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“Para las masas en su existencia más honda, inconsciente, las

fiestas de alegría y los incendios son sólo un juego en el que se


preparan para el instante enorme de la llegada de la madurez,
para la hora en la que el pánico y la fiesta, reconociéndose
como hermanos, tras una larga separación, se abracen en un
levantamiento revolucionario”.
W. Benjamin

El siguiente escrito descansa en una coyuntura inexorable. No es gratuito, pues, que los
verdaderos intereses de las elites políticas empezaran a florecer con más intensidad. Por eso
mismo, ahora escribo por y para las compañeras, escribo motivado por todos, por los que
resisten, por las que al calor del tropel reconocen su dimensión histórica en este proceso. A
este pueblo pertenezco, y la utopía de una Colombia diferente también es nuestra, porque la
calle es nuestra y de todos aquellos y aquellas que, siendo invisibles, los nadie, han
afirmado que ahora somos. Siendo así, este acto no pertenece a nadie, ni a mi persona, o
bueno tal vez pertenece a la épica del movimiento, a la sonoridad de una canción. Es un
hecho que mientras suena Know your Enemy de RATM, procuro llevar a cabo este elogio.
Es como si quisiera que esta canción sonara de fondo mientras nos juntamos, mientras
seguimos conspirando y organizando nuestra avanzada. Imagina que estás en ese instante
en el que tu película favorita se hace memorable o de culto cuando suena de fondo la
canción correcta —supóngase que Cave of forgotten dreams  no terminara con Shadow de
Ernst Reijseger ¿Acaso, significaría lo mismo?– Nuestra lucha es también por la
recuperación de la épica, y la épica revolucionaria es sonora, porque resuena. Nuestra digna
rabia está constantemente resonando.
Todos los escritores que se han atribuido la capacidad de escribir serán olvidados, no por
falta de formación del pueblo, de nosotros, sino por el hecho de que el pueblo ya no
necesita de líderes, caudillos, rectores y ninguna jefatura que conduzca su rabia. Llosa,
Hemingway, Borges y un largo etcétera pertenecen a la historia que ellos mismos han
contado. Nosotros, por otro lado, estamos reescribiendo la nuestra, con el significado que
tiene escribir en Colombia. La imagen del líder carismático también quedará para la
desmemoria, ya que se entiende que ningún horizonte revolucionario por pequeño que sea,
puede ser realizado por una sola persona, o por un grupo organizado; más bien, este
movimiento popular, del pueblo, nos ha demostrado que no hace falta de los protagonismos
coyunturales, porque estos, siempre terminan por defraudar esta causa, ya que una causa
colectiva excede cualquier voluntad particular y la destruye.
La primera línea es ruptura de todo orden existente, está capacitada para accionar
directamente en contra de las dinámicas de violencia ejercidas día a día sobre nuestros
cuerpos, sobre nuestros afectos comunitarios, sobre nuestros sueños. Tampoco quiero
enaltecer un ídolo, porque no lo es para mí; sin embargo, rescato la contingencia por la que
existe y por la que acaeció con más ímpetu. Esta acción devela las violencias silenciadas
por el pacifismo mezquino del progresismo —a lo que otros apodan de “tibios” —, y la
represión ejercida por la ultraderecha. Por supuesto, la crítica más certera a la
institucionalidad fascista no ha sido pronunciada por las denominadas «fuerzas
alternativas», estas organizaciones no son más que una “izquierda” disfrazada, de corbata e
ilustrada.
Sabemos que no todas las violencias son iguales, y que la nuestra es diferente, ya que tiene
potencia de vida, agencia en común con la barricada, la alegría y el amor revolucionario.
No desconoce, ni rechaza, ni discrimina a nadie, ni tampoco reconoce, destaca ni prioriza a
nadie; ya que la travesía de la acción directa, de la capucha, es un esfuerzo por desaparecer
toda aflicción de nuestra realidad. Realidad que nos enseña a destacar algunos mientras la
mayoría es rechazada. Sin embargo, se pertenece a este proceso toda vez que se lucha por la
liberación. Freire fue consciente de ello: “La liberación, por esto, es un parto. Es un parto
doloroso. El hombre que nace de este parto es un hombre nuevo que solo es viable en/por
la superación de la contradicción opresores-oprimidos, que es la humanización de todos”.
“Popular”, viene del latín populor que significa devastar. Devastamos cuando se ha
impuesto la lógica de muerte, devastamos cuando nuestro derecho a la democracia se ha
vulnerado históricamente, devastamos cuando nuestro pueblo no tiene acceso a educación
ni salud, devastamos por nuestro derecho a la violencia, a una violencia revolucionaria, que
es, se repite, diferente a la de Duque y sus adeptos.
No hace falta mencionar que el alcance y objetivo de tanta resistencia y lucha, que a veces
nos desborda, ya tuvo su efecto político en la sociedad colombiana. No hace falta bajar la
reforma tributaria, o forzar la renuncia de Carrasquilla, ni mucho menos impedir la
realización de la Copa América, nuestro mayor logro está siendo, se está configurando
ahora mismo y es imparable. La permanencia de vínculos, de amistades, proximidades
territoriales, puntos de resistencia y acciones colectivas van a permanecer siendo, porque
somos un hormiguero de muchos mundos, ahora un mundo hecho de un cúmulo de
indignación, represiones y de utopías que están por realizarse.

Fuente: Juntanza SurOriente Bogotá.


Fuente: Movimiento Juventud Sur Oriente.

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