartir los planteamientos de
los principales actores políticos y a actuar en pro de las ideas que éstos sustentan”. La autora (2006:646)
agrega también que, “más que una mención formal, propia de los textos de los presidentes, las repetidas
menciones al Libertador y a su empresa emancipadora constituyen una hábil táctica para acercarse
emocionalmente al auditorio”. Para más información, consúltese también Chumaceiro (2003).

-223-
La nación como colectivo se considera como la depositaria de los valores
ciudadanos primordiales, y en este sentido dicho término es empleado por
los presidentes Herrera Campins y Lusinchi, ejemplos (1) y (2), respectiva-
mente, cuando alertan sobre el peligro en que nos encontramos por el dete-
rioro de dichos valores. En ambos casos se observa la personificación de la
nación y su concepción como un ente unitario, al adjudicársele valores éticos
y al mostrarla amenazada por la corrupción, la confusión y el desconcierto:
(1) la voluntad popular quiere que se reconozcan los valores éticos de la nación y se
instauren orden y disciplina para superar la confusión y el desconcierto reinantes
(Herrera Campins-D1).8
(2) Se ha generado una cultura de la corrupción, con sus códigos, sus convenciones,
sus jerarquías, que amenazan la suerte misma de la nación y perturba las propias
relaciones internacionales (Lusinchi-D2).

En otro segmento de su discurso, Lusinchi hace referencia a la vocación


pacifista de la nación venezolana, como si se tratara, nuevamente, de un ser
humano. Al mismo tiempo, la nación es presentada como un colectivo ho-
mogéneo y fuertemente unido con el solo fin de destacar sus valores morales,
democráticos y pacifistas. Prevalece así la función retórica que busca presen-
tar a la nación como un ente ideal, humanizado y fuertemente cohesionado.
(3) Adoptaremos esa actitud individual y mancomunadamente con la convicción y
la fortaleza moral que emana de una nación de inveterada vocación pacifista, de
esencia democrática (Lusinchi-D2).

La tendencia a presentar a la nación como un todo cohesionado, sin


diferencia entre sus integrantes, también se hace presente en el primer dis-
curso de toma de posesión de Chávez, quien pone a todos sus connacionales
como testigos de su arrepentimiento por “los dolores causados”:
(4) a los nuevos comandantes de fuerza, a mis hermanos de las Fuerzas Armadas, a
quienes saludo con especial deferencia y a quienes, incluso, pedí perdón por allá
en nuestros espacios militares, y lo hago ahora delante de la nación: perdón por los
dolores causados (Chávez-D5).

Sin embargo, a la par de lo anterior, nación es empleado también como


término del campo político-administrativo con un sentido más amplio, no
denotativo, que no se corresponde totalmente con los rasgos semánticos de
base anteriormente explicados (ver supra). De tal forma, se usa nación por
país cuando se le adjudica, por ejemplo, capacidad de cooperación, como en

8
Como se observa en el cuadro 1, “D” corresponde a “discurso” y el número que le sigue a la codificación
que se le asignó a cada texto.

-224-
el ejemplo 5, o se le presenta como participante activo en la vida internacio-
nal, como se ilustra en los ejemplos 6 y 7:
(5) Será piedra angular de mi gobierno la cooperación con las naciones hermanas
(Herrera Campins-D1).
(6) En cuanto a aquellas naciones de esta área que aún no han determinado la forma
en que participarán en la vida internacional, seguiremos su proceso con fraternal
interés. Pero, escrupuloso respeto (Herrera Campins-D1).
(7) Y aquí surge un tema que como gobernante latinoamericano no puedo ni quiero
eludir. Las relaciones con Estados Unidos de Norte América. Hemos sido y so-
mos sinceros amigos de esta gran nación (Pérez-D3).

También se emplea nación, de manera laxa, en sustitución de país o


estado, cuando se hace referencia, como en (8) y (9), a deudas, posibilidades
de inversión o compromisos de riesgo que, claramente, no pueden ser asu-
midos por una comunidad imaginada, cohesionada en función de su histo-
ria, valores y tradiciones. En estos casos, se privilegia retóricamente el uso de
este lexema para convocar de manera más efectiva el compromiso de todos
ante una situación adversa.
(8) Uno de los capítulos más escabrosos que nos toca enfrentar es precisamente el
relacionado con la deuda de la nación […]. A esas obligaciones me voy a enfren-
tar (Lusinchi-D2).
(9) La expansión interna de nuestra industria petrolera ofrece una amplia gama de
posibilidades para el desarrollo de proyectos de capital mixto –con participación
de capital foráneo beneficioso para la nación–. En su oportunidad haremos uso de
las disposiciones correspondientes de la Ley de Nacionalización, para solicitar al
Congreso de la República la autorización necesaria a fin de acometer tales pro-
yectos (Pérez-D3).

Otro uso en el que, de manera laxa, se emplea nación en sustitución de


estado es el que sigue:
(10) El país requiere un gobierno que gobierne. Necesita una autoridad que ponga la
casa en orden, dentro del estado de derecho. Yo estoy dispuesto a dársela. [...]. La
descentralización no puede entenderse como un descoyuntamiento de la Nación ni
puede conducir a la multiplicación por 22 o por el número de Alcaldías de los
defectos achacados a la Administración Central. Esta, por su parte, tiene que ser
ejemplo y señalar los rumbos de un esfuerzo que ha de tener carácter integral (Calde-
ra-D4).

En este caso, a la nación se le adjudica una forma de gobierno –central o


federal– que, en propiedad, no le corresponde, puesto que los asuntos de orga-
nización legal y administrativa, por tradición y ley, pertenecen al estado. Lo
mismo ocurre en (11), cuando se le atribuyen a la nación, tanto el ejercicio y
constitución en poderes públicos como la revisión de las funciones de éstos:

-225-
(11) Estoy dispuesto a la deliberación, al debate que procura el acuerdo, a la toma de
decisiones que consulta los puntos de vista, tanto en el seno del ejecutivo como de
la nación entera (Lusinchi-D2).

En los textos de Chávez hemos observado el empleo de nación por pue-


blo, en un uso fuertemente retórico que pretende movilizar a los venezolanos
en función de la unidad y del triunfo de su proyecto político. Cabe destacar,
sin embargo, que en este segmento del texto, ilustrado en (12), se observa
una contradicción. Por una parte, cuando Chávez dice que hay que oír la voz
de la nación, de esos más de 12 millones de venezolanos, parece estar dejando
fuera de ella a la otra mitad de sus connacionales;9 por otra parte, el manda-
tario nacional convoca a las diversas toldas y tendencias políticas a llevar ade-
lante un proceso de cambio:
(12) No podemos frenar el proceso. No, mucho menos desviarlo de cauce para que dé
vuelta sobre sí mismo y se hunda de nuevo. No, no lo vamos a permitir, hasta
donde yo pueda no lo voy a permitir, y yo estoy seguro que más de 12 millones, por
lo menos, de venezolanos, no lo van a permitir. Así es que lo que yo les sugiero a
todos, a todos ustedes y a las diversas toldas y tendencias políticas, es que sigamos
el proceso, alimentémoslo, démosle un esfuerzo creador, pero siempre oyendo
allá afuera. No cometamos el error, craso sería, de oírnos solamente a nosotros
mismos. No, es el momento de oír la voz de la nación y de oír ese tintineo que anda
por todas partes; de recogerlo en un lazo y de hacerlo realidades (Chávez-D5).

En su segunda toma de posesión, como puede apreciarse en (13), Chávez,


además de emplear pueblo y nación como sinónimos, presenta una restric-
ción moral del ámbito de la nación: sólo incluye en ella a aquellas personas
que considera decentes, dejando fuera a la oligarquía (a la que asocia explíci-
tamente con una serie de antivalores) y a aquellas personas que no apoyaron
en su momento el cese de la concesión de Radio Caracas Televisión.
(13) No, compadre, ¡la oligarquía pierde!, eso sí, la crema oligárquica pierde, los que
desde hace muchos años están envenenando el alma de los niños, de las niñas: el
sexo irresponsable, los antivalores, el odio, el consumismo, esa oligarquía arrodi-
llada al imperialismo va a perder un canal de televisión, eso sí es lo que va a pasar,
y va a ganar el pueblo, va a ganar la Nación, va a ganar la decencia (Chávez-D6).

4.2. La patria
El DRAE (1992) define patria como la “tierra natal o adoptiva ordenada
como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos,
históricos y afectivos. El lugar, ciudad o país en que se ha nacido”. Se hace
referencia, por lo tanto, a un lugar y a un origen. En el concepto de patria hay,
9
En la actualidad, la población de Venezuela es de más de 26 millones de habitantes.

-226-
también, dos rasgos semánticos básicos: en primer lugar, el yo, porque el sujeto
se define por su pertenencia a la patria, o a la tierra de sus antepasados; luego la
afectividad, entendida como la conexión emotiva que nos conecta por razones
de nacimiento o de elección con un territorio, su gente y sus costumbres.
Como consecuencia de esos rasgos definitorios, podría establecerse que de la
nación formamos parte, en cambio, la patria nos pertenece.
Según Sloterdijk (1999), todas las lenguas de culturas altamente desa-
rrolladas son capaces de expresar el concepto de patria con sus propios me-
dios. En la concepción de este autor, en la Edad Media se pasa del arraigo al
desarraigo y de los usos y costumbres autóctonos a la ética mundial en for-
mas de pensamiento que promueven el abandono del hogar. Igualmente, en
el estoicismo se promueve un exilio global del alma, y en el cristianismo, una
ética de la peregrinación. En cambio, en el mundo moderno se va hacia la
ciudadanización por el rechazo del agro.
En el discurso político venezolano, patria se usa con mucha frecuencia
en razón de su fuerte carácter movilizador. Más que emplearse con su signi-
ficado denotativo, este lexema se utiliza, sobre todo, de manera metafórica.
A continuación presentamos algunos ejemplos en los que patria se em-
plea denotativamente:
(14) Asumo la Jefatura del Estado invocando, como lo hacían los Padres de la Patria, el nom-
bre de Dios Todopoderoso, por el cual he jurado cumplir y hacer cumplir la Consti-
tución y Leyes de la República (Caldera-D4).
(15) juro delante de usted, juro por Dios, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos,
juro por mis hijos, juro por mi honor, juro por mi vida, juro por los mártires, juro por
los libertadores, juro por mi pueblo y juro por mi Patria que no daré descanso a mi
brazo ni reposo a mi alma, que entregaré mis días y mis noches y mi vida entera a la
construcción del socialismo venezolano, a la construcción de un nuevo sistema polí-
tico, de un nuevo sistema social, de un nuevo sistema económico (Chávez-D6).

En (14) y (15) se aprecia la marcada afectividad que comunica el lexema


patria. Patria se conecta con la historia y con la tierra de los antepasados. Es
el lugar del origen común al que siempre se quiere regresar. La patria se
asocia con los héroes y con la formación de la nacionalidad. Véase, de mane-
ra especial, el uso que hace Chávez de este lexema, cuando en (15) parodia el
juramento de Bolívar en el Monte Sacro.
De manera no denotativa, patria se usa con extrema frecuencia como
sinónimo de país, pueblo y nación. Este lexema, a diferencia de los anteriores,
le confiere al discurso en cuestión mayor poder retórico. Así se evidencia en
los ejemplos (16) y (17). Llama la atención el uso reduplicado y consecutivo
que hacen los oradores, en este caso Herrera Campins y Pérez, de los sintagmas
nominales nuestra(s) patria(s) / nuestro(s) pueblo(s):

-227-
(16) Queridos amigos: para bien de nuestra patria y de nuestro pueblo ayúdenme a cum-
plir la orden de la enérgica voz del fuego. ¡Ayúdenme a llegar hasta donde no
pueda! (Herrera Campins-D1).
(17) Venezuela, al igual que el resto de las repúblicas hermanas de nuestra América
Latina, atraviesa dificultades económicas y arrastra déficit educacionales,
asistenciales y nutricionales que comprometen nuestro futuro. Ya he insistido
muchas veces en que no se puede hipotecar el porvenir de nuestros pueblos, de nuestras
patrias, por pagar una onerosa deuda en condiciones insostenibles (Pérez-D3).

En (17) se aprecia también el empleo de patria en el sentido de país o


estado, cuando Pérez le atribuye a ésta las dificultades económicas y algunos
problemas específicos en la educación, la nutrición y la asistencia que, por su
naturaleza, no aquejan a la patria.
Lo mismo hace Herrera Campins en (18) cuando habla de las tierras
prodigiosas de la patria que, en teoría, le corresponden al país o al estado, que
son entes con territorialidad. En este caso, el orador presenta metafórica-
mente un país humanizado cuando dice, indirectamente, que Venezuela es
un país engreído que se bebe a chorros el güisqui y el petróleo:
(18) Venezuela debe ser conocida como una tierra de trabajo, de esfuerzos y disciplina
antes que como un país engreído que se bebe a chorros el güisqui y el petróleo o que
engulle vorazmente granos traídos del extranjero, pese a tener la Patria tierras
prodigiosas (Herrera Campins-D1).

En contraposición a la concepción de patria vinculada semánticamente


con el yo (recordemos que la patria se define por su relación con el indivi-
duo), en el discurso de Carlos Andrés Pérez, en el ejemplo (19), se observa
un empleo fuertemente retórico que amplía la noción de patria hasta hacerla
colectiva:
(19) La capacidad de entender la diversidad, de asimilar las diferencias y de señalar los
puntos de encuentro, es lo que puede hacernos aptos para hacer realidad el viejo
sueño de América Latina, la siempre vigente aspiración de Simón Bolívar: la gran
patria latinoamericana (Pérez-D3).

En el caso de Chávez, ilustrado en (20), la patria, más allá de su tradi-


cional identificación con el individuo, con ese lugar donde cada uno nace, se
relaciona por posesión con Bolívar como su máximo forjador: estamos vi-
viendo en esta patria de Bolívar. En este mismo ejemplo llama la atención que
patria se humanice al extremo de dramatizar y expresar, metafóricamente,
que está herida en el corazón.
(20) Es momento grande, es un momento estelar el que estamos viviendo, no es un
momento cualquiera, es importante que lo digamos, porque es muy importante
aún más que todos tomemos conciencia de lo esplendoroso que estamos viviendo

-228-
en esta patria de Bolívar, para que hagamos honor a nuestro barro, a nuestro
espíritu, a nuestra herencia; nosotros somos uno de los pueblos libertarios del
mundo, nosotros somos un pueblo de creadores, de poetas, de luchadores, de
guerreros, de trabajadores, ahí está la historia que lo diga, hagamos honor a eso
[…]. Hoy, después de siglo y medio yo retomo esa frase: nuestra Patria hoy está
herida en el corazón, nosotros estamos en una especie de fosa humana. Por todas
partes hay niños hambrientos, índices macroeconómicos … (Chávez-D5).

En el segundo discurso de toma de posesión, Chávez emplea patria y


pueblo para hacer referencia a la misma realidad. Como se observa en (21), se
le confiere a la patria, que en este caso pareciera incluir solamente a la por-
ción de los venezolanos que apoyan a Chávez, la posibilidad de discernir y
de escoger el camino del socialismo, que se presenta como la única opción
posible. En este ejemplo llama la atención también cómo, sin especificación
alguna, se inserta la voz del Libertador dentro del texto de Chávez. De esta
manera, las voces de ambos se funden en un solo discurso.
(21) El pueblo votó […] no por Chávez, ¡no!, no es por Chávez que el pueblo vota, es
por un proyecto, es por un camino, es por una vía, y Chávez durante una y mil
veces lo dijo: vamos por la vía del socialismo. El pueblo votó por la vía del socialis-
mo y es socialismo lo que quiere el pueblo, y es socialismo lo que requiere el pueblo, lo
que necesita la Patria. ¿Por la Patria?, la Patria no existe, mis enemigos me la quita-
ron; no tengo Patria a la cual hacer el sacrificio. Así murió Bolívar (Chávez-D6).

En D6 el uso afectivo y movilizador de patria se expresa, al extremo, en


su uso reiterado en la consigna ¡Patria, socialismo o muerte! La proclama, que
manifiesta la concepción ideológica de Chávez, está pensada para ser repeti-
da, una y otra vez, por sus seguidores:
(22) Juro por Cristo, el más grande socialista de la historia, juro por todo ello, juro
por todos los dolores, juro por todos los amores, juro por todas las esperanzas que
haré cumplir, que cumpliré con los mandatos supremos de esta maravillosa Cons-
titución, con los mandatos supremos del pueblo venezolano, aun a costa de mi
propia vida, aun a costa de mi propia tranquilidad. ¡Patria, socialismo o muerte!
¡Lo juro! (Chávez-D6).

En este mismo discurso (D6), pueblo y patria se presentan, nuevamente,


como la misma realidad. No obstante, en (23) Chávez llega al extremo de
sentirse depositario de la inspiración de la patria profunda:
(23) Cristo redentor, atormentado, traicionado, vilipendiado, crucificado y resucitado.
A Cristo como símbolo revolucionario dedico siempre mis palabras y mi inspira-
ción, que es la inspiración de la Patria profunda, del pueblo profundo (Chávez-D6).

En el ejemplo (24), Chávez, a diferencia de los otros presidentes, llega a


asociar la patria con lo que es su propio gobierno al hacer referencia a aque-

-229-
llos que murieron defendiendo esta patria y defendiendo este gobierno. En con-
secuencia, se infiere que sólo sus seguidores resguardaron la patria el 11 de
abril de 2002, cuando su gobierno se vio amenazado:
(24) Porque seguramente el doctor Insulza no sabe lo que yo sí sé, seguramente el
doctor Insulza no estuvo en Puente Llaguno el 11 de abril, recibiendo la metralla
del fascismo y muriendo defendiendo esta Patria y defendiendo este Gobierno como
murieron muchos compatriotas aquel día (Chávez-D6).

4.3. Venezuela
En los discursos analizados, el término Venezuela,10 empleado de mane-
ra literal para designar el correspondiente territorio geopolítico (/territoriali-
dad/), puede sustituir los conceptos de nación, patria, país, estado y pueblo.
Este sustantivo nos identifica como grupo (de allí el sema /colectivo/) y nos
diferencia de otras comunidades nacionales afines con la nuestra en lengua,
cultura y religión. Se trata de la noción que más convoca a los oyentes ya
que, por constituir un nombre propio, es una forma cargada afectivamente y
que procura una fuerte vinculación, por esta razón le asignamos el sema /
afectividad/. Esta vinculación está sustentada, por un lado, en el conjunto de
tradiciones (/historicidad/) que compartimos como venezolanos (lengua,
historia, cultura, familia, etc.) y, por el otro, en los lazos de identidad y
pertenencia que surgen, precisamente, de esas mismas tradiciones. Por estas
razones, el empleo de este término, además de permitir una mayor moviliza-
ción sensible del auditorio, supone una identificación de los oyentes con el
orador, ya que los emisores de los discursos de investidura son, como se sabe,
presidentes venezolanos que pertenecen al mismo grupo o gentilicio del au-
ditorio.
En los discursos objeto de estudio, además de su uso toponímico, Vene-
zuela se emplea con otros sentidos semánticamente asociados; entre ellos
destacan los siguientes usos: i. en sustitución de algún término del campo
léxico-semántico de lo político-administrativo; ii. como un conglomerado
orgánico y con vida propia, unido en cuanto a sus ideales y sus luchas; iii.
como un ente humanizado; y iv. como una parcialidad de la población. A
continuación presentamos ejemplos de cada uno de estos usos.
i. Venezuela en sustitución de otro término del campo léxico-semántico:
por estado en (25) y (26), y por país en (27):

10
En el primer mapa de América, elaborado para los Reyes Católicos en 1500, Juan de la Cosa,
cartógrafo que viaja en la expedición de Alonso de Ojeda en 1499, designa como Venezuela a un
pequeño lugar del Golfo (actual salida del Lago de Maracaibo). En 1528, Carlos V de España,
mediante Real Cédula del 27 de marzo de 1528, crea la Capitanía General de Venezuela. De esta
manera, fue el golfo que le dio nombre a Venezuela y no al revés.

-230-
(25) Uno de los capítulos más escabrosos que nos toca enfrentar es precisamente el
relacionado con la deuda de la nación. A esas obligaciones me voy a enfrentar
con firmeza y con preocupación moral por el buen crédito de nuestro país. Vene-
zuela pagará todo lo que debe (Lusinchi-D2).
(26) Venezuela […] es una fuente segura y confiable de suministro para quienes han
sido nuestros principales y tradicionales clientes (Herrera Campins-D1).
(27) Venezuela puede ser un emporio gigantesco de riqueza, ya lo es, pero en potencia
(Chávez-D5).

En este punto debe aclararse que aun cuando Venezuela, estado y país
parecieran poder intercambiarse libremente, el empleo cuasi sinonímico es
sólo aparente pues el uso en el discurso de estos términos está ligado a la
intención del emisor y a los efectos perlocutivos que se persiguen.
ii. Venezuela como un conglomerado orgánico, fuertemente cohesionado:
(28) La Venezuela del presente es a la vez creación y víctima de un fenómeno bien
conocido: el súbito estallido de una riqueza fácil y casi gratuita, exacerbada por el
alza repentina de los precios del petróleo (Lusinchi-D2).
(29) Dentro de este marco [cooperación internacional] aspiramos a que podamos,
conjuntamente, contribuir a una solución definitiva al problema de la deuda, así
como a una salida pacífica, respetuosa y promisoria para la situación centroame-
ricana, para la recuperación del proceso democrático en Panamá, así como la
normalización de las relaciones interamericanas. Para estos propósitos se puede con-
tar incondicionalmente con Venezuela (Pérez-D3).
(30) lo declaro ante Venezuela: no hay marcha atrás en la revolución política que tene-
mos que impulsar y que claman las calles del pueblo de toda esta tierra de Bolívar
(Chávez-D5).

iii. Venezuela como un ente humanizado:


(31) Venezuela ha padecido demasiado por los antagonismos en los máximos niveles …
(Lusinchi-D2).
(32) Venezuela […] atraviesa dificultades económicas y arrastra déficit educacionales.
asistenciales y nutricionales que comprometen nuestro futuro. Ya he insistido mu-
chas veces en que no se puede hipotecar el porvenir de nuestros pueblos, de nues-
tras patrias, por pagar una onerosa deuda en condiciones insostenibles (Pérez-D3).
(33) Abrumada por las dificultades, Venezuela escucha hoy la pregunta que hicieran al
Libertador, enfermo y abatido, en Pativilca. “General, ¿qué piensa hacer ahora?”
Como Bolívar, Venezuela debe responder con una palabra: “¡Triunfar!”. Con la
ayuda de Dios, con la solidaridad de todos los sectores de la vida nacional, con el
entusiasmo y la ilusión de los jóvenes y con el entero corazón del pueblo, vamos
a hacer de esta crisis la oportunidad de un nuevo tiempo de afirmación y de
avance, en la vida de la República (Caldera-D4).

Nótese que cuando Venezuela se humaniza, como en (31), (32) y (33),


esa humanización siempre es lastimosa y suele asociarse con padecimiento y
situaciones difíciles.

-231-
iv. Venezuela como parcialidad de la población que no incluye al grupo
de los adversarios políticos:
(34) Por eso es que con el fin de la concesión, la no renovación, que eso es lo que va a
ocurrir aquí, no estamos cerrando un canal, no estamos coartando libertad de ex-
presión alguna. Con el fin de la concesión al Canal 2 algunos dicen por ahí que
Venezuela pierde. No, compadre, ¡la oligarquía pierde!, eso sí, la crema oligárquica
pierde, los que desde hace muchos años están envenenando el alma de los niños, de las
niñas: el sexo irresponsable, los antivalores, el odio, el consumismo, esa oligarquía arro-
dillada al imperialismo va a perder un canal de televisión, eso sí es lo que va a pasar, y
va a ganar el pueblo, va a ganar la Nación, va a ganar la decencia (Chávez-D6).

Como se observa a partir de todos los ejemplos analizados, las voces


nación, patria y Venezuela son empleadas en todo su espectro polisémico en
los textos estudiados. Llama la atención, sin embargo, cómo en cada caso se
privilegia o enfatiza uno de sus sentidos posibles; y, más que eso, se le adju-
dican acepciones que corresponden más bien a otros términos del campo
léxico-semántico de lo político-administrativo. En cada caso, el término se
carga de connotaciones que se derivan tanto de la situación específica de la
enunciación como de los valores ideológicos y políticos que representa el
emisor.
Como evidencia de lo afirmado y para cerrar este apartado, presenta-
mos a continuación un breve segmento del discurso de Carlos Andrés Pérez
que ilustra gran parte de lo expuesto en nuestro análisis. En él, el orador
emplea Venezuela de forma repetida y con gran plasticidad: en sustitución de
nación (Ellos y toda Venezuela deben saber que nos encaminamos …), como un
ente altamente cohesionado (Venezuela moderna), de forma humanizada (Una
Venezuela que se sostendrá por sus propios pies), y en sustitución de país o
estado (Venezuela se insertará en el contexto internacional):
(35) Ellos y toda Venezuela deben saber que nos encaminamos a una Venezuela moderna.
Una Venezuela que se sostendrá sobre sus propios pies. Una Venezuela que se insertará en
el contexto internacional no sólo sobre el petróleo, sino que hará crecer otra vertiente,
la de las exportaciones no tradicionales, para complementar en forma creciente las
necesidades de financiamiento de nuestro proceso productivo (Pérez-D3).

5. Discusión y conclusiones
En este trabajo partimos de la base de que conceptos como nación, pa-
tria y Venezuela, cotidianamente presentes en el discurso político actual, se
construyen, se transforman, se reelaboran y se difunden a través del discurso.
Para ello trazamos primeramente el campo léxico-semántico de lo político-
administrativo con una serie de rasgos –/abstracto/, /afectividad/, /autono-
mía/, /colectivo/, /continuidad/, /historicidad/, /homogeneidad/, /territo-

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rialidad/, /institucionalidad/– y, a partir a ellos, determinamos la composi-
ción sémica de cada uno de los lexemas escogidos para el estudio.
Nos detuvimos especialmente en nación, patria y Venezuela por el hecho
de haberse convertido estos términos en creaciones discursivas (realidades
fundamentadas en la palabra) que los gobernantes, educadores y líderes po-
lítico-sociales suelen manejar con fines movilizadores o proselitistas. En nues-
tra opinión, esto sucede porque se prefiere el vocablo de mayor carga emotiva
en los discursos proselitistas, y se privilegia aquel lexema que esté en mayor
sintonía con el sentido general del texto, esto es, con la macroestructura del
discurso y su dirección temática. Por esta razón: i) el lexema adquiere un
valor cuasi metafórico antes que referencial; ii) el significado denotativo (ca-
nónico) de estos vocablos queda opacado por el sentido que adquieren en el
contexto general; iii) en la selección de estos lexemas se busca la mayor ex-
presión de afectividad (de allí, por ejemplo, el uso tan frecuente de patria en
sustitución de otros términos pertenecientes al mismo campo).
Como hemos visto, en el caso del concepto de nación hay dos rasgos
semánticos que son fundamentales: en primer lugar el /colectivo/, luego la
/continuidad/, en el sentido de proceso, de tradición común preservada des-
de un pasado también compartido con el grupo del cual nos sentimos parte.
La creación del /colectivo/ se logra a partir de una lengua común, de ciertas
prácticas sociales y de tradiciones culturales heredadas. Pero, además, debe
haber una relación de continuidad que nos lleve más allá del presente, al
pasado y, también, al futuro. Esa relación se da con el pasado a través de una
historia común, de las gestas y glorias que nos confieren una permanencia
como pueblo; con el futuro a través de la confianza en el porvenir.
Como se desprende del análisis presentado, nación es un concepto com-
plejo, altamente polisémico y sujeto con gran frecuencia a connotaciones ideo-
lógicas y manejos políticos de ocasión. El empleo reiterado de la palabra na-
ción en los discursos de investidura persigue dos metas: la de crear una unidad
en el colectivo y la de darle a la comunidad una continuidad temporal.11
No debemos olvidar que el discurso en torno a la nación es un discurso
epidíctico porque sirve para mitificar e intensificar la identidad y la solidari-
dad grupal. Con este tipo de discurso ni se persuade ni se discute, se
reconfirman las jerarquías de valor existentes. Además, se trata de reconocer
11
La construcción de la continuidad temporal se logra con la instauración de un origen común histórico
o mítico, o con la apelación a los héroes patrios. En el caso de países jóvenes como los latinoamericanos,
que surgen como tales a partir de la separación de España en el siglo XIX, el pasado glorioso se
encuentra en la gesta libertadora, en las figuras de Bolívar, San Martín, Santander, y otros. En
Venezuela, es precisamente la figura de Bolívar, estadista y militar, quien cumple con esta función
porque, no sólo ejerció el protagonismo en la gesta heroica libertadora sino que, con sus escritos,
contribuyó decisivamente a la fundación de la nación latinoamericana.

-233-
y de ensalzar esos valores sobre los cuales la comunidad está de acuerdo, o
bien de defender aquellos que son objeto de controversia. Este tipo de dis-
curso tiene como finalidad aumentar la intensidad de adhesión a los valores
comunes del auditorio y de su orador (Perelman y Olbrechts-Tyteca 1994).
Por su parte, patria es una noción altamente afectiva que remite a la
tierra común legada por los héroes nacionales y que se vincula a los ancestros.
Es, asimismo, el lugar donde se nace y al cual estamos unidos por fuertes
lazos de familia y tradición. El concepto de patria se asocia a las ideas de
arraigo y pertenencia. Como hemos visto, se usa patria en sustitución de país
y estado en razón de su mayor carga afectiva y su poder movilizador.
Por tratarse de un nombre propio, Venezuela es, entre las formas estu-
diadas, la más cargada afectivamente y, en consecuencia, es la que permitiría
mayor movilización sensible en el auditorio. Es, además, la que nos involucra
directamente como un colectivo idealizado, homogéneo e identificado en
función de características histórico-culturales comunes: los venezolanos. A
diferencia de patria y nación, Venezuela permite la identificación plena desde
lo externo, en el conjunto mundial de los países actuales, pues se trata del
nombre internacional que se le da al territorio.
El empleo de los términos estudiados muestra, una vez más que, espe-
cialmente en el discurso político, el sentido de las palabras, aun las más
cotidianas y generales, puede variar en función del contexto y de la inten-
ción de los hablantes.

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