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“La Secta”
Original de Fernán Tamayo M.

Tomado del Libro:

“Aventura Paranormal”

Derechos Reservados 2021

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Sus ojos negros parecían

reventar de ansiedad, Marcela
quería entrar en contacto cierto
con su más fiel confidente, los
prejuicios sin embargo,
impedíanle grandemente alzar
sus manos para llamarle e iniciar
el rito de invocación; los espíritus
requerían de cierto procedimiento
sistemático para hacer su
acostumbrada aparición.

Andrés yacía de cara al cielo a

ojos cerrados, considerando la
posibilidad de tener una
experiencia extrasensorial que le
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confirmara con certeza la

existencia objetiva de un mundo
espiritual cuya constitución no
lograba precisar mientras la
concebía de tal forma
conformada por átomos y
perceptible por sensores
electrónicos, pero también
inmaterial e incomprensible al
entendimiento humano.

Estando todos juntos

desarrollando su acostumbrado
ritual de invocación, con esa fe
que les condicionaba hasta el
aspecto psicosomático, sintieron
de repente cómo miles de
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mariposas invadían en silencio

aquella gran sala, rozando sus
pieles y confirmándoles la cierta
evidencia del misterio que
afrontaban. Margarita por su
parte, agitaba sus grandes ojos
verdes como buscando percibir
algo, pero lo único que consiguió
percibir fueron los gemidos
excitantes de sus compañeros
que afirmaban como
desesperados y llenos de
temerosa lujuria, que las
mariposas no dejaban de rozarles
y hablarles a los oídos. Fue
entonces, cuando de manera
inesperada, Andrés, como quien
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está fuera de sí, se lanzó contra

Marcela y sin pronunciar palabra
alguna acariciaba todo su cuerpo
y empezaba a despojarle ya de
sus insinuantes vestiduras que
bien invitaban a vivir sensaciones
corpóreas indescriptibles.

Margarita, siguió viendo cómo los

demás yacían como extasiados a
ojos cerrados, mientras Andrés y
Marcela subían ya a la mesa
desnudos e intercambiaban
fluidos, gemidos y caricias de la
manera más básica y elemental
de los mamíferos más sublimes e
inteligentes hasta ahora
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conocidos desde la propia

perspectiva humana en la
creación.

Concluido aquel ritual, todos

afirmaban haber soñado con
demonios que les acariciaban
hasta provocar reacciones
orgásmicas indescriptibles jamás
experimentadas; sus cuerpos
mojados por sus más innobles
fluidos, evidenciaban el impacto
de cualquier sueño o pesadilla
que hubieran tenido; la secta era
para ellos algo sin igual, una
experiencia muy particular que
les aproximaba a lo desconocido,
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llenando sus vidas de sentido al

fundirles socialmente evitando la
angustia de la soledad.

Por otro lado, el padre Armando

pensaba y pensaba desde su
saber antropológico en aquellas
manifestaciones sutiles de los
instintos humanos matizados sin
duda alguna por un toque
demoníaco y libertino; María le
había contado todo lo acaecido
en aquellos rutinarios rituales
sectarios que por lo general
terminaban siempre atentando
contra la integridad moral o física
de algunos de sus miembros. Él
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solía escucharla pacientemente,

mientras que ella arrepentida
asistía ahora a la Iglesia del
padre Gabriel Gómez cuando
éste aún era sacerdote,
indignada por lo que alguna vez
había hecho en aquellos rituales;
su creencia en Dios era tal, que
hasta soñaba con tener visiones
de la virgen.

María era una muchacha

ingenua, como casi todos los
miembros de aquel siniestro
grupo, los cuales se veían a sí
mismos como los conocedores
del misterio oculto del existir,
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saber que les daba mayor sentido

e identidad, llegando a constituir
lazos fuertes de dominio y
dependencia mutua. Temerosa
de ser perseguida por demonios,
María buscaba ayuda, y aunque
no era lo más fácil contactar al
padre Armando debido a la
soberbia altanera típica de su
persona e investidura, el caso de
María llegó a resultar curioso
para un oscuro grupo de curas
extranjeros. En realidad no era un
caso de conocimiento público,
puesto que eso nunca gusta a las
autoridades de tales instituciones,
sí se sabía empero, con la
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evidencia más cierta, que María

era capaz de conocer los
secretos más ocultos de
cualquiera, e incluso sentir sus
emociones y conocer sus
pensamientos de una manera
inexplicable, lo más curioso era
sin embargo, el acceso cierto que
tenía a eso que llaman algunos
ocultistas “la cuarta vertical”, y
que la tradición ha negado como
un absurdo de sectas
anticristianas. Era el padre José
Ricardo Martínez, quien en sus
clases en la universidad y más
aún a los escolares de la
congregación, solía exponer de
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modo soberbio algunos aspectos

con tinte hindú que ponían en
cuestión la ortodoxia típica de su
instituto; al parecer, “De Melo”
tenía razón en últimas, en lo que
respecta a su evangelización
inculturada.

Fue así el padre José quien se

encargó de hablar de esta
evolución hacia la que se
encamina el ser humano, que
aunque no era el primero en
decirlo, si era un petulante
altanero con acceso a algunas de
las élites más selectas del saber.
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Gracias a su imprudente
conversación del tema, María
empezaba a convertirse ya en
espectáculo privado, que no
tardaría en ser público, a lo cual
la muchacha no recibía el trato
digno de un ser humano.

Convencido el padre Armando de

las habilidades que la naturaleza
había concedido a la muchacha,
le visitó en secreto un día,
intentando acceder desde sus
capacidades a quién sabe qué
clase de secretos del más allá,
ante lo cual dicen sin saber nadie
el origen directo del chisme, que
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el padre Armando vio aparecerse

frente a él a un demonio o no sé
qué espíritu desconocido, el cual
en negocio secreto le condicionó
con pena infernal severa a su
consciencia de ultratumba,
obligándole a mostrarse parco
ante la sociedad negando todo
elemento paranormal relacionado
con la doctrina cristiana más
fundamental, algo así, como para
que los humanos sigan siendo los
mismos ignorantes presas de
fuerzas y entidades superiores
aún desconocidas.
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Con respecto a la muchacha,

extrañamente desapareció un día
que iba a la iglesia cuenta su
familia, y aunque el caso no es
aún de acceso al entero público,
algunos dicen que fueron los
curas extranjeros que trabajaron
con el padre Armando los que
planearon el secuestro. Han
pasado ya muchos años, desde
aquel suceso acaecido en
diciembre del año 2002, y a pesar
de la búsqueda de la policía la
muchacha sencillamente no
aparece.