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La historia del Texto Recibido y los manuscritos

griegos, Lección 2: La causa de las diferencias más


comunes entre manuscritos
SEPTIEMBRE 18, 2011 DEJA UN COMENTARIO

Se cree que puede haber hasta 400.000


variantes textuales entre los manuscritos. A simple vista esto puede parecer alarmante,
puesto que hay tan solo como 140.000 palabras en el Nuevo Testamento entero. Hay
muchos variantes por el simple hecho de que hay muchos manuscritos. El hecho de que hay
muchos manuscritos para autenticar el Nuevo Testamento es bueno, por tanto hay que ver
las muchas variantes en ese contexto.
¿Por qué hay diferencias entre manuscritos? La razón más grande se debe seguramente al
error humano. No hay duda que muchas diferencias se incorporaron debido al cansancio del
copista y descuido en general. John Burgon en su libro The Causes of Corruption of the
Traditional Text of the Holy Gospels, 1896, p. 21, afirma que “Se debe considerar con
certeza que la mayoría de las anomalías en los códices del Texto Sagrado han surgido en
primera instancia por la mera inadvertencia de los escribas. Que tal fue el caso en el vasto
número de casos es de veras demostrable”. Aunque reconoció que hubo herejes que
hicieron cambios intencionales, en las páginas 191 y 197 Burgon expresó que también hubo
enmiendas al texto por los que eran sano en doctrina. Burgon dijo que él sospechaba que
ellos tenían tanta culpa como los que tenían motivos menos nobles:
Estamos preparados para hacer la mayor concesión para descuidos, aún para
transcripción licenciosa; y podemos inventar las excusas para el afán erróneo, la
oficiosidad si hombres prefieren llamarlo así, de los que con frecuencia no dudaron
en adoptar enmiendas conjeturales al texto. … Yo no digo que los herejes fueron los
únicos ofensores aquí. Estoy inclinado a sospechar que los ortodoxos fueron tan
culpables como los impugnadores de la verdad.

Al leer sus propias palabras, es obvio que Burgon implicaba que no era posible conocer con
exactitud la razón exacta por cierta diferencia entre manuscritos:

Nuestro deber como críticos no es de inventar teorías para explicar los errores de
copistas; sino para acertar donde ellos han errado, donde no. … de ninguna manera es
seguro seguir el descubrimiento de una depravación del texto con una teoría para
explicar su existencia. Permítame decir que tales teorías raras veces son
satisfactorias. En los mejores de los casos son adivinaciones nada más. (The Last
Twelve Verses of Mark, páginas 100-101)
Gonzalo Baez-Camargo en su libro Breve Historia del Texto Bíblico explica cómo
aparentemente se introdujeron la gran mayoría de errores inocentes en los manuscritos:
También en la escritura griega hay letras de forma muy parecida y que por falla de
los ojos pueden confundirse. Por ejemplo, en la escritura uncial la theta y la ómicron.
En la escritura griega, como en otras escrituras antiguas, se acostumbraban las
contracciones o abreviaciones de palabras, y una abreviación podía confundirse con
otra palabra cuya escritura fuera parecida. Podía haber también transposiciones de
letras o de palabras, repetición de líneas enteras cuando dos líneas próximas
comenzaban o terminaban con la misma palabra, y otras faltas de ortografía. Todo
esto explica algunas de las diferencias o variantes que se hallan en los varios
manuscritos. Y naturalmente cualquier error propendía a repetirse en las nuevas
copias. Y si el copista estaba copiando el dictado podía, por falla del oído, escuchar y
escribir una palabra por otra, y producir una variante en su copia. El error de oído
más común en griego es el llamado itacismo, pronunciar o escuchar como i los
sonidos de las vocales eta, iota y úpsilon, y los diptongos ei, oi, y ui. La confusión
más frecuente que puede producirse por itacismo aparece en los pronombres
personales, por ejemplo, nosotros (gr. jemeis) y vosotros (gr. jumeis), si ambos se
pronuncian jimis, pues el diptongo ei llegó a convertirse en i. (págs. 64-65)
Baez-Camargo continúa, explicando errores por casual inadvertencia:

Otros errores del copista pueden no ser causados por falla de la vista o del oído sino
por casual inadvertencia. De esta clase pueden ser a veces las transposiciones de
letras o palabras. Asimismo, por rutina mental puede cambiarse una palabra por su
sinónimo, o donde las palabras siguen cierto orden cambiarse éste sin darse plena
cuenta, errores que no siempre resultan serios pero que a veces ocasionan un cambio
de sentido. Otras veces el copista cede a la tendencia, que puede ser inconsciente, de
escribir igual pasajes paralelos cuya forma verbal no es, sin embargo, exactamente
igual. Esto sucedió con cierta frecuencia sobre todo en las copias de los Evangelios
sinópticos. Como en el caso del texto hebreo, algunas alteraciones ocurren por
incertidumbre, que es lo que ha pasado cuando una nota que un copista halló al
margen de su copia se inserta en el texto porque el copista no supo decidir si tal nota
era ajena al texto o algo que pertenecía a él y que el copista anterior olvidó insertar.
(págs. 65-66)
El proceso de decidir entre una lectura y otra cuando hay diferencias entre manuscritos o
textos impresos en griego y hebreo se denomina «crítica textual». El objetivo de la crítica
textual en sí no es malo; el desacuerdo se centra en los métodos usados para llevarla a cabo,
si podemos confiar en las personas involucradas, y si dicho trabajo ya se acabó
completamente con la era del Texto Recibido. John Burgon, quien apreciaba muchísimo el
Texto Recibido pero no la consideraba infalible, expresa el objetivo de la crítica textual del
siguiente modo:

El objetivo de la crítica textual, cuando aplicada a las Escrituras del Nuevo


Testamento, es determinar lo que los apóstoles y los evangelistas de Cristo realmente
escribieron—las palabras precisas que emplearon, y el orden mismo de ellas. (The
Traditional Text, p. 19)
En sus escritos John Burgon presenta los siguientes 7 criterios que en su valiosa opinión se
debería considerar en el proceso de la crítica textual para determinar si una lectura debiese
ser aceptada o descartada:

7 “notas de certeza” de John Burgon


1. Antigüedad
2. Cantidad
3. Variedad
4. Peso [en el sentido de autoridad]
5. Continuidad
6. Contexto
7. Evidencia interna

Hay evidencia de que hubo cambios heréticos intencionales en los manuscritos, pero dicha
evidencia es escasa. Esto lo afirma J. Harold Greenlee de la siguiente manera:

Las evidencias que se introdujeron herejías o variantes destructoras intencionalmente


en los manuscritos de veras son pocas. (Greenlee, J. Harold. Introduction to New
Testament Textual Criticism. Grand Rapids: Eerdmans, 1964, p. 66)
El hecho de que se introdujeron herejías en el texto en pocas ocasiones no significa que
esas corrupciones afectaron a todos los manuscritos, o que esas corrupciones continúan aún
en todos los manuscritos sobrevivientes, especialmente en la mayoría, las cuales
consideramos ser más confiables.

Note la siguiente observación de la página 44 del libro Evidencia Que Exige Un


Veredicto por Josh McDowell (Editorial Vida, 1982):
Phillip Schaff en Comparison to the Greek Testament and the English Version llega a
la conclusión de que solamente 400 de las 150.000 implican duda respecto del
significado textual, y que solamente 50 de éstas eran realmente de gran significado.
Ninguna de las variantes, dice Schaff, altera algún artículo de fe o precepto del deber
que no esté abundantemente respaldado por otros pasajes de los cuales no hay duda,
o por el tenor completo de la enseñanza escritural.
Philip Mauro, un famoso abogado en su tiempo, favorecía el Texto Bizantino y la versión
KJV en inglés. Él nos asegura lo siguiente en sus escritos:

El hecho consolante en este asunto es que: (1) La vasta mayoría las lecturas variantes
son tan leves (dudas de una sola letra, o una marca de acento, un prefijo o un sufijo)
que no surge para nada una duda concerniente al verdadero sentido del pasaje; y (2)
la suma de todas las lecturas variantes juntas no da lugar a la duda más mínima en
cuanto a ninguno de los puntos fundamentales de fe y doctrina. (Mauro, Philip.
“Which Version? Authorized or Revised?” True or False. Ed. David O. Fuller. Grand
Rapids, MI: Grand Rapids International Publications, 1975, p. 62)
Un estudio reciente basado en un muestreo de tres por ciento de los manuscritos que
descartó casos de variedad ortográfica resultó en un cálculo de aproximadamente 500.000
variantes para todos los manuscritos. (Véase Gurry, Peter J. «The Number of Variants in
the Greek New Testament: A Proposed Estimate» New Testament Studies. No. 62, 2016,
págs. 97-121). Para poner estas cifras en perspectiva, se pueden clasificar del siguiente
modo:
 Un promedio de 90 variantes por manuscrito entre 5.600 manuscritos (hay que recordar
que en algunos casos los manuscritos son meros fragmentos).
 Un variante por cada cuatro páginas de manuscrito (o 0,25 por página, contando
2.111.770 páginas de códices).
 Los escribas contribuyeron aproximadamente un variante nuevo por cada 430 palabras
que copiaron (basado en un estudio de los cotejos de 1.659 manuscritos de Juan 18).
Tres años después de escribir el estudio al que acabamos de hacer referencia, el escritor
llegó a ser coautor de un libro en el que sabiamente se cuestionó cifras elevadas de
variantes. Primero se criticó la falta de explicación de los criterios utilizados:

En consecuencia, es raro que los autores expliquen qué es lo que cuentan en su número
estimado de variantes. ¿Cuentan las diferencias de ortografía? ¿Cuentan los casos en los
que el escriba ha cometido un error evidente y ha producido algo sin sentido? ¿Se pretende
que el cálculo incluya traducciones antiguas y citas bíblicas de escritores cristianos
anteriores, o se limita solo a la evidencia de los manuscritos griegos? Estas son preguntas
básicas que uno debe hacerse siempre que vea números como 400.000 o 750.000 variantes
presentadas en argumentos sobre el texto del Nuevo Testamento. (Gurry, Peter J. and
Hixson, eds. “Introduction.” Myths and Mistakes in New Testament Textual Criticism.
Downers Grove, Ill: Intervarsity Press, 2019, p. 9)
No solo se cuestionó los criterios en el libro anteriormente citado, sino también cómo se
siguen contando las mismas variantes una y otra vez cuando aparecen las mismas en otros
manuscritos:

Otra forma problemática en que los apologistas han abordado el número de variantes es
abordando cómo se cuentan las variantes. Algunos han afirmado que el número no es tan
grande como podría parecer porque cada variante textual se cuenta para cada manuscrito en
el que aparece. Si un manuscrito tiene «Pedro dijo…» y otros dos mil tienen «Simón Pedro
dijo…», entonces tenemos dos mil variantes. Si esto fuera cierto, ciertamente sería
significativo. Esta forma de contar se encuentra en la obra de B.B. Warfield y continúa
hasta el presente. Pero, de nuevo, no está bien. En el ejemplo anterior, no deberíamos
contar dos mil variantes; deberíamos contar solo dos. La razón es que no contamos el
número de manuscritos que dan fe de una variante; estamos contando el número de
variantes atestiguadas por nuestros manuscritos. (Gurry, Peter J. and Hixson, eds.
“Introduction.” Myths and Mistakes in New Testament Textual Criticism. Downers Grove,
Ill: Intervarsity Press, 2019, pp. 10-11)
Por contar repetidamente la misma variante cada vez que aparece en un manuscrito tiene el
efecto de inflar artificialmente las cifras al punto que pierde el sentido. Tristemente cifras
elevadas de variantes textuales han sido abusadas y manipuladas por agnósticos (como Bart
Ehrman, autor de Misquoting Jesus) en intentos de convencer a otros que la Biblia no es
confiable.
La siguiente cita enfatiza la confiabilidad del texto en general a pesar de diferencias que
han surgido entre manuscritos:

Todos los pasajes, y todo el resto que permanece, son lo suficientemente puro y
genuino para hacernos seguros de los diseños del escritor. Si una línea corrupta o
lectura dudosa da la casualidad de intervenir, no oscurece el contexto entero, ni hace
a la opinión de un autor o su propósito precaria. Terence, por ejemplo, tiene tantas
variaciones como cualquier libro que sea, en proporción a su volumen y, sin
embargo, con todas sus interpolaciones, omisiones, adiciones o glosas (elija el peor
de ellos a propósito), no puede estropear el artificio y trama de una obra, no, ni de
una sola escena, pero su sentido, el diseño y la subordinación a la última edición y
conclusión, Es visible y claro a través de toda la niebla de lecciones diferentes. Y lo
mismo ocurre con el texto sagrado, haga sus 30.000 hasta más, si el número de copias
pueda llegar a esa suma: todo lo mejor a un lector conocedor y serio, quien por tanto
es más ricamente equipado para seleccionar lo que él considera auténtico. Pero
incluso póngalo en manos de un neófito o un tonto, y aun, con la opción más débil y
absurda, no se apagará la luz de cualquier capítulo, ni disfrazar tanto el cristianismo,
sino que cada característica de la misma seguirá siendo la misma. (Tregelles, Samuel
Prideaux. An account of the printed text of the Greek New Testament. London:
Samuel Bagster & Sons, 1854, p. 56)
Aunque acciones no intencionales introdujeron miles de diferencias en manuscritos, son de
tal categoría que con estudio y comparación de manuscritos se pueden detectar y corregir.
Existe una rica y variada abundancia de manuscritos griegos del Nuevo Testamento.
Mientras más grande es el número de manuscritos, más grande es el número de variantes.
Lo converso también es cierto—Si hubiera menos variantes textuales, hubiera menos
manuscritos. Menos diferencias hubiesen sido al costo de menos manuscritos.

Tenemos, por lo tanto, una verdadera “vergüenza de riquezas” en la


cantidad de manuscritos que poseemos, y esto resulta, por un lado, en
optimismo en la disciplina y la promesa de resultados sólidos; pero
también por el otro lado, en extrema complejidad en el estudio del texto del
Nuevo Testamento. (Clarke, Kent D. Textual Optimism. Sheffield: Sheffield
Academic Press, 1997, p. 36)
Al tratar el asunto no tan agradable de variantes textuales entre manuscritos, debemos tener
presente el hecho comprobado de que en términos generales, se mantuvo la integridad del
cuerpo principal del texto. La gran mayoría se trata de errores inocentes de copistas que no
afectan la interpretación de un pasaje. Es por la providencia de Dios en cumplir su promesa
de preservar su Palabra que tenemos tantos manuscritos.

El hecho de que aún los mejores manuscritos contienen diferencias entre sí no debe ser
causa por dudar la confiabilidad de la Palabra de Dios. El hecho de que tenemos
conocimiento de tantas diferencias entre manuscritos se debe al alto volumen de
manuscritos que han sobrevivido. El hecho de que tenemos tantos manuscritos debe ser
visto como una bendición, no una maldición. La gran cantidad de manuscritos, de la cual la
gran mayoría tienden a ser de los más confiables, es un testimonio del cumplimiento de la
promesa bíblica de que su Palabra permanece para siempre.
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